Imágenes de páginas
PDF
EPUB

bajo de los pies): a. fig. Maltratar ó ultrajar á decir, una trenza ó esterilla en que cada ramal

[blocks in formation]

... abrazos del corazón,

Hijos de pura alegría,
No se dau á sangre fría,
Sino asi.... de SOPETÓN.

BRETÓN DE LOS HERREROS.

SOPETRÁN: Geog. Dist. cap. de la prov. de Occidente, dep. de Antioquía, Colombia, sit. en una hermosa planicie sembrada de cacaotales y palmas de coco y á 754 m. de alt.; 8000 habitantes. Ignorase la época de su fundación, pero en 1793 figuraba ya como parroquia.

- SOPETRÁN (NUESTRA SEÑORA DE): Geog. Antiguo y célebre monasterio de la prov. de Guadalajara, en el término de Hita. Según la leyenda, debe su origen á la aparición de la Virgen al moro Alí en el mismo sitio en que se edificó el convento. La iglesia de éste, reedificada por el cardenal Mendoza, tiene espaciosa y esbelta nave, ancho crucero y elegantes venta. nas. A un lado se ven paredones y ventanillas árabes, restos del primitivo templo. El claustro es de regulares y severas proporciones. En la vega del monasterio se halla la ermita de la Fuensanta, bajo cuyas bóvedas está la escalera que conduce á las aguas que se consideraron como milagrosas.

SOPISTA: m. Persona que vive de limosna y va á la sopa á las casas y conventos, y más comúnmente, estudiante que seguía su carrera literaria atenido á la Providencia.

[blocks in formation]

Póngala si soplos busca

Aqui, que está el SOPLADERO, etc.
TIRSO DE MOLINA.

SOPLADO, DA (de soplar): adj. fig. y fam. Demasiadamente pulido, compuesto y limpio. - SOPLADO: fig. y fam. Estirado, inflado. - SOPLADO: m. Min. Grieta muy profunda del terreno.

SOPLADOR, RA: adj. Que sopla.

Deciendo por línea reta
De un bajón y una corneta
Y un SOPLADOR excelente.
TIRSO DE MOLINA.

-SOPLADOR: fig. Dícese del que excita, mueve, altera ó enciende una cosa.

de allí te precipitará y derribará el viento SOPLADOR de tu soberbia.

BERNARDO ALDRETE.

- SOPLADOR: m. AVENTADOR; ruedo pequeño, y comúnmente de esparto, con mango ó sin él, que sirve para aventar el fuego.

-SOPLADOR: Art. y Of. Los sopladores ó aventadores se emplean como de uso doméstico para avivar el fuego en los hogares; se reduce el soplador á un abanico circular de esparto con un mango de lo mismo, siendo su construcción comúnmente sencilla, pues se reduce á hacer un tejido de cuatro por cuatro ó seis por seis, es

tiene cuatro ó seis espartos, á la que se le da la forma circular, dejando los cabos largos para formar el mango, que se ata con un liñuelo ó con tomiza delgada; lo más general es hacer el soplador de pleita de esparto, cosiéndola á engranaje ó engrane en forma de espiral, y la última vuelta se hace con una pleita cuyos dos cabos, con el sobrante de la espiral, se reunen en uno solo para formar el mango; la manera de hacer éste consiste en coger el liñuelo ó hilo de dos ó tres espartos, ó bien la tomiza, según lo que se emplee, tender el cabo en el sentido del mango y comenzar á liarle por la parte del abanico en forma de hélice, de espiras muy apretadas y unidas entre sí; pero antes se ha doblado una cuerda formando lazo que salga como 3 ó más centímetros del cabo, haciendo las vueltas sobre esta cuerda también; al llegar como á unos 2 centímetros del extremo se mete el cabo que se estaba liando por el lazo de cuerda, y como los dos extremos de ésta sobresalen por la parte circular se tira de ambos con fuerza para sacar la lazada, que arrastra consigo á la tomiza y la hace entrar por debajo de las espiras, saliendo por el otro lado, en que se corta; después se cortan también los cabos de esparto, á igual nivel todos ellos, con lo que queda terminada la obra; pueden ser los sopladores de esparto blanco ó teñido de colores, ó de pleita con más ó menos dibujos; resulta siempre rústico y de escaso_v _valor.

SOPLADORA: f. Maq. é Indust. Todo tipo de máquina ó aparato que se emplea para despedir el aire que necesitan los hornos metalúrgicos, así como el que se utiliza para la ventilación de las minas (V. VENTILADOR); también se las llama comúnmente máquinas soplantes, y son muy numerosas. Se componen de dos grandes partes ó elementos principales, que son: la máquina motriz ó motor, y el fuelle ó aparato soplante; el más común de éstos es el fuelle, que se emplea en todos los talleres en que se trabaja el hierro, aparato indispensable para activar la combustión y poder dar al metal la calda que necesita en el trabajo; por mucho tiempo el fuelle ha sido la única máquina soplante conocida en los talleres metalúrgicos, y aun éste muy imperfecto en un principio, pues era de acción intermitente ó simple efecto, lo que obligaba á usar dos simultáneamente, para regularizar la acción del viento y que no se enfriase el metal en la pausa necesaria para tomar aire el aparato; la primera modificación fué reunir estos dos fuelles en uno, poniéndole en movimiento por una máquina especial, y reemplazar el cuero de los primeros fuelles por tablillas de madera provistas de muelles, adelanto imperfecto, pero que permitió ya dar un gran impulso á la metalurgia; estas máquinas, que aún se usan en algunos puntos, se llaman fuelles piramidales (V. FUELLE); después se hizo uso de cajas de madera de forma rectangular, en cuya parte superior llevaban una serie de válvulas que se abrían de fuera á dentro, en cuyas cajas se movían unos émbolos de madera impulsados por unas bielas movidas por una rueda hidráulica; el viento, impulsado por el movimiento de los émbolos, salía por otras válvulas que se abrían de dentro á fuera, yendo á parar al portaviento para alimentar el horno; sólo por esta ligerísima descripción se comprende que había una considerable pérdida de fuerza, ya por los escapes de las juntas de las tablas de muelles, ya por el gran rozamiento de dichos elementos; sin embargo, como estos aparatos son de construcción muy sencilla y de fácil repara. ción, se usan aún en muchos puntos; otras máquinas se emplean en algunas localidades, en cuyas máquinas el viento es impulsado por un émbolo y desalojado por la presión de una columna ascendente de agua, que ocupa alternativamente

tra en el agua y sigue descendiendo, el aire que encierra tiende á marcharse por el tubo bifurcado levantando la válvula correspondiente, y al elevar la primera y descender la segunda aspira aquélla el aire por la válvula inferior, en tanto que la otra lanza el que contenía, y de este modo la corriente gaseosa es continua en la tobera. En Inglaterra se adoptaron máquinas cilíndricas de doble efecto, de las que nos ocuparemos después, comenzando ahora por dar la teoría de esta clase de máquinas, igual para todas, cualquiera que sea el sistema á que pertenezcan, teoría que se funda esencialmente en los mismos principios que el areómetro. El aire atmosférico, mezcla íntima de dos gases, para los efectos que vamos á estudiar puede considerarse como un cuerpo homogéneo, que como todos los gases es eminentemente elástico, fácilmente compresible y que transmite las presiones que recibe proporcionalmente á la superficie que las sufre, tendien. do á dilatarse y ocupar siempre mayor espacio que el del depósito en que se halla encerrado, en virtud de su fuerza elástica; las presiones del aire se miden por medio de la columna barométrica si son inferiores á la de la atmósfera, ó por un manómetro en el caso contrario; el coeficiente de dilatación cúbica del aire es 0,00375 por cada grado en que aumente su temperatura, siendo su peso específico función de la presión y de la temperatura, creciendo proporcionalmente á la primera y siendo inversamente proporcional á la segunda. Según las experiencias de Biot y Aragó, un me tro cúbico de aire atmosférico á 76 centímetros de presión y á 0° centígrados pesa 1,299 kilogramos; bajo una presión de a metros y á una temperatura t, su peso específico será, según esto,

[merged small][merged small][ocr errors][merged small][merged small][merged small][merged small][merged small][merged small][merged small][merged small][merged small][merged small]

Si suponemos un cilindro herméticamente cerrado lleno de aire á la presión atmosférica, al y abrir un orificio en sus paredes, como las presiones en el interior y el exterior son iguales, habrá equilibrio y no podrá establecerse corriente algu na; pero si en el interior se ejerce una presión cualquiera, que por ejemplo el cilindro está cerrado por un émbolo que puede moverse y se carga la varilla de este cilindro con un peso cualcorriente del interior hacia el exterior, y si el quiera, el equilibrio se altera y se establece la

cilindro está en comunicación con un manóme tro éste señalará una altura I que medirá exactamente la presión debida á la carga producida en el émbolo, y la fuerza de la corriente estará medida por la altura a + H, mientras que la del exterior será a si a es la altura barométrica del momento en que se hace la experiencia; la diferencia II expresará la fuerza impulsiva de la corriente, que obrará como si estuviera sola, y no habrá presión atmosférica; la fórmula general de velocidad de los fluidos es V√ 2gh, en que es la velocidad, g la aceleración debida á la gravedad y h la altura de la columna de aire, igual a la altura H de la columna manométrica, por la relación de la densidad D del líquido contenido en el manómetro á la del aire que sale D por el orificio d, ó sea h=Hx valor que,

,

d

D;

cada una de las dos cámaras en que los émbolos sustituído en el de V, da V=\/ 2gH- d

funcionan; los émbolos tienen la forma de cam-
pana, son de hierro, se hallan abiertos por su
parte inferior, y colgados de los extremos de un
balancín que tiene movimiento oscilatorio pene-
tran invertidos en un depósito de agua; cada una
de estas campanas lleva dos válvulas, una de las
cuales se abre de abajo á arriba, yendo á parar el
viento que por ella sale à un tubo que, reunión-
dose al poco espacio con el tubo semejante que
procede de la otra campana, se convierten en uno
solo, en el que se reune el viento que sale im-
pulsado á la tobera (V. TOBERA); la otra válvu-
la se abre hacia abajo; cuando una campana en-

si el líquido que lleva el manómetro es el mercurio, y que el valor de g es, como se puede tomar sensiblemente en nuestras latitudes (la de Madrid) g=9,8089, como la relación

D d

=7955

1+0,0040 a + II

según resulta de lo que llevamos dicho, si hace

mos 1+0,004t T, sustituímos todos estos valores en el de Vy hacemos todas las reducciones, resultará V=395,04 El gas

H

Τ a+H'

to es igual á la velocidad de salida por la sección del orificio, prescindiendo del coeficiente de corrección por la contracción producida á la salida del gas por aquél; llamando S la superficie del orificio, m el coeficiente citado y el gasto, se tendrá Q=395,04mS ; de las

Τ H a + II

experiencias de D'Aubuisson resulta m =0,65 para orificios practicados en pared delgada, 0,925 para tubos adicionales cilíndricos, 0,928 para tubos adicionales cónicos y 0,94 para los ligeramente cónicos y muy cortos; y como las toberas son siempre cónicas, se puede tomar m =0,93; y como el área del orificio circular de diámetro l es 2, siendo =3,14 resulta S=0,78572, de T donde Q=288,472 H; esta fórmua + H

la da el volumen de aire gastado en la unidad de tiempo á la presión a+II, cuyo fluido, después de su salida y á la presión b, bastará multiplicar la expresión anterior por la relación de a + H las presiones, es decir, por - y será b

[blocks in formation]

H

t=12°; 7=1,48; b=0,75; a +H=0,78, con lo que resulta próximamente Q=348 metros cúbicos y P=42512 H kilogramos. Las paredes de los tubos de conducción ofrecen una resistencia al movimiento del aire, es decir, que las alturas manométricas en el origen y en el final del tubo de conducción resultarán diferentes, siendo menor la última si el tubo es sufi

cientemente largo; y si se representan por II y h estas alturas, la pérdida de carga, y por tan to de fuerza, será en el extremo H-h, cantidad que representará exactamente la resistencia; y como la resistencia proviene del rozamiento con las paredes de la cañería, será proporcional á la longitud de ésta y á su diámetro por una parte y al cuadrado de la velocidad por otra, y se halla además en razón inversa del cuadrado del diámetro del tubo, según demuestran las experiencias; si, pues, D es el diámetro del tubo, L la longitud, v la velocidad y n un coeficiente constante determinado por la experiencia, Lv2 será H-h=n. =N- -; y según los traD bajos de D'Aubuisson, n=0,0238; sin embargo, la expresión anterior no resulta exacta, porque la velocidad de salida del aire del tubo no es uniforme, decreciendo desde que empieza hasta que termina la emersión del émbolo; además, no se ha tenido en cuenta para deducirla, la contracción de la vena fluida al entrar en el tubo; teniendo en cuenta todas estas correcciones, resulta, sin que nos detengamos á nuevos cálculos, llamando del diámetro del orificio, h Ld4 D5

LDv2 D2

H-h=0,0238

;

[blocks in formation]
[blocks in formation]

Estas fórmulas permiten resolver todos los problemas que se presentan para el establecimiento de cañerías de viento. Los recodos aumentan mucho la resistencia al movimiento, y cuando no se pueden evitar se atenúa su efecto redondeándolos, pudiendo decirse otro tanto de los estrechamientos. Sentados estos principios, es fácil establecer la teoría de las máquinas soplantes: si representamos por E el efecto útil de una máqui na, por F la fuerza motriz y por m un coeficiente numérico menor que la unidad, la relación entre el esfuerzo motor y el efecto útil es E=mF; y como la fuerza de un motor cualquiera es equivalente á la acción de un peso P en kilogramos, que baja desde cierta altura C en metros F= PC, y por tanto E=mPC. El efecto útil de las máquinas soplantes se expresa, de una manera análoga, por el producto del peso del aire lanzado por segundo, multiplicado por la altura debida á la velocidad; no hay, pues, más que determinar los valores de las tres cantidades m, Py C; cuando se trata de una máquina de cilindros de hierro bien calibrados, y cuyo émbolo se mueve por la fuerza de una máquina de vapor, m=0,5; silos émbolos son tacos cuadrados de madera, movidos por una rueda de cajones, m = 0,24, no considerando más que la fuerza absoluta de la corriente líquida, valor que se reduce à 0,14 cuando el agua obra por choque sobre la rueda (V. RUEDAS HIDRÁULICAS); si se trata de un fuelle hidráulico se toman para m los valores 0,30 6 0,18, según que la rueda sea de cajones ó de paletas, y para las trompas bien establecidas vale sólo 0,10. Si la tobera se adapta inmediatamente á gundo le hemos encontrado ya, y es la máquina, el peso del aire que sale en un se

[blocks in formation]

expresión que, sin embargo, no es la cantidad de acción comunicada á la masa de aire en movimiento por el motor, pues tiene que ejercer á la entrada de la cañería un esfuerzo H, mayor que h en cuanto se diferencian una de otra, cantidad absorbida por las resistencias de los tubos, que debe tenerse en cuenta en el cálculo. Como en la práctica Hy h no son datos conviene eliminarlas, para lo que se toma para valor de H el antes deducido, con lo que se obtiene la expresión que se busca, y que no nos detendremos à deducir, limitándonos ahora á dar una ligera idea de algunas de las máquinas soplantes.

En las forjas de los Pirineos, donde generalmente se dispone de un exceso de fuerza motriz, se hace mucho uso de la trompa, de la que nos ocuparemos en artículo especial (V. TROMPA). La máquina soplante más sencilla es el fuelle, conocido desde hace dos siglos, según hemos dicho antes, cuyo efecto útil varía entre 0,25 y 0,30 del esfuerzo motor. Después de éstos, las máquinas más usadas son las máquinas soplan

tes ó sopladoras de émbolo; se prefieren cuando se necesita una presión de viento superior á la que dan los ventiladores, y se hacen generalmente de madera y de simple efecto, con émbolos guarnecidos con listones de muelles; otras veces se construyen con cilindros de hierro fundido, bien torneados interiormente y con émbolos análogos á los de las máquinas de vapor. Meressard, maquinista mecánico, observó que se podían suprimir las guarniciones, y por tanto se anulaba el rozamiento del émbolo con las paredes del cilindro, dando á aquél un cierto huelgo, con tal que se aumentase mucho la velocidad y se hiciesen en su contorno una serie de acanaladuras circulares, en las que durante el movimiento se producen unos remolinos que son los que se oponen al paso del aire de uno ú otro lado del émbolo, del que así forman una guarnición gaseosa, cuyo rozamiento con las paredes es de escasa importancia, y con arreglo á este principio construyó Debetta una sopladora de tres caballos dinámicos que dió muy excelentes resultados; se compone de dos fuelles (fig. 1) de doble efecto, superpuestos, cuyas cajas de madera tienen 50

Fig. 1

A

centímetros de lado por 60 de altura; el émbolo es cuadrado, de un centímetro de grueso, y en su contorno tiene cinco acanaladuras horizontales corridas, equidistantes, con un centímetro de profundidad cada una; entre el émbolo y las paredes de la caja hay un ligero huelgo, el estrictamente necesario para que no haya contacto, evitando así el rozamiento; los tiradores de los émbolos son de hierro, atraviesan por unas cajas de estopas, yendo guiadas en su movimiento por unas correderas y movidas por acodalamientos del eje motor á 45° uno de otro, con objeto de evitar los puntos muertos, mediante unas bielas, para que el movimiento pueda verificarse; la válvulas de aspiración y de impulsión están dispuestas como las de los fuelles or. dinarios, pero las primeras, en los fondos de los fuelles, llevan seis filas de orificios de 15 milíme. tros de diámetro, y para las segundas tres filas en la parte superior y otras tantas en la inferior de la pared, que da á la caja de viento ; las válvulas son de piel de ternera desengrasada, cortada en forma rectangular y fijada con tornillos en los ángulos, de modo que quede bastante suelta; los émbolos dan de 50 á 60 dobles golpes por minuto; este sistema tiene además la ventaja de exigir cajas de viento ó reguladores de dimensiones mucho menores que las otras máquinas, que pueden hacerse de fundición con gran economía, pues en tal caso la velocidad puede aumentar hasta 300 emboladas por minuto sin el menor inconveniente, toda vez que los émbolos no rozan sobre las paredes del cuerpo de bomba y pueden reducir considerablemente el volumen y peso del aparato. Otra clase de máquinas, las llamadas de balancín, están formadas por un cilindro de fundición perfectamente torneado, en el que se mueve un émbolo cuya varilla atraviesa la cubierta del cilindro por una caja de estopas, uniéndose á un balancín por un paralelogramo articulado de Watt; el otro extremo del balancín está movido directamente por un cilindro de vapor de doble efecto ó por otro motor cualquiera (fig. 2); el aire es aspirado por las válvulas V por debajo, y por encima por dos válvulas S, é impulsado por las válvulas A y B al tubo 7, que le conduce á los reguladores, ó bien directamente al portaviento; en la parte superior de este tubo hay un agujero C que comunica con un pequeño cilindro D, en el que se mueve un émbolo cuya varilla va enlazada, por un sistema de palancas acodadas y bielas, con la válvula de llegada del vapor que produce el movimiento, ó con la compuerta de llegada del agua si es ésta el agente motor, de modo que éste, cualquiera

que sea, se halla regulado por la presión del aire bajo el émbolo, que permanece casi constante; esta máquina produce un 50 ó 55 por 100 de efecto útil.

En algunas localidades se emplean, cuando se necesita una gran regularidad en la marcha del viento, regularidad que no se puede obtener si éste pasa á la tobera directamente desde los cilindros, unos reguladores que se interponen entre el aparato productor y el receptor; estos reguladores, las más de las veces de gran volumen con objeto de que almacenando gran cantidad de viento sean

M

v v v

Fig. 2

menos sensibles las diferencias de impulsión, suelen ser de palastro, fundición, fábrica ó madera, y dan una capacidad constante; son muy análogos á los gasómetros que se emplean en las fabricas de gas para el alumbrado, pero más reducidos, y en este caso se llaman reguladores de agua; otras veces se reducen á un cilindro que lleva un émbolo movible cargado con un peso; el viento llega por debajo y la tensión resulta la misma, pues siempre tiene el aire que elevar el mismo peso; se llaman reguladores de émbolo. Hay otras máquinas soplantes de invención más reciente y que difieren esencialmente de las precedentes: son las roscas de Arquímedes y el timpano de La Faye, que se emplean indistinta mente como sopladores y como ventiladores. A Cogniard de Latour, el inventor de la sirena, se debe la primera aplicación del tornillo de Arquímedes para este objeto, por lo que algunos han llamado cogniardela á aquella máquina; en Mulhouse, en la fundición de Koechlin y Compañía, había hace unos cuantos años, y no sabemos si existirá todavía, una sopladora de este tipo que daba 35 metros cúbicos de aire con una velocidad de seis vueltas por minuto; se componen estas roscas de un cilindro de palastro, con un eje de hierro algo inclinado al horizonte, y alrededor del cual gira aquél; una rosca de palastro, formada de varios helizoides, en número de tres ó cuatro, montados en el eje del cilindro, va dentro de él y se termina en una rueda angular movida por un piñón de la misma clase, y á cuyo árbol pone en movimiento una rueda hidráulica ó una máquina de vapor; concéntrico é interior al cilindro y á la rosca va un tubo para que por él pueda circular el agua que, merced á este medio desciende por su peso; pero este tubo puede suprimirse, y entonces el agua vierte al depósito por la cubierta más baja del cilindro, que se halla abierta; un tubo acodado sale verticalmente hasta la parte superior de la espira inferior en que termina, quedando abierto para recibir el viento arrastrado por el movimiento del cilindro; este tubo conduce el aire al portaviento; el cilindro, con el resto del aparato, está sumergido en un depósito de agua, que puede ser de fábrica, de palastro ó de madera.

El tímpano de Lafaye se usó en Transilvania por primera vez como máquina soplante, hacia el año de 1840, por Debreczeng; se compone de dos tímpanos adosados por una de sus dos caras, de modo que resultan tres planos verticales formando dos compartimientos divididos en cámaras por tabiques en espiral, unidos perfectamente á un árbol horizontal, con el que giran; dos de los planos verticales tienen en su centro unas aberturas circulares; los muñones del eje giran sobre cojinetes sostenidos por unos pilares, y el que está del lado de la caja de viento atraviesa este por una caja de estopas que sirve para impedir que el agua salga del depósito de fábrica en que el tímpano se halla sumergido hasta su eje, debiendo conservarse constantemente en este nivel; las

[ocr errors]

aberturas que tiene en el centro el tabique central y el extremo del lado de la caja de viento sirven para dar paso á éste atravesando un cilindro que salva la caja de estopas, y penetra en la de viento; ésta comunica por la parte inferior con el depósito de agua por una abertura practicada en el tabique de separación, y así el agua tiene el mismo nivel en el depósito y en la caja de viento, pero no puede entrar en la parte central del tímpano, porque su nivel es inferior al orificio de entrada del aire. Los soportes de los tabiques de palastro son de encina y se apoyan en virgenes de madera también; los tabiques de palastro que forman las espiras se fijan asimismo con tornillos de madera á los planos verticales y van calafateados y recubiertos en sus extremi dades por unos listones de madera asegurados con clavijas sobre las vírgenes verticales; barras de madera y tirantes de hierro consolidan el aparato; el cilindro por donde pasa el viento va ensamblado sobre la virgen ó plano vertical correspondiente por medio de pernos, y se puede mover libremente en el interior de una abertura circular practicada en la pared que separa la caja de viento del depósito; este cilindro va rodeado de un anillo de fundición que gira en otro concéntrico colocado en el taladro de la pared divisoria del depósito y caja de viento, y se engrasan por un orificio convenientemente dispuesto para este objeto: otro anillo, de fundición también, va unido á la pared extrema de la rueda, y éste y el del cilindro se unen entre sí por otro cilindro de cuero recubierto por una capa de goma elástica y oprimido por dos anillos de charnela que se cierran con tornillos para disminuir el rozamiento que produciría el exceso de peso en la cabeza que lleva los anillos; se coloca en el lado opuesto un contrapeso: la manera de funcionar se comprende perfectamente; pues haciendo girar al tímpano, los tabiques en espiral, al llegar el agua, encarcelan una cierta cantidad de aire que va de la circunferencia al centro y sale por el alma vaciada del tímpano para ir á la caja de viento; la presión del aire aumenta con el movimiento de rotación, y ambas cantidades varían con las dimensiones de la máquina; con el tímpano descrito el número de vueltas era de cinco y media por minuto; la presión era de 45 milímetros de mercurio, y puede con esto alimentar dos fuegos de refino.

Otra sopladora semejante se ha usado también, consistente en un eje ó alma maciza, á la que se fija una espira de una pared helizoidal colocada en un cilindro, cuya superficie enrasa con la pared. Algunas otras máquinas de este tipo pudiéramos citar, pero nos limitaremos á indicar el ventilador de fuerza centrífuga, al que dedicamos algunas líneas en el artículo correspondiente á ventiladores, que puede consultarse.

SOPLADORES: m. pl. Zool. Nombre vulgar con que generalmente se designan las especies cetáceos, familia de los delfinidos, cuyos princidel género Tursiops, mamíferos del orden de los pales caracteres son los siguientes: cabeza generalmente prolongada y delgada por delante; calavera con el rostro medianamente prolonga do y terminado en una punta redondeada ó algo angulosa, con el vértice prominente; supraoccipital no saliente por delante y late

Soplador común

ralmente encima de la fosa temporal; frontales visibles por encima solamente como bordes prolongados y ganchudos, salientes por detrás alrededor de los maxilares; huesos lacrimales unidos con los pómulos; cartílagos costales en gran parte osificados: las costillas posteriores no están articuladas por su cabeza, pero están unidas con las apófisis transversas de las vértebras por la tuberosidad; vértebras cervicales (dos á siete) más o menos unidas entre sí; extremidades con los dedos segundo y tercero formados únicamente en su interior de cinco á seis huesos; aleta dorsal colocada casi en el medio del cuerpo.

El género Tursiops, creado á expensas de los Delphinus, no comprende más que dos especies: el soplador común, Tursiops vulgaris, y el soplador del Mar Rojo, T. aduncus, llamado también por los árabes Busalam.

El soplador común, Tursiops vulgaris, es un gran cetáceo, fuerte y vigoroso, que mide de 3 á 5 metros de largo; sus nadaderas pectorales son cortas, escotadas en su borde superior y con su extremo obtuso; la caudal es de regular tamaño; en cada mandíbula lleva de 21 á 24 dientes; el lomo y los costados son negros ó de un pardo negro; el vientre de un blanco puro.

Este cetáceo se halla en todas partes, desde el Océano Glacial hasta el Mediterráneo; no abunda en punto alguno, y sólo se le ve en reducidas manadas de seis á ocho individuos.

El soplador común es muy inclinado al retozo y muy caprichoso; tan pronto se le ve en alta mar, lejos de todas las costas, como remontando los ríos.

Encuéntranse con frecuencia los sopladores en manadas de seis á 10 individuos, llegan hasta cerca de los buques, y retozan largo tiempo alre dedor antes de seguir otra dirección. Se sumergen y remontan continuamente, y cada vez que se divisa sobre la superficie de las olas su obscuro lomo óyese un resoplido como de fuelle, viendo elevarse por el aire un surtidor de agua.

El aspecto de la dentadura indica ya que el soplador común es uno de los más terribles carniceros marinos. Aliméntase exclusivamente de peces, crustáceos, cefalópodos y otros animales del mar, persiguiendo principalmente á las sardinas, á los arenques y peces voladores. El soplador es el que hace saltar á estos últimos fuera del agua, y con frecuencia se le ve siguiéndoles con toda su ligereza. Después de lanzarse tres ó cuatro veces, los peces voladores se fatigan y son presa del soplador; los bobos y otros pájaros marinos le ayudan en esta cacería; persiguen por el aire á los peces y obliganles á sumergirse en el agua, donde les aguarda el carnicero.

El apareamiento se verifica en otoño; á los diez meses pare la hembra un hijuelo, rara vez dos, que tiene 0,50 á 0,66 de largo, al que cuida cariñosamente hasta que es bastante crecido. Hasta los diez años no son del todo adultos los sopladores, y si hemos de creer á un antiguo autor griego viven hasta ciento treinta años. Algunos pescadores, que habiendo cogido sopladores les hicieron un corte en la cola, dejándolos luego libres, aseguran que viven de

veinticinco á treinta años.

El orca es para el soplador un enemigo más temible que el hombre, quien sólo le persigue cuando carece de alimento fresco. Lo mismo hoy que en la antigüedad merece este cetáceo el afecto del hombre, pero algunas veces se reunen los pescadores, rodean con sus lanchas á una manada de sopladores, como lo hacían los antiguos griegos, lanzan gritos y los ahuyentan hacia la ribera con objeto de obligarles á salir de su elemento para matarlos. Estos animales exhalan profundos suspiros durante su agonía.

de este cetáceo, sobre todo durante la cuaresma. En otro tiempo se comía la carne y la grasa Los ingleses y franceses preparan esta carne con cuidado y hacen un guiso bastante sabroso, pero hoy se come muy poco.

Entre los romanos figuraba mucho el soplador en Medicina; creíase que el hígado era muy bueno contra los ataques de la fiebre intermitente; con el aceite de dicha parte se curaban las úleeras, y con las fumigaciones de grasa de soplador los dolores del bajo vientre. Quemábanse estos animales enteros; se mezclaban las cenizas con miel y se confeccionaban diversos ungüentos, pero hace ya mucho tiempo que todo esto no figura en nuestras Farmacopeas.

El soplador Busalam ó Tursiops aduncus se distingue de la especie anterior por ser de tamaño un poco mayor, con los dientes más numerosos, de unos 24 á 28, con la aleta dorsal más larga que el espacio comprendido entre la punta del hocico y el ojo.

Esta especie se encuentra comprendida en el Mar Rojo y en el de las Indias. Los sopladores se acercan á las barcas pescadoras y las rodean, exactamente lo mismo que las marsopas. Su ligereza y agilidad son notables, pues dan muy pronto la vuelta á un buque de vapor cuya marcha sea de 14 millas inglesas por hora. Cuando amenaza tempestad se les ve saltar como éstas, y en el período del celo se lanzan por encima de

la superficie del agua. Por lo demás son poco conocidas sus costumbres; ignorase cuál sea la época del apareamiento y cuánto dura la gestación; sólo se sabe que la hembra pare en invierno uno ó dos pequeños y que los cuida como los demás cetáceos.

Se pescan los sopladores con harpón ó se les mata con carabina. En su última excursión por Abisinia, el duque de Coburgo tiró contra algunos busalam que rodeaban su buque; el agua se tiñó de sangre; el animal herido se revolvió varias veces y salió lentamente á la superficie. Todos los demás permanecieron cerca del cadá ver, con la sana intención de devorar á su compañero.

SOPLADURA: f. Acción, ó efecto, de soplar.

Tráigame, pues, unos fuelles;
Daréle hartas SOPLADURAS.

TIRSO DE MOLINA.

[blocks in formation]
[blocks in formation]

- SOPLAR: fig. Sugerir á uno la especie que al venir á tiempos más modernos y á su empleo debe decir, y no acierta ó ignora.

[blocks in formation]

racional y sistemático, porque nadie duda en atribuir á los químicos suecos la gloria de haber introducido en los laboratorios este instrumento, el primero y más indispensable tratándose de los ensayos y, aun dentro de ciertos límites, de las determinaciones cuantitativas por vía seca. Swab, Cronstadt y Bergmann, el último particularmente, son los sabios que demostraron la eficacia y facilidad de los efectos del dardo del soplete para reconocer todas las substancias metálicas, cualesquiera que sean las combinaciones en las cuales se encuentren, y sus procedimientos fueron base y origen de las perfecciones llevadas á cabo por Gahn en los métodos pirognósticos. Refiérense éstos á dos órdenes de problemas: unos, sólo cualitativos, reconocen como fin averiguar, empleando el fuego y muy pocos reactivos, la naturaleza de los minerales y los elementos parti. culares constitutivos suyos; los otros, complementarios, encamínanse á mayores empeños, tratando de precisar cantidades de substancias, realizando el análisis cuantitativo de los minerales; los primeros, perfeccionados con singular acierto por Berzelius, son al presente un sistema analíti. co general, expeditivo y rápido, lo cual no es obstáculo á la exactitud en los resultados; los segundos, en los cuales se ejercitó la nunca bastante habilidad práctica de sus inventores Harkhort y Plattner, hállanse á la hora presente bastante limitados, y no pueden competir, ni en exactitud ni en rapidez, con los métodos generales de análisis cuantitativa, á lo cual es debida determinados casos y tratándose de muy parti su escasa aplicación, sólo útil y aprovechable en culares problemas.

SOPLETE (d. de soplo): m. Tubo de metal, en forma de trompetilla, ancho por su base ó embocadura y delgado en diminución hasta la punta, la cual es curva. Usan de él los plateros y otros para soldar, aplicándolo á la luz de una Consiste la más sencilla disposición del socandela, soplando con él ligeramente y fundien-plete en un tubo encorvado ó doblado, formando así los ingredientes de la soldadura.

- SOPLETE: Min. y Art. y Of. Este aparato, destinado á producir temperaturas muy elevadas por la inyección violenta de una corriente gaseosa

- SOPLAR: Hacer que los fuelles arrojen el sobre una llama, aire que han recibido.

tir.

- SOPLAR: Correr el viento, haciéndose sen

... de noche á deshora, cuando SOPLABA el cierzo con mayor furia, se estaba al sereno descubierta la cabeza.

P. JUAN EUSEBIO NIEREMBERG.

Y cuando á los sordos remos
Más se humillaban las olas,
Más se ajustaba á la vela

El blando viento que SOPLA.

GÓNGORA.

constituyendo un dardo luminoso y excesivamente caliente, capaz de fundir ó modificar

de alguna manera las substancias minerales sobre las cuales se hace actuar, es el instrumento de uso corriente en los ensayos mineralógicos practicados por vía seca, lo mismo tratándose de minerales metálicos, reductibles por el carbón, que pretendiendo reconocer los lapídeos, tenidos como elementos constitutivos de las diferentes rocas. Así, el estudio del soplete y de sus aplicaciones en ensayos cualitativos y para determinaciones cuantitativas abarca un campo muy dilatado dentro de la Mine-SOPLAR: fig. Hurtar ó quitar una cosa á ralogía, y viene á ser, en cierto res

- SOPLAR: a. Apartar con el viento una cosa. ... levantaron los vientos un monte de aguas, y arrojándole sobre el náufrago temerario, le SOPLARON, como leve arista, á una tierra no conocida.

escondidas.

COSME GÓMEZ DE TEJADA.

[blocks in formation]

Soplete

pecto, á la composición química de los minerales, lo que es la forma cristalina y los medios de determinarla con referencia á los caracteres exteriores de los mismos. Nada puede decirse cierto y seguro respecto de la invención del soplete, porque su empleo, en particular para el reconocimiento de substancias metálicas naturales, data de la mayor antigüedad, y así aparece consignado en viejos libros y en tratados de investigaciones de minerales, obligado preliminar de su más acertada explotación y beneficio, siguiendo reglas prácticas à las cuales bien puede asegurarse que servían de fundamento y base los primitivos y toscos ensayos efectuados al soplete, ó sea valiéndose de este artificio con el fin de obtener temperaturas muy elevadas y capaces para fundir cuerpos muy resistentes ó cambiar su estado, cuando no á reducir combinaciones metálicas muy refractarias al cambio, perdiendo su oxígeno cuando son minerales oxidados; en este sentido, siempre que hay una corriente de aire ó de oxígeno, activando la combustión, en un horno de cualquier sistema, se

do ángulo recto, por el cual se insufla aire en una llama cualquiera; hay en ésta elementos combustibles á los cuales viene á mezclarse un gas comburente, de donde resulta la combustión avivada y realizándose por completo en un espacio sumamente restringido, siendo de ello inmediata consecuencia un grandísimo desarrollo de temperatura. Dado este principio, que se realiza siempre y puede observarse con grandísima facilidad, bien se entiende que á mayor combus tión ha de corresponder mayor calor, y que con el soplete producirá mayor temperatura cuando el gas comburente lo es en grado eminente y la substancia combustible es asimismo gaseosa, resultando en el propio estado los productos de la metamorfosis química, en cuyo sentido se explica bien cómo la mayor temperatura consiguese ardiendo el hidrógeno en el oxígeno (soplete oxhídrico), utilizada no hace muchos años por Sainte-Claire Deville y Debray para fundir el platino en el aparato que lleva su nombre, y para conseguir la aleación de platino é iridio de la cual están hechos los actuales patrones del metro y del kilogramo; la temperatura así conseguida, lo mismo que la producida usando gas del alumbrado, ó sea una mezcla de muy sencillos hidrocarburos gaseosos, basta para elevar la de la cal viva ó la de la magnesia hasta la corres pondiente al rojo blanco, en cuyo caso estos óxidos metálicos emiten vivísima y muy blanca luz, la cual, hasta que vino la eléctrica, ha sido muy aplicada con el nombre de luz Drummond. Compréndese asimismo cuánto ha de favorecer al aumento de temperatura el ser muy íntima la mezcla de los gases, de donde vino la práctica, ahora en desuso por los riesgos que ofrecía, de tener por separado la mezcla gaseosa en depósi tos especiales, regulando su salida del modo más conveniente; en la actualidad, tratándose ya de sopletes particularmente destinados á fundir cantidades regulares de metales refractarios, se disponen el gas comburente y el gas combusti ble, bien secos, colocándolos en recipientes separados; van luego al soplete, regulada su salida, y no se unen hasta muy cerca del orificio destinado á la combustión, la cual es aquí completa, y no podría ser utilizada cuando se ha menester reducir compuestos metálicos.

Efectuándose la mezcla de los gases en la forma dicha no hay riesgo alguno, que en otro caso sí lo habría, porque al detener de algún modo la corriente gaseosa siempre se produce

[merged small][ocr errors][ocr errors][ocr errors]
[graphic]

ligerísima detonación, la cual habría de propagarse á toda la mezcla gaseosa si ésta se hallara en un solo recipiente, cosa que no sucede colocando los cuerpos que en la combustión intervienen en recipientes separados, y llevándose á cabo su mezcla en el soplete propiamente dicho y muy cerca del orificio de salida del dardo. No es menos importante la dimensión de tales orificios; pues dependiendo de ella, en cierto modo, la velocidad de salida de la corriente gaseosa, ésta ha de ser de suerte que la llama no pueda retroceder; centímetro y medio tiene el agujero del soplete de Schlesing, en el cual se emplea la mezcla de gas del alumbrado y aire, y sólo de un milímetro es el diámetro de tal abertura en el soplete oxhídrico de Sainte-Claire Deville y Debray. También se entiende sin trabajo cuánda, to ha de estar favorecida la acción térmica en

[ocr errors]

los aparatos que nos ocupan, limitando en lo posible la zona de combustión, reduciéndola casi á un punto, conforme se nota, por ejemplo, tratando de hacer luminosa la cal viva, empleando el dardo del soplete oxhídrico tantas veces citado, y con cuyo aparato se consiguieron, antes de la invención del horno eléctrico, las más elevadas temperaturas, capaces de fundir juntos el platino y el iridio.

De lo dicho resulta, pues, que toda mezcla gaseosa combustible y ardiendo, cuya actividad se aumenta por inyección, en una forma ú otra, de elementos comburentes asimismo gaseosos, constituye en realidad un mecanismo igual al del soplete ordinario, y esta disposición se utiliza grandemente en la actualidad, sobre todo en los hornos donde se emplean combustibles gaseosos, en los destinados á mineralizaciones, y en general siempre que de alguna manera se ha de aumentar mucho la temperatura, limitando sus acciones á un punto para reunir en él todas sus energías, en caminándolas á provocar determinadas metamorfosis químicas ó sólo físicas.

Consta el soplete de uso constante en los laboratorios, y destinado á los ensayos mineralógi cos por vía seca, de un tubo metálico ordinariamente de latón, ligeramente cónico y de cosa de un decímetro de largo; su parte más ancha, por donde se sopla, lleva una boquilla de asta, ancha, para adaptar á la boca, sin tenerla entre los la bios, por ser molesto y no prestarse bien á soplar con comodidad; la parte estrecha del tubo va á parar á un ensanchamiento ó depósito colocado á su término, cilíndrico, más ancho que el tubo, y destinado á retener el vapor de agua; formando ángulo recto con el primero, adaptase á este mismo depósito otro tubo más estrecho que aquél y terminado en una punta de platino, en la cual está practicado el orificio de salida del aire, cuya corriente ha de ser continua y sin interrupciones, á cuyo fin el operador ha de ejercitarse mucho en respirar por las narices, expulsando el aire sin esfuerzo y de modo continuo y persistente hasta dar por terminado el ensayo; de otro modo los cuerpos sometidos á la elevada temperatura del dardo del soplete experimentan alternativas en las acciones, se enfrían y no se ponen de manifiesto con claridad sus reacciones particula

res.

Ensayos con el soplete. - I Instrumentos. Descrito el soplete de uso corriente, y prescindiendo de ciertos pormenores, relativos sobre todo á los mecanismos para inyectar aire, ninguno de los cuales puede reemplazar, sino dentro de ciertos límites, la boca y los pulmones del experimentador, hablaremos ahora del modo de usar el soplete practicando ensayos mineralógicos por vía seca, y determinando, en cada caso, ciertos caracteres específicos dependientes, en último término, de la composición química de los cuerpos, utilizables siempre para su reconocimiento, que en los minerales metálicos, por ejemplo, redúcese á la práctica, en pequeño, de verdaderas operaciones metalúrgicas; por cuanto, en ambos casos, todo se limita á mezclar los minerales con cuerpos reductores capaces de separar el metal de todos los otros elementos con los cuales hállase combinado en la naturaleza. Lo primero que se tiene en cuenta es la llama y manera de producirla, en cuyo punto es de notar cómo las lámparas de empleo corriente son las de alcohol, la de Plattner con combustible de aceite de olivas muy clarificado, torcida plana de algodón con trama de seda, la cual se corta bastante oblicua con el fin de que el dardo vaya de arriba á abajo, cuya disposición presta cierta comodidad para sostener con la mano izquierda los soportes que

TOMO XIX

llevan los minerales sometidos á los ensayos, un candilón igual al de las lámparas de esmaltar, y sirve hasta una bujía ordinaria, conforme un tubo cualquiera por el que pueda salir el aire forzado, constituye en rigor un soplete; pronto veremos, sin embargo, como, á lo menos en ciertas operaciones, no es indiferente el foco de calor. Vienen luego los sustentáculos, que son unas piezas de acero, otras de la misma materia con las puntas de platino, un alambre no muy delgado del propio metal y lámina asimismo de platino, y carbones bastante compactos artificiales y preparados por diferentes medios que no son del caso. Se necesitan además ciertos útiles complementarios, y entre ellos un mortero pequeño de ágata, yunque y martillo de acero, barra imanacortafríos, una lente, tubos de vidrio abier tos y cerrados por un extremo y destinados á ensayos preliminares, cápsulas Lebaillif, crisoles pequeños de platino y de porcelana, vidrios de reloj y cápsulas con sus soportes. En cuanto á los reactivos, aparte de los papeles de tornasol y cúrcuma, son los principales, comprendiendo entre ellos los fundentes, las disoluciones de ácido clorhídrico y amoníaco, el bórax fundido y pulverizado, el carbonato sódico ó sal de sosa, el fosfato sódico amónico llamado sal de fósforo, el hierro metálico en alambres delgados, el estaño, el plomo pobre, el oro, el óxido de cobre, el nitrato cobaltico, el bisulfato potásico, el nitrato potásico, el sulfato de níquel, el cianuro de potasio, el fluoruro de calcio, el sulfato cálcico y el ácido bórico. Todo este conjunto de instrumentos, más los que se dirán al tratar de los ensayos cuantitativos realizados por vía seca y con el soplete, y diversos útiles destinados á operaciones mecánicas ó preparatorias de los ensayos propiamente dichos, forman el estuche al cual dió Plattner su nombre, constituyendo su conjunto un pequeño laboratorio destinado á los ensayos y análisis por vía seca, en el cual hay ele mentos suficientes para resolver cuantos proble mas pudieran ocurrir acerca del particular, cuando el continuado ejercicio ha dado cierta prácti ca en su delicado manejo.

II Técnica. - Cuando se trata de ensayar un mineral al soplete, lo primero que se hace es disponer la lámpara y los utensilios necesarios, colocándolos sobre una gran hoja de papel blanco puesta sobre una mesa bien plana y no sujeta á movimientos de ningún género; el mineral se disgrega primero valiéndose de la pinza cortante, y luego redúcese á polvo fino en el mortero de ágata; hecho esto se dispone un tubo de ensayo, cerrado por un extremo y abierto por el otro, secándolo cuidadosamente, y en su interior, ocupando el fondo, colócase, valiéndose de una canal de papel, un poco de la substancia pulverizada y se calienta con la lámpara de alcohol, y se observa si alguna parte del mineral es volátil; después dirígese el dardo del soplete al fondo del tubo á fin de aumentar la temperatura, y si entonces en la parte fría hubiese sublimado algún cuerpo sólido ya es el caso de someterlo á detenido examen y ulteriores ensayos: aquí el dardo de fuego ha de ir de bajo á alto, sus acciones han de prolongarse hasta ser reblandecido el vidrio del tubo, notando cuantos fenómenos se produzcan y el resultado final de esta primera operación del método general de los ensayos mineralógicos por vía seca.

Sigue la otra serie de ensayos en el tubo abierto, que es también de vidrio, no más ancho que los llamados aductores, abierto por sus dos extremos y ligeramente encorvado en uno de ellos; en esta curvatura colócase el mineral destinado al examen pirognóstico, sólo pulverizado si se trata de un cuerpo dotado de la cualidad de decrepitar, y se calienta primero á la lámpara y luego con el dardo del soplete, procurando que el tubo se halle colocado de suerte que la rama larga se dirija á lo alto y haga oficios de chime. nea; así, la corriente de aire pasa por el mine. neral cuya temperatura es muy elevada, y pueden determinarse fenómenos de oxidación, traducidos al exterior en singulares cambios y modificaciones, las cuales han de ser cuidadosamente observadas y anotadas, por cuanto ya ellas solas pueden arrojar mucha luz respecto de las componentes del cuerpo ensayado.

Aconsejan los autores la práctica de otro experimento en el tubo abierto: consiste en mezclar el mineral con sal de fósforo, la cual ha sido anteriormente fundida; colócase en el tubo, y por la abertura de éste se introduce el dardo del

soplete, de modo que el fuego actúe de una manera inmediata sobre la materia sometida á sus acciones; pueden entonces suceder dos cosas: ó no se observa fenómeno alguno, ó hay desprendimiento de vapores dotados de la propiedad de corroer el vidrio y dar color amarillo al papel impregnado de tintura de palo del Brasil y humedecido, cuyos hechos denuncian la presencia del fluor. Es asimismo buena práctica para el reconocimiento de los fluoruros, ó de materias en las cuales se sospecha la existencia del fluor combinado, apelar á la sola y directa acción del calor, empleando el dardo del soplete; en este caso el mineral pulverizado colócase en una canalita de lámina de platino y se introduce de tal forma en el tubo abierto, y dirigiendo el fuego conforme queda dicho, estando el tubo dirigido con la rama superior hacia arriba, para que haga oficios de chimenea y circule mucho el aire; pueden observarse, de la propia suerte, las reac ciones características de los compuestos fluóricos, conforme quedan apuntadas, siendo esto un primero y pronto resultado de las temperaturas elevadas sobre los minerales, y son ejemplo notable de las aplicaciones de la vía seca como eficaces para su ensayo y reconocimiento de los componentes elementales.

A otro orden pertenecen los ensayos en el carbón; para hacerlos se practica en el soporte formado por esta substancia, y valiéndose de un instrumento especial que hay en todos los estuches de Plattner, y que se llama, á causa de su uso, taladracarbohes, una cuevecita ó agujero no muy profundo, en el que se coloca pulverizado el mineral objeto del reconocimiento, algunas veces sólo, casi siempre mezclado con otras substancias que hacen oficios de fundentes ó de reductores, y también de ambos, siendo las materias de más frecuente empleo el carbonato sódico, el nitrato de potasio y el cianuro del mismo metal: aquí no es indiferente el uso del fuego, porque, según la índole del problema, ha de ser el dardo oxidante ó reductor, y precisamente en su conocimiento y uso adecuado estriba toda la técnica del procedimiento analítico por medio del soplete. Sin repetir aquí lo en otra parte explicado acerca de la constitución de la llama (véase el artículo LLAMA), haremos notar cómo la nom. brada de oxidación es producto de combustiones muy completas, distinguiéndose por su escasísi. ma luminosidad; tiene color azul y bállase dotada de elevadísima temperatura; en realidad está formada de dos partes: la interior, colorida conforme se dijo, hállase como envuelta en otra casi invisible, y ambas constituyen un dardo afilado, en cuya punta ó parte más estrecha residen, á la vez, el mayor poder oxidante y el mayor poder térmico; la llama oxidante se obtiene colocando la punta del soplete en el interior de la mecha encendida, y se sopla con fuerza, manteniendo constante la corriente de aire apelando al artificio indicado más arriba, en el cual es fácil adquirir cierta destreza ejercitándolo algún tiempo. En cuanto à la llama reductora, cuyas propiedades débelas al carbono en ella contenido sin arder, es producto de combustiones incom. pletas; distínguese por su luminosidad y color amarillento más ó menos acentuado, y se obtiene colocando la punta del soplete en la parte externa de la llama de la lámpara é inyectando aire con poca fuerza; las llamas, muy luminosas, capaces de dar humo, son las más apropiadas para conseguir el fuego reductor, gracias al carbono muy dividido que contienen, y esto explica la preferencia dada á las lámparas de aceite por Plattner, cuando se trata del ensayo al soplete de minerales metálicos; en cambio las llamas poco luminosas, sin carbón, que sólo dan productos gaseosos, son eminentemente oxidantes y aptas para conseguir el fuego de oxidación; de ellas es verdadero tipo la producida en las lámparas de alcohol.

Al hacer un ensayo al soplete usando el carbón por soporte, es menester graduar muy bien las acciones de la temperatura á fin de observar bien los fenómenos acaecidos, juzgando por ellos la naturaleza del mineral, y reconociendo, de primera intención, algunos de sus compuestos, que son volátiles: el fuego usado es el de oxidación, teniendo cuidado de no apelar á la punta del dardo, pues no conviene pasar del calor rojo; no se trata en esta primera aplicación de fundir los cuerpos ó transformarlos hondamente, sino de tostarlos, conforme se practica en grande en algunas operaciones metalúrgicas importantísi

67

« AnteriorContinuar »