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cualquiera que sea la forma que se trate de imitar; el que más pronto se descubre es el que imita á los maniacos, porque no tiene la constancia necesaria, porque no puede evitar la sensación de cansancio que no siente el verdadero mania

co;

seudomelancólico cree erróneamente que debe aparecer muy enajenado; el que simula la demencia no puede permanecer bastante apático largo tiempo; y por último, las degeneraciones psíquicas, con sus frecuentes cambios sintomáticos, tampoco se prestan á la simulación. Teniendo esto en cuenta, y como apenas hay médico forense que tenga que ejercitar mucho su ingenio para descubrir la demencia simulada, se comprende que es completamente superfluo pensar en medios extraordinarios, por ejemplo en el narcotismo clorofórmico, recomendado en América hace unos diez años para desenmascarar á los simuladores.

Con muchísima mayor frecuencia que la simulación se observa la disimulación de las anomalías psíquicas, sobre todo en los juicios civiles, cuando el enfermo trata de evitar su reclusión en un manicomio ó su sujeción á una curatela, ó de salir de aquel establecimiento, etc. Es más fácil, por regla general, la disimulación para los enfermos que la simulación para los sanos; muchos locos audan libres y pasan en la sociedad como sanos, mientras que sus allegados se hallan convencidos de su enfermedad; otros consiguen engañar hasta al médico del manicomio, ocultando sus alucinaciones é ideas delirantes para pasar por sanos y volver á su casa. La observación atenta y prolongada evita tales errores.

Tampoco la simulación de las enfermedades físicas da mucho que hacer al médico forense. Bajo este concepto, se trata generalmente menos de una verdadera simulación que de una exageración de padecimientos ó deformidades realmente existentes, que a veces se pretende atribuir á un traumatismo anterior. Así sucede que la catarata, la perforación de la membrana del tambor, la sordera, la falta de dientes, las anquilosis, hernias, prolapsos del útero y de la vagina, hidroceles, orquitis, etc., se atribuyen á un traumatismo, ya de buena fe, ya para aumentar la pena del agresor. La verdadera simulación se observa en los acusados que, suponiendo una enfermedad, esperan exculparse. También se observan casos de simulación en ciudadanos que tratan de eludir algún cargo molesto, como el de jurado, ó conseguir una licencia, exención, etc. El número de los que simulan lesiones corporales y deformidades es muy pequeño, y rara vez ofrece dificultades de descubrir la simulación.

Entre las enfermedades físicas que se simulan con relativa frecuencia, figuran en primer término las neurosis, y sobre todo la epilepsia; en todos los tratados se indica la frecuencia de la simulación y los medios de descubrirla. Sin embargo, no falta quien cree rarísima esa simulación. Sucede, en verdad, que epilépticos que han sufrido traumatismo, afirman ante el juez que sus ataques proceden de aquél, ó por lo menos que se presentan desde entonces con mayor frecuencia é intensidad; pero apenas hay nadie capaz de representar en presencia del médico un acceso típico sin hacerse traición inmediatamente.

Las alteraciones funcionales de los órganos de los sentidos son (Blumenstok) las que más comúnmente se simulan, pero mucho más rara vez por parte de los acusados que por los agredidos que tratan de exagerar los daños en perjuicio de los agresores. Como es muy molesto y difícil simular la ceguera ó la sordera completas, se recurre á la cortedad de vista ó dureza de oído, ó bien à la ceguera ó sordera unilateral. En realidad, el que elige las alteraciones visuales como su especialidad para la simulación va muy equi

vocado.

Sólo en casos excepcionales se simulan en el foro otras enfermedades, como afecciones pulmonares ó cardíacas, incontinencia de orina ó alteraciones en la motilidad, siendo más frecuente la disimulación de algunos padecimientos, por ejemplo la blenorragia, en los acusados de violación.

Para el médico forense los dominios de las enfermedades simuladas se reducen cada vez, y la simulación pierde su importancia de día en día. Más trabajo que al forense dan los simuladores al médico militar, sobre todo en los países en que el servicio es obligatorio ó dura muchos

años. El médico militar encuentra por esta razón enfermedades simuladas que no se presentan al forense, como la debilidad de pecho, molestias abdominales, estrabismo, conjuntivitis, flujos de oídos, neuralgias, enfermedades de la piel, etcétera. Un distinguido profesor español, el doctor M. Sloker, ha publicado hace poco (1896) una interesante obra de las Enfermedades simuladas y disimuladas, que podrá consultar el lector á quien interesen estas cuestiones. Bajo cierto concepto, se encuentra el médico forense con el médico militar cuando se trata de automutilaciones; éstas son practicadas por individuos cuerdos, únicamente para librarse del servicio de las armas; pero como se hallan penadas por la ley, el que comete una de esas automutilaciones es sometido á los tribunales, y entonces el forense, apoyándose en su reconocimiento, debe declarar si los datos que consigue el sujeto para explicar su deformidad son verdaderos ó no. Las mutilaciones de los dedos, especialmente de la mano derecha; las cicatrices de la córnea y la catarata lenticular, son las lesiones que suelen constituir el motivo de un informe médicolegal.

SIMULACRO (del lat. simulacrum): m. Imagen hecha á semejanza de una cosa ó persona, especialmente sagrada.

Iban delante los SIMULACROS imágenes de los dioses, etc.

MARIANA.

Entregáronse al fuego los ídolos, cuyos horribles SIMULACROS sirvieron de luminarias al

suceso.

SOLÍS.

..., cuando aún no habíades venido á la fe del Evangelio ni á la obediencia de Cristo, érades llevados al culto de los SIMULACROS mudos.

...

MALÓN DE CHAIDE.

- SIMULACRO: Especie que forma la fantasía. porque las imaginaciones, SIMULACROS Y visiones que se ofrecen en la quietud del entendimiento, se mueven, y levantan del concurso, y agitación de los espíritus y cuerpos. FERNANDO DE HERRERA.

- SIMULACRO: Acción de guerra, fingida para adiestrar las tropas.

- SIMULACRO: Mil. Es un ejercicio táctico en que se figuran todas las operaciones y peripecias de un combate en mayor ó menor escala, según las fuerzas que entran en acción y el objeto que se finge realizar; como es consiguiente, el simulacro exige la presencia de dos bandos opuestos, y supone la acción del fuego y de los medios que realmente se emplearían en un combate ejecu tado por tropas que perteneciesen á ejércitos enemigos.

clase de cálculos logísticos, para pruebas de resistencia de ganado y material, para ensayos de instrumentos y aparatos que tienen inmediata aplicación en la guerra, y por último obligan á

conocer el terreno de extensas comarcas, habitúan al soldado á la vida militar, y los jefes y oficiales encuentran en ellas un motivo para hacer patentes su celo y actividad, sus talentos y sus dotes de mando. Bien es cierto que el simulacro forma parte integrante de las grandes maniobras, casi con los mismos defectos de inverosimilitud que en los tiempos pasados; y no es menos positivo que la tropa que maniobra con lucimiento durante un otoño puede salir inmediatamente vencida en una campaña verdadera, pues nunca puede ensayarse una operación estratégica con todos los elementos y circunstan cias que modifican el espíritu, el vigor y el empuje de un ejército en la guerra, pero siempre llevará una ventaja y una probabilidad más para la victoria aquel que haya probado anticipadamente sus recursos y sus fuerzas. >>

Imbuído, como es lógico, en estas mismas ideas el Reglamento de grandes maniobras que rige en España, por virtud del Real decreto de 18 de febrero de 1891, trata en el cap. VII de la Segunda Parte de la forma de efectuar los si

mulacros, considerados éstos como uno de los elementos que entran en el conjunto de las grandes

maniobras.

Sin duda alguna la confusión entre grandes maniobras y simulacros pudo existir en pasadas épocas, cuando para la instrucción de las tropas únicamente se empleaban ejercicios particulares de las diversas unidades orgánicas, y el simulacro como acto ó función en que se reunían y aplicaban los principios que sucesivamente se enseñaban con antelación; y en tal concepto, no estaba fuera de lugar la aseveración del ilustre general Almirante para la fecha en que escribió su Diccionario Militar. Pero actualmente la situación de las cosas es muy diferente, y hay que distinguir en la forma explicada el simulacro y las grandes maniobras.

SIMULADAMENTE: adv. m. FINGIDAMENTE. SIMULADOR, RA (del lat. simulātor): adj. Que simula. U. t. c. s.

SIMULAR (del lat. simulare): a. Representar una cosa, fingiendo ó imitando lo que no es.

... dice tu poeta por Eneas, de grandes curas enfermo, SIMULA placer en el vulto y con el corazón aprieta el dolor.

JUAN DE LUCENA.

otra vez se hacía atar de los novizuelos, y que atándoles las manos con un cordel siMULASEN el estruendo y violencia de aquella noche.

FR. HORTENSIO PARAVICINO. SIMULIO (del lat. simulo, yo finjo): m. Zool. Género de insectos del orden de los dípteros, familia de los tipuláridos, tribu de los tipularinos florales. Los principales caracteres por que se distingue este género son los siguientes: cuerpo muy pesado; los palpos con cuatro artejos, el cuarto un poco más largo que los otros y más delgado; antenas cilíndricas, de 11 artejos, los dos primeros separades de los otros; ojos redondos; tórax sin sutura; abdomen de ocho artejos distintos, el primer artejo de los tarsos tan largo como los demás reunidos; alas muy anchas; células basilares y marginal muy estrechas.

El general Almirante, al definir el vocablo simulacro en su Diccionario Militar, escribe que <como los franceses dicen grandes manoeuvres, se puede dejar por castiza y propia la voz, y se traduce grandes maniobras; es más, distingue.» Dado lo que hoy son las grandes maniobras y lo que significan los simulacros no podemos, estar conformes con la opinión del distinguido escritor, ya difunto, toda vez que son cosas enteramente distintas las grandes maniobras y los simulacros. Actualmente, según manifiesta razonadamente otro publicista militar de nuestros días, el comandante Díaz Benzo, en su Tratado de grandes maniobras, al decirse grandes manio- Los simulios se singularizan por el modo de bras no se quiere expresar solamente el concepto su marcha. Cuando se posan sobre una hoja del antiguo simulacro, que se reducía á los lími- sus tarsos anteriores se apoyan en toda su extes del combate y de las evoluciones tácticas que tensión sobre el plano de posición, y están pole preceden, sino también el conjunto de marseídos de un movimiento continuo de tanteachas, operaciones y servicios que por razón ló- miento. Como estos insectos habitan ordinariagica debieran haberse realizado antes de llegar mente los zarzales situados debajo de los árboal encuentro los dos ejércitos que se suponen les y recogen con la trompa los jugos extendidos enemigos. Esto da á las grandes maniobras mo- sobre el follaje, y particularmente los producidos dernas una extensión y una importancia tales, por los pulgones, sus tarsos hacen las funciones que justifican ante todo la preferencia con que de palpos y sirven para reconocer este alimento. en su estudio se ocupan todos los ejércitos mo- Sin embargo estos animales no se limitan a este dernos, y explican en cierta manera el carácter género de nutrición, pues se alimentan haciénque se les ha dado de novísimo método de ins-donos la gueria como los mosquitos, sus pica

trucción del arte de la guerra.

«El simulacro antiguo, añade el citado escritor, no daba lugar más que á ejercicios y movimientos tácticos y al desarrollo de los incidentes de un combate hecho en terreno escogido de antemano, con programa preparado, y por lo tanto, algo ficticio y falso. Por el contrario, las grandes maniobras ofrecen variadas ocasiones para toda

duras no son menos dolorosas que la de éstos, al menos en las regiones meridionales, en donde estos insectos se conocen también con el mismo nombre de mosquitos sin trompetilla.

La primer edad de estos insectos es poco conocida. Las larvas son cilíndricas, provistas de 20 estigmas y cubiertas de pelos, dándoles un cierto aspecto de orugas. Durante el invierno se

introducen en la tierra para ponerse al abrigo de las heladas, y en esta situación se encuentran en el mes de marzo antes de pasar al estado de nin fas. En esta forma son oblongas, y no ofrecen más que 16 estigmas. Una de sus especies, muy abundante en el verano y en otoño, es el Simulium reptans Lat., de tamaño diminuto, pues no suele llegar á tener 2 líneas de longitud. Es de color pardo; el primer artejo de las antenas blanel tórax un poco cuproso; las tibias blancas y el primer artejo de los tarsos un poco abultado en los dos sexos.

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- SIMULTANEIDAD: Fil. La simultaneidad es la coexistencia de sensaciones ó estados en la forma sucesiva del tiempo (V. TIEMPO). La simultaneidad de la sucesión corresponde á la contigüidad del espacio, porque nuestras sensaciones nos aparecen como durables y sucesivas, y á la vez como extensas. La simultaneidad implica las tres dimensiones del tiempo que integran su forma general de sucesión, á saber: el antes, el después y el ahora. Desde que varios seres coexisten, ó sus hechos, muchos o pocos, se producen á la vez, surge la idea de la simultaneidad. Así se dice que dos hombres son contemporáneos, y que un árbol produce à la vez simultáneamente flores y frutos. La idea de la simultaneidad supone, por tanto, una duración ó persistencia relativa en la forma general de la sucesión, es decir, la existencia, y mejor la coexistencia en el mismo momento de tiempo, y no sólo lo uno después de lo otro. Que podemos tener percep ciones simultáneas, ó que en el cambio sucesivo del tiempo percibimos relativa persistencia en los cambios mismos, es indudable, cuando, por ejemplo, recorremos diversidad de tonos y timbres en una sinfonía. Percibimos simultáneamente merced á síntesis parciales más o menos amplias. Y no sólo surge la simultaneidad en percepciones semejantes, sino en las heterogé neas, que sin diluirse ó perderse coinciden en un mismo acto de conocimiento y en un mismo é indivisible momento de tiempo. Vemos el fuego, sentimos el calor que produce, y oímos el ruido del combustible al consumirse en un mismo instante, simultáneamente. Si no pudiéramos pensar varias cosas á la vez, no habría medio de establecer comparación. Verdad es, como decía Heráclito, que no nos bañamos nunca en las mismas aguas, que todo fluye y pasa, que todo es sucecivo; pero en esa misma fluidez hay su persistencia relativa, de la cual surge la simultaneidad y la base de toda relación y comparación del pensamiento. Otro tanto puede afirmarse de la misma vida afectiva, que si no tiene por ley el cambio, pues sentir siempre lo mismo equivale á no sentir (V.CONCIENCIA, SENSACIÓN y SENSIBILIDAD), sin embargo, en el cambio mismo, persiste lo cualitativo de los estados, lo cual da de sí la cenestesia, conciencia general y sorda, que es base de la tonicidad y á su vez de la existencia personal. La sensibilidad no se produce nunca en forma semejante á la que en

gendra la línea como serie sucesiva ó no interrumpida de puntos; se manifiesta en fenómenos afectivos que aparecen á la vez en conflicto, y el alma se siente en un mismo instante solicitada por emociones varias y aun contradictorias. Los intersticios del todo continuo de los fenómenos son algo real. La vida no es una lógica en acción, y, en último término, nada hay más ilógico que la Lógica misma, pues la conciencia más sutil puede recoger con diligencia suma la serie ma según la cual cambian y se suceden unos á otros estas dos, y como el Comendador de la Leyenda que asistía á banquete opíparo sin gustar ninguno de los manjares suculentos que á su vista aparecían y desaparecían, el lógico, prendado del formalismo, del molde, puede dejar y pasar inadvertido lo cualitativo y propio de los esta. dos que se suceden y que rellenan y matizan el molde abstracto.

for

Efecto de su correspondencia con la contigüi dad, la simultaneidad, unida con ella, sirve de base á la asociación de las ideas (V. ASOCIACIÓN). Referimos unas á otras ideas según la contigüidad y la simultaneidad. Hemos visto dos objetos al mismo tiempo, ó sabemos por el testimonio histórico que dos hechos han pasado simultáneamente, pues se impone el sincronismo; y el espíritu, una vez que ha reunido ambos términos, no pensará en el uno sin el otro. Dada la flexibilidad plástica del hecho vivo del pensamiento, la ley es la indicada; pero no de una manera fatal, lo cual negaría la espontaneidad propia de la inteligencia. No es de necesidad matemática que siempre que se piensa en César se piense también en Pompeyo; pero como la primera idea se añade á la segunda, y la vida y los hechos del uno se enlazan con los del otro, es ley que preside el desarrollo de nuestro intelecto que una idea se asocie á otra. Lo mismo acontece con los fenómenos contiguos en el espacio. Al reaparecer el uno en el mundo de la representación sigue el otro, aunque no nos demos cuenta de ello. Luego que se nombra el Sena, se piensa en París. La vista de los lugares evoca el recuerdo de los sucesos en ellos acontecidos. Cicerón, al visitar Atenas, recuerda espontáneamente á los filósofos que enseñaron en la Academia, en el Liceo y en el Pórtico. El mismo espacio y el mismo tiempo son principios de asociación para todos los cambios que dentro de ellos se han producido. La simultaneidad es lazo que, con el de la contiguidad, auxilia á la percepción de lo continuo como forma ó expresión de lo racional. Lo simultáneo es la forma que reviste lo racional, produciéndose en la sucesión temporal.

SIMULTÁNEO, NEA (del lat. simülter, del mismo modo, de simul, juntamente, á una): adj. Dícese de lo que se hace ú ocurre al mismo tiempo que otra cosa.

La necesidad SIMULTÁNEA de los demás cosecheros aumenta el arbitrio y el precio de ellos (de los jornales.)

JOVELLANOS.

y República de Santo Domingo, Antillas Mayores. Su límite meridional es la punta de Chimahé; se interna 1,5 milla con 2,5 de abra; ter mina en una gran playa de guijarros, detrás de la cual se eleva, como en la ensenada de Rousselle, una serie de altas y tajadas barrancas; tiene de 22 á 15 m. de agua, que disminuye á medida que se acerca á la playa hasta reducirse á 3,3 m., y ofrece buen abrigo de los vientos de los cuadrantes primero y segundo, aunque expuesto á los de los otros dos, por 13 á 15 m. de agua, hierba y arena, poco más adentro de la enfilación de la extremidad meridional del frontón de las Agujas con la punta de Chimahé y próximamente equidistante de ambas, ó por 15 á 17 m. á una milla al N.N.O. de dicha punta de Chimahé (Derrotero de las Antillas).

- SIN PUERTO: Geog. Isla del Archipiélago Tuamotú. V. SAN JUAN BAUTISTA.

SIN: Geog. ant. Desierto del N. E. del Egipto, atravesado por los hebreos cuando salieron de este país para ir á la Tierra de Promisión; en él se supone que cayó el maná por primera vez. Hoy Guad-Mokatteb.

SIN, SYN SINIA: Geog. Río de la Siberia occidental. Nace en la vertiente E. del Ural, corre primero al S. E. y después hacia el N. E., y desemboca en el brazo del Obi, llamado Pequeño Obi, después de un curso de 126 kms.

SINA: Geog. Dist. de la prov. de Sandia, departamento Puno, Perú; 550 habits. El pueblo tiene 325.

- SINA: Geog. Río del Deján, India. Nace en el macizo de Nagar, corre un instante al S.0. para tomar luego su dirección general hacia el S.S. E., baña á Ahmednagar, forma el Canal Bathod, traza la frontera del Nizam y del Deján británico, desciende entre los contrafuertes de los Balaghatas de Naldroug y una estribación de los Sahyadri, entra en la llanura del Cholapur, y á los 300 kms. de curso vierte sus aguas en el Bhima, en la triple frontera del Nide los dist. de Cholapur y Kaladghi.

zam y

- SINA (ABÉN): Biog. V. AVICENA. SINABAFA: f. Tela parecida á la holanda, que se usó antiguamente.

Aprieta bonete y frente
Una verde SINABAFA,

Y entre dos moradas plumas
Lleva sujeta una blanca.

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SINADA Ó SINNADA: Geog. ant. C. de la Frigia, Asia Menor, sit. en una llanura cerca de una cantera de mármol blanco ó alabastro. En las últimas divisiones del Imperio romano fué SIN (del lat. sine): prep. separativa y negati- cap. de la Frigia Salutaris. Vense sus ruinas en va que denota carencia ó falta. la aldea turca de Eski-Kara-Hissar, cerca de Afium-Kara-Hissar.

Echaban maldiciones á los cartagineses, amenazaban que tal maldad no pasaría SIN venganza.

MARIANA.

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SINAFA (del gr. σvvapý, conexión, unión): f. Zool. Género de insectos del orden de los dípteros, familia de los tipuláridos, tribu de los tipularinos, cuyos caracteres principales son los siguientes: antenas filiformes, muy cortas, de 16 artejos, los dos primeros ciatiformes, separados de los otros, los siguientes cilíndricos; ojos redondeados; ocelas dispuestas en línea transversal casi recta; célula marginal de las alas simple; las nerviaciones exterior y media se bifurcan, reuniéndose en seguida y formando así una célula anómala. Este género no contiene más que una especie, el Synapha fasciata Meig., de color negro luciente y palpos ferruginosos; los cuatro primeros segmentos del abdomen leonados, con el borde negro; pies ferruginosos y tarsos pardos. Es muy común en Alemania.

SINAFENA: f. Bot. Género de plantas (Syna

phena) perteneciente á la familia de las Proteáceas, cuyas especies habitan en Nueva Holanda, especialmente en su parte austro-occiden tal, y son plantas fruticosas, de pequeña talla, ticuladas, cuneiformes, lobuladas, ó las inferiores con las hojas esparcidas, planas, brillantes, reenteras con glándulas superficiales anfígenas; pecíolos ensanchados en la base, semienvainadores; espigas axilares ó terminales sencillas ó ra

mificadas, con flores alternas, solitarias, sentadas, unibracteadas, con el cáliz amarillo, caedizo, partible en cuatro divisiones, y la bráctea acapuchonada y persistente; cáliz tubuloso, inflado, con el limbo cuadrifido, irregular, por la mayor anchura de la lacinia posterior; cuatro estambres insertos en la base de las lacinias calicinales, con los filamentos cortos, el posterior desprovisto de antera y los otros tres fértiles con las anteras bilobuladas, pero en las que aborta constantemente el lóbulo de un lado ó de otro, excepto en el estambre anterior, en el que

ambos lóbulos tienen perfecto desarrollo; todos soldados al principio por ias anteras, constituyendo un caso de singenesia que desaparece antes de la antesis; escamas hipoginas, nulas; ovario apeonzado, unilocular, uniovulado; estilo curvo, engrosado en la parte superior, y estigma ensanchado, oblicuo, soldado con los estambres estériles y partido en dos cornetes agudos; fruto drupáceo, trasovado, monospermo y con vilano.

SINAFETA (del gr. ovvapn, conexión, unión): f. Zool. Género de insectos del orden de los co

leópteros, familia de los cerambícidos, tribu de los lamiínos. Este género de insectos se reconoce por presentar los siguientes caracteres: mandíbulas medianamente robustas, muy gruesas en su base; cabeza ancha, muy cóncava entre sus tubérculos anteníferos; antenas pubescentes, densamente ciliadas por debajo, casi doble más largas que el cuerpo; ojos casi divididos; sus lóbulos inferiores pequeños y transversales; protórax transversal, desigual por encima, con un surco anguloso por delante y en su base, con tres tubérculos obtusos en cada lado, los dos anterio

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res superpuestos, el posterior más fuerte y colocado en su parte media; escudo en forma de un triángulo rectilíneo truncado en su extremidad; élitros muy cortos, anchos, planos por encima, oblicuamente declives en su tercio posterior; patas casi iguales; fémures fusiformes; tarsos cortos y medianamente anchos; el quinto segmento abdo minal en forma de un triángulo curvilíneo muy transversal; mesosternón horizontal, escotado en arco posteriormente, vertical por delante, con su angulo anterior saliente; cuerpo ancho y pubes

cente.

Las hembras, en estos insectos, tienen las mandíbulas delgadas en su base; las antenas de la longitud de los élitros, y el protórax, más corto, solamente con dos tubérculos en cada lado. El tipo de este género es el Synaphata Guexii

Lec.

SINAGAVA: Geog. C. de la prov. de Mudsasi, Hondo, Japón, sit. en la bahía de Tokio, entre la c. y el delta del Rokugo ó Tama; 12000 habitantes. Es el arrabal marítimo de Tokio, y tiene cerca de 3 kms. de long. Extiéndese á lo largo de la costa delante de la rada de Sinagava, ribera del tráfico, puerto propiamente llamado de Tokio y muy incómodo.

El monte Sinai

dábanle entrada en las SINAGOGAS, Con vidábanle á comer en sus casas, encarecían su término, su virtud, y su modestia.

P. JUAN EUSEBIO NIEREMBERG. SINAGUA: Geog. Pueblo tenencia de la muni cipalidad de Huacana, dist. de Ario, estado de Michoacán, Méjico; 1050 habits., que se mantienen de las siembras del maíz, chile, caña, café y tabaco, de la cría de ganado y de abejas ceríferas.

SINAI: Geog. Grupo montañoso de la región meridional de la península á que ha dado nonbre. Su parte más elevada, que puede conside rarse como el nudo central, es el Yebel Katharín, de 2602 m. de alt. ; al N.O. se destaca una serie de montañas que van á formar el macizo del Serbal, que se alza á 2050 m. y está limitado por el Uadi Feirán; otro grupo se eleva al S. casi á la misma altura que el Yébel Katharín, y más lejos se alinean varios montes que descendiendo gradualmente llegan al Ras Mohammed, en el extremo meridional de la península. No está completamente dilucidado cuál de las diversas cimas que se alzan en este conjunto de montañas es el monte santo de la leyenda bíblica. Lepsius y Ebers afirman, con otros autores, que es el Serbal, pero las descripciones de la Biblia (Exodo, cap. XIX, 2, 3, 7, 8 y 14) no concuerdan con la topografía del terreno, pues no hay á la vista de este monte espacio para que acampasen los israelitas, ni es posible que Moisés verificase dos ascenciones á la cima en un solo día. Más probable es que la montaña santa sea el Yébel Musa -SINAGOGA: Casa en que se juntan los judíos (montaña de Moisés), cuyo vértice, especialmente

SINAGOGA (del gr. συναγωγή; de συναγω, reunir, congregar): f. Congregación ó junta religiosa de los judíos.

llevólos consigo á resuscitar la hija del príncipe de la SINAGOGA.

AMBROSIO DE MORALES.

á orar y á oir la doctrina de Moisés.

... cuán ajena tenían esta vanidad de la pro fesión y ley de Cristo está ya visto, y no es maravilla que diga lo contrario el que afirmó ser licito edificar á los judios SINAGOGAS y se atrevió á aproballo... etc. MARIANA.

la cumbre Safsaféh, es visible desde todos los puntos del espacioso valle que le rodea; la tradición conservada por el convento de Santa Cata. lina viene en apoyo de esta opinión, sostenida por Palmer y otros muchos autores. En el t. III del Boletín de la Sociedad Geográfica de Madrid se dió noticia de las observaciones hechas por el

general James E. Alexandre sobre el verdadero sitio de esta célebre montaña, con motivo de su viaje á la Tierra Santa en la primavera de 1875. Allí encontró al pintor Beavis, que acababa de reproducir el Yébel ó Ras Sufsa féh (cabeza-sance), donde creía se halla el verdadero sitio de la entrega de las Tablas de la Ley. Enfrente de esta montaña hay amplio espacio para un campamento mayor que el de las 12 tribus, al paso que el Yébel Musa, la montaña de Moisés, señalada por el Dean Stanley y otros, no tiene llanura análoga en sus inmediaciones. Cook apoya también la identificación con el monte Sufsaféh, aunque este último pico es inferior al del Yébel Musa. El primero tiene una cumbre calva y áspera: sus flancos aparecen levantados por fuegos subterráneos, y su aspecto es verdaderamente majestuoso: el color de la montaña es el de un granito rojizo. No se han recogido tradiciones locales, que tanto podrían contribuir al esclarecimiento

de esta cuestión.

La montaña que, con propiedad o no, se llama Monte Sinaí, está situada á los 28° 34' latitud N. y 37° 39' 30" long. E. Madrid; empieza al N. de la intersección de los dos valles ErRahan y Uadi ed-Deir, separándola de los macizos próximos otros valles, de los cuales uno de ellos, situado al N. E., conduce al convento de Santa Catalina. Una escalera llamada de los Peregrinos, con más de 3000 peldaños formados por grandes trozos de roca, conduce desde el convento, pasando por una pequeña capilla, á la plataforma, desde la cual se divisan las dos cimas principales de la montaña; al S. E. la redondeada cumbre del Vébel Musa, y al N.O. la del Safsaféh, llamada por los monjes del convento Horeb, y aunque es la menos elevada domina la llanura de Er-Rahah, y es de muy difí cil ascensión. Desde el Yébel Musa se divisa el fondo del Golfo de Akabáh y el Mar Rojo, panorama que, aunque poco extenso, tiene verdadera grandiosidad; la imponente mole del Yébel Ka

tharín, el Abú-Rumail y el Yébel Sebir ocultan una parte de las montañas que se alzan al S. de la península, y en tanto que el Um-Chomer, considerado mucho tiempo como la cumbre principal de la comarca, desaparece también tras de aquellos macizos, el Yébel Samgui se destaca completamente, paralelo á la costa occidental del Golfo de Akabah; á la entrada de éste se percibe la pequeña isla Tiran ó Jaliy, y al N.O. aparece oculta la cresta del Serbal. Al N. la perspectiva es más extensa, pues se descubre toda la meseta cretácea del Tih, cuya blanca superficie, herida por los rayos del sol, forma extraño contraste con el sombrío y majestuoso Yébel Katharín; no se ven, sin embargo, aunque están más cerca, ni el convento de Santa Catalina ni la planicie de Er-Rahah, apareciendo, como continuación de la vertiente occidental del Yébel Musa, el valle de Lege, y al lado opuesto, por bajo de los vertiginosos escarpes que parecen amenazar desplomarse, se desarrolla sobre una grande extensión el fondo del Uadi EsSehaiyéh (Para la historia, V. MOISÉS). El citado convento de Santa Catalina, fundado por Justiniano, es uno de los más célebres de la Igle. sia griega, y da nombre á un arzobispado.

-SINAI: Geog. Península comprendida entre los dos brazos del Mar Rojo en su límite septentrional, el Golfo de Suez al O. y el de Akabáh al E., ó sea entre los 27° 43'-29° 59' lat. N. y 36° 15′-38° 36' long. E. Madrid. Esta región, que los geógrafos antiguos llamaron Arabia Petrea, pertenece á Asia, pero políticamente corresponde á Africa, por ser una dependencia de Egipto. Siendo muy indeciso el límite septentrional, la superficie varía entre 25 000 y 35 000 kms.2, según se comprenda una parte más ó menos grande del desierto de Tih; la población, compuesta de las tribus nómadas turi ó tuarah, comprende unos 8 000 individuos. Hacia el centro de la península, y casi en ángulo recto, se cortan dos cordilleras de montañas; nace una al E. de los lagos Amargos y del Canal de Suez con el nombre de Yébel Rahah, y con el de Yébel et-Tih se prolonga al S. E.; la otra, que lleva también este último nombre, comienza al O. de la extremidad septentrional del Golfo de Akabáh y sigue la dirección S.O. Al N. de esta montaña se extiende una meseta desierta lige. ramente inclinada hacia el Mediterráneo, pero termina bruscamente antes de llegar á la costa. Al S., entre las dos cordilleras y la costa, formando el extremo meridional de la península, se extiende el país del Sinaí propiamente dicho. La diferencia tan notable que existe entre la parte N. y la parte S. de la península se señala aún más por los anchos valles y uadis que siguen á lo largo la base meridional de las montañas; al S. de esta especie de foso, y casi en el eje N.S. de la península se extienden macizos montañosos, y entre ellos se encuentra el Yébel Musa de los árabes ó Montaña de Moisés (V. SINAI monte), flanqueada al S. por el Yébel Katharín, el monte más elevado de toda la península (2 602 m.). Al E. y al O. otras cordilleras de menor importancia bordean la costa. El suelo presenta pocas llanuras, pero las que existen son verdaderos desiertos arenosos, sin agua y sin vegetación; la más extensa es la de el-Gaah, que ocupa la extremidad meridional de la península y se considera como un antiguo fondo submarino gradualmente elevado. El desarrollo de las costas es de 650 kms. desde el fondo del Golfo de Suez al fondo del Golfo de Akabáh. El Ras Mohammed, que señala el extremo S. de la península, forma á su vez otra muy pequeña y en forma de flecha cuya punta se dirige al S. E. La costa occidental, generalmente baja y pedregosa ó arenosa, presenta algunos cabos y promontorios muy pronunciados y anchas bahías; su único puerto es el de Tor, en un golfo bien abriga do por el Ras Tor. La costa oriental ofrece en las montañas que se alzan en la misma orilla profundas cortaduras; á la entrada del Golfo de Akabah se abre el Estrecho de Tiran, y á 12 ki. lómetros del fondo del mismo golfo se encuentra el islote de Faraón, que aún conserva vestigios de murallas y de construcciones que hacen creer que antiguamente existió allí un gran puerto artificial. La hidrografía de la península del Sinaí no cuenta más que algunas fuentes y lechos desecados de uadis que cuando se llenan de agua se convierten en impetuosos torrentes. La vida vegetal y animal se agrupa en los lugares

donde las fuentes nacen; las más célebres son las termales de Aiun Musa ó Fuente de Moisés, en el litoral O., á 20 kms. al S. E. de Suez; las termales sulfurosas del Hammam Farum, ó Baño de Faraón, al S. de las anteriores; y las del Hammam Musa, ó Baño de Moisés, cerca de Tor.

Aunque nómadas, los pobladores de la península no varían frecuentemente de residencia, y sólo lo verifican cuando las sequías les obligan, pero siempre en un círculo muy reducido. Los tuarah, turi en singular, raza compuesta de muchas mezclas, pueden considerarse como descendientes más o menos directos de los antiguos aborígenas, establecidos en el país cuando los árabes emprendieron la conquista de Egipto, llevando con ellos hordas de muy diverso origen. Son gentes muy sociables y honestas, y, aunque su existencia es extremadamente miserable, entre ellos no se practica el robo. La única población es Tor, designada por la Comisión Internacional para lazareto de los barcos en que regresan los peregrinos de la Meca. Akabah no es más que un castillo que domina algunos aduares árabes y chozas de pescadores, en la costa arábiga.

Hist. - Desde muy antiguo poblaban la península del Sinaí tribus nomadas, que los egip. cios llamaron sitius ó sasus, gentes dedicadas al merodeo, y de las cuales no hacen mención los

monumentos hasta la III dinastía de los faraones. Snofru hizo la guerra á estas tribus y penetró hasta el fondo de la península, siendo probable que aquéllas se dispersaran por las montañas, en donde ya no fueron perseguidas porque la pobreza y aridez de la comarca no tentaba la codicia de los conquistadores. En aquella ccasión empezaron á explotarse por cuenta de Egip to las minas de cobre y de turquesas. Pepi I, de la VI dinastía, recobró los establecimientos del Sinaí, perdidos por los sucesores de Cheos; la explotación de las minas, que había sido abandonada, fué reanudada en mayar escala por la XII dinastía, que mandó construir fortalezas, é interrumpida aquélla por segunda vez se prosi guió por las dinastías XVIII, XIX y XX, en que la península se convirtió en refugio de los egipcios fugitivos; á ella huyeron Moisés y los israelitas cuando, por la muerte de un egipcio que les fué atribuída, tuvieron que abandonar el país de los faraones. Mucho tiempo después, Saúl, persiguiendo á los amalecitas, penetró en la península sinaítica, y más tarde aún, según refiere la tradición, el profeta Elías, perseguido por Jezabel, huyó al Horeb. Ningún hecho his tórico notable se registra en este país hasta los comienzos de la era cristiana, en que la inmigración que pobló de ermitaños y anacoretas se extendió también á la península del Sinaí, y de esta época se conservan muchos restos de habitacio. nes; en el oasis del uadi Feirán existen ruinas de una basílica que formó parte de la c. de Farán, en la cual residía un obispo. El macizo del Horeb y las inmediaciones del Sinaí fueron también centros de población. Los ataques de los beduínos contra los habits, de la península se hicieron tan frecuentes y terribles, que el emperador Justininiano mandó construir en el año 527 las formidables murallas que al pie del monte santo defendían el convento de Santa Catalina y servían de refugio á los religiosos, y no tardó mucho en ser éste el único lugar habitado por los cristianos, á los cuales Mohammet concedió la soberanía sobre los árabes que poblaban la comarca comprendida entre la meseta de Tih y los dos golfos, cuya soberanía fué reconocida y aumentada en 1799 por Kleber, general de Bonaparte.

SINAIA: Geog. C. del dep. de Prahova, Valaquia, Rumanía, sit. al N.O. de Ploiesti, á orillas del Prahova, entre las altas cumbres de los Carpatos y en el f. c. de Ploiesti á Predeal. Es población muy moderna, debe su origen al castillo de recreo que en ella hizo construir el rey de Rumanía en 1883, y es hoy la residencia de verano de la aristocracia rumana. El castillo

real, construído según estilo de la Edad Media, es un elegante edificio con hermoso parque. Alrededor se han construído quintas de recreo y ricos hoteles.

SINAIT: Geog. Pueblo de la prov. Ilocos Sur, Luzón, Filipinas; 7 497 habits. Sit. cerca de la costa, en el extremo N. de la prov.

SINALÁCTICO, CA: adj. Que concilia; conciliador.

SINALAGMÁTICO, CA (del gr. ovvaλλayμarıKós; de ovváλayua, comercio, cambio): adj. Dícese de los contratos que producen obligación con respecto á cada uno de los contrayentes, como el comodato, el depósito, la prenda, el arrendamiento, etc.

SINALÁXIDOS (de sinalaxio): m. pl. Zool. Familia de aves del orden de los pájaros, que ofrecen los caracteres siguientes: pico variable, pero siempre comprimido en la punta; alas con 10 remeras primarias: la primera de éstas no es notablemente más corta; las cobijas son cortas; tarsos con escudos transversos por delante, que se extienden por dentro y por detrás, así es que sólo queda por fuera, sin ellos, una estría estrecha, desnuda ó cubierta con escamas pequeñas.

Esta familia comprende seis tribus y 15 géne ros. Las tribus son las siguientes: Furnarinos Gray; Esclesurinos Sel.; Sinalaxinos Gray; Orirranfinos Strick; Dendrocolaptinos Gray, y Sitinos Bp.

Los géneros son: el Furnarius Vieill., del Brasil; el Lochmias Sws., que vive también en el Brasil; el Scositta Sws., de Chile; el Sclerurus Sws., del Brasil; el Sinallaxis Vieill., de Trinidad; el Amnubius Lafr., de Bolivia, Brasil y Trinidad; el Philydor Spix., de Nueva Granada y Brasil; el Xenops Illig., de Bolivia y el Brasil; el Oxyrhamphus Strickl., del Brasil; el Dendrocolaptes Herm., de Bolivia; el Xiphorhynchus Svos., del Brasil y Bolivia; el Picolaptes Less., del Ecuador; el Sittasonnus Sws., de Río Negro; el Sitta L., de Europa y el Japón; y el Sittella Sws., de Nueva Gales del Sur.

SINALAXINOS (de sinalazio): m. pl. Zool. Tribu de aves del orden de los pájaros, familia de los sinaláxidos, que se caracterizan por tener el pico sumamente comprimido, proporcionado, ligeramente curvo en el dorso y poco ganchudo en la punta, con plunias cerdosas y agudas delante de los ojos; alas cortas; cola larga con plumas rígidas y sus escapos propios para apoyarse, pero flexibles, y además desnudos en la punta; la planta del tarso con escudos ó verrugas; dedos externos poco más largos que los internos.

Esta tribu comprende cuatro géneros: el Synallaxis Vieill., el Amnubius Lair., el Philydor Spix., y el Xenops Illig., todos propios de Amé

rica.

SINALAXIO: m. Zool. Género de aves del orden de los pájaros, familia de los sinaláxidos, tribu de los sinalaxinos, que se caracterizan por tener el pico delgado y ligeramente curvo; fosetas nasales pequeñas, sus aberturas largas y es trechas; alas cortas y redondeadas; primera remera muy corta; timoneras con las puntas rígidas y agudas; tarso alto y con una línea de verrugas al exterior; dedos pulgares con uñas grandes y poco encorvadas.

La especie tipo de este género es el Synalla. xis albescens Temm., que vive en Trinidad y Brasil.

SINALBINA: f. Quim. Substancia sulfonitroge nada perteneciente al grupo de los glucósidos y contenida en los granos de la mostaza blanca, vegetal denominado en Botánica Sinapis alba, é incluído en la familia de las Cruciferas. Para prepararla se comienza por pulverizar dichos granos, comprimirlos fuertemente por medio de prensas y lavarlos después con sulfuro de carbono con objeto de eliminar las materias oleaginosas que siempre contienen, y el polvo obtenido como resultado de todas estas operaciones previas se seca al aire, se calienta en baño de María y se agota por alcohol de 85° centesimales; la disolución alcohólica, filtrada en caliente, abandona por enfriamiento la sinalbina impura (el sulfocianato de sina pina contenido en los mismos granos queda disuelto en el alcohol), cuya purificación se consigue lavándola primero con sulfuro de carbono, descolorándola luego por diso lución en agua caliente con adición de carbón animal, precipitando el líquido acuoso después finalmen de filtrado por alcohol concentrado, te haciendo recristalizar el precipitado una vez disuelto en alcohol hirviendo.

y

La sinalbina, obtenida como se acaba de indicar, es un cuerpo sólido, cristalizado en pequeñas agujas brillantes, incoloras ó ligerísimamente coloreadas de amarillo, muy soluble en agua, soluble en 3,3 veces su peso de alcohol hirviente enya concentración sea de 85° centesimales, muy poco soluble en el alcohol absoluto y totalmen

te insoluble en el éter y el sulfuro de carbono. Por la acción de los reactivos produce fenómenos perfectamente característicos, pues una pequeñisima cantidad de álcali fijo es suficiente para colorearla fuertemente de amarillo, color que pasa al rojo de sangre al añadir ácido nítrico; su disolución acuosa no produce coloración alguna en presencia del cloruro férrico ni precipita por el cloruro bárico, pero con el nitrato de plata y el cloruro mercúrico forma precipitados blances solubles en exceso de reactivo, y estos precipitados, interpuestos en agua y descompuestos por corriente de ácido sulfhídrico, se transforman en una mezcla de azufre libre y sulfuro de plata ó mercurio, á la vez que se disuelven en el liquido sulfato ácido de sinapina, ortoxifenilacetonitrilo y glucosa. De composición bastante compleja, pues su análisis centesimal conduce á representarla por la fórmula empírica

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el compuesto C-H,O. NCS, considerado por algu nos, quizá de una manera aventurada, como isosulfocianato de ortoxibencilo, es un líquido oleaginoso de color amarillento, dotado de olor extremadamente penetrante, y que ejerce sobre la piel una acción vesicante no tan enérgica como la del isosulfocianato de alilo ó esencia de mostaza; para extraerle basta añadir alcohol al producto de la fermentación de la sinalbina, agotar por el mismo vehículo el precipitado producido, añadir agua al líquido, agitarle con éter y evaporar la disolución etéren.

SINALEFA (del gr. συναλοιφή; de συναλείφω, unir, confundir, mezclar): f. Trabazón ó enlace de sílabas, por el cual se forma una sola de la última de un vocablo y de la primera del siguiente cuando aquél finaliza en vocal y éste empieza con letra de igual clase, precedida, ó no, de h muda.

...á veces (la versificación se resiste) también á las SINALEFAS. JOVELLANOS.

SINALOA: Geog. Est. de la Confederación mejicana. Se halla limitado al N.O. por el est. de Sonora, al E. por los de Chihuahua y Durango, al S. E. por el Territorio de Tepic sus costas, que se extienden de S. E. à N.O. en una extensión de 560 kms. Su sup. es de 69 346 kilómetros cuadrados con 223 684 habits., de ellos 30000 blancos, 45 000 indígenas y el resto mestizos. Comprende una faja de terreno de S. E. á N.O. entre la falda occidental de la sierra Madre y las costas del mar. El Golfo de California, Mar de Cortés ó Bermejo, baña las costas de Sinaloa desde la bahía de Agiabampo hasta poco más allá de los 23' lat. N. al S. de Mazaltán, donde comienza el Grande Océano ú Océano Pacífico, que baña las costas de los dists. de Rosario y Concordia. En el Golfo de California, viniendo de N. á S., se encuentra en el litoral sinaloense: la bahía de Agiabampo, en el límite con Sonora; la punta y boca de Ahomé, el estero de Piedras y la isla Jechuguilla separada de la de Santa María por el Estrecho de Lechuguilla; en la isla de Santa María se encuentra la bahía de San Ignacio y la punta del mismo nombre; la hermosa y amplia bahía de Topolobampo, con el puerto del mismo nombre, que es el mejor del Pacifico, por hallarse bien abrigado de los vientos. Penetrando al interior de la bahía de Topo lobampo se encuentra la bahía circular de San

TOMO XIX

ma región está caracterizada por ser la minera del est. Distinguense entre las principales eminencias las siguientes: en el dist. del Fuerte las sierras Cocopira y Sinabarí, en los límites con Sonora; sierra Tasajera, sierra de Navachiste y otras varias que forman las primeras gradas de la Gran Cordillera; cerros de Santa Rosa, Bateguí, San Pablo y Baturi. En el de Sinaloa las vertientes occidentales de la sierra del Durazno,

parte de la cordillera principal, sierras de Cintaboca y Tescalama, cerro Guiguiricahuí y otros muchos. En los de Mocorito y Culiacán sierrita de l'arras y sierra de Agua Blanca, cerro Agua. pepe y cerro Colorado. En el de Cosalá la sierra de Tacuichamona, Conitaca, Cosalá y Guadalupe de los Reyes. En el de San Ignacio las sierras de Jocuistita, el Candelero San Juan. En el de Concordia el Espinazo del Diablo. En el del Rosario el cerro del Jauco y Mesa de las Hormigas.

Carlos, y frente á la de Topolobampo se halla el
farallón de San Ignacio. Al S. de ella está la
bahia de Navachiste, en el dist. de Sinaloa,
pues hasta la de Topolobampo el litoral perte
nece al dist. del Fuerte. La bahía de Navachiste
ocupa casi todo el litoral del dist. de Sinaloa,
formando otras pequeñas bahías interiores, te-
niendo en su seno las islas de Mero, San Felipe
y Pájaros, y hallándose separada del Golfo de
California por las islas de San Ignacio, Guino-
rama y Macapule. En ella se encuentra el puer-
to de Navachiste. Al S. están las bocas del río
de Sinaloa, más al S. la playa Colorada. En
el litoral del dist. de Mocorito se hallan las islas
de Siliaca, Altamira y Lobos, y entre ellas y la
tierra firme las de Curbina, Garrapata y Mero.
En la isla Altamira se encuentran la punta del
mismo nombre y la punta Colorada. En el lito-
ral del dist. de Culiacán se halla el estero del
Tule, y en su interior la isla Tachichite: la punta
y la isla Baradita, el puerto de Altata, la isla
de Cándido ó de Cabanillas, la boca de San Lo-
renzo ó Navito y la parte septentrional de la
bahía de Ceuta. La isla de Quevedo corresponde
al litoral del dist. de Cosalá y separa el Colfo
de California de la bahía de Ceuta, cuya parte
meridional corresponde al dist. de Cosala. En el
mismo se encuentran la boca del río de Elota,
el puerto de San Miguel y la ensenada del Tule.
El litoral del dist. de San Ignacio es muy pe
queño, y en él se encuentran la boca del río de
Piaxtla y las puntas Pliaxtla y Encaramada.
En el litoral del dist. de Mazatlán se hallan las
puntas Gruesa, Roja, Cibolo y Camarón; las
islas de Lobos, Pájaros y Venado; la bahía de
las Olas Altas, la amplia y hermosa bahía de
Mazatlán, donde se halla el puerto del mismo
nombre; frente á ella la de boca Tortuga, la isla
del Crestón, donde se halla el faro, cuya luz
tiene un alcance de 28 millas marinas, las islas
de los Chivos, Crestoncito y Cardones, y varios
pequeños islotes, escollos y bancos. En la entra- La gran masa de montañas que forman la
da de ella está la punta del Astillero y en su
interior varios islotes, la isla de Pozo y el estero
parte de la sierra Madre comprendida entre los
ests. de Durango, Chihuahua, Sonora y Sinaloa
del Astillero. Al S. de Mazatlán se hallan la constituye la región tal vez más rica en el reino
isla de la Piedra, la boca del río del Presidio ó mineral de los demás lugares de la Rep., que ha
de Mazatlán y la isla Marisma del Huisache, en producido inmensas riquezas á causa de su gran-
el interior de la laguna del Caimanero, cuya de explotación. Más de cien minerales, y muy
parte septentrional corresponde al dist. de Ma- ricos, posee el est. de Sinaloa, agrupados princi
zatlán. Su parte meridional pertenece al de Con-palmente en la extensa y quebrada vertiente de
cordia, en cuyo litoral, bañado por er Pacífico,
se halla la isla del Palmito de la Virgen. El li-
toral del dist. del Rosario está bañado por el
Grande Océano. En él se encuentra la boca del
Chametta ó río del Rosario y la del río de Ca-
ños ó Teacapán, en el límite de Sinaloa con el
Territorio de Tepic.

En el cerro del Crestón, como se ha dicho, entre el puerto de Mazatlán y la bahía de Olas Altas, se halla el faro de Mazatlán. El terreno va elevándose gradualmente desde la costa del Golfo de California hasta la sierra Madre, en la parte oriental, en los límites con Chihuahua y Durango, donde se presenta intrincado y pintoresco. Todo el litoral es llano, de bella perspectiva, y sus costas son bajas, abrigadas y segu. ras. Es la región tropical del est. En las faldas de las serranías se extienden las fértiles campi

ñas

por donde corren ríos caudalosos y arroyos límpidos y cristalinos, sombreadas sus aguas por valles de corpulentos sabinos. Ascendiendo por las quebradas de la sierra, al penetrar en la región montañosa se descubren las selvas de laurel, amapa, álamo, cedro (de cuya madera se haIlan llenos los bosques), etc., y más allá las de ébano, brasil, caoba, etc., encontrándose en algunos lugares las enhiestas palmas. Al ascender á la cresta de la sierra Madre, que en este lugar tiene su punto más elevado en el est. de Durango, se penetra en una pintoresca región. Los hilos del agua torrencial que horada las rocas serpentean por entre las faldas de las montañas, cuyas cimas aparecen coronadas por los pinares, los madroños, los encinos y los otates. El musgo lame las rocas traquíticas ó porfídicas, y de trecho en trecho la exuberante vegetación de la 10gión fría deja mantos de flores silvestres que forman precioso contraste con los cónicos pinos y con los añosos encinos. Puede, pues, dividirse Sinaloa en dos regiones: la occidental, que es la región caliente y a la vez marítima, donde prosperan los cereales, el algodonero, el tabaco, el café y el plátano; y la oriental, ó la región fría, que es la parte montañosa del est., donde hay bo-ques intensos de pinos y cedros. Esta últi

Los principales ríos que riegan el territorio de Sinaloa son los siguientes: el del Fuerte, que nace en la sierra Madre, en la región N.O. del est., se dirige al S.O. y desemboca en el Golfo de California formando la boca de Ahomé. A este río se le une el de Choix, que abunda en placeres de oro. El río de Sinaloa nace, como el anterior, en la sierra Madre, y desagua por la boca de Tamazula. El de Mocorito nace al pie de la sierra y tiene su desembocadura frente á la isla de Saliaca. El de Culiacán, como todos los ríos del est., tiene su origen en la sierra Madre, pasa por aquella cap., frente de la cual recibe el Humaya, y se arroja al mar frente á la isla Cabanilla. Este río y su afl. el Humaya contienen en sus arenas granos de oro. El río San Lorenzo desagua por la boca de Navito. Los de Elota, Piaxtla y Presidio de Mazatlán desaguan en el mar por las bocas del mismo nombre. El del Rosario por la boca de Chametta. El de Las Cañas, límite con Jalisco, por la de Teacapán.

la cordillera, existiendo vetas de plata y oro, de cobre y hierro, en los lugares bajos y próximos á las costas, tales como los asientos de minas del Rosario, cerro Cabeza de Caballo y lomeríos de Urias, San Lorenzo, Simón, Chichi, Bacamarí y Sibirijoa. La formación más común en Sinaloa es la de cuarzo con plata sulfúrica que más se presta al beneficio por patio.

En el cuadrilatero formado por los minerales de San Vicente (Sinaloa) y San Dimas, Zayoltita y Guarisamey (Durango), cuéntanse en un radio que no excede de 2 leguas más de 100 minas y otras tantas vetas, de las cuales pocas son plomosas, como las del Carmen y San Vicente; algunas cobrizas, como las de San Isidro y Pere. grina; y otras piritosas, como la de Bolaños, siendo las demás de cuarzo con plata sulfúrica.

Weidner divide en seis las formaciones de las vetas metalíferas de Sinaloa: 1.a Vetas de oro, que consisten en cuarzo ferruginoso, carcomido, con partículas de oro nativo, unas veces unidas, como en los minerales de San José de Gracia y Guadalupe de los Reyes, y otras aisladas é independientes, como en los de Cohuicahuí, Guabortita, Habal, Mapirí y Minitas. En las primeras forman hilos y cintas en las vetas argentíferas. 2. Vetas de plata, compuestas de cuarzo ó de espato calizo, con plata en estado nativo ó sulfurado, antimonial y arsenical, con más o menos ley de oro, como se encuentran en los minerales de Copala, Guadalupe de los Reyes, Joya, Pánuco, Rosario y otros. 3.a Veta de galena argéntifera, compuesta de los sulfuros de zinc, plomo, cobre y fierro, y algunas veces de arsénico, antimonio y selenio, armando en cuarzo, espato cali70, á veces ópalo férrico, de barita, de magnesia y otra gran variedad de metales ferruginosos, como se encuentrran en los minerales de Barreteros, Santa Elena, Santiago de los Caballeros, San José de Bocas y de Piedras. 4." Formación de piritas argentíferas (bronces plateros), de las cuales se encuentran ejemplos en los cerros Metates, Favor, Quebradas y Escaleras, al Oriente

del mineral de Topia (Durango, en las cualea se encuentra una mezcla de los sulfuros de cobre,

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