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brezo, el cual conviene principalmente á plantas de estufa, debiendo a veces contrarrestar, ó por lo menos atenuar su acción, mezclándolo con cal viva, que obra como óxido neutralizando su acidez. Pero cuando las plantas que suministran el mantillo no contienen sino pequeñas dosis de tanino, y este es el caso más general, aquél es neutro, dulce ó suave, no goza de las propiedades ácidas indicadas antes, y es útil á la mayor parte de las plantas. El mantillo, resultado de la alteración de las que producen la turba en lugares bajos, pantanosos, ó en el nivel de las nieves perpetuas, goza de propiedades y caracteres particulares, por cuya razón se llama turboso; por regla general no conviene á muchos vegetales.

El mantillo, sobre contener el amoníaco, el ácido carbónico y el nitrógeno, que contribuyen al desarrollo vegetal, obra física y químicamente sobre sus diferentes elementos componentes, determinando acciones por demás ventajosas para las plantas. Fisica ó mecánicamente contribuye á esponjar y dividir el suelo, haciéndole más accesible al calor, á los agentes de la atmósfera y á la humedad que conserva entre sus moléculas.

Por su multiple modo de obrar químico produce en primer término calor como resultado de las reacciones que en su seno se verifican, aumentando el que se absorbe en mayor cantidad por las tintas obscuras y hasta completamente negras que en él dominan; en segundo lugar, por la acción del oxígeno de la atmósfera, verifi case una especie de combustión lenta de la materia vegetal, que da por resultado la formación de la ulmina, ácido úlmico ó húmico, y la geína, substancia negruzca muy parecida al azabache, en la cual residen las principales virtudes del mantillo, por cuanto goza de una gran tendencia á combinarse con las substancias amoniacales, y en especial con el amoníaco del carbonato, desalojando el ácido carbónico que queda en libertad, cuya misión principal es hacer solu. bles las substancias minerales de la tierra ó de los abonos mismos, sin cuya condición no podrían penetrar en el organismo.

Todas las plantas no necesitan igual cantidad de mantillo; así, por ejemplo, el centeno y la avena prosperan en un suelo que contenga 1 ó 1,5 por 100 de materias orgánicas; las buenas tierras trigueras deben llevar desde 4 ó 5 hasta 8 por 100. También varía la acción de los elementos orgánicos del suelo á tenor de su composión mineral; pues, por ejemplo, los calizos consumen más por la manera enérgica de obrar del ácido carbónico y de la cal viva, al paso que el predominio de la arcilla hace que sea más lenta y duradera la influencia orgánica.

Las tierras que llevan una gran proporción de mantillo reciben el nombre de humíferas; en los deltas ó alfaques, sobre todo si se cría turba, llega aquélla hasta el 70 por 100, y se llaman turbosas; en la formación del lehm ó cieno diluvial suele a veces alcanzar hasta el 20 ó 25 por 100; pero por lo común la cantidad de materias orgá nicas que lleva el suelo arable es mucho más pequeña.

Las propiedades físicas de las tierras estudian los caracteres para cuyo examen no se necesita alterar su naturaleza. Las principales son: densidad, tenacidad, adherencia, higroscopicidad, permeabilidad, capilaridad, absorción de lahumedad atmosférica, desecación, absorción del calor, y absorción de gases, materias salinas orgánicas.

y

La determinación del peso específico de las tierras puede efectuarse por cualquiera de los métodos indicados en Física, si bien el más sencillo consiste en tomar un frasco de boca algo ancha y pesarlo exactamente lleno de agua destilada; se pesa asimismo una pequeña cantidad de tierra y se introduce después en el frasco, con lo que se verterá parte del agua; se seca perfectamente éste después de haberle agitado para que la tierra desprénda las burbujas de aire que con. tuviere, y se vuelve á pesar, obteniendo un resultado menor que la suma de los dos anteriores; la diferencia representa el peso de un volumen de agua igual al de la tierra empleada; dividien do el peso de aquélla por este último, obtendremos de cociente el peso específico de la misma. Schübler, en sus numerosos experimentos, ha obtenido los resultados siguientes:

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Pudiera creerse, y así debiera suceder, que el peso de un volumen dado de tierra fuera proporcional á su densidad, lo que no siempre tiene efecto, por la diferente agregación de las partículas, según las labores que haya sufrido. Se puede, sin embargo, calcular que el peso de un metro cúbico de tierra oscila entre 1200 y 2000 kilogramos.

Tenacidad. Es la resistencia que oponen los suelos á los instrumentos de labor. Para apreciar esta propiedad, se han dispuesto diversos medios: Payen construye, con tierra mojada, esferitas de 3 centímetros de diámetro, y después de secas las comprime con los dedos hasta destruirlas, apreciando la tenacidad por el esfuerzo ne cesario para conseguir este resultado. También puede ensayarse sometiendo las esferillas á un fuego intenso, y depositadas después en vasijas con agua se observa el tiempo que cada una necesita para disgregarse. Schübler hace uso de un aparato que está reducido á dos soportes de madera separados en su parte superior 4 centímetros. Se fabrican ladrillos de las tierras que se quieren ensayar, y se cargan, al hacerlos, con un peso dado, un kilogramo por ejemplo, y después de secos en una estufa se van colocando entre los soportes; suspendiendo de cada ladrillo una correa, que á su vez sostiene en la parte inferior un platillo de peso conocido, se colocan en él pesas ó granalla de plomo hasta producir la fractura: refiriendo después tales pesas y la superficie de fractura á 225 milímetros cuadrados, que el citado autor toma como unidad, se obtiene la tenacidad.

Pol último, Gasparín hace uso de la pala dinamométrica, consistente en uno de estos instrumentos de peso y extensión determinados y cuyo hierro tiene una escala dividida en centímetros

y milímetros. Dejando caer verticalmente la pala desde un metro de altura, se introducirá el hierro en el suelo hasta una profundidad tanto mayor cuanto más ligero sea aquél, pudiendo así medir su tenacidad.

Los resultados obtenidos siguiendo el método de Schübler son:

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De estos datos se deduce que la tenacidad de la arena silícea es nula, y en efecto venios que ésta no forma pasta con el agua; es muy considerable en las arcillas, por cuya razón son llamadas tierras fuertes por los labradores, y es débil en la caliza y humus. Puede variar algún tanto la tenacidad por el estado de división de las partículas, por el influjo de las heladas y por la acción del calor

Adherencia. Esta propiedad se manifiesta por la mayor ó menor tendencia que las tierras ofrecen, después de las lluvias, á pegarse en los instrumentos de labor. Para medir esta fuerza se hace uso de una balanza; sustituyendo uno de sus platillos por un disco de madera de haya ó de hierro, de un decímetro cuadrado de extensión, se equilibra con pesas en el otro platillo y se comprime después en el suelo, al que perma necerá adherido; los pesos necesarios para que el disco se desprenda representan la adherencia de

Arena silícea.. Tierra arcillosa. Tierra calcárea fina. Humus...

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De la comparación de los dos estados anteriores, se deduce que la tenacidad de las tierras se corresponde con su adherencia.

Se llama higroscopicidad la cantidad de agua que puede conservar una tierra después de empapada completamente.

Para determinarla se toma un peso dado de tierra perfectamente seca, se echa en un filtro previamente mojado, y se añade agua; cuando cesa la filtración se vuelve á pesar, y el aumento de peso nos dará la cantidad de agua absorbida, que podremos referir fácilmente á 100 partes mediante una sencilla proporción.

Schübler halló para la

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De aquí se deduce la mayor higroscopicidad para el humus, siguiéndole después las tierras calcáreas finas, las arcillosas, y por último las arenas silíceas, si bien estos datos pueden alterarse algún tanto según el estado de división de las partículas.

La permeabilidad nos da á conocer la diferente determina tomando un kilogramo de cada una, aptitud de las tierras para dar paso al agua. Se mezclado con un litro de agua; se deposita en tamices de tela fina, de modo que ocupen una capa de igual espesor, y se riegan con 10 litros de aquel líquido; el tiempo que tarda el agua en atravesar cada muestra de tierra determina su permeabilidad relativa.

Efectuando esta experiencia, se observa que la mayor permeabilidad reside en la arena silicea y la menor en la arcilla.

Por la capilaridad el agua asciende hasta la superficie del suelo y contribuye á mantenerle en conveniente estado de humedad.

La capilaridad se corresponde algún tanto con la permeabilidad, y ambas propiedades son de gran interés por los movimientos de líquidos que determinan, los cuales favorecen el acceso de multitud de principios nutritivos á las raíces de los vegetales.

Las tierras absorben una cantidad variable de humedad atmosférica, que puede fácilmente determinarse por el procedimiento de Schübler, consistente en colocar muestras de tierra dese cada en platillos sostenidos por un soporte que se cubre por una campana en cuyo fondo hay agua. Se pesan sucesivamente estas muestras con intervalos de uno, dos ó tres días, y el au mento de peso determina la absorción.

Los resultados obtenidos por Schübler con respecto á esta propiedad han sido, para cinco gramos de tierra colocados sobre soportes cuadrados de 36 milímetros de lado, los siguientes:

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De estos experimentos se deduce: 1.° Que la absorción es mayor en el humus, disminuyendo sucesivamente en la arcilla, caliza y arena silícea. 2.° Que dicha absorción varía según el tamaño de las partículas terrosas. 3.° Que aumenta con la higroscopicidad. 4.° Que es mayor durante la noche que por el día; y 5.° Que siendo considerable al principio, va disminuyendo después.

La aptitud de las tierras para descecarse es un

17,5 55,5

17.5 60,5

48,5 carácter inverso de la higroscopicidad, que se aprecia tomando muestras de tierras completa mente mojadas, que se colocan en vidrios de reloj ó discos de igual extensión; cada muestra se pone sobre el platillo de una balanza muy sensible, se equilibra con pesos, y se de a en un recinto de temperatura constante. Al cabo de cuatro horas se determina la cantidad de agua evaporada por la pérdida de peso que experi menta cada muestra, y se forma la proporción:

cantidad de agua que tenía la tierra, es á la pérdida sufrida como 100 es á æ, que representa el tanto por ciento del agua evaporada en el expresado tiempo.

Este carácter es de poco valor, por la influencia que en la evaporación ejercen la extensión de los soportes y la temperatura y humedad del

recinto.

Las tierras que contienen aguas disminuyen de volumen al perderlas. Schübler mide esta contracción sirviéndose de prismas ó ladrillos de iguales dimensiones y con la misma cantidad de agua. Expone dichos prismas á una temperatura constante por espacio de varios días, y midiéndolos después aprecia la disminución de volumen sufrida. Por este procedimiento se observa que el mantillo es el material que experimenta mayor contracción, siguiendo luego la arcilla, tierras arcillosas, calizas, y por último las arenas silíceas, que apenas sufren variación alguna.

Las tierras absorben una cantidad variable de calor, según las circunstancias siguientes: 1. Color: los suelos absorben tanto más cuanto más obscuros sean. 2. Composición mineral: las tierras silíceas se calientan mucho y las humiferas muy poco. 3. Humedad, que está en razón inversa de la calefacción; y 4.a Inclinación, puesto que de ella depende el que los rayos solares hieran los suelos con más o menos oblicui

dad.

El poder absorbente de las tierras no se limita á los indicados, sino que se ha demostrado recientemente que también pueden absorber y retener cantidades muy considerables de oxíge no, amoníaco y otros gases; ácidos como el fosfórico y carbónico, y bases como la potasa, sosa, cal y magnesia, unas veces libres y otras unidas á los ácidos constituyendo sales.

Esta propiedad es de gran importancia en la Agricultura, porque de ella se deduce la influencia que los abonos pueden ejercer en el desarrollo de los vegetales.

Análisis de tierras. - Además del estudio de las propiedades físicas, necesita el agricultor acu dir al análisis como medio de determinar en concreto los materiales constitutivos de las tierras. El análisis puede ser órganoléptico, mecá nico y químico. El análisis órganoléptico se funda en el examen de las tierras mediante los sentidos, y especialmente valiéndose del de la vista, auxiliada en todo caso de una lente de aumento ó de un microscopio. Por este medio, y con alguna práctica, pueden determinarse la mayoría de los materiales del suelo y aun las cantidades aproximadas de cada uno. El análisis mecánico tiene por base la distinta densidad de los componen tes esenciales del terreno. El análisis químico, por último, nos proporciona el conocimiento exacto de aquéllos, valiéndose de procedimientos puramente químicos.

De tales análisis el único de que trataremos aquí es el mecánico, que, unido á un corto número de operaciones químicas, basta para procurar un verdadero tanteo de tierras: los quimicos, véanse en sus correspondientes palabras. Las operaciones necesarias para el tanteo de todo suelo arable son las siguientes:

1. Elección de muestras. - La composición mineralógica de un terreno es necesariamente muy heterogénea, puesto que sus materiales fueron aportados por causas exteriores y en muy distintas proporciones. Por eso es preciso, siempre que se trate de recoger muestras de tierra, procurar obtenerlas tales que reunan en sí todos los elementos del suelo. Para conseguirlo debe atenderse á la extensión y disposición del terreno, recogiendo de trecho en trecho unos 100 gramos á la profundidad de 10 á 15 centímetros; se reunen las muestras de las parcelas que por sus caracteres órganolépticos parezcan semejantes, para obtener la muestra media, que es la que necesariamente debemos someter al tanteo. Si la extensión del predio cuyo análisis nos propusiéramos fuera muy considerable y ofreciese aparente heterogeneidad, debemos recoger tantas muestras medias cuantas fueran precisas, y tomar todos los datos que puedan servir á ilustrarnos en la determinación de sus elementos. 2. Desccación. - Esta operación tiene por objeto privar á la tierra de la humedad que contenga, lo que se consigue exponiendo un peso dado de aquélla á la temperatura de 100 á 150° por espacio de algún tiempo. La pérdida de peso experimentada nos indica la cantidad de agua

que contenía. Este dato es de poco valor, estan do como está sujeto á considerables variaciones, según el tiempo que hubiese transcurrido desde la última lluvia y la mayor ó menor higroscopicidad de la tierra que se ensaye.

3.a Marcha general del tanteo. - Una vez desecada la muestra de tierra se toma una cantidad determinada de ella, por ejemplo 100 gramos, y se añade agua destilada, en la que flotaran algunos materiales que, recogidos y pesados después de secos, nos dan los restos orgánicos gruesos; seguidamente haremos hervir el líquido por espacio de quince á veinte minutos, con lo que obtendremos la disolución de todas las materias solubles en el agua; se pasa el residuo por una criba cuyos orificios tengan un milímetro de diámetro, y quedará dividido en dos porciones: una sobre ella, de partículas terrosas superiores en diámetro al indicado; y otra de tamaño inferior, que habrá pasado al través de la criba; secas y pesadas anibas, y añadiendo el peso de los restos orgánicos antes separados, tendremos por diferencia de este peso á los 100 gramos tomados al principio la cantidad de materiales solubles en el agua.

Los restos finos separados se tratan nuevamente por el agua, y añadiendo ácido clorhidrico se disolverán con efervescencia los carbonatos si los hubiere; se lava, filtra y seca el residuo, y restando su peso del que tenía antes de la operación obtendremos el de los carbonatos y otras materias solubles en los ácidos.

Se procede seguidamente á la separación de la arcilla y silice, lo que se consigue teniendo en cuenta la menor densidad de la primera. Este método de separación mecánica recibe el nombre de levigación, y puede ejecutarse de muy diversos modos, siendo uno de los más convenientes el procedimiento ideado por Massure, que consiste en tomar una alargadera de vidrio, cuya parte más delgada se pone en comunicación con un tubo encorvado en U, que tiene una de sus ramas de mayor longitud que la alargadera y está terminada en un embudo. Se coloca la tierra en la alargadera, teniendo cuidado de introducir antes granalla de vidrio; para que el aparato funcione con regularidad se cierra herméticamente la boca ancha de aquélla con una tapadera que va atravesada en su centro por un pequeño sifón, y se hace llegar al embudo una corriente de agua procedente de un frasco dispuesto convenientemente; ésta penetrará en la alargadera por la parte inferior, obligando á la arcilla á enturbiar el líquido. Cuando el aparato está lleno se verterá por el sifón el agua sobrante, arrastrando la arcilla que la enturbiaba, que marchará á depositarse en el vaso.

La operación se continúa hasta que el agua salga transparente; entonces se procede á desmontar el aparato, secar y pesar la silice que quedó en él, mientras que por reposo del agua empleada se depositará en ella la arcilla La arcilla recogida no es completamente pura, pues á ella van unidos restos orgánicos muy descom puestos, cuya separación conseguiremos calci nando la masa en un crisol de platino y apre ciando por diferencia el peso de una y otros. Con los restos gruesos se sigue la misma marcha, haciendo las operaciones con gran cuidado para evitar que por razón del tamaño quede algo de arcilla mezclada con la sílice. En resumen, siguiendo la marcha general expuesta, tendremos: 1.° restos orgánicos gruesos; 2.0 materiales solubles en el agua; 3.o materiales inferiores en tamaño á un milímetro; y 4.o restos superiores á este tamaño. Operando después de igual manera con los materiales tercero y cuarto, investigatemos en cada uno: 1.° carbonatos y otras materias solubles en ácido clorhidrico; 2. sílice; 3.o arcilla; y 4.° humus carbonoso.

Determinada la composición de los suelos arables y todas las demás propiedades, es preciso clasificarlos ú ordenarlos en grupos según las analogías y diferencias que presenten.

La clasificación de los suelos ha sido practicada desde muy antiguo; los agricultores de todas partes aceptaron denominaciones especiales, tomadas del calor, tenacidad, cultivo ó valor de sus tierras. Todavía hoy se conservan tales clasificaciones, si bien su empirismo ha conducido á ilustres agrónomos á fundar divisiones más racionales.

Con este fin se idearon clasificaciones: físicas, que como la de Columela están fundadas en propiedades físicas más o menos importantes; qui

micas, como la de Chaptal, basadas en caracteres químicos; de cultivos, como la de Catón, fundadas en la preferencia que cada suelo tiene para la producción de determinados vegetales; y mixtas, que basadas en todas las propiedades son las que más se acercan á las condiciones de una buena clasificación. A este género pertenecen las de Young, Gasparín, Taes, Massure y otras, que quizás por ser demasiado científicas son de poca aplicación práctica.

El estudio más completo de este asunto se halla en la obra de C. de Gasparín, que partiendo del valor de caracteres que establece forma sus cuatro tipos de terrenos, atendiendo á la naturaleza dominante: 1.° según que contienen calcáreo y hacen efervescencia con los ácidos; 2.° según que anuncian la falta de calcáreos, por no haber efervescencia, sin presentar tampoco ningún otro carácter dominante; 3.o según que ofrecen propiedades eminentemente plásticas, anunciando un exceso de arcilla: 4.° que contienen gran cantidad de materias orgánicas, las cuales se reconocen por perder las tierras desecadas, al calcinarlas, más de una quinta parte de su peso.

Todavía, para establecer sus ocho clases de tierra, sirven al mismo agrónomo los caracteres deducidos de la composición, ya por la proporcionalidad de sus componentes mineralógicos, por las cualidades sobresalientes de ciertos elementos ó por el predominio discordante de al

guno.

Para determinar los géneros, el conde de Gasparín recurre á las propiedades físicas, principalmente á la frescura y á la tenacidad, con relación á sus opuestos la sequedad y la incohe rencia; forma 17 géneros.

Por último, los caracteres específicos los establece con relación á la frescura de la tierra en las diversas estaciones, por su guijarrosidad, por la presencia de óxidos de hierro y demás componentes secundarios, ó por las substancias salinas que determine el análisis.

Se comprende por lo expuesto el excelente criterio que sirve da base al plan de esta clasificación, y la generalidad de sus aplicaciones al reconocimiento de los más variados terrenos, aunque no pueda considerarse como el desiderátum de la ciencia, que aspira especialmente á una gran facilidad en los reconocimientos.

1. Terrenos limosos

Se dividen en:

1.° Limos inconsistentes, que ofrecen poca coherencia por su gran proporción de arena. Son buenos cuando disfrutan de cierta frescura, y tienen la ventaja de ser fáciles de cultivar.

2. Limos sueltos, que constituyen las mejores tierras cultivadas por la conveniente proporción de sus componentes. Son el ideal de la tierra perfecta.

3. Limos tenaces. La gran proporción de arcilla y caliza, así como la finura de sus partículas, los hacen demasiado compactos para algu nos cultivos, pero forman excelentes tierras para cereales, y especialmente para el trigo.

2.° - Terrenos arcillocalcáreos Forman los dos géneros siguientes:

1.

Arcillosos. Cuando contienen al menos el 50 por 100 de arcilla. Son los más tenaces. 2.° Calcáreos. Cuando contienen al menos el 50 por 100 de caliza. Son más sueltos si el calcáreo no es demasiado fino.

3.o - Terrenos cretáceos

Son generalmente poco fértiles; fríos los húmedos ardientes los secos. Se distinguen: 1.° Cretáceos frescos. Los que en estío conservan un décimo de humedad á 30 centímetros de profundidad.

2. Cretáceos secos. Los que no conservan dicho grado de humedad.

4.0 Terrenos arenosos

Su mayor o menor inconsistencia determina los dos géneros siguientes:

1. Arenosos sueltos. Cuando la caliza menuda y la arcilla entran en proporción conveniente, ofrecen alguna coherencia y son buenos para el cultivo.

2. Arenosos inconsistentes. Cuando la arena predomina. Si son profundos convienen para la vid, olivo, moral y algunos otros arbustos y árboles.

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2. Mantillosos ácidos. Son los que manifiestan reacción ácida por el exceso de ácido tánico de las plantas que lo originan. Se dividen en tierras de brezo, tierras de bosque y turbas.

Moll, profesor en el Conservatorio de Artes y Manufacturas, ha basado su sistema de clasificación en la productividad de forrajes que tienen las tierras, y establece el siguiente cuadro:

Primera clase. - Tierra de alfalfa de primera clase.

a) Suelo de aluvión profundo, arcillocalizo y muy mantilloso y rico.

b) Tierra franca menos arcillosa que la precedente, profunda, rica, pero expuesta á los arrastres; la alfalfa produce 10 000 kilogs. de heno por hectárea.

Segunda clase. - Tierra de trébol de primera clase: Arcillocalizas con suficiente cantidad de mantillo y con el suelo un poco húmedo. La alfalfa dura poco y el trébol da 7500 kilogs. de heno por hectárea.

Tercera clase. - Tierra de alfalfa de segunda clase: Terreno ligero profundo con subsuelo seco. La producción de alfalfa es de 6000 kilogs. por

hectárea.

Cuarta clase. - Tierra de esparceta de primera clase: Tierra caliza ligera con subsuelo menos compacto y que llega á producir 5 000 kilogs. de heno por hectárea.

Quinta clase. - Tierra de trébol de segunda clase: Arcilla compacta de poco mantillo y subsuelo impermeable. Da un rendimiento de 5 000 kilogs. de heno por hectárea.

Sexta clase. - Tierra de alfalfa de tercera clase: Terreno arenoso y subsuelo de arena y grava. Produce 3 000 kilogs.

Séptima clase. - Tierra de trébol blanco de primera clase.

a) Suelo arcilloso poco profundo y subsuelo impermeable.

b) Terreno cuarzoso y subsuelo impermea ble. No conviene más que al trébol blanco y la avena, pues el trigo no da buenas recolecciones más que con excesivos abonos y entarquinados. Octava clase. - Tierras de esparceta de segunda clase.

a) Arena caliza y subsuelo rocoso. b) Marga arenosa.

c) Tierra pedregosa reposando sobre grava

menuda.

d) Suelo gredoso y subsuelo de creta pura. La esparceta produce 2000 kilogs. por hectá

rea.

Novena clase. - Tierra de trébol blanco de segunda clase. Suelo arenoso y pobre como las landas improductivas.

-SUELO: Const. y Arq. En otros artículos hemos dicho (V. Piso) que el piso ó entramado

horizontal que

divide la altura de una edificación cualquiera para hacerla habitable á distintas alturas se compone de tres partes esencialmente distintas, que son: techo, suelo y pavimento; el primero y último son exteriores, y el suelo es la ambos; los puentes metálicos no tienen más que construcción de resistencia comprendida entre suelo y pavimento, que recibe el nombre especial de tablero (véase); en el artículo primeramente citado hemos dicho algo sobre este asunto, pero aquí hemos de hacer algunas indicaciones para completar las ideas acerca de esta clase de construcciones. Los suelos pueden ser de madera, de madera y mampostería, de hierro y mampostería, y de hierro y cerámica; nada diremos de los suelos de madera, que son los que ya nos han ocupado, sino que en el entramado pueden adoptarse diferentes relaciones, pues tan pronto se hacen de viguetas, todas de la misma escuadría, que se apoyan sobre dos muros opuestos directamente, lo que es malo y poco usado, como sobre soleras, tan pronto de viguetas que toman sus puntos de apoyo, no sólo en los muros, sino en un sistema de vigas que descansan sobre los muros longitudinales, siendo paralelas entre sí y á los transversales, las que dividen el espacio en una serie de rectángulos más fáciles de cubrir que el primitivo, y por último los suelos de maderos cojos, de que también hemos hablado. En los pisos sencillos hay que tener en cuenta los huecos que deben dejarse para la colocación de los hogares y paso de los tubos de chimeneas, para prevenir los incendios, y pueden hacerse tolvasó brochales según la clase del piso; para formar un brochal ó hacer un embrochalado se comienza por establecer paralelamente al muro A (fig. siguiente), una pieza D, de mayor escua

dría

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que las demás, porque está destinada á resistir más carga, y que recibe el nombre de encabestradura; sobre ésta y sobre el muro cargan otras dos, B y C, normales á ella y que dejan entre sí un hueco suficiente para el asiento del hogar sin que se coloque sobre el área de la madera o para el paso de la chimenea, á cuyas piezas se las llama soleras, y sobre éstas y sobre los muros cabestradura y el muro. cargan las viguetas E comprendidas entre la en

suelos, conviene colocar virotillos que entran á Cualquiera que sea el sistema seguido para los viva fuerza entre las viguetas, y son pequeños tacos que se colocan á mazo, destinados á impedir que se alabeen los maderos de piso. Las tolvas no se diferencian de los embrochalados más cojos y a la Serlio, no resultando por tanto en que en que se hacen en los suelos de maderos esta clase de pisos alteración del sistema de construcción.

El grueso de las vigas y cuartones que entran en los suelos debe siempre ser proporcionado á su longitud y á la carga que el suelo ha de sufrir, evitando que carguen las vigas sobre los huecos de puertas y ventanas, y conviniendo que enlacen perfectamente los muros de fachada, que son los más gruesos, con los de carga ó crujía, destrucción del edificio. para evitar el movimiento de los primeros y la

La resistencia de un suelo cualquiera es evidentemente igual á la suma de las resistencias de las vigas o cuartones principales que sufren la carga, así como la de cada uno de éstos debe ser por lo menos igual á la de los que sobre ellos insisten, y estos cálculos se hacen fácilmente por los procedimientos ordinarios explicados en otro lugar (V. RESISTENCIA); de esto se deduce que las cargas que pueden sufrir dos pisos de las mismas dimensiones, formados con piezas de la misma escuadría, serán proporcionales al número de piezas que entran en cada uno, y se halla en razón inversa de los espacios que entre sí, hayan dejado los maderos de piso; cuando sólo se diferencian los pisos en la altura de las viguetas las resistencias son proporcionales á los cuadrados de dichas alturas, advertencia muy im

portante, porque un pequeño aumento de altura en las maderas da un aumento de resistencia considerable; así, si las alturas están en la relación de dos á tres, las resistencias se hallan en la de cuatro á nueve, es decir, que sólo con aumentar el tercio de la madera se ha hecho más que duplicar la resistencia del piso, y no habrá, teniendo esto presente, más que calcular qué convendrá más, para tener una resistencia determinada: si aumentar el número de maderos, ó disminuirle, aumentando el espesor ó altura, comparando los precios á que resultaría el suelo de una y otra manera, y si eran posibles las dos soluciones, dadas las condiciones de la obra. Los pisos exclusivamente de madera se cubren con un entarimado, de los que en otros artículos se ha ocupado la presente obra.

Los suelos de madera y fábrica no difieren, en cuanto à la disposición del entramado, de los que acabamos de explicar, y la fábrica sólo entra como parte accesoria, por más que sea esencial, en la construcción; son los suelos más en uso en Madrid, París y otras grandes capitales: se comienza por rellenar el espacio comprendido entre los maderos de piso, entomizando éste, es decir, entretejiendo los maderos con tomiza, rellenando después las mallas con yeso, cascote con mortero de yeso ó con botes de barro cocido unidos con dicho mortero en la forma ya explicada, pudiendo también construirse con bovedillas de yeso.

Los suelos de hierro y fábrica se asemejan, así como los de hierro y productos cerámicos, á los que hemos indicado antes, á diferencia de hallarse más separadas las vigas por la mayor resistencia que tiene el material.

También se hacen suelos de hierro, en los que se suele formar un encasetonado de modo que deje espacios cuadrados varios, los que se recnbren con láminas de palastro curvadas en forma de bóvedas en rincón de claustro, las que se cosen con roblones á los brazos de las T del encasetonado, resultando un suelo muy económico y resistente, sobre el que se pone un relleno de cascote, arena, etc.; difieren de los suelos de madera en que para colocar el pavimento la capa de yesones ó cascotes de relleno ha de cubrir las cabezas de las vigas en algunos centímetros, para que no haya choques entre aquéllas y las piezas que componen el solado, y que se partirían con suma facilidad, y si el pavimiento hubiera de ser de mica hay que ajustarlos por bastidores de hierro á las cabezas de las jácenas ó vigas de suelo; puede también, en todos los casos en que se emplee el hierro, hacerse lo propio, dejando en el pavimento el hierro al descubierto y apoyándose el solado en las cabezas inferiores de las jácenas y en los botes del cuajado, con lo que resulta un piso y pavimento mixtos muy ligeros, y que si está bien ejecutado es bastante agradable.

También hay suelos de fábrica en los que el suelo es una bóveda, cuyos tímpanos se rellenan hasta la altura ó nivel de todas las claves, tastando después, para sentar el pavimiento, cubrir con cascote acribado, en una capa de 20 centímetros, el plano de enrase, formando otro perfectamente nivelado y procediendo después para for mar el pavimento según convenga, siendo lo más frecuente entonces que los pavimentos se hagan de losas y losetas, que es lo que se aplica a los pisos de las catedrales, apoyando el suelo sobre la bóveda de la vigueta, y entonces se sientan las losas sobre el suelo así formado como si fuera un suelo natural, haciendo lo mismo con las losetas ó mosaicos, si el pavimiento ha de ser de esta clase, siendo éstos los únicos materiales pétreos en uso en esta clase de suelos.

Entre los muchos materiales que se emplean para rellenar los huecos, merecen citarse el corcho y el asfalto, empleando para ello recortes de corcho que se amasan con asfalto, rellenando el encasetonado que forma el suelo, y entonces se pone encima un pavimento de lo mismo, pero en que la masa formada se vacia en moldes de hierro para moldear losetas con las que se hace el pavimento, uniéndolas con mortero, ó mejor con asfalto, en caliente, resultando un piso sumamente ligero é impermeable, mal conductor del sonido, circunstancia no de despreciar, elástico y atérmano, que resiste perfectamente á los cambios atmosféricos y que puede emplearse ventajosamente en países en que dichos cambios son frecuentes.

También se hacen suelos de caña, que solomente se emplean en pisos elevados, en construc

ciones rústicas, como por ejemplo un pabellón instalado en los brazos de un nogal, etc.; en la Exposición Filipina habida en Madrid no hace muchos años en el parque del mismo nombre, tenían suelos de esta especie, de los que algunos aún se conservan, aunque en mal estado; se empieza por colocar largueros de caña fuerte, bambú generalmente, convenientemente separados, y encima una capa de cañas que se unen á los largueros por un tejido de cuerda.

Hechas estas ligeras indicaciones acerca del suelo de las habitaciones, pasaremos á ocuparnos del suelo natural, tan importante para el constructor como para la Agricultura: para el primero el suelo es el terreno sobre que edifica, la capa de tierra ó roca en que construye, con el espesor que alcance sin cambiar su construcción; para la segunda es el suelo la capa de terreno laborable y meteorizada, la capa que comprende todas las raíces de las plantas; para el primero, como para la segunda, la higroscopicidad del suelo es de importancia suma, porque según que las plantas tengan sus raíces más o menos desarrolladas y poderosas requieren que el suelo sea más o menos suelto é higroscópico, porque de las condiciones higroscópicas del suelo dependen en gran parte los trabajos que tenga de preparar en cada caso el constructor para que llene los fines que una obra debe reunir; de entre las numerosas experiencias que se han hecho para estudiar esta facultad higroscópica las de Nessler merecen especialísima mención, porque son coucluyentes, demostrando que una tierra se seca mucho más rápidamente cuanto más compacta es y más se acerca á la impermeabilidad, y que cuando está mullida superficialmente, ó bien, aun cuando se halle compacta, se encuentra ocupada por una producción agrícola cualquiera que la recubre con su vegetación, tarda bastante en secarse; así por ejemplo, una tierra descubierta y compacta, que evapora en setenta y dos horas hasta 24 litros de agua, sólo evapora 19 en el mismo tiempo si se halla cubierta, esa misma tierra, descubierta y mullida, sólo evapora 17, y si está mullida y cubierta se reduce su evaporación á 13 litros solamente; como los hechos naturales han de tener su explicación natural, éste también la tiene: la acción del calor solar y el viento producen en la tierra la desecación de una capa superficial à la que alcanzan dichas influencias, y la desecación marcha de arriba á abajo, de la su perficie al interior, ayudada por la capilaridad que hace ascender el agua de las capas inferiores á la superficie, reemplazando al agua evaporada; en las tierras muy compactas, la acción exterior abarca un pequeño espesor, es cierto; pero como la acción capilar está muy desarrollada, apenas evaporada el agua de la superficie es reemplazada por otra que desaparece á su vez, y así sucesivamente hasta dejar el suelo seco, mientras que en una tierra mullida se evapora rápidamente el agua de la superficie, pero la que se halla debajo tiene más dificultad'en ascender, porque los tubos comunicantes, si podemos expresarnos así, son de mayor diámetro, y por tanto la elevación de la humedad se hace más lenta, si la tierra está cubierta por un manto de vegetación, aparte de la humedad propia de las plantas, éstas impiden la evaporación del agua de las tierras; todo esto explica el por qué los labradores, al hacer la siembra, apisonan algo la tierra en la superficie pasando un rodillo por encima de lo sembrado, pero sin comprimir mucho; lo que buscan es dejar suelta la tierra por debajo de la capa superficial y dejar ésta unida, para disminuir la evaporación en el exterior y la circulación capilar del interior.

Al constructor le es de sumo interés, hemos dicho, el conocimiento de la composición y propiedades del suelo, así como la época geológica de su formación, y por el desconocimiento de él se producen á veces grandes catástrofes con las pérdidas que llevan consigo; en una obra de cualquier clase, lo primero es asegurarse de la solidez de la cimentación; y si el suelo es flojo ó compresible, si está encharcado ó muy cubierto de humedad, si es poco resistente, no es posible una segura cimentación si no se siguen procedimientos especiales aplicables á estos casos, y aun así no tendrá las garantías que una cimentación más sencilla en suelo saneado, duro y resistente; y si esto sucede en cualquier obra, cuando se trata de las hidráulicas la importancia sube de punto: hay suelos compuestos por rocas cavernosas, otros atacables por el agua, en la que son más o menos solubles, y que por lo tanto, si el

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agua se renueva constantemente, desaparece poco á poco el suelo primitivo; hay capas de roca filtrantes, como son por regla general todas las areniscas; otros terrenos impermeables en las condiciones ordinarias se hacen muy permeables bajo la presión del agua; si la obra que ha de hallarse sobre tales terrenos es un canal, las pérdidas de agua podrán llegar á ser tan considerables que en un punto dado hayan desaparecido todas las aguas transportadas por la obra, como sucedió en la acequia Real del Jarama, abandonada desde un punto próximo al llamado Molino del Rey, así como la cacera de Serranos que de aquélla sale, porque corriendo por el terreno eoceno de la provincia de Madrid, en el término de Ciempozuelos, bajo la capa superficial de escaso espesor, se encuentran los yesos, en los que hay grandes sumideros, por los que el agua desaparecería; este canal, explotado por el Esta do, se halla hoy en estudio para prolongarle, remediando los inconvenientes que presentaba la antigua construcción; todos estos perjuicios se hubieran evitado si al construirle en el siglo pasado se hubieran conocido las condiciones geológicas del suelo; si la obra es un pantano de riego ó de abastecimiento, pantano que, según dijimos en otro artículo (V. PANTANO), necesita una presa, obra costosísima para embalsar hasta millones de metros cúbicos de agua, y si el terreno no es muy resistente é impermeable los perjuicios serán enormes; díganlo si no las obras de la presa del Pontón de la Oliva, hecha con todo el carácter de indestructibilidad y de perpetuidad que alcanza el poder humano, gracias á su cimentación en roca, á sus espesores, à la clase de fábrica empleada y al esmero en su construcción, sin que esto sirviera para la completa impermeabilidad que se quiso obtener en ella; las aguas del río, embalsadas por este dique, se escapaban por otro punto en cantidades sensibles á tan alto grado, que dieron lugar á dudas y sospechas de todo género entre las personas poco inteligentes ó desconocedoras de la localidad. En 18 de octubre de 1854, en la margen derecha del río y á corta distancia de la presa, según refiere el distinguido ingeniero Lucio del Valle, se presentó un espantoso hervidero tan abundante que, no sólo absorbía toda el agua que el Lozoya llevaba al embalse, sino que comenzó á bajar el nivel de éste de una manera notable, y aun cuando no se pudo hacer un aforo exacto, se graduaba aproximadamente en 90000 reales fontaneros el agua que se marchaba, cantidad que, gracias á las obras emprendidas por el citado ingeniero, disminuyó hasta la de 19364 reales fontaneros, según aforo del 15 de noviembre del mismo año; las crecidas del río Lozoya durante el invierno impidieron ver la marcha de las filtraciones, pero en julio de 1855, cuando la disminución de las aguas del río permitió darse cuenta de las que se perdían, se halló en ellas aumento tan considerable que hizo esto sospechar con fundamento que habría otra nueva boca de entrada, á más de la del año anterior, habiéndose encontrado, en efecto, mediante un sondeo; esta nueva boca existía á 65 metros aguas arriba de la presa y á 20 de la extremidad del terraplén formado sobre la ladera izquierda del río, siendo tal la violencia con que se escapaban las aguas que arrastraban tras de sí las sondas empleadas en el reconocimiento, rompiendo las fuertes sondalesas de cáñamo que sostenían al escandallo (V. SONDA MARINA); á 62346 reales fontaneros llegaban las pérdidas, que á las cuarenta y ocho horas se consiguieron reducir á 10022, gracias á 10000 sacos de arena que se arrojaron desde el 8 de agosto, en el tiempo indicado, tras de los cuales vino un recargo de tierras, haciéndose además un dique transversal, para enlazar á 65 m. de la presa los terraplenes de las dos márgenes del río, emplean do sólo en la solera unos 20000 sacos de arcilla y siguiendo recubriendo con tierras hasta alcanzar el dique 11 m. de altura: las filtraciones continuaron por el primer punto; durante el invierno nada se pudo hacer, y en 4 de julio de 1856 se había elevado el volumen de las filtraciones á 22786 reales fontaneros, que descontada el agua que salía por los vertederos resultó ser la pérdida, en 15 de julio, de 15512 reales fontaneros; el terraplén que se formó en el embalse era de 48000 metros cúbicos; no procede que hagamos aquí el estudio de las filtraciones del Lozoya que abastece de aguas potables á Madrid, ni de los medios como se han contrarrestado y sólo hemos citado algunas cifras para que se

comprenda la importancia que tiene en tales obras la naturaleza del suelo.

En los ríos también conviene estudiar bien el suelo del fondo cuando se trate de levantar las pilas y estribos de un puente, no bastando que no se presenten socavaciones en el lecho, porque al construir la obra se produce un estrechamiento de la sección; pues aun cuando en tiempos normales tal estrechamiento pueda no producirse si no se ha elevado ninguna pila, al llegar una crecida siempre se presentará el estrechamiento, al que sigue un aumento de velocidad en la corriente con erosiones del fondo, que se aumentan con el rozamiento de los arrastres, que en tales casos son de importancia, y si hay pilas intermedias el estrechamiento se produce por las pilas, aun cuando esto se tenga en cuenta en el desagie de los arcos.

En las obras de tierra tampoco es indiferente la naturaleza del suelo sobre que descansan, aun cuando revista entonces el problema mucha menos importancia en determinados casos; así, un suelo de arena seca, cuando en él se va á abrir un desmonte, si la arena es de la que se llama muerta, es decir, suelta, empolvada, sin enlace alguno, no podrá abrirse el desmonte sin precauciones especiales, pues la arena de los costados caería constantemente inutilizando el trabajo, y aun cuando se consiguiera á fuerza de remover un volumen muy superior al necesario, la menor ventisca inundaría la trinchera abierta, de donde nace la necesidad de revestimientos de tablas ó con muros, ó con arcilla, ó con tepes, céspedes y plantaciones que contengan las arenas; si se trata de un terraplén, un suelo fangoso hará que el terraplén se vaya hundiendo, y se verá tragado, como se dice, por el suelo mismo, no consiguiendo jamás ver hecho el asiento del terraplén.

El suelo da también indicaciones suficientes acerca de los materiales de construcción que en él podrán encontrarse, ya por su aspecto exterior muchas veces, ya por su estudio geológico, primero que debe hacer todo ingeniero, cualquiera que sea la construcción que proyecte, analizando por los cortes naturales de los valles, por los pozos abiertos en una zona más o menos extensa alre dedor del emplazamiento de la obra, y si es preciso por sondeos, recogiendo trozos de roca de diversos sitios, para analizarlos química y mineralógicamente en el gabinete, y principalmente fósiles si los encuentra, pues éstos son un dato de primera importancia para el estudio geológico del suelo; hecho esto, analizar la orografía ó configuración exterior y la vegetación, estudiar si hay tollos ó sitios de excesiva humedad (V. ToLLO) en que se sumerge cuanto en ellos cargue, si hay arenales, navazos ú hoyos en que el agua no tiene salida; en una palabra, todo cuanto pueda dar indicios de la resistencia del suelo, tanto por la que en sí tenga, cuanto por la que le presten las capas inferiores ó subsuelo, y ver si con todos estos datos puede deducir los materiales á que podrá recurrir sobre la zona misma, pues si las tierras son arcillosas deducirá que los ladrillos y demás productos cerámicos se obtendrán sin gran coste, ya porque haya establecidos tejares á no muy grandes distancias, ya porque sea posible montar por cuenta de las otras la fabricación; las calizas, las areniscas, los yesos, le podrán proporcionar cales, yeso, filtros, etc.; la disposición de las rocas le indicará si podrán abrirse canteras para mampostería ó sillería, y si están en bancos ó en masa el medio mejor de explotarlas; los areneros le proporcionarán buenos recebos, etc., pues es tan complejo este estudio y tan variadas las consecuencios que del mismo pueden deducirse que no es posible enumerarlas todas, ni tendría tampoco objeto alguno hacerlo; baste saber que el estudio del suelo es muy importante, para cualquier aprovechamien

to

que de él se espere, no siendo posible entrar aquí en el estudio de las diversas clases de suelos que pueden presentarse y caracteres especiales que distinguen á cada uno.

SUELTA: f. Acción de soltar.

- SUELTA: Traba ó maniota con que se atan las manos de las caballerías.

No se había curado Sancho de echar SUELTAS á Rocinante, seguro de que le conocía por tan manso y tan poco rijoso, que todas las yeguas de la debesa de Córdoba no le hicieran tomar mal siniestro.

CERVANTES.

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- El suplemento... Si... voy. (Es chasco que se me peguen Los cuartos...) No tengo SUELTO... -¡Oh, Dios mio! - Aquí habrá. – Nueve... Diez... Hay bastante.

BRETÓN DE LOS HERREROS.

SUELVES: Geog. Lugar del ayunt. de Bárcabo, p. j. de Boltaña, prov. de Huesca; 149 habitantes.

SUELLACABRAS: Geog. V. con ayunt., al que está agregado el lugar de El Espino, p. j. de Agreda, prov. de Soria, dióc. de Osma; 359 habitantes. Sit. en una pequeña llanura rodeada de escarpados cerros. Baña el término el río Alhama; cereales y hortalizas. Hay un manantial de aguas minerales que hace bastantes años se trató de utilizar.

SUENO (del lat. sõnus): m. ant. SONIDO.

... cuando aquella mora oía aquel SUENO, que facía aquel agua en aquella terrezuela. Conde Lucanor.

SUENÓN I (OTÓN SVEN): Biog. Rey de Dinamarca é Inglaterra, apellidado Preskiæg (de la Barba Hendida). M. en Gainsboruj (Inglaterra) á 3 de febrero de 1014. Fué hijo del rey Haroldo II, y se bautizó con su padre cuando Otón I conquistó á Dinamarca hacia 965. Se isla de la desembocadura del Oder, y después de educó con su tío Palnatoke, que vivía en una crearse un partido se sublevó contra su padre. Este logró sofocar la rebelión con ayuda de Ricardo II, duque de Normandía, y perdonó á su hijo. Lejos de quedar agradecido, Suenón tramó nuevas conspiraciones, en una de las cuales fué asesinado el autor de sus días. Entonces sucedió á Haroldo por elección, y al momento restableció el culto de los antiguos dioses, persiguiendo á los cristianos. Después de asolar las costas de Inglaterra penetró en el interior, obligando al rey Etelredo á pagarle una contribución anual de 30 000 libras, que se llamó Danegeld (dinero dinamarqués). Luego volvió sus armas contra el rey de Noruega, á quien logró arrebatar parte de sus territorios. La muerte de los dinamarqueses que habían quedado en Inglaterra, ordenada por Etelredo, hizo que Suenón acudiera con un grueso ejército, que asoló el país. En 1013 penetró en Londres y se hizo coronar rey de Inglaterra. No está probado que volviera al cristianismo.

- SUENON II: Biog. Rey de Dinamarca, apeIlidado Estrithson. N. hacia 1025. M. en Sudetorp (Jutlandia) á 28 de abril de 1076. Fué hijo del conde Ulf, regente de Dinamarca, y nieto de Suenón I. Cuando su padre fué asesinado se refugió en Suecia y luego en Inglaterra, en la corte de su primo Canuto III. Elegido rey de Dinamarca el que ya lo era de Noruega, Magno I, Suenón le juró fidelidad, pero luego hizo armas contra él, apoyado por los numerosos partidarios que contaba entre los suecos y dinamarqueses. En esta lucha murió Magno, que designó á Suenón por su sucesor. Haroldo III, rey de Noruega, que pretendía la corona de Dinamarca, le declaró la guerra, que terminó por una paz firmada en 1064. En 1069 envió Suenón una escuadra contra Guillermo I para librar á los ingleses de la tiranía del conquistador normando; pero esta expedición no tuvo resultado favorable, como igualmente otra que envió en 1073 contra Otón, duque de Sajonia. Sostuvo graves cuestiones con la Iglesia á causa del asesinato de varios señores y de las relaciones ilícitas que tenía con una parienta, y cediendo á las observaciones del arzobispo de Brema, pasó el resto de su vida dedicado á ejercicios de devoción.

-SUENON III (PEDRO): Biog. Rey de Dinamarca, apellidado Grathe. N. hacia 1125. M. en Grathe (Jutlandia) á 23 de octubre de 1157. Era hijo natural de Erico II. A la muerte de Erico III, ocurrida en 1147, fué elegido rey por los habitantes de la Escania, mientras que la Jutlandia proclamó á Canuto V. Con este motivo estalló una guerra entre ambos rivales, acordándose por fin dejar la cuestión al arbitraje del emperador Federico I. Este adjudicó la corona á Suenón, y la isla de Seeland á Canuto. Suenón dió rienda suelta á sus malas pasiones y agobió al pueblo con impuestos. En 1153 tuvo que sofocar una rebelión de sus súbditos, á los cuales trató con todo rigor, y queriendo deshacerse de Uladomar, que siempre le había sido fiel, el ejér

cito le abandonó y marchó con su suegro, el margrave Conrado de Meizen. Tres años después volvió á sus Estados, y en seguida reanudó las hostilidades contra Ulademar, persiguiendo al cual pereció en una laguna.

SUEÑO (del lat. somnus): m. Acto de dormir.
Dadme algún remedio vos,
Si le sabéis, para el SUEÑO,

TIRSO DE MOLINA.
Acerca del SUEÑO también hay importantes
reglas que observar.
MONLAU.

- SUEÑO: Acto de representarse en la fantasía de uno, mientras duerme, sucesos ó especies. con este dolor y con la buena esperanza de un SUEÑO, envió luego á pedir licencia a Roma, para volverse á ella antes de acabar su cargo.

...

AMBROSIO DE MORALFS. Anfitrión fué el primero que interpretó los SUEÑOS. LOPE DE VEGA.

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- SUEÑO: Estos mismos sucesos ó especies que se representan.

- SUEÑO: Gana de dormir.

Me estoy cayendo de SUEÑO.

Diccionario de la Academia. -SUEÑO: fig. Cosa fantástica y sin fundamento ó razón.

- SUEÑO LIGERO: fig. El que se disipa ó ahuyenta con facilidad.

- SUEÑO PESADO: fig. El que es muy profundo, dificultoso de desechar, ó melancólico y triste.

- SUEÑOS DORADOS: fig. Ilusiones halagueñas.

Catalina Howar es una joven de extraordinaria belleza, de baja extracción, ligera y snperficial, mal educada y cuya imaginación mal dirigida se alimenta de SUEÑOs dorados..., etc. LARRA.

- CAERSE DE SUEÑO uno: fr. fig. y fam. Estar acometido del SUEÑO sin poderlo resistir. - COGER EL SUEÑO: fr. DORMIRSE.

- CONCILIAR EL SUEÑO: fr. Procurar dormir, recogiéndose ó tomando algunos remedios que lo

faciliten.

- CUAJAR EL SUEÑO: fr. fig. y fam. Conciliar el sueño, conseguir quedarse dormido.

Con el rastro del enojo no podía tener sosie-
go, ni CUAJAR sueño.
MATEO ALEMÁN,

Jamás pensé, vida mía,
Quererte como te quiero;
Cuando me meto en la cama
No puedo CUAJAR el sueño.
Cantar popular.

- DECIR uno EL SUEÑO Y LA SOLTURA: fr. fig. y fam. Referir con libertad y sin reserva todo lo que se ofrece, aun en las cosas inmodestas.

- DESCABEZAR EL SUEÑO: fr. fig. y fam. Quedarse dormido un breve rato el que está molestado del SUEÑO.

... no falta en casa alguna abuela devota que mientras descabeza el SUEÑO quiera oir lecturas piadosas, etc.

ANTONIO FLORES.

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