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ción de Caronia se halla sobre la cresta de una
colina áspera de 302 m. de alt., en el lindero de
un bosque. Los lugares contiguos à Caronia se
extienden à distancia considerable hacia el inte-
rior, siendo los mayores de Sicilia: producen gran
cantidad de encina, olmo, pino y fresno de exce-
lente calidad, si bien los mejores árboles los cor-
tan durante el año para el carboneo. Cuatro millas
al O. del río Caronia está la punta pedregosa de
Rigitano, y sobre ella la ciudad de Tan Stéfano,
al b. de un riachuelo del mismo nombre. A 4,5 |
millas más allá existe otra proyección pedregosa
en la Marina de Tusa: muchos riachuelos y arro-
yos corren entre ambos. La costa del O. es aita,
escarpada, limpia y describe una ligera curva,
dirigiéndose al 0.4 N.O. por espacio de 5 mi-
llas, à partir de la torre de Tusa hasta el abul-
tado Cabo Finale; alrededor de su base se ven
algunas piedras, si bien el agua es profunda á
corta distancia, encontrándose de 37 à 35 m. a
una milla de él. La población de Finale está si-
tuada en la costa, 0,75 milla al E. del cabo, y
algo más distante el río Pollina, que corre en un
valle y tiene ancha embocadura. El castillo de
Pollina se halla sobre una altura dominante, á
2,25 millas del cabo, y entre él y el río, á una mi-
lla de la playa, se eleva á 410 m. de alt. el pico
Spina Costa del mismo género, con curvatura
desigual y más profunda, continúa durante 6 mi-
llas del Cabo Finale hasta la punta Cefalú ó
Sant'Antonio. Profundos valles cortan las altas
tierras del interior y forman muchos torrentes,
entre los cuales los de Malpertusio y de Carbone
están próximamente à una milla á cado lado de
una proyección central llamada punta Sant'Am-
brogio. La ciudad y puerto de mar fortificado de
Cefalu (antiguamente Cephaladium), está en el
extremo O. de la punta y se halla rodeada de
murallas construídas con inmensas piedras. Las
alturas pedregosas de Sant'Angelo se elevan á
910 m. á 3,5 millas al S. de la ciudad. Luego se
halla la punta Plaja á 3,5 millas de la anterior,
siendo la costa intermedia escarpada y cortada
por muchas bahías pedregosas; la ciudad de San-
ta Lucía está sobre la punta más próxima al O.
de Cefalú. A partir de dicha punta la costa tiene
una curvatura considerable y forma entre ella y
el Cabo Zaffarano, que está 20 millas al O. N.O.,
una bahía de unas 6 millas de seno, encontrán-
dose la c. y puerto de Términi en el fondo de
ella y casi equidistante de sus extremos. El Fiu-
me Grande, uno de los mayores ríos de Sicilia,
corre á 7 millas al O.S.O. de la punta Plaja y
2,25 más allá el Torto, otro río considerable.
Por encima del valle de Torto pasa el camino
de hierro de Girgenti, al E. de la villa de Scia-
ra y por las c. de Roccapalumba y de Lercara-
Iriddi: dicha vía atraviesa el Torto á 0,5 milla
de su desembocadura, y la estación está á una
milla más lejos, cerca del puente de la carretera.
Las notables alturas de las montañas de Caste-
llacio y Calacero, de 502 y 1325 m., están á 1,75
milla al S. de esta parte de la costa. Desde Fiu-
me Grande hasta el puerto de mar de Términi
hay 3,25 milas al O.; hasta menos de 2 millas
de Termini en donde la costa es lisa y terminada
por una playa de arena limpia, algunas piedras
avanzan desde tierra al E. de esta c. A 2 millas
al S.S.O. de la punta Plaja se encuentra la po-
blación de Lascari, sobre el río Pilello, á más de
una milla de su embocadura; la Roccella en la
costa y à 2 millas más alla, y la de Campofelice
algo al interior, como asimismo muchas torres.
Las ruinas de la antigua c. de Himera, comple-
tamente destruída por Aníbal, están 2 millas al
O. del Fiume Grande. El país es rico y el Torto
serpentea en una campiña magnífica, más allá de
las ruinas de la c. A 8 millas al N. 63° 0. de
Términi, desemboca el río Milicia; desde allí la
costa, formando muchas pequeñas bahías, se di-
rige 3,5 millas al N.N.O. hante el Cabo Zaffara-
no, escarpado y redondo. Se ven esparcidas por
la costa torres, molinos y poblaciones, así como
las c. de Trabia, Altavilla, Milicia, Castel d'Accia
y Baglieria, con numerosos arroyos á corta dis-
tancia unos de otros. Una cadena de alturas pe-
dregosas desciende en pendiente del monte Sant
Onofrio, elevado 792 m., á 2.5 millas de la costa,
y se prolonga por espacio de 4 millas hacia la
embocadura del río San Michele: es país gene-
ralmente fértil. Quebradas pedregosas se elevan
á corta distancia del Cabo Zaffarano, y al pie de
estas quebradas, á lo largo de la parte saliente y
central de la costa, está la torre y población de
pescadores Sant Olivo. El cabo es alto, aislado,

en forma de pirámide pedregrosa con torre en-
cima, y como está separado de las tierras bajas
por las masas ásperas de las montañas de Mal-
fatano, elevadas 373 m. sobre el nivel del mar,
parece de lejos una isla.

de la punta Solanto una bahía profunda; abierta Esta última punta forma con la extremidad N. al E. y en la parte S. de esta bahía están la torre de Uscierfe y la pesquera de atunes de Secco. La costa O. de Sicilia empieza en el Cabo de El espacio entre el Cabo Zaffarano y la esta- San Vito, extremidad N.O. de la isla y punto ción telegráfica de punta Mandre es la bahía de de recalada habitual de los buques que vienen Solanto, en donde los buques contrariados por los temporales del O. y que no pueden alcanzar dei O.; es una punta baja, situada al pie de un promontorio escarpado de 700 m. de alt. Entie á Palermo pueden fondear en 22 á 27 m. de agua el Cabo San Vito y la punta Saraceno, debaá cosa de una milla de la playa. Desde Zaffarano jo del monte Cofano, está la bahía Vermia. El una costa acantilada y terminada por quebradas | monte citado es una montaña cónica de 648 escarpadas corre al O.N.O. formando una curva m., que se levanta bruscamente de la playa á la saliente por espacio de 1,5 milla hasta el cabo, extremidad S. O. de la bahía Vermia, casi á 6 proyección del monte Aspra, elevado 357 m. so- millas al S.O. S. del faro del Cabo San Vito. bre el mar y sit. más de una milla al S. Entre el La punta de su base se llama Cabo Cofano. CerCabo Mongerbino y el de Gallo, à 10 millas al ca de él la costa forma otra bahía, después de la N.O. O., la costa entra 4 millas próximamen- cual se avanza hacia el S. y el O. durante 5,5 te y forma la bahía de Palermo (V. PALERMO). millas hacia la punta Pizzolongo. A 2,5 millas Extremo N.O. de esta bahía es el Cabo di Gallo, al S.O. de ésta hay una proyección pedregosa y del N. E. de la montaña del mismo nombre que sobre la que se levanta la torre de San Julián, se eleva inmediatamente por encima de él á la de 15 m. de alt., y casi una milla al S.O. de la alt. de 516 m.; el cabo se distingue por sus man- torre se halla la la c. de Trápani, antigua Dréchas rojizas obscuras, y desde lejos parece una panum. Al S. de Trapani la playa es tan baja isla. A partir de Cabo Gallo, la costa, pedregosa y y llana que fácilmente puede ser cubierta por el endentada, se dirige al S. 73° 0. por espacio de mar; está convertida en salinas, cuyas eras se 3,5 millas hasta una proyección baja sobre la que hallan separadas por caminos y sendas artifihay una pesquera de atunes: la punta Barcarello ciales. La sal, recogida y amontonada en piavanza entre las dos. La población de Sferraca- rámides, en expectación de embarque, presenta vallo está en la bahía del E. Próximamente 0,25 el as] ecto de un vasto campamento detrás del milla de la punta E. y baja de la bahía está el cual las tierras, perfectamente cultivadas, se islote Jemina, bajo y pedregoso, sobre el cual se elevan gradualmente hasta las pequeñas ciudades ve una torre. El islote es escarpado por la parte de Xieta y Pacheco, que están adosadas á una del N., y sólo embarcaciones menores pueden cadena de colinas que se elevan á 180 m. sobre pasar entre él y la costa. Allí se ven la pequeña el nivel del mar. A partir de la punta Nubia la población de Capace, construída al pie de pen- costa, baja y con casas á la orilla del mar, toma dientes escarpadas, y la c. de Carini, antigua la dirección al S. S.O. hasta una punta sobre la Hycara, 2,5 millas al interior, sobre la costa O. cual hay un telégrafo y dos molinos; casi á la de la bahía. La costa corre una milla al O. hasta mitad de la distancia se halla la torre de Mezzo. la punta Raisi, extremidad N. de una costa baja El país está perfectamente cultivado de olivares y pedregosa que limita las altas tierras mencioy viñas, y se adosa á una cadena de 96 á 120 nadas antes, mientras que su extremidad O. es m. de alt. Enfrente se halla la isla baja de el monte Palmito, cuyo pico nombrado Paviglio- Stagnone, cubierta de salinas. El Cabo Boco, ne alcanza 840 m. de alt. Entre esta punta y el unas 5,5 millas al S. de la punta Scara, es bajo Cabo de San Vito la costa forma una bahía de y pendiente; la costa intermedia remata en fondo 10 millas de seno nombrada Castellamare, del escaso. Sobre la punta está emplazada la ciudad nombre de la c. que está en su extremo S. Des. de Marsala, antigua Lilibeum. Desde Marsala la pués de la punta Riasi corre la costa al S.O. † 0. costa se dirige al S. S. E. por espacio de 5 hasta la punta y torre de señales de Molinazzo, millas hasta la punta y torre Sibilliana. Frente y luego 2,25 millas al S.O. S. hasta el Cabo á la costa O. de Sicilia, en la Trápani y Mazzala, Rama: la primera parte es sucia, con muchas pie- están las islas antiguamente llamadas Egades ó dras en la orilla, pero la última punta es limpia Aegades. A partir de la punta y torre Sibilliana y acantilada. La costa intermedia está cortada la costa continúa durante una milla al SS. E. por muchas ensenadas y bahías. Las c. reunidas hasta la punta Ruchini, que es baja y está rode Terrasini y Javarota se hallan en la costa cer- deada de piedras. Desde allí toma la costa casi ca del lado S. de la bahía más al N. Cerca del la dirección S. E. S. por espacio de 3,75 millas Cabo Rama, la costa, formada de quebradas, corre hasta la punta della Matica, baja y limitada al S.S. E. por espacio de 3,25 millas hasta la em- por piedra en todo su largo. Desde la punta bocadura del riachuelo tortuoso de Podastes. Las della Matica se extiende al E. y al S. E. una quebradas están ahuecadas por grutas, y sobre playa que forma un arco interior hasta la ciudad la pendiente de las montañas se ven algunas ca- de Mazzara. No es prudente fondear demasiado sas y edificios, como en la orilla del mar algunos cerca de la c. á causa de la marobia, fenómeno molinos. La c. de Partinico está al pie del monte singular cuyo nombre deriva probablemente de Cesaro, que se eleva á 432 millas al S. E. S. de las palabras mare ubbriaco ó mar borracho. Véase esta parte de la costa. Desde allí hasta Castella- MAROBIA mare la distancia es de 10 millas, y la costa forma una ligera curva terminada por una playa de arena. Sobre un frontón, á 2 millas del río, se ve un grupo de casas nombrado Trappetto, y algo más lejos la población de Balistrata: entre ambos corre por un valle profundo el río Giangua dara, que riega una rica llanura, la cual se extiende á considerable distancia hacia el interior. Desde Castellamare, costa pedregosa terminada por quebradas escarpadas corre á 1,5 milla al N.N.O. hasta dos puntos salientes, al lado O. de los cuales hay una bahía abierta al N. E.; desde allí la dirección general de la costa es al N. O. por espacio de 2,5 millas hasta la punta de Scopello, siendo por todas partes pedregosa y accidentada; un poco al S. de la torre hay una pesquera de atunes; 2,5 millas al O. de la torre se levanta el monte Sparagió á 1128 m., cadena que se termina al S. extendiéndose á través de la isla hasta el monte Cofano, en la costa O. de Sicilia y al N. hasta el Cabo San Vito. Después de la torre Scopello la costa corre 7 millas al N.N.O. hasta la punta Solanto, escarpada y sin punta notable, formando pequeñas bahías y algunas casas en el flanco de las colinas. En una bahía formada por dos quebradas, y sobre las cuales corre un pequeño arroyo, está la pesquera de atunes de Guzzo, á 3,5 millas de la anterior; á una milla más al N. se encuentra la torre Impicatto, y algo más al N. la punta escarpada de Tanure.

torre

En el inmediato Cabo Granitola se halla la costa S. de Sicilia. Entre los cabos Mazzara y Granitola la costa es baja; en el Cabo Granitola hay faro. Después hay varias quebradas, y tras de ellas se ven las ruinas de Selinonte ó Selino, y en la misma costa el puerto Palo, desde el cual la costa, baja y arenosa, se dirige al E. y al S. durante 7,5 millas hasta el Cabo San Marco, y en el intermedio se encuentra el río Carabí La costa entre la punta Atriversa, á 17 millas al O. N.O., y este cabo, forma una bahía de 3 millas de seno, exenta de peligro. Entre los cabos de San Marco y Bianco, á unas 14 millas al S. E. E., la costa forma otra bahía extensa y semejante á la que está al N.O. del primer cabo. La ciudad Siacca (antigua Therma Selinuntia ), á 3 millas del Cabo San Marco, está situada en el declive de una eminencia que se eleva desde el mar. La punta Verdura, con una torre de 91 m., se ve cerca de 5 millas al E. de Sciacca; como una milla más lejos y más al S. se encuentra un arroyo considerable que tiene el mismo nombre, y cuya embocadura está en la costa E. de la punta Stingo. Sigue el Cabo Bianco, promontorio blanco de unos 28 m. de alt. que desciende de un alto de 137 m. Entre el cabo y Sciacca el país presenta una gran llanura ondulada y bien cultivada, regada por muchos riachuelos en los que en algunos abunda el pescado: los mayores son los de Magazzolo y Platani, que conten á

de la costa. Muchos riachuelos y arroyos desembocan por allí en el mar, y casi á la mitad de la bahía están las c. de Avola y de Noto. A 3,5 millas al N.N.O. de la torre del islote de Pas

ambos lados del monte Sara, de color sombrío y de 433 m. de alt. La llanura está adosada á una tierra alta y áspera, en la que hay minas de azufre á 2 millas al interior del cabo. Desde el Cabo Bianco al de Rosselló, que dista 10 millas, lasero avanza una ancha punta saliente, sobre la costa es accidentada, con muchos cabos y que bradas pedregosas. Las tierras descienden en pendientes del monte Sedita, elevado 427 m. á 2 millas al O., y por bajo del cual se encuentra la población de Montallegro. Al E. del riachuelo de Canna, y como á una milla del mar, se halla | la c. de Sieuliana (antigua Cena), perfectamente situada entre dos colinas. Hay grandes minas de azufre en sus inmediaciones.

Llégase ya al puerto Empedocles, nombre moderno del puerto de Girgenti, formado por un muelle poligonal que se extiende á 2 cables de la punta extrema. Tres millas al S. E. del muelle corre el río Girgenti ó Acragas; más allá se ve la embocadura del Naro y la punta Bianca, desde la cual la costa, alta y pedregosa, se dirige al S. E. E. por espacio de 6 millas; luego se inclina más al E., volviendo por último al S. E. E. hasta la punta de San Nicolo, á 5,5 millas más distante y formando en el intermedio una bahía. A 2 millas al S. E. E. de la punta Bianca está la de Montechiari, dominada por una colina de 134 m. de alt., sobre la que se alza un castillo de forma cuadrada; la costa es pedregosa, y la mar con mal tiempo rompe á alguna distancia por fuera. A 2 millas más allá de esta última punta desemboca el río Palma, que desciende formando varias bocas de las tierras altas. La c. de San Carlo está al E. de la entrada, y en la bahía del O. se halla la Marina de Palma con algunos almacenes. Más allá de la Marina de Palma están las puntas de Tenda Grande y Tenda Piccola; viene en seguida la bahía Grugno, de unas 5 millas de abra y playa arenosa, en donde desembocan varios riachuelos. Cerca de San Nicolo, punta E. de la bahía Grugno, está puerto de San Nicolo, y á unas 15 millas al S. E. E. de la punta Bianca, en el lado O. de la embocadura del río Salso, la c. de Licata. El Salso separa las prov. de Girgenti y Caltanisetta y serpentea por medio de la gran llanura de Licata. A partir de Licata la costa describe una curva hasta una distancia considerabie: la bahía formada así está limitada al E. por el Cabo Scalambri, que yace á 33 millas de distancia al S. E. E. de Licata. Hay algunas cadenas aisladas de 45 á 122 m. de elevación cerca de la costa, y más allá de las vastas llanuras, adosándose á montañas de 600 á 900 m. que se levantan á 15 millas al interior. Muchos arroyos desembocan en la bahía; los dos principales son: el Maroglio cerca del centro, y el de Durillo al E. de aquél. El Cabo Soprano á 4,5 millas de la torre de Manfria, es la primera punta notable, y sobre su parte elevada del E. está la ciudad de Terranova. Cerca de 7 millas al S. E. del Cabo Soprano se encuentra la entrada del río Durillo, antiguo Achates; el lago Riviere está al pie de las colinas una milla al N., 6 más lejos la punta pedregosa Safaglione, y 2 al E. la población de Scoglitti. A 11 millas al E.S. E. del Cabo Scalambri hay un promontorio ancho y alto que termina en la punta pedregosa de Corvo: muchos arroyos desembocan en la bahía, que es en parte arenosa, y algunas casas conocidas con el nombre de Donna Luzata están en la costa, á 4 millas de Mazzarelle. Al N. del Corvo se halla la c. de Scicli; más al E., en la misma costa, Pozzallo, y á 4 kms. de esta población las bocas del Favara, que corre desde el N. y pasa por bajo la c. de Spaccaforno, sit. 3,5 millas al interior. Una playa se extiende luego de 3 millas de largo hacia la punta Grotta y termina en el mar con tierra baja y pantanosa; á lo largo de las costas de la bahía se ven algunas ruinas antiguas. Entre la punta Grotta y la isla Correnti hállase la bahía de la Marza. Desde el Cabo Correnti la costa de Sicilia se dirige al N. E. E. durante 3 millas hacia una pequeña bahía llamada Puerto Palo, en donde los buques meno res fondean con todo tiempo, excepto con los del S. Los contornos de la bahía son bajos y pantanosos. El litoral corre allí casi al N.E. N. durante 2 millas hasta Cabo Passero, donde está el islote así llamado, de 1,5 millas de extensión. Empieza allí la costa oriental de Sicilia. Entre los Cabos Passero di Porco, distante 21 millas, la costa entra y forma una gran bahía de 6 de seno, con playa desigual y pedregosa, bordada de islotes y bajos que sólo se separan una milla

que está la población y almadraba de Marzamemi. Tres millas al N. hay una isla pequeña casi unida á Sicilia por una lengua de tierra; la costa intermedia forma muchas bahías reducidas con playas de arena, y frente al islote existen dos lagunas saladas. Más al N. avanza la costa y forma la punta Bernardo, en donde se encuentran algunas casas llamadas Ballata 6 Marina de Noto. El río Tellaro corre entre Vendicari y Ballata, á la mitad de la distancia entre ambos, así como otros arroyos y un lago salado. A 2 millas al N. de la punta hay una playa, una escollera y muchas casas llamadas la Marina de Avola, distante de la c. 0,5 millas por carretera. Noto se encuentra en el emplazamiento de la antigua Nétum, y Avola està 2,5 millas al N. de Ballata, en una situación agradable y sana, en una eminencia cubierta de arbolado.

El río Miranda, antiguo Frineus, desemboca al N. de Avola; más allá están el Cabo Negro y el río Cassibili, cerca del cual se halla la punta Cane y muchas piedras. Al N. E. encuéntrase el Cabo Muro de Porco, antiguo promontorio Lóngum, extremidad S. E. de la península Maddalena (Plemmyrium). A 6,5 millas al N. 18° 0. del Cabo Muro de Porco hay un macizo escarpado de 66 m. de alt. terminado por quebradas de 13,7 m.: es el Cabo Panagia. Entre ambos cabos la costa es generalmente acantilada, y vista desde el mar parece árida y pedregosa, porque no tiene árboles, si bien está perfectamente cultivada; la c. y puerto de Siracusa están casi á igual distancia de ambos cabos. Al O. del puerto desemboca el Anapo, después de atravesar la llanura de aluvión y los pantanos de que se origina el nombre de Siracusa. Sus miasmas ocasionaron en otro tiempo muy a menudo la destrucción de los ejércitos sitiadores; hoy el pantano está drenado en cierta parte, reinando la malaria en la costa O. del puerto, si bien los habitantes están libres de esta plaga. A una milla del desemboque el río Ciant se une con el Anapo, y cerca de 2 millas se encuentra la célebre punta ó manantial de Cyanea hoy llamada La Pizona, depósito circular con agua muy pura, aunque su fondo fangoso le da un aspecto negruzco; tiene de 18 a 21 m. de diámetro, 8 de profundidad, y está lleno de hermosos pescados, como sus orillas de profusión de plantas acuáticas. Desde allí las aguas van á unirse al Anapo á 0,75 milla del mar, por un estrecho arroyo profundo y limpio. En el valle, y entre los dos ríos Ciant y Anapo, á 6 millas al O.N.O. de su embocadura, está la c. de Florida. A unas 5 milas al O.N.O. del Cabo Panagio una cadena notable de montañas, de 366 á 457 m. sobre el nivel del mar, llamada Fiopriolo, se eleva de las llanuras de Siracusa y se extiende hacia el N.O., entre la península de Magnisi y Augusta, esta cadena, que corre paralelamente á la costa á unas 2,5 millas de ella, desciende rápidamente 120 m. y después gradualmente hasta el mar. Sobre el vértice del S. hay una gran valiza, y sobre la vertiente del N. la c. de Melleli, 8,5 millas al N. N.O. del Cabo Panagia, está el de Santa Croce; la costa intermedia forma dos bahías separadas por la península de Magnisi; la bahía del S. se llama Panagia, y en la parte N. de la bahía N. encuentra la c. y puerto de Augusta. Entre el Cabo Santa Croce y el de Molini, sit. á 18 millas al N. N.O. del primero, se abre la bahía de Catania. Su orilla presenta una larga línea de colinas bajas de arena que se extienden hasta el faro. A partir de este punto la costa se compone generalmente de lava negra. En el centro se encuentra la gran llanura de Catania ó de Lentini, limitada al N. y al S. por el río Giaretta y sus tributarios; la c. de Catania está en su extremo N. E. al pie del monte Etna. Desde la punta Izzo, al S.O. del Cabo Santa Croce, el terreno se eleva gradualmente formando una cadena hacia el N.O., que termina bruscamente cerca del Cabo Ferello. Desde esta cadena, que se halla á más de 0,5 milla de la costa, la tierra, cubierta de olivares, viñedos y otros cultivos, desciende hacia el mar. La cos ta, entre la punta Izzo y el Cabo Ferello, á 4,5 millas distantes, es designal y pedregosa. A menos de 0,5 milla al O. del Cabo Ferello la costa vuelve al S. y forma la bahía Brucola. Como á

1,33 milla al O. del puerto Brucola se encuen tra otra bahía más pequeña llamada de Arcile, con costa pedregosa entre ellas. La pequeña ensenada y la almadraba de Pecchia están 1,75 milla al N.O. 4O. de la bahía de Arcile. A 1,25 milla más allá las quebradas se terminan bruscamente y una playa de arena corre al N.; en la unión de ambos trozos de costa hay un sitio de carga llamado Scara di Agnuni. Desde el Cabo Ferello hasta Agnuni la costa es por lo regular limpia; la altura de las quebradas de piedra varía de 15 á 30 m. y la tierra se levanta á 130 y 90 á 0,75 milla del mar, formando así dos tres valles. Entre los ríos Forgia ó Lentini y Giaretta se eleva el monte Cartina; en la parte S. E. de la base las tierras bajas forman en el invierno un gran lago que en el verano se convierte en pantano malsano. La cadena de colinas que se extiende al O. del Cabo Ferello, y cuyo ramal forma el monte Cartina, limita al S. la fértil llanura de Catania, la cual se extiende al N. de las vertientes S. del monte Etna. Al N. del río Forgia, á unas 5 millas al O. de Agnuni, se levanta la c. de Lentini. El Giaretta ó Simeito toma su curso en la entrada O. del monte Etna después de haber atravesado 40 millas de terrenos perfectamente cultivados, y desemboca á 5 al N. de Agnuni y á igual distancia de Catania.

A partir del Seara de Agnuni la playa de arena adosada á las dunas bajas se dirige casi al N. 5° O., durante 11 millas, hacia el faro de Catania, que es blanco, bien visible y situado sobre la punta de lava negra formada por la erupción del Etna en 1669. Desde esta punta la costa corre al N. 40° E. durante 6 millas hasta el Cabo Molini, formando varias ensenadas pequeñas; las vertientes de las montañas están cubiertas de arbolado y bien cultivadas, y con poblaciones y casas diseminadas; el f. c. de Mesina sigue la costa algo al interior. Esta última parte de la costa está formada generalmente por peñascos le lava negra de 5 à 9 m. de altura, elevándose por cadenas sucesivas hacia el monte Etna. La costa entre Catania y el río Alcántara al N. E. forma el límite oriental de la base del monte Etna. Dos millas al N. del puerto de Catania están la población y ensenada de Ognina, en donde se embarca gran cantidad de lava labrada en piedras cuadradas para las construcciones. A 2 millas más allá de Ognina se encuentra la pequeña población de Aci Castello, con las ruinas de un castillo, sobre una quebrada de lava que se eleva verticalmente por encima del mar. Dos millas más al N.E. N. hay un notable promontorio de lava con una torre cuadrada, llamada torre Santa Ana. Frente de Trizza, cerca de una milla al S.O. del Cabo Molini y á menos de 0,33 milla de tierra, yacen los Faraglioni (los Cyclipeum Scopuli de los antiguos), cuatro isloses pequeños y de apariencia escarpada y singular. Desde el Cabo Molini la costa se dirige al N. N. E. durante 2 millas hacia Aci Reale, y otras 6 más hasta punta San Leonardo. A corta distancia al N. de la torre de Santa Ana, en el Cabo Molini, las quebradas se levantan de repente, y en Aci Reale alcanzan 183 m. sobre la superficie del mar, separándose en este sitio de la costa, la primera volviendo algo al O. y la segunda hacia el N. E. A 2,5 millas al N. de la punta de San Leonardo se encuentran las ciudades modernas de Riposto y de Giarre. El río Alcántara (antiguo Onabola) corre en dirección E. y S.E. E. durante 10 millas alrededor de las vertientes N. del Etna y desemboca en una bahía arenosa á 1,5 milla al S.0.0. del Cabo Schiso. Entre éste y el de Taormina se halla la bahía de este nombre. A unos 9 kilómetros al N. E. del Cabo Taor mina está el de San Alesio; más al N.E. el Cabo Grosso. La c. de Ali, de remota antigüe dad, se ve precisamente por dentro del Cabo, y es muy conocida desde largo tiempo por la bondad de sus aguas minerales. Una línea que vaya desde el Cabo Grosso al Cabo dell'Armi en Calabria puede considerarse como el límite S. del Estrecho de Mesina. Se distingue por encima del Cabo dell'Armi, y á 4 millas de distancia, la colina de Pentedalilo, la cual debe su nom. bre á cinco rocas y á su base aislada, que le dan gran semejanza á la mano de un hombre. A 2,7 millas del Cabo Grosso la playa se interrumpe por el Cabo Scaletta, punta pedregosa con una antigua torre, y á menos de 0,5 milla se encuentran las ciudades alta y baja del mismo nombre. Desde el Cabo Scaletta ó Mesina, que

está á 10 millas al N. 30° E., la costa describe | 15 000 toneladas anuales. En otras regiones se
una ligera curva, la playa es escarpada y areno-explotan canteras de mármol y de puzolana. La
sa y se tienen de 18 a 91 m. de agua á un cable piedra pómez y el borax son igualmente explo
de distancia. A lo largo de la ribera y sobre las tados, sobre todo en las islas Eolias (en Lípari,
vertientes interiores se ven las ciudades de San
Stromboli y Vulcano).
Paolo, Galali y Gazzi, las poblaciones de Briga,
Lardaria y Bordanario, y por último conventos
diseminados. La cadena de montañas cuyo pie
se aleja de la ribera á medida que se aproxima
á Mesina desciende de alturas de 900 á 1200
m. ; á 4 millas de distancia está cortada por nu-
merosos arroyos, generalmente cubiertos de ar-
boleda; se encuentran también viñedos y terre-
bien cultivados. (V. MESINA.) (Derrotero del
Mediterráneo, t. II).

Sicilia es tierra montañosa, surcada por rami ficaciones de la cordillera de Pelore, que empieza en Faro, ó sea en la punta del N. E., y atraviesa toda la long, de la isla hasta Trápani; sus cimas están por término medio á unos 18 kms. del mar. Hay además montañas aisladas, de las que la más notable es el Etna, al E., que se eleva 3314 m. sobre el nivel mar (V. ETNA). En la vertiente oriental del Etna se abre el valle del Bove, gran circo lleno de cráteres adventicios, escalonado en gigantescos peñascos, desde cuyas alturas descienden las corrientes de lava. La meseta que termina por la parte del mar en un muro de 100 m. de elevación está formada por corrientes de lava. Dan testimonio de los importantes cambios que se han operado en la estructura de las lavas desde la época de su erupción varias cavernas rodeadas de prismas basalticos, y, en las cercanías de Aci Trezza, los Faraglioni ó rocas de los Cíclopes.

La antigua cadena Neptúnica, hoy montes Pelore, que continúa en Sicilia la cordillera calabresa del Aspromonte, es bastante menos elevada que la del Etna. Fórmanla rocas primiti vas y cristalinas, revestidas en sus flancos de calizas y mármoles, dirigese primero hacia el S.O., separando las aguas del Estrecho de Mesina de las del Mar Eólico; torna luego hacia el O., costeando este último mar hasta más allá de Palermo, hacia Trapani. El pico Antennamare, consagrado á Neptuno por los antiguos, se alza, al O. de Mesina, á 1130 m. de alt. La cadena alcanza su mayor elevación hacia su parte media, en el Pizzo d'Antenna (1975 m.), sit. al S. de Cefalu. Promontorios calizos, completamente aislados, avanzan hacia el mar al N. de las montañas, y la variedad y belleza de sus formas hacen de esta costa una de las más notables del Mediterráneo. El monte San Giuliano, el Tryx de los antiguos, sit. al E.N.E. de Trápani, termina la cadena al O. y se eleva á 751 metros. Todas las montañas que irradian de esta cordillera hacia las partes meridionales de la isla van descendiendo gradualmente y forman, en cierto modo, el armazón de la isla. El más largo de estos ramales se destaca de la cadena principal al N. de Castro Giovanni y se dirige diagonalmente hacia el Cabo Passaro, formando la divisoria entre la vertiente del Mar Jónico y la del Mar de Africa; su punto culminante es el monte Lauro, sit. al E. de Licodia (prov. de Siracusa), que se eleva á 985 m. De los montes Madonia, nombre que toma la cordillera del N. en su parte central, destacase otro ramal cuyo punto culminante, el monte Cammarata, sit. al N. de Girgenti, alcanza una altura de 1578 m., terminando en la orilla dra. del Platani; un tercer ramal, desprendido al S. del Alcamo, forma cerca de Marsala el Cabo Boco. Estos derrames se componen de terrenos secundarios y terciarios.

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Entre las producciones minerales de la isla el azufre es la principal; se recoge hacia el centro y parte del S. y constituye uno de los primeros artículos de exportación. Cerca de Mesina se explotan filones de antimonio cuyos productos, en bruto ó preparados, se exportan para Francia Inglaterra; existen también minas de cobre y plata que no se explotan. Hay manantiales ferruginosos y sulfurosos en gran número, y sus agas se han utilizado desde los más antiguos tiempos: tales son los de Ali, al S. de Mesina; Aci Reale, cerca de Catania; Termini Imerese, en la costa del Mar Tirreno; Sclofani, cerca de Ter mini, y Sciacca. Se encuentran también en Sieilia yacimientos de sal gema y salinas maríti mas considerables, sobre todo en la extremidad

meridional de la isla, en Trapani, en Marsala y en Siracusa. En esta última prov la explotación del asfalto y del betún da una producción de

Los ríos de la isla son pequeños y ninguno de ellos navegable, excepto para botes; los principales son: el Fiume Grande al N., la Giaretta y el Alcántara al E., el Salso, que es el mayor de la isla, el Platani y el Belici, que se halla al S. Los lagos son poco numerosos, siendo los principales el Biveri ó Lentine, sit. al S. de Catania, y el de Pergusa ó Enna en la prov. de Caltanissetta.

Ríos y lagos dan pescado en abundancia, y las costas de la isla son muy renombradas desde hace mucho tiempo por sus pesqueras de atún, pez espada y anchoas. Sicilia tiene sobre las localidades que la rodean la ventaja de que, después de la pesca ordinaria en mayo y julio, se hace una nueva en octubre y noviembre, cuando el pescado vuelve del E. siguiendo por cos. tumbre la costa de Africa. En la costa del mar de este nombre se explotan algunos bancos de coral de muy mediana calidad.

La temperatura general de Sicilia puede deducirse de las observaciones hechas en Catania y en Palermo: las primeras dan un promedio de 19° y las últimas 16; la máxima temperatura en Palermo en día de sirocco ha sido de 45° (27 de agosto de 1885), pero esto es accidental y por breves momentos. La máxima media es de unos 32, y en invierno rara vez el termómetro des ciende bajo 2°. El número de días lluviosos varía entre 112 en Palermo y 72 en Siracusa, y la cantidad de lluvia caída durante el año es de 600 milímetros por término medio. La nieve sólo se encuentra sobre el Etna y algunos otros de los más altos picos de la montaña. En el verano regularmente hace calma por la mañana, pero la brisa se entabla de nueve á diez, refresca de dos á tres de la tarde y va cayendo gradualmente. Los vientos son variables, tanto en fuerza como en dirección. Los del N. y O., que son los más frecuentes, son asimismo los más secos y más sanos; el mamaliti, modificación del mistral, es en Palermo una brisa fresca y regeneradora. Los vientos del E. y del S. son pesados y vienen cargados de nieblas y á menudo acompañados de grandes lluvias, truenos y relámpagos. Hacia el equinoccio de primavera la fuerza del viento del S. O. es inuy sensible en la costa desde Trapani ó Girgenti, pero á medida que el sol avanza los vientos soplan más del N., con temporales que, sin embargo, son pocas veces violentos en las bahías y puertos, y duran rara vez más de cuarenta horas. Los prácticos aseguran que los temporales que empiezan de día son más duros y de más duración que los que empiezan durante la noche. El sirocco ó viento del S. al S. E., que viene del desierto de Africa, á su paso por el mar toma una temperatura soportable, y sobre la costa del E., á donde llega al principio, sus efectos son poco sensibles; pero parece tomar nuevo calor à medida que pasa por las tierras de la isla, haciéndose cada vez más des agradable. Al principio el aire es pesado y sofocante; grandes nubes blancas se detienen por bajo de los picos de las montañas, y en la mar se las ve flotar sobre el horizonte en líneas paralelas á él; el termómetro marca una temperatura mucho más elevada, la humedad aumenta y el barómetro desciende. Estos vientos suelen calmar á menudo de repente y van seguidos de una brisa del N.O., aunque por lo común el sirocco dura tres ó cuatro días; en el verano es muy perjudicial para la vegetación, mientras que en el invierno la favorece en parte. Estos vientos son muy desagradables en Palermo; las calles quedan desiertas y se cierran las puertas y ventanas para impedir que penetre en las casas; en la primavera y el otoño son más frecuentes que en verano, y durante el invierno no son tan desagradables. Las lluvias no empiezan comúnmente antes de noviembre, y la campiña sufre à menudo una sequedad continua desde abril á septiembre. En invierno, además de los tempo rales accidentales de nieve, caen á menudo Ilu vias torrenciales acompañadas de relámpagos intensos y peligrosos. En Mesina los vientos dominantes durante el verano son los del N. E. y S. E., generalmente húmedos; la malaria en esta estación reina sobre toda la comarca inmediata.

Sicilia, por su suelo y por su clima, está con

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siderada como una de las islas más fértiles de la Tierra. Posee hermosos bosques de madera de construcción, sobre todo alrededor del Etna, en cuyas laderas la encina y el castaño crecen á 1 200 m. de alt. y el abedil á 1 800; la viña y los árboles frutales se cultivan en grande escala, particularmente la primera. El algodón también se da perfectamente, en particular en las llanuras de Catania y á lo largo de la costa O.; se presta asimismo gran atención á la cría del gusano de seda.

Como dice un reputado geógrafo, gran número de plantas oriundas de Asia y de Africa se han aclimatado fácilmente en la isla. Las palmeras crecen agrupadas en los jardines y en los campos; las llanuras de aspecto enteramente africano que rodean á Sciacca están en muchos lugares completamente cubiertas de pequeñas palmeras que valieron á la antigua Selinonte el nombre de Palmosa; varias especies de algodoneros crecen en las laderas de las colinas hasta una altura de 200 m.; el bananero, la caña de azúcar y el bambú florecen fuera de los invernaderos; la Victoria Regia cubre los viveros con sus largas hojas y sus flores; el papiro del Nilo, desconocido en Europa, aparece en los grandes cañaverales que obstruyen el curso del Anapo en los alrededores de Siracusa, y el Cactus opuntia ó higuera chumba ha venido á ser la plasta característica de las campiñas del litoral siciliano. A excepción de los parajes más elevados el campo se ostenta por todas partes cubierto de verdor aun en invierno, y los horticultores pueden sin dificultad mantener constantemente la vegetación; las legumbres se obtienen frescas durante todo el año. Por su riqueza en cereales, los romanos llamaron á Sicilia el granero de Italia. Después ha disminuído algún tanto esta portentosa fecundidad y

se abandonaron muchos terrenos en el inmenso llano de Catania por la sola razón de hallarse algo alejados de las c. Esto no obtante, cultivase todavía más de la mitad de la superficie de la isla, siendo las principales cosechas el trigo, la cebada, el maíz, el lino, el tabaco y el algodón en las playas del mar de Africa. Sicilia ocupa uno de los primeros lugares entre los países vinícolas de Europa, representando su producción la cuarta parte de la cosecha de Italia. La mayor parte de las viñas, sobre todo en la prov. de Trapani, de donde proceden los célebres vinos de Marsala, y en las de Palermo y Catania, pertenecen á sociedades italianas ó extranjeras, ó bien á propietarios italianos ó extranjeros que han sabido comprender la importancia de los mejores procedimientos de cultivo y vinificación, obteniendo por consiguiente productos superiores capaces de sostener la concurrencia con otros vinos similares. Gozan de merecida reputación los vinos de Marsala, Siracusa y Zucco. Los huertos pueden también considerarse como una de las riquezas de Sicilia; es importantísima la producción de los Agrumi (naranjas, limones, etc.), que en 1889 representó las 10 de la producción total de Italia. En las prov. de Palermo, Mesina, Catania y Siracusa cultivanse en grande escala todas las variedades de naranjos, el limonero, el almendro, la higuera, el algarrobo y otros frutales. El olivo ocupa una sup. de 114720 hectáreas y produce anualmente, por término medio, unos 660 000 hectolitros de aceite.

Las mejores praderas se hallan en la prov. de Trapani, pero la cría de ganados está, en general, muy descuidada: los toros son pequeños y poco numerosos; los caballos deformes y los carneros dan lana basta. También escasean las aves; en cambio abundan las abejas, y su miel es muy estimada; en Catania y Siracusa se cultiva también el gusano de seda. La industria manufacturera está poco desarrollada; hay algunas manufacturas de seda en Palermo y en Mesina, tejido de lana, hilo y algodón é hilados de seda en Catania, refinerías de azúcar en Mesina, elaboración de tabacos en las tres c. citadas, é industrias derivadas de la agricultura, aceites, esencias, etc., en varias localidades. Las principales exportaciones de la isla son azufre, zumaque, vino, aceite, frutas, seda, cereales, mármol y pescados salados; el valor total de la exportación se puede estimar, por término medio, en unos 120 millones de pesetas al año. Los puertos de mayor comercio son: Palermo, Mesina, Girgenti, Marsala, Trapani, Siracusa y Catania. La marina mercante siciliana posee unos 80 vapores y más de 1300 buques de vela.

Las comunicaciones terrestres de la isla, pres

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cindiendo de las vías férreas, son pocas y malas; la principal carretera es la de Mesina á Palermo por Catania y Leonforte. Los f. c. suman hoy unos 1100 kms., y las principales líneas son las de Mesina á Catania y Siracusa, la de Catania á Caltanisetta, Canicatti y Caldare, la llamada Sicula occidental, la de Palermo á Porto-Empédocles y la de Palermo á Corleone.

La isla, que antiguamente se dividía en tres distritos ó valles, Val Demone al N. E., Val di Noto al S. E. y Val di Mazzara al O., comprende hoy siete prov., que son: Caltanissetta, Catania, Girgenti, Mesina, Palermo, Siracusa y Trápani; tres tribunales de apelación en Palermo, Mesina y Catania; un tribunal de casación en Palermo; tres Universidades reales en Palermo, Mesina y Catania; cinco arzobispados (Catania, Mesina, Monreale, Palermo y Siracusa) y doce obispados.

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atrevida.

cas, los lugares dóricos, por el contrario, se desguir Gelón una política extranjera tan hábil como
arrollaban bajo la tiranía. Este hecho se com-
prue' a por primera vez en Acragas. Esta c., fa-
mosa por su comercio de aceite, por su cría de ca-
ballos y por sus canteras, se hallaba regida desde
565 por el príncipe Falaris de Astipalea. General
afortunado, extendió el territorio de su ciudad
conquistando algunas comarcas del interior que
ocupaban los sicelios, pero su soberanía era en
extremo dura, por lo cual fué derribado en 549
por una sublevación que dirigió el noble Telé-
maco. No faltaron entonces repetidas sublevacio-
nes contra la restablecida soberanía de los no-

Ambos príncipes concibieron la idea de conquis tar para los griegos las plazas fenicias del O.de Sicilia. Es muy probable que el rey Jerjes decidiera á su vez á los cartagineses à que se dirigiesen ener gicamente contra los helenos. Pero ann cuando no mediase mandato alguno de Susa, la política Aunque la isla es italiana, los sicilianos difiede Cartago debió aprovechar la ocasión de atacar ren bastante de sus vecinos de la Italia peninfuertemente à Acragas y Siracusa, en una época sular por el tipo físico y costumbres. Es una poen que los siciliotas no podían recibir anxilio blación muy mezclada, porque muy diferentes alguno de Grecia. La c. sicelia de Egesta se alió elementos han concurrido à formarla. A fines con los cartagineses, é idéntica conducta siguió del siglo XI se hablaban en la isla cinco lenguas: bles, hasta que Terón aprovechó la circunstancia la dórica Selinonte por miedo á Terón; y cuando árabe, hebreo, griego, latín y siciliano; sobrevi- de haber sido nombrado jefe del ejército para éste (182) conquistó la c. de Himera y arrojó de no luego la influencia aragonesa ó española, re- nombrarse principe de Acragas y ejercer una ella al príncipe Texilos, éste y Anaxilao de Regio forzada en los primeros siglos de la Edad Moder- soberanía inteligente, justa y popular. Sus con- solicitaron el auxilio de Cartago contra sus enena, y franceses y alemanes dejaron también hue-quistas sobrepujaron á las de Falaris, pues se migos griegos. Los cartagineses hicieron grandes llas muy sensibles en las costumbres é idioma de apoderó de todo el centro de la isla y robuste- preparativos; Gelón, públicamente informado del Sicilia. ció su poder sosteniendo íntimas relaciones con peligro que le amenazaba, decidió luchar con toda la casa reinante de Siracusa, que entonces había su energía contra los africanos. Gelón y Terón se llegado á un alto grado de fuerza y esplendor, pusieron de acuerdo y movilizaron sus fuerzas, y cuyo tirano, Cleandro, logró apoderarse en ayudados por los siciliotas que se adhirieron com. 505 de la soberania de la colonia rodia de Cela pletamente á la resolución de ambos caudilles. después de largas y variadas contiendas entre La corte de Siracusa se puso al frente del movilos nobles y el pueblo. Asesinado en 495 este miento. Damareta, esposa de Gelón é hija de príncipe, sucedióle en el trono su hermano Hi-Terón, ofreció sus joyas para atender mejor á pócrates, muy dado á la guerra, que reunió un los gastos de la guerra, y las mujeres de la c. se ejército de mercenarios, y no sólo sujetó á varias apresuraron á imitar su ejemplo. En el verano razas de sicelios, sino que redujo á su domina- del año 480 ancló en Panormos una escuadra ción algunos lugares calcidios, como Naxos, cartaginesa de 3000 buques de transporte proteLeontini otros. En 494 se apoderó de la im- gidos por 200 de guerra. Un ejército compuesto portante plaza de Zande, si bien no la pudo de 300000 hombres, mandados por Amílcar, de conservar nucho tiempo; pues durante una gue- la gran familia de Magón, cuya madre ó esposa rra con Siracusa, Anaxilao, oriundo de una fa- era oriunda de Siracusa, se dirigió á la costa de milia de la antigua nobleza mesenia, y príncipe Panormos contra Himera y sitió en seguida esta desde 495 de la italiota Regio, conquistó la ve- c., estableciendo á su alrededor un campamento cina c. de Zande, que á partir de aquel momen- fortificado. Llamado por Terón, que defendía to tomó el nombre de Mesana ó Mesina, la po- personalmente la c., tan fuerte por su situación bló con nuevos habitantes, y para robustecer su natural, acudió Gelón á su auxilio cqn 50000 poder se alió, por medio de un matrimonio, con infantes y 5000 caballos, estableció y fortificó un el príncipe Terillos de Himera. Hipócrates, en- campamento al S. E. de Himera, pusose desde tretanto, emprendía una enérgica lucha contra allí en comunicación con la c., y comenzó su la nobleza de la c. de Siracusa, y después de una ataque contra los cartagineses, cuya fuerza pringran victoria ganada en 495 junto al río Helo- cipal se encontraba al O, de la c. Cuando Gelón ros llegó hasta los muros de aquella c. Enton-supo que Amílcar esperaba el auxilio de la cabaces Corinto y Corcira negociaron una paz entre los dos beligerantes, por la cual se cedió al príncipe de Gela la ciudad y todo el territorio de Camarina. Muerto Hipócrates al año siguiente, durante el sitio de la sicelia Hibbla, la nobleza de Gela restableció la soberanía de la aristocra cia. El ejército sitiador de Hibbla no se daba, en tanto, punto de reposo y nombraba su jefe á Gelón, hombre dotado de eminentes cualidades, que debía conservar el trono para el hijo de Hipócrates. Pero cuando Gelón hubo derrotado al contingente de los nobles se apoderó de la corona y siguió con energía el plan, no sólo de conservar el Imperio de su predecesor, sino de extenderlo por toda la mitad oriental de Sicilia, lo cual no podía suceder hasta que el centro de sus dominios fuese Siracusa, c que pudo tomar gracias al cruel furor de los partidos siracusa

Hist. Según mitos y leyendas aceptados por algunos antiguos historiadores, los cíclopes y los lestrigones fueron los primeros habits. de Sicilia. Sucediéronles los sicanos, y de ellos tomó la isla el nombre de Sicania. Hacia la misma época se dice que algunos troyanos establecieron colonias en Sicilia y fundaron, entre otras, las c. de Erix y Segesta. Expulsados de Italia los pelasgos siculos, pasaron á Sicilia y se impusieron á los anteriores pueblos; ellos dieron origen al actual nombre de la isla, también llamada por los romanos Trinacria ó Triquetra á causa de su forma. También los fenicios llegaron á Sicilia, y á ellos se atribuye la fundación de Solúntum, cuyos restos se encuentran en el monte Catalfano, al E. de Palermo, así como la de Segesta, cuyo origen, según se ha dicho, es trovano según las leyendas miticas. A mediados del siglo VIII antes de J. C. debió empezar la colonización griega, y con ella la verdadera historia de Sicilia. Según Herzberg, después que los indígenas, los siculos, atacados por los griegos, emprendieron la fuga ó se sometieron al helenismo, los jonios, calcidios y naxos fundaron en 738 6 735 a. de J. C. la c. de Naxos, y al poco tiempo las de Catania (730), Leontinoi y Zancle ó Mesina. De este modo los corintios y los megarenses encontraron abierto el camino de Sicilia. De la an. tigua c. corintia de Siracusa, que existía ya en 735 6734, partieron grandes colonizaciones, entre las cuales merece citarse la de Enna, situada en el centro de la isla. Los dorios de Megara, por su parte, fundaron en 728, entre Naxos y Siracusa, la llamada Megara Hibbla, y en 690 Gela, que, sit. en la costa meridional, fué la residencia de los dorios, rodios y cretenses. Cuando, finalmente, los megarenses hubieron creado en 628 a. de J. C., en la costa S.O., la c. de Selinonte, y los rodios y griegos de Gela fundaron á mediados del siglo VI la de Acragas (Agrigento), que floreció con tanta rapidez, la mitad oriental de la isla quedó poblada por elementos griegos y la occidental siguió en poder de las antiguas colonias fenicias. Todas las c. griegas de Sicilia alcanzaron, aunque no por igual, un alto grado de poder y prosperidad, sobresaliendo entre todas ellas la de Siracusa, Gela y Acragas (Agrigento). Las débiles razas sicilianas, que sólo pudieron conservar su independencia en las elevadas comarcas del interior, perdieron en en todas partes los territorios de las costas, que pasaron á los helenos. Con tales fundamentos alcanzó gran esplendor el poder de los griegos, que se dedicaron á la Agricultura y á la cría de ganados en gran escala.

nos.

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llería de Selinonte, su aliada, envió á los cartagineses una parte de la suya, fingiendo que eran las tropas esperadas, astucia que tuvo el éxito más completo. Apenas supo el siracusano que su caballería había sido admitida en el campamento de los cartagineses sin excitar la menor sospe cha, comenzó el ataque decisivo acometiendo enérgicamente el campamento púnico. La batalla estuvo indecisa durante mucho tiempo, hasta que la caballería que Gelón había enviado á los cartagineses logró incendiar la escuadra de Cartago, al ver lo cual se desorganizó el ejército cartaginés. El mismo Amílcar, en su desesperación, se arrojó al fuego, ofreciendo, según el procedimiento salvaje de aquellos cultos semíticos, el sacrificio de su persona para aplacar la cólera de los dioses contra su pueblo. El poder de los cartagineses decayó completamente á consecuencia de esta derrota; la escuadra de transporte de La nobleza, es decir, los llamados geomoros, Amílcar se puso en marcha en seguida y parte fueron arrojados de la c. por una sublevación del de las tropas cartaginesas huyó con los 20 buques demos y de los indígenas, y se vieron obligados de guerra, únicos que habían podido salvarse á dirigirse á Casmene. Ciegos de cólera, y priva- del incendio. La masa del ejército púnico en pardos de reflexión, solicitaron los nobies el apoyo te fué pasada á cuchillo, en parte se vió obligada de Gelón contra su demos, consecuencia de lo á capitular junto á Himera, y en parte tuvo que cual fué que, cuando en 485 el príncipe de Gela huir hacia Selinonte. El hermano de Gelón, Hieapareció delante de Siracusa, el demos entregó rón, en vez de proclamarse regente del hijo de la c. al tirano amigo del pueblo, el más impor- Gelón, menor de edad, se puso al frente del gotante de cuantos hasta entonces habían conocido bierno y fué un rey esencialmente popular; la los helenos. Gelón entonces hizo todo cuanto era magnificencia de su corte era universalmente preciso para aumentar el esplendor de Siracusa, celebrada; las artes plásticas, la Arquitectura, c. en la cual fijó su residencia, y que por su si- la Poesía y las Ciencias estaban en alto grado tuación y por sus puertos estaba destinada á ser protegidas; pero lo que más contribuyó á su pocon el tiempo la cap, de la isla. Quiso Gelón for-pularidad fué sus grandes hechos de guerra y mar una burguesía poseedora de algunos bienes, que bajo su protección alcanzase un completo bienestar y pudiese ser una segura defensa de su soberanía. l'ara esto llamó á Siracusa á los habitantes de Gela, donde á la sazón gobernaba su hermano Hierón como regente, y los estableció en la nueva cap. de los pueblos siciliotas orientales. También fueron destinados à repoblar la comarca los ricos habits. de las c. caleídicas, y finalmente, después de la conquista de Megara (484), los proletarios de esta e. fueron vendidos en los países extranjeros de allende los mares, Durante el siglo VI sobre todo hubo graves mientras la nobleza y el demos eran trasladados conmociones interiores. Así como las c. jónicas á Siracusa. Finalmente, asegurada la alianza con aceptaron gradualmente las formas democráti-Terón de Acragas y por ella protegido, pudo se

Pero estas c. ó repúblicas tan florecientes fueron rivales unas de otras, y frecuentemente las guerras ensangrentaron el suelo de Sicilia, porque las más poderosas querían absorber á las más débiles, y éstas llamaban en su auxilio á los extranjeros.

su imponente política exterior. En 475, acudiendo al auxilio de la italiota c. de Cime, derrotó por completo en una batalla naval á los etruscos, antiguos aliados de Cartago que durante el siglo vi se habían extendido hasta la Campania y dominaban el Mar Tirreno.

A consecuencia de esta victoria quedó destruída la soberanía marítima de aquel pueblo y asegurada la preponderancia de Siracusa en las aguas de Sicilia. El poder de Hierón llegó á su más alto grado cuando, después de la muerte del príncipe Terón de Acragas (472), consiguió aniquilar á su hijo Trasideo, que no quería reconocer la hegemonía de Siracusa y anexionarse el reino agrigentino. Muerto Hierón en 467.

la sangrienta dominación de su hermano Trasí- el mismo Alcibiades podía esperar. Tampoco se bulo precipitó la caída de la Monarquía. Al año detuvo la empresa con motivo de la acusación siguiente (466) se levantó el partido republica- contra Alcibiades por haber cometido sacrilegio no, y después de una corta lucha entre los ciucon los misterios de Eleusis y con los bienes dadanos sublevados de las ciudades siciliotas y sagrados del Estado. El demos, deseando favolos guardias de Trasíbulo éste se vió obligado á recer al general, se decidió á aplazar la vista abandonar para siempre la isla, derrumbándose de las acusaciones presentadas contra Alcibiade este modo el Imperio creado por Gelón y des para después de su regreso de la expediHierón. La caída de la Monarquía trajo inme- ción de Sicilia. La poderosa escuadra ateniendiatamente consigo graves desórdenes y la des- se, que constaba de 136 buques de guerra, entre trucción del orden de cosas que hasta entonces ellos 100 áticos, de 30 embarcaciones mercantes había existilo. Por un lado los distintos eley de 100 pequeños barcos, que llevaba 6 430 solmentos reunidos por el príncipe en las antiguas dados, de los cuales más de 2 000 eran atenien y modernas ciudades, especialmente los merce- ses, y que constituía un contingente como nunnarios, comenzaron á descomponerse y á ene- ca había presentado Atenas, tropezó muy pronmistarse entre sí; por otro los antiguos indíge- to con inesperadas dificultades. Este mismo exnas, los sicelios, guiados por el audaz Ducetios, ceso de fuerza había introducido la desconfianza procuraron aprovechar la ocasión y recobrar su en los lugares italiotas y siciliotas respecto á los independencia, deseo que no pudieron ver reali- atenienses. Reggio se mantenía neutral, y las zado y que se desvaneció por completo con la últimas noticias llegadas de Egesta indicaban muerte de Ducetios, acaecida en 440. A medida claramente que los habitantes de esta ciudad que se fueron consolidando las cosas fuese Sici- habían engañado por completo á los embajado lia fraccionando en una porción de ciudades in- res atenienses respecto de su riqueza. El demos dependientes, en las cuales dominaba por com- ático había creído dar muestras de prudencia pleto la democracia. En ellas, sin embargo, se nombrando para estrategos en una misma expeluchaba en vano para lograr la consolidación y dición á dos hombres tan opuestos por su caduración de las nuevas instituciones, á causa de rácter y por su partido como Nicias y Alcibiala movible é inquieta condición de la raza, de la des; pero no hizo más que trasladar á otra parte mala influencia debida á la mezcla del pueblo, y el teatro de sus rivalidades, las cuales estallaron de la falta de una escuela política seria y de un en el primer Consejo de Guerra que celebraron Derecho como el que tenían los atenienses en el los expedicionarios ante las murallas de Reggio. Código de Solón. Las comunidades siciliotas pu- Nicias esperaba poderse deshacer de esta guedieron ciertamente gloriarse de que entre ellas rra, contraria á su voluntad, con un simple alarel arte de la palabra, la elocuencia pública, así de de fuerzas en las costas de Sicilia, con el rescomo la investigación histórica y geográfica to- tablecimiento de la paz entre Egesta y Selinonte, maron gran vuelo, pero casi continuamente se y en todo caso con algunos movimientos en bevieron estas ventajas destruídas por violentos neficio de Leontini, pero sus esperanzas se vieron movimientos interiores y por las apasionadas frustradas. Alcibiades no opinaba así, y tampoluchas de clases, partidos y personas. La histo- co participaba de la opinión de Lamacos, el cual ria de esta parte de Grecia tomó un nuevo as- dió el prudentísimo consejo de abandonar en sepecto, cuando la democrática Siracusa, desde guida à Siracusa, poco preparada todavía y des 440, reanudó la antigua política exterior de los truída por la luchas intestinas de los partidos, Gelónidas, y trabajó con energía, y empleando y en donde el poderoso Hermócrates acababa sin consideración la fuerza de las armas, para de reducir al silencio à la demagogia del radical conquistar la soberanía de toda la isla. De esta Atenágoras y conseguir que se comenzasen los tendencia surgió una ruda oposición, muy pare-preparativos de guerra. De modo que predominó cida á la que desde 432 conmovía á la madre el plan de Alcibiades, quien, contando con su patria, con la cual se estrecharon más las rela- personalidad, con sus tesoros y con su habilidad ciones. Siracusa, con la masa de los dorios y de diplomática, se proponía en primer lugar separar los locrios italiotas, estaba en lucha abierta con por medio de negociaciones generales á los sicilos elementos jonios, es decir, con el grupo for- liotas y sicelios de Siracusa y Selinonte y tentar mado por Leontini, Naxos y Catania, a las cuales un ataque contra Siracusa cuando ya contase se agregaron en Italia la doria Camarina y Reg- con una ancha base de operaciones. Comenzágio. Durante el verano de 427 se vieron los leon- ronse las encaminadas á este objeto, y apenas se tinos en una situación tan crítica, que tuvieron habían conquistado para Atenas las plazas de que pedir auxilio á los atenienses; la fascinadora Naxos y Catania, cuando llegó el Salam. a, que elocuencia de su embajador, el filósofo Gorgias, debía llevarse á Alcibiades a Atenas, en virtud determinó á los de Atenas á tomar parte en las de la acusación criminal que sobre él pesaba. luchas siciliotas. Pero los siciliotas se reunieron Alcibiades se refugió en Esparta, y fácil le fué en Gela, pusiéronse de acuerdo y consiguieron conseguir que los peloponesios prestasen auxilio que regresara á Grecia la escuadra ateniense que á los de Siracusa. Nicias, sin embargo, se había mandaba Eurimedonte. Sin embargo, Sicilia no repuesto gradualmente, poniendo otra vez de tardó mucho en perder la tranquilidad que pamanifiesto delante de Siracusa su talento como recía asegurarle el convenio de Gela, habiéndose reproducido muy pronto los conflictos entre Siraensa y Leontini. Mientras la primera conser vaba gran preponderancia, la protección que la gran metropoli dórica de los siciliotas dispensa ba á los selinontinos en la guerra que se había encendido en la parte occidental de la isla, entre Selinonte y la semihelénica ciudad de Egesta, amenazaba facilitar á los elementos dóricos de aquella una completa victoria. Abandonados de todos, los egesteos enviaron durante el verano de 416 sus embajadores á Atenas para procurarse el auxilio de esta población. La idea de una grande expedición Sicilia halló eco en una buena parte de los atenienses, que buscaban en los vaivenes de la guerra el botín y la gloria, y que, halagados y embriagados por el fantástico atractivo de la distancia, se hacían exageradas ilusiones del poder de Atenas. El hombre más popular entonces, Alcibiades, era el más elo. cuente representante de aquella idea. Los emisarios que los atenienses habían enviado para reconocer el estado de cosas de Egesta se deja ron engañar, y, sobornados ó no, llevaron á su patria las mejores noticias acerca del poder de los egesteos. En vano Nicias, que con espanto se vió nombrado general con Lamocos y Alcibia des en una guerra por él tan execrada, trató con gran audacia de hacer revocar la orden; pero toda la oposición que el inteligente soldado hacía á aquella guerra sirvió únicamente para que se concediesen muchos más elementos de los que

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general; y cuando á principios del año 414 recibió de Atenas algunos refuerzos, especialmente de caballería, y puso estrecho cerco á la ciudad, obligó á los siracusanos á pensar en la rendición. Los espartanos enviaron á instancias del perfido Alcibiades, á fines de mayo de 414, á Sicilia al mejor general que entonces tenían, al activo y hábil Cilipos, muy conocedor de los asuntos de allende los mares, poniendo á sus órdenes una escuadra corintia. No sin tener que vencer muchas dificultades logró este atrevido militar llegar á Himera con 700 hombres; pero desde esta ciudad, y engrosado su ejército hasta contar con 2000 soldados, supo llegar á Siracusa en el mes de julio. Revestido del mando de esta ciudad, y obrando con energía y feliz estrategia, pudo conseguir al poco tiempo que los atenienses se viesen en una situación en extremo crítica. Lamacos halló la muerte en esta expedición, y Nicias, acobardado y atacado por una grave enfer medad, no tuvo valor moral para mejorar rápidamente aquella situación extrema ni para exponerse á la cólera del demos. Cuando à mediados del próximo invierno dió cuenta en sus comunicaciones de la apurada situación en que se encontraba y manifestó la necesidad ó de renunciar á la guerra ó de que le enviasen refuerzos, los ciudadanos áticos quisieron proseguir la campaña de Siracusa y despacharon á Nicias otros dos generales y además 10 buques y dinero. Demóstenes llevo 73 triremes, 5 000 guerreros y otras muchas tropas ligeras á Sicilia, á donde

llegó cuando los atenienses, que se encontraban delante de Siracusa, se veían atacados por mar por los siracusanos, á quienes habían instruído los marinos corintios, y sufrían una derrota completa. La llegada de la escuadra ateniense espantó á los siracusanos tanto como animó á los atenienses. Propuso entonces Demóstenes apoderarse de nuevo de la altura que dominaba la ciudad; pero en el ataque nocturno que dieron los atenienses sufrieron una gran derrota, debida no á su culpa, sino al cúmulo de incidentes des. graciados de una batalla en tales circunstancias, en vista de las cuales opinó aquel inteligente general qua era preciso abandonar la insostenible posición que los atenienses ocupaban delante de Siracusa. La tenacidad de Nicias no quiso consentir en ello; mas cuando los inconvenientes del clima de la comarca siracusana se hicieron temibles, cuando los siracusanos dirigieron al exterior sus ataques cada vez más fuertes, Nicias se vió obligado á ceder de su empeño. Un eclipse de luna acaecido la noche del 27 de agosto de 415 aterrorizó al supersticioso ejército, no teniendo ninguno de los caudillos talento ni presencia de espíritu suficientes para tranquilizar á los soldados y á las tripulaciones. Por otra parte, los siracusanos hicieron todo lo imaginable para impedir que las fuerzas atenienses permanecie. sen por más tiempo en Sicilia. Cuando después de una última derrota naval se les cerró el camino del mar, no tuvieron más remedio que partir por tierra. En esta marcha desesperada, que después de algunos rodeos debía conducir los atenienses perseguidos por los siracusanos á Catania, trabáronse muchos combates, à conse cuencia de los cuales la mayor parte del ejército ático, dividido en dos columnas, cayó en 10 de septiembre en manos de Cilipos: 7000 hombres fueron hechos prisioneros, siendo la mayoría de ellos vendidos como esclavos; Nicias y Demóstenes fueron inhumanamente ejecutados en Si

racusa.

Después de las derrotas sufridas por los atenienses ante Siracusa, los egesteos quedaron in. defensos y abandonados á los ataques de los selinontinos; en tan crítica situación invocaron el auxilio de los cartagineses, quienes viendo que ya no se les podían oponer un Gelón ni una fuerte escuadra ática aprovecharon con verdadero placer esta ocasión, no sólo de vengar la antigua derrota de Himera, sino de tentar una conquista de los territorios siciliotas. Como los siracusanos, en su implacable odio contra Atenas, no titu bearon en enviar su escuadra al Asia Menor, pudo Aníbal, nieto de Amílcar, conquistar y destruir en 409 la c. de Selinonte, después de lo cual dirigióse à Himera, que también sintió los efectos del furor y del arte de la guerra africanos; el cruel vencedor hizo asesinar á 3 000 prisione. ros, en venganza de la derrota sufrida en aquel mismo punto por su abuelo. Habíase en el entretanto sublevado al O. de Sicilia una antigua prov. cartaginesa ó epicracia, y las antiguas tribus de la isla, los secanios y los sicelios, en su odio contra la soberanía griega, se habían unido con los cartagineses. Desgraciadamente la poderosa Siracusa, la primera potencia de Sicilia, se hallaba desgarrada por luchas intestinas. La victoria conseguida sobre los atenienses había despertado en gran manera el sentimiento de independencia de la democracia, y durante la ausencia de Hermócrates, que esgrimía sus armas en las costas asiáticas, el partido del pueblo había conseguido el poder, que mantenía, gracias á la nueva legislación, muy rigurosa para los delitos comunes, promulgada por el demagogo Diocles. El escaso éxito de la guerra sostenida en Oriente, y especialmente la derrota de Cizico, indujeron á los siracusanos á decretar en 410 la destitución y el destierro de Hermócrates. El no menos desgraciado papel que desempeñó en 409 Diocles en Himera infundió á aquél la esperanza de poderle derrotar, á cuyo efecto reunió en Mesana tropas y buques, reconquistó á Selinonte en 408, prosiguió desde allí con 5000 hombres una campaña feliz contra la prov. cartaginesa, y supo conseguir que sus partidarios de Siracusa desterrasen á Diocles, que ya había caído en desgracia. Como el demos no se determinaba á llamarle de nuevo à la patria, se aventuró finalmente, en 407, á penetrar por fuerza en la c. nativa, en donde encontró la muerte. Ocupados los siracusanos en estas luchas intestinas, veían tran

quilamente los nuevos y grandes preparativos de los cartagineses que, conducidos por Aníbal y su

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