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término medio en las premisas da lugar á las figuras del silogismo (V. FIGURA). La naturaleza, según la combinación de la cantidad de la y cualidad, de las proposiciones determina los modos del silogismo (V. MODO). Existen raciocinios mediatos (V. ARGUMENTO) que, sin carecer de lo esencial á todo silogismo y sin dejar de ser concluyentes en su materia, son irregulares por su forma, en cuanto establecen el lazo lógico de una manera especial. No viola esta irregularidad de la forma las leyes que rigen la materia del silogismo, sino que toca sólo á la complejidad del pensamiento ó á las cualidades intrínsecas del lenguaje en la mayor ó menor precisión con que se enuncian los raciocinios (V. ENTIMEMA, EPIQUEREMA, DILEMA, POLISILOGISMO Y SORITES). Aunque la doctrina lógica y del silogismo y del raciocinio en general tiene, como la del juicio (V JUICIO), un carácter formal y abstracto, revierte ésta como aquélla á la verdad real de las premisas á que sirve de lazo lógico. Sin embargo ambos aspectos se distinguen (la verdad real y formal), y en este sentido la forma enuncia el lazo lógico de la conclusión con las premisas, sin preocuparse de su verdad ó falsedad, de lo cual resulta: Primero, que un silogismo falso puede componerse de tres proposiciones verdaderas: «la templanza es una virtud: la templanza es laudable, luego la virtud es laudable; donde, an siendo verdaderas las proposiciones, el silogismo es falso, porque de que sea laudable una virtud no se deduce que lo sean todas Segundo, que un silogismo verdadero puede componerse de tres proposiciones falsas: todo sentimiento valeroso es laudable: la imprudencia es sentimiento valeroso, luego la im. prudencia es laudable; silogismo falso en su materia y verdadero en su forma. En ninguno de estos casos existe razonamiento, porque la legitimidad del silogismo depende del acuerdo de su verdad material con su verdad formal, lo cual hay que probar en todo silogismo, mientras que para rechazarle basta probar que carece de verdad formal; por esto decimos que es más fácil criticar una cosa que hacerla, y que en una discusión la posición más ventajosa es la del que niega, critica ó censura.

SILOGÍSTICAMENTE. adv. m. De una manera

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SILOGIZAR (del lat. syllogizare; del gr. ovλoyiw): n. Disputar, arguir con silogismos ó hacerlos.

SILONAY: Geog. Islotes adyacentes á la costa N. de Mindoro, Filipinas. Sou dos: el mayor de ellos, llamado así, tiene unos 4 cables de extensión y se halla rodeado de piedras y demora al N.E. E. distancia una milla de punta Calapán, con la que forma un canal limpio de 75 m. de fondo arena. El otro islote, llamado Anaganahao ó Ahorca Pilotos, es de regular alt., de figura de pilón de azúcar, y está también rodeado de pie-, dras que forman pequeñas restingas por su parte N. y S. Demora al E.S. E. distancia una milla de la misma punta Calapán, entre Silonay y la costa, formando dos canales iguales de unos 3 cables de ancho de 18 m. de fondo piedra el canal con Silonay, y de 13,3 m. de arena el canal con la costa (Derrotero del Archipiélago Filipino).

SILONGS: m. pl. Etnog. V. SELONGS.

SILOPA: f. Zool. Género de insectos del orden

de los coleópteros, familia de los escarabcidos, tribu de los melolontinos. Los principales carac teres de este género son los siguientes: menton cuadrado, truncado oblicuamente o impre80 en su mitad anterior, su parte ligular muy

corta y algo escotada; el lóbulo externo de las maxilas robusto y armado de cinco ó seis dientes, el último artejo de los palpos cilíndrico ó fusiforme; labro corto, grueso, arqueado y lige ramente escotado; cabeza corta, inclinada; el epistoma separado de la frente por un surco poco distinto, muy transversal, semicircular y algunas veces sinuado; antenas de ocho ó nueve artejos, los tres últimos formando una maza corta y gruesa, protórax transversal, redondeado sobre los lados y con dos senos en la base; élitros oblongos recubriendo en parte el pigidio; tibias anteriores cortas, anchas, tridentadas, el diente superior muy pequeño; tarsos delgados y largos; sus uñas son bífidas ó simples; el pigidio en forma de triángulo curvilíneo transversal.

Este género es rico en especies y propio de Australia; generalmente son insectos pequeños, de cuerpo muy convexo y más o menos vellosos por debajo; su color es pardo negruzco ó ferruginoso. El tipo del género es la Silopa pubescens Er.

SILOQUELIDO (del gr. ouλŋ, rapiña, y xexSúv, golondrina): m. Zool. Género de aves del orden de las palmípedas, familia de las estérni das, que se caracterizan por tener el cuerpo bastante vigoroso y recogido; el pico muy grande, fuerte y más largo que la cabeza; las patas pequeñas; las empalmaduras muy escotadas, alas largas en forma de sable; cola ligeramente ahor quillada y el plumaje muy pegado al cuerpo

La especie verdadero tipo de este género es el Sylochelidon Caspia, conocida vulgarmente con el nombre de gaviota quejumbrosa, que tiene la parte superior de la cabeza negra; los lados del cuello, la cara inferior del cuerpo y lo alto del lomo de un blanco brillante; el manto gris azul claro; la extremidad de las alas más obscura, la cola más clara que las demás partes del manto, el ojo pardo; el pico rojo coral, y las patas negras. Los pequeños tienen manchas parduscas en el lomo. Esta ave mide 55 centímetros de largo por 1,38 de punta á punta de ala, ésta tiene 44 y la cola 16.

Es originaria del centro de Asia y el Sur de Europa; anida excepcionalmente en la isla Sylt y en algunas localidades de las costas de Francia, Holanda y Pomerania. En invierno aparece en la costa meridional del Mediterráneo, cerca de los lagos del Bajo Egipto, en las costas del Mar Rojo y del Mar de las Indias, y siguiendo el curso de los ríos llega hasta el centro de Africa y de las Indias. Brehm la ha visto en el Sudán; Jerdon dice que todos los inviernos se presenta en el interior de las Indias. Escasea en el interior de Alemania, debido sin duda á que los ríos no son bastante grandes ni tienen pesca suficiente. Llega á la isla de Sylt hacia la segun da mitad de abril, y abandona á mediados de agosto el punto donde anidó.

Respecto á sus costumbres dice Naumann que esta ave no se encuentra sino en las orillas del mar, y que sólo se aleja de las costas algu nos kilómetros, añadiendo que permanece mucho tiempo, no sólo en la inmediación de los lagos, sino también cerca de los ríos del centro de Africa. Se la ve por lo regular volando á unos 15 m. sobre la superficie del agua, reconociéndosela por su pico rojo brillante; de vez en cuando agita las alas y se deja caer oblicuamente al agua. No se puede confundir al siloquélido con la gaviota, aunque se mueve con más lentitud. Para descansar se posa en un paraje arenoso de la ribera, donde forma con sus semejantes una línea larga y compacta, colocándose todos los individuos con la cabeza vuelta hacia el agua. Viendo aquel grupo de aves inmóviles se las distingue à primera vista de una bandada de gaviotas, en las que alguna se mueve siempre. Algunas veces se posa una de estas aves sobre la superficie del agua y nada algunos minutos, pero suele permanecer comúnmente en el mismo sitio sin remar con las patas ni tardar en remontarse por los aires.

Generalmente su voz es fuerte y chillona; huye del hombre y es tímido y receloso. Se reune con sus semejantes en el momento de la postura, pero más tarde cada individuo vive para sí y no va con los otros sino para descansar. Los principales móviles de sus actos son, al parecer, los celos y la envidia; además se distinguen por su valor é índole belicosa.

Es una verdadera rapaz: su principal alimento lo constituyen los peces, y come algunos bas

taute grandes. En ciertos casos también acomete á las aves acuáticas, sobre todo cuando nadan, y las devora con verdadero placer Schilling fué el primero que tachó á esta ave de ladrona de los nidos de las aves que se reproducen en la ribera; observó, en efecto, que las gaviotas volaban lanzando gritos en cuanto se presentaba aquella ave; que caían sobre ella con furia procurando ahuyentarla, mientras que el siloquélido continuaba tranquilo su camino sin hacer aprecio de la algarabía de sus perseguidoras. Jerdon dice que en las Indias caza los crustáceos con mucha actividad, pero aun allí prefiere los pe

ces.

Según dice Naumann, que visitó la isla Sylt, los huevos están sobre la tierra desnuda, en una depresión ligera formada por el ave no lejos de las orillas del agua; los nidos se hallan unos de otros á la distancia de unos 60 centímetros, y contienen, por lo regular, dos huevos, algunas veces tres, pero nunca más de este número. Su forma y tamaño son los de los del ánade doméstico; la cáscara es lisa, opaca, de color amarillento sucio ó blanco pardusco, con puntos y manchas de gris ceniciento y gris negro, aunque algunas veces el tinte y los dibujos sufren variaciones. Hasta la segunda quincena de mayo no empiezan á poner; en la isla de Sylt les quitan varias veces los huevos, y sólo dejan tranquilas á las aves ocho ó quince días antes de la fiesta de San Juan. Cuando se acerca alguien al nido se ve acosado al momento por los padres, que lanzan gritos, sobre todo el macho, que es más atrevido que la hembra. Esta, cuando pone ó cubre sus huevos, vuelve siempre la cabeza hacia el agua. Con frecuencia interrumpe la incubación, pero de todos modos está más tiempo sobre los huevos que sus congéneres, y si se la espanta una vez tarda mucho en volver a su nido. Los hijos nacen con el lomo manchado de un negro agrisado y el vientre blanco, comenzando á correr muy pronto. Los padres les dan de comer peces, y el macho también se los trae á la hembra mientras dura la incubación.

El pico de estas aves es un arma terrible, y se defienden con él muy bien; al que las acomete le muerden cruelmente, y se hacen temer hasta del cazador que las hiere. Generalmente el hombre las deja en paz, limitándose á quitarles los huevos, que son un manjar muy delicado y constituyen para los propietarios donde se haya establecido la colonia una renta de bastante importancia.

En cautividad se entristece y muere, porque le cuesta mucho trabajo comer el pescado muerto.

SILOS: Geog. Lugar con ayunt., al que se hallan agregados varios caseríos, entre ellos el llamado La Tierra de Trigo, que cuenta 171 habitantes, p. j. de La Orotava, isla de Tenerife, prov. y dióc. de Canarias; 1247 habits. Sit. cerca del mar, al O. de Garachico y no lejos del monte de Talavera. Terreno montuoso; cereales, vino, hortalizas y frutas; cría de ganados.

- SILOS: Geog. Lugar de la prov. de Pamplona, Rep. de Colombia, sit. al S.O. de Pamplo na, á 2588 m. de alt.; 2500 habits. todo el dist. Fab. de mantas de lana.

- SILOS (LOS): Geog. Caserío del ayunt. de Santa Brígida, p. j. de Las Palmas, prov. de Canarias; 71 habits. Arrabal del ayunt. de Quero, p. j. de Quintanar de la Orden, prov. de Toledo; 302 habits.

- SILOS (EL MONJE DE): Biog. Historiador español, cuyo nombre se ignora. Aún vivía en los comienzos del siglo XII Pellicer y Nicolás Antonio creyeron que el monje de Silos, también llamado el Silense, no era persona distinta de un D. Pedro, obispo de León, que escribió la vida de Alfonso VI: pero siendo obispo de León D. Pedro ya en tiempo del citado Alfonso, lo cual comprueba la crónica de Pelayo de Oviedo (número XIII), y apareciendo el Silense como monje pasada toda la vida de aquel monarca, época en que compuso la crónica de que se habla más abajo, la hipótesis de dichos escritores resulta contraria á la verdad histórica. No obs. tante, recordando que el entendido sevillano Pedro de Mejía, en su silva de varia lección, declara haber visto una Chronica de Alfonso VI compuesta por D. Pedro, obispo de León, y teniendo en cuenta que Sandoval cita la misma obra, se adquiere el convencimiento de que ha existido una crónica, diferente de la del monje de

Silos, relativa al conquistador de Toledo y atribuída al obispo de León, su coetáneo. El error de Pellicer Nicolás Antonio, nacido acaso de la demasiada fe concedida á Lorenzo Padilla y al P. Higuera, parecía apoyarse en la identidad del asunto de las crónicas respectivamente escritas por el monje de Silos y por el obispo referido. El Silense floreció en el reinado de Alfonso VI, pues él mismo asegura haber tratado mucho á la hermana de aquel rey, pero compuso su crónica después de la muerte del citado monarca. Educado, pues, en la segunda mitad del siglo XI, ingresó en el claustro, según propia confesión, en la flor de su juventud, y vivió en el monasterio de Silos. Su Chronica completa, escrita en el latín de su tiempo, era la historia detallada del conquistador de Toledo, precedida de una breve noticia de los ascendientes de Alfonso VI. Por desgracia, esta breve noticia es lo único que nos queda del Cronicón; lo relativo al reinado de dicho Alfonso, ó sea el asunto principal, se ha perdido, siendo inútiles las mayores diligencias de los eruditos para descubrirlo. La parte que existe, aunque destinada á servir de preliminares, es de gran interés, ya porque ofrece claro testimonio de la dirección que iban tomando los estudios, ya por haber contribuído á restablecer la pureza del texto de los cronicones adulterados por Pelayo de Oviedo. Tomó el Silense por guía á San Isidoro de Sevilla, y mencionando la dominación de los visigodos ensalzó el valor y la fe de Recaredo y de Wamba, sin olvidar las torpezas de Witiza y de Rodrigo. Para los tiempos de la Reconquista siguió las huellas de Sebastián de Salamanca y de Sampiro, recogió de la tradición oral los sucesos más cercanos á su época, y en el retiro del claustro utilizó copiosos apuntamientos debidos sin duda á los monjes que en el monasterio de Silos le precedieron, logrando así ilustrar con peregrinas noticias reinados tan obscuros como los de García I y Ordoño II, ampliandolos todos y dando mayor bulto á ciertos sucesos. Al llegar á tiempos en los que debe á la relación de los Padres el conocimiento de los hechos, presenta á Bermudo II como príncipe prudente, misericordioso y justo, á diferencia de Pelayo de Oviedo, que á Bermudo aplicó afrentosos dicterios nefandos crímenes. Con mayor exactitud y que otros cronistas, ya que no con entera claridad, bosquejó las calamidades que afligieron á los cristianos en vida del célebre Almanzor; y dedicando pocas palabras á las expediciones de Alfonso V, pasa á la historia de Navarra para buscar la ascendencia paterna de Alfonso VI, fin á que se encamina toda la obra. Ligeramente reseña los sucesos hasta llegar á Fernando I de Castilla, dejando rodeado de tinieblas el origen del reino pirenaico. Con empeño procura ilustrar la historia de Fernando, cuyos hechos ocupan buena parte de la crónica, que termina con la muerte de aquel príncipe en 1065. En lo que de su obra nos queda, el monje de Silos busca los caminos del saber en las Sagradas Escrituras y en las obras de los Santos Padres. Familiarizado con los doctos diálogos de San Gregorio, volvió también sus miradas al estudio de la antigüedad. Aspiró á que la narración histórica, en él sembrada de sentencias morales y políticas, revistiera un tono y un estilo á la sazón inusitados; hizo alarde de conocer la antigua geografía de nuestra península, usando los nomDres de Bética, Lusitania, Hispania Cartaginen se, Celtiberia, etc.; llevó su erudición al punto de comparar á un rey de Asturias con el león libico, atribuyéndole el valor de Marte; pintó la venida del nuevo día presentando la imagen de Titán que se levanta de las ondas, y en los acontecimientos de mayor importancia admite la intervención divina, fomentando de este modo las creencias que iban dando vida y calor á la poesía popular, cuyas primicias recogieron bien pronto los eruditos. La Cronica del monje de Silos fué publicada por Berganza en sus Antigüedades de España, y por Flórez en el tomo

XVII (págs. 226 á 323) de la España Sagrada, donde ocupa, pesar de estar incompleta, como se ha dicho más arriba, mayor extensión que otras crónicas de época anterior.

SILOVA: Geog. Río del gobierno de Arjánguel, Rusia. Sale del lago Bolvanskoie, entre el monte Poiemboi al 0. el Net-Iu ó Gnetiu del Ural septentrional al E.; recibe por la izq. un tributario importante que le llega del S., y á los 128

kms. de curso vierte sus aguas en el Kara, junto á la extremidad E. S. E. de la cordillera Pacjos.

SILPIA: Geog, ant. C. de España en la época romana. En ella tuvo lugar una célebre batalla que describe Tito Livio del siguiente modo: «Asdrúbal dejó á Cádiz y entró en la España Ulterior secundado por Magón é hizo levas po niendo en pie de guerra 50 000 infantes y 4.500 caballos, estableciéndose á la entrada de inmensa llanura al pie de los muros de la c. de Silpia. Al tener Escipión noticia de aquel formidable armamento buscó alianzas en las gentes del país, enviando al efecto á M. Silano para que a solicitara el auxilio de Colcas, que reinaba en 28 ciudades, y partió de Tarragona hacia Castulo con sus legiones. Allí llevó Silano 3000 infantes y 5 000 caballos, llegando á Becula con un ejército de 4 500 hombres entre romanos y aliados. Cuando establecían el campamento, Magón y Masinisa les atacaron con su caballería, y hubieran exterminado á los trabajadores si algunos jinetes ocultados por Escipión detrás de una altura no hubiesen cargado de repente sobre los que atacaban en desorden. Los más fogosos, que ha bían llegado hasta las empalizadas, se dispersaron al primer choque; pero los que marchaban bajo las enseñas en buen orden resistieron el choque, y hubiera sido dudoso el resultado si las cohortes no se hubiesen desembarazado del bagaje y, acudiendo al campamento, no hubieran tomado parte en el combate. Entonces los enemigos retrocedieron, al principio con orden y después precipitadamente. Este combate, afir mando la confianza de los romanos, desanimó á los cartagineses; sin embargo, durante algunos días sus jinetes tropas ligeras continuaron sosteniendo escaramuzas. Cuando se hubieron probado bastante en dichas escaramuzas, presentó Asdrúbal sus tropas en orden de combate y los romanos hicieron lo propio; pero ninguno de los ejércitos avanzó, y ya declinaba el día cuando unos y otros volvieron á sus campamentos, repitiéndose este hecho durante varios días y conservando cada uno de ellos el mismo orden de formación. Viendo Escipión que ya se contaba como seguro que aquel sería el orden de batalla, una noche mandó que todas las tropas estuvieran dispuestas para el amanecer del día siguien te, y cuando despuntaba el sol lanzó toda su caballería y las tropas ligeras contra las avanzadas enemigas, avanzando él poco después, pero llevando á los españoles en el centro, contra la opinión general de sus oficiales. Despertado Asdrúbal por el ruido de su caballería salió de su tienda, y viendo próximos ya á los enemigos dispuso que saliesen sus tropas en el orden acostumbrado, y, cuando después de algún tiempo la caballería romana se retiró, pasó por entre las alas y el centro y se colocó como en reserva cerca de aquéllas. Al mismo tiempo ordenó Escipión que el centro, en quien tenía menos confian

za, avanzase lentamente, mientras las alas envolviesen á los contrarios y lanzasen contra ellos toda su caballería y tropas ligeras. Rodeados así los cartagineses, no se atrevían á replegarse ha cia sus alas por temor de que en el desorden de la maniobra los destrozasen los romanos. Así continuaba el combate, y ya, como había previsto Escipión, los cartagineses iban decayendo, pues por efecto de lo repentino del ataque habían salido sin comer del campamento, cuando el cansancio del combate y la fatiga producida por el calor del sol habían extenuado á los cartagineses. Retrocedieron instintivamente, y entonces, redoblándose el ardor de los romanos, les acometieron con furor produciéndose la fuga en aquéllos. Llegaron al pie de la colina é intentaron rehacerse, pero al ver avanzar á los romanos en buen orden se desbandaron por completo. Afortunadamente para los cartagineses, una fuerte tormenta puso fin al combate; pero la deserción de los aliados y las pérdidas sufridas les hicieron abandonar el campamento, cuya piedras. A la mañana siguiente los persiguieron cerca habían elevado trayendo gran cantidad de los romanos; pero engañados por las noticias que les dieron se encaminaron hacia el Betis, mientras aquéllos marchaban en distinta direc.

ción.

De la situación de Silpia sólo podemos decir que estaba próxima á Bailén y Castulo (cortijos de Cazlona en término de Linares).

SILS: Geog. Lugar con ayunt., al que están

agregados el lugar de Vallcanera y los caseríos de La Barceloneta, La Granota, Las Mallorqui nas y Vehinat de Serramagra, p. j. de Santa Coloma de Farnés, prov. y dióc. de Gerona; 1316 habits. Sit. en el llano de La Selva, al N. del estanque ó laguna de su nombre, de 8 kilóa Francia, con estación intermedia entre las del metros de perímetro, y en el f. c. de Barcelona Empalme y Caldas de Malavella. Terreno llano y malas condiciones de salubridad, á causa de la laguna citada, cuyas emanaciones ocasionan fiebres; cereales, vino y legumbres; cría de ganados.

-SILS: Geog. Lago de Suiza, en el cantón de los Grisones; tiene 7 kms. de long. y 1400 me. tros de anchura. Contiene varias isletas y recibe el Inn, que no es entonces todavía más que un torrente, y el torrente del Val Fedoz, que puede considerarse como el verdadero origen del río y que forma una bella cascada. En su orilla y á la salida del Inn está la aldea de Sils.

SILSILIS: Geog. ant. Montaña de Egipto, en la Tebaida. De sus extensas canteras procedía la piedra que sirvió para las construcciones de Te

bas.

SILUETA (del fr. silhouette): f. Retrato de perfil, sacado por el contorno de la sombra.

SILÚRICO, CA (de Siluros, n. pr.): adj. Geol. Dícese del terreno ó período comprendido en la era primaria ó paleozoica, siendo el más importante de la misma; hállase limitado inferiormente por los estratos escandinavienses del período cámbrico, sobre los cuales descansa, y superiormente por las formaciones de la época renense, primera del período devónico, las cuales le cubren. Fué dado su nombre por el paleontólogo inglés Murchison por encontrarse abundantemente distribuído en el país de los siluros (principado de Gales, en Inglaterra). Ha recibido varios nombres, entre los cuales merecen citarse los que constituyen sus principales sinonimias; así, fué llamado terreno de transición y medio por Elie de Beaumont y Dufrenoy; pisos filádico ampelítico de Cordier; formación caradociense y terrenos esquistosos de Huet: grupo fosilífero inferior y grupo de la grauwacka de la Beche; caliza de transición de Leonhardt, y terreno pizarroso de Omalius d'Halloy.

El sistema silúrico forma una totalidad muy notable, tanto por la riqueza de sus materiales ó sedimentos como por la variedad de su fauna, en la que están representados abundantemente todos los tipos del reino animal, excepción hecha de los vertebrados, pues este último no aparece más que en la parte superior del sistema bajo la forma de peces, de los que se conocen una cuarentena de especies, en tanto que de los otros tipos se cuentan más de 10000, dominando espe cialmente los trilobites, cefalópodos, braquiópodos y lamelibranquios.

Las condiciones de las formaciones de los depósitos silúricos parecen haber sido completamente normales; se han observado todas las especies ordinarias de rocas sedimentarias, tales como las areniscas, conglomerados, arcillas, pizarras, calizas y otras, y al menos en las regiones en que, como en Rusia, ninguna acción mecánica ha alterado posteriormente la colocación de las capas, éstas conservan su composición originaria, que no permite separarlas categóricamente de las

correspondientes á formaciones más modernas. Aparte de algunas excepciones, el elemento cristalino contemporáneo del depósito que tanto abunda en las rocas del período cámbrico falta por completo en las silúricas, y cuando se des arrollan cristales en la masa mineral es fácil reconocer su procedencia del exterior, sea en la proximidad de una inyección ó por el metamorfismo mecánico determinado por las dislocaciones que el terreno ha sufrido. Así, es probable que al principio del período silúrico tuvieran los mares una composición casi idéntica á la que hoy presentan, variando su extensión sus límites, que y eran inmensos, si bien la división era mucho menos acentuada, como nos lo indica la unifor midad de las faunas que presenta. Existía, sin embargo, el fenómeno de localización, dejándose sentir de un modo indeleble; así, Europa está atravesada del País de Gales á Bohemia por una faja ó banda silúrica tan variada en su fauna como la naturaleza de sus sedimentos; al N. de ésta existe otra que en Escocia y Escandinavia presenta una composición sencillísima de pizarras

con graptolites, y que sin embargo representan todas las divisiones de la primera. Mientras que en el periodo primordial no se presentan más que especies litorales, la fauna silúrica comprende familias dispuestas para vivir en aguas muy profundas; sin embargo, las formaciones de pla yas o litorales tienen gran predominio, como lo prueba la gran extensión ocupada por cada uno de los depósitos de diferente naturaleza. Actual mente los depósitos litorales no forman más que una faja delgadísima rodeando continentes bien definidos, en tanto que el estudio de los sedimentos silúricos muestra las más de las veces riberas muy inestables variadas constantemente por un mar que las invadía y variaba con facilidad extrema. De todos modos, siempre es la facies 6 formación marina la que domina en los yacimientos del sistema, y únicamente al fin del período se ven aparecer algunas plantas terrestres que inician la vida vegetal aérea.

El mundo ofrecería en la época silúrica un aspecto curioso: en un mar que cubría casi toda la superficie terrestre emergían islotes diseminados constituídos por rocas arcaicas; sobre estos islotes vegetaban plantas inferiores, pero no se encontraba un solo animal terrestre que rompiera la monotonía vegetal. La obscuridad debía ser completa; los rayos solares no alumbraban aún los peñascos ni herían la superficie de las aguas, La atmósfera era densa y la temperatura uniforme, sin estaciones ni climas.

Por las costas pululaban infinidad de trilobites, algunos de los cuales debían tener costumbres parecidas á las de los isópodos marinos actuales. En los fondos de pequeña profundidad vivían millares de graptolites; pólipos corolarios de tipo especial construían extensos arrecifes; los cefalópodos habitaban en alta mar

La fauna era uniforme, representada del mismo modo en los polos que en el Ecuador, los caracteres locales que se observan, y que establecen cierta variedad, son debidos á circunstancias también de localidad que revela hoy la disposición de los materiales arcaicos, entre los que descansan á veces los horizontes de la formación silúrica.

Debieron verificarse trastornos que replegaran los estratos primeramente depositados y erupciones diabásicas, pues aparecen las diabasas intercaladas entre las capas silúricas; estas erupciones debieron ir acompañadas de cenizas, arenas y lápilis que, mezclados á los sedimentos contemporaneos, formaron tobas diabásicas, y, uniéndose a conchas y restos orgánicos, brechas fosiliferas, que de un lado pueden llegar á verdaderas grauwackas y del otro á diabasas granudas.

Del mismo modo que la diabasa se encuen tra también porfidos felsíticos y sienitas porfidicas; en algunos casos constituyen filones, como sucede en los alrededores de Cristianía, en No

ruega.

En el lago Superior (margen S.) alternan con rocas silúricas, melafidos y dioritas.

Las sienitas y el granito atraviesan en muchos puntos la formación silúrica; y aun cuando pue den ser a veces contemporáneas, en la generalidad de los casos la erupción se ha verificado después de aquel período.

ben contarse los lechos de hierro oolítico del silúrico de Bohemia, los de limonita en el valle de los Apalaches, y los criaderos de blenda y calamina de Pensilvania.

Existen capas de antracita en Escocia, Irlanda y Portugal, que deben atribuirse á la carbonización de grandes depósitos de algas primiti vas. En algunos terrenos de esta formación abundan las aguas saladas; no puede dudarse, pues, de la existencia de la sal común. En general puede decirse que el silúrico se halla representado por gneis, pizarras micáceas talcosas, por la cuarcita, las areniscas y los conglomerados silíceofeldespáticos, por calizas, aunque esta roca no sea tan abundante, y por algunas otras rocas de menor importancia. Como elementos accidentales pueden indicarse la antracita, el grafito y el diamante, el cinabrio, man ganeso, antimonio y la galena, y otros metales susceptibles de explotación También pueden considerarse como silúricos algunos granitos, sienitas y pórfidos, ofreciendo tanto éstos como los anteriores elementos evidentes señales de metamorfismo, debidos á la accción hidrotermal, que debía ser entonces potentísima.

Estratigráficamente, ó mejor aún, orogénica mente, caracteriza el terreno silúrico el levantamiento de los sistemas de Finisterre y la Vendée, que los separan de los terrenos plutónicos, así como el de Morbihán establece el límite con el devónico, habiéndose realizado durante este período la aparición del sistema de Largund.

En algunos puntos (Bohemia, Inglaterra) se han encontrado restos de criptogamas de las que abundan en la formación carbonífera (Lepidodendron); aparte de estos hechos aislados, la flora silúrica queda reducida á las algas.

Se consideran como características ciertas impresiones, que creyéndose vegetales se han denominado crucianas ó bilobites, sobre las cuales hay entablada una luminosa discusión. La naturaleza vegetal de los bilobites ha sido puesta en duda por el eminente profesor de Stokolmo, doctor Nathorst, quien cree formadas dichas impresiones de un modo mecánico al caminar ciertos animales sobre los sedimentos blandos de aquella época. En la discusión ha terciado otro distinguido paleontólogo, Delgado de Portugal, dando la razón al conde de Saporta, el competidor ilustre del doctor Nathorst; estos dos últimos han publicado notables Memorias acerca del punto debatido; y si bien, á nuestro entender, pueden considerarse los bilobites como algas silúricas, no cabe duda de que los trabajos de Nathorst han revelado que puede muy bien conducir á error el apresurarse á definir como vegetales, y aun animales fósiles, lo que pudieran ser impresiones mecánicas.

La fauna silúrica consta, según Barrande, de 10 211 formas específicas. Bigsby las calcula en 9000 próximamente, distribuídas del modo si guiente: protozoarios 161, pólipos 507, equino dermos 500, anélidos 154, trilobites 1611, monomiarios 168, dimiarios 541, heterópodos y terópodos 358, gasterópodos 895, cefalópodos 1 600 y peces 37.

Las esponjas silúricas estaban libres en vez de fijas, como lo están las de hoy; es típica la Astylospongia, que tiene forma casi por completo esférica. Los pólipos pertenecen a los grupos de los Zoantharia rugosa y de los Zoantharia tubulata. Los equinodermos dominantes crinoideos; una división de éstos, los cistídeos, son casi exclusivamente de este período. Entre los molus cos, los géneros más abundantes son el Orthis y el Pentamerus. Los cefalópodos son, entre los moluscos, los más abundantes; están representa dos exclusivamente por los nautilídeos. Los peces son escasos: sólo existen en los pisos superiores.

En los alrededores de Cristianía el granito atraviesa las formaciones arcaica y silúrica, que ha metamorfoseado profunda y extensamente. También atraviesan las capas silúricas filones que rellenan grietas ó hendeduras de diferentes períodos. Existen filones de blenda, galena, sulfuro, arseniuro y atimoniuro de plata, hierro, cinabrio, cobre y arsénico, lo que permite afir mar que el terreno silúrico es uno de los que presentan más riqueza metalúrgica, como se comprueba enumerando tan sólo las regiones mineras más importantes de nuestra península. Los animales más característicos de esta forEn los pisos inferiores apenas se marca la mación son los graptolites y trilobites. Los transición con las formaciones arcaicas, y se pre-primeros son exclusivos del silúrico, se les consentan pizarras cristalinas y cuarcitas con restos sidera como pequeños pólipos hidrarios y están organicos muy escasos; después se encuentran formados por un tallo recto, bifurcado, con ralas pizarras arcillosas, las grauwackas y hasta mificaciones, ó arrollado en espiral, con dientes las calizas, y cediendo á estas rocas en impor- á manera de sierra, que son pequeñas cápsulas tancia otras secundarias. El espesor de los depó- en donde los animales vivían; los graptolites sitos llega á 8 000 metros. Las facies de esta for- caracterizan determinadas pizarras que en esta mación no es uniforme, y por lo tanto no es fácil formación abundan. reducirla á fórmula general; difiere algo según las localidades.

Son abundantes los minerales accesorios que se presentan impreguando los estratos ó alternando irregularmente con éstos; entre ellos de

Los trilobites son crustáceos parecidos á los Serolis actuales que se arrollaban como los Por celios (cochinillas de la humedad), que aparecen en el silúrico y no pasan de la era paleozoica, al

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que nos ocupamos. Entre los géneros más importantes están el Paradorides, Calymene, Sao, Olenus, Asaphus, Agnostus y Trinucleus. De los moluscos lamelibranquios los principales gé neros son: el Area, Nucula, Redonia y Cardiola, que es bastante característico, y entre los celentereados son muy importantes los hidrozoarios conocidos con el nombre de graptolites, que constituyen un grupo curioso de formas muy notables y muy importantes en todas las formaciones del terreno silúrico; existen también dentro del grupo algunos polípercs, y los espongiarios anteriormente citados.

La flora terrestre del terreno silúrico es, como anteriormente hemos dicho, muy pobre, pues se reduce tan sólo á algunas especies de la familia de las Licopodiáceas, que parecen ser sólo precursoras de las formas devénicas, debiéndose esta escasez de flora à las pocas condiciones que para su desarrollo presentaban los continentes, pudiendo citarse como los yacimientos más ricos, por las plantas en ellos recogidas, los de Cincinati y Helderberg, donde figuran el Psilophyton gracillinum y cornutun de las licopodiáceas, la Annularia Romingeri y el Sphenophyllum primarum, pertenecientes á los calamites.

Un hecho notable es la manera rápida con que aparecen en la forma silúrica los diversos tipos orgánicos, pues en el período cámbrico terminaba súbitamente la fauna de paradoxites, y de un modo análogo aparece la de los graptolites al principio de la épca armoricana en el silúrico, así como los cefalópodos, apenas iniciados en la fauna segunda, alcanzan un desarrollo inmenso en la tercera.

Sería tarea bastante larga la de exponer las diversas subdivisiones que del terreno silúrico se hau hecho desde su establecimiento, por los trabajos de Murchison en Inglaterra, hasta el día, siendo una de las más importantes las establecidas por Barrande en 1846, fundadas en la distribución de la fauna, que separó en tres grupos, de las cuales la primera corresponde al período cámbrico según los límites últimamente asignados al silúrico, las otras dos están incluidas en éste; la segunda presenta el predominio de los trilobites, estando los cefalópodos muy escasamente representados, al contrario de lo que ocurre en la tercera, que es muy rica en cefalópodos de conchas rectas y arrolladas, así como en braquiópodos y en nuevos géneros de trilobites.

Siendo Inglaterra el país clásico de este terreno, indicaremos los cuatro pisos creados por Lyell, y que son: el primero el llamado de Ludlow, que se subdivide a su vez en tres partes: la superior formada por la llamada tilestone ó piedra de tejar, constituída por areniscas micáceas de hojas delgadas, rojizas y verdosas, y otras areniscas légamos de color gris, comprendiendo la llamada arenisca de Downton y la brecha denominada bone-bed con restos de peces; por bajo tiene la caliza llamada de Aymestry, que descansa sobre las formaciones del Ludlow, constituídas por pizarras, teniendo todo este piso una potencia de unos 600 m. La formación de Wenlock se subdivide en dos zonas. la superior de caliza, en la que abunda el Calymene Blumembachi; y la inferior constituída por pizarras, alcanzando en total una potencia de 1000 m. Viene después el Caradoc, constituído por otros dos grupos: el superior denominado de Llandobery, de pizarras y calizas conchíferas; y el inferior formado por la arenisca de Caradoc, que alcanza hasta 3600 m. y contiene abundantes Trinucleus. El piso inferior le constituye la formación de Llandeilo, compuesta de pizarras en forma de losas y de algunas calizas.

Lapparent divide el silúrico en dos pisos: el superior llamado bohémico, que comprende la fauna tercera; y el inferior llamado armoricano, formado por el piso D de Barrande.

Más que por la situación estratigráfica, por la fauna, el silúrico se ha dividido en tres horizontes: superior, medio é inferior. Esta división es generalmente aceptada, pero conviene tener en cuenta que no se corresponden con exactitud los horizontes de todos los países.

Barrande, estudiando muy detenidamente el silúrico de Bohemia, estableció en él diferentes pisos, á los cuales señaló con las letras C, D, E, F, Gy H; el piso C forma el horizonte inferior, que descansa sobre los pisos A y B, que pertenecen à la formación huroniana: la fauna de este horizonte se denomina fauna primordial.

El horizonte medio está formado por el piso D,

y caracterizado por la llamada fauna segunda. El horizonte superior consta de los pisos E, F, Gy H, y su fauna se llama fauna tercera.

El horizonte inferior se ha denominado cámbrico, y con tal nombre aparece en algunos autores como formación distinta de la silúrica é intermediaria entre ésta y las de la edad arcaica. Otros autores no admiten el horizonte medio y dividen el silúrico tan sólo en superior é inferior. Esta formación es muy extensa; en Europa existen dos grandes regiones: la una septentrional, caracterizada por su fama escandinava; la otra más meridional, á la que caracteriza su aspecto bohémico; á la primera pertenecen las islas Británicas, Escandinavia y Rusia, en donde esta formación es muy extensa; en la segunda se incluyen los territorios silúricos de Bohemia, parte de Alemania, Francia, España y Portugal.

En la América del Norte alcanza el silúrico gran desarrollo, y al estudiarle Dana le ha dividido en numerosos pisos, que forman nada menos que siete grupos ó períodos.

co inferior del resto de España, deduce Barrois que por todas partes la sucesión de las capas es la misma.

La que considera el distinguido francés como formación propiamente silúrica, comprende los tramos siguientes:

Silurico superior. - Fauna 3.* Pizarras y cuarcitas de Corral; ampelitas.

Silúrico medio. - Fauna 2.a

Pizarras y calizas de El Horno con Endoceras dúplex.

Filadios de Luarca con Calymene Tristani.
Lecho de mineral de hierro.

Arenisca del Cabo Busto con Scolithus. Areniscas de varios colores, pudingas y pizarras (paso al silúrico inferior ó cámbrico), También, respecto al silúrico medio y al superior, encuentra Barrois en España gran uniformidad, carácter que igualmente surge en la comExiste también en la América del Sur, en Afri-paración con el silúrico francés, hasta el extremo ca y en Nueva Holanda.

Las principales formaciones del terreno silúrico son las tan clásicas de Inglaterra, que comprenden todos los grupos y formaciones descritos por Murchison y Lyell, incluídas desde las areniscas que constituyen la capa llamada de Arenig, hasta las llamadas tilestones, que se presen tan en Dewnton, siendo la serie más completa de las hasta hoy estudiadas. En Francia la Normandía presenta las formaciones correspondientes á los pisos C y D, siendo un poco más amplia la extensión del silúrico en el macizo armoricaho, pues la caliza de Erbray corresponde á las pizarras de Ludlow En la América del Norte tiene la formación un gran desarrollo, pero una facies y carácter diferente del de Europa, siendo las formaciones importantes las de Helderberg, más el Niágara, Trenton y Quebec.

No es tarea fácil sintetizar aquí las relaciones estratigráficas de los diversos manchones silúricos que se encuentran en la península ibérica; el aficionado que quiera llegar á conclusiones generales podrá consultar los trabajos de Barrois sobre el Norte de España, Delgado sobre Portugal, Macpherson sobre Andalucía y Cortázar acerca de la provincia de Ciudad Real. En este último se admite que el silúrico español comprende tres tramos principales; el inferior, formado de pizarras á las que Cortázar llama filadios macliferos; el medio, constituído por pizarras y grauwackas; y el superior, que le forman cuarcitas, pizarras y calizas.

Barrois, en su Investig. de los terr. ant. de Asturias y Galicia, denomina cámbrico el silúrico inferior, y le halla constituído en Asturias y Galicia del mismo modo, como indican los cuadros siguientes:

ASTURIAS

ARENISCA DEL CABO BUSTO
(BASE DEL SILÚRICO MEDIO)

Areniscas blancas y pizarras.
Areniscas de varios colores, pudingas y piza-

Fras.

de
que parece indicar la posibilidad de que en
la época de la formación silúrica Francia y nues-
tra península formaran una sola provincia natu-
ral.

Según los estudios de Prado, Cortázar, Delga do y Bernáldez, cree Barrois que puede al silúrico de Almaden suponérsele formado de la serie siguiente:

a Pizarras ampelíticas con graptolites, de Cuevas y Gargantiel. b Piedra frailesca (toba, pizarrosa, diabásica) y brechas con bilobites.

с

Areniscas con Calymene Tristani.

d Pizarras negras con Calymene Tristani. Cuarcita blanca ó rosácea con pudingas y bilobites.

e

En Andalucía la formación silúrica ofrece caracteres muy distintos y en cierto modo especiales. En El Pedroso (Sevilla), en las calizas y pizarras con que termina la serie sedimentaria infracarbonífera de la provincia, Macpherson encontró un fósil interesantísimo perteneciente á la fauna primordial, un Archæocyathus, género característico de la arenisca de Potsdam, en la América del Norte. Este fósil ha sido descrito por el profesor Roemer, dándole el nombre de Archæocyathus marianus.

Por lo interesante y bien hecha, transcribimos la siguiente reseña sintética de la formación silúrica española, que acompaña á la importante Sinopsis de las especies fósiles que se han encontrado en España, debida á Mallada:

«Una ojeada, dice el eminente paleontólogo, sobre el bosquejo geológico de España y Portugal, de los Sres. Verneuil y Collomb, basta para observar que, á excepción de la terciaria lacustre, no se ve formación más desarrollada que la silúrica. Interrumpida por varios macizos graníticos, ocupa casi toda la región occidental de nuestro territorio é invade el vecino reino, de cuya superficie ocupa una tercera parte próxima mente. El triángulo cuyos vértices fueron Alcaraz, Luarca y el Cabo de San Vicente, nos limitaría una dilatada extensión, perteneciente en mucho más de su mitad al sistema silúrico de la

Calizas y pizarras con paradoxides de La Vega península. Además de esta gran parte, con otras

(50 á 100 m.).

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pertenecientes á la misma época, de dimensiones más reducidas, pero que entre todas suman un total considerable, tenemos un manchón silúrico de más de 100 leguas cuadradas entre Torrelaguna (Madrid) y Atienza (Guadalajara); otro, próximamente de igual superfic e entre Burgos, Logroño y Soria, cogiendo una porción de las tres provincias; dos fajas extremas en la de Zaragoza, una desde Moncayo á Montalván y otra que cruza por Calatayud y Daroca; un pequeño islote al N.O. de Segovia; otro al N. de Molina de Aragón; otros dos mayores al N. de la sierra de Albarracín; varios hacia las costas de Calata

yud, y una zona que desde Camprodon, cruzando el valle de Andorra, sigue por los Pirineos, terminando por la parte de España hacia Benasque.

>> Dejando á un lado consideraciones petrológi cas y estratigráficas, que nos llevarían muy lejos, apuntaremos algunas ideas que creemos de inte

rés.

>> Por más que la inmensa mayoría de las áreas que acabamos de señalar se compone, como roca dominante, de pizarras arcillosas casi siempre satinadas ó relucientes, y con frecuencia sin fóComparando esta disposición con la del silúri- | siles, no era extraño se descubieran en tantos

с Filadios azulados.

kilómetros cuadrados diferentes parajes del ma. yor interés paleontológico y que correspondieran á distintas edades de la formación de que nos ocupamos.

>>La fauna primordial está marcada en cinco puntos diversos: el primero (por su importancia paleontológica) fué descubierto por Prado, y for ma en la cordillera Cantábrica, al N. de Sabero, una zona de caliza roja arcilloferruginosa; el segundo, encontrado por Verneuil y Donaire, y explorado por este último, se extiende por Mu rero, junto á Daroca, formado de pizarras arcillosas cenicientas ó ligeramente rojizas; el tercero, dado á conocer por Verneuil, se halla en los cortijos de Malagón (montes de Toledo), compuesto de una arenisca algo micácea, deleznable, de color amarillento; el cuarto, junto á Belmonte (Asturias), con poca importancia hasta la fecha, se halla constituído por una pizarrilla arcillosa gris verdosa muy pobre en restos orgánicos; y el quinto, señalado por Verneuil y Collomb entro Calatayud y el Moncayo, no ha podido ser todavía comprobado de un modo resuelto.

>>La fauna segunda se nos ofrece más rica en muchas localidades, sobre todo al N. de Sierra Morena, en el territorio de Almaden y Almadenejos, tan minuciosamente estudiado por Prado, Verneuil y Sánchez (D. Eusebio). Se compone, por regla general, de pizarras arcillosas más ó menos foliáceas, ya algo satinadas, ya micáceas (Puente de las Ovejas), casi siempre algo ferru ginosas, y de colores gris pardusco ó gris amari. llento.

>A la fauna tercera pertenecen las calizas negruzcas de Ogasa, Camprodón y otros términos de los Pirineos catalanes; las pizarras de grapto. lites, muy arcillosas, suaves al tacto, de colores gris rosáceo ó vinoso, del arroyo del Lapiz (Cindad Real), y las pizarras ampelíticas de varios sitios de esta última provincia y de las de Salamanca, Segovia, Orense, León, Cáceres y

otras.

>> Por las provincias citadas forman crestones salientes, sobre los depositos de pizarras arcillosas, varias serrezuelas compuestas de cuarcitas que con frecuencia contienen crucianas y otros restos que constituyen nuestra fauna silúrica. >> A juzgar por lo que Prado dice en la Memoria publicada por el Boletín Geológico de la Sociedad de Francia en mayo de 1860, la fauna primordial del O. de la península afecta la disposición en fajas estrechas formadas de capas de calizas y pizarras rojas que ocupan más de 100 kms. de extensión, en la vertiente S. de la cordillera Cantábrica, desde el río Esla, á un km. al E. de Sabero, hasta el origen del Sil en Galicia. Del lado del E., Prado sólo se han encontrado dos fajas que asoman por debajo de los terrenos carbonífero y devónico, á 10 6 12 kms. al N. de Sabero, y pasan al E. y al O. de Corniero á la distancia de un km. próximamente la una de la otra; el pueblo de Velilla se encuentra entre las dos fajas ó zonas. La del S. la llama Prado de Boñar, nombre de un pueblecillo cerca del cual va á perderse debajo del terreno cretáceo.

El ilustre Barrande, en la nota que acompaña á la Memoria citada, después de caracterizar, con Verneuil y Prado, los numerosos fósiles que éste recogió, llama la atención hacia dos hechos curiosos que se desprenden de los indicados por aquél. El primero consiste en el notable hiatus ó vacío que se observa en dichas localidades, en las que el terreno silúrico inferior se ve inmedia tamente cubierto por el devónico, faltando, en consecuencia, los pisos representantes de la fauna segunda y tercera, y esto no en un corto espacio de terreno, sino en una extensión que Prado calcula en 100 kms. El segundo es la analogía que ofrece la naturaleza y aun el aspecto y condiciones estratigráficas de los materiales calizos, en los que se han encontrado fósiles silúricos y devónicos. Sólo el color rojizo distingue el horizonte de la fauna primordial del devónico, cuyas rocas se presentan verdosas. De esta circunstancia deduce Barrande la necesidad de no fiar en la apariencia de las rocas y de fijarse muy especialmente en la índole de los fósiles, sin los cuales los terrenos citados, tan diferentes entre sí, podrían haberse considerado como pertenecientes á un mismo período.

Los fósiles más notables que Prado encontró en la faja caliza roja de Boñar son: el Paradorides Pradoanus, el Arionellus ceticephalus, el Conocephalites Sulzeri y una variedad de éste casi liso; el Conocephalites coronatus y el Conoce

ORY OF MICH. SA

phalites Ribeiro, varios Agnostus y otro, todos característicos de la fauna primera de Bohemia, de Inglaterra y Suecia. En Murero, al N. de Daroca, también se ha encontrado el paradoxides característico de la fauna primordial y otras especies.

El piso medio, representante del sistema de Caradoc y de Llandeilo, no sólo se ve muy desarrollado en varios puntos de la península, sino que puede decirse que hasta el descubrimiento reciente de la fauna primordial, debido al infatigable celo y á las asiduas observaciones del Sr. Prado, era casi el único representante del silúrico en nuestro suelo.

Este horizonte existe en la sierra Carpetana, en los montes de Toledo y Sierra Morena, en León, Palencia y Asturias, formando zonas muy importantes, y además en algunas localidades aisladas, Aragón, Cataluña y fronteras de Castilla la Vieja.

Su composición varía algún tanto en los diferentes puntos en que hasta el día se ha estudiado y reconocido. Así, por ejemplo, en la sierra Carpetana lo constituyen las pizarras cristalinas y las cuarcitas que hacia el E cubre el gneis atravesado por muchos filones de granito. En todos estos materiales y en la calizas sacaroideas que los acompañan encontró Prado bilobites ó crucianas, plantas que en Francia siempre se encuentran en el piso llamado en otro tiempo inferior, y que puede ahora considerarse como medio. En la zona de los montes de Toledo, que comunica por Extremadura con la de Sierra Morena, este horizonte consta, de abajo á arriba, de grandes bancos de pizarras y sanitas con restos de caliza negruzca, cubiertos por masas considerables de cuarcita que recuerdan la arenisca de Caradoc y el stiperstone del O. de Inglaterra. La cuarcita, en razón á su gran dureza y á la acción de los agentes exteriores, es la que constituye las cimas entrecortadas y más altas de las montañas, marcando de un modo notable la dirección de los demás elementos del terreno, que es del E. al O., ó del E. 10 ó 15° N. al O. 10 6 15° S. En dicha zona se encuentran dos criaderos importantes, á saber: el de la fosforita de Logrosán y el del cinabrio de Almadén, que merecen nos detengamos por un momento en darlos á conocer

El yacimiento de la fosforita ofrece, según estos ingenieros, todos los caracteres de un filón metamórfico más ó menos regular, con una media S. 400 O. á N. 40° E., y una inclinación desde 60 hasta 90° E., más bien que el de las capas ó bancos contemporáneos de las rocas que la contienen. El criadero está en el cerro de San Cristóbal, que, al parecer, representa un cono aislado de levantamiento en el centro de una llanura silúrica de cinco á seis leguas de radio; su extensión es de media legua de largo desde el arroyo de Nava Zarza hasta la vertiente S. del monte junto á la capilla de la Virgen del Consuelo, y su potencia desde 0,60 hasta 7 m. El aspecto que ofrece es el de una masa en capas verticales, empotradas en bancos poderosos de pizarras con vetas de cuarzo basto. Algunos ejemplares ofrecidos al Museo de Historia Natural por D. Ignacio Bolívar, procedentes de la mina Carmen, de Cáceres, ofrecen todo el aspecto de un orthoceras. En los Anales de la Sociedad Española se encontrarán más datos sobre este importante asunto.

No cede en interés científico, ni tampoco industrial, el distrito de Almadén al que acaba. mos de reseñar; la presencia en él del cinabrio, en cantidad tan prodigiosa que lo coloca muy por encima de todos los criaderos conocidos en el mundo, bastaría para excitar la curiosidad del geologo.

En el distrito de Almadén se encuentra el terreno silúrico acompañado del devónico, del que no siempre es fácil distinguirlo, como queda ya indicado, tanto por la analogía de caracteres que ofrecen, cuanto por participar ambos de los mismos accidentes estratigráficos, encontrándose a veces confundidos ó mezclados confusamente. Sin embargo, Prado asegura que esta confusión sólo se observa donde las capas afectan grandes dislocaciones y en puntos circunscritos, persistiendo el silúrico con sus caracteres propios en superficies á veces muy extensas. Almaden, Valdeazogues, Cabeza de Buey y Herrera del Duque son las principales localidades en las que el devónico al pasa silúrico de esta mane

ra tan intima.

|

La constitución geognóstica de este terreno consiste principalmente en pizarras, que determinan el elemento dominante. El color de estas rocas suele ser en general negro ó gris pardo, casi siempre moteado de rojo amarillento, debido al hidróxido de hierro; también á veces se ven las pizarras blancas, en cuyo caso, desliéndolas en agua, sustituyen á la cal y al yeso para el blanqueo. Otras pizarras son micáceas, con hojuelas muy delgadas de mica argentina. Con frecuencia pierden su estructura característica y se convierten en terrosas. Sus hojas no son rectas ni continuas, viéndose con frecuencia hendidas y agrieteadas en todos sentidos por planos de crucero y de juntura, en cuyo caso es en extremo difícil apreciar la verdadera dirección de las capas. Sólo en Castuera toma esta roca el aspecto de pizarra de tejar, por cuya razón la llaman allí pizarra de librillo. Todas ellas presentan con mucha frecuencia en su masa nódulos esferoidales ú ovalados, unas veces piritosos muy duros, al menos en su centro, otras bastante deleznables y huecos en el interior, compuestos de materia pizarrosa. En Almadén, en el punto de contacto con el cinabrio, las pizarras negras contienen nódulos de piritas de más de un pie de diámetro, cubiertos con frecuencia por el cinabrio

En estas rocas, y particularmente en las de color negro, se encuentra la mayor parte de los fósiles característicos del piso en cuestión, entre los cuales la Calymene Tristani es tan frecuente que, según Prado, no falta nunca en las pizarras fosilíferas. Síguenle en impresiones el Bellorophon bilobatus, la Calymene Arago, la Placoparia Tournemine, el Trinucleus Goldfussi y otros. La localidad más rica, y en donde este geólogo ha encontrado la mayor parte de las especies citadas, es el pueblo de Pozuelo, cerca del puente llamado de las Ovejas, á tres leguas de Ciudad Real; también el Peralejo al N. de Guadalmez, la Huerta del Llano cerca de Chillón y otras, son dignas de estudio bajo este punto de vista. Después de las pizarras, la cuarcita es la piedra más importante del silúrico en este distrito. Esta roca se presenta de grano fino y estructura compacta, pasando con frecuencia á una especie de pudinga (grauwacka), de chinas tan íntimamente unidas entre sí que es muy difícil separarlas. Su color generalmente es el blanco, manchado á veces de rojo por el peróxido de hierro, sobre todo en la superficie de estratificación y en las hendeduras transversales; también se la ve atravesada por venas y filones de cuarzo. En Puertollano, Abenojar y Luciana, y en Nava de Ricomalillo, en donde suele contener oro, los cantos de la pudinga cuarcítica son de mayor tamaño y se desprenden con más facilidad En los puntos en que esta roca se halla en contacto con las pizarras negras adquiere este mismo color, siendo muy difícil explicar el por qué en medio del sistema de las pizarras negras se ve a tan poca distancia la cuarcita, ya blanca, ya del cofor obscuro de aquéllas. Esta roca, cualquiera que sea su coloración, suele presentarse en capas de mucho espesor, formando, lo mismo que en los montes de Toledo, la cima aguda y entrecortada de las montañas, particularmente cuando afecta la disposición vertical En ella sólo se encuentran, por lo común, restos de fucus y de bilobites, plantas al parecer terrestres, dispuestas siempre según los planos de estratificación, jamás en sentido transversal.

En medio de la formación de las pizarras se encuentra otro elemento geognóstico que, aunque de naturaleza silícea, se distingue de la cuarcita y es una arenisca micácea, poco consis tente, teñida de amarillo por el hidróxido de hierro. En ella se han encontrade la Calymene Tristani, la Placoparia Tournemine, el Bellororophon bilobatus y otros fósiles característicos. Su estructura es compacta, si bien suele pasar insensiblemente á la pizarrosa, conteniendo en este caso los mismos nódulos que las pizarras.

La caliza, que Le Play dijo no existir en Almadén, se encuentra, según Prado, pero siempre en capas subordinadas á las pizarras. Su color habitual es el gris, aunque también suele presentarse negra, como entre Valdeazogues y Fontanosas y entre Brazatortas y Veredas, donde está literalmente formada de la Calymene Tristani, del Bellerophon bilobatus y de otros fósiles característicos.

Prado cita además una arenisca de color gris claro muy deleznable, con algunas hojuelas de mica, en la cual parece haber encontrado, junto

á los cortijos de Malagón, restos de un Ellipsocephalus, género característico de la fauna primordial de Bohemia, descubrimiento importante y en el cual se funda Barrande para admitir la existencia del piso inferior del terreno silúrico en este distrito.

Además de las mencionadas, se encuentra en el territorio de Almadén una roca llamada por los mineros piedra frailesca, muy curiosa, tanto por sus caracteres y composición como por su yacimiento y circunstancias que la rodean

La piedra frailesca ofrece el aspecto de una brecha de pedazos de pizarra negra, unas veces sin cemento aparente, otras reunidos por una materia caliza magnésica, gris ó de color claro, mezclada con arena y pequeños fragmentos de cuarcita. También suele presentarse sin elementos pizarrosos, y su masa entonces es de cuarcita negra sembrada de pequeñas porciones de la caliza dolomítica En Almadén, en el punto de contacto de las capas que contienen el cinabrio, la piedra frailesca es de cemento dolomítico, con fragmentos de pizarra negra muy delgados y angulosos, y á veces de 2 y 3 decímetros de largo.

La estructura en grande de esta roca, aunque predomine en ella el elemento calizo, es pizarrosa y suele alcanzar un espesor de 50 y más metros. En la masa de la piedra mencionada se suelen encontrar algunas oquedades tapizadas de pequeños romboedros de dolomía, de color blanco anacarado. También determina á veces esta roca la formación de estalactitas, que se presentan en el interior de las galerías, de color blanco de nieve, pero sin que se descubra en ellas vestigio alguno de magnesia.

Por último, en la mina de Almadén, y en el seno mismo de la pizarra negra, suelen verse algunas capas aisladas de caliza magnesífera blanca, de aspecto sacaroideo y homogéneo, adoptando la forma de lentes de gran tamaño, aunque de corta extensión. Otras veces se presenta este elemento geognóstico en pequeñas vetas ó filones en la masa de la piedra frailesca, llevando con frecuencia pequeños cristales de cinabrio. Prado dice haber visto los mismos cris tales en una caliza parecida, si bien más pura, en el criadero de cinabrio de Mieres (Asturias), perteneciente al terreno carbonífero.

La piedra frailesca ha proporcionado escasos vestigios orgánicos en Chillón, que lo mismo allí que en Guadalperal parecen afectar las fa cies del terreno devónico. Sin embargo, en Almaden, Prado la cree silúrica, tanto por hallarse rodeadas de pizarras de este piso cuanto por ser diferente su aspecto de la devónica, y más particularmente por haber encontrado en su masa fósiles propios de este terreno.

También ha hecho el citado geólogo la observación de que esta roca jamás se encuentra en la cuarcita y que falta en ella el elemento feldespático, circunstancia que la asemeja mucho á la grauwacka del Hartz.

Los materiales devónicos y silúricos de Sierra Morena, y particularmente los del distrito de Almadén, han experimentado la acción de varias rocas igneas, entre las cuales deben mencionarse algunas variedades de granito, varios pórfidos verdes y negros ó meláfidos, y las leucostitas ó pórfidos traquíticos muy curiosos. La aparición en diferentes épocas de todas estas masas eruptivas, no sólo ha determinado la dislocación, el quebrantamiento y el metamorfismo de todos los estratos, sino que indudablemente ha contribuído también á la formación del curioso y por demás importante criadero de cinabrio. Entre estos efectos que revelan las rocas, es digno de mencionarse el replegamiento y la ondulación de las capas que un día se depositaron horizontalmente en el fondo del mar, y hoy se repiten con las formas más caprichosas.

Respecto á la naturaleza de criadero del mercurio, Vilanova se limita á manifestar, con Prado, que no debe en general considerarse como verdadero filón, á no ser en puntos muy circunscritos, y que la gran masa de cinabrio ha penetrado en las rocas, particularmente la cuarcita, siguiendo la dirección de sus capas, nunca en sentido transversal. En muchos de estos materiales parece que hubo sustitución de parte de sus elementos componentes, por el mercurio que los desalojó al tiempo de penetrarlos, pudiendo citar en confirmación que, cuando esta operación se verificó en las pizarras, el metal adquirió la estructura y hasta el color obscuro que las dis

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