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sanguíneos padecen escrófulas, tuberculosis, afecciones mentales, sordera, etc.; y esto explica también en parte el hecho de que en las regiones montañosas, donde es frecuente el matrimonio consanguíneo, se observan también casos de idiotismo, sordomudez, etc.

Ménière ha hecho interesantes observaciones, desde este punto de vista, en el cantón de Berna. Michell, en 45 individuos hijos de consanguíneos, sólo encontró ocho sanos; en los demás había esterilidad, enfermedades mentales y nerviosas, amaurosis, etc. Lacassagne recuerda la observación de Boudín, quien dice que entre los negros de Iowa, en donde es frecuente la unión consanguínea, la proporción de sordomudos era 91 veces mayor que en los blancos.

Por más que la consanguinidad sea causa frecuente de sordomudez, no hay que aceptar que el casamiento entre parientes favorezca el desarrollo de las afecciones constitucionales y la sordera; es más probable que la causa sea debida á la unión de las tendencias morbosas del organismo paterno y materno: esta causa no existe cuando marido y mujer se hallan en buen estado físico y moral; entonces, no sólo no hay peligro para la descendencia, sino que se encontrará ésta en mejores condiciones (Lacassagne).

Las estadísticas de sordomudez demuestran que, aparte de las condiciones sociales, se halla sometida esta afección á la influencia telúrica. En los Altos Alpes (cantón de Allgán Berschtesgad), por ejemplo, es más frecuente que en las altas montañas de Baviera (Mayer) Al parecer, la aguas potables tienen alguna influencia en esta afección (Lent, Schirmen). La forma de la cordillera del Jura no parece favorable al desarrollo de la sordomudez; en los cantones suizos de grandes alturas, como Appenzell, Saint-Gall, Glaris, Schwitz y Unterwalden es relativamente rara (8 á 15 por 10 000). Mayer dice lo siguiente acerca de este punto: «Los países montañosos son, por lo general, abundantes en sordomudos, pero no de una manera absoluta; en cambio las llanuras y los valles nos dan poquísimos casos. >> El país llano del Norte de Alemania (Pomerania, provincia de Posen) constituye una excep ción á esta regla general.

La pérdida del oído tiene consecuencias incalculables para los niños que quedan sordos en los primeros años de su vida (antes de los cinco, seis ó siete) ó que padecen una sordera congénita. En los primeros con la pérdida del oído desaparece el mejor estímulo y el único medio de proporcionar el lenguaje, y desde aquel momento olvidan lo poco que sabían, más o menos rápidamente, según su inteligencia y la educación que ue se les dió. La palabra se hace cada vez más dura y confusa, y poco a poco el mutismo se asocia á la sordera; el niño, antes sordo únicamente, se hace ahora sordomudo y queda al nivel del que padece una sordera congénita.

Como la palabra necesita una respiración activa, y por lo tanto movimientos enérgicos del tórax, el pecho de los sordomudos está menos desarrollado, deprimido, y predispuesto á la tu. berculosis. En general los sordomudos poseen notable desarrollo intelectual y gran viveza en sus movimientos.

El pronóstico de la sordomudez debe considerarse, en general, como muy grave, pues es muy dudoso, especialmente en la forma congénita, que pueda obtenerse alguna vez una verdadera curación. Cuando se trate de vicios de conformación del laberinto ó de los nervios acústicos queda desde luego excluída toda probabilidad de curación, mientras que si el vicio de conformación se limita á los oídos medio ó externo, y el examen de la audición indica una perceptibilidad mayor o menor para los ruidos ó sonidos, hay siempre probabilidades de conservar la palabra por una educación metódica, aun cuando no llegue á mejorarse la audición. Algunos otólogos modernos citan observaciones de curación espontánea de la sordomudez congénita. Así, Hartmann, entre los niños de la Escuela de Sordomudos de Berlín, encontró una niña que entre los dos y tres años de edad no tenía vestigio alguno de la facultad acústica (no percibía ni el disparo de una pistola al lado de su oído), mientras que á los siete años podía repetir las palabras pronunciadas á 3 m. de distancia. Politzer refiere el caso de un niño de tres años, reconocido por él y que resultó sordomudo y sin percepción alguna auditiva; á los seis años de edad se presentó su madre con él, indicando que desde un TOMO XIX

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año antes se había desarrollado gradualmente la audición, oyendo ya el niño perfectamente. Examinándole bien Politzer, encontró la audición normal en ambos lados, si bien la palabra era defectuosa y confusa.

Según Politzer, el pronóstico de la sordomudez congenita es más favorable que en la adquirida. En ésta el pronóstico es peor todavía en los casos ocasionados por afecciones del sistema nervioso central, ó por tifus, escarlatina, etc., que traen consigo destrucciones del laberinto; entonces no cabe pensar en la curación. Asimismo, cuando á consecuencia de otitis medias, catarrales ó purulentas, consecutivas á afecciones generales ó espontáneas, se presenta la sordomudez completa y persiste durante algún tiempo, ó cuando han terminado ya los procesos causales y quedan cicatrices extensas, son muy escasas las probabilidades de curación. Por eso el médi co debe proponerse evitar esa triste terminación y combatir la sordomudez ya iniciada, pero de

fecha reciente.

Los signos y gestos son los medios naturales con que los sordomudos tratan de expresar su pensamiento, aun cuando no hayan recibido al efecto una educación especial. Pero, como fácil. mente se comprende, á pesar de este lenguaje natural sus relaciones con la sociedad son siempre muy limitadas y su desarrollo intelectual muy retardado El sordomudo no educado, aparte de la falta de desarrollo intelectual, resulta muy inferior al resto de los hombres desde el punto de vista moral. No distingue fácilmente la razón y la sinrazón, y la mayoría de sus actos son influídos por el instinto. No son raros en él los arrebatos de cólera, provocados casi siempre por la poca prudencia de las gentes que le rodean. Todos esos defectos pueden corregirse ó moderarse con un tratamiento cariñoso, y sobre todo por una educación metódica, pudiendo transformar á estos infelices en hombres excelentes, como lo demuestra la experiencia, sobre todo en el siglo actual, en que se han generalizado los establecimientos para la educación de los sordomudos (El lector á quien interesen estos asuntos puede consultar la preciosa monografía del Dr. Barberá, La enseñanza del sordomudo por el método oral puro, Valencia, 1895).

Las primeras indicaciones respecto de la edu. cación de les sordomudos se encuentran en la obra de Agrícola De inventione dialectica. Refiere dicho autor el caso de un sordomudo de nacimiento que comprendía lo escrito y podía escribir á su vez (Schmalz). Pero el mérito de haber educado por vez primera de un modo sistemático á los sordomudos corresponde al monje español, Benedictino, Pedro Ponce de León, que vivió en el monasterio de Sahagún (León). Aun cuando no dejó publicación alguna sobre su método de enseñanza, resulta de las referencias de sus contemporáneos que llegó á conseguir que le comprendieran sus discípulos, enseñándoles á escribir y obligándoles á contestar por escrito á sus preguntas. Uno de sus discípulos refiere que aprendió en primer lugar á escribir todas las palabras castellanas, y después, venciendo dificultades inmensas, aprendió á hablar; una vez conocida la lengua castellana, aprendió también la latina (Meissner). La primera exposición detallada acerca del arte de enseñar á escribir y á hablar á los sordomudos se debe á otro español, cuya obra, Reducción de las letras y arte para enseñar á hablar á los mudos, se publicó en Madrid en 1620. Su método no se distinguía esencialmente del método de articulación, usado actualmente en Alemania.

En Inglaterra, Bulwer (1648) y Walles, profesor de Matemáticas de Oxford (1662), se ocuparon mucho de la enseñanza de los sordomudos, enseñando el primero el lenguaje de los signos y el segundo el de los sonidos. Merecen ser citados también en este período Jorge Sibscota (1670) y Jorge Dalgarno (1680); este último fijó su aten ción especialmente en el alfabeto de los dedos, unido a la escritura, dando poca importancia al lenguaje hablado.

Como uno de los principales defensores del método de articulación merece ser citado el suizo Amman, que ejerció la Medicina en Holanda (1669-1724). Según Meissner, «enseñaba á los sordomudos haciéndoles notar la posición de la boca en cada sonido y obligándoles á repetirle delante de un espejo. Además hacía que los discípulos aplicaran sus dedos, mientras habla ba, á la laringe del profesor, para que se fijaran

en las vibraciones que se producen al hablar, y trataran después de imitarlas aplicando la mano á su propia laringe.» Este método coincide en todas sus partes con el que aún se sigue en la actualidad para la enseñanza de los sordomudos. En Alemania, Heinicke (1729-90) fué el primero que con este método consiguió resultados satisfactorios en la enseñanza y educación de los sordomudos. A él se debe también la erección del primer establecimiento público para sordomudos en Leipzig (1778). Diez años después (1788) un yerno de Heinicke, llamado Eschke, estableció en Berlín la primera escuela de sordomudos, que aún se conserva como establecimiento del Estado.

En Francia, hacia mediados del siglo XVIII, el portugués Pereira educaba á los sordomudos por el método manual y de sonidos, y casi al mismo tiempo apareció, como uno de los más importantes auxiliares de la enseñanza de los sordomudos, el célebre abate L'Epée (1712-98), cuyos esfuerzos incesantes dieron por resultado enseñar con éxito á gran número de sordomu. dos. En 1760 fundó en París la primera escuela de sordomudos, que en 1791 fué adoptada por el Estado. A L'Epée siguió el abate Sicard (174282), que, como aquél, daba la preferencia al lenguaje por signos sobre el método de articulación. En Austria se fundó el primer establecimiento de este género en 1779 (Viena) bajo la dirección de Stork, que adoptó el método del abate L'Epée. Demostrada la utilidad de estos establecimientos, no tardó en multiplicarse su número, tanto en Europa como fuera de ella.

Por lo que á España se refiere, <en 1795 se dictó Real orden por Carlos IV, abriendo en Madrid una escuela provisional en el Colegio de Padres Escolapios del Avapiés. En la interinidad continuó, sin embargo, hasta 1800, en que la Sociedad Económica de Madrid tomóle bajo su protección, mientras gestionaba la creación de un instituto que llenase las necesidades del caso. Por tales esfuerzos se logró fuese reinstalado el Colegio de Madrid en la casa núm. 2 de la calle de las Rejas, que se le inaugurase en 9 de enero de 1805, y que más tarde Carlos IV diera su Real autorización y los medios para constituirla definitivamente en Escuela Nacional de Sordomudos. Desgraciadamente, no tuvo larga vida tan benéfica institución. Los acontecimientos patrióticos de 1808 dieron al traste con ella, y la dominación francesa subsiguiente impidió su reinstalación hasta 1814, en que lo verificó Fernando VII, por solicitud de la mencionada Sociedad Económica Matritense. Bajo la tutela de esta corpora ción vivió el colegio hasta el Real decreto de 1822, que le subordinó á la Direción General de Estudios, de la cual pasó en 1835 á recibir de nuevo la protección de la Sociedad Matritense. Así le sorprendió la Real orden de 1852, que definitivamente la puso bajo la autoridad del Ministerio de Fomento. El Real decreto de 1857 creó una clase normal en el mismo Colegio de Madrid para que pudieran instruirse los aspiran. tes á este magisterio, y la ley de Instrucción pública de 9 de septiembre del mismo año determinó el establecimiento en cada distrito universitario de un colegio sostenido por las provincias comprendidas en él, y excitaba el celo de los maestros para que se procurase además en todas las escuelas públicas del reino dar á los sordomudos y á los ciegos la instrucción correspon diente» (Dr. Barberá, loc. cit.).

La cuestión relativa al método más conveniente para la enseñanza de los sordomudos ha preocupado mucho los ánimos desde los primeros ensayos hechos en este sentido, y aun en la actualidad no se ha conseguido poner de acuerdo á las partes beligerantes, si bien se van acortan. do mucho las distancias.

Dos son los métodos que figuran principalmente: el que tiene por objeto desarrollar el lenguaje de los gestos, que es el natural en los sordomudos, método que se llama francés porque fué generalizado en Francia por el abate L'Epée, mientras que el otro método, llamado alemán, seguido por Heinicke en Leipzig, tiene por obje to enseñar el lenguaje hablado, haciendo que los sordomudos lean en los labios del que habla y que lo repitan ellos mismos. Aun cuando es innegable que con el lenguaje de los signos por sí solo pueden obtenerse muy buenos resultados en la enseñanza de los sordomudos, tiene, sin embargo, en comparación con el lenguaje hablado, la desventaja evidente de que limita las re

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A

laciones de los discípulos á su propio círculo,
puesto que no pueden ser comprendidos por los
demás hombres, mientras que con el lenguaje
hablado se halla en disposición de alternar con
todos los que hablan el mismo idioma.

La voz de los sordomudos no es de timbre
claro, sino que tiene un carácter especial, monó-
tono y ronco, lo cual se comprende con facili-
dad teniendo en cuenta que su enseñanza se
funda en un ejercicio puramente mecánico de
los órganos de la palabra, faltando la comproba-
ción de los distintos sonidos por el oído propio,
comprobación que es la que determina las dis
tintas ondulaciones de la voz.

En algunos países, especialmente en Francia, Inglaterra y España, además del lenguaje por gestos se usa el lenguaje de los dedos o de la mano. Según que se utilice sólo una mano ó ambas, se distinguen el lenguaje de los dedos ó dáctilología (método español) y el de las manos ó queirología (método francés). Se comprende desde luego que estos métodos tienen el mismo inconveniente que el lenguaje por gestos, y que sólo pueden permitir el comercio de los sordomudos entre sí. Pero son superfluos, porque todo lo que se consigue con ellos puede alcanzarse por el lenguaje escrito, que deben aprender todos los sordomudos si se ha de favorecer su desarrollo intelectual.

De mayor importancia es la cuestión de la edad en que debe emprenderse la enseñanza de los sordomudos. Generalmente, y siendo normal por lo demás el desarrollo físico y moral del sordomudo, debe empezar su educación á los siete años. Hasta entonces los padres, por medio del lenguaje de los gestos, deben facilitarle el conocimiento de los objetos que le rodean, y sobre todo actuar sobre su parte moral con un tratamiento cariñoso, pero enérgico. Respecto á la duración de la enseñanza, la mayoría de los profesores opina que debe prolongarse por lo menos de siete á ocho años, si se ha de obtener un resultado satisfactorio. Téngase en cuenta las dificultades especiales del método de articulación, porque sólo su parte mecánica ocupa los primeros años, y, después de vencidas estas dificultades, puede emprenderse de un modo oportuno la educación intelectual. Como resultado de la enseñanza, así dirigida, se consigue que los sordomudos, educados por el método de articulación, al salir del colegio no olviden los conocimientos adquiridos, sin que los aumenten por sus relaciones con los demás hombres y por la lectura. En este sentido desempeña importante papel la disposición de cada cual; hay gran nú mero de sordomudos que, á pesar de la enseñanza mejor dirigida, no alcanzan, por su poca disposición, un grado elevado de educación, y que al salir del colegio, cuando no se hallan en relaciones continuas con otros hombres, olvidan lo que con tanto trabajo aprendieron.

No obstante, es muy considerable el número de los que, merced á la enseñanza recibida, se hallan en disposición de aumentar sus conocimientos después de salir del colegio, pudiendo dedicarse á alguna profesión adaptada á sus fa

cultades.

Esas profesiones son principalmente la Agricultura y la Industria, pero multitud de ejemdemuestran que también pueden dedicarse con éxito los sordomudos á las Ciencias y á las Artes: no es raro que lleguen á ser profesores de sus compañeros de desgracia, prestando como tales servicios inapreciables.

En estos últimos años han cambiado bastante
las opiniones acerca del valor del lenguaje por
gestos y el lenguaje hablado, en favor de este úl
timo, habiendo llegado á convencerse en Francia,
donde dominaba el primero, de que el lenguaje
por gestos no basta para educar bien á los sor-
domudos, lo cual únicamente puede conseguirse
por el lenguaje hablado. Es muy notable el ke-
cho de que, según las inanifestaciones de Bou-
vier en el Congreso Internacional (París, 1878),
para mejorar la suerte de los sordomudos y los
ciegos, ya el abate L'Epée, cl defensor más acé-plos
rrimo del lenguaje de los gestos, opinaba que
sólo podía considerarse al sordomudo como com-
pletamente capaz de volver á la sociedad huma-
na cuando hubiera aprendido á expresarse con
sonidos y á leer las palabras en los labios de sus
interlocutores. De otro modo, permanecen ais-
lados en el mundo. «En su locura, decía L'Epée,
ni son comprendidos ni comprenden, como si no
pertenecieran á la familia humana. » Si, á pesar
de esto, defendía con tanto calor el lenguaje de
los gestos y le usaba exclusivamente en su esta-
blecimiento, sólo se explica, según Bouvier, por-
que el número de sus discípulos era demasiado
grande, y ni su tiempo ni su salud hubieran
bastado para enseñar á todos sus discípulos el
lenguaje hablado.

SORDOMUDO, DA: adj. Que no oye ni habla.

SORDOS: Geog. Caserío del ayunt. de Fuente Alamo, p. j. de Cartagena, prov. de Murcia; 52 habits. Lugar de la parroquia de San Pedro de Bande, ayunt. y p. j. de Bande, prov. de Oren. se; 153 habits.

SORE: Geog. Cantón del dist. de Mont-deMarsán, dep. de Las Landas, Francia; 4 municipios y 5 000 habits.

SOREC: Geog. ant. Torrente de Palestina. Nace al N.O. de Jerusalén, y desagua en el Mediterráneo.

En el Congreso de París se adoptó la siguiente
resolución: «El Congreso opina que, conservando
el lenguaje natural de los gestos como medio au- SORÈDE: Geog. Lugar del cantón de Argelés
xiliar para la inteligencia entre profesores y dis-sur-Mer, dist. de Ceret, dep. de los Pirineos
cípulos en los primeros tiempos, el método de orientales, Francia, sit. cerca y al O.S.O. de
articulación, combinado con la lectura de las Argelés-sur-Mer, al pie Norte de los montes
palabras en los labios, es preferible á todos los Albères, á orillas del Sorède y á 75 m. de altu-
demás.» También en el Congreso Internacional de
ra; 1 800 habits. Fuente bicarbonatada sódica y
Sordomudos de Milán (1880) opinó de la misma
gaseosa, explotada. Cueva de la Mina, en la que
manera la mayoría de los asistentes, pero recha- con frecuencia hay ácido carbónico en gran can-
zando el uso simultáneo del lenguaje de los ges. tidad. El riachuelo Sorède se divide en dos
tos, porque compromete la locución al leer los
brazos, uno de los cuales va al Mediterráneo y
labios, y la claridad de los conceptos, dando la
otro al Tech.
preferencia al método de articulación puro (Trei-
bel). En el mismo sentido opinó el Congreso Na-
cional de Burdeos (1881): «Todo sordomudo que
no padezca idiotismo y sea susceptible de edu-
cación, debe aprender por el método de articula
ción. Por último, en el Congreso Internacional
de Génova (septiembre de 1892) se aprobaron
por unanimidad las siguientes proposiciones:
I El Congreso, considerando el feliz éxi-
que
to de la instrucción del sordomudo comunicada
por medio de la palabra hablada depende de la
unidad en la enseñanza, declara: 1.° Que para
obtener esta unidad de enseñanza importa prac.
ticar en todos los Institutos un solo sistema de
instrucción. 2.° Que los libros de lectura deben
estar informados en el mismo sistema. 3.0
en todos los Institutos debe regir un solo pro-
grama didáctico.

SOREDIO (dim. de soro): m. Bot. Nombre
con que se designan ciertos órganos observados
en los líquenes y destinados á la reproducción,
los cuales constituyen formaciones particulares
independientes de los órganos reproductores
normales, pero susceptibles como éstos de llegar
á producir nuevos individuos. Consisten en ma-
sas superficiales casi purulentas, que forman,
bien un gonidio ó bien varios, mezclados con fi-
lamentos que se aplican sobre ellos formándoles
como una especie de envoltura fibrosa. Los so-
redios se originan en la capa gonídica y conclu-
yen por aparecer en la superficie del tallo, en la
que se presentan como granos libres ó divididos
Querables, un soredio aislado ó una masa de sore-
varias veces. Cuando las condiciones son favo-

II El Congreso, considerando cuán perjudiciales son los gestos, usados aunque sea fuera de la escuela, como forma del idioma nacional, declara: que nunca se conseguirá excluirles por completo, si el idioma no se enseña con un sis. tema basado solamente en el desenvolvimiento natural del lenguaje.

dios se desarrolla formando un individuo inde

pendiente.

SOREL: Geog. C. cap. del condado de Richelieu y del dist. de Sorel, que comprende los condados de Richelieu, Yamaska y Berthier, provincia de Quebec, Dominio del Canadá, sit. al N. E. de Montreal, en la confluencia de los ríos San Lorenzo y Richelieu, y con f. c. à Montreal,

á Quebec y á la frontera de los Estados Unidos; 6000 habits. Astilleros y estación de invierno de los vapores que hacen el servicio entre Montreal y Quebec.

- SOREL Ó SOREAU (INÉS): Biog. Amante de Carlos VII de Francia. N. en Fromenteau de Turena en 1409. M. en 1450. Hija de un noble empleado en la casa de Clermont, dotada de gran hermosura y de mucho talento, camarista primeramente de la duquesa de Anjou, se presentó en la corte de Carlos VII (1431). El rey la amó y la nombró camarera de honor de la reina, colmándola de favores. Si se ha de creer la tradición, Inés le hizo salir de su indolencia; pero heredero, Luis, llegó á maltratarla. Ya se halifa el pueblo no la quería, y se dice que el príncipe retirado de la corte Inés, cuando en 1450 volvió á reunirse con el rey en la abadía de Jumieges, en donde no tardó en caer enferma y morir. Se dijo en aquel tiempo que la Dama hermosa, así llamaban á Inés, había sido envenenada. Las tres hijas que dió á Carlos VII se casaron ventajosa

mente.

- SOREL (CARLOS, señor de SOUVIGNY): Biog. Literato francés. N. en París hacia 1597. M. en 1674. Se dió á conocer por la publicación de novelas, que fueron muy bien recibidas, por lo que

se dedicó exclusivamente á la Literatura. Después se entregó por completo al estudio de las Ciencias y de la Historia, y sucedió á su tío Carlos Bernard en el cargo de cronista de Francia. Casi todas sus obras yacen en el olvido, pero merecen especial mención las siguientes: La verdadera historia cómica de Franción; His

toria de la Monarquía francesa; Historia de la Monarquía francesa bajo el reinado de Luis XIV.

SORELL: Geog. Lago de la Tasmania, Aus tralasia, sit. en el centro de la isla y confines de los condados de Sómerset y Cumberland; está dividido en dos partes desiguales por una península que proyecta la costa E.; 50 kms. Puerto de la costa N. de la citada isla, al O. de Port-Dalrymple.

SORESINA: Geog. Lugar del dist. de Cremona, Lombardía, Italia, sit. en la fértil llanu ra que se extiende entre el Adda y el Oglio, á orillas del Serio Morto y en el f. c. de Cremona á Treviglio; 9 000 habits. Hilado y preparación de sedas. Buenos dulces ó confituras, llamados mostarda.

SORETITSA Ó SORO: Geog. Lago del gobierno de Mohilef, Rusia, sit. en el dist. y al N.N E. de Sienno. Tiene de largo 10 kms. por unos 1 500 m. de anchura.

SOREX (del lat. sorex, ratón): m. Zool. Géne ro de mamíferos del orden de los insectívoros, familia de los sorícidos, que se caracterizan por tener tres dientes á cada lado, los intermedios en la mandíbula superior, entre el diente grande incisivo y los verdaderos molares; la punta de rísimos; cola delgada y lineal, pero gruesa en la los dientes blanca; los incisivos inferiores ente

base.

Varias son las especies de este género: el Sorex etrusca Savi., de Italia y Argel; el S. avancus Schreb., del centro de Europa; el S. ferocu lus Kelaart, de Ceilán; el S. Wayl; el S. vulga ris L., del centro y Norte de Europa; el S. cinereus Badun, del Norte de América; el S. navigator Baird, también del Norte de América: y el S. fodiens Pall., de Europa y Siberia. Véase MUSARAÑA.

SORÈZE: Geog. C. del cantón de Dourgne, dist. de Castres, dep. del Tarn, Francia, sit. á 272 m. de alt., al O. de la montaña Negra, cerca de la orilla dra. del riachuelo Sor, cuyas aguas van á juntarse con el Agout; 1500 habits. Es notable este lugar porque en él hubo una abadía de Benedictinos llamada de la Paz, fundada en el siglo IX por Pepino, rey de Aquitania, y en la que en 1682 se creó un gran establecimiento de instrucción, que ha sufrido varias modificaciones y aún subsiste con carácter religioso.

SORGA: Geog. Río de la prov. de Orense. Lo forman dos arroyos, uno que nace en el monte de Orille el otro en San Martín de Donies, cerca de Celanova, y se une al río Arnoya. V. SAN MAMED DE SORGA.

SORGAK Ó SURGAK: Geog. Aldea del dist. de Kiria, Turquestán oriental, Imperio chino, situada en el valle superior del Nia-Daria, río que

se pierde en los arenales del desierto Takla-Majan, y á 2165 m. de alt. Merece citarse esta localidad por sus importantes yacimientos de arenas auríferas, acaso las más ricas de todo el Turquestán oriental, y que explotan los chinos. SORGO (del b. lat. surgum): m. ZAHINA.

OLIVÁN.

SORIA: f. Bot. Género de plantas perteneciente á la familia de las Cruciferas, tribu de las anastatíceas, cuyas especies habitan en el Asia occidental y especialmente en su porción mediterránea, y son plantas herbáceas, anuales, erguidas, ramificadas, más ó menos erizadas de pelos sencillos ó ramificados, con las hojas raEl SORGO, zahina, alcandia, melca ó panizodicales pecioladas y runcinadas, las caulinares negro, es de caña gruesa, que se acerca á la esparcidas, dentadas ó casi enteras, y las flores, del maiz, etc. pequeñas y blancas, dispuestas en racimos laterales casi espiciformes y desprovistos de hojas y de brácteas; cáliz de cuatro sépalos erguidos iguales en la base; corola de cuatro pétalos hipoginos, unguiculados y erguidos; seis estambres hipoginos, tetradínamos, con los filamentos no dentados; ovario bilocular, biovulado, con el estilo largo, casi alado, y el estigma sencillo ó bilobulado; silícula indehiscente, bivalva, casi globosa, lisa, con las valvas hemisféricas y el tabique completo y papiráceo; semillas solitarias en las celdas, colgantes, escotadas, lisas, con el funículo leonado, libres, y con el embrión sin albumen; los cotiledones planos acumbentes, y la raicillla ascendente.

- SORGO: Bot. Género de plantas (Sorghum) perteneciente a la familia de las Gramíneas, tribu de las andropogóneas, cuyas especies habitan en las regiones tropicales y templadas, y son plantas herbáceas, con las hojas estrechas, enteras y rectinervias; el raquis terminado por una espiga ó panoja, con las espiguillas solitarias, geminadas ó fasciculadas; espiguillas bifloras, con la flor inferior neutra, formada por una sola gluma, y la superior hermafrodita o unisexual, existiendo generalmente una intermedia fértil y sentada, mientras las demás están pediceladas y son estériles; dos glumas endurecidas y mochas; dos glumillas más cortas que las glumas, la inferior con la flor completa y prolongada en arista y la superior aristada; dos glumélulas truncadas, generalmente lampiñas; uno á tres estambres; ovario sentado y lampiño, con dos estilos terminales y estigmas plumosos; cariópside libre entre las glumas.

Sorghum halepense Pers. - Raíz perenne, rastrera, de la que nacen cañas robustas, derechas, de 5 á 12 decímetros de altura, con las hojas verde-amarillentas recorridas por un nervio medio ancho y blanco, lineales, lanceoladas, largamente aguzadas y aun aleznadas en su extremo, muy ásperas en los bordes, con la vaina compri

Sorgo azucarado

mida y la ligula corta y pestañosa; panoja grande, piramidal, erguida, muy ramificada, con las espiguillas aproximadas, unilaterales, matizadas de verde y violado; glumas de la flor hermafro dita lanceoladas, casi iguales, algo vellosas; la inferior tridentada en su ápice y la superior aquillada en su extremo; glumilla inferior mocha, entera, más larga que la superior, y ésta bilobulada.

Sorghum saccharatum Pers. - Especie anual originaria de la India, con la panoja muy abierta, especialmente en la época de la fecundación, y con las ramas horizontales algo colgantes, el raquis liso, nada áspero, las glumas completamente vellosas y las hojas anchas, semejantes á las de la caña de azúcar y recorridas por un nervio dorsal ancho y blanco. Se cultiva en Cataluña.

SORGUE: Geog. Dos ríos de Francia. El Sorgue ó Sorgues de Larzac, en el dep. del Aveyron, nace al pie de un escarpe de la Causse de Larzac, formando un lago en el fondo del precipicio de Mas Raynal; corre hacia el O. con varias inflexiones; pasa por Montpaón, Saint-Félix, SaintAffrique, y se une por la dra. al Dourdou de Vabres á los 40 kms. de curso. El Sorgue ó Sorgues de Vaucluse, en el dep. de este nombre, sale de la fuente de Vaucluse, recorre la gran llanura del Comtat, luego se divide en dos brazos, el Sorgue de l'Isle y el Sorgue de Vellerón, que a su vez se subdividen en otros, se unen desá pués, frente á Bedarrides afluye el Ouveze, y termina el río en la orilla izq. del Ródano. El Sorge de l'Isle tiene 26 kms. de curso, y el

otro 28.

-SORIA: Goog. Prov. de España, perteneciente al antiguo reino de Castilla la Vieja.

Situación, limites y fronteras. - Hállase al extremo oriental de la gran meseta de Castilla, entre los 41° 4' 15" y 42° 8' 20'' lat. N. y 0° 9′ 30 y 1° 53' 30" long. E. Madrid, y entre las provs. de Logroño al N., Zaragoza al E., Guadalajara al S. y Segovia y Burgos al 0. Según don Pedro Palacios, a cuya magistral descripción de la prov. (publicada por la Comisión del Mapa Geológico en 1890) hemos de atenernos en este artículo, el confín de las provs. de Soria y Logroño forma una línea muy ondulada que alcanza un desarrollo de más de 150 kms., siendo apenas de 100 la de la recta que une sus dos extremos. Comienza por el O. en el extremo occidental de la sierra de Urbión, cuya cumbre recorre hasta la caída al puerto de Santa Inés, donde tuerce hacia el N., dirigiéndose por las sierras de Hormazas y el puerto de las Viniegras al collado de Yeña; retrocede en este punto hacia el S. E., y después de cruzar el río de San Millán en su confluencia con el arroyo Carranzo va por la sierra de Irihuela á buscar la cumbre de sierra Cebollera, en el cerro del Castillo; recobra allí su primitiva dirección al E., y siguiendo á lo largo de dicha cumbre llega al puerto de Piqueras; desvíase después hacia el N. E. por los picos de la Gargantilla, corre por los montes de Hoztaza, Monterreal y Santiago, describiendo un semicírculo que cierra por el N. la cuenca alta del Cidacos; desciende luego por las faldas del Lagunazo á cortar el curso de dicho río, 300 m. al Poniente del pueblo de las Ruedas, y desde allí, pasando por la altura de los Cambrones, se dirige á las cumbres del Ayado y de la sierra Archena; atraviesa á continuación el río Linares, junto à la peña del Vado, como á un km. á Levante de Villarijo, y cambiando la dirección al S. va á buscar el collado de la Cuesta, entre Valdeprado y Navajún, cruzando en este trayec to la cumbre de la Alcarama, en el cerro de los Tres Mojones. Sigue después hacia el E. con algunas inflexiones, pasando por el cerro Colorado, la atalaya de Cigudosa, la cima del Monnegro, la peña del Torrejón, en el barranco del Añamaza, y por último los serrejones que limitan por el N. el valle del Valverde hasta la deshesa del Rincón, donde toca ya con la prov. de Zaragoza. Desde la dehesa del Rincón el confín oriental sube por la vertiente E. del valle de la Naya, y dejando dentro del suelo soriano la altura de las Cabreras va á pasar el Queiles en el sitio nom. brado Peña Amarilla; atraviesa las llanadas que se extienden entre Vozmediano y San Martín, y conservando dirección hacia el S. sube por el barranco de Agramonte y la falda del Moncayo á la cúspide del cerro de San Miguel; recorre la cumbre de esta cordillera y desciende después á la muela de Beratón, 2 kms. á Levante de este pueblo, desde donde siguiendo hacia el S.O. la sierra de Montalvo va á la cumbre de la Bidornia, cruzando entre ambas el río Manubles en su confluencia con el arroyo de Valle Hermo. so. Vuelve de nuevo hacia el S., pasa el río Carabantes, al pie de la Muela Gorda, 2 kms. á Levante del pueblo del mismo nombre, y por las altas lomas que dividen los términos de la Alameda y de Bijuesca, sit. respectivamente en tierra castellana y aragonesa, llega á encontrar

el arroyo Valdelloso, entre las granjas de Mazaracete y de Campalavés. Por espacio de 3 kilómetros sigue aguas abajo el curso de este arroyo, y desviándose de él hacia el O. va á cruzar el río Henar, en el estrecho de Embid. Corre después por la sierra de Bordalba al O. del pueblo que la da denominación, y de Monreal de Ariza, y faldeando la vertiente occidental del Jalón desciende á cruzarle cerca de su confluencia con el arroyo de Santa Cristina. Sigue á continuación por la vertiente opuesta y con rumbo al S. E., entre las mesas de Judes é Iruecha y la cañada de Torrehermosa, yendo, por último, á terminar cerca de la Atalaya del Moro, al S.O. de Sisamón, después de un recorrido que no baja de 170 kms. A partir de la Atalaya del Moro el confín de Soria con Guadalajara se dirige sensiblemente hacia el S. por espacio de 7 kms., siguiendo la vertiente oriental de las mencionadas mesas de Iruecha hasta el término de Codes; tuerce después hacia el O. por el barranco de Modojos y las lomas de la Cruz de Hierro; que se alzan entre Maranchón Layna, y dejando al S., á unos 600 m. de distancia, el santuario de Nuestra Señora del Robusto de Anguita, se encamina á las alturas de la sierra Ministra. En ellas cambia nuevamente de rumbo al N.O., siguiendo á continuación por la loma del páramo de Ventosa y el carrascal de Torrecilla hasta la cuesta del Cuervo.

Desde este punto fijan su alineación, casi constante hacia el O., aun cuando con algunas ondulaciones, los altos de Paredes, la sierra de Torre plazo, la muela de Somolinos, y por último la sierra Perla, cuya cumbre recorre hasta el alto de Valdejuán, frente al pueblo de Pedro. La long. de esta línea no excede de 150 kilóme tros. Confrontan las provincias de Soria y Segovia á lo largo de una línea de 72 kms. de desarrollo, dirigida próximamente de S. E. á N.O., que partiendo del mencionado cerro de Valdejuán sigue todavía la cumbre de sierra Perla hasta su terminación en el pico de Grado, y después la serie de lomas alturas que dividen las aguas vertientes á los ríos Pedro y Ayllon, llegando á encontrar el arroyo de la Nava 2 kilómetros á Poniente del pueblo de Castillejo de Robledo. El lindero de las provincias de Burgos y Soria parte del arroyo de la Nava con dirección al N.E. hasta encontrar el puente de la Vid; sigue después, aguas arriba, el curso del Duero hasta el término de Langa, donde se desvía para recobrar su dirección primitiva y subir por la vertiente dra. del mismo río, pasando 2 kms. á Poniente de Bocigas. Cruza el río Vildé entre Brazacorta y Alcoba de la Torre, y va á tocar el cerro de las Canteras de Espejón; allí tuerce hacia el E. por el Picón de Navas y la sierra de Costalago hasta el cerro denominado Corrón de San Leonardo, volviendo nuevamente hacia el N. á buscar la sierra de Umbría, por cuyas cimas llega al pico de Urbión.

Extensión y población. - La superficie de la prov. es de 10 318 kms.2 (9 935 según Palacios), con población de 151 530 (1887), ó sea 15 habitantes por km2. Por densidad de población figura, pues, Soria entre las últimas provs. de España; sólo tienen menor ó igual densidad Albacete, Ciudad Real y Cuenca.

Según los datos del movimiento de la población de España en el septenio de 1886-92, publicados en 1895 por el Instituto Geográfico y Es. tadístico, hubo en dicho septenio un promedio anual de 5 821 nacimientos en esta prov., ó sea 3,84 por cada 100 habits. Los matrimonios fueron 1 213 al año, ó sea 0,80 por cada 100 habitantes. Las defunciones 5144, ó 3,39 por 100. Según datos del quinquenio 1878-82, los nacidos ilegítimos en todas la prov. son el 1,29 %; es Soria la prov. de España en que menos ilegíti

mos nacen.

Orografía é hidrografia. - Corresponde la provincia de Soria á territorio muy quebrado, sit. en su mayor parte dentro de la cuenca del Duero, cuya separación de la del Ebro establece á través del mismo una serie de cumbres y elevadas llanuras con altitudes comprendidas entre 1 000 y 2315 m. En conjunto viene á constituir una extensa meseta que se destaca sobre las provincias colindantes, cruzada de montañas en su parte septentrional y surcada profundamente hacia el centro por la hondonada que forma el. valle del Duero. Influyen en su relieve los llamados montes Ibéricos y la cordillera Carpetana. Los primeros forman cordillera al N. y al

N.E. de la prov., desprendiendo varios ramales que abarcan casi la mitad de la superficie de la misma, mientras que son derivaciones de la segunda las sierras y páramos que se elevan en la porción meridional del territorio soriano, extendiéndose entre esas dos series de relieves una zona de variable anchura, con suelo llano en unos sitios, doblado en otros en lomas largas y con frecuencia cortados por grupos de cerros que á veces llegan á constituir sierras aisladas de poca elevación. Pueden, pues, considerarse en la provincia tres regiones: septentrional, central y me. ridional, distintas desde el punto de vista de su orografía. La septentrional es la más quebrada y montuosa, y sus altitudes varían entre 900 y 2315 m. Las cordilleras que la cruzan, ya se alinean con regularidad, separadas por valles y llanos de corta extensión, ya se aproximan confundiendo sus numerosos contrafuertes entre los que se abren hondos y tortuosos barrancos. El clima destemplado y frío de esta región limita la zona de cultivo á los terrenos bajos y al fondo de los valles. En su parte más oriental se halla cubierta de lozanos pinares que arraigan con gran vigor sobre aquel escabroso suelo y constituyen la comarca forestal más importante de la prov. ; en lo restante de esta zona el haya, la encina, el roble y otras especies menos comunes ocupan algunas áreas más o menos extensas, pero la importancia actual de sus montes estriba, más bien que en la riqueza de su mermada vegetación arbórea, en las abundantes y finas hierbas de pasto que producen. La región central es la zona de las formaciones terciarias. En las desigualdades que ofrece su suelo se revelan los efectos de la prolongada y enérgica denudación que sufrieron las formaciones dichas, cuyo primitivo nivel acusan las cumbres planas que coronan diversas altu ras. En esta región se hallan comprendidas las comarcas esencialmente agrícolas de la prov., si bien la escasez de aguas que se deja sentir en una gran parte de ellas limita sus rendimientos á las producciones más elementales. Los pinares se propagan también por esta zona, dentro de la cual ocupan una extensa área, alternados con las tierras labrantías á lo largo de las lomas y terrazas que se escalonan en la vertiente dra. del Duero, entre Almazán y Gormaz. Sus altitudes oscilan entre 700 y 1100 m., y solamente rebasan este límite algunos de los cerros y serrezuelas que se elevan en su parte oriental, en la divisoria de las vertientes al Duero y al Jalón. La región meridional, aunque no exenta de algunas crestas y picachos, no ofrece en su relieve desigualdades tan pronunciadas como la septentrional. Forma el rasgo característico de su topografía una larga faja de elevados páramos, que se extienden de Levante á Poniente á más de 1100 m. de alt. sobre el mar, y que en rápido declive hacia el N. se limitan hacia al S. en una línea de sierras y lomas altas que se destacan en el mismo confín de la prov. El suelo de esta región es pobre en general, viéndose en sus desabrigadas planicies extensos baldíos que sólo producen algunas hierbas de pasto y raquíticos arbustos. Expuestos estos rasgos generales de la prov., pasa Palacios á señalar los accidentes orográficos de cada una de las tres regiones. En el complicado conjunto de montes y cordilleras que forman el relieve de la septentrional destacase la divisoria entre las cuencas del Ebro y del Duero en una cadena continua de elevadas cumbres, á la cual se subordinan todos los demás detalles orográficos de aquella parte de la prov. Dicha cadena, prolongación de la que forman en las de Burgos y Logroño las sierras de Oca y de la Demanda, aparece en la de Soria por su extremo N.O. y va siguiendo casi constantemente, por espacio de 37 kms., su límite septentrional, hasta más allá del puerto de Piqueras; después cambia bruscamente de rumbo, y se interna llegando á enlazarse con las derivaciones del Moncayo, en los confines de Aragón. Constituyen la primera de estas dos secciones la sierras de Urbión y Cebollera; los contrafuertes, más elevados que numerosos, que de ellos se desprenden en su vertiente meridional, se esparcen y ramifican por las comarcas del N.O. de la prov., dando á su vez origen á una serie de alturas y crestas alineadas paralelamente al eje de la cordillera principal, y que se van escalonando hasta la cuenca inferior del Duero. Forman la sección oriental de la misma cadena una sucesión de sierras ligadas entre sí por amplios collados y con dirección media de N.O. á S. E., por más que considera.

das en detalle ofrezcan marcadas diferencias en su orientación. En las vertientes al Duero los declives en estas sierras se desvanecen rápidamente en las explanadas de la zona central, destacándose tan sólo algunos ramales, menos notables por su alt. que por su long. Las vertientes opuestas, por el contrario, se prolongan en numerosas derivaciones, las cuales constituyen otras tantas líneas de cordilleras que atraviesan la zona N.E. de la prov. y penetran en la de Logroño, descendiendo hasta las riberas del Ebro. Las vertientes septentrionales del macizo de Urbión y Cebollera constituyen el territorio de Cameros, en el cual se difunden los contrafuertes del mismo macizo, dando origen á una confusa agrupación de montes y collados que se enlazan y ramifican sin llegar á constituir verdaderas líneas de cumbre con dirección determinada Esta dilatada comarca, á la que en otro tiempo dieron justo renombre sus numerosos rebaños de ganado merino, y cuya principal ri queza todavía hoy estriba en sus tierras de pasto, pertenece casi en totalidad á la prov. de Logroño, quedando sólo dentro de la de Soria el pueblo y término de Montenegro, sit. entre las derivaciones del puerto de Santa Inés, y que por su situación topográfica apenas mantiene con la cap otras relaciones que las meramente administrativas, á causa de la dificultad de comunicarse directamente con ella, sobre todo en invierno Los contrafuertes que de la misma cadena se derivan hacia el S. se alincan, por el contrario, con regularidad y constituyen otras cordilleras secundarias, cuyas ramificaciones se extienden en toda la región N.O. de la provincia Una rica vegetación forestal arraiga vigorosa en gran parte de aquel escabroso suelo, que con sus pintorescos valles, sus agrestes quebradas y sus dilatados pinares ofrece á cada paso los más sorprendentes y variados paisajes. De la falda de la sierra de Úrbión, en su parte más occidental, despréndese con dirección hacia el S. la sierra de la Umbría, la cual se prolonga hasta el término de Duruelo, sirviendo de límite á las provs. de Burgos y Soria. La sierra de Duruelo es otro contrafuerte que se separa de la cordillera principal al pie de los picos Urbión de Zorraquín, y va á terminar bruscamente 12 kms. más hacia el S. entre Salduero y Vinuesa, cortada por la estrecha garganta de Molinos, que encauza al Duero bajo los mencionados montes de Vallilengua.

Alineada casi invariablemente hacia el E., se mantiene en casi toda su corrida á considerable altura, extendiendo á uno y otro lado sus rápidas vertientes surcadas por numerosos barrancos y torrenteras, cuyos angostos cauces se ocultan bajo la espesura de exuberantes pinares. Los derrames accidentales de esta sierra se desvanecen en el pequeño valle de Covaleda, comprendido entre ella y las vertientes del Resomo y de la Umbría. Se extiende este valle de N.O. á S. E. desde la falda de Urbión hasta el término de Salduero, donde se encierra en la mencionada garganta de Molinos De las alturas de la sierra Cebollera, inmediatas al puerto de Santa Inés, desciende otra derivación, paralela á la anterior, llamada sierra del Castillo, la cual avanza hasta la margen izq. del Duero, á cuyo largo esparce sus últimos contrafuertes entre Vinuesa y ΕΙ Royo. Es esta sierra una extensa agrupación de altos y escarpados montes, surcados por hondas quiebras y barrancos, incultos en su mayor par te, y únicamente frecuentados por los rebaños que pastan sus hierbas durante los meses del estío. Los pinares concluyen en sus vertientes occidentales, en las que cubren todavía una gran zona; el resto de la sierra es pobre de bosques, y solamente se ven algunos rodales de hayas y robles esparcidos en sus laderas, que vierten por el rumbo opuesto á las gargantas del río Razón. La sierra del Castillo y la de Duruelo se hallan separadas en toda su longitud por la llamada garganta de Santa Inés, que empieza bajo el puerto de este nombre y desciende, como aquéIlos, hasta las márgenes del Duero. De los contrafuertes orientales de la sierra del Castillo se desprende la Canredondo, conocida más común. mente por el nombre de Carcaña, la cual corre hacia el S. E. por espacio de 16 kms. y va á terminar, cortada por abruptas escarpas, sobre la margen del Tera, entre los pueblos de Espeja y Chavaler. Su cima, que alcanza una altura de más de 250 m. sobre los terrenos inmediatos, es bastante irregular y estrecha; sus laderas áspe

ras y pedregosas, y su suelo poco á propósito para el cultivo, sustentan una escasa vegetación, representada principalmente por algunos encinales y robledales. Bajo las vertientes meridionales de la sierra Caraña se encuentra el pequeño valle de El Royo y de Hinojosa, que sirve de vaguada al Duero entre los términos de la Muedra y de Garray, y al cual limitan por el S. las altas lomas que á continuación del monte Berrún corren por la margen dra. de aquel río hasta la dehesa de Valonsadero. Al otro lado de la sierra Carcaña, y comprendido entre ella y la falda de la Cebollera, está situado el valle de Valdeavellano, que iniciándose en las gargantas en que toma origen el río Razón desciende al término de Almarza, donde se junta con el del Tera. Aunque su mayor anchura no excede de 2 kilómetros, en su mitad oriental le estrechan más todavía los contrafuertes de la sierra Tabanera, alberga una población bastante numerosa repartida en varios lugares, á cuya riqueza sirve de base una floreciente ganadería. Entre las vertientes orientales de la sierra Tabanera y la cumbre de Montes Claros que se desprenden del confin de la prov. en los picos de La Gargantilla, se abre el valle del Tera, muy parecido al anterior por las condiciones naturales de su suelo, aun. que menos importante por su extensión y núme ro de habits. Los valles del Tera y de Hinojosa terminan á poca distancia uno de otro, en los llanos que se extienden bajo las escarpas terminales de la sierra Carcaña, entre Chavaler y Tardesillas. A Levante de estos llanos, y for mando una terraza poco elevada sobre los ríos Tera y Moñigón, se descubre la explanada del Campillo, cuyo suelo llano en unos sitios, y do blado en otros en rebajadas lomas, va subiendo con débil inclinación hasta las vertientes de las sierras de Alba y de Castilfrío, que a modo de anfiteatro la rodean por Levante y N. Un gran número de pueblos de escaso vecindario, á cuyos términos fertilizan varios arroyos que en ellos nacen ó descienden de las citadas sierras, se hallan repartidos en los 50 kms.2 que aproximadamente mide aquella planicie. En su extremo S. E., cerca de Garray, se eleva el histórico cerro de Numancia, cuya cima forma una meseta de unas 18 hectáreas de sup., elevada 60 m. sobre su base, con rápidas caídas al Duero y al Moni. gón, que lo bañian por el S. y el O. La zona en que aparecen sus contrafuertes dentro de la provincia, las sierras de Urbión y Cebollera, y cu yos principales rasgos quedan ya bosquejados, se terminan por el S. en otra larga cordillera, que desde los confines de Burgos corre paralelamente á aquéllas hasta las inmediaciones de la c. de Soria, interpuesta entre las cuencas supe rior é inferior del Duero.

Levante

Comienza esta cordillera por el O. en una serie de descarnadas crestas de caliza que se levan tan en los términos de Hontoria, Navas y Espeja y y alcanzan una respetable altura en los picos de Navas y San Asenjo; continúa después hacia Levante con las escarpadas cumbres de la sierra Costalago hasta el término de Arganza, donde la corta el curso del Ucero, y vuelve nuevamente á elevarse entre San Leonardo y Casarejos, en la serreta de San Cristóbal, cuyo punto culminante se destaca más de 300 m. sobre abruptos acanti lados en la margen izq. de dicho río. de Casarejos, y hasta cerca de Abejar, forman la alineación de la cordillera extensas lomas y elevados montes, cubiertos en su mayoría de exu berantes pinares, entre los cuales relieves descuellan por su altura el Tero Mayor y Mojón Pardo, con altitudes de 1350 y 1206 m. respectivamente. Desde el término de Abejar hasta su terminación la cordillera se continúa con las sierras de Cabrejas y de Fuentes, cuyas laderas septentrionales corta en toda su longitud de 15 kms, una seguida escarpa de más de 100 m. de alt. calzada en su base por rápidos taludes. La sierra de Cabrejas esparce hacia el S. anchurosas vertientes, áridas y surcadas por grandes ba rranqueras, entre las cuales se destacan les altos de Zarraquín y de Cuesta la Reina, que cierran por el S.O. la cuenquecilla del Golmayo y las escuetas llanuras del páramo de Villaciervos. En estas mismas vertientes, cerca de su extremo oc. cidental, se encuentra la histórica v. de Calatañazor, sit. dentro de una hondonada que cercan en todos sentidos escarpadas y riscosas alturas. Al N. E. de la prov., las sierras de Montes Cla ros, de Alba, de Castilfrío, del Almuerzo, del Madero, de Toranzo y de Tablado son los eslabones

sucesivos que forman la cadena ibérica entre las alturas del puerto de Piqueras y las derivaciones del Moncayo. De ellas se desprenden en sus vertientes al Ebro otras varias cordilleras secundarias que se esparcen por esta zona de la prov., y euyos numerosos contrafuertes se estrechan de tal manera que esta región, más bien que formada por un conjunto de sierras distintas, aparece como una extensa montaña erizada de altísimos cerros, por entre los cuales excavan profundos cauces un gran número de torrentes temporarios y algunos ríos de escaso caudal. A los pintorescos valles y frondosos bosques, que dan animación á las comarcas del N.O., reemplazan en ésta enormes barrancos encajados entre agrias y rápidas laderas, cubiertas generalmente de exigua vegetación y con frecuencia denudadas por las aguas torrenciales, lo cual, unido á la escasez de las que tranquilamente discurren por la superficie del suelo y á lo limitado de sus tierras de cultivo, hace de esta región la más estéril y quebrada de la prov. Unicamente en su parte meridional, hacia las inmediaciones del Moncayo, pierde el suelo algo de su escabrosidad, las líneas de sierra se aclaran y empieza á verse entre ellas algunos vallejos y llanadas relativamente productivas. La sierra de Montes Claros comienza en los picos de la Gargantilla, y corre hacia el S. hasta más abajo de Almarza, flanqueando por el E. en toda su long. el valle del Tera. Su cima conserva una alt. casi constante de 1600 m., y sus laderas, más rápidas las orientales que las occidentales, constituyen un terreno abundante en pastos, sobre el cual se ven esparcidos algunos rodales de hayedos y encinares. La sierra de Alba enlaza en el extremo meridional de la de Montes Claros, y corre con dirección al E. un trayecto de 14 kms. hasta el cerro de Peña Turquilla, cerrando por el N. la expla nada del Campillo, en la que se desvanecen los declives de su falda del S. En medio de su cumbre se encuentra el puerto de Oucala, por el cual, salvando sus rápidas y penosas pendientes, cru. za la divisoria de las cuencas del Duero y el Ebro, á 1500 m. de alt., la carretera de Soria á Calahorra, para seguir después el curso del Ci dacos, que nace bajo sus vertientes septentrionales. A Levante del puerto de Oncala, en las alturas de Peña Turquilla, despréndese también de la sierra de Alba otro importante ramal que forma á continuación de la misma las lomas de la Costalaya, y más á Levante, junto á los confines de Logroño, la sierra de la Alcarama, cuyas eum. bres se alinean entre los ríos Alhama y Linares hasta la confl. de éstos, frente á los baños de Filero. En el extremo de la sierra Alba la divisoria entre el Duero y el Ebro tuerce bruscamente hacia el S., y va siguiendo, á 1400 m. de altitud, las altas lomas de la sierra de Castilfrío has. ta su terminación en el collado del Contadero, el cual desciende hasta 1250 m., dejando de este modo un paso de fácil comunicación entre las comarcas de la tierra de Soria y los pueblos de la cuenca del Alhama, que comienza ya bajo sus vertientes orientales. A continuación del Contadero la cordillera sufre un nuevo cambio de dirección hacia el E. y vuelve á elevarse rápi damente en la sierra del Almuerzo.

dra. del Queiles. Desde allí hasta los inmediatos confines de Logroño tan sólo se descubren grupos de cerros y lomas, generalmente de poca alt., que limitan reducidos llanos y algunas cañadas de cultivo, sobresaliendo entre todas los altos de San Blas, al N.O. de la mencionada villa; y más al N.O. todavía, separada de los anteriores por el barranco de La Laguna, la pequeña cordillera del Pégado, que corre entre Añavieja y San Felices, dominando las escarpadas márgenes del Alhama.

Entre la región montuosa del N. de la prov. y las vertientes de los páramos y mesetas que forman la parte meridional de la misma se extiende la región central de la prov., zona de variable anchura, dentro de la cual no se destacan altas y seguidas cumbres alineadas en determinadas direcciones que puedan considerarse como verdaderas cordilleras, sin que por eso deje su suelo de ser en general bastante áspero y que brado, por efecto de las enérgicas y profundas denudaciones que ha sufrido y que han determinado los rasgos característicos de su topografía. En efecto, si se exceptúa la planicie del campo de Gómara, quizás la única que merece tal nombre dentro de la prov., y que se halla en la parte S. E. del part. de la cap., el resto de la zona es una sucesión de cerros, lomas y mesetas que, ya se esparcen sin enlace aparente, ya se agrupan y forman serrezuelas generalmente de poca elevación, entre los cuales se abren varias vegas y cañadas que unas veces se ensanchan en pequeños valles y otras se estrechan entre altísimos ribazos. El campo de Gómara ocupa una extensión de unos 160 kms.2 en el espacio angular que media entre el Duero y su afl. el Rituerto, desde la vertiente oriental de la sierra de Santa Ana hasta las de Cardejón y Portillo, que la limitan por Levante. Al S. del campo de Gómara, pasado el Rituerto, empiezan ya á elevarse las alturas que, alineadas con dirección próximamente hacia el S., vienen á ser como grandes jalones que indican la divisoria de las cuencas del Ebro y del Duero en todo el espacio que media hasta las derivaciones de la sierra Ministra.

La parte S. de la prov. se distingue por la uniformidad en la alt. de las mesas y páramos que la forman en casi toda su extensión. Para el observador colocado en uno de sus puntos más elevados toda aquella zona aparece como una dilatada planicie ligeramente ondulada, interrumpida por algunos oteros y colinas de poca elevación, y limitada hacia el S. por algunas crestas de cordilleras que se destacan á lo largo de los confines de Guadalajara en la divisoria de las cuencas del Duero y del Tajo. Esta regularidad, sin embargo, es más aparente que real; las aguas han abierto allí profundos surcos que cortan de trecho en trecho su continuidad, y en muchos sitios las denudaciones que su suelo ha sufrido han hecho desaparecer por completo la forma primitiva del mismo, dejando en su lugar algunos cabezos y picachos aislados, cuyas cimas se elevan cuando más al nivel ordinario del conjunto. Las mayores alt. de esta parte de la provincia son las de la sierra Pelada. Entre las faldas septentrionales de ésta y las altas llanadas que se destacan más al N. sobre la vertiente dra, del Después la cadena principal se continúa hacia valle del Duero hállase comprendida una exel S. E. con la sierra del Madero, la cual se pro- tensa hondonada de unos 5 kms. de anchura longa hasta el monte Regajal de la jurisdicción medía, la cual comienza por el E. en el término de Noviercas, destacando su cumbre sobre los de Retortillo y se prolonga casi hasta tocar el terrenos inmediatos á una alt. de más de 300 confín occidental de la prov., donde se une á la m., únicamente interrumpida en su punto medio pequeña cuenca del río Pedro. Las altas mesetas por el puerto de su mismo nombre, donde la que por el N. limitan esta hondonada ocupan cruza la carretera general de Madrid á la fron- una faja de terreno de anchura variable, que tera francesa y á 6 kms. más al S. por la angosta desde la margen del río Pedro se extiende hacia cañada de Hinojosa, poco menos elevada que el Levante hasta empalmar con los páramos de puerto y á través de la cual se comunican direc- Barcones y de Barahona. A partir del término tamente los pueblos de la sierra de Agreda y los de Retortillo, corre todavía, á continuación de del campo de Gómara. Al terminar la sierra del la sierra Pelada, una serie de cerros y altozanos Madero la cordillera se corta bruscamente en el que avanzan hasta más allá de Barcones, coroestrecho de Araviana para dar paso al río de esta nando las escarpas y pendientes que sirven de denominación, que conduce al Duero los derra- lindero por aquella parte á las prov. de Soria y mes de la vertiente occidental del Moncayo, pero Guadalajara. Constituyen estos relieves las sievuelve seguidamente á levantarse con mayor al- rras de Torreplazo y Torremocha. Más á Levante tura en las agudas cimas de Toranzo y de sierra se encuentra el páramo de Barahona, que ocupa Tablado, cuyos remates por el S.O. se pierden una extensión de 20 kms.2, abarcando una parte dentro del territorio aragonés. Al N.O. de estas de los términos de Marazóbel y de Alpanseque. sierras, y desviada de la alineación general de la Al Oriente del término de este pueblo, dentro cadena de que forman parte, se eleva la gigan- de los de Romanillos, Mezquetillas y Conquetesca mole del Moncayo, frontera tradicional zuela, el suelo pierde el carácter de llanura asurentre Aragón y Castilla. El Moncayo extiende cada, y aunque se mantiene siempre entre altipor el N. sus declives hasta las inmediaciones tudes de 1 000 á 1 100 m. se ofrece, sin embargo, de Agreda, donde se extinguen sobre la margen doblado en lomas y cerrillos pedregosos, cuyas

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desigualdades se van acentuando cada vez más en las inmediaciones del valle del Jalón. Dominando el relieve de toda aquella zona se eleva, junto al confín de la prov., la cumbre de la sierra Ministra, la cual comienza por el O. en el término de Ventosa del Ducado, y alcanzando

una alt. de 1 350 m. va á desvanecerse á los 13 kms. en las altas planicies que se extienden entre Benamira y Alcolea del Pinar.

Abundan en la prov. las cuevas y sierras, y una de las más notables y la más conocida por su proximidad á la cap. es la cueva del Asno, abierta en las derivaciones meridionales de la sierra de Santa Ana, á la orilla izq. del Duero y frente al pueblo de Los Rábanos, en cuyo término se halla comprendida. Le sirve de entrada una boca próximamente elíptica de unos 2 m. de alt. y 1,50 de ancho, donde da principio una galería de 16 m. de long., poco inclinada en sentido descendente y de amplitud y elevación bastante para poder transitar cómodamente por ella. Siguen después varios anchurones más o menos capaces, de forma irregular, sit. á niveles poco distintos y comunicados entre sí por espacios labrados naturalmente á modo de gradas ó esca. lones y por pasos angostos, algunos de los cuales sólo puede salvarse caminando á rastras en ciertos sitios. Entre estos anchurones es notable el Salón de los Murciélagos, así llamado por el gran número de estos animales que allí buscan albergue, y cuyo excremento se acumula en cantidad suficiente para ser objeto de aprovechamiento, destinándose como abono en las huertas del pueblo. El pueblo de la Cueva de Beratón ó la Ĉueva de Agreda, pues de los dos modos se llama, debe su nombre á la proximidad de otra abierta en el cerrillo á cuyo pie está edificado el pueblo. Su entrada, que es cómoda y espaciosa, se halla cerca de la cumbre, en la ladera meridional, y da paso á un gran anchurón próximamente cuadrangular, de unos 15 m. de lado con alt. casi uniforme de 5 m., el cual se comunica con otro de la misma forma y poco mayor, sit. á un nivel poco más bajo. Desde éste se desciende por una rampa suave á otros departamentos todavía mayores que se van sucediendo en dirección al N., y cuya separación establecen, ya las irregularida des de la roca, ya también grandes masas de caliza concrecionada que en aquel subterráneo muestran un desarrollo excepcional. Las paredes del mismo aparecen revestidas, en casi toda su extensión, por una costra más o menos gruesa de esa caliza, y en algunos puntos cubre el piso una capa cristalina de igual naturaleza. La cueva es practicable en una long. próximamente de 200 m., al cabo de los cuales cierran el paso grandes columnas de estalactitas que impiden ver su fin.

De los 9 935 kms.2 que tiene la prov., 7028, ó sea próximamente los dos tercios de su extensión total, corresponden á la cuenca del Duero y el resto á la del Ebro. En la región septentrional la divisoria entre una y otra resalta muy visiblemente en la serie de cumbres que se suceden entre el pico de Urbión y el extremo S. de la sierra del Madero, desde el cual se dirige por la de Fuentes á la cima del Moncayo y desde allí al cerrillo de San Mateo de Beratón, para retroceder después hacia el N.O. siguiendo la cumbre de Tablado hasta el punto más alto de la de Toranzo, y rodeando de este modo casi por completo el valle de Araviana. Pero desde la cima de Toranzo hasta la altura de la sierra Ministra solamente algunas lomas y serrezuelas sobresalen á lo largo de dicha divisoria, corriendo ésta en largos trechos por abiertas llanuras, en las cua les queda determinada no más que por ligeras ondulaciones del suelo. En la vertiente occidental de esta divisoria se forma el Duero, el cual recoge las aguas de la mayor parte de los ríos y arroyos que nacen dentro de la prov. La oriental envía al Ebro varios afls. de caudal escaso y de régimen torrencial, al menos mientras corren por territorio soriano.

A la cuenca del Duero corresponden: á la región septentrional los ríos Revinuesa, Ebrillos, Tera, Merdancho ó Sotillo, Rituerto, Mazos, Izana y Ucero; á la meridional los ríos Escalote, Talegones, Adante y Pedro. Como afluen tes menos importantes figuran el Golmayo y el Morón y varios arroyos. Los afls. que desde el

territorio soriano van al Ebro son los ríos Cidacos, Linares, Alhama, Añamaza, Queiles y el Jalón, con sus tributarios Manubles, Henar, Nágima y Blanco,

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