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emperador Enrique IV dió en feudo la Suiza al | duque de Zähringen, que no tardó en obtener también la Borgoña helvética, y en este período adquirieron gran desarrollo el comercio y la industria, se engrandecieron las c. y se fundaron otras nuevas, como Berna y Friburgo (1178 á 1191). Extinguida la casa de Zahringen, à la que Suiza debe muchos beneficios, la Borgoña volvió al Imperio.

do por la justicia, por muy leve que fuese el delito que había de juzgar.

Los siglos XVI y XVII forman una época cuyo carácter distintivo es el movimiento religioso producido por la Reforma, predicada en la Suiza latina por Calvino, Viret y Farel, y en la Suiza alemana por Berthold Haller, Bullinger, Ecolampade, Zwinglio, Thomas Plattery Watt. Las luchas reformistas tuvieron un carácter de ferocidad y encarnizamiento extraordinario, demostrado en las importantes batallas de Cappel, en la que fué muerto Zwinglio, y la de Gubel, en 1531, adversa para los protestantes; los cantones, y aun las c., sostenían entre sí frecuentes y encarnizados combates, llegando la escisión á tal

Las luchas de los pretendientes al trono imperial, vacante por la muerte de Rodolfo de Habsburgo, y los abusos y malos tratamientos de los gobernantes, produjeron la primera alianza, en 1291, entre los cantones de Uri, Schwyz y Unterwalden, núcleo al cual han venido á agregarse luego los demás cantones de la Confedera-grado que parecía inminente una ruptura definición.

Alberto I intentó convertir en soberanía los derechos de patronato que su familia ejercía sobre aquellos tres cantones; sus representantes, y sobre todo Hermann Gessler, tiranizaron de tal manera á los suizos, que varios de éstos, acaudillados por Stauffacher, de Schwytz, Jurst, de Uri, y Melchthal, de Unterwalden, se congregaron en la solitaria playa del Rutli, á orillas del lago Waldstetter, el 7 de noviembre de 1307, y juraron defender las libertades. La rebelión estalló al empezar el año de 1308, y vencidos y expulsados los imperiales marchó contra los insurrectos Alberto, que pereció asesinado. Esta desgracia, y la derrota de su hijo Leopoldo en los desfiladeros de Morgarten (1315), consolidaron la unión é independencia de los tres cantones. Poco a poco fué extendiéndose la Confederación; en 1332 se agregó Lucerna, en 1351 Zurich y Glaris, al año siguiente Zug, y en 1353 Berna. La Confederación de los ocho cantones, que venció á los imperiales en Sempach (1386) y Naefels (1388), no se alteró hasta 1481, en que comenzó de nuevo la lucha con el Imperio. Federico III, comprendiendo su impotencia para conseguir el objeto deseado, invocó el socorro de Francia, y Luis XI, delfín á la sazón, al frente de 30000 hombres se presentó ante los muros de Basilea, defendida por 4600 suizos. La batalla fué sangrienta: perecieron casi todos los confederados, pero también los franceses perdieron 8000 hombres. En vista de los desastrosos comienzos de la guerra firmó Francia el primer tratado de alianza en Einsisheim (1444). La verdadera causa de reclamar Federico III el auxilio de Francia fué el deseo de quedar él en libertad para ayudar al cantón de Zurich contra los demás confederados en la lucha provocada por la sucesión del Toggenburg; de esta época data la conquista de la Argovia, de la Leventina, del valle del Ossola y de la Turgovia, y durante esta guerra es cuando por primera vez en la Historia aparece la palabra suizos.

La declaración de guerra (1476) entre éstos y Carlos el Temerario, duque de Borgoña, fué debida en gran parte á los oficios de Luis XI, influído por la nobleza. En Grandson, en Morat y en Nancy, donde perdió la vida, fué derrotado el duque, las c. de Aigle, Cerlier, Grandson, Morat y Echalleus anexionadas á Suiza; los cantones de Friburgo y Soleure fueron admitidos en la Confederación en pago de la ayuda y buenos servicios que la habían prestado. La guerra contra el emperador de Alemania, que pretendía apoderarse de todos los países en que se hablaba el idioma alemán, y por tanto de una gran parte de Suiza, fué una serie de memorables victorias de los confederados, que terminaron brillantemente para su historia en el siglo XV; la de Basilea, estipulada en 1499, puso fin á esta guerra.

paz

El arrojo y valentía de los suizos les habían granjeado el aprecio de las naciones europeas, que desde entonces buscaron allí tropas mercenarias, que siempre se han distinguido en los combates. Las guerras de Italia, en que los sui. zos desempeñaron un importante papel, les valió la conquista definitiva del Tesino. En 1513 el cantón de los Appenzell hizo el número 13 de los cantones aliados. La civilización no había realizado grandes progresos en esta época, eran las costumbres muy barbaras, sobre todo en la aplicación de la penalidad criminal; la horca y el hacha del verdugo funcionaban constantemente; los herejes, sacrilegos, hechiceros é incendiarios eran condenados á la hoguera; los acusados de falsedad perecían sumergidos en agua hirviendo; la mujer infanticida era enterrada viva, y claro está que el tormento era el procedimiento habitual emplea

tiva entre los Estados confederacios. Los cantones de Lucerna, Schwyz, Uri, Unterwalden, Friburgo y Zug permanecieron fieles al catolicismo; los de Berna, Zurich, Basilea y Schaflouse abrazaron la Reforma, y los de Glaris, Soleure y Appenzell se dividieron. El resultado de la primera guerra religiosa fué fatal para los protestantes y sirvió para que algunas comarcas que se habían convertido á la nueva religión volvieran al seno de la Iglesia católica. La Reforma se extendió desde Ginebra, llamada Roma protestante, por toda la Suiza latina, excepto Friburgo, que siempre opuso tenaz resistencia á aceptarla, dando origen á que se rompiera el tratado de antigua amistad entre las dos c., y entonces el duque de Saboya, aprovechando el aislamiento de Ginebra, intentó apoderarse de la c., siendo rechazado por los berneses, que en desquite se hicieron dueños de una parte del Chablais y de los países de Gex y de Vaud (1536). Viendo y envidiando los friburgueses el engradecimiento territorial de su antigua aliada, se anexionaron Romont, Rue, Estavayer, Châtel y Surpierre, en tanto que el Valais se apoderaba de Montheg y de la parte del Chablais inmediata á sus fronteras.

Las concesiones y modificaciones introducidas en el catolicismo por el concilio de Trento, los trabajos incesantes de propaganda hechos por los Jesuítas, Capuchinos y otras comunidades cuya dirección llevaban los que fueron luego San Carlos Borroneo y San Francisco de Sales, produjeron después de la muerte de los jefes protes tantes más influyentes una reacción en favor de las primitivas creencias, que volvieron á imperar en ciertas comarcas, como el Tesino, el Chablais, la Valtelina, el Porrentruy y el Valais, recuperando Saboya la orilla izq. del lago de Ginebra y el país de Gex en 1564. Una nueva lucha suscitada más tarde entre saboyanos y berneses hizo á éstos dueños otra vez del Chablais; en 1602, el duque de Saboya intentó, sin éxito, apoderarse de Ginebra por sorpresa, escalando sus muros, hecho que se conmemora aún en la c.

Al mismo tiempo que ocurrían estos sucesos se suscitaron varias guerras civiles; una de ellas tuvo por teatro el país de los grisones, divididos en cuatro partidos: el nacional, el español, el francés y el veneciano. Los austriacos invadieron este territorio, del cual fueron arrojados por los suizos auxiliados por un ejército francés, que cometió tales excesos que, indignado el pueblo, se sublevó contra él y le obligó á evacuar el país. Durante la guerra de los Treinta Años los ejércitos beligerantes invadieron y violaron el territorio suizo, cuyos países fronterizos fueron asolados sucesivamente por los imperiales, los franceses y los suecos. La paz de Westfalia, que puso fin á esta guerra, reconoció solemnemente la independencia de Suiza.

Nuevas luchas religiosas estallaron á fines del siglo XVII con éxito favorable para la causa protestante, viéndose obligados los católicos á aceptar el tratado de paz firmado en Aarau en 7 de agosto de 1712. A esta época siguió un período de revueltas civiles y sublevaciones parciales en los países sometidos ó aliados, llegando este movimiento revolucionario á su apogeo al proclamarse en Francia la primera República. César de Laharpe, preceptor que había sido del emperador Alejandro de Rusia, solicitó el auxilio de las tropas francesas en favor de su país, el país de Vaud; éste fué invadido por el general Menard, pretextando apoyar la República Lemánica, que acababa de constituirse, y así comenzó la invasión total; el general Brune se apoderó de Friburgo, y en 5 de mayo de 1798 entró en Berna, desapareciendo la antigua Suiza mediante la división de su territorio en tres Repúblicas, que luego vinieron á formar una sola unitaria, Ila

mada República helvética, cuya Constitución de 12 de abril de 1798, redactada por Pedro Ochs, tomando por modelo la de Francia, instituía un Directorio de cinco individuos y seis Ministros; el poder Legislativo lo ejercían el Senado y el Gran Consejo. Esta Constitución, aunque revelaba grandes progresos políticos y otorgaba á los ciudadanos derechos y libertades que hasta entonces no habían disfrutado, se oponía á la tradición nacional, por lo que varios cantones rehusaron aceptarla, sometiéndose sólo por la fuerza y después de una resistencia heroica, castigada con excesiva crueldad. En el año siguiente Suiza fué el teatro de la guerra europea é invadida por los ejércitos ruso, austriaco y francés, que libraron las dos batallas de Zurich. Los cantones, abrumados de contribuciones militares, se sublevaron, y estalló la guerra civil entre los dos partidos, el militar y el patriota, terminando por el Acta de mediación de 19 de febrero de 1803 que Napoleón impuso al país, restituyendo su antigua autonomía á los cantones, pero per diendo la nueva Confederación algunas porciones del territorio, como el Valais, Ginebra y Neuchatel, que luego le fueron restituídos al reorganizarse aquélla por el Pacto de 1815, después de la nueva violación de la neutralidad de Suiza por los ejércitos aliados que siguió á la caída de Ñapoleón I.

La Restauración dió á Suiza quince años de tranquilidad, que fueron aprovechados para realizar grandes progresos; pero la revolución francesa

Armas de Suiza

de julio la hizo retroceder en este camino y refor mar el Pacto federal. La agitación, cuyas causas fueron la religión y la política, cundió por todos los cantones y produjo sangrientos sucesos, como la expedición de los cuerpos franceses contra el gobierno conservador que había sucedido al radical en Lucerna; pero el hecho más saliente, que termina y recopila esta serie de insurrecciones, fué la guerra llamada del Sonderbund. Las autoridades federales habían decretado la supresión de los conventos; contra esta medida formaron una alianza secreta siete cantones católicos, á la que dieron el nombre de Sonderbund; otros 12 cantones y dos medio cantones pidieron la disolución de esta liga y la expulsión de los Jesuítas; los aliados opusieron resistencia, pero fueron reducidos por el ejército federal después de la capitulación de Friburgo, la batalla de Gislikon y la toma de Lucerna, capital de la liga, en 24 de noviembre de 1847. Inmediata

mente se trató de dar á Suiza una nueva Constitución en armonía con las exigencias modernas, cuya Constitución, aceptada por el pueblo en 1848, es la que rige actualmente (1896), sin otras modificaciones que las poco trascendentales introducidas por la revisión de 1874. Entretanto el cantón de Neuchatel, que por el Pacto de 1815 pertenecía al mismo tiempo á Suiza y á Prusia, se emancipó de esta última por la revo lución de 1.° de mayo de 1848, pero no quedó definitivamente afecto á la Confederación hasta 1857, después de una tentativa de restauración monárquica.

En los últimos años la paz no ha sido turbada sino por disturbios sin importancia ni trascen dencia. Durante la guerra de 1866 entre Austria y Prusia los suizos movilizaron sus tropas para impedir una nueva violación del territorio, y, en caso necesario, hacer respetar su neutralidad; igual precaución tomaron en 1870 al estallar la guerra franco-alemana; y aunque penetró en Suiza el ejército francés del Este, lo verificó ordenadamente y desarmado, no dando ocasión á que tomasen una intervención efectiva en la guerra las tropas federales.

-SUIZA SAJONA: Geog. Nombre que suele darse á la parte oriental del reino de Sajonia

donde se alzan las montañas de Elbsandsteingebirge.

SUÍZARO, RA (V. Esguízaro): adj. ant. Suizo Usáb. t. c. s.

SUIZO, ZA: adj. Natural de Suiza. U. t. c. s. Lo que contó ese viajero al SUIZO de allí, corrió también aqui, etc. JOVELLANOS.

-SUIZO: Perteneciente á esta nación de Eu

ropa.

-SUIZO: m. Zorzo.

-Suizo: Mil. Desde fines de la Edad Media empezaron los suizos á emigrar de su país y á alistarse en los ejércitos del rey de Francia y de otros monarcas, donde siempre formaron cuerpos especiales que se distinguieron por sus cualidades militares muy solidas, y principalmente por su disciplina, su valor y fidelidad. No siempre se reclutaban estos soldados individualmente ó uno á uno: á veces se contrataban por junto, por medio de tratados ó capitulaciones entre los príncipes que necesitaban estas tropas y los cantones helvéticos. En Francia hubo siempre regimientos suizos desde 1444 hasta la Revolución; los volvió á tener Napoleón I y también la Restauración, hasta que desaparecieron en 1830. En España los hubo en varias ocasiones, y de un modo permanente desde 1720 hasta 1822, en que vencieron las últimas capitulaciones, pero quedaron individuos sueltos en nuestro ejército, cuya suerte fijó la Real orden de 30 de junio de 1835. Un número muy considerable de antiguos oficiales suizos se quedó en España, naturalizándose y constituyendo aquí familias, cuyos individuos varones han sido en su mayoría militares. Los últimos regimientos suizos que han subsistido al servicio de una potencia extranjera han sido los que hubo en el reino de Nápoles, y que fueron licenciados en 1860 después de la ocupa ción del reino por el ejército piamontés.

Los suizos se citaban como infantería modelo por lo robusta y apta sobre todo para el combate defensivo, para servir de núcleo y reserva á tropas más móviles, de mayor iniciativa, pero de menos consistencia, y esto explica por que durante tanto tiempo se consideró en Francia necesario que en su ejército hubiese algunos buenos regimientos suizos.

SUJA Ó SUVA PLANINA: Geog. Cordillera de la región oriental de Serbia.

SUJAYAL: Geog. Caserío del ayunt. y p. j. de Yeste, prov. de Albacete; 94 habits.

SUJECIÓN (del lat. subiectio): 1. Acción de sujetar ó sujetarse.

... se le rebelaron algunas provincias, á cuya SUJECIÓN salió personalmente, etc. SOLIS.

Prescindo de las dificultades que ofrece la ejecución de un reglamento comprensivo de todas las manufacturas que pueden trabajarse

sin SUJECIÓN á gremios.

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- SUJECIÓN: Unión ó ligadura con que una cosa está sujeta, de modo que no puede separarse, dividirse ó inclinarse.

- SUJECIÓN: Ret. Figura que se comete cuando el orador ó el escritor hace preguntas á que

él mismo responde.

La SUJECIÓN, ó antipófora,
Es bellisima, y se emplea
En mostrar arguir á quien
Consigo mismo argumenta.

FRANCISCO JOSÉ DE ARTIGA.

- SUJECIÓN: Ret. Anticipación ó prolepsis, especialmente cuando se comete en forma de pregunta y respuesta.

SUJETAR (del lat. subiectare, intens. de subiicere, poner debajo): a. Someter al dominio, señorío ó disposición de alguno. U. t. c. r.

- SUJETAR: Afirmar ó contener una cosa con la fuerza.

temiendo á cada instante

Que le acometa el singulto

De la muerte, le SUJETAN

A planes de higiene absurdos; etc.
BRETÓN DE LOS HERREROS.

SUJETO, TA (del lat. subiectus): p. p. irreg. rarquía, lo que da pauta y norma para que el sede SUJETAR.

... un poco de algodón flojamente punteado y SUJETO entre dos lienzos era mejor defensa que el acero para resistir á las flechas y dardos, etc. SOLÍS.

Lo superior de marido
Cobraba en obras de siervo:
Imperioso en el estado,
Y en la voluntad SUJETO.

ANTONIO DE MENDOZA.

-SUJETO: adj. Expuesto ó propenso á una cosa.

ni dejan de tener su enseñanza estas miserias á que está SUJETA nuestra naturaleza, etc. SOLIS.

manifiesta las partículas de los mismos miembros SUJETOS á diversas enfermedades. CRISTÓBAL SUÁREZ DE FIGUEROA.

- SUJETO: m. Asunto ó materia sobre que se habla ó escribe.

gundo rija sus relaciones. Sin duda en el tiempo son coexistentes y coetáneos, pues lo objetivo y lo subjetivo implican la diferenciación de la realidad, pero jerárquicamente es lo primero el objeto. Así, por ejemplo, en lo que toca á la relación del conocimiento, contra toda pretensión idealista, el sujeto no es el autor, sino el testigo de la verdad, su intérprete. Cuanto aduce el sujeto como garantía de sus conocimientos de no caer en el escepticismo del poeta (el color del cristal con que se mira) de lo objetivo, data prima, ha de tomarlo. Ni pudiera de otra suerte llegar la verdad á tener el carácter universal é impersonal, de imposición aun á aquél que premeditadamente la niega (V. VERDAD). Otro tanto acontece en la relación voluntaria, donde si impera el subjetivismo, la libertad de indiferencia, se concluye negando la voluntad misma y cayendo en la servidumbre (V. LIBERTAD). La voluntad libre, la que se aplica á la parte directiva de los fenómenos, lo es en cuanto el operari sigue al esse, en cuanto el sujeto se subordina á lo objetivo de la acción; ó como decía Kant, «sólo somos libres á condicción de ser esclavos de la ley.» No es objeción valedera la de que nos reconozcamos como seres autónomos, de propia ley, declarada por nosotros (base de la teoría política del gobierno del pueblo por sí mismo); porque otra vez la declaración de la ley se hace tomando como base, sobre la cual descansa, los elementos objetivos, que constituyen nuestro propio sér. Aun en aquellas relaciones más libres y en la apariencia independientes (el libre vuelo de la imaginación en la inspiración artística, donde la fantasía desempeña su función creadora), degenera tal función en un vano fantasear, en castillos en el aire, en sueños, si no parte de la combinación ordenada de cuantos elementos objetivos recoge previamente la observación. Las teorías realistas del Arte dicen en este respecto mucho más de lo que pudiéramos indicar. La distinción entre lo inconmensurable y disparatado y lo rítmico y propiamente artístico se funda en la misma necesidad á que nos referimos. En el orden social, el propio egoísmo subjetivo, que si no encarna en el interés de la colectividad ni subsiste ni prospera, revela bien á las claras que no hay posibilidad de concebir como término primero y regulador de ninguna relación (sea la que quie-SUJETO: Gram. Nominativo ó agente de la ra) al sujeto. En todos respectos, aun en aque

... veréis cosas que os den SUJETO para ha blar en ellas mil siglos, si tantos tuviésedes de vida.

CERVANTES.

La zampoña miró, y en el cayado Cifras, que varias ninfas esculpieron, Cuando SUJETO de mi canto fueron.

CONDE DE REBolledo.

- SUJETO: Cualquiera persona indeterminada. U. frecuentemente de esta voz cuando no se quiere declarar la persona de quien se habla, ó cuando se ignora su nombre.

... por falta de conocimiento y noticia, ó por no cansarse en buscar los SUJETOS á propósito, suelen los principes valerse de los que tienen cerca, y servirse de uno ó de pocos en todos los negocios; etc. SAAVEDRA FAJARDO.

En suma, es SUJETO tan cabal, que no le fal-
ta nada, etc.
ISLA.

Tenía precisión de hablar con un SUJETO...
L. F. DE MORATÍN.

oración.

- SUJETO: Lóg. Aquello de que se enuncia

una cosa.

- SUJETO: Fil. El sujeto es el sér mismo constituído en una determinada relación (V. ACTIVIDAD Y SÉR). El sujeto y lo subjetivo se concibe, bajo la real ó supuesta identidad de lo que somos, como lo que cambia y se modifica, concepto que expresa la misma sana razón cuando dice: «Fulano se ha hecho otro sujeto; se ha reformado ó modificado. El sujeto, sér en la relación, se supone desde luego opuesto al objeto. Son, en efecto, términos correlativos en toda posición de la realidad, y aun se pueden concebir, según acertadamente indica Schopenhauer, como desdoblamiento de una sola realidad (V. OBJETO) De donde se infiere que si la distinción de objeto y sujeto radica en la distinta posición que toma ó puede tomar la misma realidad, no son términos contradictorios, ni siquiera que tengan, dentro de su límite, repugnancia ó exclusión recíprocas; así se observa, en efecto, que el sujeto posee una base objetiva. El sujeto se dice del que es y de lo que es, y se constituye como tal en cuanto exis tente para sí (propiamente psíquico ó mental). A su vez vez el objeto, lo dado y puesto enfrente, lo que existe para otro, ante todo como término de presencia, puede llegar á ser sujeto en cuanto existe para sí. Y por último, un mismo término de pensamiento ó una misma realidad puede ser sujeto (existente para sí), en cuanto se concentra y repliega para regir sus relaciones, y juntamen te aparecer y constituirse como existente para otro, en cuanto fenómeno de presencia. Múltiples en grado indefinido las relaciones en que la complejidad de nuestro sér puede constituirse, somos y podemos ser pluralidad de sujetos (sujeto jurídico, sujeto moral, etc.), que valen después por la unidad que revelamos en nuestro propio carácter.

Reconociendo en el sujeto una base objetiva, se muestra desde luego que en toda relación (y señaladamente en la del conocimiento) es lo objetivo, to πpotepov, lo primero en orden y en je.

llos en que consideramos que somos dueños completos de los términos y aun de la relación, el sujeto se ofrece como súbdito de la realidad y aun sólo se completa en cuanto adquiere conciencia de semejante subordinación, es decir, cuando el individuo (deviene) llega á ser persona. V. INDIVIDUO Y PERSONA.

Apenas si se presiente á primera vista la inportancia y el alcance prácticos y educativos de esta afirmación: el sujeto es súbdito de la realidad.» Desde luego implica que no hacemos, ni creamos por virtud, merced á un esfuerzo abstracto, más milagroso que el fiat bíblico, pues toda actividad de nuestra parte requiere previamente materia prima, materiales recibidos por el sujeto (lo objetivo), en cuyo supuesto obra. Igual persistencia, en el mismo grado perdurable y eterna, hay que aplicar á nuestros propios actos, que influyen ó modifican (aun siendo subjetivos) los materiales y elementos objetivos sobre los cuales operamos. El acto que yo cumplo en este momento produce y producirá indefectiblemente sobre otro ó sobre mí efectos indefinidos. Ya lo hace notar H. Marión (V. De la solidarité morale), hablando del alcance de la solidaridad: «Toda acción injertada por nosotros en la trama de los sucesos humanos contiene consecuencias incalculables. » El sujeto, endiosado, satánico, con pretensiones de aislarse y ser uno y único, se anula, lucha contra lo imposible. El espectáculo de las cosas es serio. La vida misma requiere ser tomada en serio, aunque no fuera más que por la meditación que sugiere respecto á la sombra que vela los abismos de lo porvenir. Frente á la claridad aparente hay que proclamar lo hondo de lo luminoso. El sujeto no es lo indeterminado. Cuando lo es toma su representación simbólica en el ángel rebelde, en Satanás, en aquel principio que, según Mefistofeles, queriendo negarlo todo, todo lo afirma. El sujeto, súb dito de la realidad, solidario con todo lo que le rodea, con existencia para sí, cuya natural expansión consiste en identificarse con la de los demás, se convierte en sujeto racional.

En cuanto sujeto racional, el hombre se mueve en la unidad de las dimensiones del tiempo, en un presente movible, si lleno de lo pasado preñado de lo porvenir. Repitámoslo: el espectáculo que ofrecen las cosas es serio. El hombre, actor y espectador á la vez, con la percepción de sus límites y deficiencias, con el presentimiento de sus anhelos y de sus soñadas grandezas, ríe y medita (In hilaritate tristis, in tristitia hilaris) con risa seria y reflexiva. Siente (la solidaridad se lo advierte á cada momento) la presencia de algo que excede de su propia iniciativa, y percibe que el desarrollo de su existencia no es exclusivamente obra suya. Ya lo dijo Goethe: «la vida es un compuesto de necesidad y de libertad; es el producto de dos factores que se cruzan y modifican recíprocamente; ni podemos predecir por mucho tiempo nuestras resoluciones, ni menos prever los sucesos.» Como decía Terencio, «la vida es un juego de dados;» si no nos corresponde el que necesitamos, es preciso saber sacar partido del que nos ha tocado en suerte. Esperamos y dudamos. Duda especulativa y esperanza moral nos libran por igual de las satisfacciones vulgares y de los pesimismos desesperados. Dudamos siempre discretamente de la parte favorable que pueda tocarnos en el elemento accidental de la vida, que en densa penumbra oculta lo porvenir. Fiamos y debemos abrigar la esperanza de que aprovecharemos (aun en el exceso del mal, de donde á veces procede el remedio) las circunstancias que se nos impongan, encaminándolas á nuestro fin. Así, una idea clara de lo inevitable y de lo necesario dispone al sujeto á hacer valerosamente lo que puede y á sufrir animosamente lo que puede sufrir. Que ni el deber es noción abstracta, ni su límite excede al de los medios para cumplirlo. Quien puede, debe; y el número y la intensidad de los medios, determinan el alcance de nuestra obligación. En la teoría, exaltando lo absoluto del deber y olvidando lo condicionado del poder (lo subjetivo), se señala fácilmente línea inflexible y se exige á las gentes más de lo que pueden, que es lo mismo que no exigirles nada. No se ha de pedir á nadie más que lo que puede dar, pues obramos como seres en la relación, como sujetos, palabra que en este caso puede usarse hasta en su significación directa. La aparatosa severidad estoica, la que señala regla inflexible, sin desvío ninguno del precepto impuesto por el deber, es materia abonada para ditirambos y homilías en pro de un bien absoluto como norma de nuestra conducta. Se olvida que estamos sujetos á las condiciones que nos rodean, y que, dada la serie inefable de concomitantes que acompañan á la práctica, los casos de colisión de deberes (casos de conciencia, luchas entre el interés y el deber, entre la pasión y el bien) no se resuelven echando por la calle de en medio con un sentimentalismo abstracto, cuando, según dice el propio De Maistre, «lo difícil no es cumplir el deber, sino conocerlo y saber en qué consiste» (V. DEBER). La condicionalidad del poder (lo subjetivo) es la única garantía del cumplimiento del deber. Dentro de tal complejidad de condiciones ha de concebir y practicar la vida el sujeto. Es preciso no atenerse sólo al criterio de Mefistofeles, que veía únicamente el reverso de las cosas, lo que tienen de negativas. Si el reverso supone el anverso, si el contra implica el pro (no hay mal que por bien no venga de la sabiduría popular), la experiencia es la condición indispensable para la justa apreciación de la inconstancia y de la vicisitud de las cosas. Sujetos á todo lo que nos rodea, urge excitar en lo que de momento acon. tece la imagen de lo contrario; en la fortuna (para que no nos enloquezca) la desgracia, en el amor el odio, en la amistad la enemistad, etc. En semejante equilibrio inestable, el sujeto por todos lados condicionado huye del sofisma perezoso de un fatalismo invencible y de la quietud estéril, que ciegamente sueña en llevar unido á su marcha el carro de la fortuna. Ni salva la desesperación, ni redime el quietismo; porque aunque Goethe afirma que el presente es una poderosa divinidad, y Schopenhauer que lo pasado y lo porvenir son caput mortum, es lo cierto que en todas las dimensiones del tiempo lo único real es el cambio. «La vida es el movimiento,» ha dicho Aristóteles. La prudencia exige que al movimiento refiera sus previsiones la razón humana. Si vis pacem, para bellum. El acicate de la duda especulativa impulsa á seguir trabajando para disiparla y mueve á sumar siempre mayor número entre el

infinito de condiciones que rodean al sujeto. En vez de convertirse en sentimiento deprimente, la esperanza moral que le acompaña sirve como influencia bienhechora que estimula á lo mejor. El pesimismo que implica optimismo paradójico (un cierto grado de pesimismo, contrario á la candidez infantil), es la mostaza que aviva nuestras energías; la duda, que es el dolor de las almas profundas, según Verny, y el escepticismo activo que recomienda Goethe, son límites que á la vez deprimen y estimulan la acción constante del sujeto.

Dentro de las complejísimas condiciones que rodean al sujeto racional, el espíritu movible de éste halla su centro en los impulsos que comienzan las cosas y en los actos que constituyen su término, condensando sus esfuerzos en trabajar de comienzos y términos ó resultados corresponpor lo mejor. De la comparación de lo relativo dientes con el Excelsior perdurable del sentimiento, surge el acicate de toda perfección. Y se consigue de tal suerte la conciencia efectiva de que la obra del sujeto racional es de una bondad relativa, no es perfecta, sino perfectible.

SUJINICHI: Geog. C. del dist. de Kozelsk, gobierno de Kaluga, Rusia, sit. al O.N.O. de Kozelsk, en la orilla izq. del Brin; 6500 habitantes; fab. de curtidos, cerillas, cerveza y otros artículos. Gran comercio de cáñamo.

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SUJONA: Geog. Río de Rusia, en el gobierno de Vologda. Sale del lago Kubinskoie, corre al S. E. y luego con dirección general al E. N. E., y se une al lug en Veliki-Ustiug, formando ambos el Dvina. Su curso es de 570 kms. ; y en la parte inferior de él, en épocas de crecida, alcanza 2 kms. de anchura y gran profundidad: la navegación en él es muy importante, así como en sus principales tributarios. Es parte del sistema de navegación que une las cuencas del Mar Blanco y del Caspio.

bierno de Kutais, Transcaucasia, Rusia, sit. en SUJUM-KALEH: Geog. C. cap. de círculo, gola rada de Sujum, escotadura del litoral E. del Mar Negro, y en la desembocadura del riachuelo Besletka; 2000 habits. de la tribu de los abja sios. Clima templado y vegetación exuberante; plantaciones de eucaliptos hechas para combatir las fiebres. Puerto en la mejor rada de toda la costa E. del Mar Negro. Ocupa esta c. el emplazamiento de Dioscurias según unos, y de SebastóGumista, hay una cueva, muy notable por sus polis según otros. Cerca y al N., en el valle del estalactitas.

SUK 6 PULUSUK: Geog. Isla del Archipiélago Carolino, Micronesia española, sit. al O. de Hogoleu. Es una tierra baja y de coral, de unos 3 kms. de N. á S., y rodeada por un arrecife. Segun Coello, esta isla, como la de Bonebey, se llamó San Bartolomé.

SUKADANA: Geog. Principado de la costa occidental de Borneo, Indias holandesas. Es parte del dist. ó afdeeling de Sukadana y ocupa una banda del litoral al S. de Simpang y hasta el río Sidu, y ademá el país sit. al E. de esta costa hasta el mismo río Sidu, que formando un recodo limita á Sukadana por el E.; 6600 kms2. Terreno montuoso, y cerca de la costa pantanoso. En varios parajes se cultiva pimienta y arroz. Constituyó un reino bastante poderoso cuya cap. era Sukadana, hoy pequeña y decaída población de unos 1000 habits., sit. en la bahía de su nombre, el S.S. E. de Pontianak.

SUKAGAVA: Geog. C. del ken de Fukusima, prov. de Ivasiro, Hondo, Japón, sit. cerca de la orilla izq. del Abukuma, río tributario del Pacífico, y en la carretera de Tokio á Sendai por Utsunomiya; 5500 habits. Hospital construído á estilo europeo.

SUK-AHRAS Ó SUK-HARRAS: Geog. Ciudad cap. de municip. y de cantón, dist. de Guelma, prov. de Constantina, Argelia, sit. á 700 m. de alt., al S.S. E. de Bona, á unos 35 kms. de la frontera de Túnez, al S.O. del Yébel Mecd ó Meid, y en el f. c. de Argel á Túnez; 6000 habitantes. Terreno muy fértil. Maderas; importante

comercio de granos y ganados. Es la antigua Tagarte, cuna de San Agustín.

SUKARI: m. Bot. Género de plantas perteneepecies habitan en las regiones tropicales de Asia, ciente á la familia de las Ternstremiáceas, cuyas desde la India al Japón, y son plantas fruticosas, perennes, con las hojas persistentes, alternas, sin estípulas; pedunculos axilares solitarios, unipecioladas, coriáceas, enterísimas ó aserraditas y floros, con las flores pequeñas, blancas ó amarillentas; cáliz provisto en su base de dos bracteiliáceos, empizarrados y casi iguales; corola de tas, persistente y formado por cinco sépalos focinco pétalos hipoginos alternos con los sépalos, ensanchados en la base con la estivación empibase de los pétalos, pluriseriados, con los filazarrada; estambres numerosos adherentes á la culares, lineales y mucronadas, insertas por su mentos muy cortos, y las anteras, introrsas, bílobase, erguidas y con dehiscencia longitudinal; ovario libre con dos ó tres celdas y en cada una dos ó cuatro óvulos campilótropos y colgantes del ápice del ángulo central de la cavidad; estilo filiforme sencillo y estigma dividido en dos ó tres ramas; el fruto es una baya poco jugosa, dividida interiormente en dos ó tres celdas, cada una de las cuales contiene dos semillas colgantes hipocrepiformes, plegadas, con la testa crustácea; embrión cilíndrico en el eje de un albumen carnoso, homótropo, con los cotiledones largos y estrechos y la raicilla súpera.

SUKET: Geog. Principado del Penyab, India, sit. al S. del de Mandi y al N. del río Satley, 80° 30' long. E. Madrid; 1228 kms.2 y 35000 entre los 31° 14′ y 31° 35' lat. N. y hacia los habits. Su cap. es la c. del mismo nombre.

SUKMANOFKA: Geog. Aldea del dist. de Borissogliebsk, gobierno de Tambof, Rusia, sit. á orillas del Chinokost, afl. del Savala; 5000 habitantes. Fab. de ladrillos.

SUKYUKAR: Geog. Río de la prov. de Iakutsk, Siberia; sale de los pantanos del círculo de Vilinisk, se dirige al Ñ., y á los 320 kms. de curso vierte sus aguas en el Vilui, afl. del Lena.

SULA: f. Zool. Género de palmípedas de la familia de las pelecánidas, tribu de las sulinas. V. PLANGA.

- SULA: Geog. V. SAN PEDRO SULA.

-SULA Ó SULAT: Geog. Silanga ó canal y zón, Filipinas. Se forma al S. E. del seno de Tapuerto en la costa N. de la prov. de Albay, Lubaco, separa la isla de Cacraray de las tierras de punta Sula, y es un canal sinuoso y estrecho que pone en comunicación en pleamar las aguas del seno de Albay con las del seno de Tabaco. Es hondable de S. á N., con 20 á 13 m. de agua hasta su desemboque al seno de Tabaco, en que cae el fondo de 10 m. á 1,5 menos agua sobre el arrecife, que rodeando las islas Dongos cierra su boca N. hasta para las embarcaciones menores. El puerto de Sula lo forma el extremo S. del estrecho canal; es muy abrigado y de buen tenedero. Su entrada está comprendida entre la punta Cabadea y la de Balate, en la que se halla un baluarte; estas puntas despiden arrecifes que salen poco más de medio cable y velan en bajamar. El canal de la boca tiene unos 4 cables de ancho, con 20 m. de fondo, arena y fango, y continúa próximamente del mismo modo media milla para el N. hasta los dos islotes Dongos, frente à una pequeña ensenada de 1,7 m. de agua en el codillo que hace el canal al recurvar para el S. y luego al N.O., en donde queda interceptado por los bajos fondos del S. E. de la ensenada de Tabaco (Derrotero del Archip. Fili pino).

- SULA: Geog. Dos ríos de Rusia. Nace el uno en la región N.O. del Jarkof; salvo algunas pebaña las c. de Nedrigailof, Romny, Glinsk y queñas desviaciones, corre al S.S.O. y S.S. E.; Subny; recibe por la dra. el Sujoi Romen, el Ro

men,

el Udai, su principal afl., y el Orjitza, y después de un curso de 410 kms. vierte sus aguas por tres brazos en la orilla izq. del Dnieper, junto à Chighirin-Dubrova. El otro río Sula se forma en la región septentrional del Arjánguel por la unión de dos riachuelos, el Chuchia y el Pombokla, unido con el Totembo; corre al N. N. E., recibe por la izq. el Soima, y á los 107 kms. de curso vierte en el Péchora.

- SULA: Geog. Grupo insular de las Molucas, Indias holandesas, sit. entre Célebes y la Gran

de Obi de las Molucas, y al N.O. de Buru del grupo de Amboina. Compónese de las islas Mangula ó Manguli, Besi ó Sula-Besi y Taliabu, y algunas isletas diseminadas. Dependen administrativamente del sultan de Ternate, y forman parte, por lo tanto, de las posesiones holande

sas; 6404 kms2. Solo están habitadas las islas Besi Tahabu: la población total del archip. no pasa hoy de 7000 habits.

SULACO: Geog. Montaña ó sierra de la Repú blica de Honduras, sit. casi en el centro de ésta. Es un mazizo ó meseta de algo más de 1000 me. tros de alt. Dist. del dep. de Yoro, Honduras' Comprende el municip. de su nombre, con 1500 habits. Sit. á la dra. del río Sulaco, afl. del Ulna por la dra.

SULAGO: Geog. Lugar de la parroquia de Santa María de Merza, ayunt. de Carbia, p. j. de Lalín, prov. de Pontevedra; 143 habits.

SU-LA-HO CHU LEY HO: Geog. Río del dist. de Sa-cheu, prov. de Kan-su-sin-tsiang, Mongolia, China. Nace en los montes Nan-chan, y desagua en el lago Kara-Nor ó Jalachi.

SULAK: Geog. Río de la Caucasia. Fórmanlo el Ondiiskaia-Koisu y el Avarskaia-Koisu, corre entre la cordillera del Sala-Tan al O. y la montaña Guimri al E., estrecho y rápido, en dirección general hacia el N., y á los 306 kilómetros de curso vierte sus aguas en el Mar Caspio.

SULAMEA: f. Bot. Género de plantas perteneciente á la familia de las Poligaláceas, cuyas especies habitan en las islas Molucas y Oceanía, y son plantas arbustivas, con las hojas alternas, pecioladas, aproximadas en los ápices de las ramas, ovales, oblongas, nerviadas, lampiñas, y las flores pequeñas, dispuestas en racimos axilares y más cortos que las hojas; cáliz partido en tres lacinias; corola de tres pétalos lineales y revueltos, insertos sobre un disco hipogino; seis estambres insertos también sobre el disco, iguales, pero de ellos los tres opuestos á los pétalos se desenvuelven y maduran antes que los otros tres; todos con los filamentos muy cortos, y las anteras terminales, biloculares, casi globosodí dimas y longitudinalmente dehiscentes; ovario comprimido, truncado en el ápice, casi escotado, bilocular, con los óvulos solitarios en las celdas, anátropos y pendientes del ápice del tabique; dos estigmas casi laterales, sentados y obtusos; el fruto es una cápsula comprimida, acorazonada al revés, escotada, casi acorchada, bilocular é indehiscente; semillas solitarias en las celdas, invertidas, con la testa membranosa y el ombligo estrofiolado; embrión ortotropo en el eje de un albumen carnoso, con los cotiledones foliáceos, también algo carnosos, y la raicilla muy corta, cónica y súpera.

SULANGIA (de Soulange-Bodin, n. pr.): f. Bot. Género de plantas perteneciente a la familia de las Ramnáceas, cuyas especies habitan en el Cabo de Buena Esperanza y en algunas islas del Océa no Atlantico, y son plantas arbóreas, fruticosas ó sufruticosas, muy ramificadas, con las hojas alternas ó rara vez opuestas, cortamente pecioladas, aovadas, acorazonadas o lanceoladas, rara vez lineales, vellosas por el envés, muy lampiñas por el haz, sin estípulas, y con las flores en las axilas de las hojas superiores, con brácteas ó dispuestas en espigas ó panojas cortas; cáliz velloso exteriormente, con el tubo cónico-invertido, y el limbo quinquepartido, con las lacinias agudas, callosas en el apice y casi patentes; corola de cinco pétalos insertos en la margen de un disco epigino pentagonal alternos, con las lacinias del cáliz, más cortos que éstas, brevemente unguiculados y acapuchonados; cinco estambres insertos con los petálos, opuestos á éstos, más cortos que ellos, con los filamentos arqueados, y las anteras introrsas, uniloculares, arriñonadas y que se abren por una grieta transversal; ovario infero, trilocular, cubierto por un disco plano, con los óvulos anátropos, solitarios en las celdas y erguidos por su base; estilo corte, cónico, y estigma tridentado y trífido; el fruto es una cápsula plana con el vértice plano, areolado, ceñida por las lacinias calicinales, trilocular, tricoca, con las cocas crustáceas, que se separan fácilmente y se abren después por el borde interno y que contienen cada una una semilla; semillas erguidas, con funículo muy corto, cupuliforme. aovado-oblongas, con la testa crustácea y lisa,

gruesa, y el rafe introrso y lateral; embrión ortótropo dentro de un albumen carnoso, plano, con la raicilla muy corta é ínfera.

SULAT: Geog. Pueblo de la prov. de Sámar, Filipinas; 4 644 habits. Sit. en la costa E., no lejos de Libas. V. SULA.

SULCAR (del lat. sulcāre): a. ant. SURCAR

De alto esplendor conducido,
Solicito reverente

SULCAR de un mar africano
Las ondas en leño breve.
GARCÍA DE SALCEDO Y CORONEL.
SULCO (del lat. sulcus): m. ant. SURCO.
Tenía el anciano padre

El rostro lleno de SULCOS.

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SULCOQUITO: m. Paleont. Género de la fa

milia de los quitónidos, orden de los poliplacóforos, clase de los gasterópodos y tipo de los moluscos. Pertenece este género á la sección denominada de los holoquitónidos, que se caracte riza por presentar las láminas de inserción de las dos valvas anterior y posterior semejantes y sin presentar hendedura alguna, y ha sido establecido en el año de 1862 por Ryckholt, pero basándose únicamente en el estudio y caracteres que presenta la única parte encontrada, que es una valva anterior de forma semicircular que se halla dividida en dos partes exactamente iguales por un surco que aparece obliterado y que se dirige desde el vértice de dicha valva á la parte media del borde anterior de la misma, en donde se termina dicho surco por una especie de escotadura ó seno; no presenta lámina de inserción, como ocurre en otras formas del grupo.

Es bastante discutida, no sólo la clasificación, sino la verdadera significación de los restos hasta hoy utilizados para constituir el género Sulcochiton, y así puede afirmarse que, si se ha establecido sobre una valva anterior, presenta la notable particularidad de diferir de todos los quitónidos conocidos hasta el día por la presencia del seno ó escotadura media que tiene en el borde anterior del tegmentum; por el contrario, si el resto encontrado se considera constituído por la valva posterior, presenta también la particularidad bastante notable de carecer en absoluto de láminas suturales, llegando todas estas dudas hasta á considerarse por algunos autores que puede sospecharse que no pertenece ni al mismo orden de los poliplacóforos, y por último para Fischer parece haber alguna duda en sentido afirmativo para considerarle como formando parte de los capúlidos, y muy probablemente dentro de los Metoptoma.

SULCORRETOPORA: f. Paleont. Género de la familia de los fenestrélidos, grupo de los ciclostomatidos inarticulados, orden de los ciclos tomatidos, clase de los briozoarios y tipo de los tunicados. Esta delicada y curiosa forma fósil se caracteriza por hallarse constituída por una colonia recta infundibuliforme y de aspecto foliáceo, ó más frecuentemente flabeliforme por estrechamiento de lo que pudiéramos considerar sus diversas hojas; se halla fija toda esta colonia por una expansión ó ensanchamiento basilar que tiene que ser ordinariamente fuerte, porque á veces la colonia alcanza un tamaño bastante considerable; presenta ramos ó divisiones unidos entre sí formando una red por delgados puentes transversales, rectos, que unen entre sí los brazos dicotómicos que constituyen estos ramos. Existen en la cara anterior de los ramos unas formaciones que han recibido con bastante exactitud el nombre de células, que se hallan colocadas en la cara anterior de dichos ramos formando una fila á cada lado de una cresta ó saliente longitudinal; estas células presentan las aberturas colocadas á un solo lado de la colonia; en los puentes ó travesaños que unen entre sí los ramos de la colonia no existen nunca de estas formaciones celulares. El género Sulcorretopora es debido al paleontólogo D'Orbigny, y se encuentra en las formaciones paleozoicas del terreno silúrico, en unión de otros importantes géneros de fenestrélidos, que sirven, por decirlo así, de precursores á los que posteriormente se desarrollan con bastante más abundancia en la caliza car

bonífera, Ꭹ tanto á unos como á otros acompañan algunos géneros que parecen ser formas mucho más permanentes, como ocurre con el mismo genero típico Fenestrella y los géneros Fenestralia y Polypora.

SULCULARIA: f. Zool. Género de protozoos de la clase de los rizópodos, orden de los foraminíferos, familia de los sulcularios, cuyos principales caracteres son los siguientes: concha libre, inequilátera, globulosa ó comprimida, redondeada ó angulosa, teniendo la misma forma en todas edades; apelotonamiento en cinco caras opuestas; celdillas cubriéndose de modo que nunca resultan más que cinco aparentes; su cavidad sencilla; abertura única provista de un diente simple ó compuesto; la contextura у el aspecto general son los mismos que en las biloculinas y las triloculinas, pero el modo de crecer no es semejante; las celdillas, en lugar de apelotonarse en dos ó tres caras alrededor del eje, se apelotonan en cinco; así en toda edad no se ven más que cinco celdillas aparentes, tres por un lado y dos por otro, mientras que en los otros géneros se ven

dos ó tres solamente.

Comprende este género 65 especies vivas y 22 fósiles. Entre las vivas 18 son de la isla de Cuba y de las Antillas en general; 10 son del Mediterráneo, cinco del Adriático, cuatro de las costas francesas del Océano, cuatro de la India, cuatro de Tenerife, tres de Rawack, tres del Mar Rojo, tres de la isla de Santa Elena, tres del Perú, cinco de la costa de Patagonia, una del Cabo de Buena Esperanza, una de Madagascar y una de la isla de Sandwich, del Mar del Sur; así es que poco más o menos están repartidas en el litoral de todas las costas.

Tocante á las 22 especies fósiles, todas pertenecen á los terrenos terciarios: 13 son del depósito de París, tres de las capas subapeninas de Italia, dos de Burdeos, dos del depósito de Turena, y dos del crag de Suffolk, en Inglaterra. No se encuentra vestigio alguno de ellas en la formación cretácca.

Entre las especies que comprende este género merece citarse en primer término la Sulcularia tricarinata, que otros han incluído en el género Quinqueloculina, pero que después de dividirse este género en varias secciones puede tomarse como tipo del género Sulcularia; esta especie tiene los caracteres siguientes: concha oval, prolongada, densa, muy convexa, rugosa, marcada á lo largo de gruesas costillas salientes, ó sumamente reticulada, acuminada y prolongada en punta obtusa en sus extremidades; celdillas salientes, sinuosas, ensanchadas en medio de su longitud, acuminadas en sus extremidades, adornadas cada una de tres costillas longitudinaceldilla de los individuos viejos á una redecilla les más o menos regulares, pasando en la última poco regular de lados anastomosados; las sutu ras son muy profundas; abertura circular situada en la extremidad de una larga prolongación, con bordes sencillos y armada de un diente muy bifurcado en su extremidad; de joven las tres costillas de cada celdilla son muy regulares; color blanco uniforme.

Por sus tres surcos y por sus celdillas prolongadas hacia adelante esta especie tiene muchas relaciones con la Sulcularia sulcata del Mar Rojo, pero se distingue por sus celdillas acuminadas por delante y por detrás en lugar de estarlo por delante, por su mayor convexidad y por una abertura diferente.

Se ha encontrado en las arenas de la isla de Cuba traídas por La Sagra, y en las de Jamaica recogidas por Fernando de Candé.

Otra especie es la Sulcularia antillarum, cuyos caracteres son: concha oval un poco oblonga, comprimida, irregular, marcada por todas partes de fosetitas redondeadas, situadas en líneas oblicuas interrumpidas, muy obtusa en sus extremidades, irregularmente aquiilada, no en el medio de la anchura de las celdillas, sino más en un lado que en otro; celdillas triangulares, comprimidas, varias veces abolladas, muy arqueadas, truncadas por delante, obtusas por detrás, con suturas poco profundas; abertura prolongada, comprimida, dilatada en su extremidad y con mucho escape hacia esta parte, armada de un diente muy largo, ensanchado en su extremidad y como bifurcado por una escotadura mediana; peristoma delgado, cortante, replegado hacia dentro en los lados de la abertura, un poco reflejo en la extremidad. Cuando la concha es

ya de mucha edad está cubierta de ondulaciones transversales bien marcadas; color blanco uniforme.

Vecina por sus fosetitas de la Sulcularia variolata de la isla de Santa Elena, difiere, sin embargo, por fosetas más pequeñas, más apro. ximadas, por su forma menos regular, por una sola quilla en vez de dos, en fin, por el diente de su abertura, bifurcado en su extremidad y no sencillo.

Es común en las arenas de Cuba, y sobre todo en las de Jamaica.

SULCULEOLARIA: f. Zool. Género de celentéreos que Lesson coloca en la clase de los tenóforos, orden de los sacciformes, familia de los beroidos, y se caracteriza por tener el cuerpo subcartilaginoso, transparente, alargado, cilíndrico, recorrido en toda su longitud por un surco ancho bordeado de dos membranas, truncado en los extremos, con una abertura posterior guarnecida en su circunferencia de lóbulos apendiculados, que comunican con una cavidad grande, larga y sin otra salida.

Este género ha sido formado por Blainville, basado en las figuras medidas de Lesueur, y bien podría referirse, en opinión de Lesson, á fragmentos separados de pletosomas ó de dífidos, más bien que a un animal completo.

Las tres especies citadas por este autor, pero no descritas, son las Sulculeolaria quadrivalvis, biacuta y minuta del Golfo de Niza.

La Sulculeolaria quadrivalvis Blainv. tiene el cuerpo alargado, abultado en el medio, ligeramente abierto en el ápice, con un surco central profundo, y la abertura bucal bordeada por dos lóbulos redondeados; el cuerpo es transparente y hialino.

Blainville la cita del Golfo de Niza.

| porfiritas de lieberenita y á las llamadas de Gieseckite. En las primeras conocidas en el Tirol, la ortosa y la lieberenita, que es una variedad alterada de nefelina, aparecen en cristales aislados en una pasta que contiene las dos substancias, y según Doelter se observa en la vertiente septentrional de Presmeda, en Monzoni, una roca que establece la transición entre el pórfido sienítico y la citada roca de lieberenita. En las porfiritas dioríticas con ó sin cuarzo reunidas la composición química corresponde á una composición mineralógica muy variable, y puede expresarse por SiO, de 49 á 67 por 100, Al,O, de 16 á 18 por 100, FeO, Fe„Og de 4 á 8, Cao y MgO de 3 á 7, K.O en 1 á 4, Na.O de 2 á 3 y algo de agua. Presentan todas ellas un peso específico variable de 2,6 á 2,7. El hecho de que las porfiritas sin cuarzo más básicas no presenten variedades puramente vitrofíricas se halla en armonía con la ausencia de retinitas de composición sienítica.

SULEDALS VAND: Geog. Lago de Noruega, sit. en la prov. de Cristiansand, al N. E. de S avanger. Tiene unos 30 kms. de largo con anchura casi constante de 2, y lo rodean altas y pintorescas montañas. De su extremidad meridional sale el Suledals elf, afl. del Sandsfjord.

SULEIMAN: Geog. V. SOLEIMÁN.

- SULEIMAN BAJÁ: Biog. General turco. N. en Constantinopla en 1840. Ingresó en la Escuela Militar preparatoria y de allí pasó á la de Estado Mayor, saliendo de subteniente en 1861. Pronto obtuvo los grados inferiores, y en 1867 tomó parte en la campaña de Creta. Vuelto á Constantinopla, fué ascendido á coronel y nombrado profesor de escuela en que había estudiado; en 1874 obtuvo el nombramiento de bajá, de general de brigada y luego de dector de la Escuela de Estado Mayor, à la cual unió la de Artillería é Ingenieros. Estando afiliado al par

de la joven Turquía, tomó parte en el complot que derribó del trono al sultán Abdul-Azís, y en 1876 fué promovido á general de división por el nuevo sultán, Amurates V. Su brillante comportamiento, al frente de una división, en la guerra turco-serbia, le valió el grado de mariscal. En 1877 fué nombrado comandante en

jefe de las fuerzas en la Herzegovina, y habiendo invadido el Montenegro llevó cabo una serie de operaciones que acreditaron sus dotes mili tares; pero los turcos no pudieron aprovecharse de los resultados de esta brillante campaña y tuvieron abandonar las posiciones conquistadas, cuando la vanguardia rusa, pasando los Balcanes, llegó á amenazar á Andrinópolis. Llamado á Rumelia, Suleimán prosigió obteniendo algunas ventajas sobre el enemigo, entre las cua

SULDENITA: f. Geol. Roca cristalina de textura traquitoide, tipo traquitoporfídico, estruc tura microlítica y del grupo de las plagioclási-tido cas, con anfibol y mica negra; es una verdadera porfirita diorítica, y por consiguiente sin cuarzo, y que no difiere esencialmente de las porfiritas cuarcíferas más que por la estructura y la composición, distinguiéndose los mismos grupos que en aquéllas, según la presencia de la mica magnesiana y de la augita, que se unen á la hornblenda. Las rocas cuarcíferas y sin cuarzo existen las unas al lado de las otras en los mismos yaci mientos, como se ve en Sajonia y en el terreno devónico de muy diversos puntos. En lo que concierne á la masa fundamental se notan las mismas variaciones de composición, si bien acen. tuándose el elemento amorfo, así como la estructura fluidal, acusada por las granulaciones de la pasta vítrea ó por las alineaciones ó rosarios de microlitos, hallándose el total constituído esencialmente por plagioclasa, piroxeno y hornblenda, encontrándose algunas veces cuarzo, y los microlitos de la pasta se hallan constituídos por ortosa, siendo la cantidad de sílice variable de 59 á 78 por 100. El color más ordinario de esta roca es el azul ó el pardo, habiendo sido descritas por Gumbel con el nombre de dioriporfiritas, y correspondiendo concretamente el nombre de suldenita á una variedad gris, con plagioclasa, hornblenda y ortosa, cuyo principal yacimiento se halla en el Tirol.

Es imposible separar de esta roca las descritas con el nombre de paleofiros de Fichtelgebirge por Gümbel, así como las porfiritas grises encontradas en las proximidades de Ortler y descritas con el nombre de ortlerita, debiendo también añadirse las procedentes de los Alpes meridionales, especialmente en los alrededores de Roccaro, en el Vicentín. También puede describirse aquí el llamado pórfido rojo antiguo, cuyo yacimiento se encuentra en Djebel Dokhan, a 45 kms. de la costa occidental del Mar Rojo, en Egipto, y que es notable, especialmente por los prismas de hornblenda, los cristales de apatito y los de plagioclasa, que se destacan perfectamente sobre el fondo rojo de la roca, dándole un hermoso aspecto que le hacía muy estimado en las construcciones de la antigüedad clásica. En algunos puntos de los Vosgos el anfibol se halla perfectamente reemplazado por la mica negra llamada biotita, no siendo, sin embargo, bastante para considerarse como elemento fundamental y que sustituya el nombre con que han sido designadas estas rocas de porfiritas anfibólicas. Las sienitas eleolíticas tendrían, según el petrógrafo Rosenbusch, por equivalentes porfiríticos à las

que

les merece citarse la toma del fuerte de San Ni

solución también alcohólica y concentrada de cloracetamida; después de la reacción se recoge la masa cristalina que se deposita, se la lava con alcohol hasta eliminar el cloruro amónico, y finalmente se la hace cristalizar por disolución en agua: otro medio, que produce también el cuerpo de que se trata, consiste en hacer atravesar corriente de hidrógeno sulfurado por la disolución alcohólica amoniacal de monocloracetamida, terminando luego la operación como acaba de decirse; este método, aunque al parecer sea muy análogo al anterior, da por resultado, no sólo la sulfacetamida, sino también otro derivado amidado que queda disuelto en las aguas madres. La sul facetamida cristaliza en pequeños octaedros, derivados del prisma recto de base cuadrada (sistema cuadrático), que por la acción del calor se funden y se descomponen desprendiendo sulfuro amónico; su composición, deducida de su análisis elemental y del peso molecu lar, se representa por la fórmula empírica CH&N2SO2,

y su constitución química, semejante á la de todos los compuestos amidados, corresponde á la expresión desarrollada S CH, - CÔ.NH CH,-CO.NH Finalmente, este cuerpo, hervido con agua de barita, se transforma en la sal bárica del ácido sulfacético de Schultze.

SULFACÉTICO (ACIDO) (del lat. sulphur, azufre, y acético): adj. Quím. Dícese de los cuerpos resultantes de la combinación de los ácidos acé tico y sulfuroso, eliminándose mayor ó menor cantidad de agua. Con este nombre se han descrito dos compuestos de propiedades completamente distintas, descubiertos el uno por Melsens y el otro por Schultze, y derivados el primero del ácido sulfuroso por sustitución de uno de sus átomos de hidrógeno por el radical monodí namo CHO2, y el segundo del ácido acético, pues representa dos moléculas de este cuerpo en las que dos átomos de hidrógeno han sido reemplazados por uno de azufre; teniendo en cuenta las distintas propiedades de estos cuerpos y la poca analogía que entre ellos existe, no sólo en lo que se refiere á sus caracteres, sino también en lo que respecta á su constitución molecular, se los estudiará por separado.

El ácido de Melsens, denominado también sulfuroso acético y acetosulfuroso, se forma, no sólo haciendo actuar el anhidrido sulfuroso sobre el ácido acético cristalizable, en cuyo caso la unión es directa sin eliminación de cuerpo alguno, sino también, según Collmann, tratando el ácido monocloroacético por el sulfito disódico; en estas condiciones el cloro se une al sodio, y los residuos ácidos de las dos sales se combinan entre sí; además, Carius ha comprobado que se produce durante la oxidación del ácido tioglicóy finalmente Buckton y Hofmann han observado que se origina el mismo cuerpo á la vez que el ácido metilenodisulfuroso en la acción del ácido sulfúrico sobre la acetamida ó sobre el acetonitrilo.

colás en los desfiladeros de Chipka. Nombrado comandante en jefe del ejército turco, continuólico, la victoria favoreciéndole durante algún tiempo; pero derrotado en Andrinópolis, sólo pudo salvar los restos de su ejército abandonando la artillería. Relevado de su mando en febrero de 1878, é internado en Gallipoli, fué acusado de alta traición y conducido á Constantinopla. Instruído el proceso, el mismo general presentó su defensa, en la que, por sus conocimientos militares, se mostró superior á los acusadores y á los jueces, refutando uno por uno los cargos que se le hacían. El resultado de esta causa fué privar á Suleimán del grado de mariscal y conde narle á quince años de arresto, siendo trasladado á Bagdad. En noviembre de 1879 circuló la noticia de su muerte.

SULEIMANIEH: Geog. C. cap. de dist., provincia de Mosul, Kurdistán, Turquía asiática, sit. á 684 m. de alt., en las fuentes del Zerchinar, brazo superior del Diyala, afl. del Tigris, en un valle de las montañas del Kurdistán;

12000 habits. Es c. moderna, edificada en 1788 para vigilar la frontera persa.

SULEN: Geog. Isla de Noruega, sit. en la desembocadura del Sognefjord y perteneciente al 12 kms.2 y 600 habits. dist. de Nordre-Bergenhuus, prov. de Bergen;

SULET: Geog. V. SOLTA.

SULFACETAMIDA (del lat. sulphur, azufre, y acetamida): f. Quim. Amida derivada del ácido acético sulfurado ó ácido acético de Schultze.

Para prepararla se hace actuar directamente el sulfuro amónico disuelto en alcohol sobre la di

De todos los medios anteriores de formación, el único que se aprovecha para preparar el cuer po de que se trata es el primero, operando como á continuación se indica, y teniendo cuidado de no emplear ácido sulfúrico fumante, para evitar que el producto obtenido resulte excesivamente impuro. Se comienza por añadir una parte de

anhidrido sulfúrico á cuatro ó cinco de ácido acético cristalizable, mantenido á baja temperatura, y hecha la mezcla completamente homogénea, mediante la conveniente agitación, se la calienta entre 60 y 75° durante algunos días, al cabo de los cuales adquiere color pardusco, sin que se observe el menor desprendimiento gaseoso; entonces se vierte la masa en gran cantidad de agua fría, se la satura por carbonatos bárico ó plúmbico, con objeto de eliminar el exceso de ácido sulfúrico, y el líquido, filtrado para separar el sulfato precipitado, así como el exceso de carbonato añadido, se abandona en reposo para que lentamente se vaya depositando el sulfacetato de bario ó de plomo. Hecho esto sólo resta de jar el ácido sulfacético en libertad, lo que se consigue fácilmente sin más que descomponer su sal de bario por el ácido sulfúrico, ó la de piomo por el hidrógeno sulfurado; en ambos casos se filtra la disolución para separarla del compuesto insoluble que se ha formado, y por últi mo se la evapora en el vacío hasta consistencia de jarabe y se la deja cristalizar.

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