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edad administraban en efecto justicia á los hijos de Israel, osaron, con mengua de su ministerio y de sus años, formar torpes proyectos contra la honra de Susana, propósito que favorecía la circunstancia de haberles franqueado ambos consortes sitio capaz en su propia habitación para que examinasen los litigios y celebrasen sus juntas. Acaecioles cierto dia despedirse uno de otro con falaces palabras, y tomar luego disimulada mente por diverso camino al punto en que pensaban poner por obra su criminal empresa, donde, encontrándose de repente cara á cara, mas despechados que confusos, diéronse mutua cuenta de lo que pretendían, y determinaron proseguir en la ejecución, de común acuerdo. Ocultos, pues, entre los árboles de un frondoso verjel, donde a la hora de mediodía gustaba de recrearse Susana, por ser tiempo de estío, viéroula llegar a poco rato, con alguna parte de su servidumbre; y si al principio pudo esto desalentar los, muy luego cobraron vuelo sus esperanzas oyéndola decir: «Trae ime óleo y unguentos, y cerrad todas las puertas, para que me bañe; con lo que desaparecieron las criadas. No bien quedaron solos, corrieron ambos viejos á donde se hallaba la desapercibida hebrea. He aquí (decian) las puertas de la huerta están cerradas, y nadie nos ve, y nosotros te amamos: logrese esta ocasión. Mas, recibidas con horror sus infames suplicas, pasaron á las amenazas, añadiendo:

Si no quisieres, testificaremos contra tí, contando que estaba contigo un mancebo, y que por eso despediste tus doncellas. Gimió entonces la infeliz Susana, y respondió: «Augustias me cercan por todas partes, porque, si esto hiciere, muerte es para mí, y si no lo hiciere, no me escapare de vuestras manos. Pero mejor me es caer en manos de vosotros que pecar en la presencia del Señor.> En esto comenzó a pedir socorro con voces desesperadas; mas ya se habían adelantado los viejos, gritando también y golpeando la puerta; y aunque à toda la gente que acudió pareciese cosa ajena de tan noble mujer el crimen que se la imputaba, logró crédito general con atestiguarlo personas de avanzada edad y de venerable carácter. Convocóse al pueblo; ratificáronse entrambos jueces en su declaracion; y habiendo descubierto el rostro á aquella casta esposa á fin de saciarse por última vez en la contemplación de su hermosura, sentenciaronla á morir apedreada, pena correspondiente al adulterio, según las leyes de que tan inicuamente eran dispensa dores. Poco faltaba para que se lograse su venganza, y ya la creían ellos satisfecha; pero, ¿en que ocasión llegó tarde á triunfar de la humana maldad la justicia del cielo Implorandola con llanto caminaba al suplicio Susana, cuando de repente sonó entre la muchedumbre una voz casi infantil, y sin embargo segura y atrevida, que gritaba: Limpio soy yo de la muerte de esa!» Era quien así decía Daniel, suscitado á tal hora para poner en claro la verdad por imprevisto camino. Alborotóse el pueblo al oir sus clamores; agolpose á escucharlos; cambióse poco a poco la general efervescencia en sentimientos más apacibles; suspendióse, en fin, la ejecución, y rodeando al inspirado mozo los ancianos de Israel, obligáronle à sentarse en medio de ellos para sustanciar en justicia aquella causa, encargo al parecer superior á sus pocos años. Mas no lo fué à la sutileza de Daniel, el cual, después de separar entre sí á los delatores, llamoles uno tras otro á presencia del pueblo, y se limitó á pregun tarles: «Si visteis á Susana con el mancebo, decid debajo de qué árbol.» Cogía de sorpresa á entrambos viejos esta demanda: «Debajo de un lentisco, respondió el primero; y el otro, con no menor turbación, «Debajo de una encina.» Descubierta la calumnia por tan sencillo modo, estalló la turba popular en gritos de ira contra los dos malvados, de aplauso para su discreto juez, de triunfo y de alabanza para la casta Susana. Volvio ésta con duplicado crédito al amor de su esposo, ejecutándose en ambos viejos la sentencia que contra ella habían pronunciado (1606 años a. de J.C.).

- SUSANA (SANTA): Biog. Mártir cristiana. M. en 295 después de Jesucristo, bajo el reinado de Diocleciano. Era, según los hagiografos, hija de un sacerdote llamado Gabinio, al que la Igle. sia católica venera como santo, sobrina del Papa Cayo y parienta del emperador Diocleciano. Los bolandistas y Baronio cuentan que el emperador, habiendo querido casarla con su hijo adopTOMO XIX

tivo Maximiano, la joven, lejos de desvanecerse
por el brillo y esplendor de semejante unión, de-
claró que desde hacía algún tiempo había hecho
voto de castidad, y que, sobre todo, nunca po-
dría ser mujer de un pagano. Después de supli-
carla largo tiempo, la amenazó el emperador, y
finalmente condenó á la rebelde como cristiana
y convicta de impiedad ante los dioses del Im-
perio. La cortaron la cabeza, y la emperatriz
hizo retirar su cuerpo durante la noche, y ella
misma lo embalsamó y sepultó. En el siglo v
levantaron en Roma una iglesia dedicada á San-
ta Susana, donde se conservan su sepulcro y sus
reliquias. La Iglesia celebra la fiesta de esta san-
ta el día 11 de agosto.

SUSANIA: f. Zool. Género de moluscos gaste-
podos del orden de los opistobranquios, fami-
cipales de este género de moluscos son los si-
lia de los pleurobránquidos. Los caracteres prin-
guientes: tentáculos bucales formando un ancho
velo con las extremidades triangulares; manto
escotado por delante y por detrás, muy grande,
sobresaliendo del pie en todo su contorno, y
además tuberculoso; pie oblongo y muy estre-
cho; rinótoros auriculados; ojos sentados; bran-
quia colocada en el lado derecho del cuerpo,
debajo del borde del manto, grande y libre;
orificios genitales muy aproximados y coloca-
dos á derecha é izquierda de la branquia; boca
proboscidiforme; las mandíbulas ovaladas y es-
camosas; rádula muy ancha y con muchas se-
ries; sin diente central; el lateral laminoso y
alargado, y los marginales extremadamente nu-
merosos; concha interna pequeña, membrano-
la espira posterior muy corta, y compuesta gene-
sa, delgada, flexible, ovalada, aplastada, con
ralmente de dos vueltas, con el borde posterior
no cóncavo. Estos moluscos verifican la cópula,
pero la fecundación no es siempre recíproca: exi-
viduos; ponen los huevos bajo la forma de cor-
ge algunas veces el concurso de más de dos indi-
dones ó de cintas gelatinosas; las larvas poseen
todas una concha espiral, un opérculo y un velo
ciliado; los órganos de la digestión pueden estar
privados de rádula, pero esta parte importante
puede estar suplida por láminas sólidas y enca-
jadas en la mucosa estomacal; el hígado está ex-

tremadamente ramificado.

briones.
La concha es espiral y operculada en los em-

narius, molusco muy abundante en las zonas
El tipo de este género es la Susania testudi.
de las laminarias, y habita también en la zona
litoral. Son zoófagos y se alimentan de pólipos.

SUSANO, NA (de suso): adj. ant. Que está á la
parte superior ó de arriba.

SUSANE: Geog. Lugar del ayunt. de Palacios del Sil, p. j. de Murias de Paredes, prov. de Leon; 348 habits.

SUSAO: Geog. Aldea de la parroquia de San Pedro de Sindrán, ayunt. y p. j. de Monforte, prov. de Lugo; 56 habits.

SUSAOS: Geog. Aldea de la parroquia de Santiago de Tronceda, ayunt. de Castro Caldelas, p. j. de Puebla de Trives, prov. de Orense; 55 habits.

SUSARIÓN: Biog. Poeta cómico ateniense. N. en Tripodisco (Megárida), y vivía en el siglo VI a. de J.C. Dejó su país natal y fué á esteblecerse en Icaria (Africa). Según la tradición, fué el primero que introdujo la comedia entre los atenienses (580-564 a. de J.C.). Los megarienses sobresalían en las farsas groseras de la primitiva comedia, y al establecerlas entre los atenienses Susarión debió modificarlas en cierto modo. No inventó la fábula cómica, puesto que Aristóteles la atribuye á Crates, pero parece que sustituyó la improvisación con papeles preparados de antemano y un diálogo versificado. Sus comedias no estaban escritas, por lo cual entre los antiguos no quedaba más que un vago recuerdo, pero dor en Atenas de un género que al cabo de un es una gloria para Susarión el haber sido el creasiglo llegó á toda su perfección.

SUSAVILA: Geog. Aldea de la parroquia de San Victorio de Ribas de Miño, ayunt. de Saviñao, p. j. de Monforte, prov. de Lugo; 115 ha

bitantes.

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...

siendo el lenguaje SUSCEPTIBLE en cierto grado de este poder de la música, es claro que no se debe desatender esta calidad suya, etc. JOVELLANOS.

Esta regla de prudencia es SUSCEPTIBLE de infinitas aplicaciones á lo antiguo y moderno. BALMES.

... esta es la comedia dicha clásica, y caida en desuso por las formas estrechas y lánguidas en que la han querido encerrar los preceptistas; pero SUSCEPTIBLE en nuestro entender de nuevo interés, y de ninguna manera agotada como se dice vulgarmente.

LARRA.
SUSCEPTIVO, VA (del lat. susceptivus): adj.
SUSCEPTIBLE.

ó efecto, de suscitar.
SUSCITACIÓN (del lat. suscitatio): f. Acción,

SUSCITAR (del lat. suscitare): a. Mover la primera vez, ó remover, alguna especie ó cuestión.

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Un patriota de Almería...
-¡¿SE SUSCRIBE! No por cierto.
Se despide.

BRETÓN DE LOS HERREROS.
SUSCRIPCIÓN: f. SUBSCRIPCIÓN.

- Aquí nos dice el librero De Cádiz...-¡Gracias á Dios!

- Que de los números sueltos
No ha vendido uno, y que va
Cada día decayendo
La SUSCRIPCIÓN.

BRETÓN DE LOS HERREROS.
SUSCRIPTO, TA, p. p. irreg. SUBSCRITO.
SUSCRIPTOR, RA: m. y f. SUBSCRIPTOR.
El escribiente le borra de un libro y el SUS-
CRIPTOR se retira.

BRETÓN DE LOS HERREROS.
SUSCRITO, TA: p. p. irreg. de SUSCRIBIR.
SUSCRITOR, RA: m. y f. SUBSCRIPTOR.

Llegaron los recibos; pero yo veo en ellos que usted anda demasiado. pues quiere ya SUSCRITORES sin haber anunciado la suscrición.

JOVELLANOS.

¡A ver? ¿Qué es eso?

¿Otro SUSCRITOR que cesa?

BRETÓN DE LOS HERREROS.

SUSERO, RA (de suso): adj. ant. Que está á la parte superior ó de arriba.

SUSEXITA (de Sussex, n. pr.): f. Miner. Borato hidratado de manganeso y magnesia, de composición perfectamente definida y con caracteres bien marcados, de suerte que constituye propiamente una verdadera especie mineralógica, aun cuando ni se encuentra en grandes masas ni tampoco se ve muy repartida en los terrenos, siendo mineral propio de determinados filones metálicos, en los cuales parece hallarse á modo

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de accidente, llenando ciertos huecos y asociada á otros minerales asimismo metálicos, que tienen con ella ciertas relaciones de analogía, respecto de la composición química y aun tocante á la apariencia externa y á la estructura y modo particular de disponesse sus elementos constitutivos. Desde el punto de vista de su composición química, significa la susexita asociación íntima de dos sales metálicas, ó unión, sirviendo como lazo el agua, del borato de manganeso y el bora to magnésico, cuyos cuerpos, atendiendo á lo sabido respecto del mecanismo químico de la formación de los boratos, no pudieron formarse, el primero á lo menos, sino á muy elevada temperatura y en un medio adecuado por sus condiciones para despertar las afinidades de un cuerpo cuyas funciones son tan poco enérgicas como las determinadas en el ácido bórico; sábese, no obstante, que en presencia de ciertos agentes, el fluor entre ellos, despiértanse sus avideces, haciéndose apto para contraer combinaciones, no sólo notables, atendiendo á su resistencia á los agentes químicos, sino al propio tiempo sumamente estables, en el sentido de no cambiar sus cualidades físicas y su estado, á no acudir al empleo de muy elevadas y muy sostenidas temperaturas.

No se presenta la susexita con formas geométricas definidas, ni se la ha visto formando cristales aislados definidos, con sus caras perfectamente dispuestas y terminadas, pues de ordinario aparece constituyendo masas nada considerables, en las que es de notar la estructura fibrosa marcadísima, sin que por eso deje de haber gran adherencia entre las fibras, no separables, conforme lo son las del amianto y otros minerales análogos á él, y que se caracterizan por esta singular propiedad. Posee además el borato hidratado de manganeso y magnesio magnífico brillo sedoso, sobre todo en la fractura reciente, y suele ser más o menos translúcido; el color es de ordinario blanco bastante puro; sin embargo, cítanse ejemplares amarillos y algunos pocos blancorrojizos y sin el color rosáceo ó de carne que es propio de casi todas las sales de manganeso, en especial si están hidratadas; la dureza, igual á la de la caliza, corresponde al número 3 de la escala de Mohs, y el peso específico, que tampoco es muy conside rable, mídese por 3,42, tratándose de los ejemplares más puros y ricos de manganeso.

En cuanto á la tomposición química de la susexita, he aquí los números dados por Brush, después de numerosos análisis, y referidos á 100 partes de mineral: ácido bórico 31,89, protóxido de manganeso 40, 10, óxido de magnesio 17,03, y agua 9,53, á cuyas cantidades corresponde la fórmula (MnO, MgO),Bo2O3 + H2O, la cual también puede escribirse de esta otra manera: H2(MnMg). Bo206.

Se ve, por lo tanto, cómo se trata en realidad de un borato doble normal, ó sea de la combinación verdadera y molecular del borato magnésico con el borato de manganeso y una molécula de agua, sirviendo como enlace ó composición de las dos sales, que de necesidad, dada la poca energía del radical ácido en ellas contenido, hubieron de generarse á elevada temperatura y mediante el influjo de poderosos agentes mineralizadores, conforme puede comprobarse observando los fenómenos de síntesis ó reproducción artificial de la mayoría de los boratos metálicos, susceptibles de ser constituídos en los laboratorios siguiendo procedimientos fundados en la fusión de sus elementos, los cuales sólo cambiando de estado y sosteniendo por el calor su transformación física, son capaces de combinarse, dando cuerpos sumamente estables y resistentes á las acciones de los reactivos y al fuego vivo del soplete. Por lo que hace á los caracteres químicos de la susexita, si bien tenemos que en ella se dan aquellas cualidades que indicadas quedan respecto de los minerales de semejante constitución química, se prestan mejor á cierto género de cambios y transformaciones, aprovechables para reconocerla y determinar la presencia de los metales en ella contenidos; merced á su cualidad de mineral hidratado, cuando se calienta en el tubo cerrado pierde el agua que contiene en estado de combinación, y actuando el oxígeno del aire sobre el manganeso oxidado al mínimo hacele cambiar de color, y el mineral, de blanco ó amarillento que era, vuélvese pronto bastante obscuro y acentuado; no se limitan á esto las acciones del calor, á las que es muy sensible la susexita,

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tanto que para fundirla basta la temperatura de la llama de una bujía; sometiéndola al dardo del soplete, y empleando la llama de oxidación, se funde bien pronto, dejando por todo residuo una masa informe caracterizada por su color negro, y al propio tiempo que la fusión llévase á cabo adquiere la llama el color verde que es propio y peculiar del ácido bórico; la materia, luego de enfriada, preséntase como una masa mejor vítrea que cristalina; si el mineral se ha mezclado con un elemento reductor y se ensaya luego al fuego en la forma indicada, presenta todos los caracteres asignados al manganeso en él contenido. Por vía húmeda no es tampoco más resistente á los reactivos, y así se ve que su mejor disolvente es el ácido clorhídrico concentrado, sin que sea preciso ayudar la acción calentando; en las disoluciones son reconocibles el ácido bórico, el manganeso y el magnesio. La susexita hállase como relleno en mezclas de kanklinita, zincita y wilemita en Sussex, mina Franklin, de Nueva Jersey, y es bastante escasa.

SUSIAC: Geog. Aldea del ayunt. de Muro de Roda, p. j. de Boltaña, prov. de Huesca; 16 habitantes.

SUSIANA: Geog. ant. Prov. del Imperio persa, limitada al N. por la Media, al E. por la Persia, al S. por el Golfo Pérsico y al O. por Babilonia. Montañosa al N. y E., donde se encontraba el monte Paracoatras, que la separaba de la Media, con los desfiladeros ó puertas de la Susiana (hoy desfiladeros de Zinyeran), tenía al S. vasta llanura, bien regada y fértil, pero de clima muy cálido. El trigo y la cebada daban 100 por 1. La población, formada primitivamente por una mezcla de elamitas (de raza semita) y cusitas, dividíase en grupos ó pueblos, entre los cuales sobresalían los elimeos, los uxios, los cisios y los coseos. Todos adoptaron desde la conquista del país por Ciro las costumbres persas. La Susiana formó en el Imperio de Darío la 8.a satrapía, pero en realidad sólo estaba sometida la región meridional, habitada por labradores pacíficos; los montañeses del N. y E. estaban tan poco sometidos, que el gran rey, para viajar libremente de Susa á Persépolis, tenía que pagarles tributo. Dividían la Susiana en varios distritos que derivaban sus nombres de los pueblos que los habitaban, á saber: al E. la Uciana, al N. la Mesa batena, la Cosea, la Cabandena y la Calcapitida; al O. la Elimaida; en el centro la Cisia, la Corbiana y la Gabrena, y al S. la Caracena y la Melitena. Además de Susa, la capital, eran las c. principales Selenia, Azara, Agi nis, Badaca y Anderica. Después de la muerte de Alejandro formó parte del reino de Siria, pasó luego á poder de los partos, y fué comprendida luego en el segundo Imperio persa. Conquistada más tarde por los árabes recibió de ellos el nombre de Juzistán, que aún hoy lleva, y es una de las prov. del moderno reino de Persia.

SUSILLA: Geog. Lugar del ayunt. de Valderredible, p. j. de Reinosa, prov. de Santander;

204 habits.

SUSILLO Y FERNÁNDEZ (ANTONIO): Biog. Escultor español contemporáneo. N. en Sevilla hacia 1854. M. en la misma ciudad á 22 de diciembre de 1896. Era hijo de un almacenista de aceitunas, comercio á que se dedicó en sus primeros años. El distinguido artista José de la Vega, que descubrió las felices disposiciones del joven para el modelado, le dió las primeras lecciones de Dibujo y Composición. Muy poco tiempo después eran conocidos y elogiados los primeros trabajos de Susillo, Bajo la Esfinge, Ultimos momentos de una cortesana y Una hebrea huyendo de la persecución: una de estas obras, presentada en 1879 en la Exposición de Cádiz, fué premiada con medalla de bronce. Susillo remitió (1882) á la Exposición abierta en Madrid por Hernán dez Una alegoría en barro. En marzo de 1883, un ruso entusiasta de las Artes, el príncipe Giedroge, le brindó protección y su casa en París, á donde Susillo marchó en abril del mismo año. Son obras del mismo artista: Los dos guardianes, La oración de la tarde y Maitines, ambas adquiridas por Evaristo Sagastizábal; El hijo de viudo y El sueño de la novicia, que compró Pedro Domecq: La huída á Egipto, propiedad de Bertemati; La noche de ánimas, que dedicó al general Polavieja; Volverán del amor á tus ol dos, propiedad de Rosario Díaz de Artiñano; En

pasco y Conferencia amistosa, de Manuel Cáma ra; Una mujer con un niño en brazos, la Alegoría que tituló Liber scriptus, y otros trabajos que permitían asegurar al joven artista excelente porvenir. Así sucedió, en efecto, merced á estas obras: La primera contienda, grupo en yeso presentado en la Exposición Nacional de Bellas Artes en Madrid verificada en 1886; El lazarillo de Tormes, que figuró en la Exposición de 1890 en la misma capital, y que fué adquirido por la duquesa viuda de Medinaceli; Las vícti mas del Machichaco, grupo en bronce terminado á fines de 1894, y estas 12 estatuas de hijos ilustres de Sevilla: Martínez Montañés; Rodrigo Ponce de León, marqués de Cádiz; Velázquez de Silva: Miguel de Mañara; Lope de Rueda; Ortiz de Zúñiga; Fernando de Herrera el Divino; Daoiz; Benito Arias Montano; Bartolomé Esteban Murillo; Perafán de Rivera, y Fray Bartolo. mé de Las Casas. Estas estatuas se hallan colocadas en el orden citado en la terraza del palacio de San Telmo en Sevilla. Encargadas á Susillo por la infanta María Luisa Fernanda (hermana de Isabel II), fueron terminadas en los comienzos de 1895. Susillo tenía en Sevilla su estudio ya en 1893. En Málaga contrajo matrimonio (29 de septiembre de 1894) con doña María Luisa Huelin. Es de gran mérito el citado grupo de Las víctimas del Machichaco, que al artista valió innumerables felicitaciones, y que describió así un periódico: «Se destaca, en primer término, la abnegación con la palma del sacrificio, indicando la lápida, en la que están inscritos los nombres de los que sucumbieron en aquella horrible catástrofe. Al pie de la lápida contémplase á la Marina, rodeada de sus atributos y meditando condolida, y á la Fama, que después de haber dejado grabados los nombres de las víctimas, vésela abrumada por intenso dolor. En la parte superior del grupo, entre nubes, adivínase á un grupo de ángeles que conduce á la gloria las almas de los héroes en el cumplimiento de su deber, y entre aquellos se desta ca uno en el momento en que deposita una corona sobre la lápida. Con gran inspiración el artista ha trazado en un pedazo de aquélla una muestra de la hecatombe, trocando el buril por el martillo, que artísticamente ha esculpido en el bronce las líneas bruscas de lo inesperado y lo que destroza. Toda la obra es de estilo mudé jar.» Susillo seguía cultivando con amor su arte cuando se suicidó en la fecha anteriormente citada.

SUSIN: Geog. Lugar del ayunt. de Oliván, p. j. de Jaca, prov. de Huesca; 18 habits.

SUSINOS DEL PÁRAMO: Geog. Lugar con ayunt., p. j. y dióc. de Burgos; 291 habits. Situado cerca de Mansilla. Terreno desigual y barrancoso; cereales y legumbres.

SUSMIL: Geog. Aldea de la parroquia de San Martín de Vilelos, ayunt. de Saviñao, partido judicial de Monforte, prov. de Lugo; 65 habits.

suso (del lat. sursum): adv. 1. Asuso.

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ficado en panoja; las brácteas foliáceas, y las flores muy pequeñas, bibracteoladas y dispues tas en espigas; cáliz colorido, partido en seis divisiones, persistente, con las lacinias interiores mayores y más delgadas que las exteriores; seis estambres insertos sobre un disco hipogino trigono, adherentes á los pétalos, extrorsos, con los filamentos filiformes, y las anteras aovadas, insertas por la mitad del dorso, biloculares y longitudinalmente dehiscentes; ovario sentado, libre, trilocular, con los ovulos anfitropos, solitarios, insertos en el ángulo central; tres estig. mas sentados, obtusos y patentes. El fruto es una baya coronada por los estigmas, trilocular y polisperma; semillas abroqueladas.

SUSODICHO, CHA (de suso, arriba, y dicho): adj. SOBREDICHO.

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des pesos; el extremo libre de la cuerda pasa por una polea y de allí va á parar á un torno; un ejemplo notable de esta suspensión es el que algunas veces se emplea en los mesones que se hallan en el campo, donde sólo se puede procurar una luz de aceite ó petróleo que, encerrada en un farol, debe estar á gran altura para no ser tropezada por los carros cargados que puedan entrar en el mesón, y que ocupando el centro del vestíbulo para alumbrarles igualmente pueda derla; el sistema de que se hace uso para ello es ser fácil hacerla descender para atizarla y encensencillo (fig. 1), y consiste en tender entre los dos muros más próximos y en la parte central A y B una cadena CDEF no muy tirante; en dos

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- SUSPENDER: fig. Privar temporalmente á que parte de D pasa por otra pequeña polea que uno del sueldo ó empleo que tiene.

- SUSPENDERSE: r. Asegurarse el caballo so-
las piernas con los brazos al aire.

SUSPENDIMIENTO: m. ant. SUSPENSIÓN.

lleva pendiente de sus armas el farol G, y después sube por encima de la polea E, pasa á otra fija en el muro B, y de ésta, H, baja enrasando con el muro hasta engancharse en un clavo ó argolla I; para bajar el farol basta soltar la cuerda I; la

SUSPENSIÓN (del lat. suspensio): f. Acción, ó tensión de la cuerda DGEHI debe ser la misma efecto, de suspender.

-¿Qué SUSPENSIONFS son estas,
Don Pedro? -¿De quien os mira
Extrañáis que se suspenda?

MORETO.

- SUSPENSIÓN: Detención ó parada.

... no te contradigo sus astucias y atención, ni las diligencias de su olfato, ni la cuidadosa velocidad de su movimiento... ni las SUSPENSIONES de sus pies.

QUEVEDO.

Por SUSPENSIÓN de su real tarea,
A campo, sol y soledad destina
Breve espacio de tarde, mas no espacio,
Que como reina bien, descansa aprisa.

SUSOTOXINA: f. Quím. Base orgánica perteneciente al grupo de las toxinas, y cuya composicion se representa por la formula CHN Des le que los progresos de la Microbiologiabre permitieron descubrir que multitud de entermedades coincidian con el desarrollo y la aparición de determinados microorganismos generalizados en todo el cuerpo ó localizados en ciertos órganos, se creyó que la causa de aquéllas no eran sino éstos, que las original an durante su proceso biológico; después, y à consecuencia del descubrimiento de las ptomainas de Selmi, y posteriormente de las leucomainas de Gautier, los investigadores se dedicaron a aplicar los procedimientos ideados por estos químicos al aná lisis de los humores producidos por individuos en estado patológico, y de aquí nació el descubri miento de las toxinas, que se diferenciaban de las leucomaínas en que estas se producían por los individuos en estado normal y aquellas eran originadas por los procesos patológicos. Entonces se inició la discusión entre los microbiólogos y los químicos, por suponer aquellos que dichos procesos se debían á microbios específicos, mientras que los segundos admitían que el papel de estos seres infinitamente pequeños quedaba reducido á elaborar las toxinas que constituían la causa eficiente de las enfermedades, y consecuencia de esta discusión, á la que todos querían aportar datos que fortaleciesen sus ideas, fué el descubrimiento de algunas de esas substancias, que por tan extraña y anormal manera se producían en ciertos estados morbosos. La aplica - SUSPENSIÓN: Ret. Figura que se comete dición de los métodos de análisis ideados por Gaulatando, para avivar el interés del oyente ó lectier á los cultivos del bacilo característico del tor, la declaración del concepto á que va enca cólera del cerdo permitió á Novy descubrir en minado y en que ha de tener remate lo dicho 1890 una materia tóxica y de naturaleza alco- anteriormente." lóidica, cuya composición respondía á la fórmula antes escrita, y á la que denominó susotoxina, del nombre genérico con que se designa en Zoología el animal donde se recogió el bacilo citado.

Aunque esta base no se ha obtenido en estado de libertad, dicho químico logró aislar su clorhidrato líquido, siruposo, con tendencias á cris talizar, soluble en agua y alcohol absoluto, y que calentado en presencia de la potasa ó de la sosa desprende un olor especial seniejante al de todas las aminas; esta sal, bastante venenosa, tratada por el cloruro platínico forma un cloroplatinato cristalizable, y con el cloruro mercúrico da un precipitado granuloso. El químico citado cree que la base por el descubierta es idéntica con la denominada susolotoxina, substancia débilmente venenosa extraída por Schweinitz de los cultivos del bacilo citado, y cuyos caracteres, á excepción de la fórmula, coinciden completamente con los de aquella.

SUSOVILA: Geog. Lugar de la ayuda de parro quia de San Mamed de Bodaño, ayunt. de Carbia, p. j. de Lalín, prov. de Pontevedra; 121 habits.

JOSÉ PÉREZ DE MONTORO.

- SUSPENSIÓN: Censura eclesiástica ó pena política, que en todo ó en parte priva del uso del oficio ó beneficio, ó de sus goces ó emolu.

mentos.

- SUSPENSIÓN: Mús. Detención de la voz en un punto, más de lo que le corresponde por su intervalo.

- SUSPENSIÓN DE ARMAS: Mil. Cesación de hostilidades por algún tiempo.

- SUSPENSIÓN: Maq. Mecanismo empleado
para sostener el todo ó parte de una máquina ú
objeto cualquiera; se diferencia del soporte en

éste es un cuerpo muerto que sirve de punto
que
de apoyo, y la suspensión forma parte integrante
explicar en el reducido espacio de que dispone-
de la máquina ú objeto suspendido; imposible es
mos todos los sistemas de suspensión conocidos,
lo que exigiría además un estudio completo de
su teoría, y por lo tanto sólo indicaremos algu
nos de los más comunes ó más notables.

La suspensión más sencilla es la de cuerdas,
(V. POLEA y TRÓCULO); una cuerda sencilla su-
ya solas, ya combinadas con poleas ó tróculos
jeta en uno de sus extremos el cuerpo que se
la plomada, etc., o bien el cuerpo va colgado de
trata de suspender, como sucede con el péndulo,
las armas de una polea por la que pasa una cuer-
da fija en sus dos extremos ó en uno solo, y cuyo
otro cabo pasa por otra polea fija para elevar el
cuerpo en cuestión; en lugar de una polea senci

en toda su longitud, y el valor de aquélla se obtendrá observando que las tensiones de los ramales GD y GE deben tener una resultan te igual al peso del farol p; si por G se levanta la vertical y se toma GP=p, que representa este peso, y que forma el paralelogramo dPeG, los fados Gdy Ge representarán las componentes ó tensiones de los cordones que terminan en G; y como estas tensiones han de ser iguales, los cordones GD y GE estarán igualmente inclinados sobre la vertical; para hallar las tensiones en CD, DE y EF, observaremos que está sometida la cadena á una fuerza Da dirigida según GD é igual á Gd que acabamos de hallar, y aplicada en D; en E á una fuerza Eb igual á la resultante Ef de las tensiones EG y EH; las tensiones de DC Y DE equilibran á la fuerza que obra según DG, y en consecuencia Da debe ser igual y opueslelogramo ah Dg, las magnitudes Dh y Dg repreta á DG, y por lo tanto, trazando por a el parasentarán las tensiones de CD y DE; por igual razón Eb debe ser igual y opuesta á Ef, y tra zando por b el paralelogramo bm En, Em y En, serán las tensiones de ED y EF; y como la tensión en DE ha de ser la misma en todos sus puntos, será preciso que EmDg, lo que determinará la forma que afectará la cadena.

La suspensión bifiliar, que se emplea en las agujas electrizadas ó electómetros, es otro ejomplo de suspensión por cuerdas ó hilos, pero sin poleas; está formada por dos hilos de seda sin torcer, paralelos ó ligeramente convergentes hacia los extremos de la aguja (fig. 2), y está desti

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nada á llevar, como hemos dicho, un electróme| lla, puede emplearse un tróculo ó polipasto, me- tro, un carrete (electrodinamómetro), ó un imán dio que se utiliza para suspender y elevar gran-(medida de los momentos magnéticos). Cuando

el aparato suspendido, cualquiera de éstos que sea, esté en equilibrio, los dos hilos que le suspenden se encuentran en un mismo plano vertical, que en el caso de ser un imán es el mismo meridiano magnético; pero desde el momento que se le somete á una acción eléctrica que altere el equilibrio los hilos de suspensión giran alrededor de los puntos O y C, pasando la aguja de su posición (AB, ab) a la (DF, df), girando alrededor de la vertical (EE, e), deteniéndose la rotación cuando la fuerza de torsión del aparato equilibra la acción eléctrica ó magnética, estando determinada esta fuerza por la formula

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en que p representa el peso de la aguja y a el ángulo de giro cef; la suspensión bifiliar puede, por lo tanto, reemplazar á un delgado hilo metálico, y tiene la ventaja sobre el último de que tiende siempre á llevar la aguja sensiblemente al cero cuando cesa la acción que la había desviado de su posición de equilibrio, en tanto que ésta cambia constantemente con un solo hilo metálico de suspensión; aquí la fuerza de torsión es proporcional al seno del ángulo a y no al ángulo mismo, lo que tiene el inconveniente de no poderse emplear para torsiones superiores á 90° sexagesimales; sin embargo, en los electrómetros bastan de ordinario torsiones muy pequeñas, y entonces no hay error sensible en tomar el arco por el seno; de ordinario las suspensiones bifiliares se hacen con un hilo de algodón sujeto á la aguja por sus dos extremos y apoyado en el centro sobre una polea, lo que permite variar la longitud; las agujas llevan en sus extremos dos pequeños ganchos, en los que entran lazadas hechas sobre el hilo; el poder variar la longitud de los hilos, presenta la ventaja de poder modificar la sensibilidad del apa

rato.

La suspensión de las cajas de los carruajes antiguos, y la que aún tienen los de gala de la Casa Real y de parte de la nobleza de España, es de correas, á cuyo efecto del bastidor del carruaje salen en cada ángulo unas cerchas curvas rígidas que miran hacia la caja, y de las cabezas de aquéllas parten unas correas cuya longitud puede variar por un sistema de hebillas, y van á coger la caja por la parte inferior, con lo que resulta de movimientos muy suaves; pero como si no hubiera otra sujeción, para un pequeño movimiento, el balance de la caja sería demasiado grande, se corrige esto colocando pequeñas correas que van desde los ángulos superiores de la caja á las cabezas de las cerchas, con lo que así se asegura la posición de aquélla sin perder nada la blandura de los movimientos.

Otro de los sistemas de suspensión es el uso de muelles, destinado á suavizar los movimientos bruscos y trepidaciones que no se quiere se hagan sentir en el aparato suspendido, haciendo los muelles el oficio de reguladores; este sistema se emplea principalmente en carruajes de todas especies; los muelles pueden ser de media ballesta ó de ballesta entera, formada por dos medias ballestas que se unen por un perno, tomando la forma exterior de un sólido de igual resistencia; cada media ballesta se compone de una serie de láminas de acero largas y estrechas y de poco espesor, las que á medida que están más al exterior de la curva que forman van siendo más cortas; están cosidas unas á otras, y tan pronto, si son medias ballestas, se apoyan por el centro en el eje y por los extremos sostienen la caja, como sucede lo inverso, empleándose de muchas formas para los carruajes ordinarios y para los vagones de las líneas férreas, ténders y locomotoras (V. TENDER); no entramos aquí en su descripción detallada, porque ya en otra parte nos hemos ocupado de ella.

Para disminuir la influencia de las resistencias pasivas se emplean otros medios de suspensión; así, para la máquina de Atwood, para estudiar la ley del descenso de los graves, se emplea una polea R; y como lo que interesa es disminuir los rozamientos, si descansase su eje sobre cojinetes se produciría un rozamiento de primera especie ó resbalamiento muy duro que alteraría los resultados, y para evitarlo se le convierte en rozamiento de segunda especie ó de rodadura, haciendo que los muñones de acero, muy delgados, se apoyen cada uno en dos poleas A y D, que se cruzan sin tocarse, sostenidas en cojinetes aislados también; y aunque pudiera objetarse que

en lugar de resbalar los muñones de R (fig. 3), que son dos, se produce la rodadura y los resbalamientos de ocho muñones diferentes, como el ángulo de rodadura de Res 2n, es decir, un cierto número de circunferencias, mientras que los de A y B son la fracción de una circunferencia y una fracción muy pequeña por ser los muñones de R muy delgados, se obtiene una ven

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taja considerable, con que no se puede contar sin la suspensión.

Para la suspensión de las campanas se requiere un mecanismo especial, pues su peso es muy considerable y deben tener un movimiento oscilatorio que produce rozamientos muy difíciles de vencer, los que harían casi imposible el manejo de aquéllas; se consigue, sin embargo, el movimiento con un pequeño esfuerzo por una disposición especial empleada por primera vez acaso en la gran campana de Metz, que funciona en esta forma hace muy cerca de cinco siglos. La maza de dicha campana gira alrededor de dos gorrones cilíndricos (fig. 4), de los que sólo se ve en la figura el O de uno de los costados, que se apoya sobre un sector A, que termina

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inferiormente en un pequeño cilindro B, el que se apoya sobre un cojinete M; detrás de este sector, y entre él y la armadura, de madera, que le sostiene, hay otros dos sectores Cy D, que comprenden al gorrón sostenido en su posición vertical por las deslizaderas G y H, y que se prolongan por un vástago horizontal, en que termina cada uno, en otros cilindros Ey F que á su vez pueden girar en los cojinetes correspondientes; estos sectores Cy D van articulados en I y J respectivamente à dos bielas IK y JL, y éstas lo están á su vez en otras dos NK y NL, que se articulan en N con la cabeza NO de la maza que lleva á la campana; por esta suspensión, cuando la campana se pone en movimiento, el gorrón 0 rueda sebre el sector A, que á su vez gira alrededor de su purto de apoyo B, inclinándose ya á derecha ya á izquierda, siguiendo el movimien to oscilatorio de la campana; si no existieran los sectores C'y D se saldría la maza de su posición, pero estos sectores lo impiden, y si estuvieran fijos resultaría en determinados momentos un rozamiento de deslizamiento con el gorrón; pero como por su movilidad alrededor de Ey F giran con él, se impide este deslizamiento y el gorrón se halla siempre sobre el sector 4, con el que tiene una adherencia suficiente para hacer girar A con él, y el gorrón descansa siempre en el medio del arco de círculo que termina este sector; en cuanto á los Cy D no sucede lo mismo, pues el gorrón se apoya alternativamente en uno y en otro; para hacer que el movimiento de O sobre C ó D se convierta en una rodadura están las bie

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las articuladas de que antes hemos hablado, pues inclinándose el punto N á uno y otro lado en dirección contraria al movimiento de la campana estos dos sectores giran al mismo tiempo que aquélla oscila, habiéndose calculado la disposición de tal manera que los movimientos de dichos sectores son los mismos que si fuesen producidos por la rodadura del gorrón sobre sus superficies.

La suspensión de las péndolas de algunos relojes, para evitar rozamientos, es eminentemente sencilla (fig. 5): la varilla C de la péndola se termina superiormente por un muelle de acero B, que generalmente es un trozo de muelle real del reloj, el que está sujeto por unas pinzas A, que juntas forman un paralelepípedo; el muelle B entra de canto en la ranura que dejan las dos piezas fijas Dy F, de bronce ó latón; la varilla Centra después en una caja ó bastidor cuadrado, H, en que termina una varilla vertical unida al áncora del escape, de modo que al oscilar éste oscila la varilla, y el cuadro GH, arrastrando en su movimiento á la varilla B de la péndola, sin tener que vencer otra resistencia pasiva que la flexibilidad del muelle; en los relojes cicloidales, sobre todo, es indispensable esta suspensión, que se completa haciendo seguir á las piezas fijas Dy E de dos cilindros cicloi

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dales I y J, á los que al oscilar la péndola se va adaptando el muelle B.

La suspensión Cardan, del nombre de su inventor, está destinada á conservar constantemente la posición vertical ú horizontal del cuerpo suspendido, y fué ideada para satisfacer las necesidades de la navegación. Sabido es que para ésta se guía el marino principalmente por las indicaciones de la brújula, que encerrada en la bitácora no debe tener otros movimientos que los oscilatorios de la aguja imanada, alrededor del pivote central y vertical en que se apoya; para esto se hace preciso que la caja MM' (fig. 6), en que va encerrada, se mantenga constantemente horizontal, á pesar de los vaivenes del buque, tanto más acentuados cuanto mayor es la marejada, es decir, en las borrascas, cuando más necesario es consultar la brújula, cuando es indispensable conservar aquélla en posición horizontal; el sistema de suspensión es sumamente sencillo: se compone en la brújula marina de una gran caja cilíndrica ó prismática ABCD, en la que está vaciado un cilindro FF, revestido in

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trica á los anteriores va la caja de la brújula MM', que se termina en dos gorrones situados en los extremos de un mismo diámetro Jy K, los que pueden girar en cojinetes labrados en el disco LL, y según el diámetro perpendicular al de los muñones H, I; por este medio la caja MM', que va lastrada de modo que su centro de gravedad esté muy por debajo de la aguja, y perfectamente equilibrada, puede girar alrededor de los ejes JK y HI, perpendiculares é independientes, y por tanto, cualquiera que sea la posi ción de la caja ABCD, se conservará dicha caja horizontal, y el pivote V de la aguja vertical. También se aplica este sistema a los barómetros Fortin para conservarlos en su posición ver. tical, y á otros muchos aparatos que exigen cierta fijeza en su posición, según indicamos al principio.

La suspensión que se emplea en las mazas de las machinas destinadas á la hinca de pilotes (V. MACHINA) es muy sencilla y satisface à su objeto, que es elevar la maza M (fig. 7) más ó menos lentamente y soltarla automaticamente, dejándola en libertad al llegar á su punto más

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alto, para que la caída sea rápida; la maza termina al efecto superiormente en una anilla P que es cogida por los ganchos Cy D, en que termina una tenaza cuyos brazos AC y BD tinen ejes de giro diferentes; las piernas de la tenaza son curvas, como representa la figura, y tienden cons. tantemente á estar cerradas por la acción de los muelles Ey F; va el aparato suspendido de H por una cuerda que pasa por una polea colocada en la parte superior y que no se ve en la figura; en la parte alta de la machina hay dos zoquetes, Jy L, que terminan en una curva convergen te, de modo que al elevar la maza entran las tenazas en la curva, y obligadas por ésta se abren, dejando suelta la maza de aquélla, y una vez que ha caído desciende la suspensión, que se llama de escape, y al tocar los ganchos á la anilla P, por la forma exterior de estos mismos ganchos y por la violencia del golpe, vuelven á abrirse y cogen de nuevo automáticamente la maza. Otros muchos sistemas pudiéramos presentar de suspensiones, pero basta con los que hemos indicado para que se comprenda su objeto y los ingenio. sos y sencillos mecanismos con que en la mayor parte de los casos pueden resolverse los proble inas que con tanta frecuencia se presentan en el establecimiento de las máquinas.

- SUSPENSIÓN: Med. leg. Según el Dr. Mata, se entiende por suspensión (desde el punto de vista médicolegal) del levantamiento de un cuerpo en alto ó al aire. La estrangulación asfixia siempre, y la suspensión no; para que la suspensión asfixie, es menester que haya estrangulación.

Un sujeto puede estar colgado sin sufrir estrangulación, no sólo aplicándole el lazo á varias partes del cuerpo, sino aun cuando se le aplique al cuello; si se coloca el lazo, por ejemplo, debajo de la mandíbula, no hay estrangulación; si en el acto de colgarle se le disloca la segunda vértebra y se le rasga la medula, tampoco hay estrangulación; para que ésta exista es necesario que el lazo apriete la laringe ó esté colocado debajo de ella.

Un hombre suspenso (dice el Dr. Mata, Tratado de Med. leg.) puede morir de varios modos: por estrangulación ó asfixia; por ingurgitación ó congestión cerebral; por congestión y estrangulación ó de un modo mixto; por desgarro de la medula. Preciso es tener en cuenta esos diferentes modos de morir para poder apreciar debida

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mente los fenómenos propios de esa forma de asfixia. La muerte más común es la producida por estancación sanguínea y asfixia unidas. Re. mer, Fleichmann y Devergie tienden á creer que hay en algunos de estos casos una apoplejía ner. vio-a, á la que sucumbe el colgado y tal vez el ahogado. La influencia del cerebro sobre el corazón y los pulmones cesa de repente, y el sujeto muere: es la nemoparálisis de Casper. Durante mucho tiempo se creyó que un sujeto no podía perecer colgado sin abandonar el suelo. March modificó la opinión dominante en este punto. Habiéndose suicidado el príncipe de Condé colgandose de la falleba de una ventana, y por lo mismo de un modo incompleto, March tuvo ocasión de reunir muchos casos por el estilo y probar con ellos que puede efectuarse la suspensión aun cuando no esté colgado por completo el sujeto. En el Hôtel-Dieu de París, cierta mujer se suicidó colgándose en parte de su cama. Remer, entre 100 casos de suspensión, contó 14 en que se efectúo tocando los colgados el suelo con los pies ó las rodillas. Brierre de Boismont recogió 174 casos de suicidio por suspensión, de los cuales 124 estaban en contacto con el suelo ú otro apoyo, donde podían tener su base de sustentación; seis se colgaron en la cama, dobladas las rodillas y reposando sus pies en los colchones; 23 estaban encogidos de rodillas, como doblados sobre sí mismos; cuatro, después de haberse atado à las columnitas de su cama, se habían dejado deslizar hacia el suelo, estando su cuerpo como paralelo á aquél; 11 estaban senta. dos... De todos esos hechos puede deducirse que la suspensión se verifica, tanto estando el sujeto en el aire, como tocando el suelo ó cualquier otro punto de apoyo con los pies y rodillas, ó teniendo el cuerpo en una especie de plano casi hori. zontal.

En cualquiera de esas posiciones, el peso del cuerpo, aunque no sea más que el de los hombros y parte superior del pecho, basta para efectuar la constricción completa ó incompleta del cuello y producir la muerte.

Los órganos que en la asfixia por suspensión experimentan modificaciones, y los fenómenos por los que se revela este género de muerte, son los siguientes: la piel, los dedos, la cara y el cuello; erección y eyecciones; turgescencia de la vulva; salida de las heces y de la orina; el tejido celular correspondiente al surco hecho por el lazo y sus inmediaciones; los músculos del cuello; los cartílagos de la laringe y el hueso hioides; los vasos del cuello, el cerebro, sus membranas, sus vasos, la columna vertebral y algunos otros órganos.

La piel puede presentar un color violáceo más ó menos notable, en parte ó en su totalidad. Es común no ver lívidos más que los pies y las manos, conservando el resto del cuerpo su estado natural. Acaso influye en esto la posición del cadáver, observándose verdaderas livideces cadavéricas de los puntos más declives.

Los dedos están doblados y á veces clavadas en la piel las uñas.

La cara, generalmente pálida, no expresa sufrimiento alguno, pero sí tiene cierto aire de torpeza. Los ojos medio cerrados, á veces abiertos y prominentes, con equimosis en la esclerótica; boca abierta, lengua más o menos saliente, qui zás aplicada detrás de los arcos dentarios, sin infarto ni hinchazón notable. Esquirol y Fleichmann han observado que algunas horas después de estar colgada una persona la palidez cede su puesto á la lividez del rostro, y éste se hincha ó abotaga; son los efectos de la congestión cerebral.

Si el colgado lo ha sido por el verdugo ó por malhechores, suele presentar el rostro lívido, los ojos salientes y la lengua fuera de la boca. Belloc, Foderé y Orfila atribuyen este último fenómeno á la dislocación del hioides. Si el lazo constrictor está por encima del hioides, la lengua se ve detras de los arcos dentarios; si debajo de la laringe, la lengua sale. Fleichmann opina que la salida de la lengua anuncia una agonía más larga y dolorosa. Devergie pregunta si podría ser un fenómeno nervioso la salida de la lengua. Esta diversidad de opiniones depende de la notable variación que se observa en los colgados con respecto á la posición de aquel órgano. En un cuadro de 152 colgados, observó Klein 15, Remer uno, Jacquemin uno, Allingras uno, Saint-Aimand uno, Fleichmann seis, Esquirol tres, Orfila ocho, Ansiaux de Lieja uno, y Devergie 15. La lengua se

presentó en unos mordida y en otros hinchada; en éstos detrás de los arcos dentarios; en aquéllos saliente, aunque poco.

Respecto al cuello, el lazo con que se cuelga á un sujeto suele dejar uno ó más surcos, que están en relación con el volumen, forma y dimensiones del mismo lazo. Cuando el lazo no da más que una vuelta no hay más que un surco, y por lo común sólo coge la parte anterior del cuello, especialmente cuando el lazo es corredizo. Si el surco es doble hay uno transversal y otro oblicuo, dependiente de que, aplicada primero la cuerda a la parte posterior, se dirige á la anterior y vuelve hacia atrás. Un solo surco circular indica que el sujeto ha sido estrangulado. Por regla general se usa una cuerda para la suspensión, y el surco es tanto menos profundo cuanto más gruesa sea la cuerda.

El estado de la piel del surco merece ser exa minado. Dicha piel es blanca y contrasta con el color de los bordes del surco, que es livido ó violáceo. La inyección de los bordes del surco no tiene más que una ó dos líneas de extensión, y es tanto más marcada cuanto más profundo el surco; por eso resulta más notable en la parte anterior, y falta á veces en la posterior. En el fondo del surco se notan á veces depresiones que indican desigualdad del lazo ó de los nudos. En ciertos casos, cuando la cuerda es nueva y muy torcida, y se ha hecho la compresión de un modo brusco ó á modo de sierra, se encuentran en el surco escoriaciones. La epidermis y un poco del cuerpo mucoso quedan rasgados, y si lo han sido durante la vida aparecen sanguinolentos.

La piel del surco, tal como se acaba de describir, indica que hace poco que el sujeto está colgado. Más tarde se presenta de otro modo, tiene color moreno, al propio tiempo que está seca á modo de pergamino. Igual estado se ve cuando la presión ha sido muy fuerte y cuando el lazo ha sido quitado poco tiempo después de la muerte, quedando la piel expuesta al aire. Es un efecto físico resultante de la desecación de la piel bajo la influencia del aire. La presión ha hecho refluir los líquidos de la parte comprimida hacia arriba y hacia abajo; las láminas dérmicas se han apretado; mientras se han conservado húmedas la piel no ha perdido su aspecto ni su blancura, pero en cuanto el aire ha evaporado la parte acuosa se ha efectuado la desecación, tomando la piel consistencia de pergamino. El aflujo de sangre explica la lividez de los bordes del surco, y la congestión cerebral por dificultad del círculo de la sangre da razón de la mayor lividez que el labio superior del surco presenta en semejantes casos. Contribuye notablemente á las heridas de los bordes del surco el modo de morir el sujeto colgado; si muere acto continuo, por dislocación de la medula ó por estrangulación completa, no hay equimosis & mancha morada en los bordes.

En muchos suicidas por suspensión se encuentra el miembro viril en mediana erección y manchas de esperma en la camisa, en el punto correspondiente al balano. Cuando no hay más que una mancha es grande y de 2 á 3 pulgadas de diámetro. Si hay flujo blenorrágico, se obscurecen los caracteres de estas manchas. Algu nos autores no han podido observar la erección del pene, pero el doctor Mata afirma que el fenómeno es más común de lo que se cree. Si ha pasado algún tiempo desde que se efectuó la suspensión, la sangre que llena los cuerpos cavernosos y que sostenía la erección vuelve á su centro y el miembro se abate.

Remer ha preguntado si los órganos genitales de la mujer pueden presentar algún vestigio en la muerte por suspensión: se cita el caso de una ahorcada cuyas partes genitales estaban rojas, húmedas, uno de los grandes labios hinchado y el orificio del útero abierto. Casper se inclina á negar el valor y hasta la existencia de los datos relativos á los órganos genitales en la muerte por suspensión. En cambio Guyón refiere 14 casos de negros colgados, todos los cuales tuvieron erección, y en nueve de ellos persistió una hora después de la muerte.

Es frecuente encontrar la ropa del ahorcado manchada de excrementos y mojada de orina, que se escapan en el instante de la muerte. Parece que la suspensión circulatoria precipita en estos casos los movimientos peristálticos y relaja les esfinteres.

En cuanto al tejido celular subcutáneo correspondiente al surco, Esquirol fué el primero que ĺlamó la atención acerca de su estado. Debajo

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