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intensidad que constantemente presenta la atmosfera, y que por otra parte no satisfaría la práctica, pues por el lado de tierra no es necesaria la señal, construyéndose sirenas que, como las trompas, tienen la bocina con movimiento oscilatorio en un plano horizontal, de modo que su eje acústico recorra el ángulo dentro del cual requie re propagar el sonido, aun cuando, siendo éstos intermitentes á períodos fijos y por grupos para distinguir unos de otros los puntos de la costa, pueda en determinados casos producirse cierta confusión por dejarse de oir la sirena en un punto un intervalo de tiempo, que puede ser tal que coincida con un cierto número de períodos de sonidos y silencio y haga creer que este intervalo corresponde á otro aparato situado en diferente punto de la costa, como sucedería, por ejemplo, si los períodos fueran de veinte segundos y el navegante percibiera un grupo de sonidos y otro no, que le haría creer que el período era de un minuto; mas cuando esto no ocurre, en primer lugar es porque no se ponen en la costa señales próximas que por su semejanza en determidos casos pudieran confundirse, y el navegante sabe siempre con más o menos aproximación en qué mar y en qué punto de él se encuentra, y conoce los sistemas de señales que al mismo corresponden, y después porque ya se calcula la velocidad de rotación de la bocina, de manera que no pueda ocurrir esta confusión en punto alguno del horizonte.

La sirena fué inventada por el físico francés Cagnard de Latour como instrumento de gabinete para hacer el estudio del movimiento vibratorio de las ondas sonoras, mas después se apoderaron de ella ingenieros de todos los países para ver de aplicarla, con las modificaciones convenientes, al establecimiento de señales acústicas en las costas; pueden funcionar éstas, bien con el aire comprimido, bien con el vapor, que á presión suficiente llega al instrumento por un tubo que une á aquél con el generador de vapor ó con el depósito de aire; en un principio se creyó que era indiferente el empleo del viento ó del vapor para producir el sonido, pero trabajos más concienzudos han demostrado que no es así, como ya pudiera preverse, pues el vapor produce siempre por condensación alguna cantidad de agua que perjudica á la buena conservación y manera de funcionar los órganos productores del sonido; además, el vapor condensado origina una disminución de presión que hace que á igual tensión en el depósito el sonido sea menos intenso, y que la necesidad de dar salida al agua de condensación obliga á colocar horizontalmente el eje de la bocina, de gran longitud siempre, y para orientarla es preciso disponerla sobre un carretón que se mueva en un carril circular sólidamente asentado en una base de fábrica; por otra parte, la sirena de vapor ha de instalarse forzosamente en las inmediaciones del generador, sin lo cual el motor se enfriaría y hasta podría no llegar al aparato, en tanto que con motor de aire puede el generador colocarse á cualquier distancia del aparato; las dimensiones de la caldera destinada á alimentar las máquinas de compresión de aire son muy inferiores a las que exigiría el motor de vapor, y por lo tanto resulta economía en el consumo de las del primer tipo: de donde resulta, en definitiva, que si bien el coste de instalación de una sirena de aire comprimido es algo, aunque poco, mayor que el que corresponde á una de vapor, los de entretenimiento y conservación son mucho menores para aquélla, y en cambio la sirena de aire comprimido es de instalación mucho más cómoda, de servicio más seguro, y sobre todo hace más ruido que la de vapor; sin embargo de esto, daremos a conocer algunos tipos de cada sistema.

Tres puede decirse que son los elementos que componen este aparato de señales: la sirena propiamente dicha, los compresores y el motor.

Aparato acústico. - El aparato acústico ó sirena propiamente dicha se compone del aparato vibratorio, del sistema de distribución, del regulador, de los mecanismos de movimiento y del resonador: estudiaremos separadamente cada uno de estos elementos, indicando luego la manera de unirlos en algunos de los principales modelos. El aparato vibratorio se compone de dos cilindros concéntricos, fijo el exterior y giratorio alrededor del eje el interior, que des iza casi sin rozamiento con el otro cilindro; la fig. 1 representa una sección de este elemento por un plano normal á las generatrices de ambos cilindros;

TOMO XIX

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mente espaciadas entre sí, pero dirigidas en sentidos opuestos de las anteriores, como se observa en b, además lleva cinco ranuras e iguales á las anteriores y distribuídas convenientemente en toda la superficie; ambos cilindros van encerrados dentro de otro AA, formando entre éste y aquéllos una cámara intermedia CC, á la que llega el fluido motor; BB no es más que la proyección de la cubierta del cilindro AA, que se sujeta á las bridas de éste por medio de pernos con sus tuercas, en cuya tapa hay un cojinete D en el que se apoya por el intermedio de una caja de estopa el eje E del cilindro interior; por el lado opuesto lleva otra cubierta semejante, pero con la corona interior de bastante diámetro para permitir ajustarse á ella otro cilindro en comunicación con el resonador.

La fig. 2, B, representa una sirena longitudinal en escala más reducida de la sirena modelo Sautter Lemonnier y Compañía, en la que CC representa el cilindo exterior fijo y DD el interior giratorio con las aberturas a y b respectiva

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mente; el fluido que penetra por F en la cámara FF pasa por las aberturas b, y como están inclinadas (fig. 1) encuentra a las paredes de las a, y obrando sobre ellas hace girar al cilindro interior, quedando cubiertas las aberturas a; pero en virtud de la velocidad adquirida continúa el giro, presentándose frente a las otras aberturas a, con lo que el movimiento del cilindro interior continúa indefinidamente, produciéndose una serie de pasos é interrupciones del fluido que constituyen una serie de vibraciones que producen el sonido, tanto más agudo cuanto mayor es el número de hendeduras de los cilindros y mayor la velocidad de rotación; pero como éste depende de la primera causa, resulta que á medida que crece el número de hendeduras el de vibraciones es mayor, y por tanto el tono resultante más agudo, y viceversa. Los orificios e tienen por objeto el que, si no confrontan las aberturas a y las b al comenzar á hacer funcionar el aparato, se halla confrontando alguna de las aberturas c con alguna de las a, para lo que aquéllas están dispuestas convenientemente.

с

En el sistema Barbier y Fenestre las aberturas de ambos cilindros son trapezoidales (fig. 3), pero claro es que, con tal sistema, el cilindro interior no puede moverse automáticamente, sino que es preciso acudir á un procedimiento mecánico, que consiste en montar en la dirección del eje de los cilindros otro eje que termina en dos poleas, una de ellas loca, y la otra que por me

dio de una correa toma movimiento de otro eje movido por el vapor de la caldera de alimentación de la máquina y transmite dicho movimiento al cilindro interior, para lo que ambos ejes van unidos por un pasador de resorte, no siendo uno mismo el eje de la polea y el del cilindro, para que éste no sienta la trepidación ni las alteraciones de marcha de aquél.

Esta disposición es ventajosa sobre la anterior por muchas razones, que la han hecho preferir modernamente. En primer lugar, es más racional; además, el aire viene á chocar con la cara exterior del cilindro A según una sección estrechada, penetrando, por lo tanto, con una acele ración de velocidad; las aristas de las partes sólidas son de ángulos agudos, hallándose en condiciones más favorables; de los experimentos hechos con aberturas de diferentes formas resulta que la trapezoidal produce mayor efecto útil, demostrando los practicados por sus autores que esta clase de aberturas producen un aumento de 20 por 100 en la intensidad del sonido respecto de los de forma paralelográmica; el esfuerzo necesario para mover el eje apenas llega á 19 kilográmetros, y aunque pudiera parecer esta una razón para preferir la sirena automática no sucede así, pues de todos modos, para conseguir un trabajo cualquiera, se necesita gastar siempre una cierta fuerza, y por tanto el consumo de esta fuerza tiene también lugar con las sirenas de forma paralelográmica, con la diferencia, en favor de la sección trapezoidal, de que en aquélla, el consumo de fuerza le hace el fluido mismo que produce el sonido á expensas de su velocidad, y

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por tanto de la intensidad de éste, en tanto que en el modelo Barbier y Fenestre se produce el movimiento á expensas del generador sin alterar la velocidad del fluido; es ventajoso el sistema de transmisión por correas, porque da completa seguridad respecto de la manera de funcionar el aparato, pues cualquier resistencia accidental que se presente, si es en el cilindro, como una arenilla, un poco de polvo, etc., es vencida por el movimiento del eje, y si en el mecanismo el sistema de enlace de los ejes hace que no se sienta su efecto en el cilindro, en tanto que la menor cantidad de polvo entre los cilindros del aparato automático detiene el movimiento de éste; por último, la intensidad del sonido depende de la velocidad de salida del fluido por las hendeduras, aumentando, si bien con lentitud, cuando aumenta la presión, y en la sirena Barbier se puede hacer variar á voluntad la velocidad del eje sin modificar la presión, lo que no

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siste en modificar la velocidad del cilindro para | cada nota, y entonces basta una serie de aberturas, y bajo este punto de vista también es preferible la sirena Barbier, en que esto puede hacerse fácilmente sin modificar la intensidad sensiblemente, bien puede seguirse otro procemien to, que es el adoptado en Inglaterra por el Trinity-House, y que consiste (fig. 4) en hacer en el cilindro giratorio A, y en el fijo BB', tantas series de aberturas como sonidos diferentes se han de producir, siendo la separación y el número de aberturas diferente en cada serie.

El cilindro fijo forma parte de una cámara dividida por discos ó tabiques a en tantas otras cámaras By B' como sonidos, á estas cámaras llega el fluido motor por los tubos Cy C', de manera que cada tubo en comunicación con el depósito tiene su llave, de modo que pueda funcionar aisladamente una sola serie de aberturas; así, la cámara B de la figura, que produce los sonidos graves, se comunica con el depósito por el tubo Č, y la cámara B' por el C' Holmes, para hacer variar la velocidad, emplea un sistema de freno de que hablaremos más adelante.

En la sirena de Bülk, así como en otra ensa. yada en South-Foreland, no existe cilindro, sino que en cierto modo se asemeja á la que se emplea en los gabinetes de física, la bocina R se halla cerrada en F (fig. 5) por un abocinamiento que termina en un disco con una ó varias

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ranuras, y una serie de paletas C montadas sobre un eje E movido por una correa; las paletas cierran ó abren las ranuras, permitiendo ó interrumpiendo la salida del fluido motor al resonador R; la sirena de South- Foreland lleva en el disco doce ranuras correspondientes á otras tantas paletas giratorias, en tanto que la de Bülk, con igual número de paletas, lleva una sola ranura; la velocidad normal de rotación del disco de paletas es de 2 400 vueltas por minuto, pero puede hacérsela variar entre 1100 y 2800.

Hace pocos años se establecieron en la isla de Ailsa en la boca del Clyde, dos sirenas, al N. de la isla la una y la otra al S.; las máquinas motrices se hallan en el faro, á 950 m. de la sirena del N y 670 de la del S., que da dos notas altas y una baja, en tanto que la primera sólo produce una nota; los sonidos se producen por grupos de notas, de duración cada una, así como el intervalo de silencio, de dos segundos; y siendo tres los sonidos que se producen se invierten en ellos diez segundos, hallándose separado un grupo de otro por un intervalo de dos minutos y cincuenta segundos, invirtiéndose tres minutos desde que comienza un grupo hasta que principia el siguiente; y á fin de evitar confusión entre las dos sirenas, la del N. comienza á sonar minuto y medio después de haber callado la del S.

En la sirena de Sautter el cilindro fijo lleva 30 hendeduras equidistantes, y otras tantas el

R

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M

S

giratorio: la sirena de Barbier da próximamente 400 vibraciones por segundo, las que se consiguen teniendo cada cilindro 32 hendeduras y haciendo girar el árbol con una velocidad de 750 vueltas por minuto.

Los sistemas de distribución del fluido varían mucho también; sólo indicaremos algunos que nos parecen sumamente prácticos y sencillos: el primero, aplicable á los aparatos que llevan eje motor para los cilindros, consiste en colocar en el depósito de vapor ó de aire comprimido dos tubos que deben conducir aquél al aparato; estos tubos se hallan cerrados por válvulas cuyos vástagos salen al depósito, las que por efecto de la presión del fluido en éste se hallan constantemente cerradas; los vástagos de las válvulas se apoyan en un cilindro giratorio movido por el árbol de la máquina y que lleva en su superficie una serie de álabes de longitudes diferentes, unos más cortos, según las generatrices del cilindro, que sólo alcanzan á una de las válvulas, y otros más largos que tocan á las dos; cuando el cilindro en su movimiento hace pasar un álabe corto bajo la válvula, levanta el vástago de ésta y da salida al fluido por un solo tubo, mientras que si pasa un álabe largo abre las dos válvulas á la vez, y por lo tanto pasa mayor cantidad de fluido, aumentando la presión en los cilindros de ranuras; en lugar del cilindro de álabes se coloca otras veces un disco dentado movido por un tornillo sin fin, y normalmente al plano del disco van montados los álabes, que entonces actúan sobre placas inclinadas en que terminan las varillas de las válvulas. En las sirenas del Clyde, de que antes hemos hablado, el sistema es diferente y sumamente ingenioso, y, aun cuando no exactamente dispuesto como representa la figura 6, que hemos procurado trazar del modo más sencillo para hacer ver la manera de funcionar, es en su esencia el mismo. Sobre eje de la rueda de álabes A, que mueve las válvulas de paso del vapor á la sirena, va montada una polea C por la que pasa una cuerda, ó mejor una cadena Gall ó Vaucansón S, que se arrolla sobre otra polea B y sostiene otra P, de la que va colgado un peso P que ha de ser el motor de A, la que para regularizar el movimiento va en

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conexión con otra rueda F que pone en movimiento un volante ó regulador de paletas VV; sobre el eje de B va montada una rueda D, en conexión con un arco dentado E, unido á una palanca GG con su contrapeso H, cuya posición puede variar haciéndole correr sobre la palanca, que con E forma una del primer género, cuyo eje de giro es R; otra gran palanca MM, cuyo eje de giro es 0, lleva un brazo ó apéndice N que, en su posición ordinaria, estando horizontal la palanca, sirve de trinquete al encontrar á los álabes a de la rueda A, impidiendo su movimiento; la palanca MM lleva un apéndice angular ó palanca QQQ, contra la que, en un momento dado, llega á apoyarse el apéndice ó tope b de E; un cilindro de vapor I lleva su émbolo J con la varilla saliente por el intermedio de una caja de grasa y que termina superiormente en el platillo I que sirve de apoyo á la palanca G; al obrar el vapor bajo el émbolo levanta el brazo de la palanca que lleva el contrapeso H, haciendo bajar el arco dentado, el que hace a su vez girar á la rueda D y con ella á la polea B, levantando el peso motor 1'; el arco dentado E, al girar, viene á apoyar su tope b sobre Q, haciendo bajar la palanca MM y con ella el trinquete N, que deja libre á la rueda de álabes, y solicitada por el peso P gira, y sus álabes abren la válvula de salida del fluido; en las sirenas del Clyde que nos ocupan, que son de aire comprimido, éste se almacena en dos depósitos situados en la misma sala de las máquinas, y de éstos pasa á otro depósito que tiene cada aparato á inmediación, en una cámara abovedada de hormigón, cada tres minutos, un álabe montado sobre el árbol de la máquina compresora abre las válvulas de los depósitos de la sala de máquinas y envía á las sirenas la cantidad de aire necesaria para su alimentación. Cuando cesa la acción del vapor en el cilindro L obra el contrapeso H, y auxiliado por la acción de un electroimán, que no aparece en la figura, hace volver las palancas ERGG y MM á su primera posición.

El sistema de distribución de Bulk es bastante ingenioso (fig. 7). La comunicación entre la caja de aire ó de vapor y la cámara A (figs. 5 y 7) se establece por el intermedio de una corredera que

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su cuerpo la corredera E, que sirve para establecer ó cerrar la comunicación entre las cámaras Ay B (figs. 5 y 7) por las aberturas d, d (fig. 7); la corredera a pone en comunicación alternativa. mente los conductos f y f' con el generador ó depósito y con la atmósfera, haciendo marchar el émbolo D y con él la corredera E en uno ó en otro sentido, pudiendo cambiar la longitud de su carrera con el tornillo 7. El sistema de distribución Barbier y Fenestre se asemeja bastante al ordinario de las máquinas de vapor, y se hace por medio de una válvula en D; no creemos necesario entrar en detalles, que alargarían demasiado el presente artículo.

El regulador generalmente es un freno, del que ahora hablaremos; en las sirenas del Clyde ya hemos visto, sin embargo (fig. 6), que se emplea un volante de paletas VV en conexión con la rueda de álabes A por el intermedio de la rueda F. En el tipo de sirena adoptado por el Trinity. House se emplea un freno regulador de fuerza centrífuga sumamente sencillo; unido al eje E (figs. 4 y8) van dos brazos A (fig. 8) que sujetan en b dos fuertes muelles circulares de acero FF

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HH, á los que el eje E arrastra en su movimiento; un manguito I rodea el cilindro, fijándose á él por un sector circular no representado lo sin fin unido á los brazos BB que salen del en la figura, dentado en su contorno, y un tornimanguito y que terminan en dos ranuras colocamuelles Fy Hllevan, en su extremo libre, cada das en las cabezas a y a de los brazos BB; los uno una masa de corcho D redondeada; al girar

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el cilindro de hendeduras de la sirena arrastra en su movimiento al freno regulador, y la fuerza centrífuga obliga á separarse del eje á las masas de corcho D que se aplican contra un cilindro exterior GG (figs. 4 y 8) que rodea esta parte del aparato; la presión de las masas D puede variar, cambiando el punto fijo a de cada muelle por medio del sector circular y tornillo sin fin destinado á moverle.

Holmes emplea otro sistema también extraor dinariamente sencillo para su sirena, que da dos notas, pero aplicable á mayor número: consiste en montar en la prolongación del eje del cilin dro de hendeduras dos discos de algún espesor y que para mayor número de notas sería forzoso aumentar su número, discos que giran con el eje y en el inerior de un cilindro que los rodea, en cuyo cilindro y en los extremos opuestos de un mismo plano diametral hay practicadas abertu

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ras cilíndricas en las que se mueven ó pueden moverse unos émbolos normales á los cantos de los discos: dos palancas del primer género para cada disco, paralelas en estado de reposo, van unidas exteriormente por un muelle en espiral que tiende à separarlas de los discos, y por el lado opues to cada palanca lleva una zapata que se puede aplicar sobre el disco correspondiente por su canto, cuando el émbolo que va detrás, y del que ya hemos hablado, se oprime contra la cara posterior de la palanca; pequeños tubos en comuni cación con el depósito de aire ó generador de vapor conducen el fluido á los pequeños cilindros en que los émbolos se mueven, bastando abrir una sola ó las dos llaves para que el regulador funcione; cuando debe sonar la nota alta de la sirena sólo funciona uno de los frenos, y ambos para la nota baja; este freno además regulariza el movimiento de la sirena haciendo la velocidad del cilindro de hendeduras constante y fijando la altura de la nota, que queda constante en tanto dura el movimiento. En el sistema Sautter y Lemonnier (fig. 2) sobre el eje E va montado otro cilindro GG, en cuyas bases se articulan en b dos palancas acodadas de brazos desiguales, llevando los más largos, a, a, en su extremo dos mazas de algún peso unidas entre sí por la varilla m; el otro extremo de cada lanca lleva una zapata destinada á aplicarse contra el cilindro HH, HH, á medida que la velocidad del eje E aumenta, las mazas a, en virtud de la fuerza centrífuga, se alejan del centro y hacen que las zapatas del freno regulador se apliquen con más energía contra el cilindro H, hasta que se establece el régimen, para lo que basta una fracción de segundo. El regulador de Barbier y Fenestre no es más que el muelle que enlaza el eje del motor con el de la sirena.

de sirenas, ya sean éstas automáticas, ya hayan de ponerse en movimiento por un mecanismo especial; pero en el presente párrafo no nos vamos á ocupar del fluido que por sus vibraciones al pasar por las hendeduras de los cilindros produce el sonido, sino del motor en sí, es decir, del sistema más conveniente para hacer funcio nar los diferentes elementos del aparato, que, considerado como una máquina cualquiera puede decirse que conviene emplear el vapor cuando hay agua dulce en abundancia de que disponer; el motor de gas cuando el agua escasea; el de aire caliente si aquélla falta por completo, y la electricidad cuando hay medio de procurársela inmediatamente; pero la de que se trata es una máquina especial, no por sus mecanismos, sino porque ha de estar en disposición de funcionar inmediatamente, pues como á la sirena no procede hacerla funcionar de una manera constante, sino sólo cuando las señales ópticas no son visibles por el estado de la atmófera, cuando las nieblas | se presentan, y esto siendo de ordinario de una manera brusca, es forzoso que en el acto de caer la niebla comience á practicarse la señal, pues el menor retraso ha sido causa en más de una ocasión de terribles naufragios; un generador de vapor, aun los conocidos con el nombre de vapa-porización rápida, no permite poner la caldera en presión en menos de media hora, tiempo más que suficiente para que un buque, confiado en las señales que se le deben hacer, no interrumpa su marcha, saliendo de una posición segura para tomar otra peligrosa; las calderas Field son, entre los generadores de los vapor, que más rápidamente se ponen en presión, pero no tardan, según hemos dicho, menos de treinta á cuarenta minutos, y esto en un ensayo en que todo el personal está en su puesto y el combustible acopiado al pie de la caldera, lo que no sucede en el

De los mecanismos del movimiento nada tenemos que decir, pues aparte de que ya hemos indicado algunos, los demás no difieren de los multiples que exige una máquina cualquiera, reducidos en éstas á palancas, ruedas, piñones y tornillos sin fin, convenientemente combinados.

El resonador consiste en un pabellón como el de las trompas, cuyo extremo se ve en R en las figs. 2, 4 y 5, pudiendo ser horizontal, y en semejante caso, como es de bastante peso, de bronce ó latón, con 5 metros al menos de longi

tud

por 13 centímetros de diámetro en la garganta F (fig. 5) y 68 en la boca ó pabellón, tiene que ir montada en un carretón con ruedas que se apoyan en un carril circular para poderla orientar ó imprimirla el movimiento de giro, que muchas veces se impone, según hemos dicho en este artículo y en otro anterior (V. SEÑALES MARÍTIMAS); por esto se prefiere generalmente

Fig. 9

A

hacer la trompeta ó resonador vertical, y cuyo pabellón A vuelve al horizonte (fig. 9). Compresores. Se reducen á una bomba de compresión de aire, compuesta de un cilindro que dentro lleva un émbolo con un sistema de válvulas apropiado, de modo que al moverse el émbolo en un sentido aspira el aire de la atmósfera, y al moverse aquél en sentido contrario le inyecta en un fuerte depósito de palastro, desde el que pasa por un sistema de mecanismos, de los que ya hemos indicado algunos, bien á la caja de distribución, bien á los depósitos inmediatos á la sirena.

Este aparato no se emplea en las sirenas de vapor, pasando éste directamente, bien á la sirena, ó la caja de distribución.

Motores. El vapor, lo mismo que el aire comprimido, son igualmente aplicables á toda clase

servicio ordinario.

Bajo este concepto hay que desechar el motor de vapor, entrando á sustituirle un motor de gas, habiéndose ya aplicado los motores de gas de hulla sistema Otto; el cilindro del aparato motor se halla abierto por uno de sus extremos y cerrado por el otro, en el que queda un espacio, nunca ocupado por el émbolo, llamado cuma ra de compresión, y cuya capacidad varía con la fuerza que ha de desarrollar; cuando el émbolo, cuya varilla sale por el espacio abierto para transmitir un movimiento, avanza hacia el exterior, entran, por aspiración, en la cámara de compresión, y por tubos que á la misma llegan, el gas del alumbrado (hidrógeno carbonado) y aire, en cantidades convenientes para producir una mezcla detonante, que se comprime al retroceder el émbolo, y cuando éste ha llegado al límite de su excursión la caja de distribución deja pasar una corriente de gas encendido que produce la detonación de la mezcla y con ella la expansión consiguiente al aumento de temperatura, expansión que hace marchar al émbolo hacia el exterior, y fríos los gases, y en comunicación con la atmósfera, ayudado el émbolo por la acción del volante, vuelve á retroceder y expulsa aquéllos de la combustión, repitiéndose después constantemente todas las fases indicadas; este motor, como cualquiera otro de gas que se utilice, puede funcionar instantáneamente, resultando, por lo tanto, preferible á los de vapor; tiene, sin embargo, un grave inconveniente, el del mucho coste, inconveniente que, si no hubiese otro medio más económico de conseguir el mismo resultado, no habría más recurso que aceptar, pues mucho más valen las vidas que una señal á tiempo puede salvar, debiendo en tal caso funcionar el motor de gas hasta que el generador de vapor de una nueva máquina alcanzase presión suficiente para funcionar; pero como el coste se debe á la alimentación por gas del alumbrado, que cuando hay fábrica en las inmediaciones cuesta ya caro, y en otro caso resulta mucho más por la necesidad de montar la fabricación, que ocupa un gran espacio, y estos gastos pueden evitarse por procedimientos más económicos, de aquí que se haya salvado hoy esta dificultad; con efecto, el aire carburado produce los mismos efectos que el gas, y los aparatos que se constru yen hoy para su fabricación son sumamente sencillos y económicos; el aire carburado no es más que una mezcla de aire atmosférico con vapor de gasolina de 650°, que tiene muy poco peso y se halla en el comercio en abundancia, pues sabido es que se emplea en el alumbrado doméstico, y á un precio muy bajo; hay, sí, que tener cuidado

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de vaciar los depósitos ó estanques en que se tiene cuando no se ha de producir el gas, llevándole á otros cerrados de báscula, como los que se emplean en los faros, que contienen provisión suficiente para dos días completos de marcha no interrumpida de las máquinas; de estos depósi tos pasa la gasolina al carburador, compuesto de otro depósito 4 (fig. 10), colocado á conveniente altura sobre el suelo; de A parte un tubo D-D, con su llave Z, que comunica con MN MN cubierta con su tapa, como se ve en GH en la sección del aparato, y en cuya tapa hay unos apéndices, 1-2-3-4, en los que se ajustan espesas mechas de fieltro a, b, c, d, aj, b, c, d, que caen hasta cerca del fondo, estando en parte sumergidas en el petróleo, cuyo ni. vel en la cámara es fg; un tubo á modo de serpentín, que está representado en la planta en J, K, L, y en JKL en la sección, se halla sumergido en el petróleo y está destinado á conducir los gases de la combustión que van calentando el keresone ó petróleo y disponiéndole á la evaporación; por un tubo EE penetra el aire en el primer departamento que en la cámara cierran los fieltros, y el aceite por efecto de la aspiración que el cilindro motor produce en el tubo FF de salida; los fieltros, empapados en

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petróleo caliente, son atravesados por el aire, que sale de este modo carburado y va á parar á la máquina, penetrando en una pequeña cavidad donde se halla la válvula llamada de marcha y admisión, porque á la misma cavidad llega el aire necesario para producir el explosivo; la admisión del gas hidrocarburado se hace por medio del regulador como en los motores Otto; para dar fuego á la mezcla se emplea la electricidad; un carrete que gira entre los polos de un imán produce la corriente; el eje del carrete, movido por el árbol de la máquina, lleva una paleta, la que en su movimiento choca contra una palanca que termina en un martillo que pega en una punta en comunicación con uno de los reóforos en tanto que la paleta lo está con el otro; al chocar la paleta se establece la corriente; y como al mismo tiempo separa el martillo de la punta, salta la chispa, que prende la mezcla de aire y gas.

La electricidad como motor sólo puede emplarse cuando hay máquinas de producción constante, pues de lo contrario no se podría poner la sirena en marcha inmediatamente.

Los motores hidráulicos pudieran servir también; pero careciendo de los elementos necesarios, agua y altura, donde se coloca la sirena, no es posible emplearlos.

Aparte de los aparatos que venimos estudiando se aplican varios otros, esencialmente eléctricos, de alguno de los cuales vamos á hacer ligeras indicaciones. La sirena eléctrica de Trouvé, destinada á servir de señal en las embarcaciones eléctricas, es un aparato de pequeñas dimensiones que se encierra en la cámara posterior de un resonador montado sobre un eje horizontal para poderle dar diversas inclinaciones, y éste, sobre uno vertical para cambiar la orientación, va sobre cubierta; una camisa protectora de caucho, para que pueda tomar posiciones diversas, encierra los conductores de la electricidad; el aparato en sí se compone, en primer lu gar, de un disco fijo D (fig. 11) con cuatro álabes interiores 4; por su centro pasa un eje E, que lleva en uno de sus extremos una escobilla y un interruptor, que al girar el eje dejan pasar o interrumpen la corrriente que llega al disco D; sobre el mismo eje, y en el plano del disco, va un pequeño motor eléctrico de cuatro aspas, que son atraídas por los álabes al electrizarse, y que en este movimiento interrumpen la corriente, y

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regulando el sonido por un tornillo y hallándose reforzado por el resonador.

La sirena de Weber se compone de un teléfono que comunica con el eje de una rueda dentada de cobre, cuyo eje comunica también con uno de los reóforos de una pila, mientras que el otro reóforo comunica con un muelle que al girar la rueda va chocando con los dientes de ésta y haciendo oir en el teléfono un sonido cuya altura depende del número de dientes y de la velocidad. Si sobre el eje de la sirena se colocan varias ruedas cuyos sonidos correspondan á los tonos de una octava y las ruedas van unidas á las teclas de una especie de piano que sirve de interruptor cuando no se actúa sobre ellas, al bajar una cualquiera reproducirá el sonido correspondiente, que puede oirse á distancia por el teléfono, sin ser escuchado por el pianista, habiéndose convertido en piano la sirena.

- SIRENA: Zool. Género de anfibios del orden de los urodelos, familia de los proteidos, que se caracterizan por tener el cuerpo prolongado, redondeado, anguiforme, desnudo, glutinoso y con anillos ó surcos transversales poco marcados; la cola, bastante comprimida, se adelgaza para formar una nadadera vertical; las branquias, que forman tres borlas, son persistentes, pediceladas, franjeadas, flotantes, y se fijan sólo en los bordes superiores de tres agujeros ó aberturas movibles. No existen más patas que las anteriores, que son raquíticas, y tienen cuatro dedos bien visibles, aislados, desiguales y un poco córneos en su extremidad libre; la cabeza, de forma redondeada, se confunde con el tronco; las fosas nasales, pequeñas y distintas, se comunican con la boca; los ojos son pequeños y sin párpados, pero están cubiertos de una piel transparente; la lengua, adherente por su base, es carnosa, libre en sus bordes y en su extremidad anterior; las encías están cubiertas en su parte anterior por una lámina córnea; en el paladar se ven dos placas huesosas erizadas de dientecitos ganchudos y distribuídos en varias series; el borde interno de la mandíbula inferior presenta también dientes endebles, parecidos á puntas de carda. La sirena es el único reptil conocido que tiene un solo par de patas. El Dr. Garden, de Chárlestown, en la Carolina, fué el que primero le descubrió é hizo una descripción zoológica y anatómica en la cual se anotaban algunos errores graves, que después se repitieron durante mucho tiempo.

Al principio se consideró á este reptil como un pez afín á la anguila, pero luego se reconoció que tenía pulmones y fosas nasales que evidentemente se abrían. Linneo creyó primeramente que este reptil podría ser la larva de alguna salamandra acuática destinada á conservar aquel estado imperfecto, según se observa en algunas especies de insectos, pero formó un género separado, dándole el nombre de Sirena, con lo cual quería indicar un animal de dos manos con la cola de pez, que producía una especie de voz ó de canto. Desde aquel momento fué objeto este reptil de profundos estudios, y varios natu.

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ralistas, ente ellos Cuvier, dieron á conocer toda su historia y particularidades.

La Sirena lacertina se asemeja á una anguila de gran tamaño, pues llega á medir 50 centimetros de largo. La cola, comprimida y delgada, se tiende verticalmente por prolongaciones de la piel, que representan unas verdaderas membranas que no están sostenidas por radios óseos interiores. La abertura de la cloaca que se ve por debajo del nacimiento de la cola es longitudinal. El color que predomina en este reptil es el gris obscuro o pardo negruzco; la piel es glutinosa, con numerosos poros mucosos, no distinguiéndose escamas ni aun con ayuda del anteojo. Aunque la cabeza no se distingue bien del resto del cuerpo es ligeramente voluminosa por detrás, mientras que en el hocico se encoge hacia adelante por sobresalir el labio superior un poco del inferior; los ojos pequeños y cubiertos de una piel transparente; los miembros son raquíticos, cortos y del mismo grueso en las regiones del brazo, pero el ángulo formado por el codo se distingue bien, gracias á su articulación movible; tiene cuatro dedos cortos, separados unos de otros en toda su extensión y desiguales por su largura, prolongándose más el segundo; no existen uñas, pero como los dedos son poco carnosos se adhiere la piel á la última falange.

Cuvier dice: «La estructura de la cabeza У la composición de las mandíbulas es lo más importante de conocer; basta de por sí para demostrar que este reptil es completamente distinto de todos aquellos con los cuales se le ha querido comparar, suponiendo que se hallaba todavía en estado de larva; la columna vertebral consta de 87 piezas, de las que forman parte de la cola 44; están osificadas, son sólidas, y se unen entre sí poco más o menos como en los peces, es decir, que su cuerpo presenta dos cavidades cónicas llenas de fibrocartílagos que unen las piezas; sólo hay ocho vestigios de costillas á cada lado, pero la cabeza es la que ofrece sobre todo particularidades propias para distinguir al momento

Sirena lacertina

las sirenas de los peces, por su modo de articularse con las vértebras y por la estructura del hueso hióides. >>

Este reptil es propio de la América del Norte, abundando principalmente en la Carolina, donde llega á alcanzar en su completo desarrollo 90 centímetros de largo.

Vive en los pantanos fangosos, y particularmente en los fosos llenos del agua de los arrozales, habiéndose observado que se sumerge en el cieno a más de un metro de profundidad. Su principal alimento consiste en moluscos y anélidos, aunque en el país dicen que traga serpientes, lo cual no es cierto, así como tampoco que

sea venenoso,

«Durante siete años he observado en mi colec

ción de reptiles, dice Dumeril, un individuo vivo que se desarrolló mucho; era muy voraz, y con frecuencia se comía los tritones y rececillos que había en el estanque en que le tenía, y donde por lo regular se escondía debajo de las piedras colocadas allí con este objeto. Evita siempre la luz, para lo cual se sumerge de tal modo en el cieno que sólo se ven su cabeza y los penachos de las branquias. »

Algunos autores dicen que grita y que su voz se parece á la de un ánade joven, pero Barton lo niega rotundamente y dice que sólo produce una especie de gárgara cuando expulsa rápidamente el aire contenido en sus pulmones.

SIRENIA: f. Bot. Género de plantas (Syrenia) perteneciente á la familia de las Cruciferas, tribu de las camelíneas, cuyas especies habitan en la parte oriental de Europa y en la región media de Asia, y son plantas herbáceas, bienales, erguidas, ramificadas, cubiertas de cerditas numerosas aplicadas, con las hojas esparcidas, alargadas, estrechas, casi lineales, poco ó nada dentadas y con pecíolo estrecho; flores dispuestas en

racimos terminales desprovistos de hojas, ó con ellas sólo en su base, alguna vez espiciformes, generalmente de gran tamaño y de color amari. Ilo; cáliz formado por cuatro sépalos conniventes y los dos laterales gibosos en la base; corola formada por cuatro pétalos hipoginos y enteros; seis estambres hipoginos, tetradínamos, y con los filamentos desprovistos de dientes; el fruto es una silícula bivalva terminada por el estilo tetragonal alargado, con el estigma bipartido, y sus valvas son naviculares, agudamente aquilladas y uninerviadas; semillas numerosas, biseriadas, colgantes, lisas, sin margen y con los funículos aleznados y libres; embrión sin albumen, con los cotiledones planos y la raicilla ascendente é incumbente.

SIRENIOS (de sirena): m. pl. Zool. Orden de mamíferos que se caracterizan por tener: calave. ra con el agujero grande, posterior y dirigido algo declivemente; supraoccipital apenas vertical y no dilatado por delante; parietales juntos é interpuestos entre éste y los frontales; periótico y timpánico unidos uno con otro, pero no arti culados con el escamoso; periótico con una porción posterior irregularmente redondeada; tím. pano en forma de anillo; el maxilar inferior con ramas ascendentes bien desarrolladas; cóndilos normales y transversos y apófisis coronoides; dientes molares laterales y propios para la trituración de la hierba; cuello mediano; segunda vértebra cervical con apófisis odontoides; extremidades anteriores medianamente largas, móviles en el codo, con los huesos del carpo y las falanges articulados directamente con los contiguos y dedos normales; las posteriores y la pelvis atrofiadas; cola horizontal" y dispuesta para la natación; cuerpo pisciforme, con cerdas esparcidas; encéfalo estrecho; corazón profundamente dividido entre los ventrículos; estómago dividido en dos cavidades, una á continuación de otra; dos mamas pectorales.

Los sirenios forman el tránsito de las focas á las ballenas, el lazo que une á éstas con aquéllas; algunos naturalistas los presentan como una simple familia del orden de los cetáceos, pero difieren bastante de éstos para separarlos com. pletamente. Este orden es pobre en especies, pues no se conocen más que cinco; en todas ellas parece luchar el tipo del pez con el de los paquidermos, particularmente con el del hipopótamo. Sólo existen los miembros anteriores, convertidos ya del todo en nadaderas; sus dedos, completamente rodeados por la piel del cuerpo, han perdido toda su movilidad, y sólo en algu nos indican ciertos vestigios de uñas la división primordial de la mano; la cola, que representa los miembros posteriores, ensánchase en forma de fuerte remo natatorio; la cabeza es pequeña; el hocico grueso y cilíndrico; los pelos raros, cortos y sedosos. La única semejanza que estos macizos y pesados seres pueden ofrecer con el hermoso cuerpo de la mujer consiste en la presencia de dos mamas pectorales, salientes y situadas entre las dos nadaderas anteriores.

Error sería creer que ha de encontrarse en lo que llaman los naturalistas sirenas esos seres fantásticos de la antigua Mitología que, mitad mujeres mitad pescados, habitaban las azuladas aguas del mar, y cuyos cantos seductores y gestos singulares, movimientos de cabeza y fascinadoras miradas, invitaban al pobre mortal á que se aproximase para acariciarlas, quedando entonces perdido sin remedio. Al emplear la palabra sirena los naturalistas se han dejado llevar de su afición á los nombres poéticos, sin cuidarse de si la poesía les autorizaba para emplear semejante calificativo. El nombre de sirena conviene también á los animales á que se aplicó, como el de amadrias, que sirve para designar, no las graciosas ninfas de los bosques soñadas por la imaginación de los griegos, sino una de las especies de monos más singulares, y que sólo puede tener atractivo para el naturalista.

Seguramente se ha necesitado tener una imaginación muy viva y por demás osada para com. parar á estos animales, ni aun desde lejos, con las encantadoras vírgenes del Océano; y no cabe duda que uno de ellos, probablemente el dugong de la India, ha dado margen á la fábu la. Como quiera que sea, los primitivos autores debieron conocerle mejor que á las focas, en las cuales se ha querido ver también el sér fantástico de los poetas de la antigüedad.

Los sirenios se encuentran en las costas planas, en los golfos y embocaduras de los ríos, y hasta en los parajes poco profundos de sus corrientes. Sólo por excepción se ven en la zona templada, según parece, aunque del todo no puede asegurarse, porque escapan fácilmente á la observación. En cuanto á lo demás, no son sedentarios; recorren grandes distancias internándose en las tierras, y hasta llegan á los lagos interiores que comunican con los grandes

rios.

Viven apareados ó en reducidas manadas, siendo la creencia general que el macho permanece siempre con la hembra.

Los sirenios son aún más acuáticos que los focídeos, pues rara vez se les ve salir del agua. No tienen tanta agilidad como los otros mamí. feros marinos; nadan y se sumergen perfectamente, pero evitan las aguas de mucho fondo, sin duda porque no pueden bajar y subir bien á diversas profundidades. Al nadar levantan sobre la superficie del agua su cabeza una parte del lomo, como lo hacían en otro tiempo las supuestas vírgenes marinas.

Sólo a costa de grandes esfuerzos consiguen recorrer en tierra un espacio reducido, porque las extremidades natatorias son demasiado endebles para mover su pesada masa, y el cuerpo está muy lejos de tener tanta flexibilidad como el de

las focas.

Los sirenios se alimentan exclusivamente de plantas marinas y de hierbas que crecen en el agua ó en sus orillas; son, con los ritípidos, los únicos mamíferos marinos herbívoros. Arrancan las plantas con sus labios gruesos y cada vez tragan una enorme cantidad, como lo hacen los hipopótamos; su voracidad no tiene límites, donde se hallan estos animales, sus excrementos, semejantes á los de la vaca, cubren toda la superficie del agua, indicio que sirve con frecuencia para descubrirlos.

A semejanza de todos los animales voraces, los sirenios son pesados, perezosos y estúpidos; se dice que son pacíficos é inofensivos, pero muy bien pudiera añadirse que no hacen más que comer y dormir Sin temor y sin valor, viven en paz con todos los otros animales; sólo se ocupan

Sirenio (Dugong)

de su alimento; su inteligencia no puede ser más limitada. Los individuos de los dos sexos se profesan mucho cariño y se defienden mutuamente en caso de riesgo. Las hembras cuidan de sus hijuelos con ternura, y, por más que parezca in creible, los acercan á su pecho para amamantarlos, como pudiera hacerlo la mujer con su niño. Una de las nadaderas les sirve de brazo, y con ella estrecha la hembra al hijuelo.

Cuando estos animales sufren ó están en peligro vierten lágrimas, pero sería temerario pretender que son hijas de una emoción particular. Las lágrimas de estos seres no tienen relación alguna con las de las heroínas legendarias; su voz tampoco recuerda el canto de aquellos seres fantásticos del mar: consiste sólo en inútiles sonidos sordos y débiles; cuando duermen produ cen una especie de ronquidos profundos.

De las cinco familias que comprende este orden, tres únicamente se encuentran vivas en la actualidad: los Manátidos, que viven en América y cuyo tipo es el Manati; los Halicoridos, propios del Mar Rojo y de las Indias, cuyo tipo es el Dugong; y los Ritinidos, representados por la Rhylinia Stelleri, que hasta fines del siglo pasado vivía en gran abundancia en el Estrecho de Behring y regiones cercanas, pero que efecto de la gran persecución que se la hizo ha desaparecido por completo.

A los actuales género Manatus y Halicore pueden agregarse numerosos géneros y represen tantes fósiles que amplían bastante la distribución en el tiempo de este orden: el mismo género actual Manatus hállase ya representado en los depósitos recientes de algunas formaciones de los Estados Unidos de la América del Norte. El género Halitherium de Kaup, que es igual al Halianassa de Meller, se caracteriza por presentar

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su cráneo más semejante al de un Manatus que al del Halicore y presentar los incisivos y los caninos inferiores caducos, en tanto que los molares se parecen bastante á los del grupo de los ungulados, y más particularmente á los de las formas de hipopótamos con los cuales llegó á confundirlos anatómico tan esperto como Cuvier. Los rudimentos de las extremidades posteriores preséntanse más desarrollados que en los sirenios actuales; las costillas no son cavernosas, sino por el contrario macizas y muy pesadas. La especie más importante del género Halitherium es la Schinzi Kaup, encontrada en el terreno mioceno de Flonheim, y que ha sido descrita por Meller con el nombre de Halianassa Colini como procedente de las formaciones de la cuenca de Mallenza, siendo bastante mejor conocida esta especie que la Cordieri y la Studeri, que lo son muy imperfectamente.

Otra forma de sirenios fósilles es el Felsino therium, descrito por el geólogo italiano Capellini por haberse encontrado en las formaciones del terreno plioceno de aquella península, y que se ha demostrado ser muy próximo pariente del Halitherium. Merece citarse el género Pchytina por los fenómenos que ocurren en la repartición del mismo, su especie Stelleri alcanzaba un tamaño de 8 á 10 metros de longitud y presentaba placas cónicas masticadoras en el maxilar superior y en la mandíbula, vivía formando rebaños de bastante consideración en las cercanías del Estrecho de Behring, especialmente en las islas Aulentianas, en donde se encontraba en 1742, pero ha side extinguida por completo, creyéndose que el último ejemplar fué muerto en el año de 1768; hoy se encuentra tan sólo en estado subfósil en las cercanías del citado Estrecho de Behring.

SIRENUSAS (ISLAS) Geog. ant. Rocas ó escollos adyacentes á la costa de Campania. Eran, según la fábula, las Sirenas mismas, que, habiéndose arrojado al mar desesperadas por no haber podido seducir á Ulises, fueron convertidas en

escollos.

SIRESA: Geog Lugar del ayunt. de Hecho, p. j. de Jaca, prov. de Huesca; 377 habits. SIRET: Geog. V. SERET.

SIREX: m. Zool Género de insectos del orden himenópteros, familia síridos, que se distingue por los caracteres siguientes: la cabeza casi hemisférica, con la boca muy notable, presentando el labio superior pequeño y alargado, las mandíbulas cortas, pero muy fuertes; las demás piezas son muy pequeñas y de una estructura anómala; las maxilas con dos lóbulos alargados y adornados de sedas, y sus palpos tienen uno ó dos artejos; el labio inferior tiene el menton transversal y más ancho por delante que por detrás, el labio propiamente dicho forma un lóbulo saliente entre los palpos, y estos últimos son cortos y de tres artejos en ciertas especies, de dos ó de cuatro en otras; las antenas son setáceas, tan largas como la mitad del cuerpo; su primer artejo es tan gran

Sirex

de como los demás y truncado en su extremo; el número de artejos de las antenas varía en las diferentes especies y entre 17 y 25; el tórax tiene una forma cuadrada, con el dorso del protórax grande; las patas son fuertes, con las tibias y los tarsos posteriores anchos y comprimidos en los machos; los ganchos de los tarsos están provistos de un diente fuerte situado en medio de su lengitud; las alas anteriores tienen dos células marginales, de las que la segunda no llega á la extremidad, y tres células submarginales, además de las tres discoidales y las dos marginales posteriores; el abdomen es cilíndrico en las hem. bras y algo deprimido en los machos; el último segmento ofrece una prolongación puntiaguda; el taladro de las hembras pasa un poco la extremidad del abdomen, y se compone de dos valvas biarticuladas, de una parte impar ó estuche del taladro, formado por dos piezas dentadas; el con

junto de estas tres piezas constituye un tubo por el cual pasan los huevos.

Estos insectos depositan los huevos en los árboles y sus larvas son carniceras, pues su alimentación preferente la encuentran en otros insectos, especialmente en las crisálidas de los lepidopteros. Estas larvas son largas, cilíndricas, carnosas, con los segmentos plegados á través; su cabeza es pequeña, privada de ojos y provista de dos pequeñas antenas cónicas y formadas de varios artejos; sus mandíbulas son fuertes y dentadas, pero las demás piezas de la boca son pequeñas; su labio superior es ancho y corto; las maxilas están terminadas por tres lóbulos, siendo ovalado y muy velloso el interior y muy pequeño el exterior, y el medio, que representa el palpo, está formado de varios artejos; el labio inferior es carnoso, transversal, con dos pequeños palpos; el último segmento del abdomen es grande y está armado de una punta ó espina de sólida consistencia. Estas larvas viven en el interior de los árboles, perforándolos en todos sentidos, y su presencia ocasiona algunas veces grandes perjuicios en los bosques de árboles todavía verdes. Cuando estas larvas han llegado á su entero crecimiento se fabrican un capullo de seda muy fino, mezclado con sus excrementos y pequeños pedacitos de madera. Las ninfas se transforman en insectos perfectos al cabo de un mes, ó al año siguiente si la estación está muy avanzada. El tipo de este género es el Sirex juvencus L., que habita en Europa, y el L. nigricornis Fab., que vive en la América meridional.

SIRFINOS (de sirfo): m pl. Zool Tribu de insectos del orden dipteros, familia braquistómidos Se distingue por los siguientes caracteres: cara generalmente con una prominencia; labio superior ancho, velloso y escotado; palpos ensanchados en la extremidad; estilo de las antenas ordinariamente dorsal; abdomen generalmente deprimido y alargado; una célula discoidal en las alas; tres posteriores, la primera cerrada, la segunda se extiende á lo largo del borde posterior: algunas veces presentan pequeñas nerviaciones terminales; la anal grande; una falsa nerviación longitudinal divide la célula discoidal y la primera posterior.

Los sirfinos son en los dípteros los insectos más notables por su tamaño grande y por los colores de que están adornados. Al brillo metálico que poseen se añaden manchas amarillas ó blancas diversamente figuradas. Destinadas á vivir sobre las flores, rivalizan generalmente en elegancia con éstas Como todas las tribus numerosas los sirfinos presentan en sus órganos considerables modificaciones, y en ellos se reconoce una gradación sensible que parece aproximarlos en sus relaciones á familias superiores é inferiores Algunos autores que se han ocupado en el estudio de estos animales Fan dividido esta tribu en dos grupos, á los que han dado la denominación de longicornios y brevicornios: los primeros tienen las antenas un poco más largas que la cabeza, y los segundos han comprendido aquellos que ofrecen el cuerpo ancho y alas divergentes, ó el cuerpo estrecho y alas paralelas. Las partes más variables de la organización son las antenas, la cara, las nerviaciones de las alas y los pies Las antenas, además de las modificaciones que hemos señalado, es decir, si son largas ó cortas, tienen su inserción unas veces inmediatamente sobre la frente, otras sobre una eniinencia más o menos fuerte, cónica ó cilíndrica; el último artejo adquiere todas las dimensiones, desde la forma más ancha que larga hasta la forma igualmente lineal. El estilo, ordinariamente setáceo, se dilata en forma de elegante penacho en las Volucelas y Sericomias.

La cara presenta formas muy diversas: puede ser cóncava, plana, convexa, con una prominencia que ocupa generalmente su parte media; el borde inferior avanza algunas veces, y en algunas especies se prolonga y sirve de vaina á la trompa, que se prolonga en la misma proporción, y cuyos palpos están modificados de una manera inusitada; soldados á las sedas maxilares desde su base hasta cerca de su extremidad, no parecen consistir más que en un pequeño artejo oval inserto sobre estas sedas.

Las alas, generalmente paralelas, divergentes en la mayoría de los sirfinos de cuerpo ancho, varían sobre todo en la disposición de las nerviaciones; la célula marginal es abierta en gran número de especies, y en algunas se cierra antes

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