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antes de seguir para Europa. En el Cabo de la Vela encontró Rondón al obispo de Santa Marta, Fray Martín de Calatayud (que aguardaba allí una embarcación para ir á su diócesis), el cual le acogió con mucho cariño, le llevó á su posada y le proporcionó recursos, que ya no tenía ninguno el antes poderoso conquistador de Tunja. Cuenta el cronista Castellanos (aunque ningún otro historiador refiere el lance) que estando en el Cabo de la Vela, aguardando una embarcación para pasar á Cartagena á pedir justicia al visitador Armendáriz, que acababa de llegar á aquel puerto, salvó Rondón con su astucia á los vecinos de las piraterías de unos barcos franceses. Pocos días después de aquel acontecimiento aportó al Cabo de la Vela, á tomar agua, la nave Capitana que enviaba, en vía para Cartagena, la Audiencia de Santo Domingo con los desterrados por el Adelantado Lugo, entre los cuales iban los dos hermanos de Que sada, á quienes se les había alzado la injusta sentencia. Holgóse mucho Gonzalo Suárez cuando se encontró con sus dos amigos Hernán Pérez y Francisco Quesada, los cuales ofrecieron llevarle á él y al obispo á Cartagena y á Santa Marta en la embarcación en que iban; pero sucedió, para su desgracia, que, cuando quisieron hecerse á la vela, los vientos eran contrarios, y fué preciso aguardar en el puerto á que cambiasen. Estando una tarde todos los pasajeros reunidos sobre cubierta en la Capitana, jugando alegremente á los naipes, empezó á nublarse el tiempo, obscurecióse el horizonte y la mar se hinchaba y suspiraba como si adivinase que se preparaba una tormenta. Los jugadores veían ya imperfectamente los naipes y tenían que aga. charse para distinguirlos, cuando de repente, sin previo aviso, rasgó el aire un terrible rayo que dejó ofuscada y aturdida á toda la tripulación con el estruendo. Cuando los sanos volvieron en sí hallaron muertos á los dos hermanos Quesada, rota una pierna á Rondón y herido en un brazo al obispo; además habían sido muertos otro jefe y dos marineros de la tripulación. Desembarcaron á los muertos, y en seguida, ya con buen viento, continuó su viaje la Capitana, llegando pocos días después á Cartagena (no sin haber dejado al obispo en Santa Marta), en donde Rondón se presentó á Armendáriz á pedir justicia, suplicándole revocara las sentencias fulminadas por el Adelantado Lugo y que se le devolvieran sus bienes injustamente embargados. Armendáriz envió inmediatamente á Santa Fe á un joven sobrino suyo, Pedro de Ursúa, el cual se ocupó activamente en reparar el mal hecho por Lugo; y Suárez Rondón, no solamente recuperó todos sus bienes en el Nuevo Reino, sino que, habiendo puesto pleito á Lugo en España, logró que éste le devolviese algo de los muchos tesoros que le había tomado violentamente. Sin duda Rondón vivió desde entonces hasta su muerte, acaecida largos años después, entregado á los goces de su hogar y á la administración de las cuantiosas haciendas que tenía en Tunja, pues no vuelve á hallarse su nombre en las crónicas contemporáneas sino una vez, que fué cuando se temió que el tirano Aguirre invadiese el Nuevo Reino. Entonces se dijo que Suárez ha bía levantado una fuerza en Tunja, á cuya cabeza iba á ponerse para atajar la marcha de Aguirre, cuando se supo que éste había sido muerto en el Tocuyo en 1561. En su testamento, hecho en 14 de septiembre de 1579, Rondón declaró que dejaba cuatro banderas y estandartes muy ricos que había llevado de España, y otros pendones y estandartes, para que los pusiesen en la capiİla que edificó en la iglesia parroquial de Tunja para su sepulcro, con rica capellanía de misas para el bien de su alma. Los estandartes debían sacarse en memoria suya todos los años en la procesión del Corpus y reponerse cuando se acabaran. Rondón dejó de su matrimonio dos hijos: Miguel y Nicolás, y dos hijas: Marta é Isabel. Miguel duró muchos años casado y no dejó sucesión; el segundo tuvo dos hijos varones que murieron solteros; una de sus hijas fué monja de la Concepción en Tunja, y la otra casó con un Cristóbal Núñez de la Cerda. Así, pues, según el Nobiliario de Ocáriz, Rondón no dejó hijos legítimos de su nombre en el Nuevo Reino de Granada, ni hay quien realmente lleve sangre suya en sus venas.

tido judicial de Llanes, prov. de Oviedo; 137 habits.

SUARISMO: m. Escuela y doctrina filosófica del jesuíta Suárez.

SUARNA: Geog. V. SAN MARTÍN DE SUARNA. SUARRIBA: Geog. Aldea de la parroquia de San Juan de Sardiñeiro, ayunt. de Finisterre; p. j. de Corcubión, prov. de la Coruña; 52 habitantes.

SUASBARRAS: Geog. Aldea de la parroquia de San Juan de Covas, ayunt. y p. j. de Vivero, prov. de Lugo; 297 habits. Aldea de la parroquia de San Esteban de Valcarria, ayunt. y p. j. de Vivero, prov. de Lugo; 83 habits. SUASIBLE (del lat. suasibilis): adj. ant. PER

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SUATORRE: Geog. Lugar de la parroquia de San Esteban de Ambia, ayunt. de Baños de Molgas, p. j. de Allariz, prov. de Orense; 114 habits.

SUAVE (del lat, suavis): adj. Liso y blando al tacto, en contraposición á tosco y áspero. -SUAVE: fig. Blando, dulce, grato á los sentidos.

El dulce murmurar deste ruido,
El mover de los árboles al viento,
El SUAVE olor del prado florecido,
Podrían tornar, de enfermo y descontento,
Cualquier pastor del mundo, alegre y sano.
GARCILASO.

... la historia del Perú anda separada en los dos tomos que escribió Garcilaso Inga, tan puntual en las noticias y tan SUAVE y ameno en el estilo, etc.

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- SUAVIZADOR: Art. y Of. El filo de las navajas de afeitar, sumamente fino, sufre al usarSUARIAS: Geog. Lugar de la parroquia de San las ligerísimas desviaciones de su posición natu Vicente de Panes ayunt. de Peñamellera, parral, que no constituyen mellas, pero que pueden

arañar la piel al rasurar la barba, aparte de que no presentándose el filo de frente, no corta aquélla como debiera hacerlo, y de aquí el que sea necesario rectificar dicho filo, quitando al propio tiempo cualquier partícula extraña que, sumamente fina é inapreciable á la vista y al tacto, dificultaría, sin embargo, el trabajo, y para conseguir los fines apuntados es por lo que es necesario el suavizador. Los primitivos suavizadores consistían, conforme indica la definición de nuestra Academia de la Lengua, en un pequeño trozo de cuero, especie de correa, que se curaba en aceite, y que después de bien batido se redondeaban sus ángulos y aristas; colocado sobre la palma de la mano izquierda, con el lado del pelo ó el de la carne, según convenía, vuelto hacia arriba, servía para pasar la navaja por ambos lados, y con el filo del lado opuesto al movimiento de la herramienta, y la dejaba al cabo de diez ó doce pases en estado de poderse utilizar. Estos suavizadores se sustituyeron después por otros formados por una pequeña regla de madera con su mango, á cuyos dos lados se fijaba una badana sujeta con cola de carpintero; bien seca ésta se lubrificaban con aceite de oliva ambas caras, con lo que se daba por terminado el útil, que se encerraba en una funda de cartón forrada de papel. Más tarde se sustituyó la tableta de que acabamos de hablar por una caja plana más ancha, de modo que cupiesen en ella un juego de dos navajas, destinadas la una á rosurar y la otra á descañonar, es decir, la primera á quitar el vello y la segunda á hacer desaparecer todas las trazas que del mismo quedaran; la caja se unía á la tapa, que era una tabla, por un pivote remachado en sentido normal á la tabla y en uno de los lados menores del rectángulo, el opuesto al mango; de este modo la tapa giraba á deslizamiento, y, al cerrarse, el lado opuesto á la charnela estaba labrado en forma de lengüeta que entraba en una ranura de la caja por el lado del mango, ranura y lengueta que para que el giro fuera posible tenían cierta oblicuidad, de modo que al ajustar ambas partes no se podía ya continuar el movimiento; las dos tablas exteriores la caja se cubrían con la badana de que hemos hablado; esta caja se encerraba en otra de cartón, en la misma forma que hemos dicho respecto del y satisfacen mejor su objeto, pues los de tableta, de tableta. Hoy los vaciadores son más cómodos así como los de caja, presentan el inconveniente de no tener la flexibilidad que es conveniente

E

M

N

para que no se doble el filo de la hoja; consisten en un prisma de madera de base rectangular, casi cuadrada, cuyas dimensiones son unos 30 milímetros de canto por 25 de tabla, con 20 centímetros de longitud A (fig. adjunta), dos chapas de hierro By C en los extremos sirven para amoldar una correa DE cerrada sobre sí misma, perfectamente separada por sus cuatro lados del taco de madera, á la que se da la tensión conveniente por medio de un tornillo 7 que es la espiga del mango de madera M, espiga que atraviesa primero la correa por la parte del mango, después la chapa Clabrada en tuerca, y por último entra en el taco de madera A, labrado también en tuerca; con objeto de que la chapa no se mueva al hacer girar el mango; está atravesada por dos puntas de París G, de las que sólo se ve la anterior en la figura, que sirven de guías á la chapa C; por este medio se da á la correa la tensión que se cree más conveniente en cada caso; la correa está curada en aceite; además, con objeto de que sirva también para el vaciado, se frota la madera por su cara anterior y posterior que enrasan con los cantos de la correa ó que más bien sobresalen uno ó dos milí. metros para que no moleste la correa, con una pasta á propósito, que puede ser cualquiera de las expresadas en el artículo correspondiente (V. PASTA), pero que es mejor para el taco de madera la que se conoce con el nombre de pasta de Pradier, que se compone de 30 gramos de potea de estaño (estaño fundido con vidrio molido), otro tanto de rojo de acero, igual cantidad de piedra de Levante molida, de la que se emplea para el grabado y bien lavada, el doble de piedra de Levante, de la conocida con el nombre de

suavizador, que se emplea por sí, para las navajas de afeitar, y 15 gramos de paja de hierro; substancias todas que, pulverizadas y tamizadas, se deslien en 45 gramos de manteca de vacas, que se unen á un fuego moderado para formar la pasta, que se extiende sobre el taco, después de hervido en manteca de vacas fresca; á falta de esta pasta puede hacerse otra con 25 gramos de esmeril, otro tanto de azafrán de Marte, tres de cinabrio, y cantidad suficiente de precipitado amarillo ó rojo de mercurio, desliéndolo todo en agua, ó mejor en aceite, y por último esta otra preparación, todavía más sencilla: en 125 gramos de cera amarilla, á los que se agrega doble cantidad de manteca de cerdo, puestas al fuego hasta liquidarse, y bien mezcladas, se agregan 25 gramos de pizarra pulverizada y tamizada, ó de sanguinaria en igual forma, dejándolo hervir todo durante cinco minutos, sin cesar de moverlo con una espátula de hierro para que se haga la mezcla, al cabo de cuyo tiempo se separa del fuego y se pone á enfriar, agitándolo siempre hasta que comience á cuajarse, y cuando ya está sólida se parte en barras ó pastillas, y se aplica, calentándola, sobre la superficie del taco y sobre uno de los planos de la correa. El mango de este suavizador forma un tubo ó caja M que la cubre la virola N á rosca, y en el mango se coloca una pastilla de la misma pasta de afilar, envuelta en papel de estaño, para reponer la que se gaste del taco. El todo se encierra en una funda de cartón ó cuero.

SUAVIZAR (de suave): a. Quitar ó disminuir la aspereza de una superficie.

Una pastilla... ¡Eh! No soy
Amigo de golosinas.
-SUAVIZAN mucho el pulmón.

BRETÓN DE LOS HERREROS.

(la trilla) al mismo tiempo desmenuza y SUAVIZA la paja. OLIVÁN.

- SUAVIZAR: fig. Templar la aspereza en el trato.

Con esta corta demostración de su liberalidad, que entre aquella gente pareció magnificencia, SUAVIZÓ Hernán Cortés la dureza de su pretensión, etc.

SOLÍS.

de todas las diversiones públicas la más culta (es el teatro), y si no corrige las costumbres, puede al menos SUAVIZARLAS; etc. LARRA.

SUAY: Geog. Pueblo de la isla de Negros, Filipinas; 1679 habits. Sit. en la costa O. de la isla.

SUAYE: f. Bot. Nombre vulgar empleado en la América central para designar una planta perteneciente á la familia de las Gramíneas, tribu de las andropogóneas, la cual es conocida entre los botánicos con el nombre sistemático de Saccharum dubium H. B. et Kunth.

SUAZA: Geog. Río de Colombia, en el departamento del Tolima; corre al S. del dep. y vierte sus aguas en el Magdalena por su orilla oriental en las inmediaciones del pueblo de Jagua; es navegable en el trayecto de algunos kms. por embarcaciones pequeñas.

- SUAZA: Geog. V. SANTA LIBRADA. SUAZI, SUADSI 6 SWAZILAND: Geog. Reino del Africa austral, región oriental, sit. dentro y al S. E. del Transvaal ó Rep. Sudafricana, y li mitado al E. por las posesiones portuguesas del gobierno de Mozambique, dist. de Lourenzo Marqués, y por el Territorio de Tonga; 18 140 kilómetros cuadrados y 65 000 habits. Este país, comprendido entre la vertiente oriental de la cordillera de los Arakenberge y la vertiente occidental de la cordillera de los montes Lobombo, es muy accidentado; en él se alzan los contrafuertes y últimas estribaciones de las dos cordilleras entre agrestes valles. Atraviésanlo de O. á E. torrentes que nacen todos en la vertiente de los Drakenberge, y forman ríos que van á desembocar en la bahía Delagoa, del Océano Indico. El Suazi posee grandes riquezas minerales, pero el país es de difícil acceso y su clima es mal

sano.

Los suazis ó ama-suazis son una tribu cafre, de familia bantu, pariente de la gran nación de los zulús, sus vecinos meridionales. La lengua de los primeros puede considerarse como un dialec

to de la de los segundos; sus costumbres son idénticas. El rey actual de los suazis, Unguane, es uno de los personajes más ricos del Africa austral, desde que se han constituído numerosas compañías para explotar las minas de oro de su territorio. Hasta hoy ha logrado conservar su independencia, al menos nominalmente. Es el Swaziland, como dicen los ingleses, una monarquía absoluta; pero como hay una población blanca de 600 á 1500 individuos, según las épocas, éstos viven sometidos, no al monarca indígena, sino á un gobierno mixto de la Gran Bretaña y de la Rep. Sudafricana, según lo dispuesto por el tratado de 2 de agosto de 1890. En septiembre de 1893 se subscribió otro tratado, por virtud del cual la población indígena queda bajo el protectorado y la administración de la Rep.

africana.

- SUBALTERNO: Oficial cuyo empleo es inferior al de capitán.

Hubo al fin un SUBALTERNO, menos circuuspecto y más ambicioso, que tomó el mando, confirmó la sentencia (de muerte de Elio) y el reo tuvo que marchar al suplicio. QUINTANA.

-SUBALTERNO: Mil. En España los oficiales subalternos son el teniente y el subteniente ó alférez, llamados hoy, con arreglo á la ley constitutiva del ejército de 1889, primero y segundo teniente.

Empleados subalternos del cuerpo de ingenieros militares son los celadores de fortificación, hoy llamados oficiales-celadores de primera, seSud-gunda y tercera clase, asimilados á capitán, primer teniente y segundo teniente, y los maestros de obras militares. Los celadores están encarga. dos de vigilar administrativamente las obras en construcción, cuidar de que no se levanten obras fraudulentas en las zonas polémicas de las plazas, y desempeñar comisiones análogas que les encargan los oficiales de las comandancias de ingenieros. Los maestros tienen á su cargo los detalles de la construcción, vigilando directa y técnicamente á los obreros, pero no proyectan ni replantean obras, como no sean de muy poca importancia. Hay además, como empleados suábalternos, los escribientes y los delineantes de las comandancias de ingenieros.

SUB (del lat. sub): prep. insep. que en las voces simples de nuestra lengua, á que se halla unida, ya aparece con esta forma, ya con estas otras: so, SON, SOR, sos, su y sus. Significa más ordenadamente DEBAJO, en sentido recto ó figurado, ó denota, en acepciones translaticias, acción secundaria, inferioridad, atenuación ó disminución, etc., SUBcinericio SUBarrendar, SUBdiácono, soasar, sonreir, SORprender, sostener, suponer, suspender.

SUBA: Geog. Dist. de la prov. de Bogotá, departamento de Cundinamarca, Colombia, sit. 2 615 m. de alt. ; 1500 habits. Hulla; aguas termales. Es pueblo antiguo; su cacique recibió pa cíficamente á los españoles y fué el primero á quien se bautizó en estas regiones.

SUBAAN, SUBÁN Ó SUBANG: Geog. Punta, ensenada y pueblo en la costa N. de la isla de Mindoro, Filipinas. Forman la punta unas alturas que avanzan á la playa, sobre la que destacan dos frontones de piedras coronadas de arboleda. La playa, que arranca de Ilag al O., corre al S. 31°E., redondeando suavemente, y termina en la punta, rodeada de piedras; en esta extensión de playa desaguan dos riachuelos, el uno á cosa de medio camino entre Ilag y el pueblo de Subaán, el otro, que corre á la falda occidental de la tierra alta que avanza á la punta Subaán, desemboca por el O. de sus frontones. La ensenada de Subaán se halla á 6 millas al S. S. E. de punta Escarceo, pudiéndose fondear en ella en 12 á 13 m. fondo arena y fango, quedando abrigado desde el O. al S. E. por el S. El pueblo de Subaan tiene 400 habits. (Derrotero del Archipiélago Filipino).

SUBACHOQUE Geog. Dist. de la prov. de Facatativá, dep. de Cundinamarca, Colombia, situado á 2 687 m. de alt.: 4 600 habits. Sal, hulla y hierro.

SUBALCAIDE (de sub, debajo, y alcaide): m. Sustituto ó teniente de alcaide.

SUBALTERNANTE: p. a. de SUBALTERNAR. Que subalterna.

otros las dividen en subalternadas y SUB

ALTERNANTES.

JUAN PÉREZ DE MONTALBÁN. SUBALTERNAR (de subalterno): a. Sujetar ó poner debajo.

SUBALTERNO, NA (del lat. subaltērnus): adj. Inferior, ó que está debajo de una persona ó cosa.

Buscará (el Banco) medios extraordinarios para adquirirlo (el dinero), retardará el pago de sus contratas SUBALTERNAS, etc. JOVELLANOS.

-¡Confidente y centinela
De mi rival! Por usted,
Sólo por usted haría

Tan SUBALTERNO papel.

BRETÓN DE LOS HERREROS.

- SUBALTERNO: m. Empleado de categoría inferior.

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SUBÁN Ó SUBANG: Geog. V. SUBAAN (Filipi nas).

SUBANOS: m. pl. Etnog. Indígenas de la isla de Mindanao, Filipinas. Habitan toda la parte de Mindanao comprendida entre Misamis y Zamboanga, y á pesar de que su número se presume ascienda á 100000, están dominados por los moros, que se sirven de ellos para las más rudas faenas. Son de color bastante obscuro, como se observa en Zamboanga, donde hay algunas familias que componen parte de la población cristiana de los barrios inmediatos á la cap.

SUBANSIRI: Geog. Río del Tibet y del Asam. Su curso superior aún no se conoce bien; en el Asam forma con el Lohir y el Bramaputra la gran isla Mayali, perteneciente al Sibsagar, y se une al Bramaputra por la orilla dra., en los 97° 20' de long. E. Madrid, en la frontera del DaTrang, y el Sibsagar, á los 600 kms. de curso aproximadamente.

SUBAPENINO (de sub, debajo, y Apenino): adj. Geol. Dícese del período ó terreno último de la era terciaria comprendido entre el mioceno, sobre el que descansa, y las formaciones cuaternarias de la era moderna ó creciente, que á su vez le cubren. Caracterízase paleontológicamente por el predominio de los grandes mamíferos proboscídeos y de algunos géneros de gasterópodos y acéfalos, como los Pecten, Pectunculus y Nas sa. La flora, que corresponde á las angiosper mas, es relativamente pobre. Los fenomenos eruptivos dan lugar á las domitas, traquitas y andesitas. Verifícase durante él la aparición de los inviernos y se termina el elevamiento de los Alpes.

sy

Entramos ya de lleno en el horizonte en que, al parecer, hay más acuerdo tocante á la existencia del hombre, en cuyo concepto el terreno subapenino ofrece el mayor interés. Sus numerosas sinonimias son: arenas superiores marinas de Montpellier; depósito tritónico clísmico de Huet; terreno psamítico calizo de Risso; parte del terreno de las pampas de D'Orbigny; légamo antidiluvial de Marcel de Serres, etc.

Los caracteres generales del período subapenino permiten separarlo de la época actual, en contra de la opinión de algunos autores que presentan una individualidad completamente distinta de la que se manifiesta en nuestros días. No cabe dudar que el contorno de los mares y los continentes en ambas épocas es aproxima. damente el mismo; pero sin embargo, en varios puntos los sedimentos subapeninos han sufrido modificaciones de dirección y de nivel, que uni das á los caracteres de la fauna que encierran, anterior al enfriamiento de las regiones boreales, indican más bien el fin que el principio de una

era.

Al principio del período subapenino la geografía de las regiones mediterráneas ha sufrido una modificación pasajera, pero considerable, pues los primeros sedimentos de esta edad acu

san más bien condiciones intermedias que com- Corresponde en el subapenino, en su primer pletamente marinas, pues las capas de congeries período, la preponderancia de los animales terresque se encuentran en diversos puntos de la Pro- tres a los herbívoros, que viven merced á la povenza y de Italia, al mismo tiempo que en la tente vegetación de gramíneas que se desarrollaEuropa oriental, atestiguan que el Mediterráneo ban alrededor de los grandes lagos salados á que no pasaba del meridiano de Cerdeña y que dió lugar la desecación de los mares molásicos; su parte oriental estaba totalmente ocupada por los inmensos rebaños estaban formados por los una serie de estuarios en los bordes de los géneros Antilope, Cervus, Helladotherium, Cacuales se alimentaban grandes rebaños de herbí- melopardalis, Palæotragus, Palæorias, etc., tovoros; pero posteriormente el borde de la región dos ellos abundantes en los depósitos de Pikerse modifica, la continuidad del régimen marino mi y el monte Leberon; asociábanse á estos anise restablece y el mar avanza por los grandes males los Hipparion, Mastodon y Mesopithecus. golfos que constituyen hoy las cuencas de los En el segundo período de este terreno la nota grandes ríos, como ocurre en el valle del Róda- característica de la fauna la dan los grandes no y en el del Po. Durante este período las re- proboscídeos, de los cuales es el tipo el Elephas giones de la Europa occidental sufrieron las con- meridionalis, que se encuentra hasta en Inglasecuencias de la gran actividad eruptiva que terra, y el Mastodon, que desaparece de Europa caracterizó el mioceno, y que influyó notable- para sobrevivir en América; los rinocerontes y mente en la producción de un clima extremada- los hipopótamos hallanse en su apogeo, lo que, mente benigno, que permitía á Europa poseer coincidiendo con el de los cérvidos y bóvidos, da una vegetación en la que se asociaban las formas idea de la gran provisión de alimentos que les de los bosques del Norte y las correspondientes proporcionaba el reino vegetal; los caballos tamactualmente à las islas Canarias; mas con la bién aparecen en este período, precedidos por los retirada del mar y la extinción de las erupcio-équidos de las épocas anteriores. La fauna marines la flora se empobrece notablemente, pues las especies tropicales emigran hacia el Sur y las palmeras no suben á latitudes inferiores en 10° á las que ocupaban en la época anterior.

La distribución geográfica del subapenino ocupa una gran extensión en S. E. y S. de Francia, continuándose en España por Figueras y Barcelona, y ocupando grandes extensiones por ambas Castillas y Andalucía. Las mayores extensiones pliocénicas se observan en Italia, pues desde el Piamonte á la Calabria ocupaba más de 225 leguas de longitud en ambos lados de la cadena de los Apeninos; en Austria es clásico el terreno de los alrededores de Viena, y en Grecia ocupa toda la Corintia y el Atica; preséntase en América en la Florida y Luisiana, y en la meridional en toda la República Argentina y Patagonia.

Estratigráficamente está separado este horizonte del mioceno por el levantamiento de los Alpes occidentales y del cuaternario por el de los orientales; ofrece límites muy marcados que se determinan con frecuencia por discordancias de estratificación y por notables erosiones, todo lo cual indica las poderosas causas que antes y después de su formación actuaron en el globo. Hay que advertir, no obstante, que si bien en muchos puntos se observa cuanto acabamos de indicar, en otros el tránsito de este terreno al anterior y posterior suele ser insensible. Sus materiales componentes, siquiera en ciertas comarcas, duros y compactos, lo común es que ofrezcan escasa adherencia á pesar de intervenir aún la sedimentación química; iníciase ya el desarrollo de los materiales sueltos y de los conglomerados, que se ha acentuado más y más en el terreno cuaternario. Las capas ó estratos ofre. cen en general pocos accidentes, presentándose con frecuencia horizontales ó muy poco inclinados.

La superposición sobre el mioceno se observa igualmente en las inmensas capas de cieno terrestre observado en las pampas de Buenos Aires. Al fin de esta época corresponde también el levantamiento de la cordillera de los Andes, de cerca de 1300 leguas de longitud, y cuya dirección es de 5° N.O. á 5 S. E.

En el carácter paleontológico el hecho más culminante es la presencia del hombre en estado fósil, según parecen acreditar los últimos descubrimientos de la Paleontología, pues se han encontrado restos humanos asociados al Elephas meridionalis y antiquus, Rinocerus tichorhinus y á otros grandes mamíferos, entre los cuales el mamut y el oso de las cavernas, según autorida. des muy respetables, empezaron a vivir en el subapenino superior. De modo que este horizonte es, por ahora, el de la existencia más probable de restos del hombre, asociados á grandes mamíferos, entre los cuales predominan los elefantes. Puede también señalarse como rasgo paleontológico de este piso la existencia de monos an. tropomorfos, figurando entre ellos el Dryopithe cus Fontani, encontrado por Lartet en Saint Gandéns; la famosa salamandra considerada por Scheuzer como esqueleto humano, clasificada por Cuvier como Andrias Scheuzeri, y que figura entre los característicos de este horizonte; por último, la presencia de una fauna malacológica y una flora muy análoga á la cuaternaria y moderna.

na ofrece tan grandes analogías con la actual, que es imposible ofrecer una separación marcada; numerosos cetáceos han dejado sus restos en las playas septentrionales, y en los depósitos litorales marinos abundan los géneros Nassa, Voluta, Fussus, Chenopus, Dentalium, Pecten, Peetunculus, Arca, Venus, Panopoa, Cyprina y Mactra, mientras que en las aguas de los lagos vivían los Congeria, Auricula, Paludina y Me. lanopsis, que eran representados en la tierra por numerosas especies del género Helix.

Verificóse la primera aparición de los pájaros corredores y de los miriapodos, así como de los Protopithecus, Spalocodon, Megatherium, Hoplophorus, Potamohipus, Camelus, Auchenia y Balænoptera entre los mamíferos; en las aves los géneros Vultur, Motacilla, Hirundo, Picus, Numida y Larus, entre otros varios; de los reptiles pueden citarse el Testudinites, Andrias y Chelydra; de los peces los géneros Esox, Cobites, Aspius y Tinea: de estos géneros algunos nacen y mueren dentro de este período, como el Smilodon, Glyptodon, Megatherium, Platyonyx, Dinornis, Andrias y Cyclurus; otros de períodos anteriores se extinguen en el subapenino, como el Paleotherium, Toxodon, Mastodon y Anaplotherium en los mamíferos, el Acanthonemus en los peces, el Pygurus y Hemiaster en los equinodermos, así como otros varios.

La flora del período subapenino comienza por la pérdida de las grandes palmeras y el alcanfor, quedando sólo como representante de las primeras el Chamaerops humilis, que se mantiene hasta el fin del período en el Golfo de Lyon; consérvanse algún tiempo las sequoias y los bambués, pero al perderse se puebla la Europa de especies análogas á las de hoy en día, como la encina, el fresno, el nogal y el chopo, presentan algunas variedades que en la actualidad habrá que buscar en la flora argelina, en la portuguesa y aun en la del Japón y en los grandes bosques de América.

De los caracteres de la fauna y de la flora del período pueden deducirse las condiciones climatológicas que le fueron propias, y cuyos dos hechos más principales son el establecimiento de las zonas isotermas y la aparición de los invier nos. La existencia de las zonas isotermas estaba contrarrestada, en caso de que se admita, en las épocas anteriores, por el calor propio de la tierra, que mantenía á ésta en condiciones apropiadas para una distribución uniforme y variada de los animales y las plantas. La fauna marina, por ejemplo, del período subapenino, se compone en Europa de géneros que, como el Phorus, Solarium, Strombus, Perna y Brissus, hoy es preciso buscar en la zona tórrida y en las regiones más calientes de los mares actuales, pues especies que hoy se encuentran en Londres o en Bélgica á 52° de latitud, y en Cassel ó Viena, no es posible que vivieran si dichos puntos no hubiesen gozado de unas condiciones climatológicas análogas á las tropicales de hoy día. Se ha intentado la explicación de esta distribución de los animales marinos por corrientes calientes; pero aparte de la acción parcial y limitada de estas causas, no pueden aplicarse á la distribución de las faunas en el centro de los continentes, y en el período subapenino hallábanse formadas por animales que, como los monos, rinocerontes, hipopótamos y jirafas, pertencen á

regiones completamente tropicales, y que sin embargo se han encontrado en Francia, Italia, Bélgica y España.

Debe, pues, afirmarse que la temperatura tropical existía en toda Europa en la última época del período terciario, y que el calor central tenía bastante influencia para contrarrestar el poderoso influjo de la latitud.

El carácter petrográfico del subapenino le dan su gran número de capas de arenas, areniscas, arcillas, calizas, brechas, pudingas y otros materiales, que mereció el adjetivo que lleva por hallarse muy desarrollada en las hermosas colinas y en la fértil llanura que se extiende desde Alejendría y Asti hasta la Calabria y Sicilia, siguiendo todas las ramificaciones de la cordillera del Apenino, á la que se halla subordinada. Los depósitos marinos subapeninos de los alrededores de Perpiñán se componen de potentes bancos de arenas amarillas silíceocalcáreas y micáceas, análogas á las de Astezán y con muchos restos de conchas. Las formaciones terrestres consisten principalmente en las cavernas hueso sas, notables en algunos puntos de Francia, Italia y el Brasil, y que consisten en arcillas ó cie nos amarillos ó rojizos con piedras angulosas ó restos de mamíferos. Hallanse á veces yacimientos de sal gema tan notables como los de Vitliezka en Rusia, Manrubia de Santiago en la provincia de Toledo, y Espartinas en la de Madrid, abundando igualmente los sulfatos sódicos y magnésicos, como ocurre en varias localidades que pudiéramos citar de Madrid, Cuenca, Logroño y Zaragoza, del subapenino español, que se caracteriza también por la gran abundancia del pedernal y del yeso.

Los fenómenos eruptivos del período subapenino son bastante abundantes, y se caracterizan por la producción de domitas, traquitas y ande sitas, que tanto abundan en algunas regiones, como en la Auvernia, constituyendo los basaltos modernos ó de las mesetas, à los que Fouqué ha llamado también basaltos de las pendientes, y que dan lugar á formas caracteriformes, como las de Gravenoire, que recubren depósitos de Elephas, que intervienen en la formación de los valles por las acciones erosivas. Existen también cráteres de escorias, á que se han llamado pozos, y que parecen ser sincrónicos de la Edad del Reno, que se conservan muy completos merced á las pocas acciones erosivas que sobre ellos han actuado. Las últimas erupciones del macizo montañoso del Mont Doré corresponden también al período subapenino, pues la lava reposa en una arcilla arenosa rojiza, con restos de caballos y moluscos actuales. En los Pirineos se han verificado también uumerosas erupciones ofíticas de serpentina, eufótida é hiperita, que corresponden á la edad subapenina.

División. Considerábase el subapenino hasta hace poco formado por el sólo piso de D'Orbigny, pero hoy distinguense generalmente varios subpisos, que empezando por la base son los siguientes:

1. Mesinense, de Mayer-Eymar, corresponde al establecimiento del Mar Caspio, que ocupaba en aquella época el sitio que hoy corresponde al Mediterráneo oriental.

Está representado en Bélgica por las arenas de Panopeas de Edghan. En la Francia septentrional corresponde con el piso superior á los faluns de la Dixmerie. En la cuenca del Ródano á las margas del congerie de Bollena y á légamos de Hipparium; en el Languedoc y en el Rosellón son sincrónicas de esta época las brechas huesosas. En Italia pertenecen al mesinense las capas de congeries y las formaciones yesosas y de sulfatos alcalinos, que tanto abudan, así como los trípolis y sílices de Libournais; en la Europa oriental está formado por los canchales de Belvedere y los légamos de Pikermi, las capas de congeries y las capas sarmáticas de cerites.

2. Plaisenciense, piso á que corresponde la invasión marina sudapenina, llamada crag coralífero en Inglaterra, constituído en Bélgica por las arenas de Isocardias y las areniscas diastienses, formado en la cuenca del Ródano por las capas de Potamides Basteroti y las margas de Nassa semiestrata. En el Languedoc y el Rosellón añádense á los anteriores elementos las arcillas azules de Millas. En los Alpes marítimos representan el subpiso las margas azules de Biot y de Frejús; en Italia hay margas análogas en el Bolonesado y en el Vaticano, y en la Europa oriental está formado por las capas de paludinas.

3. El astiense, que corresponde al establecimiento de la región fluvial del Ródano con la retirada del mar, es el tercer subpiso; fórmanle en Inglaterra el clásico crag rojo o fluviomarino de Norwich; en Bélgica constituye los subpisos allí llamados escaldense y diestense por ocupar las cuencas de los ríos Escalda y Diest, aunque este segundo corresponde probablemente al subpiso inferior; en Francia representan el astiense: al Norte las arenas de Nassa de Cotentin; al Sur las arenas de Montpellier, con Ostrea cucullata, y correspondiente en el Rosellón á las arenas de Mastodon arbernensis; en la cuenca del Ródano le forman las arenas de Mollón y Trevaux, las tobas de Meximieux y las margas de Autervives; y por fin, en los Alpes marinos está formado el astiense francés por las capas superiores de Cannes y de la Colle. En Italia pertenecen á este subpiso las margas del Mastodon arbernensis del valle del Arno, y las arenas amarillas de Astezán y la Toscana.

4. El arnusiense, llamado por Meyer Saharense, es el piso superior que establece la transición con la época cuaternaria, al que corresponden los grandes deltas torrenciales de las costas de Liguria; está representado en Inglaterra por el Forets-bed de Cromer, en la Francia septentrional por las célebres capas de Saint Prest; en la cuenca del Ródano por los conglomerados de Chambarán, los aluviones del Avresse y las capas de Chagny, conteniendo Elephas meridionalis, que se repiten en Durfort, en el Rosellón y en las arenas del valle del Arno en Italia.

Los principales tipos del terreno subapenino son los que presentan las formaciones de Italia, Inglaterra y Francia, que se han descrito como clásicas, y que por lo tanto es preciso dar á co

nocer.

Es muy notable el desarrollo de este terreno en la fértil y risueña llanura que se extiende desde la colina de la Superga hasta los primeros estribos del Apenino. Desde dicho punto se prolonga á derecha é izquierda de esta cordillera hasta la Calabria y Sicilia, afectando casi siem. pre los mismos ó muy análogos accidentes. Pafermo, Siracusa, Agrigento, Nápoles, Roma, Florencia, Siena, Turín, Alejandría y otras ciudades de Italia tienen su asiento sobre este terreno En Francia, en Maguncia, en los alrede dores de Montpellier, Perpiñán, Dax y otras ciudades; Wiesbaden y otros puntos en Alemania; en Amberes y Maestricht en los Países Ba jos; en Norwich, condado de Suffolk, y en otros distritos de Inglaterra, se halla también desarrollado este terreno.

En Sicilia, donde suele alcanzar 900 y más metros de espesor, como en Caltagirone, Castrogiovani, Palermo y otros puntos, consta de dos órdenes de capas calizas: la superior llamada giurgiulena, y arcillosa ó margosa la inferior. Aquella ofrece un aspecto análogo al de la caliza basta de París; su estructura es granujienta y de escasa consistencia casi siempre, lo cual facilita la extracción de los fósiles, que se presentan en número fabuloso y en un estado sorprendente de belleza En algunos puntos la caliza se halla como triturada y mezclados sus fragmentos con muchos pedazos de conchas y zoofitos, á la manera del crag de Inglaterra y Holandaó del falum de Turena y Burdeos. El sistema calizo suele en algunos puntos pasar á una arenisca y conglomerado que termina por su base en la formación arcillosa.

En los alrededores del Etna y Catania y en Val di Noto estos materiales suelen alternar con productos volcánicos, cuya aparición los ha dislocado y alterado profundamente, como sucede, por ejemplo, en la arcilla de las islas Cíclopes, convertida en termántida por la aparición á su través del basalto columnar, que en su mayor parte las constituye.

En el valle de Militello se nota que este terreno se halla en capas casi perfectamente horizontales cubiertas por una capa basáltica; un poco más abajo ia misma formación se encuentra compuesta de una especie de toba volcánica de aspecto basáltico, conteniendo gran número de fósiles de este período.

El yacimiento de plantas fósiles encontrado por Vilanova en Lípari (1852), y descrito por el Bolentín de la Sociedad Geológica de Francia de 1853, probablemente corresponde también al subapenino. Entre los numerosos fósiles recogidos en este terreno en las localidades indicadas están el Pecten Jacobæus, actualmente vivo en el Me

diterráneo; el Pecten latissimus; la Panopaa Faujasi; el Jusus contrarius, característico del crag rojo de Suffolk, y otros muchos. En otras regiones del continente italiano, particularmente en Calabria, Roma, Siena, Asti, etc., se encuentra también en este horizonte, aunque en rigor sea muy difícil establecer un límite o línea de separación, pues que se han hallado en las llanuras de Asti, Baldichieri, Roma y otros puntos especies idénticas á las de Sicilia.

En Roma, según el profesor de la Sapienza, Ponzi, hállase constituído en la base por las arcillas y margas del Vaticano, que forman una masa muy considerable y rica en fósiles, sobre la cual descansan en estratificación discordante: primero, una serie de bancos de arenas amarillas sueltas ó aglutinadas por un cemento calizo, formando areniscas más ó menos consistentes; y segundo, varias capas de conglomerados, de cantos rodados, procedentes de rocas apeninas colocadas en manchones sueltos sobre arenas y areniscas.

En Inglaterra el representante del nuevo subapenino, es el crag de Norwich, así como el llama. do de Suffolk corresponde al subapenino antiguo y tal vez al principio del mioceno. Aquél está compuesto de bancos de arena, légamo y grava, conteniendo gran número de conchas marinas, lacustres y terrestres, y restos de peces y mamíferos. Representa, de consiguiente, una especie de delta ó alfaque formado sobre el terreno cretáceo y cubierto de una masa considerable de grava silícea. La mayor parte de las conchas que contiene son idénticas á las actuales, si bien algunas se han extinguido por completo. El crag de Suffolk no ofrece los caracteres de delta que el anterior, sino que parece, según Forles, haberse depositado en el fondo de un mar de 27 á 45 m. de profundidad; sin embargo no puede calificarse de formación litoral, pues muchas de sus conchas ofrecen el aspecto pelágico. Este crag se divide en dos grupos: el superior que se llama rojo, y el inferior coralino, y también blanco, por su color.

Esta formación del crag rojo y blanco se presenta en análogas condiciones en Amberes y en otros puntos de Holanda y Bélgica, habiendo proporcionado su estudio gran número de restos fósiles, que han dado á conocer los ilustres Wall, Nyst y otros paleontólogos.

En la península el horizonte subapenino se halla bien caracterizado en la colina de Bellver (Mallorca), según resulta de los estudios practicados por el malogrado Julio Hayme; en los alrededores de Lorca y Cullar, en Paterna, junto á Valencia, con especies de moluscos muy análogos á los de Palermo. No lejos de Ayora, y junto al pueblo de Zarra (Valencia), en el primer punto con muchos y bien conservados moluscos y equinodermos, y en el segundo con una rica flora. Por último, en la costa de Almería y Málaga y en el litoral de Huelva también existen en manchones sueltos y con fósiles propios.

Por regla general, forman parte del subapenino ibérico calizas, arcillas y margas, arenas y areniscas, por lo común de poca consistencia y formando llanuras, cerros y colinas de escasa importancia, en las cuales apenas se advierte la menor dislocación, pues hasta en el centro volcánico almeriense se observa que los materiales calizos que lo representan ocupan las laderas y hasta el borde mismo de algunos cráteres, entre otros el llamado Hoyazo de Níjar, donde no se revelan seguramente señales de grandes trastor

nos.

Por lo que se refiere á la extensión y distribución de dicho terreno en la península, así como á la naturaleza lacustre ó marina de sus formaciones, la cosa se presenta aún bastante proble. mática por la dificultad que existe de establecer los límites entre este período geológico y el mioceno. Esta perplejidad se revela en el mapa de Verneuil, en el cual no se deslindan bien estos dos terrenos, sino que ambos se representan con la propia tinta amarilla, con la sola diferencia de indicar, con las letras 7 ó m como exponentes á la t del terciario, si éste es lacustre ó marino. Y en este concepto coloca un gran manchón que, partiendo de las cercanías de Figueras, se extiende hasta La Bisbal y N. de Martorell, formando una especie de golfo rodeado del numulítico, de las formaciones graníticas y del gneis. Repite el propio terreno en la provincia de Barcelona, desde Granollers, continuando sin interrupción por la de Tarragona hasta el Coll de

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Balaguer, en condiciones muy parecidas á la anterior, es decir, sin penetrar mucho en el país y rodeado de los mismos materiales. Luego figura como terciario superior marino una zona muy extensa, que arranca de Tortosa y Torre del Mardá y continúa sin interrupción casi hasta Almería; pero aquí conviene advertir que Verneuil pinta como terciario mucho territorio que no lo es, como por ejemplo las vegas de Castellón, de Valencia, Gandía y gran parte de Alicante y Murcia, que corresponden á la formación diluvial.

De igual naturaleza marina aparece toda la cuenca del Guadalquivir, con algún manchón aislado en las provincias de Granada y Málaga; otro depósito en la del Guadiana, en Badajoz, Mérida y Medellín; y por último, entrando ya en Portugal, coloca una masa considerable en la cuenca del Tajo, desde Abrantes á Lisboa, prolongándose bastante en dirección S., con algún pequeño manchón más abajo y una faja en el litoral de los Algarbes, que va desde Lagoa hasta Faro. En las islas Baleares obsérvase este terreno en el centro de Mallorca, en forma de faja bastante ancha desde la bahía de Alcudia hasta Palma y Cabo Salinas, sólo interrumpida por la intercalación de algunos islotes cretáceos.

Botella reduce mucho la extensión de estos últimos horizontes terciarios, en los cuales distingue el subapenino del mioceno, y admite en aquél dos pisos: lacustre el de arriba y marino el otro. De todos modos ambos terrenos se confunden, tanto por la analogía de composición cuanto por no estar aún bien estudiada la fauna malacológica que en nuestro suelo se encuentra. Vilanova afirmaba que todo el litoral, y aun bastante del interior à partir del E. de Alicante, antes de llegar á la hermosa huerta, hasta Almería, los islotes cercanos á Málaga y los alrededores de Huelva, deben considerarse como subapeninos, en aten. ción á haber recogido en varios puntos muchas especies de conchas iguales á las encontradas en Palermo, y entre ellas la grande Panopoa Faujasi, el Cardium hians, Pecten Jacobæus ó de los peregrinos, P. varius, Cyprina islandica, algunas de las cuales viven aún en el Mediterráneo, y otras muchas.

Por desgracia no se halla nuestro territorio tan estudiado como los que en Italia, Inglaterra y Bélgica han servido de base á estas divisiones, ni abundan tanto los restos orgánicos que constituyen su mejor fundamento, razón que nos obliga á limitarnos á lo expuesto.

Confirma la sospecha de ser subapenino, entre otros, el territorio de Cuevas de Vera y alrededores de Almería y Alicante, Schodt, de Berlín, en una Memoria en la cual da á conocer varias especies de foraminíferos pertenecientes á los géne ros Marginulina, Cristellaria, Vaginulina, Dimorhgina, Lingulina, Nodosaria y otros varios, con más un hermoso diente de Oxyrhina hastalis, todo procedente del subapenino de Cuevas de Vera, Garrucha, Málaga y otras localidades del litoral.

El subapenino de la América meridional merece especial mención, tanto por su enorme desarrollo como por la facies especialísima que presenta, habiendo sido estudiado por D'Orbigny, Ameghuino, Moreno y otros geólogos americanos.

Ocupan los depósitos subapeninos, llamados también pampeanos, una enorme extensión que no baja de 29000 leguas cuadradas, y que se extiende por toda la República Argentina, desde la Bajada, provincia de Entrerríos, en la parte superior de dicha República, hasta Bahía Blanca, en la frontera de Patagonia, y de E. á O. desde los alrededores de Maldonado y Montevideo, en la República del Uruguay, hasta el límite de la cordiÎlera de los Andes, si bien algunos autores actua les, como el Dr. Steinmaum, consideran como cuaternaria toda esta inmensa extensión, que empezando al N. en la llanura de Mojo se continúa por la de los Guarayos, á continuación de la cual sigue los Llanos de los Chiquitos, las grandes extensiones de los Tres Chacos siguiendo toda la cuenca del Paraguay por su ribera derecha, y comunicándose con las inmensas extensiones de las Pampas argentinas y patagónicas, hasta terminar en los Llanos de Santa Cruz, en el Continente Americano. En cambio figura como verda. deramente terciario en el mapa geológico del Sur de América, publicado en 1891 en el Bergham Physikal Atlas por el Dr. G. Steinmaum, toda la cuenca del río Amazonas, con sus afluentes el Yapura, el Negro y el Madura, así como toda la

costa brasileña desde la desembocadura de dicho río hasta la bahía de Todos los Santos hacia el S. y hasta la Guayana por el N., estando únicamente cubierto el terciario del cauce mismo del Amazonas por las formaciones fluviales que se ensanchan constituyendo la isla de Marajo.

Según D'Orbigny, en la provincia de Chiquitos, Bolivia, los depósitos subapeninos ofrecen grandes extensiones, sobre todo entre Santa Cruz de la Sierra y Moxos, ocupando en esta provincia una superficie casi igual á la de las Pampas; rellenan también los depósitos terciarios subape. ninos el Valle de Tarija, las grandes mesetas de Cochabamba, y sobre todo el alto Páramo ó Boliviano, que se encuentra á 4000 metros sobre el nivel del mar.

Corresponden á las formaciones terrestres de este período los depósitos de las Pampas, com. puestos especialmente de un limo rojizo muy salado, casi sin indicios de estratificación, y de una uniformidad muy notable, en medio de la que se encuentran grandes cantidades de restos de animales que a veces se presentan en esqueletos enteros. Las proporciones gigantescas de este depósito, comparables solamente á las majestuo sas cadenas de montañas que se elevan en el mismo continente, no pueden ser debidas, segu ramente, á causas actuales, como han pretendido algunos geólogos, pues la misma observación de D'Orbigny hace ver lo difícil que es el arrastre y sedimentación de los esqueletos y huesos de grandes mamíferos, aun en los ríos más potentes de la actualidad, que son los de la América del Sur. Además, los depósitos de huesos empastados en el limo ó cieno rojizo, idéntico al de las Pampas, se encuentran también en las depresiones de las altas llanuras andinas de 2500 m hasta 4000, y la composición, cualquiera que sean la altura á que se encuentren, es la misma, no pudiendo atribuirse al acarreo fluvial en muchas locali. dades.

El estudio de las cavernas de Minas Geraes, en el Brasil, comenzado por el célebre Lund, ha esclarecido también el origen probable de estos depósitos, pudiéndose afirmar que todos ellos pertenecen á la misma época y fueron producidos por la misma causa, cosa que comprueba, con toda claridad, la comparación de los restos de los mamíferos, exactamente iguales en ambos yacimientos, formados por los géneros Megalonyx, Mastodon, Megatherium, Holoponis, Euryodon y otros, cuyas especies idénticas, y halladas también en las mismas condiciones, cosa que se repite en las formaciones de Pikermi, en Grecia, han debido ser extinguidas al mismo tiempo por una perturbación ocurrida al fin del período. La hipótesis que considera como debidas á las aguas de un río actuando en un estuario las formaciones pampeanas olvida que ocupan una superficie de más de 10000000 de kms.2, lo que exigiría un río cuya anchura no bajara de 160 kms. y de una longitud directamente proporcional á esta anchura, lo que según los cálculos de D'Orbigny ocuparía un río que recorriera más de la mitad de la circunferencia del globlo, cosa que, como se ve, es punto menos que imposible. En resumen, las formaciones subalpinas de la América se encuentran casi en las mismas condiciones que en Europa, y han sido debidas seguramente á una acción general y no á causas locales.

SUBARNAREJA: Geog. Río de la India, en el Chota Nagpur, Bengala y Orisa. Nace cerca de Ranchi, en la meseta de Lohardaga; se une al Bamingati, cruza la parte oriental del Singbum, entre el Midnapur, pasa por Yalesvar, y desagua en el Golfo de Bengala en los 21° 34' lat. N., á

los 500 kms. de curso.

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pudiera creerse, una perfecta subrogación en los
derechos y condición contractual del arrenda-
tario. Es más bien un nuevo contrato de arren-
damiento, por el cual el arrendatario arrienda,
á su vez, á otra tercera persona, todo ó parte del
uso que en la cosa le concedió el arrendador por
el primitivo contrato de arrendamiento. Además
de que la merced y condiciones pueden ser igua-
les ó diferentes, siempre que estas últimas, en
el subarriendo, no traspasen los límites ó exten-
sión de las del primer arrendamiento, entre el
primer arrendador y el subarrendatario no existe
ninguna relación contractual; y, sin embargo,
tenemos por acertada la doctrina que reconoce
en el primer arrendador un derecho de garantía
para la efectividad de los suyos en las cosas y
efectos introducidos en la arrendada por el sub-
arrendatario, á pesar de no haber contratado con
él el arrendador, y carecer, por tanto, de toda
acción contra dicho subarrendatario. La razón de
esta aparente falta de lógica, no puede ser otra
que la del derecho del primer arrendador á esa
garantía en todos los objetos que existan dentro
de la cosa arrendada, por virtud del arrenda-
miento y hechos del primer arrendatario, y la
aquiescencia que el subarrendatario presta á esa
garantía desde el momento que introduce sus
efectos en la cosa arrendada, bajo la base cono-
cida y aceptada, al realizar el subarriendo del
único derecho en la misma, que, como arrenda-
tario primero, tiene aquel de quien la recibe en
subarriendo. Para que éste constituyera una ver-
dadera subrogación, sería preciso que desapare-
ciera, por virtud del subarriendo, toda relación
contractual de los primeros arrendador y arren-
datario, y que el subarrendatario sucediera ab-
soluta y totalmente en la condición y persona-
lidad contractuales del primer arrendatario, res-
pecto del originario arrendador. No sucede así;
cada una de estas tres personalidades subsisten
y quedan dos esferas contractuales, dos contra-
tos: el primero entre arrendador y arrendatario;
el segundo entre éste y el subarrendatario. La
única de estas tres personalidades que es doble
y ligada en ambos contratos es la intermedia
del arrendatario, á su vez subarrendador, res-
pecto del subarrendatario.

Distinto ha sido el criterio de leyes y escrito-
res en cuanto à la legitimidad del subarriendo.
Mientras las leyes romanas consideraban el de-
recho de subarrendar como una facultad perfecta
del arrendatario, las españolas y los Códigos mo-
dernos estiman que ningún arrendatario puede
subarrendar sino con el consentimiento del arren-
dador ó dueño. Este último criterio nos parece
más justo y prudente, toda vez que, consistiendo
el fondo del contrato de arrendamiento en el uso
de las cosas arrendadas, no pueden ser indiferen-
tes al arrendador primitivo las condiciones per-
sonales del arrendatario, ni estar seguro de que
el uso que haga el subarrendatario de las cosas no
pueda resultar alusivo en esencia ó en accidente.
Lo que hay es que, según la doctrina sentada
por el Tribunal Supremo (Sent. de 10 de octubre
de 1865) interpretando nuestras leyes, no es in-
dispensable que el consentimiento sea expreso,
bastando la aquiescencia ó aprobación tácita del
dueño, posterior al subarriendo. Claro es que el
subarriendo está limitado, en cuanto á su dura-
ción, por la del arrendamiento primitivo, y que
no es obstáculo para que el arrendador ejercite
la acción de desahucio contra el primer arrenda-
tario, no obstante las responsabilidades proce-
dentes de indemnización de éste en favor de
aquel á quien subarrendó (Sánchez Román).

Con arreglo á las disposiciones del Código civil, cuando en el contrato de arrendamiento de cosas no se prohiba expresamente, podrá el arrendatario subarrendar en todo ó en parte la cosa arrendada, sin perjuicio de su responsabilidad al cumplimiento del contrato para con el arrendador. Sin perjuicio de su obligación para con el subarrendador, queda el subarrendatario obligado á favor del arrendador por todos los actos que se refieran al uso y conservación de la cosa arrendada en la forma pactada entre el arrendador y el arrendatario. El subarrendatario queda también obligado para con el arrendador por el importe del precio convenido en el subarriendo que se halle debiendo al tiempo del re. querimiento, considerando no hechos los pagos adelantados á no haberlos verificado con arreglo á la costumbre (Arts. 1550 á 1552).

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Se saca á pública SUBASTA, por término de tres años, el cortado de las plumas para las escuelas de párvulos, etc.

ANTONIO FLORES,

Si las saco (mis heredades) á pública SUBASTA, escribanos y jueces y agrimensores devorarán la mitad de su escaso valor.

BRETÓN DE LOS HERREROS.

-SUBASTA: Legisl. La palabra subasta viene de la latina subhasta, compuesta de sub y hasta, bajo la lanza, porque entre los romanos se ponía por señal una lanza ó pica en el lugar donde había de hacerse alguna venta pública. Es subasta la venta ó arrendamiento que se hace de una cosa en público remate ó licitación al que más ofrezca, y también la compra ó alquiler de una cosa, ó la adjudicación de un servicio ó de una obra en público remate al que lo ceda ó efectúe por un precio más bajo. La Administración adopta en beneficio del Estado una y otra forma para evitar la malversación de los fondos públicos, y lograr la mayor economía en los gastos ó el aumento de los ingresos. Las subastas públicas pueden ser administrativas y judiciales. Trataremos de unas y otras separadamente.

Subastas públicas administrativas. - Habiéndonos ocupado en los respectivos lugares del DicCIONARIO de los casos en que la Administración, dentro de la múltiple y variada reglamentación á que se hallan sometidos los diferentes ramos á que atiende, acude á las subastas como medio de favorecer los intereses del Estado, cumple tan sólo aquí consignar las disposiciones que por su carácter de generalidad, ó especial importancia dada á los servicios á que se refieran, no deben omitirse.

En tal caso se encuentra la celebración de toda clase de contratos relativos á servicios públicos, los cuales se verifican generalmente por subastas, y éstas por pliegos cerrados, á fin de evitar los graves inconvenientes que sin tal práctica se originan; consistía el primero en la confabulación de los licitadores, ó en la introducción de un tercero en la licitación con el fin de obligar á los demás á concederle una prima para evitar sus pujas; y el segundo en el avaloramiento de los mismos, que solía llevarlos á veces á hacer proposiciones tan onerosas que no les era posible cumplir después.

Las ventajas económicas de la concurrencia, y la publicidad como modo de atraerla, aconsejan la subasta como formalidad general de la contratación de obras y servicios públicos, produciendo el doble resultado de obtener la prestación del servicio ó la ejecución de la obra en mejores condiciones, y evitar preferencias de los funcionarios administrativos en favor de ciertas empresas, que menoscaban los intereses públicos. El Real decreto de 27 de febrero de 1852 sienta el principio general de que los contratos por cuenta del Estado, para toda clase de servicios y obras públicas, se celebrarán por remate solemne y público, previa la correspondiente subasta. El Real decreto de 3 de enero de 1883 establece también la regla de que los contratos que celebren las Diputaciones provinciales ó los Ayuntamientos, para toda clase de servicios, obras, compras, ventas y arrendamientos, y en general todos aquéllos que hayan de producir gasto ó ingreso en los fondos provinciales ó municipales, se celebrarán por remate previa subasta pública.

Quedan, sin embargo, exceptuados de las solemnidades de las subastas y remates públicos en los contratos con la Administración central: 1. Por razón de la cuantía, los contratos que no excedan, de 30 000 rs. el total, ó de 6000 las entregas anuales, si lo verifica un Ministro; de 15 000 y 3000 si una Dirección general, y de 5000 á 1000 si un delegado en provincias. 2.° SUBASTA (de subastar): f. Venta pública de Por la inutilidad de la subasta, los contratos

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