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en el declive de la parte más saliente del cabo Es de cuarto orden, de luz fija y natural, con alcance de 17 millas. El edificio dista 25 m. de la orilla y línea de pleamar, y el foco luminoso se eleva 22m, 2 sobre el nivel medio de las aguas y 10m, 6 sobre el terreno. Este faro tiene el doble objeto de indicar de noche la entrada meridional de la ría de Vigo en unión del faro de Las Cíes, y de valizar los peligros de que debe huir el navegante al dirigirse de noche al puerto de Bayona. Sirve al propio tiempo de guía á los buques que con procedencia de Ultramar recalan á sotavento, ó sea al S. de la indicada ría. El faro de Silleiro tiene la ventaja de verse mejor en tiempos foscos que el de Las Cíes, que por su mucha elevación sobre el nivel del mar suele quedar envuelto entre las nieblas, tan frecuentes en estas costas (Derrotero de las costas occidentales de España).

SILLÉ-LE-GUILLAUME: Geog. Cantón del distrito del Mans, dep. del Sarthe, Francia; 10 municipios y 15000 habits.

SILLERA: f. Apartado hecho regularmente de tablas, de que usaban en la casa de los señores para poner las sillas de manos.

SILLERÍA: f. Conjunto de sillas iguales; ó de sillas, sillones y canapés de una misma clase con que se amuebla una habitación.

Tapices, SILLERÍA guarnecida también de damasco, mesa y escritorio de nogal, etc. HARTZENBUSCH.

- SILLERÍA: Conjunto de asientos unidos unos á otros; como los del coro de las iglesias, los de las salas capitulares, etc.

es el coro muy bien proporcionado, la bóveda alta y curiosa; pende de ella una gran lámpara de plata; la SILLERÍA de nogal junta mente es recoleta, y regia. LUIS MUÑOZ.

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los asientos, con su respaldo alto y coronado por un doselete ó arco en los asientos de la fila superior, y bajo en la inferior; unos y otros con la tablilla movible sobre pivotes laterales, de suerte que se puede levantar, y que una vez levantada ofrece una ménsula llamada misericordia, que permite algún apoyo á la persona mientras ésta permanece de pie. Salvo rara excepción, las filas de los asientos son dos, una más elevada que la otra, y sobre los respaldos de ésta hay un atril corrido para que los oficiantes de la fila superior puedan tener sus breviarios. Esta fila superior es la destinada á los canónigos ó religiosos profesos, y la interior á los individuos inferiores de la clerecía ó congregación. Para subir á la sillería alta hay en algunos puntos tres ó cuatro escalones que interrumpen la sillería baja. La silla del obispo hállase por lo general á uno de los extremos al principio del coro ó al fondo, en el medio, y se distingue por la riqueza de su decorado.

En Alemania hay numerosas y buenas sillerías en las iglesias, entre ellas restos de una del siglo XII en la iglesia de Ratzburg, y una completa del XIV en San Gereón, en Colonia, con figuras talladas en alto relieve. En Francia las hay también notables: de mediados del siglo XIII en la catedral de Poitiers y en la iglesia de Saulieu; en la capilla de Nuestra Señora de la Roche de fines de la misma centuria; de los siglos XV y XVI en la iglesia de Flavigny, en la de Jura en y la de la catedral de Amiéns, extremada por la riqueza de sus detalles. Esta sillería de Amiens fué comenzada en 1508, acabada en 1522 por dos maestros ebanistas, Alejandro Huet y Arnult Boullín, bajo la dirección de Juan Turpín y por el imaginero Antonio Avernier, y costó 11230 libras y 5 sueldos.

En España el resto más antiguo de sillería que conocemos procede de León; parece datar del siglo XI ó del XII, y se conserva en el Museo Arqueológico Nacional. No sólo es curioso por su remota fecha, sino por su carácter artístico, pues pertenece al estilo llamado mudéjar; y aun que es cierto que sólo mudéjares pudieran hacer entonces en León una sillería de coro, sólo al gusto oriental corresponde su exornación, sin que en ella se descubra el menor detalle del arte cristiano. Tan rara pieza arqueológica solamente consta de tres sillas seguidas, cuyos asientos faltan. Están divididos los huecos por tablas caladas figurando arcos lobulados, y al extremo de cada tabla hay una columna que sostiene el brazo del sitial. Estas columnas, con capiteles de hojarasca, descansan sobre unos paralelepípedos, cuyas tres caras visibles están decoradas de análoga manera. Toda esta parte tallada es de nogal los respaldos son de pino y llevan pintadas sendas figuras de leones, cuyo carácter persa salta á la vista.

No existe, que sepamos, sillería alguna española de los siglos XIII y XIV. Sin duda las que hubiera, ó por viejas ó por sencillas, fueron sustituídas con otras más lujosas y sólidas á fines del siglo XV y principios del XVI, que es la época en que están hechas casi todas las que se conservan La fastuosidad decorativa, la exuberancia ornamental del estilo ojival florido y del plateresco con que comienza el Renacimiento, son la característica de las sillerías de esa época de transición, en la que por esta misma causa se desborda la imaginación de los artistas Las si

- SILLERÍA: Conjunto de estos sillares. -SILLERÍA: Bell. Art. y Arqueol. En las iglesias más antiguas de Occidente, al fondo del ábside, en sitio prominente y adosada al muro, estaba la silla (cathedra) del obispo ó del abad, y partiendo de ella los bancos, dispuestos en hemiciclo, que ocupaban los individuos del capítulo ó de la comunidad. En algunas iglesias de Italia todavía se conserva esta disposición de asientos. Cuando en el siglo XIII cambiaron las costumbres litúrgicas y la disposición de los altares con la aparición de los retablos que empezaron á cubrir los muros de los ábsides (V RETABLO),llerías, obras complejas en las que era menester dichos asientos se colocaron generalmente en medio de la iglesia, á partir de la línea del crucero, hasta casi la mitad de la nave central, cuyo espacio, convenientemente cerrado y lleno con dos y aun tres órdenes de asientos, es decir, de sillerías en el fondo y costados, más el facistol en el centro, constituyó el coro V esta voz.

Raros son los restos de sillerías anteriores al siglo XII, época en que la industria de los muebles se ofrece ya bastante adelantada, y las obras de ebanistería y de talla, entre las que se cuentan y sobresalen por su importancia las que aquí nos ocupan, tienen ya un valor artístico y decorativo que sería ocioso desconocer, y que va en aumento à medida que el estilo ojival desarrolla su riqueza ornamental y multiplica su variedad inagotable de motivos. Más que obras de ebanista son de arquitecto y de escultor las sillerías, según la amplitud de su traza y la importancia de sus exornos, en el siglo xv. Más o menos decoradas, todas tienen la misma disposición y la misma estructura. Separados por los brazos se suceden

agotar los recursos de la inventiva para dar variedad á los motivos, prestábanse como pocas á desarrollar las galas y riquezas de esos dos estilos, que a veces se desarrollan unidos en una sola de aquéllas.

Entre las distintas sillerías de gusto ojival sobresale por su importancia la de la catedral de León. Se sabe que en 1468, por conducto del obispo Antonio de Veneris, fueron pedidas bulas para subvenir al coste de esta sillería, y que en 1481 todavía se trabajaba en ella Largo debió ser por lo visto, y asaz costoso, el trabajo de su talla Contra lo acostumbrado en otros coros, tiene el de León puerta al fondo y dos pequeñas laterales. Aquélla divide en dos secciones los cuerpos de las sillerías alta y baja. Los asientos de ésta tienen no acostumbrado desarrollo, tanto que sobre sus respaldos elévase otro cuerpo ó friso en el que á cada uno de aquéllos corresponden dos figuras de medio cuerpo que representan personajes del Antiguo Testamento. Sobre los respaldos de la sillería alta hay efigies, de cuerpo

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entero, de Apóstoles y santos, que ocupan los sucesivos huecos de una arquería ojival con peregrinos entrelazados. En los tableros contiguos á la entrada se ven la generación temporal de Jesucristo, la Visitación, la caída de los ángeles y la bajada del Salvador á los infiernos. Sobre una y otra sillería se alza un elegante guardapolvo de menuda labor, y sobre el de la superior, por remate, hay un calado friso, interrumpido por pináculos y por un gallardo doselete en el medio de cada costado. Ornamentación varia y caprichosa invade los brazos y costados de las sillas, las misericordias, los grumos y florones que sustentan los guardapolvos, los costados y puertas laterales que interrumpen las sillas en la serie alta bajo los indicados doseletes. El trazado y la composición arquitectónica de esta sille. ría están hechos con mucho saber, dando á los miembros sobria elegancia y severa gallardía, que no desaparecen bajo los accidentes decorativos como en otras obras de este género. La ornamentación, sin embargo, es rica y profusa, y está ejecutada con sumo arte y acabado primor. Las figuras, que son lo que más avalora esta sillería, están talladas en bajo relieve, no como simples elementos decorativos, á menudo incorrectos en otros ejemplares, sino por mano que dibujaba con seguridad y corrección, que modelaba con delicadeza y gusto exquisito. ¡ Lástima que sea desconocido el nombre del maestro que ejecutó obra tan excelente! A juzgar por su estilo, por el naturalismo arcaico de sus figuras, por la grandiosidad que supo darles, la blandura y la distinción con que supo plegar aquellos paños angulosos, el desconocido autor debió ser algún artista flamenco.

La sillería del coro del convento de Santo Tomás, en Avila, está también reputada, con razón, como una maravilla de arte. El coro está en alto, á los pies de la iglesia, y la sillería, con sus dos órdenes de asientos, llama la atención por su originalidad. Es de gusto ojival, y su prolija decoración está toda ella compuesta con motivos ornamentales: llevan la mejor parte elementos arquitectónicos delicadamente tallados y trazados geométricos de pasmosa variedad, en los tableros que hay sobre los respaldos de la sillería alta y en la rica faja, calada de corri. dos doseletes, que sirve de coronamiento; entre los adornos aparece por casualidad alguna figu rilla humana de personaje grotesco, algún animal cuadrupedo o ave, ó algún escudo real de los católicos monarcas Fernando é Isabel, con la granada, que aquí marca una fecha al monumento en cuestión. Están estos escudos, que son dos, cada uno en uno de los tableros de las sillas de en medio de las 16 de cada lado en la serie alta. Separados de las sillas y como complemento de la sillería, pero unidos à ella por la labor de las dos sobrepuertas que tienen las entradas laterales, se ven, uno á cada lado junto á la barandilla del coro, dos sitiales cobijados por doseletes y con su torre piramidal colocada encima, en cuyos respaldos destaca el simbólico haz de flechas, pregonando que eran los sitios de honor en que se sentaban, cuando moraban en aquella casa, los Reyes Católicos (Uno de estos sitiales es visible en nuestro grabado).

La ausencia de representaciones y símbolos religiosos, las primeras casi constantes en otras sillerías, han dado pábulo á la absurda suposición de que el desconocido autor de tan prolija y bella obra de talla fué un judío, el cual se pretende que la hizo para que tan pecienzuda labor le sirviese de conmutación de cierta pena que le había impuesto el Tribunal de la Inquisición, y que él, como persistía en su religión, se abstuvo de emplear allí los signos de la nuestra. El vulgo ha querido explicarse por medio de esta fábula el hecho de ser exclusivamente ornamental la decoración de la sillería, hecho que en el terreno del Arte tiene facilísima explicación, pues obedece á la razón de que el decorador que la trazó era un ornamentista y no un imaginero, y bien se alcanza que con ser el autor quien la trazó no pudo ser él solo quien eje. cutase trabajo de tal índole. En cuanto al nombre de ese artista, que por lo inagotable de su invención merecía conocerse y alabarse, no existe en el convento de Santo Tomás documento que nos lo revele. D. Isidoro Rosell (Museo Español de Antigüedades, t. III, pág. 380) conjetura que pudo ser autor de esta sillería el mismo que lo fué de la del convento de la Cartuja de Miraflores, junto á Burgos, Martín Sánchez, fundán

dose en la identidad de proporciones y repetición de adornos que encuentra en ambas. Hizo Martín Sánchez la de la Cartuja en 1488 por 125000 maravedís, según nos informa Ceán Bermúdez. La de Santo Tomás de Avila no pudo hacerla antes de 1493; pues aparte de que la construcción del convento no se terminó hasta este año, la granada no pudo ponerse en el escudo real hasta la fecha memorable en que los Católicos Reyes acabaron la obra de la Reconquista. Además la madera en que está tallada esta sillería, por unos autores llamada nogal, por otros roble, parece ser caoba, según dijo un carpintero que la restauró, al P. Cienfuegos, autor del libro Reseña histórica del Real Colegio de Santo Tomás, y dicha madera no pudo venir de América antes de dicha fecha.

Al estilo ojival pertenece también la sillería del coro de la catedral de Zamora, de la que dice Quadrado que pocas como ella «pueden ostentar esculturas como los bustos de patriarcas y profetas que hay en las respaldos de la sillería baja, como los santos de uno y otro sexo entallados en la alta, y el Redentor y los Apóstoles que ocupan el muro del testero.» Las barandillas de las escaleras de comunicación ofrecen en sus ángu los imágenes entre haces de columnas y bajo doseletes. Los casetones del friso superior están decorados con follajes y variados caprichos, y la crestería es de labor más delicada, como el aéreo doselete de la silla episcopal. Entre las obras de imaginería de la Edad Media es curiosa esta sillería por el carácter pornográfico de una parte de su decoración. Quadrado da cuenta de esta particularidad con las siguientes palabras: «De humor alegre, de fecunda y retozona fantasía, debió ser el artífice que en el reverso (debe ser en las misericordias) y en los brazos de los asientos esculpió mil picantes apólogos, mil raras caricaturas y transparentes alegorías, algunas, en verdad, sobrado licenciosas.»

Ojival es asimismo la sillería del coro de la catedral de Palencia, para la que se dice dió don Sancho de Rojas 2000 florines, especie que desmiente Quadrado con acertado juicio, indicando que no corresponde á la pureza de estilo del edificio, que es de comienzos del siglo XV. Las sillas bajas llevan sus respaldos adornados con labores geométricas, y las altas están coronadas por doseletes piramidales, más elevados en la silla episcopal.

El coro de la catedral de Barcelona ofrece interés desde dos puntos de vista; pues al propio tiempo que como obra de arte puede ser considerado como monumento histórico, en atención

que los escudos de armas pintados en los espaldares de la sillería alta dan testimonio de que en él celebró su primera reunión en España el capítulo de la Orden del Toisón de Oro, bajo la presidencia del emperador Carlos V. Dan razón de este memorable suceso, y de su fecha (5 de marzo de 1519) ciertas inscripciones en latín y en francés colocadas á derecha é izquierda de la puerta que tiene este coro, como el de León, al fondo. Las dos series en que por esta causa queda dividido el coro alto recibe cada una su nombre: la de la derecha de San Juan ó del Obispo, porque al extremo está la silla episcopal, con su gran doselete y alta torrecilla; la de la izquierda de San Pedro ó del Deán. Como sucede en muchos coros no son coetáneas ni de la misma mano las sillerías alta y baja, pero ambas corresponden al estilo ojival, que en la alta aparece mezclado con algunos conatos del Renacimiento en las columnillas abalaustradas que dividen los huecos y en las misericordias y figu ras que las acompañan. Si hemos de dar crédito á las noticias que trae Piferrer, por los años de 1457 á 1460 trabajaba la sillería baja el tallista catalán Matías Bonafé, y la sillería alta hiciéronla desde 1483 á 1485 los alemanes Miguel Loquer y Juan Frederich, éste discípulo del primero. Observando ambas sillerías, cuesta trabajo admitir todo esto al pie de la letra. Los asientos de la sillería alta y los de la baja son exactamente iguales, trazados por el mismo dibujo, de donde puede inferirse que si los alemanes hicieron aquélla la hicieron copiando la obra anterior del catalán é introduciendo novedades en las

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con la silla episcopal que está enfrente. El estilo de esta decoración es el mismo de la talla de la siilería, sin duda empleado de intento para armonizar con lo demás. Cada respaldo está dividido en tres compartimientos rectangulares: uno arriba grande, donde campea el escudo correspondiente con su yelmo, sus lambrequines, etcétera, y el collar del toisón, en cuyas figuras predomina el oro sobre fondo azul; y dos peque ños abajo, con adornos separados por una pilas trita. Bajo cada escudo aparece escrito en caracteres alemanes el nombre del personaje á quien aquél corresponde. El primer sitial, á la deremisericordias. En cambio los doseletes, con sus cha de la puerta del fondo, ostenta el escudo aéreas torres caladas y las agujas intermedias, real de Carlos I de España, V de Alemania; el que forman la vistosa crestería del coro alto, es primero á la izquierda el del emperador Maxiindudablemente obra de los alemanes, que demiliano I, y en la ceremonia este sitial estuvo jaron en ella muestra preciosa de las delicadezas cubierto con paños negros, por haber fallecido del estilo ojival del Norte. Pero hay todavía ya su augusto dueño. Tampoco ocuparon los

suyos otros de los caballeros de la Orden por la misma causa, que aparece indicada bajo el nombre con la palabra traspassé. La circunstancia de ser ésta francesa, y de estar también en francés las inscripciones, que según dijimos conmemoran en la puerta del coro la solemne ceremonia, induce á pensar si sería francés el autor de esa decoración pintada. Los nombres allí escritos nos revelan con toda exactitud qué personajes asistieron al capítulo. En éste recibieron el collar de la Orden: Cristerno, rey de Dinamarca; Segismundo, rey de Polonia; D. Fadrique de Toledo, duque de Alba; D. Diego Pacheco, duque de Escalona; D. Diego Hurtado de Mendoza, duque del Infantado; D. Iñigo Fernández de Velasco, duque de Frías condestable de Castilla; D. Alvaro de Zúñiga, duque de Béjar; D. Antonio Manrique, duque de Nájera; D. Fadrique Enríquez, almirante de Castilla; D. Fer

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ojival, sencilla, con rosetones para los apoyos de las manos en los sitiales bajos y en los altos, con haces de columnillas para separar los respaldos de éstos, que terminan en arcos conopiales con peregrinas y variadas tracerías y ménsulas de fina y saliente talla, que sustentan una cornisa labrada con crestería plateresca. Las dos series altas de esta sillería se ven interrumpidas á su comedio por sendas puertecillas de tracería mudéjar. La silla arzobispal y sus dos colaterales se distinguen por los elegantes doseletes que las coronan, por su riqueza decorativa de figuras y hojarasca, y por la delicadeza de la talla. De roble de Flandes leemos en más de un libro que se hizo esta sillería en el siglo xv á expensas del arzobispo D. Dalmau de Mur, que está enterrado allí en el coro. La sillería del Pilar es harto peregrina, no sólo por su estilo, el primero

en que se manifiesta pujante el Renacimiento, sino por la singularidad de tener tres órdenes de asientos. Los señores Gascón de Gotor, en su obra Zaragoza, consignan que el proyecto de esta sillería fué trazado por el escultor navarro Esteban de Obray, que percibió por su trabajo 6 ducados, y que auxiliado del florentino Juan Moreto y del vecino de Zargoza Nicolás Labato la hizo por 62000 sueldos, principiándola con madera de Flandes en 1542 y dándola por terminada en 1518. Los respaldos de los sitiales altos están decorados con relieves cuyos asuntos se refieren á la Virgen María y al Salvador, apareciendo en el de la silla presidencial la ve nida de la Virgen del Pilar. Están estos relieves como dentro de hornacinas, separados por lindas columnas de fuste ornamentado, todo ello de ejecución saliente y acabada. Tanto la traza ge

neral como la profusión de detalles grutescos, de variedad inagotable, que llenan los frisos, voladas cornisas con sus ménsulas y crestería, costados, etc., tienen esa elegancia especial de las obras selectas del estilo plateresco.

Desde el punto de vista artístico, la silleria mejor que hay en España es la de la catedral de Toledo. Compónenla dos órdenes de asientos, de estilo y época diferentes. La sillería baja es de gusto ojival y la más interesante que conocemos; la alta es una joya del Renacimiento. Débese la sillería baja al cardenal Mendoza, que hizo representar en los respaldos la epopeya de su tiempo, la conquista del reino moro de Granada, empresa gloriosa que valió á nuestros reyes el sobrenombre de Católicos. Con efecto, en cada respaldo de los sitiales hay un relieve que representa el asalto ó rendición de alguna de las plazas conquistadas ó la entrada triunfal de los vencedores en ella; los nombres de las distintas ciudades, grabados oportunamente, precisan los asuntos. Estos relieves son la crónica viva de aquella guerra memorable, y excusamos encarecer la fidelidad de los asuntos y de los detalles con decir que el autor de tal obra, un tallista llamado maestre Rodrigo, la dió por terminada en 1495. es decir, tres años después de la rendición de Granada. Más que por la corrección del dibujo se distinguen estos relieves por la gracia, el acento y el carácter de la ejecución, y sobre todo el mérito descriptivo de su autor, pues no perdonó detalles y á todos dió su importancia y fisonomía especial. Los trajes, las armas de moros y cristianos, los arreos, los pertrechos de guerra, las fortalezas: todo está tratado á conciencia, de un modo acabado; el espíritu dramático y aun trágico de ciertas escenas, la expresión de los personajes, sus aptitudes y ademanes, todo está sentido é interpretado con elegancia y arte. El coste de tan prolija obra fué de 43 315 reales 30 mrs. vn., á razón de 866 reales 20 mrs. cada sitial. Está tallada en rico nogal, y los asuntos, encuadrados bajo arcadas rebajadas, están sobre un friso de figuras quiméricas propias de la imaginería del siglo XV.

La sillería alta es del tiempo del arzobispo don Juan Tavera, y fué labrada por los famosos escultores Alonso Berruguete y Felipe Vigorni, conocido por Felipe de Borgoña; hizo aquél la serie que está al lado de la Epístola y éste las correspondientes al lado del Evangelio, dando por terminado su trabajo en 1543. En esta sillería los sitiales son de nogal con incrustaciones de maderas finas, formando peregrinos y diferentes grutescos, y sobre ellas se levanta un rico cuerpo arquitectónico con columnas de jaspe, con basas y capiteles de alabastro, de cuya materia son también los arcos y las bovedillas que cobijan cada uno de los nichos á que da lugar la columnata y el entablamento, decorado con un friso de medallones en los que destacan de medio relieve las figuras de los Patriarcas progenitores de Jesucristo. Cada nicho corresponde à un sitial, y sobre éstos, en el fondo, se ven otros tantos tableros en los que aparecen esculpidas sendas figuras de santos, profetas y patriarcas. La ejecución de imágenes y adorno es magistral por su valentía y excelente dibujo. Su estilo es el llamado plateresco, que se manifiesta en toda su pujanza. La silla arzobispal, que ocupa el centro del testero, lleva el escudo del cardenal Silíceo, en vez del de Tavera que tienen los demás, y es más alta que éstas; las columnas que sostienen la arcada de su hueco son de bronce con adornos resaltados, y el medallón del respaldar es ovalado y de alabastro; representa á Nuestra Señora poniendo la casulla á San Ildefonso, y es obra de Gregorio Vigorni, hermano del citado Felipe. Sirve de coronación á esta silla un grupo colosal que representa la Transfiguración de Jesús en el monte Tabor; consta de seis figuras de tamaño natural y es monolito, de alabastro de Cogolludo; su autor, Berruguete, tuvo alguna diferencia con el cabildo sobre el precio de su trabajo, que por fin tasó el escultor Pedro Machuca en 82626 reales 26 maravedises vellón.

Al mismo Alonso Berruguete se atribuye otra sillería, de muy artística talla, que con otra, también importante, se conserva en el Museo Arqueológico de Valladolid.

La sillería de la iglesia de San Marcos de León es también obra excelente, de estilo plateresco. El coro está en dicho templo á los pies del mismo, en alto, y en él se halla la sillería dividida, como de costumbre, en dos, alta y baja. Los res

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paldos de ésta se ven decorados por medallones que contienen sendas figuras de medio cuerpo, en medio relieve, representando personajes del Antiguo Testamento, y los de la alta con imágenes de cuerpo entero de Padres de la Iglesia, entre ellos San Isidoro, dentro de los huecos de una arquería con lindas columnillas abalaustra das, sobre la cual corre un ático prolija y variamente ornamentado que sustenta estatuas de niños y grupos de bustos en cartelas, tenantes y pináculos por crestería. Los frisos y tableros que hay en los huecos de los asientos están adornados con figuras de centauros, luchadores, tallos y flores. En una de las sillas bajas que están al pie de la prioral se ve por adorno un arpa de madera blanca embutida, entre cuyos brazos se advierte la firma del autor de la sillería, el artista que la esculpió, puesta en caracteres romanos, y que dice: Magister Guillermus Doncel me fecit MDXLII. En este año llevaba mediada su obra el maestro Doncel, pues la fecha en que la empezó, 1541, y en la que hubo de terminar la, 1543, cuidó de ponerlas, aquélla sobre la segunda silla cerca de la puerta del coro, y la otra en la escalerilla que sube á la sillería alta por ese mismo lado. Nótanse en esta sillería trozos de gusto barroco, que atestiguan una restauración de la cual da cuenta el siguiente letrero que se ve en la escalerilla del lado de la Epístola: Empezóse á renovar esta sillería año de 1721, y acabóse en el de 1723.

ósea el que representan las obras del insigne ar-
quitecto Juan de Herrera, es digna de mención
la sillería del coro de la iglesia del monasterio de
San Lorenzo del Escorial. Consta esta sillería,
como las anteriores, de dos órdenes de sitiales,
ambos de orden corintio, trazados, con la austeri-
dad característica de aquella renovación clásica,
por el mismo Juan de Herrera, y ejecutados por
el italiano José Flecha. No hay en estos sitiales
ni relieves, ni figuras, ni otros adornos que los
capiteles de las columnas y pilastras que los se-
paran, las ménsulas en figura de hojas de car-
do que sostienen la cornisa, y los florones que hay
en el encasetonado del macizo del entablamen-
to. Es ésta una sillería propiamente arquitectó-
nica, obra de ebanista y no de escultor. Sus des-
nudos tableros son de cedro con molduras de
ácana de color sanguíneo y ébano; de ácana son
timbién las estriadas columnas, y de boj las ba-
sas, capiteles, ménsulas y ffo: ones. En el centro
del testero está la silla prioral, cuyo trazado la
distingue de las demás, y en el ángulo derecho
del mismo, junto á una puerta disimulada, está
la silla que ocupaba Felipe II cuando asistía al
coro; es un poco más ancha que las otras, por
la puerta citada se entregaban al rey los pliegos
y daban recados urgentes. La mano de obra de
esta sillería ascendió á la cantidad de 264000
reales.

hilada á soga, y los de la siguiente á tizón continuando de este modo alternando las diferentes hiladas; en estos aparejos es preciso que la cara pequeña de los tizones ocupe los dos cuartos ó el tercio central de la soga inferior para que no haya sucesión de juntas, y que el grueso del muro sea igual á la longitud del sillar; el aparejo isodomon, se llama también regular, y el pseudisomon se conoce con el nombre de pseudorregular; antiguamente se empleaba otra disposición que los latinos llamaban opus reticulatus (fig. 1); los sillares, de cabeza cuadrada, se colocaban todos á tizón y presentando un ángulo hacia el suelo y la diagonal correspondiente vertical; sólo la inspec

Fig. 1

ción de la figura hace ver lo defectuoso de tal sistema, en que los empujes de la obra tienden á separar los sillares unos de otros, razón por la que se ha proscrito por completo; además la posición de los sillares representa un equilibrio inestable.

sillares se rellenan los huecos con mampostería, formando una fábrica mixta.

La sillería que actualmente existe en la cateSi el grueso del muro no es igual al ancho ó dral de Valladolid procede del convento de San al largo de los sillares, como suponen las cuatro Pablo, donde la mandó hacer el duque de Ler- disposiciones primeras, se colocan los paramentos ma. Es de maderas preciosas traídas de las Ininterior y exterior de la obra en cualquiera de dias purtuguesas, y su traza es del estilo grecolas disposiciones explicadas, pero cuidando de rromano del Renacimiento. Por esta circunstandejar adarajas, esto es, partes salientes de los cia se ha creído obra del célebre arquitecto Hesillares hacia el interior, para que al llenar con rrera, pero consta en un documento del archivo otros sillares los huecos que resulten dentro de del convento que se concluyó su labor en 1621 y una misma hilada se establezca el enlace nece que la hechura de cada par de sillas costó á Ler-sario entre sus partes; otras veces en lugar de ma 30 ducados. Las sillas altas tienen columnas dóricas estriadas y pilastras las bajas. En la catedral de Salamanca hay una sillería de coro que debe citarse, por ser quizá la única existente de estilo barroco, y debida precisamente al famoso patriarca de este estilo, el salmantino José Churriguera. Enemigos de las injustificadas censuras que se han dirigido al churriguerismo, debemos hacer justicia al mérito decorativo que ostenta esta sillería en su trazado y á la finura con que están tallados los adornos y figuras que decoran los respaldos de los sitiales. Son éstas imágenes de santos de cuerpo entero en las sillas altas y de medio cuerpo en las bajas.

La sillería de la catedral de Burgos corresponde al mejor período del Renacimiento. La ejecu tó el citado escultor borgoñón Felipe Vigorni (conocido por Felipe de Borgoña) en los primeros años del siglo XVI. Trasladóla su autor, por orden del cabildo, á la capilla Mayor, en 1527, y luego volvió á ser trasladada á la nave central. Efectuose este segundo traslado desde 1552 á 1557, trabajando en él los escultores Simón de Bueras, Esteban Jaques y un tal Sabugo, de quienes conjetura D. Rodrigo Amador de los Ríos si podrán ser los autores de la parte del fondo, dada la reforma y acaso ampliación que dicho motivo ha ría necesarias. Compónese de 103 sitiales de nogal, de los que 44 corresponden á la parte baja y 59 á la alta. Esta se halla coronada por un balc'n voladizo cuyo ante pecho está decorado con pasajes del Antiguo Testamento y figuras de relieve. Los respaldos de los sitiales altos ostentan otros relieves en que se ven representadas esce nas de la vida del Salvador, varios misterios de Nuestra Señora y el martirio de algunos santos. Los brazos de las sillas son de varia y caprichosa labor, y los asientos ofrecen una exornación in- - SILLERÍA: Const. Toda obra de fábrica en crustada de boj, cuyos motivos son genios des- que se emplean las piedras labradas de grannudos, niños alados, jarrones flanqueados de sá- des dimensiones se llama de sillería, por más tiros ó vichas, etc. La ejecución es habil; el di- que muchas veces sólo se presenta ésta, es debujo correcto; las figuras están sentidas; los pacir, el conjunto de sillares ó dovelas, en deterños bien plegados.

Del mismo estilo que la de Burgos, pero no tan importante, es la sillería de la catedral de Avila, también decorada con imágenes de santos en los respaldares altos, pasajes de vidas de santos en los bajos, columnillas y frisos de menuda lal or y estatuitas de variadas aptitudes en la erestería. En 1527 teníala empezada el entallador Juan Rodrigo, pero en 1536 se encargó de ella por contrata un holandés llamado Cornelis, después de haber presentado de muestra, dos si llas, alta y baja, para las que había tomado por modelo las de San Benito de Valladolid. Se le pagaron á este artista, por cada par de sillas, alta y baja, 18 ducados ó 6750 maravedís. Según Ponz, toda la obra costó 33 669 reales, incluyendo la madera de nogal empleada. Quizá porque Rodrigo y Cornielis no eran artistas de igual mérito, o porque el último tuvo dos oficiales, se nota diferencia entre el valor artístico de los re

lieves de la sillería baja del lado de la Epístola y el de los del lado contrario, que son medianos. Terminó su obra Cornielis en 1547.

También es de citar como obra de gusto plateresco la sillería que desde mediados de este siglo se halla en la catedral de Murcia y perteneció antes al extinguido y famoso monasterio de San Martín de Valdeiglesias. Tienese esta sillería por obra del toledano Rafael de León. Los repaldares de la sillería baja están decorados con cuadros de relieve que representan pasajes del Nuevo Testamento, separados por lindas cariátides; los de la sillería alta llevan imágenes de santos dentro de hornacinas, y sirve de coronamiento un dosel corrido y una elegante crestería.

Del segundo estilo del Renacimiento español,

minados puntos de aquélla. La sillería puede
emplearse en muros, en bóvedas, en pavimien
tos, ó como medio de refuerzo de algunas cons-
trucciones, ocupando sólo una parte de ellas,
siendo lo más importante en cada caso su apa-
rejo ó sistema seguido en la colocación de las
piedras. Eu muros rectos lo ordinario es emplear
el aparejo llamado isodomon ó á juntas encontra-
das, de que accidentalmente nos hemos ocupado
en otro punto (V. SILLAR); las hiladas son de
igual altura, los sillares de la misma longitud ó
soga, y las juntas verticales de cada hilada caen
en el medio del paramento del sillar inferior; ei
aparejo llamado pseudisodomon sólo se diferencia
del anterior en que, ya por buscar el efecto esté
tico, ya por exigirlo así algunos puntos de la
obra ó por tener que aprovechar materiales de
dos dimensiones distintas, á causa de presen-
tarse los bancos en la cantera de desigual espe-
sor, las hiladas son de dos alturas diferentes,
hallándose alternadas, una hilada de mayor al-
tura, la inmediata de menor, la siguiente mayor,
y así sucesivamente. Se dice que un sillar está
colocado á soga cuando presenta en el paramento
su cara lateral más larga, y á tizón cuando es la
más corta. En muros de algún espesor es preciso
combinar los sillares á soga y tizón para que haya
enlace en todo el espesor del muro, y esto da lu-
gar á otras dos clases de aparejo: el llamado diato
nous, en que cada hilada se forma de dos ó tres
sillares colocados á soga de modo que entre ellos
comprendan el espesor del muro y el siguiente á
tizón, continuando esta disposición de modo que
alternen siempre los sillarares á soga con los ati-
zonados; el otro aparejo, que en España no tiene

nombre especial, tiene todos los sillares de una

También se hacen fábricas de sillería en que en lugar de sillares de base rectangular se emplean de base poligonal, y entonces se llaman mosaicos, y su aparejo está sujeto á un plano en que se han combinado perfectamente los polígonos de las bases, de modo que no dejen hueco alguno y que no haya la continuidad de juntas en las hiladas consecutivas, pues esto siempre debe proscribirse.

En la sillería de pavimentos los sillares son losas de dimensiones variables con las exigencias de la obra, pudiendo variar su altura entre 0,08 á á 0m, 12; se asientan sobre cimiento de arena y baño flotante de mortero, el que se vierte por pequeñas porciones sobre el cimiento, y se van colocando encima las losas, que se ajustan al nivel que deben llevar con un mazo de madera, teniendo presentes algunas ol servaciones; se comienza por hacer el encimentado, que consiste en encuadrar el solado, esto es, formar un recinto ó caja, colocando las losas del perímetro tocando con los muros, y nivelando perfectamente la faja así formada, que se llama cinta, lo que se practica con el nivel de aire sobre un reglón de canto; una vez conseguido esto ya se puede hacer el relleno del solado, y generalmente se emplean dos clases de aparejos, que son el llamado de sepultura y el ordinario ó diagonal.

En el aparejo de sepultura, que es el más sencillo (fig. 2, y prescindiendo de la cinta ABC, que lleva siempre un aparejo completa

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correspondan con las de la inmediata; es un solado sumamente sencillo y que presenta la ventaja de no tener reunidas más de dos puntas de las losas, que siendo los puntos más débiles, y por lo tanto expuestos á romperse, se encuentran en cierto modo sostenidas por la arista de la losa correspondiente á la fila inmediata; en cambio es de feo aspecto, por lo que este aparejo no se emplea sino en cuadras y habitaciones de poco uso; colocadas las cintas AB y BC, se vierte el mortero correspondiente á la losa 3 del rincón, se asienta ésta pasando el canto de una regla apoyada sobre las dos cintas en Dy E, haciendo que la losa colocada enrase con la regla; se pasa después á colocar la 2 del mismo modo, luego la 1, y así las demás, hasta acabar la primera fila; después se empieza la segunda por la colocación de la losa 7, y se sigue de este modo hasta el final; terminado el solado se pone una regla de canto y en distintas direcciones, y sobre ella un nivel para comprobar la horizontalidad del piso y asegurarse de que están todas las losas enrasando en el mismo plano. Muchas veces no conviene que el piso esté horizontal, sino con una sola inclinación, lo que no es frecuente, ó con dos inclinaciones concurrentes á una línea central, inclinada á veces hacia el exterior, ó con varias inclinaciones concurrentes á un sumidero, y en estos casos el encintado se hace, no para toda la habitación, sino para cada uno de los planos que han de constituir el solado. El mortero que se emplea suele ser el hidráulico, pues los pisos bajos siempre son húmedos, y, de no hacerse así, ó no fraguarían los morteros ó se destruirían con rapidez.

El aparejo ordinario ó en diagonal (fig. 3) las losas son cuadradas y se empieza por colocar un cartabón 1, ó cuarta parte de losa en forma de tri ingulo isósceles rectángulo en el ángulo A

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del cimentado, y el cartabón 2, que es una losa partida por su diagonal apoyada por su hipotenusa en la cinta, y en seguida la losa a y el cartabón 3, continuando después la fila siguiente, y así hasta terminar; resulta este suelo de mejor as pecto que el anterior, pero tiene el inconveniente de que en cada vértice se reunen cuatro ángu los, y por lo tanto se rompe con más facilidad; además resulta más caro por el desperdício de piedra para partir los cartabones, y necesita tam bién más mano de obra; cualquiera que sea el aparejo, una vez terminado se hace el rejuntado raspando con un clavo el mortero de las juntas y poniendo otro nuevo con el palustre; encima se extiende arena, que se barre en distintas direcciones para que agarre al mortero y acabe de rellenar las juntas.

En cuanto al aparejo de las bóvedas no es posible analizar uno a uno todos los casos, pues su estudio corresponde á la Estereotomía, como el completo de los muros, y sólo podemos aquí dar una idea de lo que se hace como regla general, fuera de bóvedas y cortes especiales de la sillería. Las dovelas se trazan con planos de junta concurrentes formando cada dos planos consecutivos de junta una sola hilada que lleva siempre el aparejo regular, apoyándose una hilada en la exterior á partir de la de salmeres (V. SALMER), y cuidando de colocar sobre la cimbra de la bóveda una hilada por cada lado para que las pequeñas deformaciones que pudiera sufrir la cimbra con la carga se contrarresten en cierto modo y que sean simétricas; se pone, por último, la hilada de claves, que entra á mazo en el hueco que han dejado las restantes. La sillería de refuerzo se emplea en obras de mampostería ó ladrillo, en ángulos y boquillas de bóvedas, en zócalos, jambas, impostas, cornisas, etc.; se reduce à una ó más hiladas de sillería para zócalos, impostas y cornisas, sobre las que ninguna advertencia hay que hacer, pues se trata de colocar un plano horizontal; en las bóvedas conviene que en la fila de dovelas, tengan éstas diferente longitud

para que presenten un arco dentado en cuyos huecos encajan los otros materiales, á fin de dar solidaridad á la obra; las líneas verticales de sillería que se colocan en obras de diferente material se llaman cadenas de sillería y en ellas puede este material terminar, en la cadena y por cada lado, en un solo plano vertical, ó bien formar dientes á modo de cremallera; lo primero tiene el inconveniente de que no enlaza la cadena, al menos aparentemente, con el resto de la obra, lo que no sucede con la segunda disposi ción, en que el enlace es completo.

En el artículo SILLAR (véase) nos hemos ocupado de la fabricación de sillares artificiales, con los que pueden combinarse toda clase de obras de sillería, que se llaman obras de silleria artifi cial, en éstas no hay necesidad de labrar sillares y dovelas, que se construyen por medio de moldes con las formas necesarias, á menudo algo excesivas, para tener en cuenta la contracción que sufre el material al fraguar, es decir, al endurecerse y después al secarse, en estas obras los sillares y dovelas no deben colocarse en obra inmediatamente después de salir de los moldes, ya porque no están aún en disposición de sufrir las cargas de la obra y se deformarían ó desharían con ellas, ya porque la contracción natural produciría asientos altamente perjudiales á la obra.

También se emplea en los pavimentos la piedra artificial, y en Inglaterra se fabrican, desde hace algunos años, con gran éxito, pavimentos que llaman piedra y granito metálico, que se compone de cemento Portland, granito y escorias de los altos hornos de fabricación del hierro, convenientemente machacados y reducidos al tamaño de 2 á 5 centímetros; después de bien batida la masa se agrega una solución alcalina á la pasta para que facilite su extensión sobre el piso; para la construcción de este pavimento se empieza por abrir la caja en que ha de ir colocado, y en ella se extiende una capa de 10 á 12 centímetros de piedra machada al tamaño de 3 a 5, y arena de mina lavada y seca; se apisona bien y se extiende la pasta también apisonada, la que al cabo de doce horas se ha endurecido hasta el punto de poderla entregar al tránsito. Este sistema, debido á J H. Bryaut, tiene, aparte de la ventaja de su pronto endurecimiento, las no menores de ser de superficie áspera y no resbaladiza, gracias á las escorias que contiene, y ser inalterable, tanto por el fuego como por el agua, y resultar sumamente duradero y económico; las pruebas se hicieron en Londres, y hoy se ha adop tado por las municipalidades suburbanas de dicha capital, así como por algunas compañías ferroviarias de aquel país.

Por su parte, una compañía francesa explota una piedra muy semejante que, además del cemento Portland, contiene granito pulverizado, escorias y una disolución de silicato sódico; se aplica en la misma forma que la anterior, de la que no difiere esencialmente, por lo que no damos aquí la manera de fabricarla.

Bajo la misma base, también en Inglaterra, se construyen losas artificiales y adoquines de escorias y cemento Portland, con la disolución alcalina necesaria para poder hacer la mezcla; se vacia en moldes, de los que se saca cuando ya está empezando á endurecerse, y se coloca como las losas de piedra natural; las ventajas que reune son: las de facilidad de ejecución y moldeo de las losas ó piezas, á las que se puede dar toda clase de formas; tener una superficie áspera que facilita el tránsito; ser impermeable y refractario hasta el extremo de poderse emplear en el revestimiento interior de hornos y hogares de todo género: para sentar estas losas, ó los mosaicos que con ellas se hagan, se emplea el cemento. También se puede hacer un pavimento unido tendiéndole sobre cemento de piedra partida con recebo de arena. Admite mezcla de colores para formar dibujos, que resultan á veces de muy buen efecto.

Estos pavimentos tienen en cambio el grave inconveniente de ser muy duros, y la caída de una caballería sobre las rodillas es bastante peligrosa, por las escorias que contiene y que pueden inutilizarla.

Otra piedra artificial, que puede emplearse en pavimentos, se construye con los desechos de las fábricas de vidrio, pulverizados y cernidos, á los que se une arena fina y se amasan con agua, obteniéndose losetas por presión, que después se cuecen á unos 1500°; resultan de una gran du

reza, y si se agregan colores térreos pueden ha cerse las combinaciones más agradables; resisten cargas hasta de 450 kilogramos por centíme. tro cuadrado.

Además de la sillería de que hasta aquí nos hemos ocupado, constituída por sillares natura. les ó artificiales y por dovelas, y la de losas para pavimentos, se emplea para fundaciones y obras en que sólo se busca una gran resistencia la llamada sillería de carretales, no diferenciándose el carretal del sillar ordinario sino en sus mayores dimensiones, en que está sólo desbastado y en que no se necesita guardar regla alguna en la altura de las hiladas, que sólo exigen que todos los carretales de la misma hilada tengan igual altura, para que se forme un solo plano de asiento en cada una de las hiladas y que pueda asentarse la siguiente á juntas encontradas para que haya enlaces.

SILLERO: m. El que hace ó vende sillas.

¿Qué se diría de la mujer del SILLERO Fulano, por ejemplo, si se ocupase en saber cómo se hacen las sillas?

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-¿Si habrá bastantes SILLETAS?
Si faltan, á bien que adentro
Hay bancos.
RAMÓN DE LA CRUZ.

- SILLETA: Vaso pequeño y plano que sirve para excretar los enfermos.

- SILLETA: Piedra sobre que se labra ó muele el chocolate.

- SILLETAS: pl. prov. Ar. JAMUGAS. SILLETAZO (de silleta): m. Golpe dado con una silla.

SILLETERO (de silleta): m. El que está asalariado para conducir y llevar la silla de manos. cada SILLETERO cuatro reales. Pragmática de tasas de 1680. SILLICA: Geog. Cerros del Perú, al E. de Arica. Los más próximos á la costa tienen 5468 m. de alt.

SILLICO (d. de silla): m. Bacín ó vaso para excrementos.

SILLIN (d. de silla): m. Especie de jamuga hecha de madera fina labrada, más cómoda y lujosa.

- SILLÍN: Silla de montar mucho más ligera y sencilla que la llamada á la jineta, y algo menos que el galápago.

- SILLÍN: Especie de silla muy pequeña que lleva la caballería de varas.

SILLINGY: Geog. Aldea del cantón y distrito Norte, dep. de la Alta Saboya, sit. cerca y al N.O. de Annecy, frente á la montaña llamada Balme de Sillingy, á cuyo pie se halla el establecimiento termal de Bromines, con aguas sulfurosas, sódicas frías.

SILLO: Geog. Río de la prov. de Badajoz. Nace cerca de Fuentes de León y de la prov. de Huelva; corre hacia el O. por la frontera entre dichas dos provs.; entra en la de Huelva, y se une al Múrtiga cerca y al S. de Encinasola.

SILLOBRE: Geog. V. SANTA MARINA DE SI

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