provisto de un diente medio, estrecho y redondeado en su extremidad; lengüeta mediana y cortada rectamente por delante; el último artejo de los palpos ovalado y redondeado en su extremidad; mandíbulas muy salientes, muy estrechas, rectas en la base, después encorvadas en su extremidad é inermes en su borde interno; labro transversal y casi entero por delante; cabeza cuadrada y ligeramente dilatada hacia atrás; ojos muy grandes y muy poco salientes; antenas delgadas, un poco más largas que el protórax, con el primer artejo grueso y cilíndrico, el segundo corto y el tercero más largo que los siguientes; éstos casi iguales y un poco comprimidos à partir del quinto; protórax plano, cuadrado y un poco estrechado hacia atrás; élitros ovoides; patas medianamente robustas; tibias anteriores débilmente ensanchadas en su extremidad; los tres primeros artejos de los tarsos del mismo par ligeramente ensanchados en los machos y súbitamente estrechados en su base: el primero más largo que ancho, y el cuarto corto y ligeramente escotado. Este género contiene tres especies de Méjico, de las cuales el tipo es el Sylphiodactylus mæsta Dej. SILFO (del lat. sulfi, sylfi y sylphi, sylpho rum, silfo, genio entre los galos): m. Sér fantástico, espíritu elemental del aire, según los caba listas. Mi amor le daré siempre, como su miel le daba La abeja de los cuentos al SILFO del rosal. ZORRILLA. SILFO (del gr. olλon, polilla): m. Zool. Gé nero de insectos del orden de los coleópteros, familia de los sílfidos, tribu de los silfinos. Este genero de insectos se distingue por ofrecer los caracteres siguientes: menton transversal, un poco estrechado por delante, su borde anterior algo redondeado; lengüeta córnea en su base, membranosa por delante, su borde anterior más ó menos escotado; lóbulo interno de las maxilas terminado por un diente córneo, el externo por un mechón de pelos; el último artejo de los palpos casi siempre ovalado; mandíbulas cortas ó un poco salientes, robustas, rectas, después arqueadas y más o menos hendidas en su extremo; labro muy corto, escotado por delante; cabeza mucho más estrecha que el protórax, pequeña, más o menos alargada y aquillada transversalmente entre los ojos; epistoma escotado; ojos muy grandes, oblongos y transversales; antenas terminadas por una maza de tres á cinco artejos, de longitud y forma muy variables; protórax grande, foliáceo en sus bordes y recubriendo la base de los élitros; el escudo muy grande, eu triángulo curvilíneo, agudo en su extremidad; élitros de forma variable, enteros ó truncados en su extremo, más o menos aquillados y espinosos sobre sus bordes, terminados por dos espinas; 0 Silfo torácico tarsos anteriores y al- Este género, bien conocido de los entomologos, se compone de insectos de gran tamaño, generalmente negros, salvo el protórax, que puede ofrecer un color rojo más o menos intenso, y medianamente ágiles en sus movimientos. Se encuentran en los campos debajo de las piedras, ó debajo de las cortezas, los musgos, etc. Tanto el silfo torácico (Silpha thoracica F.), como el negro (Silpha atrata L.) y el pardo (Silpha opaca), exhalan un olor nauseabundo, debido sin duda Silfo de cuatro puntos á su régimen alimenticio, pues sólo viven de cadáveres en putrefacción y de excrementos, pareciendo destinado por la naturaleza á purgar el suelo de las inmundicias que produce la descom boca SILF posición de los seres organizados; pero estos in- continentes el más rico es el hemisferio boreal. SILFODIO (del gr. oiλon, polilla, y eldos, aspecto): m. Zool. Género de insectos del orden de los coleópteros, familia de los cerambícidos, tribu de los hibosorinos. Los caracteres principales de este género son los siguientes: menton plano, tan largo como ancho, redondeado lateralmente y algo truncado por delante; lengeta muy corta y bilobada, sus lóbulos delgados, los lóbulos de las maxilas membranosos, el externo grande, redondeado y velloso en su extremo, el interno peque ño, terminado por dos pequeños dientes corneos; el último artejo de los palpos labiales casi ovalado, muy corto, el de los maxilares muy largo algo cilíndrico; mandíbulas anchas, súbita. mente encorvadas en su extremidad, con la punta bífida, y redondeadas hacia afuera; labro muy transversal y sinuado en su parte media or delante; la cabeza casi tan larga como ancha, y deprimida; epistoma cortado oblicuamente en cada fado y truncado por delante; ojos gruesos; el primer artejo de las antenas grueso y abultado en su extremo; la maza antenal muy gruesa y sublenticular; el protórax transversal un poco estre chado por delante, convexo sobre el disco, casi plano, un poco redondeado sobre los lados, débilmente sinuado cerca de sus ángulos posteriores y muy escotado por delante; el escudo muy grande; élitros ovalados y convexos; patas muy largas y medianamente robustas; tibias anteriores tridentadas, las cuatro posteriores apenas ensanchadas en su extremidad y enteras, guarnecidas en toda su longitud de cilos dispuestos sobre varias series regulares; tarsos más cortos que las tibias, sus uñas muy arqueadas en su base y simples, los anteriores muy ligeramente desiguales en cuanto á su volumen. Las especies de este género poseen un color que nunca varía del moreno negruzco al rojo obscuro. Todas son propias de las Indias orientales y del Africa. Una de ellas, el Silphodes sumatrensis Westw., se alimenta de substancias animales descompuestas. SILFOIDO (del gr. oixon, polilla, y eidos, aspecto): m. Zool. Género de insectos del orden de los coleópteros, familia de los cucúyidos, tribu de los micetofaginos. Este género se distingue por ofrecer los caracteres siguientes: menton transversal estrechado y truncado por delante; lengüeta córnea, con una escotadura ancha y con sus ángulos redondeados; el último artejo de los palpos maxilares es más grueso que los precedentes, ovalado y truncado en su extremo; las mandibulas provistas por dentro de una laminita membranosa, bidentadas en su extremidad y recubiertas por el labro, que es transversal y redondeado por delante; epistoma separado de la frente por un surco arqueado muy profundo; las antenas terminan en una maza de cuatro ó cinco artejos; los ojos transversales, un poco escotados por delante; el protórax transversal, un poco estrechado anteriormente, con dos senos bien marcados en su base y con sus ángulos posteriores más o menos agudos y arqueados; el escudo en forma de un triangulo curvilíneo; los élitros de la anchura del protórax en su base; los tarsos muy largos; su primer artejo alargado: el de los anteriores provisto de largos pelos por debajo y algunas veces un poc ensanchado en los machos; el cuerpo oblongo-oval y mediana SILI 119 una depresión redondeada más o menos distinta, pero que desaparece algunas veces. El género es muy numeroso y parece propio del hemisferio boreal en los dos continentes, y se le encuentra casi exclusivamente en los hongos. El tipo de este género es el Silphoides populi Fab. SILFOMORFA (del gr. oixon, polilla, y uopoý, los coleópteros, familia de los carábidos, tribu forma): f. Zool. Género de insectos del orden de de los seudomorfinos. Sus caracteres principales son: menton corto, íntimamente confundido con el submenton y formando con él una gran placa cóncava, estrechada en su base y profundamente escotada por delante, sin diente medio; la lengeta grande, gruesa, truncada en su extremo é igualando casi los lóbulos laterales del menton; palpos cortos y robustos, el último artejo de los labiales ovalado y muy agudo, el de los maxilares grueso en su vértice y truncado oblicuamente; las mandíbulas cortas, arqueadas, ensanchadas en su base, en donde forma un gran lóbulo redondo; el labro corto, casi entero, con sus án. gulos anteriores redondeados; los ojos muy gran des y redondos; las antenas, más largas que el protórax, compuestas de artejos largos muy delgados y un poco comprimidos; el protórax transversal, redondeado en sus ángulos posteriores; los élitros oblongoparalelos, poco convexos y truncados por detrás; las patas cortas y contráctiles; fémures muy grandes, comprimidos, ovalados y acanalados por debajo, para alo jar convenientemente las tibias, que son delga das, las anteriores escotadas cerca de su vértice; tarsos delgados; dos series de papilas sobre los tres primeros artejos de los anteriores; el prosternón prolongado posteriormente en una lámina comprimida. Las especies de este género son todas propias de Australia, y el tipo de ellas es la Silphomorpha fallax Westw., que vive debajo de las cortezas de los árboles y posce una agilidad extraordinaria. Lago de la prov. de Christiansand, Noruega; SILHET: Geog. V. SAILHET. SILHOUETTE (ESTEBAN DE): Biog. Hacendista francés. N. en Limoges en 1709. M. en Brie-sur-Marne en 1767. Sus continuados estudios sobre el sistema de Hacienda de Inglaterra, otros sobre Historia, Política y Filosofía, y sus traducciones inglesas, comenzaron á echar las bases de su reputación. Desempeñó varios cargos importantes, tales como el de Consejero del Parlamento de Metz, comisario encargado de arreglar los límites de las posesiones francesas y británicas en Acadia, y, por último, director general de Hacienda. La corte tenía en él una confianza ciega, hasta el punto de ser más de una vez llamado al Consejo de Ministros para ser consultado. En 1759 abandonó su cargo y se retiró á Brie, donde buscó descanso y consuelo al pie de los altares. Sus obras más principales son: Idea general del gobierno y moralidad de los chinos; Cartas sobre las transacciones públi cas del reinado de Isabel; Viaje por España, Francia, Portugal é Italia en 1729; Miscelánea de Literatura y Filosofía, etc. SILIA: f. Bot. Género de plantas (Sillia) perteneciente al tipo de las talofitas, clase de los hongos, orden de los ascomicetos, familia de los Esferiáceos, cuyas especies habitan sobre las raíces y ramas muertas del avellano común, y se caracterizan por tener el estoma alargado ó casi ángulos obtusos y de unos 2 milímetros de diá orbicular, frecuentemente provisto de cuatro metro; peritecas ovoideas finamente erizadas, más ó menos alargadas y provistas de orificios. Es bastante frecuente la Sillia ferruginea Karst., que vive todo el año. SILIANA: Geog. Río de Túnez. Lo forman varios guadis, uno de los cuales nace al pie del Sukel-Yema y pasa cerca de las ruinas romanas de Makter con el nombre de Guad-Usafa; el Siliana corre hacia el N. y N. E., baña las llanuras lla madas del Siliana y del Amusa, después pisa por varios desfiladeros se une al Meyerda por la dra., cerca de Testur. Su curso es de unos 140 kms. SILIATONOMO: m. Zool. Género de insectos del orden de los coleópteros, familia de los escarabeidos, tribu de los coprinos, caracterizado por ofrecer el menton casi cuadrado, un poco alargado y medianamente escotado por delante; el primer artejo de los palpos labiales triangular y redondeado; epistoma plano, transversal, redondeado y escotado por delante, generalmente provisto de dos dientes en medio de la escotadura, y algunas veces de un haz de pelos en cada lado; ojos imperfectamente divididos, su perción superior muy pequeña; el primer artejo de las alltenas tan largo como el tallo; su maza corta y gruesa; sus dos primeros artejos cóncavos; protórax transversal, redondeado en su base con una impresión media, y sus ángulos posteriores distintos y muy escotados en semicírculo por delante; élitros oblongo-ovales, ligeramente redondeados y poco convexos; patas cortas; tibias anteriores muy anchas, no aserradas y tridentadas exteriormente, los cuatro posteriores muy ensanchados en su extremo y simplemente ciliados por fuera; tarsos anchos; sus artejos trígonos, y con quilla sobre sus dos caras; uñas muy pequeñas; pigidio en forma de un triángulo curvilíneo; metasternón separado por un surco arqueado del mesosternón; éste muy corto. Este género contiene insectos de pequeño tamaño, deprimidos por encima, con el protórax más convexo que los élitros, que están finamente estriados; su color es verde más o menos obscuro, y son propios del Brasil. El tipo de este género es el Siliatonomo viridis Erich. SILIBO (del gr. olλußov, espino): m. Bot. Género de plantas (Silybum) perteneciente á la familia de las Compuestas, subfamilia de las tubulifloras, tribu de las cinareas, cuyas especies habitan en el Mediterráneo y hoy están difundidas por todo el orbe, y son plantas herbáceas, anuales, erguidas, ramificadas, con las hojas abrazadoras, sinuado-espinosas, veteadas de blanco, lampiñas por ambas caras, y las cabezuelas termi. nales con flores purpúreas; cabezuelas homógamas, multifloras, con todas las flores iguales; involucro ovoide con las brácteas foliáceas, las exteriores ensanchadas en un apéndice aovado, largo, espinoso, acuminado, redondeado en parte y aserrado-espino o, las interiores lanceoladas y enterísimas; receptáculo carnoso y con pestañas; corolas desigualmente quinquéfidas, infladas en la parte superior, con limbo mitad más corto que el tubo; estambres con los filamentos papilosos y monodelfos, y las anteras provistas de apéndices cortos; aquenios comprimidos, lampiños, con aréola ancha, basilar, y la terminal formada por un anillo córneo con papilas; vilano formado por varias series de cerditas ligeramente pelo sas. SILICATO: m. Sal compuesta de ácido silícice y una bas. - SILICATO: Quim. Dos grandes grupos pue. den formarse con los cuerpos comprendidos bajo esta denominación, según la naturaleza del elemento ó grupo de elementos que sustituya al hidrógeno, y en ambos se incluyen gran nú mero de especies de composición sumamente variable y á veces en extremo compleja; en el primero, caracterizado por la naturaleza metálica del radical electropositivo, están los silicatos metálicos; y en el segundo, en el que dicho radical es uno de los característicos de los alcoholes, se agrupan los silicatos alcohólicos conocidos también bajo la denominación de éteres silicicos: como las propiedades de unos y otros son distintas, así como su composición y la manera de obtenerlos, hacese indispensable estudiarlos por separado, si se ha de seguir una marcha metódica que exponga los hechos con claridad y evite todo género de confusiones. SILICATOS METÁLICOS. - La tendencia que presenta el ácido silícico á condensar su molécula formando hidratos polisilícicos, cada uno de los cuales es susceptible de engendrar derivados salinos ya de un solo metal, ya de varios á la vez, hace aumentar el número de silicatos metálicos de manera que exceda á toda previsión, y produce cuerpos cuyo análisis exacto constituye una prueba de sagacidad y de habilidad manual para el químico que le realiza. Por otra parte, el reino mineral es extremadamente pródigo en compuestos de esta índole, hasta el punto de que dondequiera que el hombre extienda su mirada encuentra rocas de las que los silicatos forman parte esencialmente integrante, y de los que la inteligencia saca partido en prácticas aplicaciones de excepcional importancia; silicatos son los que constituyen la vajilla que adorna las mesas más suntuosas, las cristalerías de mayor valor artístico, los toscos materiales que sirven para fabricar las tejas y ladrillos destinados á la construcción de las habitaciones, y silicatos, en fin, los minerales de que se extraen ciertos y determinados metales, así como muchas de las más preciadas piedras utilizadas en Joyería. De lo dicho se deduce la importancia que tienen los silicatos bajo el punto de vista de sus aplicaciones, y sin embargo esta importancia no es mayor que la que ofrecen en Geología, pues las rocas que, según todos los autores, deben considerarse como primordiales del globo terráqueo, y que por tanto constituyen lo que pudiera denominarse su esqueleto, están constituídas por el granito y los feldespatos, y éstos no son otra cosa que silicatos, así como en aquél entran los mismos compuestos como elementos constitutivos; además no existe un solo terreno que carezca de cuerpos de esta índole, y en todos ellos se hallan por sí solos en mayor abundancia que el conjunto de los restantes minerales. No obstante la gran importancia que los silicatos presentan bajo cualquier aspecto que se los considere, existe, sin embargo, lamentable confusión acerca de su composición química, á pesar de haberse dedicado á su estudio químicos tan eminentes como Berzelius, Odling, Wurtz, Stodeler, Weltzien y tantos otros que, habiendo dedicado gran parte de su actividad é inteligencia á dilucidar esta cuestión, no han llegado á clasificarlos de una manera completa por orden de complejidad, y sólo han conseguido establecer los cimientos que ha de servir sin duda alguna de base á su clasificación, lo que se debe á multitud de razones de diferentes órdenes, y que importa sobremanera conocer. En primer término existe como dificultad, y no pequeña, el análisis 1 exacto de estas sales tanto naturales como artificiales, pues se observan en los referentes á un mismo cuerpo, publicados por distintos investigadores, diferencias que exceden con mucho á los errores posibles de observación, y son debidas, á lo que se cree, ya á la mezcla del mineral analizado con compuestos isomorfos, ya á impu rezas imposibles de eliminar, pero que tanto en un caso como en otro imposibilitan representar los cuerpos analizados por fórmulas racionales estrictamente ajustadas á las leyes fundamenta les de la ciencia; además la fijeza de estos compuestos impide conocer con exactitud su peso molecular, en tal forma que, aun suponiendo se poseyesen análisis rigurosos y precisos, siempre quedaría la duda de si el cuerpo analizado debería expresarse por la fórmula más sencilla, deducida de las relaciones mutuas en que entran sus elementos, ó por alguno de sus múltiplos. Por otra parte, dada la facilidad con que el ácido silícico se condensa eliminando agua, y dada también la frecuencia con que este ácido se presenta en los silicatos naturales unido á metales polivalentes, se hace por todo extremo difícil calcular la saturación de las dinamicidades de unos y otros de una manera satisfactoria; esta dificultad es aún mayor en el caso en que el ácido silícico se halle combinado con el aluminio, como tan frecuentemente sucede, pues á causa de la naturaleza mixta de la alúmina, que puede funcionar como base y como ácido, no hay dato alguno que permita comprobar si todos los me. tales, incluso el aluminio, encontrados por el análisis, se hallan saturados por la sílice, ó si sólo parte de ellos están combinados en esta forma, mientras que el resto se encuentra al estado de aluminatos; y buen ejemplo existe de la impor tancia de esta dificultad en los trabajos de Weltzien, que ha admitido un número indefinido de hidratos silicicos describiendo los silicatos correspondientes, y suponiendo á aquéllos formados por simple polimerización del hidrato normal sin que se elimine agua, hipótesis que no puede admitirse sin afirmar que las bases, y particularmente la alúmina, intervienen para soldar las partes que constituyen el agrupamiento molecular, en cuyo caso los cuerpos resultantes no pueden considerarse como derivados propiamente dichos de los citados hidratos. Otra dificultad para la clasificación de los silicatos reside en la ignorancia que existe acerca del papel desempeñado en las moléculas complejas por diversos cuerpos simples, como el boro, el fluor, y en particular el hidrógeno; sabido es que el agua puede funcionar alternativamente como base y como ácido, y aun añadirse á las moléculas salinas saturadas bajo forma de agua de cristalización; y si bien en ciertos casos es posible distinguir ésta de la de constitución, hay en cambio otros muchos en que el estado actual de los conocimientos no permite llegar á tal extremo, con lo que se aumenta la complejidad del problema de que se trata. En cuanto á saber si el agua de combinación se encuentra saturando al ácido ó á la base es mucho más difícil aún de resolver, pues no hay otro camino para ello que dejarse guiar por la mayor ó menor sencillez de las relaciones a que conduce la admisión de una ú otra hipótesis. Es verdad que pudiera tomarse como base de una clasificación el referir todos los silicatos á un mismo hidrato silícico: pero semejante sistema presentaría grandes deficiencias bajo el punto de vista mineralógico; en efecto, los feldespatos mismos, que tan semejantes son entre sí, no sólo en sus propiedades exteriores sino en el papel que representan en la constitución de las rocas, ofrecen variaciones considerables en las relacio nes que existen entre las cantidades de oxígeno del ácido y de la base, y que demuestran no corresponder á un mismo hidrato, pero que se pue den considerar como formando una serie cuyo primer término es la anortita (CaOAL,O2SiO), y del que se derivan los demás por adición de moléculas de anhidrido silícico, de análoga manera que en Química orgánica ciertos polilactatos se derivan del éter láctico por adición de lactida; lo que sí es notable en el caso de los feldespatos, es que este aumento de anhidrido silí. cico no hace variar, sino entre límites muy res tringidos, sus propiedades físicas y químicas. Teniendo en cuenta todas las consideraciones anteriores, la mayoría de los autores no clasifican sino aquellos silicatos cuya composición se supone conocida con exactitud, y aun en éstos con. sideran el agua en la mayoría de los casos como de cristalización formando con ellos los grupos siguientes: 1. Ortosilicatos. - Caracterizados porque el oxígeno de la base y el del ácido guardan entre sí la relación de 1: 1, y en esta clase se forman tres grupos, según que dicha base sea un protóxido, un sesquióxido y un bióxido; en el pri mero se incluyen como anhidros el peridoto, la fayalita, monticelita, tefroíta, knebelita, willenita, gadolinita y fenacita, y como hidratados la dioctasa, la calamina, y la cererita, en las que el agua se considera como básica en la primera y como de cristalización en las otras dos; los silicatos mixtos de protóxido y sesquióxido y anhidros son la anortita, meyonita, zoisita, epidota, alanita, granate, sarcolita, idocrasa, hum. boldtilita y las micas, y los hidratados el mesotipo, la prenita y la laumonita, cuya agua es básica; la euclasa, en la que este cuerpo se admite como saturando en parte á la alúmina; y la licorita y la cronstedtita, en las que el agua satura parcialmente al óxido férrico; por último, entre los silicatos de bióxido, sólo se admite el zircón. 2.° Disilacatos exabásicos. - Son aquellos en que el oxígeno de la base y del ácido son entre sí como 3:4, y en los que se hace abstracción del agua; en ellos se agrupan la okenita, serpentina caolín. á los Preparado de esta manera el silicato que se analiza se procede á la dosificación de la sílice, haciéndole digerir con ácido clorhídrico y evaporando el líquido á sequedad en baño de María, y tratando el residuo, después de calcinado á temperaturas no muy elevadas, nuevamente por dicho ácido, que disuelve las bases al estado de cloruros, dejando insoluble la sílice, que basta recoger sobre un filtro, lavar, calcinar y pesar; esta operación debe hacerse en cápsulas de platino, a menos que el silicato contenga metales cuyos cloruros ataquen á aquél, siendo preciso en este caso sustituir dichas vasijas por otras de porcelana. Sainte-Claire Deville prefiere atacar los silicatos descomponibles por los ácidos mediante el ácido nítrico, y una vez terminada la descomposición, y evaporado el líquido á sequedad, calentar el residuo en baño de arena hasta que dejan de desprenderse vapores ácidos; el resi duo de la desecación se humedece con disolución concentrada de nitrato amónico y se calienta de nuevo, haciéndole digerir finalmente con agua á temperaturas poco elevadas; de este modo queda la sílice mezclada con la alúmina, el óxido férrico y el bióxido de manganeso, cuerpos que se separan, los dos primeros tratando la mezcla por ácido nítrico y el último mediante el ácido sulfúrico unido á cortas cantidades de los ácidos nítrico y oxálico, con lo que queda libre la sílice, que se puede recoger, lavar, calcinar y pesar. silicato del alcali y dejando como residuo la salidocrasa y la euclasa, sólo se consigue este efecto hidratada de aluminio: y Daubrée, haciendo su calentándolos casi hasta llegar á su punto de fufrir á fragmentos de ortosa en presencia del agua sión; es útil recoger el agua desprendida por nna rotación prolongada durante largo tiempo, minerales para asegurarse de si es pura, á conse ha obtenido un limo muy tenaz, semejante en cuencia de que a veces, como sucede con la esme. cierto modo á la arcilla, mientras que el agua al ralda de Muzo, va acompañada de materias orfin de la operación contenía cantidades notables gánicas, cuya cantidad se determina calcinándode potasio; este mismo químico, calentando tu- las en corriente de oxígeno. bos de vidrio á 300° bajo presión en presencia del agua, los ha visto transformarse en una materia fibrosa de composición idéntica á la de la wollastonita. Gran número de estos cuerpos, una vez reducidos a polvo, son atacados por los ácidos nítrico ó clorhidrico concentrado, y los que gozan en mayor grado esta propiedad son los hidratados y los que no contienen una cantidad excesivamente grande de sílice; otros, como la sodalita, la hayna y la mesotipa, se disuelven completamente en el ácido clorhídrico muy diJuido, mientras que en el concentrado dejan residuo de silice gelatinosa, y lo más frecuente entre los atacables por los ácidos dichos es que dejen sílice insoluble, unas veces pulvurulenta y otras en la forma gelatinosa que se acaba de indicar. El ácido sulfúrico diluído descompone también a muchos silicatos, pero su acción es natablemente más enérgica empleándole bajo presión á temperaturas comprendidas entre 220 y 210°, en cuyas condiciones ataca á la turmalina, los anfiboles, la estaurótida y otros que no se alteran en las circunstancias ordinarias; el único cuerpo que puede decirse que actúa sobre todos los silicatos sin la menor excepción es el ácido fluorhidrico, ya libre ya al estado de fluorhidrato amónico, pues en virtud de la afinidad tan enérgica que presenta el fluor para con el silicio, y del carácter exotérmico de la combinación de estos elementos, se unen para formar fluoruro de silicio que se desprende. La acción que los ácidos minerales ejercen sobre los silicatos puede modificarse por ciertas circunstancias, como la calcinación ó la fusión, que hacen inatacables á algunos que no lo eran antes de esta operación, y facilitan la descomposición de otros como la idocrasa y la axinita; si la fusión se produce en presencia de una cantidad de carbonato potásico ó sódico que exceda de cuatro á cinco veces al peso del mineral, se forman silicatos, facilmente descomponibles por los ácidos nítrico ó clorhídrico diluídos, efecto que también se consigue calcinándolos con litargirio ó con los carbonatos de bario, estroncio y calcio. En cuanto a los caracteres analíticos de los silicatos, se fundan todos ellos en la insolubilidad de la sílice; si son solubles se reconocen fácilmente en que, tratados por un ácido mineral, evaporado el líquido á sequedad y tratado el residuo por agua, dejan anhidrido silícico, insoInble, en forma de polvo áspero al tacto; y caso de ser insolubles el mejor medio de caracterizarlos es apelar á la reacción que producen al soplete en presencia de la sal de fósforo ó fosfato sodo-amónico, en cuyo caso la substancia se disgrega, observándose en la perla transparente la silice opaca, y, como ha demostrado Rose, cristalizada en laminillas hexagonales macladas aná logas á las de tridimitas. Poco puede decirse acerca de los métodos generales de obtención de los silicatos, pues los artificiales se preparan siempre por fusión directa del anhidrido silicico con los óxidos, hidratos ó carbonatos; y respecto de la reproducción artificial de las especies mineralógicas nada debe hablarse en este lugar, por corresponder, ya á la sintesis mineral, ya al estudio de cada una de ellas en particular. Terminadas las consideraciones anteriores acerde los cuerpos objeto de este artículo, resta ahora, para completar su estudio, ocuparse de su analisis cuantitativa y de la cantidad de anhidrido silicico que contienen, problema en la mayoría de los casos de difícil resolución, á causa de las especialísimas propiedades, tanto de dicha slice, como de los silicatos. La primera operación que hay que practicar en los análisis de este genero es reducir á polvo lo más fino posible la substancia ensayada, lo que se consigue emplean do morteros de acero ó de ágata y teniendo en cuenta la pequeña cantidad de hierro ó de sílice procedente del mortero que queda mezclada con el polvo obtenido; después se deseca éste, ya al aire libre, ya en estufas calentadas á distintas temperaturas según los casos, pues hay silicatos que pierden á 100° toda ó parte de su agua de cristalización, mientras que en otros, como la TOMO XIX Si los silicatos no fuesen descomponibles por los ácidos se los ataca por otros medios, de los que los más importantes son: la fusión con el carbonato bárico ó la acción del ácido fluorhídrico; lo primero se consigue mezclando el silicato, reducido á polvo extremadamente fino, con cinco ó seis veces su peso de carbonato bárico químicamente puro, y calcinando la mezcla colocada en crisol de platino á la elevadísima temperatura producida por el soplete de gas; después de la calcinación, y una vez fría la masa, se trata primero por agua y después por ácido clorhídrico diluído, que disolverá las bases contenidas en el mineral, así como el exceso de bario y dejará el anhidrido silí cico, que se pesa, previo el lavado y la calcinación necesarios; la única precaución que hay que to mar en este procedimiento consiste en cerciorarse de que la descomposición del silicato ha sido completa, haciéndose necesario, en el caso de no serlo, repetir la calcinación. El carbonato bárico puede sustituirse por el hidrato potásico, que si bien exige temperaturas menos elevadas que aquél presenta en cambio el inconveniente de requerir crisoles de plata, en los que es preciso operar con muchas precauciones. El ataque por el ácido fluorhídrico, empleado por primera vez por Berzelius, sólo sirve para disgregar aquellos silicatos que resisten á los otros medios de des. composición, á consecuencia de que en él se pierde la sílice bajo la forma de fluoruro de silicio gaseoso, y por lo tanto es preciso determinarla por diferencia después de averiguar el peso de los óxidos contenidos en el mineral; la manera de practicarle consiste en colocar la substancia ensayada, reducida á polvo fino, en cápsula de platino, añadir ácido fluorhídrico convenientemente diluído, y calentar suavemente hasta que cese el desprendimiento de fluoruro de silicio; análogo resultado se consigue sustituyendo dicho ácido por el fluorhidrato amónico, para lo que se mezcla el mineral, reducido á polvo fino, con siete veces su peso de esta sal y una pequeña cantidad de agua; se calienta ligeramente la masa durante algún tiempo, y una vez bien desecada se eleva la temperatura hasta el rojo sombra mantenién: dola en tanto que se desprenden vapores, y el residuo se trata luego por ácido sulfúrico para determinar en la disolución los metales que contienen. Los procedimientos que, aunque muy á la ligera, acaban de indicarse, se refieren á los casos de análisis de los silicatos, pero es preciso modificarlos de una u otra manera cuando en el compuesto analizado existen cuerpos que por sus propiedades pudieran, ya hacer perder sílice, ya, por el contrario, quedar insolubles con esta subs tancia, aumentando su peso é induciendo á error; y dejando aparte los numerosos casos particulares que pudieran presentarse, y cuya consideración es más propia de un tratado de Análisis quí. mica que de este artículo, sólo se hablará del que tan frecuentemente se ofrece en aquellas especies mineralógicas en que los silicatos se hallan unidos á fluoruros metálicos; todos los cuerpos que se encuentran en este caso pierden su fluor al estado de fluoruro de silicio cuando se les somete á la calcinación, ó si la cantidad de sílice fuese débil con relación á la de agua, el citado elemento se desprende al estado de ácido fluorhídrico, hechos que, tanto uno como otro, producen, como consecuencia inmediata, el falsear los resultados del análisis. Para evitar estas causas de error, el mejor medio consiste en calcinar el silicato colocado en un crisol de platino, recubierto de otro mayor de la misma substancia é invertido, y rellenando el espacio que queda en tre ambos con carbonato cálcico desecado y pesado; el conjunto formado por ambos crisoles se introduce en un tercero, y se somete á la calci. nación calentando primero al rojo cereza para descomponer el carbonato cálcico, y después al rojo blanco durante un tiempo suficiente para que todo el fluoruro de silicio se haya desprendido; fría la masa se pesa todo el sistema, y la pérdida de peso representará el anhidrido carbónico y el agua, tanto del carbonato cálcico como de la materia analizada. Pesada la materia contenida en el interior del crisol, la disminución que haya experimentado representará el fluoruro de silicio desprendido y que ha sido retenido por la cal, en la que se puede determinar como comprobación recogiéndola cuidadosamente y tratándola por nitrato amónico, en el que se disolverá desprendiendo amoníaco y dejando como residuo el fluoruro y el silicato cálcicos, que se recogen, se pesan y se descomponen por ácido sulfúrico. Terminado el estudio de las generalidades de los silicatos, debería entrarse ahora en la descripción particular de cada uno de ellos; pero es preferible dejar esta descripción para los lugares correspondientes, teniendo en cuenta que los naturales se conocen mejor que por su nombre químico por el mineralógico, que comúnmente no guarda relación alguna con su composición, y los artificiales deben incluirse entre las sales propias de cada metal, atendiendo á que la naturaleza de éste imprime carácter peculiar á todos sus compuestos, por lo que la generalidad de los químicos consideran el elemento electropositivo como el más importante en la clasificación de las sales, y sería una anomalía inexplicable separar los silicatos de los demás compuestos salinos de cada metal. SILICATOS ALCOHÓLICOS. - Resultantes de la sustitución total o parcial del hidrógeno contenido en cualquiera de los hidratos que se conocen del ácido silícico por los radicales alcohólicos, son cuerpos de singular importancia, si no por sus aplicaciones prácticas, al menos por haber servido algunos de ellos para dilucidar de una manera segura la tan debatida cuestión del peso atómico del silicio; pero más conocidos en general con la denominación de éteres silicicos, hacese su estudio en la palabra correspondiente. V. SILICICO (ETER). SILICE (del lat. siler, silicis): f. Combinación ácida del silicio con el oxígeno. La arena ¿quién no la conoce? Es la síLICE, que en granos más ó menos finos, duros, como que son pedernal, está en las playas del mar, etc. OLIVÁN. - SILICE: Min. y Geol. Constituye por sí misma un género mineralógico perfectamente definido y determinado, y se presenta en la naturaleza muy abundante, anhidro ó hidratado, formando mine. rales tales como el cuarzo, el pedernal, las ágatas, jaspes y otros (V. estas palabras), ya descritos en varios lugares de este DICCIONARIO, por lo cual en el presente artículo nos limitaremos à com. pletar aquellas descripciones, tratando con los indispensables pormenores el problema de la síntesis ó reproducción artificial de la sílice anhidra, cuyo cuerpo ha sido recientemente reducido á vapor empleando para ello la elevada temperatura conseguida trabajando con el horno eléctrico de Moissan. Gracias á su extremada abundancia, y á los diversos y variadísimos aspectos que toma el ácido silicico, tiñéndose, por ejemplo, de violeta (amatista), colorean lose de 16 amarillo (topacio de Hinojosa), en rojo (jacinto de Compostela) y en negro (cuarzo ahumado), ó hidratándose y mezclado con substancias extrañas formando otras especies mineralógicas, la mayoría empleadas en la industria ó como piedras de adorno, se ha perseguido durante largo tiempo, y por los más hábiles experimentadores, la síntesis ó reproducción artificial de uno de los más interesantes minerales, el cual ya se encuentra constituyendo filones y geodas, cuya data está en los más variados períodos geológicos, ya forma parte integrante de numerosas rocas á las cuales en cierto modo caracteriza, distinguiéndose en ellas mediante caracteres específicos bien señalados y de fácil determinación; de otra parte, la síntesis de cuerpo tan refractario y resistente á las acciones del fuego más vivo, sin experimentar acciones sensibles; la misma dificultad para perder el agua cuando está hidratado; las extrañas agrupaciones de sus elementos cristalinos y la propia manera de hallarse en las rocas, fueron parte á este estímulo para conseguirlo en los laboratorios, de la propia manera que las mismas circunstancias con que se cría y encontraba en la naturaleza este mineral, acaso el mejor determinado de los conocidos, siquiera desde el punto de vista de las propiedades físicas y caracteres cristalográficos y de ya. cimientos; las dificultades vencidas fueron in mensas hasta llegar al típico y perfecto cristal en su forma prismática representada por pirámides, asignada á la especie mineralógica del cuarzo hialino. En los primeros ensayos se consiguieron dos géneros de productos: unos sólidos, resistentes, ofrecían todas las propiedades asignadas á la tridimita (véase); otros semejaban concreciones de productos caloidales y parecíanse mucho á ciertos ópalos, cual si, en circunstancias determinadas por las mismas condiciones de los experimentos, la sílice hidratada y gelatinosa producida cuando el ácido salicílico es desaloja do de un silicato soluble por otro ácido más enérgico se solidificaran sin perder su aparien cia, conservando la porosidad y no afectando reconocida forma geométrica, referible á los tipos ó modelos de cristalización ahora admitidos. Y si alguna vez consiguiéronse cristales más o menos rudimentarios, los prismas tenían la forma y caracteres asignados al cuarzo, producto exclusivamente de filones. Respecto de las variedades de sílice propias de las rocas puede decirse que jamás se han reproducido, y en vano se buscarán entre los cuarzos artificiales y sintéticos cristales bipiramidados, granulitas, porfiros, riolitas, asociaciones íntimas del cuarzo y el feldespato, pegmatitas y micropegmatitas ó gránulos moldeados sobre otros elementos de la roca, característico de los granitos. Buscando las razones de ello, sólo puede realmente ser atribuído el hecho al total desconocimiento de las condiciones de formación de las rocas ácidas; y compréndese que así acontezca, en cuanto los procedimientos prácticos y métodos experimentales de la Mineralogía sintética reconocen como primer fundamento los resultados de investiga ciones positivas realizadas con objeto de resolver el problema de la formación de los minerales y encaminadas á descubrir el mecanismo de su origen, y acredita la certeza de la relación manifiesta entre los progresos de la síntesis y los adelantos en el conocimiento de los modos de generarse los minerales el reciente ejemplo de la reproducción del rubí oriental, ya entrada en la industria, así como al descubrimiento de la potencia mineralizadora del fluor libre y gaseoso, cuyas actividades hállanse en extremo despiertas cuando procede de la inmediata disociación de alguno de sus compuestos binarios, conforme la presencia del mismo fluor constituyendo verdaderas inclusiones en un cristal de esmeralda procedente de Limoges, justifica plenamente la hipótesis según la cual el doble silicato de alú mina y glucina ha debido formarse bajo la influencia marcada de concreciones fluoríferas. Tiénese noticia de las primeras y accidentales reproducciones del ácido silícico indicadas con entera certidumbre entre los productos asimismo accidentales de los altos hornos; á este propósito vale citar las observaciones de Koch llevadas á cabo en la fábrica de Olsberg, en la cual aparecía la sílice de dos maneras, constituyendo unas veces escaras de aspecto más o menos sedoso, nunca brillante, ó agregados fibrosos bien determinados, los cuales tenían toda la apariencia propia de los asbestos, y otras veces hallábanse constituyendo esferolitas de pequeño tamaño, pero perfectas y con cierta dificultad reconoci bles. De esta primera observación hubo de partir Jeffreys cuando hizo sus experimentos, sin duda los primeros relativos á la reproducción artificial del ácido silícico; procedía este sabio en un horno de porcelana, cuyas paredes calentaba hasta alcanzar la temperatura correspondiente al rojo blanco, y entonces inyectaba vapor de agua, recogiendo al término del experimento la sílice en las mismas condiciones que presentaba la encon trada entre los productos accidentales del alto horno de Olsberg. Si los resultados, en cuanto á la forma de los productos, no fueron completa mente satisfactorios, quedó adquirido el conoci miento de una reacción curiosa y altamente interesante, pues vínose á saber cómo ciertos materiales, ricos en ácido silícico, son descompuestos por el vapor de agua si para ello hay condiciones de temperatura suficientes, en cuyo caso la sílice pónese en libertad y afecta de ordinario formas fibrosas bien marcadas, ó aparece con otras redondeadas imperfectas y poco distintas entre sí. Viniendo ya á los métodos de reproducción propiamente dichos y puestos en práctica con variable é inconsiante éxito, tenemos la primera noticia de síntesis de la sílice cristalización regular y metódica datada de 1815, siendo, á lo que parece, lisonjero resultado de experimentos debidos á Schafhault, el cual tuvo como punto de partida la sílice gelatinosa, procedente de haber descompuesto un silicato alcalino soluble por el ácido clorhidrico, bien lavada y privada de toda materia salina que pudiera impurificarla; esta sílice, enteramente coloidal, fué tratada por agua á presión á fin de disolverla, a cuyo fin colocóse la mezcla de ambos cuerpos en una marmita de Papín, cuyo recipiente fué calentado durante ocho días consecutivos, y asegura el experimentador que, al cabo de ellos, recogió una disolución de silice perfectamente limpida y transparente, cuyo líquido, evaporado à suave temperatura, depositaba enfriándose cristales definidos de cuarzo; el experimento es en verdad concluyente, y su mecanismo queda reducido, en último término, á buscar un disolvente para la sílice coloidal en determinadas condiciones de presión y temperatura, procediendo luego á evaporar como si se tratara de una disolución salina cualquiera; pero ni aparece confirmado su resultado en otros casos, ni el ejemplo parece haber sido muy repetido al adquirir los métodos sintéticos grandes desenvolvimientos. En 1851 dió comienzo el famoso Senarmont á un trabajo experimental minucioso y hasta en sus más insignificantes pormenores bien comprobado y seguro, con objeto de conseguir la reproducción artificial del cuerpo cristalizado, obteniendo los cristales perfectamente idénticos con los naturales, no sólo en la apariencia de las formas, sino en los menores accidentes y modifi caciones en sus elementos constitutivos desde el punto de vista geométrico y físico; no cambió su método por vía húmeda, el cual adquiere á cada punto mayores caracteres de generalidad, y casi en toda la serie de sus experimentos, guiados con habilidad suma, procedió calentando en un tubo de vidrio durante muchos días, sosteniendo fija la temperatura en la correspondiente á 350° centesimales, silice gelatinosa en pequeña canti dad y mezclada con bastante agua, unas veces cargada hasta saturación de ácido carbónico y otras veces sólo acidulada, y no mucho, por medio del ácido clorhídrico: los resultados no pudieron ser más concluyentes y satisfactorios, porque es dable recoger cristales microscópicos de cuarzo en la forma habitual suya, y obsérvanse en ellos las características estrías transversales marcadas, y se advierte que, examinados ópticamente, hallanse dotados de las propiedades normales al cuarzo cristalizado asignadas. Reconócese, por lo tanto, el procedimiento de Senarmont como el primer método racional de síntesis de la sílice, reducido á cristalizar este cuerpo partiendo de su peculiar estado gelatinoso y haciendo intervenir en ello determinados agentes, como el ácido carbónico ó clorhídrico, cuyas influencias en el fenómeno permanecen ignoradas, sin que de ellas quepa tener duda, sabiendo cómo sin cualquiera de ellos no se determinan ni aparecen, interviniendo el agua tan sólo, las formas cristalinas del cuarzo provistas de sus correspondientes estrías. Ya desde 1849 ocupábase Daubrée en el estu dio experimental de la síntesis del ácido silicico natural, mas no fueron felices las primeras tentativas, ni coronadas por el buen éxito sus investigaciones, interesantísimas y sobre toda ponderación notables cuando se consideran en el terreno de la ciencia pura y atendiendo á las transformaciones de que son susceptibles ciertos y determinados cuerpos, combinaciones binarias de elementos halógenos cuando sobre ellos actúa un cuerpo capaz de descomponerlos, escindién dose él mismo en sus elementos constitutivos. Sabiendo que para obtener muy pura la sílice gelatinosa es el mejor medio tratar por el agua el gas denominado fluoruro de silicio, el cual despréndese atacando con ácido sulfúrico, á moderada temperatura, la mezcla de fluoruro cálcico, arena silícea y vidrio molido, ensayó el método usando indistintamente el cloruro y el fluoruro silícico, ambos gases, tratando de descomponerlos empleando vapor de agua calentada, habiendo sido tan poco claros los resultados que no fué posible en manera alguna llegar á nada positivo en punto á determinar la forma de los productos conseguidos y su misma naturaleza, porque no era apreciable el estado de la sílice separada, nada parecida á los microscópicos cristales recogidos por Senarmont en los tubos de vidrio, de los cuales servíase en sus delicados y bien dispuestos experimentos. En una nueva serie de tanteos emprendida por el citado Dau. brée cambiáronse algo los elementos de la reacción sustituyéndose el vapor de agua por distintas bases metálicas, destinadas a reaccionar en el cloruro y en el fluoruro de silicio, en cuyo caso los resultados obtenidos respecto de la reproducción artificial del ácido silícico cristalizado fueron enteramente negativos, y no cupo ya la menor duda de la ineficacia absoluta del procedimiento en la práctica, no pudiendo achacarse á accidentes imprevistos y á poco cuidado en los pormenores operatorios, pues habíanse previsto todas las contingencias posibles. Otro intento más feliz se realizó después por el mismo experimentador, aprovechando una reacción sencilla y harto conocida referente á la descomposi ción del vidrio mediante el agua caliente y al cabo de bastante tiempo, lo cual constituye serio inconveniente cuando se ha de destilar agua en un aparato de vidrio; el procedimiento empleado no puede ser más sencillo, en cuanto está reducido á calentar agua pura ó agua mineral de Plombieres en tubos de vidrio à la temperatura correspondiente á 320° centesimales sostenida durante largo tiempo; al cabo el vidrio se ataca y se descompone y vese cubierto de una especie de depósitos ó capas silíceas en cuya masa adviértense muchas y bien formadas agujas de wollastonita, que es un silicato cálcico, principal base del vidrio, y cristales de cuarzo sin dificultad medibles, siendo frecuentes los plagiedros de la sílice así obtenida, y también vense particularmente esferolitas, cuyo aspecto recuerda el de ciertas calcedonias, por donde se advierte la influencia del agua en el génesis de la sílice, demostrada en muchos otros experimentos y en observaciones de curiosos fenómenos naturales, tratándose en especial de las referidas calcedonias, de formación algo reciente. Sirvió el método de Daubrée para indicar nuevos caminos á los procedimientos de síntesis de la sílice, y valieron sus experimentos como precedente de otros estudios más completos y metódicos, siendo de ellos el que mayor interés presenta, gracias a su sentido práctico, el traba jo de investigación emprendido por Friedel y Sarasin en 1879, y coronado por los mejores resultados. El principio de los experimentos es el mismo: buscar un disolvente alcalino ó ácido y muy acuoso para la sílice luego de obtenida en estado gelatinoso y purificada en largas lociones y hacer intervenir la temperatura, sosteniéndola fija á determinado grado durante mucho tiempo; en el caso presente procedíase disolviendo el ácido silícico lo más puro posible en una lejía alcalina bastante diluída, y los hechos hicieron prefe rir la potasa á la sosa como materia alcalinizante; el líquido que contenía silicato alcalino y un exceso muy grande de agua, poníase en tubos, los cuales cerrábanse herméticamente, y serían luego calentados durante mucho tiempo á la tem. peratura correspondiente al rojo sombra; de esta suerte poco á poco depositábase la sílice cristalizada en cristales muy pequeños, medibles, muy claros y transparentes, de igual aspecto é idénticos á los prismas de cristal de roca habitual mente encontrados en la naturaleza en rocas y en ciertos filones, particularmente el procedente de estos últimos, confundiéndose con el producto artificial conseguido en los tubos de Friedel. De otra parte, repitiendo en distintas condiciones el experimento, pudo reproducirse el cuarzo de las rocas, si bien en este caso nunca aparece solo y desligado de todo otro mineral; tal género de síntesis débese en realidad á un accidente experimental, en cuya virtud introdujose en la mezcla de agua y silicato potásico algo de alú nina, y el tubo en que esto aconteció vióse al término de la operación que contenía feldespato y cuarzo producido de una manera simultánea, y los cristales de silice eran bipiramidales, cortos y con todos los caracteres distintivos manifiestos en los ejemplares de cuarzo provenientes de las rocas, y en ellas formado acaso mediante parecidas ó iguales reacciones que las utilizadas en las distintas operaciones de síntesis descritas como procedimientos de reproducción artificial. Hasta aquí los métodos por vía húmeda, reducidos, conforme se ha visto, à obtener una disolución de silice pura y en estado gelatinoso ó coloidal, la cual mediante cierta temperatura cambia de forma y se determina, no siempre con igual claridad, en cristales prismáticos unas veces semejantes al cuarzo de los filones y parecidos otras al cuarzo proveniente de las rocas: sólo en el caso de la descomposición del vidrio por el agua, y cuando Daubrée obtenía, á la vez, wollastonita y cuarzo, puede decirse que se echa mano de una reacción química bien clara y definida, y es claro que según el método así resultaba el producto, y esto explica la formación del cuerpo fibroso de la tridimita y de las esferolitas de los primeros cuerpos y los bien formados aunque diminutos cristales recogidos en los últimos merced á artificios ya bastante perfeccionados y á experimentos de gran fuerza y delicadeza. Hautefeuille fué el primero que reprodujo el cuarzo apelando á la vía seca en una serie de admirables trabajos, cuyo comienzo data de 1878 y no terminaron hasta 1881; su procedimiento primitivo consistía en realizar la sustitución regular, en un silicato, del ácido silícico por el acido túngstico ó wolfránico, dejando el primero libre al formar el tungstato merced al empleo de elevada temperatura. Primero fundió sílice amorfa con tungstato de sodio, y la masa fundida fué calentada algunas semanas sosteniendo la temperatura á la correspondiente á unos 900 centesimales; por el cambio mutuo de los ácidos silícico ó túngstico fuéle dado obtener cristales definidos, sumamente claros y dotados de la forma, dureza, peso específico y demás propiedades reconocidas en la sílice cristalizada natural; mas no fué esto el solo resultado de tan hábil experimento, porque además de las facetas normales propias de los cristales de cuarzo, com prendiendo en ellas las caras plagiedras, había otros cristales alargados y puntiagudos notabilísimos, con aspecto fusiforme rara vez encontrado y determinado en la naturaleza; estas pirámides agudas fueron objeto de un estudio especial, y como consecuencia suya se vino á dar en procedimientos para conseguir cristales de silice asi dispuestos, y vióse en otros experimentos practicados luego cómo el empleo del tungstato de litio substituyendo al de sodio es favorable á su formación, resultando ya de bastante temaño para ser medidas, y también se tiene observado cómo en los experimentos citados influye el ácido bórico añadido á los cuerpos destinados á reaccionar, contribuyendo á la formación de las facetas del prisma. En otros ensayos más modernos del mismo autor alcanzá banse iguales resultados que reproducían á la vez el feldespato nativo y la sílice cristalizada con sólo fundir, á la temperatura correspondiente á 790° centesimales, una mezcla de alumina y sílice amorfa con fosfatos y fluoruros alcalinos, en cuyo caso el cuarzo resultante tiene el aspecto y propiedades del natural. Acudiendo, de otra parte, al ácido hidrofluosilicico y calentán dolo bien puro á la temperatura de 2000 en un tubo cerrado de platino, se consigue, al cabo de mucho tiempo, sílice cristalizada muy pura, y los cristales tienen las propiedadee todas del cuarzo natural y normal. El mismo Hautefeui lle, en compañía de Mayotet, ha realizado la síntesis que nos ocupa, fundiendo á la tempera- | tura correspondiente al rojo sombra sílice pura amorfa con cloruro de litio y un poco de litina; los cristales tienen la apariencia normal y su La actividad de los depósitos de sílice, y por El fenómeno que origina la formación y depósito de la sílice no es tan sólo un sencillo enfriamiento, pues su carácter químico se ha probado estudiando la composición de las emanaciones geiserianas. El agua del Gran Géiser contiene, según los análisis de M. des Cloizeaux, 2448 centímetros cúbicos de hidrógeno sulfurado por litro, faltando por completo el ácido carbónico libre. Otto mineralogista, M. Damour, ha obtenido por evaporación de estas aguas un residuo fijo de 1225 miligramos por litro, conteniendo: El mismo mineralogista ha hecho notar que la relación del oxígeno de la sílice con el de las bases es una constante; de este importante hecho ha deducido que la sílice debe existir en el agua en estado de silicatos alcalinos, adquiridos por disolución en los feldespatos de las tobas volcá nicas por que atraviesa; según que la relación de oxígeno indique un estado próximo ó no al de saturación, el depósito de sílice es abundante ó restringible. Si suponemos silicatos alcalinos, cuyas fórmulas sean Na Si309 y Na Si 03, y en los cuales, por consecuencia, la relación del oxígeno de la sosa al de la sílice es 1:2 ó 1:3; sometidos á la acción de vapores sulfurosos y clorhídricos que se desprenden con el agua caliente, estos silicatos se transforman parcialmente en sulfatos y cloruros alcalinos, y la relación del oxígeno acaba de resultar como 1:9. En este estado de saturación el silicato es muy inestable y se separa una parte de la sílice, siendo probable que la cantidad de sílice que se deposita actualmente corresponda á la cantidad de álcali saturado por día, sea por la acción de las fumarolas ó sea por la oxidación de los sulfuros alcalinos que el aire transforma en sulfatos. Así se explica la particularidad de la fuente de Laugarnes que, ofreciendo una relación de oxígeno de 1:3, no deposita sílice porque los ácidos clorhídrico y sulfúrico, capaces de unirse á la sosa, están en mucha menor proporción que en el Gran Géiser; por tanto la sosa queda libre, y comparada con la sílice en disolución da una proporción de 1: 5 ó 1:6 en lugar de 1:9 que presenta el géiser. Los anteriores datos prueban bien que la precipitación de la sílice no es debida á la evaporación; pues si se recoge el agua del géiser en un vaso, cuando empieza á enfriarse no se obtiene ningún depósito; por tanto, si la sílice se precipita es á causa de la saturación del álcali que le sirve de disolvente. Exactamente iguales fenómenos se realizan en los géiseres del Parque Nacional de Yellowstone, situado en la cadena de las montañas Roqueñas, cerca de las fuentes del Yellowstone y del Madison, tributarios del Missouri, en los Estados Unidos de la América del Norte. Las fuentes silíceas de la cuenca del Fire-hole no contienen vestigios de cal, pues sus depósitos encierran 85 por 100 de sílice, 11 de agua y el resto de cloruro de magnesio. La sílice de estas tobas forma generalmente pequeños tubérculos ó masas coralinas. A las fuentes silíceas asócianse generalmente numerosas fuentes sulfurosas, lo que permite identificar el fenómeno de América con el estudiado en Islandia, confirmando además esta analogía el que el agua geiseriana del Parque Nacional no da tampoco por simple enfriamiento depósito alguno de silice. El célebre geologo norte-americano Hayden ha estudiado las tobas silíceas, generalmente de colores rojos, verdes y amarillos, con lustre nacarado y brillante. Existen también en estas localidades géiseres calcáreos, especialmente en los bordes del Gardiner's River. La isla de San Miguel, en el Archipiélago de las Azores, presenta numerosas fuentes geiserianas silíceas en el valle de Furnas, que fué hace tres siglos objeto de una violenta erupción. En el espacio de una hectárea aparece el suelo completamente acribillado de orificios, por los que salen corrientes de agua y de gases, producióndose en estas calderas, como en el país las llaman, verdaderos chorros intermitentes. Despréndese ácido carbónico con mucha abundancia, y sólo en algunas fuentes de muy alta temperatura se presentan el hidrógeno sulfurado y el sulfuro de sodio; cuando hay poca agua el hidrógeno sulfurado se oxida, originando sulfatos v á veces hasta ácido sulfúrico libre. Entre los elementos disueltos los más frecuentes son las sales de sosa, especialmente el bicarbonato cloruro, que el ácido sulfúrico, cuando existe, transforma en sulfatos, abundando también la sílice, que se deposita en fajas concéntricas. el Otro de los orígenes de la sílice es el de los depósitos metalíferos producidos por las fuentes calientes, como sucede en la clásica formación de Sulphur Bank en California, en donde la andesita se ha transformado en la superficie en sílice pulverulenta de un blanco de nieve perfecto, presentándose también silice gelatinosa de as |