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modo que entre el espaldón by la parte interior de la hoja quede una ranura del ancho necesario para que entre ambas coja la espiga de la ensambladura que se va a practicar; el espaldón b desciende unos cuantos centímetros por debajo de la hoja con objeto de que se apoye en la cara del madero en que se va a hacer el rebajo, y que, sirviendo de guía, hace que la aserradura sea perfectamente paralela; tiene esta sierra el inconveniente de que se necesita una colección muy numerosa en un taller, con separaciones diferentes para poder hacer ensambles de diferente profundidad, y para evitarlo se ha ideado otra herramienta que lleva el nombre de sicrra de enrasar de luz variable, que se asemeja en un todo á los acanaladores, así como la ya explicada de luz fija es una copia de las junteras (V. ACANALADOR). La hoja A (fig. 5) va sujeta por varios tornillos t á una pieza rectanE'

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gular B de madera, de la que salen por el lado opuesto dos ó tres listones DE, D'E', paralelos entre sí y normales á la hoja de la sierra, los que penetran en cajas de la misma forma practicadas en otra pieza C, rectangular y de madera también, que ha de servir de espaldón á la sierra, y que, por tanto, es sumamente ancha para formar vuelo por bajo la hoja; para sujetar los listones DE y D'E', y por tanto dar seguridad á la posición del espaldón, va éste taladrado por el canto por cajas rectangulares á los costados de los taladros por que cruzan los listones, y en dichas cajas se alojan á mano unas cuñas Fy F que hacen invariable la posición de las piezas; con esta sierra se pueden hacer toda clase de ensambladuras, pero resulta pesada y puede por un descuido variar la posición del espaldón, por lo que es conveniente, en lugar de listones de madera, emplear varillas de hierro fileteadas en tornillos, y en las cajas a, a alojar unas cuantas de superficie poligonal que hacen invariable la posición de la sierra. Estas sierras se manejan como un cepillo.

Observaciones sobre las sierras. - La forma y dimensiones de los dientes de una sierra cualquiera varían con la naturaleza de la madera sobre que deben obrar, su estado de sequedad ó humedad, estructura y disposición de las fibras, con la manera de coger las herramientas, al largo ó de través; los dientes llamados de pico de cuervo (fig. 6) se labran en sierras destinadas á las

Fig. 6

maderas blandas, húmedas y recién cortadas, y para las maderas duras, más recién cortadas, conviene la misma forma, pero con menor concavidad la parte a que los separa: cuando las maderas son muy duras y secas convienen los dientes despuntados, como los que representa la fig. 7; pero si la madera es muy filamentosa y la fibra se desagrega con facilidad los dientes deben ser, por el contrario, muy agudos, como los representados en la fig. 8.

En las sierras movidas á brazo ó en las mecánicas circulares movidas con pedal, y en las mecánicas de cinta, convienen los dientes en forma de triángulo rectilíneo rectángulo; de triángulo rectilíneo isosceles para aserrar al largo, y de triángulo equilátero y rectilíneo también para aserrar de través.

Como regla general se puede establecer que euanto más blanda es una madera más grandes

pueden ser los dientes; y por el contrario, se han de hacer las sierras con dentadura tanto más fina cuanto más dura, compacta y de grano fino sea la madera.

Los dientes se hacen en las sierras, bien á mano con un botador ó sacapuntas, dividiendo el

Fig. 7

canto de la hoja previamente en partes iguales al espesor y hueco de los dientes, bien á máquina, lo que es mejor: todos los dientes deben penetrar en la madera, y por tanto todos deben tener igual altura, para lo que en las sierras rectas, tendida la hoja y después de formados los dientes, se pasa una línea recta que los enrase á todos, y en las sierras circulares, de que hablaremos más adelante, las puntas de los dientes cia cuyo centro sea el del eje de rotación de la deben hallarse todas en una misma circunferenhoja, y para igualar los dientes de ésta se la hace girar sobre una muela; cortados los dientes se les chaflana lateralmente para darles filo; pero cuando esto no se hace hay que afilarlos, ope

Fig. 8

ración que se consigue con una lima muza ú otra de grano muy fino, de forma de mediacaña, y se liman los dientes al bies, y cada diente en sentido contrario al que le precede; en las emplean muelas de asperón ó de esmeril, con ó sierras mecánicas para el afilado de los dientes se sin pedal, y también la lima plana, la mediacaña y la cola de rata cilíndrica ó cónica; pero hay máquinas destinadas á este trabajo, siendo una de las más perfeccionadas la de Arbey, cuyo elemento principal es una muela de esmeril que puede tomar toda clase de posiciones, para coger los dientes de la manera más conveniente; para afilar toda sierra, de hoja recta ó de cinta, es preciso sujetar la hoja en una ranura ó cajero y tenerla en completa tensión, y esta parte en la máquina de Arbey es también movible, con lo que los dientes se pueden afilar con gran perfección y una gran economía; el aparato que se emplea de ordinario para tener tensas las hojas se reduce en las sierras de hoja recta á dos muñecas que, como las de un torno, pueden correr á lo largo de una ranura practicada en el piso de una armadura; una de las muñecas se fija con un tornillo á la armadura, y la hoja de sierra que penetra ó es cogida por las mandíbulas de las muñecas, una de éstas por cada extremo y sujeta con los dientes hacia arriba, por medio de un tornillo de presión, se hace correr la otra muñeca por otro tornillo movido por una manive la y cuya parte fileteada, sumamente larga, penetra en la muñeca labrada en tuerca en las sierras de cinta las muñecas se sustituyen por dos poleas horizontales, de las que una lleva una manivela para hacerla girar arrastrando á la ho

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ja en su movimiento, á fin de presentar nuevos dientes al operador, yendo estas poleas montadas sobre soportes que pueden moverse como las muñecas de que antes hemos hablado; para afilar las sierras circulares el portahoja se compone de dos discos de madera ó metal, entre los que la hoja se coloca perfectamente centrada con aquéllos, que la oprimen y sólo dejan libre la dentadura y una corona de algunos milímetros más hacia el centro; los discos van montados sobre un eje, y éste en una armadura, pudiendo hacer girar al portahoja con un pedal y una biela, y también fijarle en cualquier posición por medio de un tornillo de presión: hemos dicho que los dientes se afilan al bies, pero esto sólo por el lomo y nunca en la parte vacía del diente, hallándose su parte inferior labrada en ángulo recto con la hoja de la sierra.

Si la sierra tuviera los dientes en el mismo plano de la hoja y ésta fuera de igual espesor que aquéllos, á poco que profundizase la aserradura el rozamiento de la hoja con los labios del corte, no sólo dificultaría el movimiento de la sierra, que podría romperse por esto sólo, sino que la recalentaría á punto tal que acabaría por destemplarse al poco tiempo de uso; es verdad que, como siempre sucede, parte del trabajo motor se convierte en calor que perjudica á la herramienta, por lo que es conveniente refrescarla de tiempo en tiempo, pero nunca llega á lo que llegaría si no se tratase de disminuir este efecto, por lo que se llama dar vía á la sierra, lo que puede hacerse de dos maneras: la más general consiste en triscar los dientes, esto es, inclinarlos á uno y otro lado de la hoja alternativamente, haciendo que salgan de los planos que limi tan la hoja, con lo que el corte se ensancha, consiguiéndose, no sólo evitar el rozamiento y disminuir el recalentamiento de que antes hemos hablado, sino que también facilitar la salida del serrín, que ocupa siempre un volumen próximamente el cuádruplo de la madera que le produjo; en las sierras destinadas á las piedras, al marfil, etc., que no tienen vía, se suprimen en la hoja y de trecho en trecho dos ó tres dientes por espacio para que en estos huecos pueda alojarse el serrín formado: el triscado se hace con el trabador ó triscador, llamado también roseta, que consiste en una lámina de acero recta ó circular (V. TRABADOR), con muescas ó escotaduras de diferente profundidad y anchura, entre las que se van cogiendo uno á uno todos los dientes é inclinándolos en el sentido conveniente, unos á la derecha y otros á la izquierda de la hoja, y de modo que, visada ésta por la línea de los dien tes, formen los de un lado con los del otro un estrecho canal recto en el centro, sin que presente la menor desviación, sin lo que el aserrado se ejecutaría en las peores condiciones. En algunas sierras de mano se apela al otro procedimiento de dar vía, que consiste en hacer la hoja bastante más gruesa por la dentadura que por el lomo, presentando entonces la hoja, en sección, una forma de trapecio. Las sierras tienen más ó menos vía, según los usos á que se destinan, conviniendo darlas la menor posible en cada caso y cuidando de que nunca exceda de la mitad de su espesor, pues de suceder esto la sierra formaría dos trazos distintos y no podría marchar.

Sierras mecánicas para madera. - La civilización moderna, ávida de economizar la fuerza del hombre sustituyéndola por otros motores ó aplicando aquélla con mayor acierto, no podía dejar de estudiar con el mayor detenimiento el útil que nos ocupa, consiguiendo, no sólo la economía en el esfuerzo, sino en el tiempo, y por lo tanto en el capital, habiendo llegado á la construcción de máquinas cada día más ingeniosas, las que se extienden de momento en momento desde hace medio siglo próximamente, permitiendo los adelantos introducidos aplicarlas, con buen éxito, desde el apeo de los árboles en el monte hasta la realización de los trabajos más difíciles, como molduras, pavimentos, ruedas de carruajes, toneles, poleas, incrustaciones, marquetería, etcétera, etc. Tres son las especies de sierras mecánicas, que por orden de antigüedad son: las de movimiento alternativo, circulares y de cinta; comenzaremos su estudio por las primeras.

En Suiza y algunos puntos de Francia se montaron, ya hace muchos años, sierras de movimiento alternativo sumamente toscas, pero que sin embargo funcionan bien y pueden establecerse económicamente en aquellos puntos cuajados de bosque en los que, habiendo una corriente de

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agua fácil de utilizar, sea al propio tiempo sumamente costoso montar un generador de vapor ó transportar una locomóvil; consiste el sistema en una rueda hidráulica que marcha á gran velocidad y que pone en movimiento un árbol dos veces acodado, en el que se articula una biela que va á la manivela de un volante, y en cuyo otro acodalamiento una segunda biela pone en movi miento vertical el bastidor de una sierra, guiado en su movimiento por correderas de madera, la pieza que se trata de aserrar va montada sobre un carretón que rueda sobre dos maderos horizontales, adelantando una pequeña cantidad á cada golpe de sierra, lo que se consigue con una cuerda que, unida al carretón, va a parar á un torno movido por una rueda, á la que mueve un trinquete ó álabe fijo al bastidor movible de la sierra, ó al volante. Esta sierra dió la idea á Philippe para hacer la sierra perfeccionada que lleva su nombre, y que consiste en una armadura vertical de hierro para sostener todo el mecanismo, que es de gran altura; un bastidor formado por cuatro piezas de madera fuertemente ensambladas, dos largueros verticales y dos horizontales, llevan una ó varias hojas de sierra, paralelas entre sí y á las distancias convenientes según el trabajo que de ellas se espera, yendo colocadas en unas argollas que abrazan á los traveseros y que permiten, no sólo variar la separación ó posición de las hojas, sino también cambiar la tensión de aquéllas por medio de tornillos, en los extremos de los traveseros van cuatro correderas de fundición ó bronce que deslizan en dos acanaladuras ó guías verticales formadas por piezas de madera muy seca y dura, que van fijas á la armadura, y que por medio de tornillos se puede modificar ó corregir su posición para que el deslizamiento del bastidor se haga sin dificultad alguna, la armadura de hierro que sostiene la máquina está formada por montantes verticales sólidamente empotrados en un macizo de mampostería y unidos en la parte superior por un número de puentes tal que, dando una gran solidez, no dificulte el movimiento de los diferentes mecanismos; por encima de la armadura, y convenientemente sostenido, va el árbol motor horizontal, que lleva en su medio dos poleas, fija la una y loca la otra, para recibir la correa que ha de transmitir el movimiento del aparato motor, cualquiera que sea éste; de los otros lados de los cojinetes en que gira el primero se hallan dos volantes de gran diámetro, con botones de manivela, en los que se articulan unas bielas que se enganchan en argollas que lleva el travesero superior de la sierra. Una de las partes más importantes de la máquina es la que se destina á presentar y dar movimiento á la pieza de madera que debe aserrarse; consta de un carretón que debe tener dos movimientos de traslación perpendiculares entre sí, uno para colocar el madero en el punto conveniente en que debe practicarse el corte, y otro tal que, sin cambiar la posición del trazo respecto de la hoja, haga pasar la pieza en toda su longitud por delante de la hoja de la sierra, que se mueve constantemente dentro de un mismo plano vertical, de donde se deduce que el primer movimiento es intermitente y el segundo continuo; ó mejor dicho, uno intermitente de duración igual al tiempo necesario para producir la aserradura completa de toda la pieza, y otro, intermitente también, pero de una manera continua, y en que los períodos de reposo, todos iguales entre sí, lo son también el tiempo necesario para descender la hoja y producir el corte. El carretón le constituye una plataforma ó bastidor de fundición formado por dos largueros y una serie de traveseros, los cuales llevan un piso de tablas ó listones á claraboya sobre los cuales se asienta la pieza de madera, estando los largueros en planos paralelos al de la hoja de la sierra y montados sobre una serie de rodillos, los de un lado más próximos á aquélla con llanta ahueca da en forma de polea, y los del larguero opuesto con llanta plana; estos rodillos pueden marchar sobre rieles montados en largueros de madera fijos á la armadura de la máquina, guiando este movimiento los rodillos poleas, de que hemos hablado, por debajo del bastidor, y en la dirección de sus largueros va otro labrado en cremallera por su canto inferior, cuya cremallera engrana con un piñón montado sobre un eje horizontal, en cuyo otro extremo, y por la parte exterior de la armadura, lleva montada solidariamente otra rueda de mayor diámetro que engrana con otra, y ésta con una tercera, en cuyo eje y parte más

exterior hay una rueda de trinquete con su manivela; el trinquete lo forma una barra articulada al extremo de uno de los brazos de una palanca de primer género, cuyo segundo brazo lleva articulada una biela que va á parar á una excéntrica montada sobre el árbol motor de la sierra; la uña del trinquete se une á la rueda correspondiente por un muelle en espiral, pudiendo por medio de una palanca separar el trinquete, para mover la rueda á mano cuando convenga; por este medio, en tanto sube la sierra, el trinquete hace girar su rueda, cuyo movimiento se transmite al carretón, que avanza el espacio necesario para presentar á la hoja una nueva porción de madera y continuar el trazo. Esto, en cuanto al movimiento longitudinal ó continuo del carretón; y para producir el transversal, intermitente, lleva el bastidor de aquél, en el sentido de los traveseros, tres ejes paralelos y equidistantes labrados en tornillo, y cuyas cabezas son poleas dentadas por las que pasa una cadena sin fin, cuya tensión se gradua por un rodillo tensor montado sobre el carretón; las poleas tienen su manivela para mover á mano los tornillos, que penetran cada uno en una tuerca de alguna longitud, labrada en la base de una muñeca A (fig. 9), que lleva tres tuercas fijas a, b y c, por las que atraviesan tornillos t terminados en pun

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ta para sujetar los maderos que hayan de aserrarse, los que también se aseguran por sus cabezas con otro tornillo fijo á uno de los costados que verticalmente se unen á la plataforma del carretón; las muñecas llevan una ranura vertical ren que se aloja una regla de fundición cuyos extremos se aseguran con clavijas, cuando conviene, á los costados del carretón para conseguir el enlace de las muñecas. Terminado un corte de sierra, para hacer otro se mueve á mano uno de los tornillos 7' que atraviesan la base de las muñecas, y se hacen avanzar éstas, todas á la vez y la misma cantidad, gracias á la cadena sin fin, con lo que el madero avanza paralelamente á sí mismo la cantidad que convenga hasta llegar al punto en que el nuevo trazo deba practicarse; pero como esto no podría hacerse sin desviar el carretón en sentido longitudinal, se separa el trinquete de que hemos hablado antes y se mueve la rueda, que hace rodar al carretón, y en sen. tido inverso al que le hacía marchar la sierra, hasta que el madero presente su cabeza á los dientes de la hoja.

La sierra Philippe tiene el inconveniente de su grande altura y necesitar un punto de apoyo resistente en la parte superior, por lo que se ha modificado formando otro modelo esencialmente distinto, colocando el mecanismo en la parte inferior, debajo del bastidor de la sierra, á la que se ponen varias hojas: dos pies derechos llevan las guías de las hojas ó del bastidor de éstas impulsado por una biela; el carretón pasa en su marcha longitudinal por entre las hojas, y por lo tanto sólo puede tener los traveseros extremos para que aquéllas puedan pasar, y para producir el movimiento longitudinal se emplean dos piñones montados sobre un mismo eje, que engranan cada uno con una cremallera que termina el larguero.

Para aserrar maderas ya escuadradas en lugar de carretones se emplean rodillos, sobre los cuales corre el madero, al que otros cilindros superiores y acanalados oprimen sobre los primeros y guían en su movimiento.

Las sierras para chapas, de movimiento alternativo, son diferentes y en relación con el delicado trabajo que deben producir, pues las chapas deben ser muy delgadas y de un espesor completamente constante en toda su longitud: | la sierra, montada sobre un bastidor horizontal,

desliza sobre una mesa ó armadura: el carretón que lleva las piezas que se van á aserrar se ajuste en un carretón que se eleva verticalmente por entre unas guías, y para el movimiento transversal se emplea un tornillo de paso muy fino movido por una manivela, cuyo brazo, prolongado en el sentido opuesto, termina en un índice que recorre un disco graduado, para medir sobre él el espesor que la chapa debe tener.

Para cortar las pinas de las ruedas se emplean sierras de hoja estrecha, y las maderas se colocan en un carro circular del diámetro de la rueda que se va á cortar, cuyo carro gira alrededor de un eje vertical.

Modernamente se han ideado otra especie de sierras de movimiento alternativo, movidas por el vapor debidas á Ransome, y que se construyen en los talleres que en París posee el ingeniero M. F. Arbey: consiste en un serrucho de hoja fuerte, de algo más de metro y medio de longitud, con dientes de los llamados japoneses, todos dirigidos en el mismo sentido, afilados por un solo lado y sin triscar, el que obra en sentido opuesto al de las otras sierras, pues en casi todas ellas el efecto útil se obtiene al empujar la sierra hacia la madera, y en ésta, por el contrario, con objeto de que no se doble ó rompa la hoja, es al volver la sierra, ó cuando obra por tracción, cuando muerde la madera; la sierra está movida por la varilla del émbolo de un cilindro de vapor que sale al exterior, llevando la tapa ó guarnición del lado correspondiente del cilindro dos guías de hierro que dirigen la hoja en su movimiento; el cilindro de vapor en que el émbolo se mueve es sumamente largo y de pequeño diámetro, con objeto de que la carrera de la sierra sea de suficiente longitud y la máquina fácilmente transportable, y el cilindro tiene dos movimientos: uno de charnela alrededor de su eje, que lleva en uno de sus costados, y que se une á una armadura de fundición, lo que permite que la hoja de la sierra se mueva sobre un plano horizontal, ó ligeramente inclinado al horizonte ó en un plano vertical; el otro movimiento se consigue fácilmente, pues en dos lados opuestos del cilindro lleva muñones, que son tubos con bridas, cuyo objeto diremos ahora, y que apoyados en cojinetes permiten al cilindro girar un pequeño ángulo alrededor de este eje, consiguiendo colocar la hoja en la posición conveniente por medio de un tornillo sin fin, cuya cabeza es un pequeño volante de manivela y que engrana con un arco dentado, invariablemente unido á la tapa ó armadura posterior del cilin dro; la guarnición opuesta se prolonga en forma de barra, que termina en dos garfios ó puntas, para hacer á la máquina solidaria con el tronco, lo que se consigue por la presión, ó mejor tracción, de una cadena que rodea á aquél y se une á la armadura de la sierra; hemos dicho que los muñones sobre que oscila la sierra son tubos de bridas que llegan al interior del cilindro, y sirven, para hacer la distribución del vapor uno de ellos, y el otro para hacerle salir á la atmósfera, bastando para que el vapor llegue enlazar un tubo fuerte y flexible ó articulado, que va á parar á un generador cualquiera, obrando el vapor por acción directa, bastando una pequeña caldera portátil con hogar dispuesto para utilizar como combustible los despojos del monte; esta sierra es sumamente rápida en su manera de obrar, va toda ella, excepto la hoja y el volante, encerrada en una armadura que la resguarda de choques, pesa unos 200 kilogramos y puede apear al día de 50 á 60 árboles y hasta 80 robles de más de un metro de diámetro, y esto en cualquier posición que se hallen, hasta en las mayores pendientes, bastando cuatro hombres para su manejo: uno para alimentar el generador, otro para colocar la máquina en la posición conveniente, otro junto al árbol para colocar las cuñas en la aserradura á fin de impedir se junten sus labios y dificulten la marcha de la sierra, y el cuarto destinado á limpiar el terreno inmediato al árbol que se trata de apear; en cualquier tiempo puede emplearse, pero funciona mejor en invierno cuando el serrín, casi desprovisto de savia, se desprende con facilidad; conviene emplear el agua jabonosa para lubrificar la madera.

Todas las sierras mecánicas de movimiento alternativo que venimos explicando son de simple efecto, es decir, que obran sólo en la mitad de su carrera; pero modernamente se han ideado otras de acción continua, ó sea tanto al subir

como al bajar, y en éstas el carro que conduce el madero, cuando no es la sierra la que avanza, ha de tener también una marcha continuada. Para los trabajos de marquetería se emplea la sierra de contornear ó de marquetería (fig. 10), también de movimiento alternativo: es una má quina sumamente sencilla, que puede ser de mano ó de pedal; está reducida á un tablero AB, sostenido por pies, y con un taladro en D para

S

M M

Fig. 10

que pueda pasar la hoja de la sierra, que es su mamente fina, de corta longitud, con dientes de pasa portodo y sin triscar; bajo el tablero, en un punto 0, hay un eje horizontal por el que pasa la armadura SCS' en forma de curva, que es de hierro plano de sección rectangular; un fuerte muelle MEM', de dos ramas, se apoya una de ellas bajo el tablero AB, llega hasta el eje dando una vuelta alrededor de él, para salir á empujar á la armadura por su parte inferior; la armadura termina en sus extremos en ranuras profundas, es pecie de tenazas, cuyas mandíbulas se hallan estriadas interiormente en forma de lima muza para poder sujetar entre ellas la hoja por medio de unos tornillos de orejas Ty T', por presión de las bocas de la armadura; si la sierra es de mano, como representa nuestra figura, el extremo inferior de la armadura lleva un mango para hacer obrar cómodamente la pieza, y si es de pedal una argolla á la que se fija una cuerda, cadena ó barra de hierro, que va á parar al pedal que ha de hacer obrar á la máquina. El manejo de esta sierra es muy sencillo: se desprende uno de los extremos (el superior generalmente) de la hoja, para hacerla pasar por el taladro que previamente se ha hecho en la tabla que se va a cortar, se sujeta después fuertemente en la armadura, y apoyando la tabla con una mano sobre el tablero AB, y llevándola para presentar á la sierra el contorno dibujado, con la otra mano ó con el pie se hace bajar la sierra, que al aflojar la presión subirá por sólo la acción del muelle.

Terminado el estudio de las sierras de movimiento alternativo, vamos á ocuparnos de las circulares de movimiento continuo. Atribuídas á Brunel, sus aplicaciones son cada día más numerosas por su sencillez, por la manera que tienen de obrar y por la rapidez en el trabajo: se compone esta sierra de una hoja delgada de acero,

perfectamente plana, de forma circular, de espesor uniforme y armada de dientes más o menos agudos colocados en la circunferencia, todos exactamente iguales y dirigidos en el mismo sentido, es decir, con igual inclinación respecto de los radios que en ellos terminan; esta hoja se halla montada sobre un eje que recibe un movimiento de rotación sumamente rápido en el sentido de la inclinación de los dientes; el ajuste de la hoja en sn árbol es sumamente sencillo, pero exige gran cuidado, pues debe hallarse perfectamente centrada con el disco que forma la hoja y ser perfectamente normal á ella, sin lo que no podría funcionar y habría gran destrozo de madera ó de la sierra misma; cuando se trata de una sierra de pequeño diámetro basta poner en el árbol un fuerte refuerzo, cuidadosamente torneado y apla nado en la porción en contacto con la hoja que

sobre dicho plano se apoya, sujetándola fuertemente en esta posición con una doble tuerca; el árbol termina por ambos extremos en dos cajas cónicas, contra las cuales se apoyan dos puntas unidas al bastidor ó mesa de la sierra, para servir de pivotes; cuando el diámetro de la hoja es grande va entre dos discos fuertes centrados en el mismo eje, y que se unen entre sí y á la hoja por tornillos de cabezas embutidas; en todos los casos el árbol de la sierra tiene una polea para recibir la correa que ha de transmitir la rotación del árbol motor; para las sierras de gran diámetro se necesita apoyar el eje en dos cojinetes; la sierra va montada en el eje de un tablero horizontal que deja al descubierto la mitad superior de la hoja, y sobre aquél se apoya y se desliza la madera que se está aserrando, y que va colocada en un carretón que termina inferiormente en cremallera, á la que hace obrar un piñón en conexión con uno de los árboles de la máquina; cuando el carretón ha llegado al límite de su carrera se desengalga el piñón que le mueve de su enlace con el árbol motor, y se vuelve aquél á su posición primitiva por medio de un manubrio en relación con el eje del piñón; el árbol de la sierra puede correr en sentido transversal dentro de sus cojinetes para poder aserrar una nueva tabla sin cambiar la posición del madero, lo que se consigue con un tornillo de llamamiento; pero

Sierra circular

de este modo no tiene la sierra tanta seguridad, por lo que se prefiere dejar fija la posición de su eje y hacer correr al carretón transversalmente; otras veces la madera, en lugar de marchar en un carretón, se la hace avanzar por entre unos cilin dros puestos en movimiento por la máquina. La hoja de las sierras circulares, animada, según hemos dicho, de una gran velocidad, y destinada á cortar grandes piezas, ha de vencer resistencias considerables que tienden á alabearla, y que la inutilizarían en breve tiempo si no se previniera tal efecto, lo que se consigue colocando á ambos lados de la hoja, y cerca del punto en que entra la madera que va cortando, unas guías de asta ó de madera muy dura, que ejercen alguna presión sobre la hoja y la impiden alabearse.

Brunnel ha construído sierras circulares de gran diámetro para cortar hojas muy delgadas, destinadas al chapeado de muebles, y en ellas la hoja está formada por un disco de metal bastante grueso para que no se doble ó alabee, afilado en chaflán hacia una de sus caras; por el lado en que está el bisel se une al árbol, y en la otra cara lleva una hoja de sierra circular muy delgada, atornillada al disco con tornillos de cabeza embutida y formada de varias piezas que constituyen una corona ancha y plana dentada en sus bordes; esta sierra funciona como los tornos al aire (V. TORNO), es decir, que el eje termina en la hoja, y por lo tanto lleva los dos cojinetes del mismo lado; en cuanto la hoja ha penetrado algo en la madera, la chapa que se desprende salva el grueso del disco y se va encorvande al encontrar al árbol, sin obstáculo alguno para la marcha; para esta clase de sierras los dientes deben ser muy finos, y basta señalar con lápiz los planos de división en una de las cabezas de la viga. Las sierras circulares son de rápido transporte y funcionan en buenas condiciones con una fuerza de cuatro caballos de vapor, y estando bien afiladas, y la máquina perfectamente engrasada, se obtiene el máximo de trabajo útil.

La carrera de las sierras rectas varía entre 40 y 60 centímetros, debiendo adelantar el carretón que conduce la madera, por cada golpe de sierra, de 2 à 5 milímetros, y tanto menos cuanto más dura es la madera; la velocidad de la sierra debe variar entre 110 á 140 golpes por minuto, necesitando una fuerza de 3 caballos de vapor, con

lo cual se pueden aserrar por hora unos 7 metros cuadrados de madera dura y hasta 18 de madera blanda, pudiendo admitirse que entre los diferentes modelos de sierras alternativas y fuerza necesaria para moverias por cada caballo de vapor se asierran en una hora unos 2,25 metros cuadrados de madera dura y hasta 3 de madera blanda, término medio.

En cuanto á las sierras circulares su velocidad es bastante variable, variando en la circunferencia en 5 y 10 por segundo, y en las de dimensiones ordinarias se las hace dar 300 á 500 vueltas por minuto, y absorbiendo mucha menos fuerza que las anteriores, por término medio se puede calcular que asierran por hora y caballo de vapor 4 metros cuadrados de madera dura y hasta 5 de madera blanda. Las sierras circulares ordinarias para cortar grandes piezas no suelen pasar de 76 centímetros de diámetro, y las de Brunnel, para cortar chapas de muebles, se eleva aquél á 1m, 30, y en Sheffield (Inglaterra) se ha construído y funciona una sierra que pudiera llamarse monstruo, cuyo diámetro es de 2m, 60, ó sea el doble que la de Brunnel.

Los adelantos de la Mecánica, cada vez mayores, hicieron desear algo más respecto á esta importante herramienta ó máquina útil que, de insuficiente efecto para las necesidades industriales en la acción de movimiento alternativo, y que sólo era utilizable para cortes rectos en las sierras circulares, hicieron pensar en la sierra continua de contornear, y Perin, calculando sin duda que una correa sin fin era fácil convertirla en una sierra sin más que dentarla, modificando el material sustituyendole por el acero, que tan bien se trabaja y templa en el día, presentó en la Exposición Universal de París en 1867 una sierra llamada de cinta sin fin que resuelve perfectamente el problema del aserrado para todos los casos, y que perfeccionada después constituye hoy un modelo perfecto indispensable en todo taller de carpintería. La sierra Perin estaba reducida á una armadura de fundición que sostenía una polea de eje horizontal en su parte más alta, otra de eje horizontal también en la parte más baja, y colocadas ambas en un mismo plano vertical; un tablero horizontal taladrado para el paso de la hoja de acero soldada sobre sí misma en forma de cinta sin fin, y dentada en uno de sus bordes, la que montaba sobre ambas poleas, imprimiendo por un motor cualquiera movimien to á una de las poleas, se conseguía el aserrado. Esta sierra se ha perfeccionado, según hemos dicho; hemos tenido ocasión de emplear con grandes ventajas una sierra de esta clase, que sólo difiere de la explicada en tener una tercera polea por la que pasa la cinta, con lo que se consigue que, formando entre los centros de las tres un triángulo, la cinta no necesita doblarse tanto, estando menos expuesta á romperse, habiendo aumentado á pesar de esto la adherencia entre la cinta de acero y las poleas; además, la polea auxiliar va montada sobre un eje cuya po

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Sierra de cinta

sición respecto del bastidor puede cambiar, pues va unido á una muñeca que fuertes tornillos sujetan á la armadura, y así se puede dar á la cinta la tensión conveniente; el eje motor, colocado en una de las poleas fijas, termina al exterior en un prisma regular para adaptarle una rueda dentada y que pueda emplearse un motor cualquiera; además, sobre el mismo árbol va un volante con una fuerte manivela para moverla á brazo; á la mesa se puede sujetar con un tornillo de presión una pieza de guía, contra la cual se apoya el madero cuando se quiere aserrar recto, labrar tablas ó planchas de plaqueado, pudiendo también separar la guía si se ha de contornear el corte se

Sierras para trabajar los metales. - Como pa- | tadas; las limaduras caen al fondo en una caja ra las maderas, aunque con menos frecuencia, destinada á recibirlas. se emplean sierras en el trabajo de los metales, pudiendo ser aquéllas también de mano ó mecá nicas; las primeras sólo se emplean para obras pequeñas y algún tanto delicadas, como en relojería, bisutería y cerrajería menuda, etc., mas para las grandes obras de forja, herrería y cerra gruesa, que se refieren á la Mecánica, la Construcción y la Industria, se apela á las má quinas, útiles de que luego hablaremos.

gún una curva cualquiera dibujada en una pieza; ésta se conduce á mano por uno ó dos operarios, pero también puede montarse en un carretón para el trabajo mecánico; una máquina de esta clase lleva un repuesto de varias cintas, de anchos diferentes y en relación con el espesor de la madera, siendo muy estrechas y algo más gruesas las que se emplean para contornear. Los cortes con las sierras de esta clase son más limpios quejería los de las otras sierras de movimiento continuo; los diámetros de las poleas son muy variables, llegando en algunas hasta 1m, 20, y tienen las ventajas que vamos á enumerar, tomadas del dictamen que emitió respecto de ellas la asociación para prevenir los accidentes de las máquinas, constituída bajo los auspicios de la Sociedad Industrial Mulhouse (Francia): las sierras circulares, dice, son altamente peligrosas para los obreros, exigen mucha mayor fuerza que las de cinta, y abriendo aquéllas un corte más ancho desperdician más madera que las de cinta, á cuyas ventajas podemos añadir, en contra de la opinión de la sociedad citada, que son las más económicas, no extrañando que cuando se dió el dictamen no sucediera así, porque aún su fabricación no se hallaba generalizada. Las poleas de estas sierras deben ir guarnecidas con una llanta de caucho ó goma elástica, para aumentar la adherencia á ellas de la hoja.

No sólo se hacen las sierras, para la madera, de acero, pues en 1885 construyó Holland una sierra circular de 50 centímetros de diámetro, cuyos dientes, esto es, la sierra propiamente dicha, eran de vidrio, resultando tan resistente que cortaba hasta las maderas más duras y compac tas de América empleadas en la ebanistería, como el ébano, el guáico, etc., que se resisten á las herramientas de corte agudo, las que consiguen romper la madera antes que labrarla.

Sierras eléctricas. - Siendo la electricidad uno de los motores más importantes, aun cuando hasta ahora no se haya llegado al desideratum en este punto, lo que no es de extrañar dado el poco tiempo que hace se vislumbró la nueva fase que había de dar á nuestro globo, era lo lógico que se pensase en aplicarla al movimiento de las sierras hasta aquí estudiadas, en sustitución del vapor, para aquellos puntos en que, como en los inmensos bosques de los Estados Unidos de Amé. rica, no era fácil la aplicación de aquél para la corta de los árboles; y con efecto, el ingeniero Arbey, de quien tantas veces hemos hablado en este artículo, construye unas sierras de su invención, movidas por la electricidad, empleando para la producción de este motor la fuerza de las caídas ó saltos de agua de los torrentes, que tanto abundan en aquellos países.

Para las operaciones quirúrgicas se emplea asimismo una sierra eléctrica que es aplicable también á la trepanación, sin más que sustituir el útil ú hoja de sierra por su trépano montado en el eje de aquélla; es sumamente manuable y rápida, pues basta medio minuto para cortar los huesos de mayor diámetro. Esta sierra, que construye la casa Electrodinamo Company, de Filadelfia, está representada en la fig. 11: se compone de una dinamo sumamente pequeña de

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Griscom, con electroimán cilíndrico AB, unida á un mango M con estrías a para que no se escape de la mano por medio de tornillos 7, 7"; el eje E de la dinamo sale del bastidor AB, y en él va montada una pequeña sierra circular (que se ve de corte en la figura) S, la que en su mitad superior va recubierta por un guardamano C para impedir accidentes al operador (otros modelos llevan recubierta la mitad que corresponde al mango); dos contactos N y P reciben los reóforos de un generador eléctrico.

La sierra de mano es una delgada hoja de acero dulce, cuyo borde está dentado con dientes sumamente finos y unidos, que se afilan con una lima; se la templa después con un temple muy duro para que pueda cortar el cobre, latón, bronce, hierro sin templar, etc.; las mejores hojas de sierra de mano se hacen con un trozo de muelle real de relojería, bien templado y recocido después; la montura de estas sierras varía con el uso á que se las destina, pues tan pronto es una especie de serrucho sin más armadura que un mango, tan pronto tiene dos mangos, uno á cada extremo de la hoja, y sin armadura, ó bien se monta en una armadura de madera como la sierra de mano del carpintero, ó metálica como hemos visto en el artículo SERRUCHO, que puede consultarse. Las sierras de mano cortan en frío sin oprimir la hoja contra el metal y casi insensiblemente; para sierra de mano puede servir una lima triangular ó mediacaña, emplean do la arista que resulta dentada, y de limas se sirven con harta frecuencia para cortar los barrotes de las rejas los que se hallan encarcelados.

Las sierras mecánicas para el trabajo de los metales son generalmente circulares, formadas por una hoja circular de palastro (V PALASTRO) de hierro o acero, de 4 á 5 milímetros de espesor, dentado en su circunferencia; en cuanto al material que forma las hojas, se creyó en un principio que sólo el acero podría emplearse; mas se ha visto que no sólo se puede utilizar el hierro, sino que las ventajas que con el acero se obtenían eran relativamente pequeñas y no compensaban el excesivo aumento de su coste; en cuanto á los dientes, se ha observado que no convienen los dientes curvos como los que se emplean en el aserrado de maderas, porque se desgastan y rompen rápidamente, y que la forma más conveniente es la de triángulos isósceles rectángulos, en que el ángulo recto forma el útil del diente; de todos modos, estas sierras hay que relabrarlas y afilarlas con frecuencia; la labra se hace generalmente á máquina, con una especial que lleva un portaútil, que labra el contorno del disco del mismo modo que una cizalla corta el palastro; en otras partes la labra de dientes se hace con un punzón mecánico, cuyo útil se sustituye por una herramienta apropiada; la velocidad de rotación de estas sierras debe pasar de 500 vueltas por minuto y aproximarse o pasar de 1000, dependiendo esto del diámetro de la sierra y de la temperatura de los hierros que se van á cortar, operación que se hace generalmente en caliente, pero no tanto que el calor pueda destemplar la sierra; el corte resulta tanto mejor cuanta mayor es la velocidad de la sierra, y sólo con grandes velocidades las sierras de hierro son comparables á las de acero, lo que se explica tal vez porque el paso rápido de los dientes de la sierra en la barra caliente produce el calentamiento y una especie de compresión de la parte exterior de la sierra, que encuentra al salir del metal un depósito de agua fría y sufre una especie de temple que asemeja el hierro al acero. Aun cuando varía mucho la disposición de estas sierras destinadas á cortar el hierro en caliente, puede decirse que la hoja se monta de una manera análoga á los mollejones ó piedras de afilar; el árbol en que va montada la hoja lleva dos discos que la comprenden y sujetan con gran fuerza, para que no se alabee y presente una gran seguridad, girando este eje en cojinetes provistos de cajas de grasa, y sobresaliendo por uno de los costados para montar la polea motriz, que debe ser de pequeño diámetro para aumentar en lo posible la velocidad de la sierra; la hoja va encerrada, excepto por el punto en que ha de producir el corte, en una caja cubierta, de fundición, á la que van á parar por cerca de los dientes unos tubos de pequeño diámetro, por los que llega el agua que ha de enfriar la hoja; en la parte inferior de esta caja hay una abertura para la salida del agua, y otra por la que penetran las barras para ser cor

La sierra de las forjas de la Providencia están dispuestas de modo que pueda hacerse variar á voluntad la presión de los dientes sobre el metal que hay que cortar; la sierra (fig. 12) va montada sobre un balancín AB, que puede bascular alrededor de un eje E. Sobre el O de la sierra va montada una polea p de poco diámetro, destinada á recibir la corrca que la ha de poner en movimiento. En el otro extremo del balancín hay un eje C, sostenido como el E sobre un bastidor A, y

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en cuyo eje se hallan montados: 1.° una polea, apenas visible en la figura, que recibe la correa GG del árbol de un motor cualquiera; 2.° la polea P de gran diámetro, por la que pasa otra correa, DD, que la une á la p de la sierra para poner ésta en movimiento; y 3.o el volante V, asimismo de gran diámetro: el hierro H, que se va á cortar, se coloca sobre un tas ó yunque (V. TAS y YUNQUE) Y; el balancín está perfec. tamente equilibrado, y por la parte posterior, opuesta á la sierra, se le une una palanca J para hacer oscilar el balancín, y con un ligero esfuerzo oprimir más ó menos la sierra sobre el hierro H cuando se trabaja, ó bien levantar la hoja para que no funcione.

Aarón Bonchill, constructor en Maubeuge, es el autor de una sierra destinada á cortar los pa lastros, que se diferencia esencialmente de las demás explicadas en que aquí la sierra es la que avanza; se compone de un bastidor de fundición montado sobre tres placas también de fundición, y éstas sobre un fuerte apoyo de madera que descansa sobre fábrica de mampostería ó sillería; en la parte superior del bastidor hay montadas dos grandes poleas, que hacen á la vez de volantes, y por una de las que pasa una correa sin fin que pone en movimiento una de dos pequeñas poleas montadas sobre el mismo eje de la sierra, colocado en la parte inferior de un brazo oscilante alrededor del eje del volante, una de las poleas superiores lleva un botón de manivela, que por el intermedio de una biela pone en movimiento una máquina de vapor colocada á un costado del bastidor; el brazo oscilante que conduce la sierra lleva una varilla articulada á este brazo y á una palanca de contrapeso, y en el eje de esta sierra, que es del segundo género, hay un piñón movido por una manivela, que engrana en una cremallera unida al bastidor, por cuyo medio el brazo en que va montado el contrapeso puede oscilar, y con él la sierra, cuyo brazo es arrastrado en el movimiento del otro; este trabajo se hace á mano por medio de la manivela fija al eje del piñón; esta sierra puede prestar un gran servicio en las forjas, por más que presenta el inconveniente de su falta de rigi dez. Como último tipo de estas máquinas útiles, vamos á dar una ligera idea de la concebida por el ingeniero Cadiat, y que se construyó bajo su dirección é instaló en 1853 en la fábrica de Aubín, de que era director, cuya máquina está destinada á cortar los rieles ó carriles que se emplean en las vías férreas; la sierra, circular como las anteriores, está puesta en movimiento por una máquina de vapor de gran velocidad, sistema Fland, de 12 caballos de fuerza, cuyo árbol motor horizontal lleva una polea de metro de diámetro por 18 centímetros de anchura, de llanta, para pasar una correa sin fin que va de aquélla á otra polea montada sobre el árbol de la sierra, fija al último y que sólo tiene 25 centímetros de diámetro, siendo por lo tanto su velocidad seis veces la del árbol motor; la sierra tiene 1,05 de diámetro, es de acero, y con corona exterior, en que van los dientes, perfectamente templada; va montada sobre el árbol horizontal que lleva la polea pequeña de que hemos hablado oprimida entre dos platillos esféricos, en que el círculo del casquete, cuando la hoja está nueva, tiene 75 centímetros de diámetro, y que al desgastarse la sierra y relabrarla se pueden sus

tituir por otros hasta llegar al mínimum de 30, cent metros de diámetro, cuidando siempre que la parte de hoja de sierra descubierta no exceda sino unos 2 centímetros de altura del riel que se va á aserrar; los platillos esféricos de que hemos hablado, y que por su forma tienen un espesor considerable en su enlace con el eje, están, uno de ellos, el que lleva la sierra fija á él por un claveteado ó cosido, unido al eje por una parte cónica de éste, cuya base más ancha está hacia la superficie curva del platillo; el segundo de éstos oprime á la lámina por una doble tuerca sobre el eje, y además se une á la hoja por cuatro tornillos afresados de cabeza embutida, que abrazan también al primer platillo; el árbol de la sierra es de acero, con sus muñones templados con un temple muy duro, y descansa sobre cojinetes de un bronce duro, compuesto de 0,82 de cobre y 0,18 de estaño, los que van montados en los extremos de una muñeca de fundición en forma de U alargada, para que por entre el espacio comprendido entre los brazos pueda girar la sierra y polea que la conduce; como se ve por esta descripción la sierra en sí no difiere esencialmente de las que llevamos explicadas, y se la da seguridad en su posición por tornillos de presión terminados en puntas, que sirven de pivotes al eje cuyas cabezas oprimen; lo ingenioso aquí es el banco de la sierra en que se colocan los rieles y el sistema de colocación de éstos para el

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cuyo centro está en A, y que no hemos dibujado por no complicar la figura, en el espacio comprendido entre ambos; descansa sobre dos montantes B, unidos por su parte inferior C, á la que se fija una pieza que lleva seis cuchillos equidistantes y curvos, G, para hacer móvil el banco, cuyos cuchillos G descansan sobre cojinetes D), de acero templado, como los cuchillos; para imprimir movimiento al banco lleva en uno de sus pies una biela H, que se articula en aquél por uno de sus extremos, y por el otro, E, en el brazo corto de una palanca del primer género, EOP, que gira alrededor de O cuando es impulsada por el maquinista. A nivel del suelo hay una vía de hierro, II, paralela al banco, por la que marcha una plataforma carretón-volquete J, cuyo tablero puede girar alrededor de O y arrojar el carril que conducía desde el lamina dor sobre el banco A, que se halla á un nivel inferior; basta entonces colocar el riel bien oprimido contra el reborde izquierdo del banco, y presentando á la sierra la cabeza que se quiere cortar, y actuando sobre la palanca P, se presenta á la sierra que le corta; se separa el banco, se apoya la parte cortada del riel en un tope que lleva el banco para limitar la longitud exacta de aquél y se corta de nuevo la parte excedente, y llevando el banco á tener su tablero horizontal se encuentra á la altura de otro vagón plataforma montado sobre otra vía, cuyo vagón recoge el riel y le transporta al almacén. El tiempo empleado para el transporte del riel á la sierra y el aserrado de sus dos extremos es de cuarenta segundos próximamente, según Chrétien, de quien tomamos esta noticia.

Para terminar cuanto se refiere a las sierras empleadas en el trabajo de los metales, réstanos indicar que hay que darles vía, haciendo más gruesa la parte de los dientes; deben estar afilados en corte perpendicular á la hoja y de modo que sólo corten en la marcha en un sentido, que es el del movimiento en las sierras circulares; conviene enfriar la sierra con agua cuando se trabaja sobre hierro, acero, bronce ó latón; las buenas hojas de sierra deben ser perfectamente elásticas y sonoras.

Sierras para las piedras. - El aserrado de las piedras puede hacerse á mano y á máquina como el de los otros materiales que hasta aquí hemos

estudiado, y las sierras varían con la dureza de las piedras; así, para cortar ladrillos finos, baldosas, etc., hemos empleado una especie de serrucho, cuya hoja, de hoja de lata ó palastro (fig. 14), se coloca entre dos maderos, sujetándola con clavos ó tornillos con objeto de impedir que se doble; en la hoja se recortan grandes dien tes de forma de trapecio, que no es necesario tris

Φ

Fig. 14

car, pues siempre abren más vía que la necesaria para el paso de la sierra.

El aserrado de las piedras naturales se emplea, cuando son bastante blandas, para que su ejecución sea ventajosa; cuando siendo duras tengan bastante valor, para que sea conveniente tener el menor desperdicio posible; y cuando por su dureza y precio sólo se hayan de emplear para chapeados en placas de pequeño espesor, como sucede con los mármoles; según la dureza de la piedra, pueden emplearse sierras de dientes aná logas á las comunes, ó sierras de arena, cuya forma es igual á las de aquéllas, pero en las que la hoja no está dentada y se apoya sobre granos de arena, que son los que por su roce cortan la piedra; en todos los casos el empleo de la arena silícea facilita la operación, conviniendo mojar constantemente la piedra, no sólo para que la hoja no se caliente, sino porque se hace el aserrado con más facilidad, contribuyendo los detritus arrancados por la sierra a favorecer la operación, que siempre resulta bastante pesada; cuando, como de ordinario sucede, la sierra es de gran tamaño, se colocan á uno y otro lado de la piedra, en un plano vertical normal al corte que se va á producir, dos perchas flexibles clavadas en el suelo, y cuyas cabezas se unen por una cuerda que coge en su medio al travesaño de la sierra de brazo que explicamos en un principio; la tensión de la cuerda obliga á la sierra á permanecer constantemente vertical, y el peso de la sierra, venciendo á poco la elasticidad de las perchas, basta para que se apoye siempre sobre la piedra y produzca efecto.

poco

Cuando hay que sacar de una piedra varias tablas de pequeño espesor se emplea un bastidor armado con varias hojas de sierra equidistantes, en la forma que hemos explicado al ocuparnos de la madera.

Para cortar pequeñas piedras se emplea el serrucho.

Las sierras mecánicas pueden ser de movi. miento alternativo ó circulares, sin que en rigor haya nada nuevo que decir por punto general. Sin embargo, hay algunos tipos especiales, como por ejemplo la que se ha empleado en Mulhouse, debida á Taverdón, que ha tomado su idea del sistema de perforadores Leschot; sólo difiere de las sierras mecánicas en que la hoja, que lleva 80 dientes, los tiene guarnecidos con diamantes negros, produciendo un efecto útil de 1,25 metro cuadrado de aserrado de mármol con un motor de dos caballos, y dejando las superficies casi pulimentadas; en cambio el desperdicio de piedra es mayor que el que resulta de las sierras ordinarias.

Por último, también se aplica desde hace algu nos años la sierra de cinta para cortar las piedras; el sistema es el mismo que el que hemos explicado para las maderas, pero las poleas que conducen la cinta son acanaladas y la hoja se sustituye por un cordón trenzado con tres ó cuatro alambres de acero muy fino de la mejor calidad; la velocidad de rotación de las poleas ha de ser grande, y la diferencia esencial consiste en que la piedra se coloca sobre una mesa de tablero horizontal que lleva la máquina, cuyo tablero puede elevarse ó descender paralelamente á sí mismo, movido por gatos ó por tornillos; la sierra lleva tres poleas: una en la parte superior, y dos cuyos ejes, paralelos, se hallan en el mismo plano del tablero cuando está en su posición más elevada, dejándole comprendido entre ambas poleas; de este modo se asierra siempre en sentido horizontal, siendo necesario, como en todas las

sierras, emplear arena y agua como auxiliares de la operación.

Sierras quirúrgicas. - Puede decirse que todos los sistemas de sierras y serruchos que hemos explicado son aplicables á la Cirugía, de los que sólo se diferencian por la figura de sus dientes y la delicadeza que caracteriza á todos los instrumentos que emplea el arte de curar, y por tanto nada diremos de lo que no sea esencialmente diferente de lo explicado, y así sólo nos fijamos en dos tipos, uno que hemos estudiado ya en las sierras eléctricas dentro de este mismo artículo, y otro es la sierra de cadena, que es una cadena cerrada sobre sí misma, con eslabones muy finos y cortantes; se maneja cogiendo la cadena con ambas manos, y rodeada al hueso se la hace correr con rapidez en uno y otro sentido, con lo que se consigue un corte rápido de los huesos.

- SIERRA: Geog. Aldea del ayunt. de Tobarra, p. j. de Hellín, prov. de Albacete; 508 habits. Caserío del ayunt. de Relleu, p. j. de Villajoyo sa, prov. de Alicante; 52 habits. || Caserío del ayunt. y p. j. de Valencia de Alcántara, provin cia de Cáceres; 56 habits. || Lugar de la parroquia de Santa María de Lamas, ayunt. de Leiro, partido judicial de Ribadavia, prov. de Orense; 58 habits. Lugar de la parroquia de Santa María de Quines, ayunt. de Melón, p. j. de Ribadavia, prov. de Orense; 145 habits. Lugar de la parroquia de San Bartolomé de Nava, ayunt. de Nava, p. j. de Intiesto, prov. de Oviedo; 172 habits. || Lugar de la parroquia de San Pedro de Creciente, ayunt. de Creciente, p. j. de La Cañiza, prov. de Pontevedra; 55 habits. Lugar de la parroquia de San Verísimo de Arcos, ayunt. y p. j. de Puenteareas, prov. de Pontevedra; 139 habits. || Aldea del ayunt. de Ruiloba, p. j. de San Vicente de la Barquera, prov. de Santander; 116 habits. Lugar del ayunt. de Carranza, p. j. de Valmaseda, prov. de Vizcaya; 80 habits. V. SAN MARTIN y SANTIAGO DE SIERRA.

- SIERRA: Geog. Condado del est. de California, Estados Unidos, limítrofe del est. de Nevada al E. Se extiende al E. y al O. por la cresta y vertiente occidental de la sierra Nevada; 2288 kms. y 8500 habits. Terreno montuoso; clima frío. Bosques de coníferas. Oro. Cap. Downieville.

- SIERRA: Geog. Bahía de la costa occidental de Africa, en el Sudoeste africano alemán, situada cerca y al S. E. del Cabo Cross, en costa I aja y arenosa; su anchura es de 5 à 6 kms, de N. á S., y la cierra al S. la punta Sierra.

- SIERRA (LA): Geog. Ensenada en la costa O. del Canal de Tambre, ría de Muros y Noya, prov. de la Coruña. Profundiza hacia el N., y en margen oriental yace la aldea de la Sierra, junto al río del mismo nombre, en medio de terrenos frondosos. Toda la ensenada de la Sierra se halla obstruída de marismas y arena fangosa que se descubren completamente á marea baja, y por su centro se abren paso las aguas del riachuelo de la Sierra. En pleamar puede penetrarse en la ensenada con barcos pequeños. | Caserío del ayunt. de Bienservida, p. j. de Alcázar, provincia de Albacete; 203 habits. Aldea del ayuntamiento de Mipanas, p. j. de Barbastro, prov. de Huesca; 23 habits. Aldea de la parroquia de Santa Marina de Cecos, ayunt. de Ibias, p. j. de Cangas de Tineo, prov. de Oviedo; 53 habits. || Lugar de la parroquia de San Esteban de Condado, ayunt. de Illas, p. j. de Avilés, prov. de Oviedo; 96 habits.

- SIERRA (LA): Geog. Dist. del municip. de Popayán, dep. del Cauca, Colombia; 1056 habi tantes. Sit. entre 2 y 30 lat. N.

- SIERRA (CAÑADA DE LA): Geog. Río de la isla de Cuba, en la prov. de Santa Clara. Es una corriente larga, pero poco importante, que viene desde el part. de Guadalupe y atraviesa de S. á N. el Taguayabón con el nombre de río de Aguas Nobles, hasta que toma el de Cañada de la Sierra, para derramarse en la ciénaga de la costa del N. á sotavento de la punta Gorda.

- SIERRA ALHAMILLA: Geog. Caserío del ayuntamiento de Pechina, p. j. y prov. de Almería; 294 babits. Balneario en la vertiente meridional de la sierra de su nombre y en el centro de un vasto anfiteatro abierto por el S. hacia el Mediterráneo (11 kms.), á 37° de lat. N., 1° 35' de long, oriental del meridiano de Madrid y á 461 m. de alt. sobre el mar. Para ir al balneario desde Almería se recorre la mitad del trayecto

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