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Sillón

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lación nemfg; al llegar al punto y se detiene el movimiento y principia la oscilación en sentido opuesto.

-SILLÓN: Art. y Ofic. Diferénciase el sillón de la silla en que éste siempre tiene brazos, pudiendo por lo demás admitir formas mucho más variadas que la silla y que todas ellas tiendan á la mayor comodidad para el objeto á que está destinado. Pocos son los sillones de paja ó anea que hoy se construyen, y puede decirse que esos pocos no son otra cosa que reminiscencias de los modestos sillones de principios de este siglo; forman una silla de asiento ancho, y respaldo y brazos curvos como para ceñir el cuerpo, formados éstos por tablas cortadas en forma apropiada y sujetas á caja y espiga á los largueros del respaldo, llevando por debajo y en la parte anterior una botonera en que entra la espiga circular ó botón, de un grueso balaustre que suele ser prolongación del pie delantero correspondiente, y cuando no, penetra en uno de los for maletes laterales del asiento. En cambio de esta preterición de los sillones de paja, los de rejilla van invadiendo todos los hogares; de éstos los hay fijos y giratorios para despacho ó escritorio, y oscilantes llamados mecedoras; los fijos son una silla con brazos y asiento de rejilla trenzada como explicamos en otro artículo (V. SILLA); generalmente son de madera curvada; los brazos nacen del respaldo y formando una curva más ó menos graciosa van á sujetarse al aro del asiento con un fuerte tornillo; los giratorios constan de dos cuerpos esencialmente diferentes; el asiento, respaldo y brazos forman un todo montado en una cruz fuerte de madera por debajo del asiento, y en el centro de esta cruz una fuerte caja de hierro vaciada hacia la parte inferior y cuyo fondo termina en tejuelo; el segundo cuerpo lo forma una armadura de tres ó cuatro pies que se reunen en la parte superior en una corona de hierro, que lleva un corto y fuerte eje del mismo metal, terminado superiormente en gota de sebo, que penetra en la caja del cuerpo superior de que hemos hablado antes, y que es el eje de giro de dicha parte superior. Las mecedoras pueden ser ó no de madera curvada; cuando no lo son se reducen á un sillón de poca altura, cuyos pies se unen por la parte inferior de dos en dos por unas cerchas curvas circulares de gran radio, que marchan de adelante á atrás y son las superficies de oscilación ó rodadura del sillón; estos han tenido poco éxito, porque además de no ser del mejor gusto no resultan muy cómodos y están muy expuestos, á poco impulso que se les dé, á pasar del límite de la rodadura y girar alrededor de las aristas posteriores de las cerchas, produciendo el vuelco, con grave riesgo de la persona que ocupaba el asiento, que siempre cae de espaldas. Las mecedoras verdaderamente de moda, y moda llamada á vivir muchos años, son las de madera curvada; se componen (fig. siguiente) de dos armaduras iguales á la de la figura, de madera curvada, cuyas diferentes piezas se ajustan á tornillo de hierro; entre estas armaduras, cu yos planos convergen ligeramente hacia la parte hg, que es la posterior del respaldo, van unidos por un bastidor de madera cubierto de rejilla que se vería en la figura de canto, ocupando la parte ba, en primer lugar, por un respaldo formado tambien por un bastidor con rejilla que se proyectaría en od, por un bastidor hueco entre ey d, que sirve para enlazar el asiento y respaldo y darles fijeza; todas estas piezas se unen entre sí con grandes tornillos de hierro, cuyas cabezas se ocultan en la parte interior de las bién de herradura; en éstos se suele colocar armaduras; además llevan dos tirantes tornea- una tira de la vestidura, que cubre sólo el aro

Los sillones de tapicería son más vulgares que todos los anteriores; van vestidos de paño, gutapercha, piel ó telas de lana ó seda; pueden ser altos para bufete, ó bajos, que se conocen con el nombre de butacas. Los sillones de bufete pueden ser fijos ó giratorios, y tanto unos como otros de respaldo completo ó de medio respal do; los sillones fijos de respaldo completo son una silla con brazos, respaldo alto, recto ó curvo; tienen la armadura como la de las sillas de tapicería, cinco ó siete muelles en el asiento, respaldo vestido también, con ó sin botones, y puede estar vestido todo él, ó sólo el frente, y en este caso los brazos tienen sólo una almohadilla pequeña cada uno, para apoyar los codos; en éstos entra la ebanistería para tallar las maderas vistas, que siempre son finas ó por lo menos chapeadas de esta clase de maderas, cuando toda la mnadera, excepto los pies, está cubierta por la tapicería, los brazos también se tapizan, comenzando por clavar en el borde del asiento, primero la tela que ha de estar vista, después la tela dulce ó tela cruda, y por último la lona; después se atiranta ésta pasando por la parte anterior de los brazos á fijarla en la posterior, después de dar vuelta á la armadura; luego se coloca el relleno de estopa ó cerda, que debe cubrir también la parte superior de los brazos y que se sujeta con la tela cruda, haciendo con bramante los cogidos ó repulgos para los botones si los lleva, que es lo ordinario, y después el vestido, tapan. do los huecos y rellenando los cogidos, que se hacen como se dijo al hablar de las sillas; por último se cubre la parte posterior con el mismo vestido y se coloca el agremán ó espiguilla; vestido que se suele emplear para estos sillones es la badana, el terciopelo, el chagrín ó la gutapercha. Los sillones giratorios tienen la parte superior, á partir del asiento, como un sillón or dinario, pero formando cuerpo aparte del resto, y bajo el asiento una cruz de madera con encajes de hierro para que entre el eje ó clavija maestra, que puede ser, como se dijo al hablar de los de rejilla, ó bien un eje remachado antes de hacer el vestido, para que no pueda separarse este cuerpo de los pies, y en tal caso, el asiento, que termina por una circunferencia, lleva embutidas unas pequeñas ruedecillas ó rodillos de fundición, en número de tres ó cuatro, para facilitar el giro sobre el cuerpo inferior, compuesto de otro circulo de madera que lleva los pies fuertemente ensamblados, y cuyo aro va con una ranura circular para que entren las ruedas, y en ella una llanta circular de hierro que sirve de carril á aquéllas en el movimiento del sillón. Se hacen sillones de esta clase, imitando á los antiguos, de maderas finas ó de roble, tallados, en que el asiento se forma con una o dos chapas de zinc y encima cuero labrado sujeto con clavos historiados; el respaldo es una tira de cuero labrado también. En los sillones de medio respaldo está éste sin vestir, y no es más que la prolongación de los brazos, formando curva has ta unirse en una sola pieza, y va sujeto por tres ó cuatro apoyos al asiento se llaman tam

el

que forma el respaldo y brazos. Las butacas de tapicería son las que más variadas formas admiten, y no es posible enumerarlas todas, pues están sujetas al capricho del constructor ó del propietario; las más comunes afectan la forma de los sillones de bufete, vistiéndose las más veces con gutapercha, paño ó ricas telas; otras veces tienen gran asiento, respaldo recto, así como los brazos, vestido completo, fleco en la parte infe ferior y borlas en los brazos; en ocasiones son pequeñas, el respaldo se prolonga descendiendo por los costados hasta anularse junto al asiento, y van vestidas en su contorno por felpa de seda (peluche) constituyendo las llamadas marquesitas; también se construyen las butacas llamadas de rollo, que son rectas como las antes citadas, muy bajas y con una almohada cilíndrica, formando parte del vestido del respaldo, á la que dan forma las bases extremas de madera y un relleno de pelote ó lana, en cuyas almohadas ó rollos se apoya la cabeza. Las butacas dormilonas suelen ser de rejilla, con almohadones suple. torios; los pies son dos tijeras colocadas de atrás á adelante, y las patas de este lado, prolongadas, forman la armadura del respaldo; además llevan á charnela, con la delantera del asiento, un suplemento ó segundo asiento, que recogido de ordinarfo bajo aquél con una aldabilla, cuando se suelta se tiende en la dirección del asiento, sacando otro pie de tijera que en sentido normal á los planos de las primeras le termina, ó bien se mantiene la horizontalidad haciendo girar unas aldabillas que van por debajo y á ambos lados del asiento, y que una vez levantado, y salientes las aldabillas, no puede ya girar. También hay dormilonas de lona, sumamente grandes, de armadura semejante, pero en que el asiento y respaldo le forman á la vez una sola tira de lona sujeta á un travesero en la parte alta de las tijeras, que forma respaldo, y en la más saliente, que limita el asiento; en algunas butacas de esta clase, el respaldo sólo, ó sus armaduras, pueden girar quitando una trabilla que sujeta los largueros, y al descender hacia atrás se apoya en el suelo la cabecera por otra cabecera semejante á la tijera del asiento. También se hacen mecedoras de tapicería, en que las armaduras están sustituídas por otras de maderas finas talladas, y en que asiento y respaldo son una tira de alfombra ó terciopelo, sujeta como hemos dicho que se hace con la lona en las dormilonas.

Otras mil formas hay que, según hemos dicho en un principio, no nos es posible enumerar, pues la butaca es el mueble que más variantes admite.

-SILLÓN: Cir. Describen las obras de apósi tos y vendajes muchos sillones aplicables à los enfermos, sobre todo á los paralíticos, y que la industria varía todos los días, acomodándolos á las necesidades y aun al capricho de los médicos de los pacientes. Fuera ocioso entrar aquí en extensos detalles acerca del particular; bastará consignar lo más necesario.

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Construyense los sillones de madera, hierro ú otra materia, y siempre constan de un asiento, un respaldo y un sustentáculo para los pies, pudiendo ser el respaldo movible, à fin de trans. formar el sillón en una especie de cama, y sostenerse los pies por medio de correas, de una especie de regla dentada, ó de tiradores como en el sillón de Theden y de Rabiot. Los sillones más antiguos son los de Miste, Woldfsolm, Aronson y Theden; pero los tres primeros, que eran pesados, de asiento inmóvil y perforados para el paso de los excrementos, con un respaldo que se podía inclinar más o menos y un apoyo para las piernas, han caído por completo en desuso, ó más bien han sufrido modificaciones infinitas, perdiendo sus tipos primitivos. El de Theden parece un sillón muy grande, de los ordinarios, con el asiento perforado y el respaldo dividido transversalmente en dos porciones articuladas, para inclinar todo el tronco si se quiere, ó solamente la cabeza. Una especie de caja larga, que entra y sale por debajo del asiento mediante un tirador, y sostenida horizontalmente por cuerdas que van á una potencia fija al lado correspondiente del sillón, proporciona una especie de canal sobre la cual puede colocarse en extensión el miembro inferior de aquel lado.

Respecto á los sillones que no se destinan á efectuar una especie de locomoción, es decir, á los que se mantienen fijos en un punto ó son

ligeramente movibles por ruedas que llevan en los pies, no merecen descripción especial. A los tipos que quedan indicados se acomodan en la industria los sillones de Potet, Rabiot, John Ward, Goldschmidt, y otros muchísimos que gozan bastante crédito en la Industria.

Corresponde ahora decir algunas palabras acerca de los sillones que sirven para trasladarse los enfermos de un punto á otro ó para ponerse en movimiento.

Sillón locomotor de Dupont. - Sirve para levantar á los sujetos paralíticos ó muy debilita dos, mantenerles en pie y comunicarles movimientos parecidos á los de locomoción normal. Esto se logra por un artificio cuya descripción interesa más á los constructores que á los médi cos. Una sola persona situada detrás del sillón puede poner de pie al enfermo, sostenerle en esta postura y hacerle ejecutar movimientos de progresión.

Sillón-cama de Allain. - Por medio de un manubrio permite al paciente inclinar cuanto guste el respaldo, subir y bajar la parte en que se apoyan los pies, y aun mudar de sitio. Se ob tiene esto por un movimiento continuo, suave y sin sacudidas, á favor de un tornillo y palancas acodadas convenientemente dispuestas; aña. diendo, en fin, un mecanismo á propósito para hacerle mover sobre un pavimento horizontal, siempre por la sola acción del manubrio.

Sillon locomotor de Gros. - Se reputa como muy preferible á los sillones o pequeños carruajes que suelen usar los inválidos, y puede moverlo el mismo enfermo. Consta. 1.o, de un portapié y un sustentáculo horizontal en forma de canal, que se adaptan cuando se quiere, y sirven para sostener aisladamente cada miembro inferior, extendido ó doblado; 2.o, de un respaldo movible, que el enfermo puede inclinar lo que guste; y 3.o, en fin, del sistema de locomoción, que consiste en tres ruedas, sobre las cuales va el asiento, y en un manubrio para dar movimiento á la máquina. La rueda posterior se halla dispuesta como un timón y hace sus veces, correspondiendo la barra de éste á la mano izquierda y brazo correspondiente del sillón. En cuanto al mecanismo que produce el movimiento, se reduce à una cadena articulada que encaja por una parte en la rueda anterior del lado derecho, y por otra en un pequeño torno situado en la parte ascendente del brazo del sillón, donde se une un manubrio que mueve la mano derecha. Basta una fuerza equivalente á un kilogramo para que el aparato se mueva, estando bien construído. Pronto aprende el enfermo á manejarle, y con su auxilio va á todas partes, avanzando ó retrocediendo, según su voluntad, é inclinando el respaldo lo que quiera.

SILLUSTANI: Geog. Ruinas del Perú, sit. cerca de la hacienda Umayo, en el dist. de Atuncolla, prov. y dep. Puno: son sepulcros construídos de piedras muy bien labradas; tienen la forma cilíndrica la parte superior más ancha; todas las puertas ó entradas están al Oriente. Estos curiosos monumentos de la antigüedad son conocidos con el nombre de chulpas.

SIM: Geog. Río del gobierno de Ufa, Rusia. Nace en un contrafuerte occidental del Ural del Sur, recibe el Lemeza y el Inzer, y á los 187 kms. de curso desemboca en el Bielaia, cerca de Novo-Troitzkoie. Río del gobierno de Ieniseisk, Siberia. Nace en la parte O. del gobierno, al S. del lago de donde sale el Ielogii, y después de un curso de 430 kms. vierte sus aguas en el Ienisei, junto á Simskoie, un poco al N. del paralelo de 60°.

SIMA (del lat. sub ima, bajo lo ínfimo?): f. Cavidad subterránea que se extiende principalmente en profundidad.

cuando extendí los brazos al peñasco, que desnudo por todas partes estaba cercado de hierba, sin poderme deteuer, caí en una profunda SIMA.

COSME GÓMEZ DE TEJADA. dando gritos por unas SIMAS, que abrieron por bocas, dijeron: la gente cuerda, alto á la obra.

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dos tercios de su longitud, de dientes pequeños, numerosos, fuertes, dirigidos hacia atrás y separados en su centro; la mandíbula superior termina en una punta larga que sobresale mucho de la inferior; las alas son cortas, con la tercera y cuarta remeras iguales entre sí y más largas que las otras; la cola, de un largo mediano, es muy redondeada, y sus dos timoneras externas son muy cortas.

toda Europa se han recomendado como tónicas y febrífugas, aun cuando esta última propiedad no esté bien comprobada, por lo que suelen usarse especialmente por su sabor amargo intenso para preparar pociones tónicas.

En el comercio suelen encontrarse los frutos de esta planta, cada uno de los cuales contiene una semilla. Estos frutos son secos, piriformes, apuntados en la base, y vienen mondados, con la su La especie tipo de este género es la Sima fla- perficie áspera, fibrosa y de color gris leonado. virrostris, que habita en la Nueva Guinea, y La semilla está adherida á la parte superior del á la que los naturales llaman poditti; tiene la fruto por su cara ventral, pero en los frutos secos parte superior de la cabeza de color rojo canela, aparece ya libre y desprovista de sus envolturas. lo mismo que el cuello y sus lados, el lomo y la La almendra consta de dos cotiledones, que cuan. región auricular; las alas de un verde sucio; la do están unidos le dan una figura ovoidea irerabadilla y la cola de un azul verdoso; la gar-gular, obtusa por ambos extremos, convexa por ganta y el vientre leonado blanquizco; el resto un lado y casi plana ó con un surco por el otro. de la cara inferior del cuerpo pardo-amarillento; Su superficie está asurcada, y es de color pardo por debajo del cuello tiene un collar negro y es- en la partes salientes y amarillento blanquecino trecho que se interrumpe por detrás; el pico es en las entrantes. Cada cotiledón tiene de 3 á 4 rojo pálido, con la arista dorsal poco obscura. centímetros de longittd por 1 a 2 de anchura, Este pájaro mide 20 centímetros de largo, el y son de forma elíptica, planoconvexas, con los ala 7 y la cola 6. bordes algo curvos y redondeados, duros y consistentes; la parte interna es de color amarillo claro y presenta un aspecto feculento. Carecen de olor, y su sabor es muy amargo.

Acerca de las costumbres de esta ave dice Gould; «El poditti, como le llaman los indígenas, parece escasear mucho, pues á pesar de toda nuestra actividad sólo pudimos adquirir cuatro ó cinco individuos. Habita en los bosques de la Nueva Guinea. Yo no he visto más que un individuo vivo: hallábase en un grupo de árboles altos situado á orillas de una corriente de agua, al pie de los cuales crecían unas breñas muy compactas. Al oir su grito, que los indígenas que nos acompañaban reconocieron ser el de la sima, tres ó cuatro de ellos avanzaron al momento, pero fué preciso esperar lo menos unos diez minutos antes de poderle tirar, porque estaba posada á gran altura, fuera del alcance de los perdigones. Felizmente fué herida: los indígenas nos aseguraron que esta ave anida en una cavidad que abre en uno de los grandes hormigueros del país, y que pone dos ó tres huevos blancos. >>

Nada más se conoce de sus costumbres, por lo rara que va siendo esta bonita ave.

- SIMA Ó CHIMA: Geog. Cabo ó punta de la isla Hondo, Japón, sit. en la costa S. E., en la entrada meridional del gran Golfo de Ovari ó Mia-ura. Faro de primer orden.

SIMABA (alteración de simaruba): f. Bot, Género de plantas perteneciente á la familia de las Simarubáceas, cuyas especies babitan en las regiones tropicales de América, y son plantas arbóreas ó fruticosas, con las hojas alternas, unas sencillas y otras trifolioladas ó imparipinnadas, mezcladas unas y otras en las mismas ramas, con las folíolas opuestas ó rara vez casi alternas, enterísimas, coriaceas, brillantes ó rara vez pubescentes; flores blanquecinas, verdosas ó rosadoamarillentas, con olor semejante al de la miel, y dispuestas en panojas cortas, racimiformes, axilares ó terminales, ó bien en inflorescencias muy grandes y ramificadas, siempre con los pedicelos bracteolados; flores hermafroditas, con cáliz pequeño, cuadri ó quinquedentado, corola de cuatro ó cinco pétalos hipoginos mucho más largos que el cáliz y con la estivación retorcida, pero patentes en la antesis; ocho á 10 estambres hipoginos casi tan largos como los pétalos, alternos con ellos la mitad y opuestos la otra mitad, estos últimos algo más cortos; todos con los filamentos provistos de escamitas pelosas en el dorso, filiformes, con las anteras extrorsas, biloculares, acorazonadas, escotadas en la base é insertas por ella y longitudinalmente dehiscentes; cuatro ó cinco ovarios insertos sobre un ginóforo corto, casi iguales, libres, uniloculares, cada uno con un óvulo anátropo, colgante é inserto cerca del ápice del ángulo central; estilos continuos con los ovarios y soldados entre sí en uno solo recto, con cuatro ó cinco surcos; estigma con cuatro ó cinco lóbulos ó dientes; el fruto está formado por cuatro ó cinco drupas, ó alguna vez menos por aborto, generalmente poco jugosas y con la testa membranacea; embrión ortótropo, sin albumen, con los cotiledones carnosos, la raicilla muy corta, estrechada entre los cotiledones y súpera.

Las semillas de la Simaba Cedron Planch., árbol de Venezuela, Colombia y Norte del Bra sil, se usan en América contra la hidrofobia y la mordedura de las serpientes venenosas, y los negros las emplean como vermífugas y para combatir la neuralgia fascial y la gastralgia. En

En su composición existe un principio particular llamado cedrina, al que deben su sabor, del que dependen según se cree sus propiedades medicinales.

SIMABARA: Geog. Península de la isla Kiusiu, Japón, sit. al S. E. de la prov. de Hizen, á la cual está unida por un estrecho y corto istmo. Le da nombre la c. de Simabara ó Chimabara, sit. en su costa oriental.

SÍMACO (QUINTO AURELIO): Biog. Célebre orador y defensor del paganismo. N. en Roma hacia 340. M. en 409 ó 410. Hijo de una de las familias más importantes de los últimos tiempos del Imperio romano, aprendió Elocuencia con un retórico de Aquitania, cuyo nombre se ignora, pero no cultivó la Filosofía ni fué discípulo de Libanio. Después de haber sido cuestor y pretor, ingresó en el colegio superior de los Pontífices y gobernó (365) por breve tiempo en el Brúttium y la Lucania. Formando parte del ejér cito, marchó con Valentiniano I á las orillas del Rhin. Entonces conoció al célebre Ausonio y obtuvo el título de conde del tercer orden, acaso por sus panegíricos de Valentiniano y Graciano, pronunciados en aquella época (358-376). Procónsul de Africa en 373, recobró al año siguiente su puesto en el Senado. Por recomendación de Teodosio poseyó la prefectura de Roma (384-386). Por sus 43 escritos dirigidos á los em peradores conocemos sus múltiples trabajos de este período, el más laborioso de su vida. Al saber que el usurpador Máximo había invadido Italia (387), pronunció Símaco su panegírico; mas no bien Teodosio quedó dueño de Occidente hizo lo mismo con el vencedor, que le impuso una especie de destierro (389) por otras causas. Símaco, cónsul con Fabiano en 391, no intervino en la revolución que dió la púrpura imperial al retórico Eugenio, ni volvió á ejercer funciones públicas de importancia. Sin embargo, en varias ocasiones habló á nombre del Senado ante la corte de Milán, y defendió ante los magistrados á las ciudades y provincias. Gozó de inmenso crédito en el ánimo de los más poderosos personajes del Estado, uno de ellos Estilicón. Debe principalmente su celebridad al hecho de haber sido el último entusiasta defensor de la religión pagana en Occidente. Merced á Símaco el paganismo libró el último combate, y poco antes de morir lanzó una elocuente protesta. Practicó Símaco con el mayor celo sus deberes de pontífi ce, aunque sabía que esta conducta desagradaba á los emperadores; y como supiera que una sacerdotisa de Vesta se había hecho culpable de incesto, pidió que el sacrilegio fuera castigado con el rigor de las leyes antiguas. Ciertas palabras de sus cartas despiertan la sospecha de que no era respetado el secreto de su correspondencia, y así se explica que en ella no se descubra ningún ataque directo al cristianismo. Confiscados en 382 los dominios y rentas de los templos paganos, al mismo tiempo que se privaba de todo privilegio á sus sacerdotes y que se hacía desaparecer del Senado el altar y la estatua de la Victoria, siendo pagana la mayoría del Senado y casi toda la aristocracia romana, envióse á Milán una diputación para protestar contra aquella medida. Símaco debía hablar á nombre

de todos, pero los delegados no fueron recibidos.
Renovóse la embajada cuando murió Graciano,
y aún se conserva la arenga que en aquella oca-
sión leyó Símaco á Valentiniano II. Símaco de-
fendía la tolerancia. El obispo de Milán, San
Ambrosio, respondió diciendo que la verdad no
podía transigir con el error, anunciando que si
el emperador no accedía á lo solicitado no ha-
llaría sacerdotes cuando acudiera á la iglesia.
San Ambrosio triunfó, y Símaco regresó á Roma
dominado por el dolor. Abatido también este
último por la muerte de Protestato, una de las
columnas del partido pagano, recordando ade-
más cuán difícil le había sido justificarse de las
calumnias lanzadas contra él por los cristianos,
escribió á los emperadores Teodosio y Arcadio
manifestando sus deseos de reposo, que sólo po-
día hallar despojándose de sus funciones. Sen-
tíase desanimado viendo la decadencia, cada día
mayor, del paganismo, y reconociendo su im-
potencia para evitarla. A nombre del Senado
volvió (389) á reclamar el altar de la Victoria,
pero nada consiguió. Ignoramos si tuvo parte en
las embajadas posteriores enviadas con el mismo
objeto. La edición príncipe de las cartas de Sí-
maco, titulada Epistolæ familiares (Venecia, sin
fecha, en 4.o), se debió á los cuidados de Cinisco
(Cynischus), y es del pontificado de Julio II
(1503 á 1513). Deben citarse las reimpresiones
de Estrasburgo (1510-11, en 4.°); París (1580, en
íd., y 1604, en íd.), estas dos con notas de Juret;
Maguncia (1608, en íd.), que contiene 964 epís-
tolas; Neustadt (1617, en 8.°), y Leiden (1653,
en 12.). La Biblioteca Nacional de París posee
siete manuscritos de cartas de Símaco. El car-
denal Mai descubrió y publicó: Symmachi VIII
orationum ineditarum partes (Milán, 1815, en
8.°, y Roma, 1823, en íd.).

ensancha, llenándose de numerosos cantos cali-
zos, algunos bastante grandes. Poco después re-
cibe el importante afl. llamado Tublé y su cau-
ce vuelve á estrecharse, comprendido entre las
alturas que se derivan del monte Sibo y las que
forman la divisoria con el río Dumblue, abrién-
dose nuevamente junto á la costa, en donde sus
aguas forman una importante ría (E. Abella, La
isla de Cebu).

SIMALU: Geog. Isla adyacente á la costa O.
de Sumatra, de la que dista 120 kms. Pertenece
al gobierno de Atyeh ó Achín, Indias holande-
sas; tiene 2100 kins." de sup. y unos 8 000 ha.
bitantes, casi todos malayos.

SIMANCAS. Geog. V. con ayunt., p. j., prov. y dióc. de Valladolid; 1 237 habits. Sit. cerca y al S.O. de Valladolid, á la dra. del río Pisuerga, en la carretera de Burgos á Salamanca por Valladolid. Terreno llano, con algunas cuestas y montes; cereales, vino, garbanzos, hortalizas y frutas. Archivo general del reino, instalado en el antiguo Alcázar, donde en numerosas y bien dispuestas salas se guardan diplomas y documentos antiguos muy importantes, referentes á la península, islas adyacentes y Estados de Flandes, Italia y Portugal. Atengamonos en la noticia de esta interesante v. á la hermosa descripción que de ella hizo D. José María Quadrado. Un antiguo puente de 17 arcos, ceñido de modillones por debajo de su pretil, cruza sobre el ancho Pisuerga; restos de murallas la circuyen y el caserío se eleva en anfiteatro, dominado por la parroquia y el archivo. Poco antes de las Comunidades destruyó un incendio su antigua iglesia de San Salvador; el nuevo templo, construído al estilo gótico del siglo XVI, ostenta trebolado portal y despliega con elegancia sus tres naves iguales en altura, sostenidas por columinas cilíndricas de estrecho capitel; el retablo, que hasta 1571 no se acabó de pintar, es fama que lo labró el insigne Juní, escultor de Valladolid. De la vieja fábrica no subsiste más que la torre bizantina que las llamas respetaron, metida toda en la actual fachada y afeada con un moderno remate: molduras ajedrezadas orlan sus arcos y ciñen sus cuatro cuerpos, y en el tercero y cuarto ábrese un magnífico ajimez en cuyos capiteles se observan extrañas y profusas labores. La antigua fortaleza fué elegida por Carlos I para servir de archivo; aplazado el proyecto, lo realizó Felipe II. Las obras que hubo que hacer, principiadas en tiempo ya del emperador por el famoso Berruguete, las encargó Felipe en 1572 á Francisco de Salamanca, después á su hijo Juan, y por muerte sucesiva de entrambos á Pedro de Mazuecos, todas bajo la dirección de su privilegiado arquitecto Juan de Herrera, recomendando que no se afease la forma del edificio al ensanchar su capacidad. En 1588 encargó á Francisco de Mora nuevas trazas, que ejecutaron Mazuecos el joven, Diego de Praves y Francisco su hijo, durando la fábrica hasta 1631, mientras que diestros entalladores labraban prolijamente los estantes. El archivo y su disposición y arreglo lo confió desde 1566 á su secretario Diego de Ayala, á cuyos descendientes pasó vinculado este honroso oficio. Bajo el aspecto monumental ganó poco el castillo ciertamente: los recelos de Felipe II se cumplieron. Una techumbre de plomo parece aplastar su gallardía; los torreones, despojados de su corona, semejan palomares, y el principal lleva por cu bierta un extraño capitel á modo de campana. Balcones y rejas reemplazan á los ajimeces ó ventanas de medio punto, redondas lumbreras asomán más arriba... Aún conserva los cubos y almenas de su barbacana y el ancho y profundo foso y los puentes antes levadizos que á Levante y á Poniente dan entrada, y no sin emoción atraviesa éste el viajero para llegar á la puerta principal, cuyo arco sellan las armas reales y cuyas torres desfiguran las adiciones del siglo pasado. A dra. é izq. tiéndense en el piso bajo dos líneas de salas, regulares unas, prolongadísimas otras, SIMALA: Geog. Río de la isla de Cebú, Filipi- algunas octagonas ó circulares colocadas en el nas, sit. en la costa E., hacia el S., entre los de hueco de los torreones. En el principal hay igual Argao y Sibonga. Lo forman en las alturas de distribución, con las salas de estado enlosadas Santicon multitud de arroynelos que, reunidos con jaspes blancos y negros, cubiertas de techo en un riachuelo que toma la dirección de Le- artesonado, vestidas de primorosa estantería del vante, pierde sus aguas en el sitio llamado La siglo XVI, y el cubo que fué prisión de Acuña guasón y las recupera en el de Cansují. Tuerce convertido en lindísimo gabinete, con florones más abajo al E. N.E. y toma el nombre de Caen su bóveda. Con las del segundo y tercer piso lauin, recibiendo multitud de pequeños afluen- se cuentan más de 40 estancias, las más con anates hasta el sitio de Tabón, en donde el cauce sequeles de yeso, varias con un corredor que á me'cao X1X

- SÍMACO (CELIO): Biog. Papa. N. en Simagia (Cerdeña) hacia 440. M. en Roma en 514. Era diácono de la iglesia de Roma, cuando después de la muerte de Anastasio II fué elegido Papa en 22 de noviembre de 498. Pero este mismo día el patricio Festo arrastraba una parte del clero á elegir por soberano Pontífice al arcediano Lorenzo. De resultas de las intrigas que se produjeron en Roma con motivo de esta doble elección, se convino en designar por árbitro al rey Teodorico, aunque era arriano. Este príncipe se declaró en favor de Símaco, que fué recono. cido como Papa legítimo en un concilio reunido en aquella ciudad en 499. Sin embargo, Lorenzo no renunció á sus pretensiones. Nombrado obispo de Nocera, acusó en 503 á Símaco de varios crímenes, especialmente de adulterio y rapaci dad. Esto ocasionó en Roma nuevas contiendas, que tomaron un carácter bastante grave. Reunido un concilio para que ventilase el asunto, declaró á Símaco inocente de las acusaciones lanzadas contra él por el obispo Lorenzo. Poco tiempo después el emperador Anastasio I, á quien Símaco había excluído de su comunión, como opuesto á las decisiones del concilio de Calcedonia, lo acusó ante otro concilio de maniqueísmo, pero una vez más demostró el Pontífice que no era culpable de pactar con esta herejía, siendo así que a su advenimiento al pontificado había perseguido y arrojado de Roma á los maniqueos. Simaco fundó varias iglesias y luchó durante el resto de su pontificado contra las herejías de Nestorio y de Eutiques. Se le atribuye la introducción en la misa del Gloria in excelsis, y 12 Cartas dirigidas á varios obispos y al patricio Liberio.

SIMACOTA: Geog. V. y dist. de la prov. del Socorro, dep. de Santander Colombia; 6 450 habits. Sit. en las faldas de un pintoresco cerro, no lejos del río Suárez y á 1 004 m. sobre el nivel del mar. Añil, arroz y legumbres en abundan cia. Tiene un buen hospital, y es patria del general D. Antonio Obando.

SIMADO, DA (de sima): adj. prov. And. Aplícase á las tierras hondas.

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dia altura las circuye. «Allí, añade Quadrado, está la historia de España, cuando ésta era casi la Europa, por no decir el Universo; la de Italia, Flandes y el Nuevo Mundo, que poseía; la de Alemania, Francia é Inglaterra, sus enemigas ó sus aliadas. Allí los tres reinados más gloriosos, los Reyes Católicos, el emperador, Felipe II el creador de aquel inmenso panteón de memorias que puede evocar cualquiera ante la posteridad, para cuyo juicio dejó él mismo tantos datos en millares de notas y apuntes escritos de su mano laboriosa. Aquel gran tesoro que tentó la imperial codicia de Napoleón, y cuyo despojo emprendió en 1810, sin que haya podido lograrse en más de medio siglo su restitución completa; aquel tesoro explorado alguna vez por nuestros escritores y más á menudo por los extranjeros, yace todavía desconocido en su mayor parte, y quizá no ha revelado hasta ahora sino una mínima porción de sus secretos.»

Hist. - Simancas es población de gran antigüe dad; en el Itinerario romano figura como man. sión con el nombre de Septimanca, y pertenecía á la región de los vacceos. Septimanca, dice el docto historiador de nuestras antigüedades, estaba en el camino de Mérida á Zaragoza. Godos y sarracenos respetaron su nombre; á mediados del siglo vi figura entre las varias que libertó momentáneamente la espada de Alfonso I; á fines del Ix entre las que, protegidas por los triunfos de Alfonso III, renacieron y se colonizaron y se ciñeron de fuertes muros para guardar la frontera. Hízola á menudo residencia suya Alfonso IV, y contando afianzar y extender sus conquistas por aquel lado erigióla en silla episcopal hacia el año 927. De esta dióc., formada de

desmembraciones de las de León y Astorga, y anterior á la de Palencia, sólo se conocen dos prelados: Ildefredo en 959, y después Teodisclo; pues como contraria á los cánones, la mandó suprimir en 974 un concilio reunido en León por la infanta Elvira, tía y tutora de Ramiro III. Mas entonces sya se había hecho célebre con la famosa batalla librada en julio de 939. Precedida de un eclipse de Sol, de temeroso aguero para unos y otros combatientes, trabóse á vista de Simancas sangrienta lucha entre Ramiro II, que iba en socorro de los sitiados de Zamora, y el ca. lifa Abderraman III. Según nuestras historias murieron 80 000 infieles, y el mismo califa tuvo que huir para salvar su vida; según los árabes la victoria quedó indecisa, y se suspendió el combate para reanudarlo al siguiente día; pero Ramiro se retiró. Lo cierto es que éste no consiguió entonces su propósito, que era obligar a los mus limes á levantar el sitio de Zamora. No muchos años después, en 950, dicen los anales árabes que el gualí Ahmed-ben-Said desalojo de Simancas á los cristianos. La tomó otra vez y destruyó el califa Alhakem II en 964, y cayó en poder de Almanzor en 981 después que fueron destrozadas en la vecina llanura de Rueda las fuerzas reunidas de los castellanos, navarros y leoneses. «Cercóla con sus estancias repartidas, dice un documento contemporáneo, y aquejándola con sus arcos y saetas, derribando sus muros y abriendo sus puertas, entró con ferocidad en el lugar; todos los que allí encontraron de los cristianos pasaron á cuchillo los moros crueles con su espada vengadora.» Entre los defensores cayó el que era, sin duda, su caudillo, el conde Nepociano Díaz, cuñado de Ramiro III, casado con su hermana la infanta doña Oria. A esta época se refiere la leyenda de las siete mancas doncellas mutilándose á sí mismas para guardar su castidad, las cuales, si no han dado su nombre al pueblo, según pretenden ignorantes etimologistas, han formado por lo menos su blasón. Más verdadera gloria comunica á Simancas la constancia de los cautivos, que acaso por más ricos perdonó la cimitarra, y que llevados á Córdoba languidecieron en sus mazmorras durante dos años y medio, hasta que vertieron su sangre en medio de la plaza, cuando ya se hallaba en camino para conseguir su rescate un mensajero del rey Veremundo. Entre ellos se ha conservado únicamente el nombre de Domingo Yáñez Sarracino, que en aquel término y en el de Zamora poseía cuantiosa hacienda.

Simancas no reparó sus estragos ni se consideró definitivamente segura sino un siglo después con la conquista de Toledo; pero con el peligro disminuyó también su importancia, y la que en el siglo X era custodia de la frontera, fortaleza sólo inferior á la de Zamora, y honrada con el

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título de ciudad, suena ya raras veces en el XII, confundida con las rústicas poblaciones de Campos. El súbito crecimiento de Valladolid, plantada tan cerca de ella, sobre la ribera misma, robábale, por decirlo así, toda su savia y vigor. Dícese que en 1202 aún poseía Simancas un término muy dilatado; mas en breve la hallamos incorporada al de la nueva cap., á cuyo munici pio fué concedida como una de tantas aldeas en 6 de noviembre de 1255, privada de tener fuero propio. Dependencia tan humillante, en vez de quebrantar los ánimos de sus moradores, los exacerbaba más con el recuerdo de sus antiguos lí mites, dando lugar á discordias y reyertas entre la villa decadente y la pujante, mal apagadas todavía en el siglo XVI. Desde aquel punto la historia de Simancas se identifica con la de la nueva corte, cuya proximidad, más bien que honores y ventajas, atraía sobre ella peligros, agitaciones y armamentos, en las continuadas revueltas civiles que hervían alrededor del trono. Ocupóla en 1296 el rey Dionís de Portugal, amenazando á la varonil regente doña María; pero los descontentos castellanos que le acompañaban se redujeron á su deber, y los extranjeros, desbandados, retiráronse á toda prisa. Allí se encerró en 1427 Juan II con D. Alvaro de Luna, su privado, hasta que no pudiendo sostenerlo por más tiempo contra las exigencias de sus enemigos hubo de salir para la corte y el valido para

el destierro.

Treguas, negociaciones, conferencias, no caben en cuenta las que allí se pactaron y tuvieron. Mas no siempre se mantuvo Simancas espectadora pasiva de los acontecimientos; en 1465 tomó partido por su rey, Enrique IV, contra la rebelde liga, y cuando los sublevados de Valladolid, después de batir á Peñaflor, acamparon en las cuestas que la dominan, la fiel v. les resistió denodadamente, defendida por Juan Fernández Galindo. Parodiando la escena de Avila, cuyo principal autor había sido el arzobispo de Toledo, más de 300 mozos de espuela pasearon con ignominia la estatua del sedicioso prelado á vis. ta de los sitiadores, y, publicada la sentencia á voz de pregón, la quemaron en medio de la plaza al son de esta cantilena:

«Esta es Simancas, Don Opas traidor; Esta es Simancas,

Que no Peñaflor.»>

Los muros de Simancas sirvieron de cárcel, entre otros al vicecanciller de Aragón Antonio Agustín (1515) y á D. Pedro, mariscal de Navarra (1519).

Durante la guerra de las Comunidades, Padilla y Bravo á su paso por la villa, al traer presos á los oidores del Consejo Real, se descuidaron de ocuparla y guarnecerla, y dieron lugar á que sus enemigos, acampados en Ríoseco, fuesen, á instancia de los habits., à enarbolar en aquellos muros el pendón del monarca. Mandados por el conde de Oñate hostigaban sin cesar los caballe ros á los de la Junta, interceptando sus comuni caciones, tomándoles los víveres y rebaños y llegando en sus correrías á las puertas de la sublevada cap., donde el viejo capitán Tristán Mén dez hacía proezas dignas de los antiguos tiempos. Cansados los comuneros de estas escaramu. zas, en que como menos expertos y disciplinados llevaban siempre la peor parte, emprendieron el sitio de aquel padrastro que no les daba tregua ni reposo; pero se lo hicieron abandonar los certeros tiros de la artillería, y Simancas, satisfecha de vengar sus agravios particulares á la sombra de sus servicios políticos, se quedó con el doble timbre de fiel y de vencedora. Cárcel fué también el castillo de Simancas del turbulento obispo Acuña, que allí perdió su vida agarrotado á una de las almenas por donde quiso escaparse. Después, como ya se ha dicho, se instaló el archivo en el Alcázar, y ningún hecho de importancia registra ya la historia de Simancas, como no sean los despojos que sufrió el archivo durante la invasión francesa. El escudo de armas de la v. ostenta una torre con una estrella encima, y lo orlan siete manos aludiendo á la fábula de las siete mancas.

- SIMANCAS (BATALLA DE): Hist. Dada á 21 de julio de 939 entre musulmanes y cristianos cerca de Simancas, en las márgenes del Pisuerga, no lejos de su confluencia con el Duero. Mandaba á los musulmanes el califa Abderramán III, y á los cristianos Ramiro II, rey de León. Los

árabes formaban un total de 80000 hombres.
Grande debía ser también el número de cristia-
nos, pues á las fuerzas de Ramiro se habían uni-
do las del rey de Navarra, las del conde de Cas-
tilla y las de Omeya ben Ishak, jefe de un cuerpo
de caballería musulmana. Los cristianos, par-
tiendo de Burgos, se dirigieron hacia Zamora,
sitiada por Abderraman. Este, con las fuerzas
citadas, se adelantó al encuentro de aquéllos. Al
encontrarse unos y otros, después de ligeras es-
caramuzas, se retiraron á sus respectivos campos.
«Al día siguiente, dicen los autores árabes (con-
firmados en esto por las crónicas cristianas), hu-
bo un espantoso eclipse que cubrió la luz del Sol
de amarillez obscura en la mitad del día, horro-
rizando los ánimos de la inexperta juventud, que
no había visto en su vida cosa semejante.» Dos
días se pasaron sin que las tropas hiciesen movi-
miento alguno, consternados como estaban cris
tianos y musulmanes por el citado fenómeno;
pero al tercer día comenzó el ruido de los añafi-
les y trompetas, y el príncipe Almudafar reco-
rrió las filas excitando á todos al combate. To-
mando para sí el mando de la vanguardia y del
centro, confió el de las alas á los gualíes de Tole-
do y Badajoz, mientras que el califa se mantenía
en un cerro con la reserva puesta á sus órdenes,
dispuesto á acudir á donde su presencia fuese ne-
cesaria. Comenzó la batalla alto ya el sol, aun-
que desde el rayar del día hubiesen principiado
a moverse ambos campos.

La inmensa multitud de los cristianos marcha-
ba en apiñados escuadrones, y con enemigo ánimo
se acometieron las haces y se trabaron con atroz
matanza. Por todas partes se veía igual furor y
esfuerzo: el príncipe Almuda far recorría todos
los puestos animando á los muslimes, blandien-
do su lanza, revolviendo su caballo y haciendo
cosas hazañosísimas. Sostenían los cristianos el
encuentro de la caballería musulmana con ad-
mirable firmeza, dicen los escritores árabes, y su
rey Ramiro con sus caballeros armados de hierro
rompía y atropellaba cuanto se le ponía delante,
Omeya ben Ishak combatía junto à él con sus
valientes, y derramaba la sangre de los musul-
manes como el más feroz de sus enemigos. Los
sarracenos cedían ya el campo al valor de nues-
tra gente, cuando el califa, que vió desordena-
das muchas banderas del ala derecha, y al centro
que cejaba y perdía terreno, se lanzó, al frente
de los caballeros de Córdoba y de los soldados
de su guardia eslava, contra el flanco del ejército
cristiano, que atacado de improviso fué por un
momento roto y desbaratado. Por todas partes
se renovó la batalla con mayor ardimiento; el
hacha de un montañés derribó de su caballo
cerca del califa al esforzado Abén Ahmed, gualí
de Mérida; también murieron al lado de este
caudillo y á la vista de Abderramán el alcaide
de Valencia, Gehaf ben Yemán, y el esforzado
caudillo de Córdoba, Ibrahim ben David, que
habían hecho aquel día singulares proezas. La
victoria parecía declararse en favor de los mu-
sulmanes, y los cristianos se retiraban, aunque
sin cesar el combate, ante la esforzada tropa,
entre la cual marchaba el califa, armado apenas,
montado en un caballo blanco y vestido con una
larga túnica y un gorro de imán, llevando abier-
to delante de sí en la silla de su caballo un
ejemplar del Corán, del que leía los pasajes más
propios para exaltar el entusiasmo de su gente;
la noche, empero, llegó á interrumpir la batalla
y á poner tregua á tantísimos horrores. Cristia-
nos y muslimes se atribuyeron la victoria, si
bien es innegable la gran pérdida que sufrieron
los sarracenos, las irresistibles acometidas de los
cristianos, la confusión tan próxima siempre á
la derrota que éstos introdujeron en las filas
agarenas, y obsérvase por fin que los historiado-
res musulmanes no indican las pérdidas que los
cristianos tuvieron. Quedaron los muslimes so-
bre el campo mismo de batalla, que estaba re-
gado de humana sangre y cubierto de cadáveres
heridos moribundos, que expiraban hollados
entre los pies de la caballería; allí pasaron la
noche, y descansaban los vivos tendidos y mez-
clados entre los muertos, esperando con impa-
ciencia y temor la luz del día para acabar aque-
lla sangrienta é inhumana contienda. Los cris-
tianos, sin embargo, se retiraron y pasaron el
río por varios vados, por consejo de Omeya ben
Ishak, que ponderando á Ramiro el excesivo
número de la gente agarena le disuadió de re-
novar el combate con un enemigo fecundo en
engaños y superior en número.

y

SIMAÑA: Geog. Pueblo de la prov. del Banco, dep. del Magdalena, Colombia; 1 210 habitantes. Sit. en la embocadura del río de su nombre y á 146 m. sobre el nivel del mar. El río Simaña es afl. del Ocaña, brazo del Magdalena.

SIMAO DÍAZ: Geog. Lugar cap. de municipio, comarca de Itabaiana, est. de Sergipe, Brasil, sit. al O.N.O. de Aracaju, cerca de las fuentes del Piauhy. Cría de caballos muy resistentes.

-SIMAO PEREIRA: Geog. Lugar del municipio y comarca de Parahybuna, est. de Minas Geraes, Brasil, sit. al S. de Ouro Preto, en la orilla iz quierda del Parahybuna; 3 200 habits. (todo el municip.).

SIMARA: Geog. Isla del Archipiélago Filipino, sit. en la medianía del paso entre Bantón y la parte N. de la isla de Tablas, formando dos canales en sentido E.O., de 4 millas de ancho el que forma con Batón, y de 6 millas el que la separa de la isla Tablas. Ambos canales son fá. ciles, limpios y muy hondables. La isla Simara tiene 5 millas de largo de N. E. á S.O. y 2 millas de ancho; es limpia y acantilada, con un monte sobre su costa E. de 265 m. de altura sobre el mar, que domina la isla. A poco más de media milla de su extremo N se sondan 74 metros, arena gruesa 174 m., piedra, muy cerca y en la medianería de su costa N.O., y 159 m. á poco más de una milla, frente á la playa de arena de su extremo S., donde se halla una insignificante visita. Esta isla no tiene fondeadero al

guno (Derrotero del Archipiélago Filipino).

SIMARRA: f. Mar. Trozo de palo que se cruza por el interior de una porta para trincarla de firme é impedir que se mueva; también se la llama barra.

- SIMARRA: Mar Taco de madera que se trinca por sus extremos á dos castañuelas ó asas de madera ó hierro, clavadas á ambos lados del tablón que va á sentarse en su sitio, para que sirva de punto de apoyo á las cuñas ó palancas con que se ejecuta dicha operación. Debe ser de madera dura y resistente, y de grueso suficiente para sufrir el esfuerzo de las palancas sin romperse, no necesitando otro amarre que la suje. ción que le prestan las castañuelas al meterse en ella; algunas veces se la llama simbarra.

SIMARRO (EL): Geog. Aldea del ayunt. de
Cuenca; 123 habits.
Vara del Rey, p. j. de San Clemente, prov. de

SIMART (PEDRO CARLOS): Biog. Estatuario
francés. N. en Troyes en 1806. M. en París en
1857. Hijo de un carpintero, vióse obligado á
seguir la profesión de su padre, á pesar de las
aficiones artísticas que desde su niñez había ma-
nifestado en la Escuela de Dibujo de su ciudad
natal. Paillot de Montabert, autor de un Trata-
do de Pintura, consiguió que el dep. concedie-
se á Simart una pensión anual de 300 francos
y lo envió á París en 1823 recomendado al esta-
tuario Dupaty. Este maestro fué excelente para
el joven discípulo, y un aficionado muy rico,
Marcotte, que hizo mucho por las Bellas Artes
en la época de la Restauración y en el reinado
de Luis Felipe, influyó para que el Ministerio
encargarse al artista algún trabajo, gestión que
dió por resultado la ejecución por parte de Si-
mart de un busto de Carlos X, existente hoy en
el Museo de Troyes, y de cuatro bajos relieves,
la Fe, la Esperanza, la Caridad y la Liberalidad,
destinados á una iglesia de la misma ciudad.
Estas fueron las primeras obras del artista, quien
después de la muerte de Dupaty entró en el ta-
ller de Cortot, en el que estuvo poco tiempo, y
luego en el de Pradier (1827), en donde hizo rá-
pidos progresos. En 1831 Simart se presentó al
concurso para el premio de Roma, pero sólo ob-
tuvo el segundo premio. Acompañó á su maestro
Pradier en el viaje que hizo à Italia, y efectuó
durante dos años laboriosos estudios de las obras
maestras de la antigüedad. Consiguió el premio
al presentarse de nuevo al gran concurso, regresó
á Italia, é Ingrés, director entonces de la escuela,
dispensó la más simpática acogida á este joven
campeón del arte clásico. Gracias á los consejos
del maestro, el talento de Simart tomó extraor-
dinario vuelo. Antes de volver á Francia visitó
el artista las principales ciudades de Italia; di-
bujaba los hermosos trozos de escultura que en
ellas encontraba y estudiaba á los pintores, con
especialidad á los precursores de Rafael, es decir,
á aquellos en quienes encontraba precisamente

aquella gracia arcaica que intentaba realizar en sus mismas obras. A su llegada á Francia recibió del Estado encargos importantes. Las diversas recompensas concedidas á este hábil estatuario en el curso de su carrera artística son: una medalla en 1840; el grado de caballero de la Legión de Honor en 1846 y el de oficial en 1856; en 1852 había sido elegido individuo del Instituto cn reemplazo de Pradier. Simart ejecutó, además de las obras antes citadas, las siguientes: la Ninfa Coronis; el Anciano y sus tres hijos; Orestes refugiado en el altar de Palas; la Arquitectura; la Escultura; la Justicia; la Abundancia; etc. Pero la obra que entre todas hizo sensación fué la sabia restauración que empren dió de la Minerva criselefantina del Partenón.

SIMARUBA (nombre guyanés): f. Bot. Género de plantas perteneciente à la familia de las Simarubáceas, cuyas especies habitan en las regiones tropicales de América, y son plantas arbóreas, con las hojas alternas, pinnadas, con las folíolas también alternas, enterísimas y brillantes por el haz; racimitos pedicelados provistos de hojas bracteales, formando panojas axilares ó terminales; flores pequeñas, blanquecinas verdosas, rojizas por el borde interno; flores dióicas; cáliz corto, cupuliforme, con cinco dientes ó cinco divisiones, corola de cinco pétalos hipoginos mucho más largos que el cáliz, arrollados en la estivación, empizarrados y casi patentes en la antesis; las flores masculinas tienen 10 estambres hipoginos, casi tan largos como los pétalos los alternos con éstos y algo más cortos los opuestos; todos con los filamentos insertos en el dorso de una escamita corta, pelosa en el ápice, filiformes ó aleznados, y las anteras introrsas, biloculares, acorazonado-aovadas y longitudinalmente dehiscentes; ovarios rudimentarios, sentados sobre un ginóforo corto, ó á veces nulos; las flores femeninas tienen 10 estambres rudimentarios reducidos á las escamitas, un ginótoro corto, y sobre él sentados cinco ovarios libres y uniloculares, con un solo óvulo inserto en el ángulo interior cerca del ápice, colgante y anátropo; estilos continuos, con los ovarios libres en la base y soldados después en uno solo; estig ma ancho, quinquelobulado; cinco drupas, ó menos por aborto, forman la fructificación, y estas drupas son uniloculares, monospermas y casi patentes; semillas invertidas, con la testa membranacea; embrión sin albumen, ortótropo, con los cotiledones carnosos y la raicilla muy corta. Empléase en Medicina la corteza de las raíces gruesas de una especie del género Simaruba, la cual es conocida entre los botánicos con el nombre sistemático de S. officinalis D. C.; esta especie es un árbol de 20 ó más metros de altura, y crece en la Guayana y en la parte septentrio

nal del Brasil.

La corteza se encuentra en el comercio en fragmentos arrollados, de un metro ó más de longitud y generalmente desprovistos del súber; éste, cuando existe, es blancogrisáceo ó amarillento, rugoso, cubierto de verrugas suberosas ó lentejillas, y marcado con crestas y surcos transversales. Por efecto de la mondación que suelen prac: ticar los recolectores los fragmentos quedan casi siempre reducidos à la capa libérica, la cual tiene un color blanco-amarillento y es extremadamente fibrosa, de fibras largas y blandas, tan flexibles que se pueden doblar y tejer, por lo que la corteza no se puede romper en sentido transversal sino valiéndose de un instrumento cortante, aun cuando se hiende con gran facilidad lon. gitudinalmente, ó sea en la dirección de las fibras; es completamente inodora, y su sabor es amargo muy intenso.

La corteza de simaruba contiene un principio

especies de algunos géneros (Irvingia, Rigiosta. chys, Brunellia). El tallo y las hojas carecen de células secretoras, pero el estuche medular contiene algunas veces en su zona periférica canales secretores (dilantus, Brucea), y sus cortezas sue. len contener un principio amargo ( Quassia); las flores son regulares, generalmente poligamas ó unisexuales, rara vez hermafroditas (Simala, Quassia), y generalmente están dispuestas en racimos, ya sencillos (Quassia), ó más generalmente compuestos, á veces terminados en cimas (Ailantus); estas flores son en la mayoría de los casos pentameras, pero en algunos géneros son tetrameras (Kaberlinia), trímeras (Soulamea) ú octómeras (Holacantha); su organización general es muy semejante á la de las rutáceas y

terebintáceas.

Los sépalos en la mayoría de los casos están unidos entre sí, bien en toda su longitud de modo que se desprenden en forma de cofia en la antesis (Hannoa), ó bien sólo en la base; los pétalos están siempre libres; el andróceo com. prende dos verticilos alternos (Quassia, Ailan

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no pocas veces se experimentan tempestades y piedras. La situación de este valle, su forma, y particularmente el hallarse rodeado de altos montes con comunicación fácil y expedita hacía el mar, desde donde van las corrientes cargadas de vapor en abundancia, son las causas princi pales de la frecuencia en él de dichos fenómenos meteorológicos. Pero el hecho que más distingue á esta vega, y que tan directamente contribuye á la fertilidad de sus tierras, es el de recibir todas las aguas que caen en el inmediato valle de Varig, como consecuencia de las circunstancias particulares que en éste concurren (Vilanova," Reseña geolog. de la prov. de Valencia).

- SIMAT DE VALLDIGNA: Geog. Lugar con ayunt., al que está agregado el caserío de Los Corrales, p. j. de Alcira, prov, y dióc. de Valencia; 2473 habits. Sit. al S.O. de Cullera, no lejos del mar, con estación del f. c. de Carcagente á Denia y en la parte occidental del valle de Valldigna. Terreno llano en gran parte; cereales, arroz, seda, hortalizas, cacahuete, naranjas y otras frutas. En el término y hacia el E. existieron el monasterio de Valldigna y el pueblo de

Jara.

tus), ó uno solo, que puede ser el de los estambres episépalos (Picrana, Brucea ), ó el de los epipétalos (Pieramnia, Pierolemma) por aborto; otras veces hay desdoblamiento y el número de SIMATETO (del gr. ovμua@nrýs, compañero): estambres aumenta hasta 18 (Maunia); los filam. Zool. Género de insectos del orden coleóptemientos están libres y á veces provistos en la ba- ros, familia curculionidos, tribu braquiderinos. se de una es ama ligular (Quassia, Simaruba), Los caracteres más importantes de este género y las anteras son introrsas, con cuatro sacos que de insectos son los siguientes: rostro inclinado, se abren longitudinalmente; entre el andróceo y grueso, tan ancho en su base y más corto que la el pistilo existe un disco nectarífero anular cabeza, cuneiforme, plano por encima y recorricupuliforme, que falta en algún género (Euryco do por un surco prolongado hacia atrás sobre la ma); el pistilo consta de cinco carpelos cerrados, frente, apenas escotado en su extremidad; escrogeneralmente con un solo óvulo y á veces con bas muy profundas, estrechas, flexuosas é infrados (Suriana, Pieramnia), cuatro (Cadellia) ó oculares; las antenas muy largas y delgadas; el muchos (Kaberlinia) óvulos anátropos colgan escapo abultado en su extremo y pasando un poco tes, con el rafe interno; estos carpelos unas veel borde posterior de los ojos; el funículo con los ces están completamente libres (Suriana), otras artejos primero y segundo largos, el primero libres en la región del ovario, pero soldados en cónico y el segundo cilíndrico; la maza antenal la de los estilos (Simaruba, Quassia), y otras ovalada y articular; ojos medianos, ovoides, lonsoldados en toda su longitud (Picramnia); al-gitudinales y muy salientes; el protórax tan gunas veces hay sólo dos carpelos (Irvingia), y aun uno solo (Amaroria).

El fruto es casi siempre drupáceo, y cuando los carpelos están libres resultan otras tantas drupas independientes; otras veces es una sáma. ra (Ailantus), una baya (Pieramnia) ó una cápsula con dehiscencia loculicida, en la que las dos capas del pericarpio se abren con elasticidad (Brunellia, Dictyoloma); la semilla, alguna vez alada (Dictyoloma), tiene un embrión recto ó curvo con los cotiledones planos, á veces arrollados y plegados (Picrodendron), y carecen casi siempre de albumen, que por excepción existe en algunos géneros (Irvingia, Soulamea); el plano medio del embrión puede coincidir con el plano de simetría de la semilla (Suriana, Cucorum, Harrissonia, Dictyoloma) ó es perpendicular á él (Ailantus, Quassia, Soulumea).

En la familia de las Simarubáceas se incluyen unas 112 especies, distribuídas en 30 géneros, y la mayoría de ellas habitan en los países cálidos.

Se puedente distribuir en dos tribus, del modo siguiente:

1. Simarubeas: Carpelos libres. Quassia, Simaba, Simaruba, Neorum, Ailantus, Suriana, Brunellia.

2.a

Picramnicas: Carpelos soldados. Picramnia, Irvingia, Spathelia.

SIMAT: Geog. Valle, vega ó llanura de la parte S. de la prov. de Valencia. Comprende los distritos municipales de Simat, Benifaixó y Tabernes; representa una especie de elipse cuyo mayor diámetro corre próximamente de E. á O., ocupando los pueblos de Simat y Tabernes sus dos amargo, que es la cuasina, una materia resinosa, aceite esencial y varios ácidos, entre ellos el máfocos; rodeada hacia Oriente y N. por los estribos de la sierra de las Agujas, y del lado occidental lico y el agálico. Esta corteza ejerce una acción tónica y aperitiva muy semejante á la del ley S. por las ramificaciones del Monduber, monte de cuasia, y á esto se debe su principal aplicación Jaraco, entre cuyo pueblo y Tabernes está como que avanza bastante en la llanura hasta junto á médica. También se ha usado como febrífuga y antidisentérica.

SIMARUBÁCEAS (de simaruba): f. pl. Bot. Familia de plantas perteneciente al tipo de las fanerógamas, subtipo de las angiospermas, clase de las dicotiledóneas, orden de las dialipétalas súperováricas. Son arbustos ó árboles con las hojas esparcidas, rara vez opuestas (Brunellia), generalmente pinnadocompuestas y alguna vez sencillas (Soulamea, Holacantha), generalmente sin estipulas, aun cuando éstas existen en las

abierta esta vega al mar. La alt. sobre el nivel de éste es escasa, no excediendo de 8 á 9 m.; el recinto de esta vega es precioso por la naturaleza de sus tierras, por la abundancia de aguas y la suavidad del clima. Su extensión es próximamente de legua y media de E. á O. y cerca de media de N. á S. Su vista es tan agradable que Cavanillas dió una idea de ella en una bonita estampa que figura en la pág. 216 del lib. I. Este mismo autor hace notar que allí las lluvias son más frecuentes que en el resto del reino, y que

largo como ancho, cilíndrico, regularmente redondeado sobre los lados, truncado por delante y en su base; el escudo pequeño, en forma de triángulo curvilíneo; los élitros muy convexos, regularmente oblongo-ovalados, más anchos que el protórax y escotados en arco en su base; patas muy largas, sobre todo las anteriores, las intermedias más cortas que las otras; fémures anteriores y posteriores abultados en su parte media; las cuatro tibias anteriores un poco arqueadas en su extremidad, las anteriores dentadas en su borde interno, las posteriores transversalmente ensanchadas en su extremidad; tarsos muy largos, medianamente auchos, esponjosos por debajo; el segundo segmento abdominal mucho más grande que el tercero y cuarto reunidos, separado del primero por una sutura arqueada; el cuer po oblongo y densamente escamoso.

El tipo de este género es el Symmathetes ko. llari Schh., que es un insecto de regular tamaño, rugoso sobre el protórax, estriado sobre los élitros, con los bordes laterales de estas dos partes y la inferior del cuerpo de un color amarillo terroso claro. Su patria es el Brasil.

SIMBA: Geog. Río de las posesiones portugue sas de Mozambique, Africa oriental. Nace cerca de Madodo, al O. de la meseta de los Mavias ó Mabihas; corre al N.O. por un valle encajonado y desagua en el Rovuma, al pie de una elevada colina llamada también Simba. | Pueblo del Africa occidental, en el Congo francés, á orillas y en el curso medio del río Ofoué, afl. meridional del Ogoué.

SIMBAL: Geog. Dist. de la prov. de Trujillo, dep. Libertad, Perú; 1250 habits. El pueblo ca pital tiene 810.

SIMBAMBARO: Geog. Aguas termales en el llano del Cuatro, municip. de Puruándiro, distrito de este nombre, est. de Michoacán, Méjico. La temperatura de estas aguas es igual á la del cuerpo humano, y tal su limpidez que dejan descubrir las arenas de su fondo, las cuales, heridas por los rayos del sol, adquieren diversos colores, presentando en su conjunto la apariencia de un mosaico.

SIMBAS: Etnog. Pueblo negro del Congo francés, en la cuenca del Ogoné, entre el país de los Okandas al N., el de los N'Kunas al S. y el de los M'Banguins al O.

SIMBATOCRINO: m. Paleont. Genero pertene

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