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dencia del Imperio siracusano para apoderarse
de toda la isla. Con este objeto pusieron á las
órdenes del general Magón 150 buques y 60 000
hombres, y se aliaron con muchos gobernantes
siciliotas, especialmente con Hicetas, antiguo
partidario de Dión, que á la muerte de éste se
había proclamado tirano de Leontini, desde
donde mantenía estrechas relaciones con el par-
tido aristocrático de Siracusa, enemigo de Dio-
nisio II. En tal estado las cosas, enviaron los

siracusanos en 345, de acuerdo con Hicetas, al-
gunos embajadores á su antigua aliada y madre
patria Corinto, en demanda de auxilio; la aris-
tocracia de esta ciudad, preparada para una in-
tervención salvadora, encontró al hombre que
estaba llamado á salvar á los siciliotas y á li-
brarles de una completa ruina. Este hombre era
Timoleón, que con sólo 10 buques y 700 hom-
bres dirigióse en la primavera de 344 hacia el
Occidente y supo en Reggio que Hicetas se había
pasado en el entretanto a los cartagineses; que
Siracusa, á excepción de la ciudadela, había sido
por él conquistada, y que el ejército de Cartago
había llegado hasta el Etna, mientras 20 de sus
buques vigilaban el Estrecho de Mesana. En
tales circunstancias Timoleón pudo astutamente
pasar sin ser visto de los cartagineses hacia las
costas sicilianas, en donde el príncipe Andróma-
co de Tauromenión le abrió las puertas de su
ciudad. Entonces Hicetas se dirigió con una
fuerte escuadra cartaginesa al puerto de Siracu
sa, mas al poco tiempo las escasas tropas del
caudillo corintio derrotaron por completo en
Hadranón al poderoso ejército de Hicetas, des-
pués de cuya victoria los siciliotas en masa se
pasaron á las filas del vencedor. No pararon
aquí los triunfos de Timoleón, sino que, con
gran sorpresa de Hicetas y de los cartagineses,
Dionisio II capituló con él, le entregó la ciuda
dela de Ortigia y se marchó á Corinto. Mientras
Hicetas y sus aliados púnicos abandonaban, á
pesar de sus fuerzas, el sitio de Ortigia, y mien-
tras los corintios enviaban nuevos refuerzos á

primo Himilcón, y en número de 120000, se arro-
jaron sin hallar obstáculo alguno sobre la rica,
fértil é importante Acragas, y se apoderaron de
ella después de largos combates y á pesar del
auxilio que por fin envió Siracusa cuando los
habits. y los mercenarios, perdida la esperanza,
se abandonaron en masa á una precipitada fuga.
La angustia y la cólera que produjo en Siracusa
la caída de Acragas arrojó al demos en manos
de un astuto demagogo. Era Dionisio, que cuan-
do los cartagineses, después de haber destruído
á Acragas, llevaron la guerra al territorio de
Gela y Camarina, no consiguió nada de provecho
(405), y cuando salvó á los habits. de ambas ciu-
dades, llevándolos á Siracusa, sus antiguos ami-
gos aristocráticos del partido de Hermócrates
intentaron en esta c. una sublevación, propor-
cionándole así el pretexto de ejercer cruel tira-
nía. Esta sedición la sofocó Dionisio apelando á
recursos sangrientos. Una terrible peste, como la
que en otro tiempo salvó á Siracusa de los car-
tagineses, permitió en 404 á los siracusanos fir-
mar con éstos una paz no muy honrosa para el
helenismo, pues en ella se estipulaba que la par-
te de Sicilia, sit. al E. de Himera y Selinonte,
Acragas ó Agrigento, Gela y Camarina, debían
perder sus murallas y pagar un tributo á Carta-
go; Mesana, Leonti y los sicelios quedaban li-
bres, y Dionisio era reconocido como príncipe de
Siracusa. Este, desde la paz de 404 con Cartago,
había procurado consolidar su poderío y conver
tido la antigua c. isleña de Ortigia en una for-
midable ciudadela que sólo albergaba á sus mer-
cenarios y partidarios más ardientes. Comenzó
una guerra de conquista contra las indómitas
tribus sicelias, y después de dominar un levanta-
miento de los siracusanos dirigió sus fuerzas
contra las ciudades griegas de la Sicilia septen-
trional y la Baja Italia. En 403 había ya con-
quistado el tirano todo el Norte de Sicilia, ex-
cepto Mesana, aliándose con la Esparta de Li-
sandro. Con la idea de restablecer el honor de
sus armas enfrente de los cartagineses, fortificó
en 402 la altura de Epípole que se alzaba delan-Timoleón, pudo este libertador hacerse fuerte en
te de Siracusa; hizo grandes aprestos, así por
tierra como por mar, y comenzó de nuevo en 397
la guerra contra la gran potencia africana, que
se encontraba entonces asolada por la peste.
Inaugurada con el saqueo y matanza de los car-
tagineses de Agrigento y Selinonte, atacadas
por el mismo Dionisio en persona al frente de
80 000 infantes, 3000 caballos, 200 buques de
guerra y 500 de carga, después de la conquista
de las fortalezas púnicas de Erix y Motye, tomó
luego sesgo desfavorable cuando llegaron refuer-
zos considerables al mando del cartaginés Himil-
cón, y al regresar Dionisio á Siracusa los sici-
liotas y los sicelios comenzaron á sublevarse con-
tra él. Himileón, que recorría las costas septen-
trionales de Sicilia y había conquistado y asola-
do á Mesana después de una victoria naval ob-
tenida sobre los griegos en Catania, pudo bloquear
por tierra y por mar la poderosa ciudad de Sira-
cusa. Protegidos los siracusanos por Esparta y
Corinto, tuvieron además el poderoso auxilio de
una peste que asoló el campamento enemigo.
De este modo encontró Dionisio ocasión para
intentar un levantamiento, proyectado con suma
habilidad, que dió lugar á una gran victoria
sobre la escuadra cartaginesa y á un triunfo no
menos importante sobre el ejército de tierra.
Dionisio, en 392, tuvo que habérselas con otro
fuerte ejército cartaginés mandado por Magón,
y esta vez fué tan afortunado que los cartagine-
ses firmaron con él una paz que le reconocía to-
das sus posesiones y la supremacía sobre los si-
celios. A partir de esta época y de esta victoria,
que tanta fama le valió y que entre sus amigos
los espartanos puso su nombradía al nivel de
la de Antálcidas, avanzó Dionisio por la Italia,
apoderándose en 397 de Crotona. Supo conser-
var hasta su muerte (367) la plenitud de su po-
der, que en nada había variado á pesar de las dos
expediciones contra los cartagineses, una en 383,
en la cual se perdió Selinonte, y otra en 368,
cuyos resultados fueron la reconquista de esta
c. y el fracaso de los griegos ante la fuerte Silib-
co (hoy Marsala), fundada en 397 por los cartagi.

neses.

Muerto Dionisio I le sucedió su hijo Dionisio II, destronado en 357 por su tío Dión, asesinado tres años después por el ateniense Calipo, que reinó despoticamente hasta que Dionisio II en 346 logró recobrar á Siracusa. Entonces los cartagineses quisieron aprovecharse de la deca

Catania y apoderarse á principios de 343 de Me-
sana. Aprovechando además un momento en
que el general cartaginés Magón tuvo que aban-
donar con sus tropas á Siracusa y dirigirse hacia
el O. de Sicilia por motivos que se relacionaban
con un movimiento interior que se operaba en-
tonces en Cartago, atacó á dicha c. consiguiendo
una completa victoria, á consecuencia de la cual
Ilicetas huyó á Leontini. Entonces comenzó la
famosa tarea, que se vió coronada del mejor
éxito, de levantar de su postración á la infeliz
Siracusa. La repobló con los fugitivos siracusa-
nos, los siciliotas, los italiotas y los griegos de
la antigua comarca, y así la c. pudo contar muy
pronto 60 000 habits., á los cuales se distribu-
yeron casas y terrenos; asimismo consiguió al
poco tiempo que Hicetas le entregase á Leonti-
ni y que otros tiranos abandonasen la isla. La
tarea principal era, sin embargo, poder resistir
á los cartagineses. Estos habían aprestado 200
buques de guerra y un ejército de 70 000 infan-
tes y 10 000 caballos, con los cuales pensaban
Asdrúbal y Amílcar reparar la falta cometida
por Magón. Timoleón, con 12000 hombres a lo
sumo, arrojóse contra ellos en la Sicilia occiden-
tal, librándose á mediados de junio del año 342
una sangrienta batalla en la comarca de Entella
y junto a las aguas del Crimiso, que, gracias á
la hábil dirección del libertador, terminó con una
completa victoria de los griegos. La situación de
éstos hízose en extremo crítica cuando el nuevo
general púnico, el célebre Gisgón, consiguió que
Hicetas y los tiranos de Mesana y Catania se su-
blevasen contra Timoleón. Mas la victoria conse-
guida sobre Hicetas y el tratado de paz que acep-
taron los cartagineses, y según el cual se asegu-
raba la independencia nacional de los siciliotas
y se señalaba al río Halicos como frontera greco-
cartaginesa, hicieron posible la dominación de
aquel levantamiento y el castigo de los tiranos,
que fueron condenados á muerte. Al gobierno
de Timoleón sucedió la tiranía de Agatocles, que
en 314 había extendido su dominación sobre las
colonias griegas de la isla, á excepción de Seli-
nonte, Heraclea é Himera, á consecuencia de lo
cual púsose en pugna con Cartago, que veía con
malos ojos este incremento, y que permaneció,
no obstante, callada, hasta que vio vencida la
última resistencia de Mesana (312). Mas cuando
prestaron los cartagineses su protección á la ciu-
dad de Agrigento, en donde residían muchos

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oligarcas sicilianos, y que se había levantado contra Agatocles, se encendió la guerra, que tomó en 311 extraordinarias proporciones. Después de algunas victorias, el ejército del tirano fué derrotado en las cercanías de Gela y en la montaña de Ecnomos por los cartagineses á las órdenes de Amílcar, hijo de Giscón, derrota á consecuencia de la cual Agatocles perdió toda la Sicilia griega. Bloqueado en Siracusa por tierra y mar por los cartagineses, concibió una idea de lo más audaz: llevar la guerra al Africa. Esta expedición aventurera tuvo feliz éxito: Agatocles, con un contingente escogido de 60 buques y 15 000 soldados, salió del puerto de Siracusa, evitó un encuentro con la escuadra cartaginesa, á fines de agosto del año 310 desembarcó en Africa al S. del Cabo Hermeón (Cabo Bon), incendió con calculada audacia sus naves, y comen. zó con horrible éxito una guerra de rapiña en el indefenso territorio. Acabó por ser vencido, regresó á Sicilia, y desde Siracusa aseguró su soberanía en la isla, apelando de nuevo à la violencia; y como los cartagineses, cansados ya de guerra, se decidieron á firmar con él una paz, en virtud de la cual la línea del Halicos marcaba la frontera de uno y otro reino, pudo finalmente Agatocles robustecer en 305 su soberanía sobre los siciliotas, con lo cual consiguió gobernar desde entonces con tranquilidad. Meditaba emprender de nuevo una gran guerra contra Cartago, cuando fué asesinado en 289 por instigación de su nieto Arcagatos, asesinado a su vez por sus cómplices, los cuales, de acuerdo con el pueblo de Siracusa, después de una revolución derribaron el sistema de la antigua tiranía. Entonces se sucitaron luchas encarnizadas entre los ciudadanos griegos y la mayor parte de los mercenarios de Agatocles, que recordaron las ocurridas después de la caída de la familia de Gelón. Cuando los campanios se dejaron persuadir amistosamente á partir para Italia, se apoderaron de repente en 288 de la c. y de las mujeres de Mesana. Para sustituir á los hombres, que habían sido asesinados, se formó en esta ciudad la nueva población guerrera de los mamertinos, que desde Mesana conquistaron los distritos más cercanos é hicieron algunas excursiones de rapiña por la Sicilia oriental. En Siracusa, donde gobernaba el estratego Hicetas, y en otras muchas ciudades, especialmente en Agrigento, gobernada por Fintias, aparecieron de nuevo los tiranos. Asesinado en 279 Hicetas en Siracusa por Toinón y Sostrato, se ofreció para l'irro la ocasión de reclamar sus derechos sobre Sicilia, fundados en su matrimonio con una hija de Agatocles.

Los apuros en que se vió el tirano Fintias de Agrigento á causa de la lucha con Hicetas de Siracusa, le habían inducido á implorar el auxilio de los cartagineses; el siracusano, después de esto, sufrió en 280 una completa derrota, á consecuencia de la cual se decidió en 279 á solicitar la intervención de Pirro. Este no se encontraba ciertamente en disposición de auxiliarle ; pero en cambio Hicetas se vió protegido en Siracusa, en 279, por Toinón, contra el cual se levantó de nuevo el poderoso caudillo Sosistrato ó Sostrato; aquél poseía sólo la Ortigia y éste los principa-. les barrios de la importante ciudad. Sin embargo, mientras ambos contendientes luchaban entre sí, tomaron parte en la lucha los cartagine. ses que, aliados con Roma contra Pirro, firmaron una liga con los mamertinos de Mesana y procuraron, con 50 000 hombres y 100 buques, apoderarse de Siracusa. Entonces Siracusa y otros puntos de la isla solicitaron á toda prisa el auxilio de Pirro, quien tuvo que presentarse como salvador de los siracusanos, que querían proclamarlo su jefe. Durante el verano del año 279 pudo Pirro acampar con 8000 hombres y una división de caballería en el Tauromenión; favo recido por la suerte y apoyado por las simpatías que se captó entre los griegos hizo una campaña por la isla, coronada por el mejor éxito, pues en poco tiempo se apoderó, no sólo de los territorios griegos de la misma, exceptuando Mesana, sino que las antiguas fortalezas por los cartagineses construídas en el Occidente púnico de la isla, como Crix, Panormos y Eirce cayeron, después de sangrientas luchas, en poder del nuevo rey de Sicilia. Después de la marcha de Pirro, contra todo lo que era de esperar, los acontecimientos tomaron cierto aspecto favorable y ordenado. Hierón, joven general siracusano nacido en 306, que había militado á las ordenes de Pirro y á quien había aclamado el ejército por jefe en 275,

supo con su talento y con su gobierno benevolo y prudente, no sólo conquistarse el aprecio y las simpatías de los siracusanos, sino también extender considerablemente en 271 sus dominios por el Norte, después de una guerra hábilmente seguida contra los mamertinos. La intervención de los cartagineses, que tuvo efecto después de una brillante victoria conseguida por Hieron sobre las tropas de Mesana, impidió que esta ciu dad pasara á poder de aquél, á quien el pueblo saludó como rey con el nombre de Hierón II. Pero la nueva situación amenazadora del floreciente reino de Siracusa contra Mesana dió origen, pocos años después de la cuestión mamertina, á la primera guerra romano-púnica (Véase PUNICAS (GUERRAS). Terminada esta guerra, toda la Sicilia cartaginesa quedó convertida en prov. romana. El resto constituyó el estado ó reino de Siracusa (V. SIRACUSA). Tomada esta c. por los romanos en 212, y sometida toda la Sicilia en 210, la isla entera constituyó una provincia romana, conservando el derecho de municipalidades con federadas tan sólo Mesina, Tauromenión y Neetón, las cuales fueron exentas de todo tributo y hubieron de contribuir únicamente al servicio de las armas. Siracusa, cap. de la prov., perdió su libertad; ninguno de sus ciudadanos podía habitar en la ciudadela; su territorio y las fronteras de Leontini fueron considerados como bienes señoriales romanos, y los que hasta entonces habían sido propietarios pasaron á la condición de simples arrendatarios. La ciudad griega de Agrigento, cuyos habits. en 210 habían sido, parte asesinados parte reducidos á esclavitud, fué convertida en fortaleza romana, con el nombre de Agrigéntum, perdiendo el de Acragas que había tenido hasta entonces, y tres años después fué repoblada con habits, sicilianos (Hist. de Grecia y Roma, por G. F. Herzberg). Desde estos tiempos puede ya decirse que Sicilia carece de vida propia. Bajo la dominación de la República romana las revueltas de los esclavos en 134 y 106, las concusiones de Verres en el año 71, la derrota de Sexto Pompeyo en Nauloca en el 36, son, hasta el advenimiento de Augusto, los hechos más importantes de la historia de Sicilia, que se confunde con la de Roma. El pretor, armado de todos lcs poderes políticos, militares y judiciales, residía en Siracusa. Dos cuestores encargados de la percepción de los impuestos residían, uno en la parte oriental y otro en la occidental de la isla. Cada ciudad conservaba, por lo demás, su organización municipal, con magistrados de nombres diferentes: hicrópolos en Gela, amfipolos en Siracusa, quinqueprimi en Argila, y decemprimi en Centurippo. Estaba Sicilia sometida á un código especial, la ley Rupilia. Invadida en la Edad Media por los vandalos (440), después por los godos (493), fué tomada por Belisario (535) é incorporada al Imperio de Oriente. En el siglo siguiente los musulmanes dirigieron á Sicilia varias expediciones, que sólo tuvieron éxito momentáneo. Pero los aglabitas de Africa consiguieron entrar al fin en Sicilia en 827; en 831 tomaron á Mesina, al año siguiente á Palermo, en 845 á Motia, en 846 á Sentini, en 858 á Agrigento y en 878 á Siracusa y Taormina; destruyeron á Siracusa y declararon cap. á Palermo. Dividieron el país en tres valles: valle de Mazara al Occidente, valle de Demona al Nordeste en torno del Etna, y valle del Noto al Sudeste. Cada valle ó vali tenía su gobernador y comprendía varios distritos, administrados por caides dependientes de los gobernadores respectivos. En Palermo establecieron un muftí ó juez supremo, y en cada localidad un cadí, acompañado de un escribano. Todas las ciudades tenían sendos recaudadores de contribuciones, y un gran Consejo, llamado diván, desempeñaba las funciones de Tribunal de Cuentas y examinaba las entradas salidas de fondos. En todo lo que no concernía á los asuntos de interés general, los cristianos conservaron sus leyes religiosas y civiles y el derecho de gobernarse; los antiguos magistrados griegos, llamados estrategos, continuaron en sus emplecs, con sus privilegios y hasta con el mismo nombre, juzgando las cues. tiones entre los cristianos y recaudando la capitación impuesta por los árabes, la cual era de 48 dinars anuales por cada rico, de 24 por el acomodado, y de 12 por el que vivía del trabajo de sus manos. Este impuesto no llegaba al que se pagaba en tiempo del dominio griego, y además estaban exentos de él los frailes, las mujeres y los niños. Todo lo concerniente al Derecho civil,

como propiedades, sucesiones, etc., había sido
también apropiado por los árabes á las costum-
bres del país. Los cristianos conservaban sus le-
yes y usos, como también el libre ejercicio de su
culto; y según el cronista Coradino, prior de
Santa Catalina de Palermo, los sacerdotes podían
ir á llevar el Viático á los enfermos, revestidos
de sus ornamentos sacerdotales. El presbítero
Maurocoli refiere que en las ceremonias públicas
de Mesina figuraban dos estandartes: el uno, per-
teneciente a los musulmanes, representaba una
torre negra en campo verde; y el otro, correspon-
diente á los cristianos, ostentaba una cruz dora-
da en campo rojo. Conserváronse todas las igle-
sias que existían al hacerse la conquista; pero
los conquistadores, separándose de lo que se prac-
ticaba en España, prohibieron que se edificasen
otras nuevas. Así que pudieron ya tenerse por
verdaderos dueños de Sicilia dedicáronse á la
agricultura y á la industria, sacándolas en breve
de la decadencia en que estaban; introdujeron
en el país el algodonero, la caña de azúcar, el
fresno y el olivo, y construyeron obras de cana.
lización que todavía subsisten. La Industria de-
bióles también progresos importantes, explotán-
dose sistemáticamente las riquezas del país é
introduciendo en la isla el arte de trabajar la
seda. Consérvase todavía en Nuremberg un man-
to de seda que perteneció á los soberanos de Si-
cilia, y está cubierto de una inscripción en ca-
racteres cúficos, con la fecha de 520 de la Hégiración
(1133 de J. C.), y todo concurre á indicar que
desde esta isla se extendió por Europa el arte de
teñir las telas. El comercio, que antes de los ára-
bes nada era, tomó grandes proporciones, como
lo demuestran los numerosos derechos de adua-
na que se cobraban bajo su dominio, y de los
cuales hallamos una larga nomenclatura en los
diplomas normandos de los primeros tiempos de
la conquista, en cuyos documentos se pone de
manifiesto con cuántos objetos comerciaba la
isla. No subsiste hoy en Sicilia más que un cor-
to número de monumentos musulmanes, entre
los
que descuellan el palacio de la Ziza y el de
la Cuba junto a Palermo, edificios que confir-
man los elogios que los cronistas dan al esplen-
dor de todos los antiguos. El fraile Teodosio y
el geógrafo Edrisi particularmente hablan con
admiración de los palacios adornados de mármo-
les preciosos y de brillantes mosaicos y cercados
de jardines maravillosos que existían en tiem.
po de los árabes. El fraile Teodosio, que cayó
prisionero en el sitio de Siracusa en 878 y fué
llevado á Palermo, hablaba también de los pa-
lacios, mezquitas y arrabales de esta ciudad.

A la dominación de los árabes sucedió la de
los normandos de la segunda mitad del siglo XI.
En los primeros años se limitaron á saquear el
país, hasta que uno de sus jefes, Roger, resolvió
conquistar definitivamente la isla. La ocasión no
podía ser más propicia, á causa de las rivalida-
des entre árabes y berberiscos. En aquella época,
es decir, hacia 1060, Sicilia se dividía en cinco
emiratos, cuyas capitales eran Palermo, Mesi-
na, Catania, Girgenti y Trápani. Los cronistas
llamaban al enir de Palermo rey de Sicilia, pero
la verdad es que siempre estaba en guerra con
los demás, pues hasta en la época en que los
normandos se habían ya apoderado de la mitad
de la isla los jefes musulmanes se atacaban unos
á otros. Estas disensiones fueron lo único que
entregó el país á los normandos, quienes termi-
naron la conquista en 1072 tomando á Palermo.
Puede, pues, decirse que de entonces data el fin
del poder político de los árabes en Sicilia; pero
á causa de la cordura de Roger y de sus suceso-
res, la influencia de la civilización árabe todavía
prevaleció largos años. Quedó Roger proclamado
primer conde de Sicilia, y se mostró tan hábil
organizador como había sido valiente guerrero.
Cuando los normandos conquistaron á Sicilia,
la civilización de los árabes era muy floreciente;
y como Roger y sus sucesores adoptaron sus
instituciones, las apoyaron con su protección y
aseguraron al país una era de prosperidad que se
conservó hasta el día en que, por el advenimien-
to de los reyes de la casa de Suabia (1194), se
expulsó á los árabes. Al organizar Roger á Sici-
lia habitaban en la isla cinco pueblos de cos-
tumbres y lenguas diferentes: los francos (parti-
cularmente normandos y bretones), los griegos,
longobardes, judíos y árabes, cada uno de los
cuales tenía un código diferente, pues los grie-
gos seguían el de Justiniano, los longobardos el
propio, los normandos el Derecho franco y los

árabes el Corán. Mucha tolerancia y equidad se 1 necesitaba para gobernar en paz á tan diversas gentes en un mismo territorio. Los árabes habían sabido comprenderlo así, y Roger lo com. prendió también; y como los musulmanes eran la aristocracia intelectual é industrial de la nación, Roger los protegió con privilegios especiales. Los edictos de este soberano se promulgaban frecuentemente en árabe, griego y latín; la mitad de las inscripciones de las monedas estaban en árabe, y la otra mitad en griego ó latín; unas monedas llevaban el símbolo de Cristo y otras el de Mahoma, habiéndolas también que estaban acuñadas con ambos símbolos. Siguieron los sucesores de Roger la misma política. Guillermo II había estudiado la lengua de los árabes y se servía de éstos para las cuestiones más delicadas. Bien es verdad que ellos pagaron á los normandos estas deferencias, pues hasta en tiempo de Roger se alistaron en las banderas de éste para ayudarle á vencer algunas sublevaciones. Cosa de un siglo después de la conquista, en 1184, los árabes, según los cronistas de Sicilia, eran allí muy numerosos, y en Palermo poseían grandes distritos y tenían grandes mezquitas, imanes y un cadí para juzgar sus pleitos. Debíase también á su concurso que la corte de los reyes normandos de Sicilia fuese brillantísima, pues Abulfeda llega á compararla con la de los califas de Bagdad y el Cairo (La civilizade los árabes, por Gustavo Le Bon). Rogelio II heredó de su tío Roberto el ducado de Apulla y Calabria, y en 1130 tomó el título de Rey de las Dos Sicilias. Le sucedieron Guillermo el Malo y Guillermo el Bueno, y muerto éste reclamó la posesión del reino el emperador de Alemania, Enrique VI, como esposo de Constanza, hija póstuma de Rogelio II. El hijo y sucesor de Enrique, Federico II, residió preferentemente en Palermo, y en sus días alcanzó Sicilia gran florecimiento. La historia de esta isla se relaciona íntimamente con la de Nápoles en los siguientes años, hasta los días en que, después de las famosas Vísperas Sicilianas, Pedro III de Aragón conquistó á Sicilia, que desde entonces formó parte de la Monarquía aragonesa (V. NároLES Y VISPERAS SICILIANAS). En 1442 volvieron a unirse Nápoles y Sicilia bajo el cetro de Alfonso V de Aragón, y en los días de Fernando el Católico se restableció el reino de las Dos Sicilias como dependencia de la gran Monarquía española. En 1713, por virtud del tratado de Utrecht, pasó Sicilia al duque de Saboya con el título de rey. En 1721 aquél cambió á Sicilia por la Cerdeña, y se restableció el reino de las Dos Sicilias en favor del emperador de Austria, reino que pasó á los Borbones de España en 1738, si bien á condición de que nunca habrían de estar reunidas ambas coronas en un mismo monarca. En 1796 los franceses despojaron de Nápoles á Fernando III, el cual se refugió en Sicilia, donde se mantuvo protegido por las escuadras inglesas. En 1810 el pueblo siciliano se sublevó contra su monarca; el almirante Bentinck dominó la sedición, pero el rey tuvo que firmar la Constitución que establecía en Sicilia un Parlamento análogo al de Inglaterra. Vencidos los franceses y expulsado de Nápoles Murat, recobraron los Borbones el reino de Ná poles; y abolida la Constitución, Sicilia perdió hasta sus antiguas franquicias y quedó sometida á las mismas leyes que el resto de la Monarquía. Hubo insurrecciones en 1820, en 1831 y en 1837, duramente reprimidas todas; pero al fin fué preciso establecer la Constitución, lo que no satisfizo por completo á los sicilianos, pues con motivo de las agitaciones revolucionarias de 1848 proclamaron la independencia de la isla y el destronamiento de la casa de Borbón. El general Filangieri, al frente de 1000 hombres, puso sitio á Mesina y la rindió; pero continuó là lucha en toda la isla hasta que el general citado logró apoderarse de Palermo. Más afortunado fué el movimiento revolucionario de 1860. Garibaldi acudió en auxilio de los sicilianos con 1000 hombres y cuatro cañones; desembarcó en Marsala en 11 de mayo; entró en Palermo, y en menos de un mes se hizo dueño de casi toda la isla. A fines de julio se apoderó de Mesina, y á mediados del siguiente mes pasó el Estrecho para terminar la conquista del reino de Nápoles. Desde entonces Sicilia forma parte de la Monarquía italiana.

- SICILIA (DIÓDORO DE): Biog, V. DIÓDORO DE SICILIA,

SICILIANO, NA: adj. Natural de Sicilia. Usa peleado en 120 batallas y recibido con tal motivo

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- SICILIANO: Perteneciente á esta isla de Italia.

SICILIENSE: adj. Geol. Dícese del subpiso que forma parte del piso arnusiense, en el período plioceno, dentro de la era terciaria ó cenozoica. Está limitado estratigráficamente en su parte inferior por los horizontes y formaciones que corresponden al piso astiense, especialmente por las formaciones de margas que contienen el Mastodon arvernensis que constituyen el valle del Arno; le limitan superiormente los últimos horizontes y las capas más inferiores del plioceno. Ha sido creado el subpiso que describimos por el geólogo italiano Seguenza, que le ha dado á conocer tanto en Sicilia como en Calabria, pues en las dos citadas regiones se presenta constantemente cubriendo los estratos astienses. En Cala bria empieza el plioceno, hallándose constituído por la base del mesinense, que carece en absoluto de fósiles; superiormente viene una capa que ha llegado á alcanzar en algunos puntos 1200 metros de altura, y que se caracteriza por su gran riqueza en fósiles, si bien es de notar que más de la mitad de sus especies pertenecen á las actualmente vivas; en las denudaciones producidas en el anterior depósito, que fueron muy importantes, se han depositado los sedimentos del piso astiense, que también se presenta en algunos puntos á 832 m. sobre el nivel del mar. Por encima de todas las anteriores formaciones hállase colocada la que recibe verdaderamente el nombre de siciliense, constituída por margas arenosas muy ricas en fósiles y estratos, conteniendo numerosos briozoarios; la fauna de este piso apenas difiere de la fauna mediterránea actual, pues para distinguirlas hay que tener presente la existencia de algunas formas de animales que hoy vi ven en regiones mucho más septentrionales, entre las cuales merecen citarse en primer término el Buccinum nudatum y la Cyprina islandica, seres cuya presencia manifiesta evidentemente un gran enfriamiento en la región siciliana durante la época en que se depositaron. En la misma Sicilia, en la localidad llamada Licata, se observa un estrato constituído por trípoli, en el que los peces de agua dulce, tales como el Leuciscus, se hallan asociados á conchas pertenecientes á varios géneros, entre ellos el Cardium; corresponde este estrato á una formación análoga que se encuentra en el Livournais francés, y que pertenece evidentemente á los pisos mesiniense ó sarmatiense; superiormente hay horizontes cons. tituídos por capas de origen marino que están intercaladas en las formaciones del yeso y del azufre, situados por encima del piso siciliense y que forman parte paleontológicamente de las capas ó zonas del congeries.

La potencia del plioceno siciliense excede á veces de 600 m., y en ocasiones alcanza una altitud de 900 en estratos completamente horizontales, y como ejemplo de esto puede citarse en primer término la clásica caliza de Siracusa, que es una roca de un color amarillo claro de aspecto cretoso, generalmente compacta y á veces oolitica, y sobre la cual se presenta una especie de toba caliza y una brecha conchífera, conteniendo en otros restos los del Pecten Jacobæus; por último, coronan los dos estratos anteriores otro que marga y arcilla, que allí recibe el nombre de creta, y que contiene especies marinas que viven en la actualidad. Este conjunto de rocas, que alcanza un espesor considerable y se eleva á gran altura, es de formación muy reciente, y según algunos geólogos, entre los cuales puede citarse á Lapparent, debe ser considerada como perteneciente al período cuaternario.

SICINIO DENTATO (LUCIO): Biog. Centurión romano. M. asesinado en 450 a. de J.C. Había

infinidad de coronas, collares, armas de honor,
etc., por los actos de heroísmo que había llevado
á cabo, siendo no menos recomendable por sus
costumbres que por su valor, cuando intervino
en los debates sobre la inejecución de la ley agra-
ria (455 a. de J.C.), pronunciando en la asam-
blea del pueblo un discurso destinado á hacer
resaltar la avidez de los patricios, exponiendo en
él con admirable sencillez los brillantes servicios
que había prestado en el espacio de cuarenta
años. Al año siguiente fué elegido tribuno é hizo
condenar á una multa al cónsul Romilio. Más

tarde, al manifestar su indignación contra la
tiranía de los decenviros, Apio Claudio, temien-
do su influencia sobre el pueblo, ordenó á sus
satélites que lo asesinasen. Por su heroico valor
mereció Sicinio el sobrenombre de Aquiles roma-
no. Su historia es más bien una leyenda.
SICINO: Geog. ant. Isla sit. entre el Pelopo-
neso y la isla de Creta; hoy Sikino.

SICIO (del gr. oikvos, cohombro): m. Bot. Gé-
nero de plantas (Sicyos) perteneciente á la fa-
milia de las Cucurbitaceas, cuyas especies habi-
tan en las regiones tropicales y subtropicales de
todo el orbe, y son plantas herbáceas, trepado-
ras, con zarcillos, con las hojas alternas, pecio-
ladas, angulosolobuladas, ásperas, las flores mas-
culinas en racimos alargados sobre pedúnculos
axilares, y las femeninas en umbelas ó glomérulos,
rara vez solitarias; flores monoicas, las masculi.
nas con el cáliz acampanado, provisto en su borde
de cinco dientes aleznados; corola inserta sobre
el cáliz, con el limbo quinquéfido; cinco estam-
bres soldados entre sí formando una columna
anterífera en su ápice, con las anteras oblongas
ó casi globosas, uniloculares, adheridas y casi
confluentes: las femeninas tienen el cáliz con el
tubo soldado con el ovario, estrechado sobre éste
y terminado por un limbo súpero, acampanado
y quinquedentado; corola inserta en la garganta
del cáliz y con el limbo partido en cinco lacinias
iguales; ovario ínfero, unilocular, con un solo
óvulo anátropo y colgante del ápice de la celda;
estilo bi ó trífido en su ápice, con los estigmas
enteros; el fruto es una drupa coriacea, aovada,
nitas; semilla colgante de un funículo corto; em-
monosperma y con la superficie cubierta de espi-
brión sin albumen, ortótropo, con los cotiledones
foliáceos y la raicilla muy corta y súpera.

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SICIONA: f. Zool. Género de crustáceos de la sección de los malacostráceos, orden de los decápodos, suborden de los macruros, familia de los caridos, que ofrece como principales los siguien. tes caracteres: cuerpo alargado, comprimido, con la capa quitinosa fuerte y espesa, algo rugosa; el céfalotórax con una quilla en el medio, dos espinas fuertes y bien marcadas por encima de las regiones hepáticas, y otras más pequeñas en la línea que limita las regiones branquiales; el borde anterior liso, sin pelos, con el rostro saliente y bien marcado; los ojos cortos y pequeños; las antenas superiores medianamente largas, con su palpo delgado, corto, con el primer artejo más largo que los restantes, peloso por encima y con una espina en la base, el segundo algo más corto, sin espina, y el tercero corto y cilíndrico; el palpo de las antenas externas grande, aplanado, lameloso, puntiagudo por delante y con dos espinas agudas en los bordes laterales; las patas maxilas externas grandes y fuertes, formadas por seis artejos, de los cuales el segundo es más largo que todos los restantes, pelosas por dentro y rugosas por fuera, el segundo par de maxilípedos sin palpo y los internos con el palpo bien desarrollado; los tres primeros pares de pereiópodos terminados en pinza, los dos últimos en una sencilla; el abdomen largo, comprimido, con líneas salientes, encorvado y algo adelgazado en su extremo; las patas abdominales sencillas.

El género Siciona fué descrito por Milne Edwards, y comprende un corto número de especies propias de Europa y América; la Sicyona sculpta M. Edw. se encuentra en casi todas las costas de Europa, y la S.carinata M. Edw. en Río de Janeiro. La S. sculpta M. Edw. mide unos 5 centímetros de longitud, tiene el rostro tan largo como el pedúnculo de las antenas superiores, y la porción terminal de las antenas inferiores larga, delgada y flageliforme. Esta especie es comestible.

SICIONE: Geog. ant. C. de Grecia, sit. en la parte N. del Peloponeso, cerca de la costa del Golfo de Corinto. Edificada primeramente en una llanura, á orillas del Asopo, llamóse Egialea y después Mecone. Demetrio Poliorcetes la trasladó á una altura, y tomó desde entonces los nombres de Nueva Sicione y de Demetrias, sin dejar de tener su puerto en la desembocadura del Asopo. Fué cap. de un pequeño estado ó terinto, al E. con el país de Corinto, al S. con la rritorio que confinaba al N. con el Golfo de CoArgólida y la Arcadia y al O. con ésta y la Acaya. Eran sus principales c., además de SiRegada por el Asopo y el Helisón, Sicione poseía cione, Febia, Titané, Dere, Efira y Donusa.

á orillas del mar una llanura fértil, llamada

SICIOCRINO (del gr. olkvos, cohombro, y Kpivov, lirio): m. Palcont. Género de la familia de los ciatocrínidos, suborden de los teselados, orden de los crinoideos y tipo de los equinodermos. Se distingue por su cáliz de forma irregular, deprimido y cupuliforme, de base dicíclica y con cinco interbasales de pequeño tamaño, otras cinco basales y cinco radiales con la superficie articular Aspida, hoy Bocha, famosa por sus olivos y viñedos. Según la tradición fundó á Sicione el tallada en bisel; presenta también una interradial rey Egialeo, es decir, los pelasgos egialeos, que analia de forma hexagonal, seguida de varias habían dado á toda esta costa el nombre de plaquitas de tamaño más pequeño que pasan inEgialea. Cuando tuvo lugar la invasión de los sensiblemente en el tubo anal más elevado; las helenos cayó en poder de los jonios, conquista placas orales son cinco, y entre ellas corren geneá que aluden las tradiciones, representando al ralmente surcos revestidos de filas alternantes de unas plaquitas extremadamente pequeñas; los conquistador jonio Sición yendo en auxilio del rey del país y recibiendo de él la mano de su brazos se presentan bien desarrollados, ramosos, sin pínulas y con un canal dorsal en los artejos. príncipe de los heráclidas de Argos, Falcés, hijo hija. Después de la vuelta de los heraclidas, un Debajo del opérculo del cáliz hállanse colocadas de Temenos, se apoderó de Sicione y el país las cinco placas orales, cuyas partes periféricas quedó comprendido en la Argólida. Se estableció son á veces invisibles por la parte exterior; los después un gobierno aristocrático. Sicione, alarsurcos ambulacrales comprendidos entre las pie-mada con los proyectos de Esparta, se unió con zas orales están tapizados por dos filas alternantes de placas marginales de muy pequeño tamaño; los cinco brazos están bastante separados entre sí, se bifurcan varias veces y están formados por una fila de artejos, presentando su canal ambulacral en la cara ventral y protegido por dos ó cuatro filas alternantes entre sí; el tallo que sostiene el cáliz de esta forma fósil es redondo con los artejos aplana los, presentando en su interior un canal de cinco lóbulos. Pertenecen las especies del género Sicyocrinus á las formaciones del terreno silúrico superior, en donde se encuentra en unión con otros varios géneros muy afines de la misma familia, entre los cuales pueden citarse, como algunos de los más importantes, tanto por su distribución como por el interés de sus formas, el Arachnocrinus de Meek y Werthen, el Bary crinus creado por Wichsmuth, y que se presenta más especialmente en las formaciones de la caliza carbonífera llamada también caliza de montaña.

SICIÓN: Geog, ant. V. SICIONE.

Argos contra dicha c. en la primera guerra de Mesenia. Hacia 676, Andreas ú Ortágoras figura como tirano en Sicione; le sucedieron su hijo Mirón y su bisnieto Clistenes. En las guerras médicas los de Sicione suministraron un contingente de 3000 hoplitas y 15 galeras; en la del Peloponeso se declararon por los lacedemonios, á quienes socorrieron también en sus guerras contra Corinto (394) y Tebas (371). Pero cuando en 369 Epaminondas penetró por segunda vez en el Peloponeso, Eufrón, con la ayuda de los arcadios y de los argivos, derrocó el gobierno aristocrático aliado de Esparta se hizo dueño del poder. Destronado poco después, fué reemplazado por otros tiranos. En la guerra Lamiaca, cedonia (322); sometida por Casandro, fué liberSicione se alió con los demás griegos contra Matada por el hijo de Polisperchón, Alejandro, y muerto éste se apoderó del poder su mujer, Cratesípolis (314), y entregó la c. à l'tolemeo. Demetrio Poliorcetes la arrebató de manos de este último en 303, cayendo luego en poder de tira

nos, que la gobernaron durante cincuenta años; por fin Arato libertó á su patria en 252 y la hizo entrar en la Liga áquea. Sicione compartió la suerte de esta confederación y cayó en poder de los romanos después de la ruina de Corinto en 146. Sicione era célebre en la antigüedad por el brillo de sus escuelas de Pintura y Escultura, y rivalizaba con Corinto en el arte de la fundición y cincelado de metales. Figuran en primera línea Policdetes y Lisipo como pintores, y Pausanias y Timanto como escultores. Sus ruinas se ven cerca de la aldea de Basilico, en la eparquía de Corinto, dist. de Argólida, reino de Grecia.

SICIONIO, NIA (del lat. sicyonius): adj. Natural de Sicione. U. t. c. s.

- SICIONIO: Perteneciente á esta ciudad del Peloponeso.

SICISA: f. Zool. Género de esponjas de la clase de las esponjas calizas, familia de las sicónidas, que se caracteriza, según la diagnosis de Haeckel, que fué quien estableció este género, por ser esponjas marinas monozoicas, de pared gastrica gruesa, perforada por multitud de canales radiantes, rectos, que forman en la perifeferia eminencias cónicas soldadas hasta cerca de la base, con el esqueleto formado por espículas calizas y sencillas.

Viven estas esponjas en casi todos los mares y generalmente á poca profundidad, aun en sitios que a veces bate la ola y la marea deja al descubierto. Su tamaño es generalmente pequeño.

Estableció Haeckel este género en su monografía de los calcispongiarios, á expensas del género Sycon, del cual sólo se diferencia por no poseer más que una sola clase de espículas, y estas de forma sencilla. Algunos han opinado que los individuos del género Sycyssa de Hæ ckel no serían sino formas jóvenes de los verdaderos Sycon, pero esta opinión aún no aparece confirmada por completo.

Género de plantas perteneciente á la familia de las Ciperáceas, cuyas especies habitan en el Cabo de Buena Esperanza, y son plantas herbáceas, con el tallo hueco, nudoso y poco elevado; las hojas largas y acanaladas, rígidas; las espiguillas reunidas formando una cabezuela provista de hojas bracteiformes ó solitarias ó geminadas, ocultas entre brácteas radiantes; espiguillas poligamas, con las flores de la parte superior mas culinas; glumillas en varias series, empizarradas y todas fértiles; perigonio nulo; tres estambres; disco cóncavo, truncado, con la margen denticulada; ovario con estilo sencillo, bi o tridentado en su ápice y caedizo; cariópside de consistencia cartilaginosa, ceñido en su base por el disco persistente y que llega á ser casi suberoso. SICKOREA: f. Bot. Género de plantas (Syckorea) perteneciente al tipo de las muscineas, clase de las hepáticas, orden de las yungermánidas, familia de las Yungermaniáceas, cuyas especies habitan sobre el suelo, y son plantas pequeñas, de consistencia herbácea, que forman céspedes pequeños, flojos, con las hojas casi cuadradas, horizontales, enteras, colocadas á derecha é iz quierda del tallo, con involucrillos de forma cónico-invertida que descienden oblicuamente hacia el suelo ó se adhieren á éste por uno de sus bordes; involucrillo papiráceo, oblicuo, colgan te, lampiño, con la margen membranosa, cerrado al principio y después muy abierto lobulay do; cofia fija en el fondo del involucrillo, soldada en su base con éste y desgarrada por su ápice; esporangio sostenido por un pedúnculo desnudo en su base, cuadrivalvo, con las valvas estrechas y rectas.

SICLO (del lat. siclus; del hebr. shequel): m. Moneda de plata, usada entre los hebreos, de peso de media onza ática.

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y por este respecto se puede calcular el precio de las pinturas, que fueron vendidas, ó por talentos, ó por minas, sestercios, SICLOS, ó dragmas. ANTONIO PALOMINO.

SICO: m. Paleont. Género perteneciente á la familia de los turbinélidos, grupo de los raquiglosos, suborden de los pectinibranquios, orden de los prosobranquios, clase de los gasterópodos y tipo de los moluscos. Las formas de este genero presentan la concha imperforada, piriforme, bastante ventruda, lisa y con espira de desarro

SICKINGEN (FRANCISCO DE): Biog. Capitán alemán. N. en el castillo de Ebernburg en 1481. M. en Landsthul en 1523. Educado por su padre militarmente, aspiró desde su infancia á la gloria de las armas. Viósele sucesivamente bloquear á Worms y declarar la guerra al duque de Lorena, que se libró de sus estragos pagándole 30000 escudos, más una crecida pensión. Cuando se puso á las órdenes de Francisco I fué á sitiar á Metz, que al fin hubo de comprar la paz por 20 000 florines de oro. Transcurrido algún tiem-lo po, rompió con el rey de Francia para aliarse á Carlos V, por cuya elección trabajó decididamente, presentándose á las puertas de Francfort con 15 000 hombres. Después de pelear á las órdenes de dicho príncipe, con el título de capitán de los ejércitos, licenció sus tropas, volvió á Ebernburg y se declaró protector de la naciente Reforma. Esperaba, según se cree, al tomar el partido de los novadores, operar una revolu ción radical y subir al trono imperial. A este fin reunió un ejército y marchó sobre Tréveris. Batido por el obispo de esta c., que se había coligado con Felipe de Hesse y el elector palatino, se encerró Sickingen en su castillo, que fué sitiado, muriendo á consecuencia de las heridas tres días después de la capitulación que siguió á una defensa desesperada. Alberto Durero dió los rasgos más característicos de este valiente soldado en su famoso grabado del Caballero de la

muerte.

SICKINGIA (de Sicking, n. pr.): f. Bot. Género de plantas perteneciente al tipo de las muscineas, cuyas especies habitan generalmente sobre las tierras, y rara vez sobre los troncos ó en sitios húmedos. Sus especies se caracterizan por tener la cofia lampiña y en forma de cucurucho, el esporangio lateral giboso con estoma oblicuo, el opérculo cónico y picudo, el peristoma doble, el exterior con 16 dientes lanceolados y que concluyen por ser reflejos, y el interior formado por una membrana asurcada ó aquillada que se divide en igual número de lacinias perforadas ó enteras y alternando con otros tantos pelos.

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cónico y poco elevada; la abertura de la concha es de forma oval y alargada, siendo el labro simple y agudo; el borde de la columnilla se presenta sin plegar, pero es bastante grueso; el canal desarróllase en línea recta sin curvatura de ninguna clase, siendo bastante agudo y medianamente largo. Distribúyense todas las especies del género Sycum, que fué creado por Bayle en el año de 1840, en las formaciones pertenecientes al terreno terciario eoceno, siendo la más importante de todas ellas la bulbiforme de Lamark. Considéranse generalmente como formas pertenecientes al género Sycum, ó al mismo tipo á que éste sirve de tipo, unas cuantas no completamente definidas ni estudiadas, entre las cuales las principales son las dos siguientes: Bulbifusus, creado por Conrad en 1865 y caracterizado por la poca longitud del canal que presenta, siendo la especie más importante la B. inauratus, que ha sido encontrada en las formaciones del terreno eoceno del Alabama, en los Estados Unidos. La segunda forma ha recibido el nombre de Palaatractus, presenta la superficie de un tejido entrecruzado, siendo la concha de bastante consistencia y el canal ligeramente encorvado. Fué creado por Gabb en 1869, siendo la más importante de sus especies la crasus, procedente del terreno cretáceo de California.

SICÓCERA: f. Paleont. Género de la familia de los nautílidos, grupo retrosifonados, orden de los tetrabranquiales, clase de los cefalópodos y tipo de los moluscos. Presenta este género una concha recta, fusiforme y globosa, con la abertura estrechada á causa de una especie de contracción que origina la existencia de dos lóbulos ú orificios; el sifón de esta concha es monoliforme y subcentral, con los depósitos orgánicos frecuentemente en disposición de ser observados á pesar del estado fósil de la misma. El carácter más esencial de las especies del género Sycoceras es la presencia del sifón en el borde marginal de la concha, siendo precisamente á causa de este carácter á lo que se debe la creación del género por

el paleontólogo Pictet en el año de 1854, si bien algunos conquiólogos, entre los cuales uno de tanta autoridad como Fischer consideran insuficiente el carácter de la existencia del sifón marginal para la separación del Sycoceras del género de que se desmembró, que es el Gomphoceras, teniendo esta opinión á causa de la poca fijeza que da el carácter de la colocación del sifón, que es muy inestable en todo el grupo de los cefalópodos. La especie más importante de este género es la Eichwaldi Vernenill, que como todas las del grupo pertenecen á los terrenos silúricos. SICOCERÍLICO (Acino) (del gr. ouk, higuera, y cerílico): adj. Quím. Cuerpo de propiedades ácidas que se produce por la oxidación del alcohol de igual nombre. Obtenido en pequeñas cantidades é imperfectamente conocido, tanto en lo que se refiere á sus propiedades como á su composición, se produce haciendo hervir el alcohol sicocerílico durante seis horas con ácido nítrico diluído, en cuyo caso se transforma en una materia resinosa de color amarillo obscuro que disuelta en alcohol ordinario, y evaporada la disolución, deposita cristales de ácido sicocerílico unido á un derivado nitrado que se forma al mismo tiempo que él, y del cual no se le ha logra do

separar; este ácido se disuelve en los álcalis formando cuerpos al parecer salinos, y cuyas disoluciones precipitan con los acetatos tanto neutro como básico de plomo. En la obtención de este cuerpo se supone que el ácido nítrico actúa como oxidante, si bien la oxidación no se produce por el ácido crómico en disoluciones moderadamente diluídas, y se le representa por la fórmula probable CHO, fundándose, no sólo en la composición del alcohol de que se deriva, sino también en las relaciones generales que existen entre las dos funciónes ácida y alcohólica.

-SICOCERÍLICO (ALCOHOL): Quím. Cuerpo compuesto perteneciente á la serie bencílica, encontrado al estado de acetato por Warren de la Rue y Müller en las exudaciones producidas por el vegetal denominado en Botánica Ficus rubiginosa, que crece en la Nueva Gales del Sur. Las exudaciones citadas, que no han recibido nombre especial, constituyen masas resinosas y regulares de color blanquecino, amarillo ó rojo, y lustre céreo en la fractura; calentadas á 30o se reblandecen adquiriendo plasticidad; son insolubles en agua, pero se disuelven fácilmente en el alcohol caliente, el éter y la esencia de trementina, y se componen, en 100 partes, de 63 de sicoretina, 14 de acetato sicocerílico y 13 de caucho é impurezas: para extraer de este cuerpo el alcohol sicocerílico se le trata primero por alcohol ordinario frío que disuelve la sicoretina, se agota después la parte insoluble por dicho vehículo hirviendo y se purifica el producto blanco que se deposita durante el enfriamiento haciéndole cristalizar

repetidas veces en gran cantidad de alcohol caliente y tomando la precaución de filtrar los lí quidos con rapidez cuando su temperatura es de 40°, con lo que se elimina una substancia coposa; el cuerpo así obtenido es el éter acético del alcohol sicocerílico del cual se aisla este último, saponificando aquél en caliente por el alcoholato de sodio; dejando enfriar la mezcla no se enturbia, pero al diluirla en agua se precipita el alcohol sicocerílico citado, en forma de menudos co. pos que se purifican por cristalización en alcohol caliente.

Así obtenido el cuerpo de que se trata cristaliza en prismas muy delgados, agrupados en mamelones semejantes á los de cafeína, insolubles en agua, en los álcalis y en el amoníaco, pero que se disuelven con facilidad en el alcohol, el éter, la bencina, el cloroformo y el aceite de nafta; se funde alrededor de 90° concretándose por enfriamiento en masa cristalina, y calentado á mayor temperatura destila en parte sin experimentar alteración. Esta especie química, cuya composición se representa por la formula

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ácido sicocerílico (véase esta palabra), y hervido con ácido crómico moderadamente diluído se ha obtenido, aunque con mucha dificultad y sólo una vez, una substancia cristalizada en delgados prismas y que quizás sea el aldehido correspondiente. Por último, el alcohol sicocerílico, calentado á 60° con percloruro de fósforo, da lugar al desprendimiento de gas clorhídrico y á la formación de fosfato y cloruro de sicocerilo, imposi bles de separar uno de otro.

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Este cuerpo, en su calidad de alcohol monodínamo, como indica la presencia de un solo grupo oxihidrilo en su fórmula, se combina con los ácidos eliminando agua y formando los éteres correspondientes, de los que los más importantes, y únicos que se han de describir, son el acético y el benzoico. El primero, denominado acetato de sicocerilo ósicocerílico CH32O2 = C18H29.O.C,HO, existe formado, según se ha dicho, en la exudación resinosa del Ficus citado, y se prepara por el procedimiento descrito sin más modificación que purificar por segunda vez el producto obtenido tratándole á la temperatura de 40° por menor cantidad de éter que la necesaria para disolverle en totalidad (el objeto de este tratamiento es eliminar una materia cristalina y neutra que analizada contiene, en 100 partes, 75,6 de carbono, 12,3 de hidrógeno y 12,1 de oxígeno); por último se le recristaliza disolviéndole en alcohol, éter ó cloroformo. El acetato de sicocerilo crista.

liza de su disolución etérea en prismas aplastados que afectan con frecuencia la forma de tablas hexagonales, ó en escamas si el disolvente empleado es el alcohol, y tanto unos cristales como otros se cargan fuertemente de electricidad por el frote; se funde entre 118 y 120°, solidificándose de nuevo alrededor de los 80 en una masa primero diáfana, pero que después se vuelve opaca y cristalina, y puede destilarse sin alteración, por más que si el calor se aplica bruscamente el líquido destilado adquiere olor rancio y contiene ácido acético, indicio seguro de un principio de descomposición. Este cuerpo es soluble en el alcohol caliente, el éter, el cloroformo, la bencina, la acetona y la esencia de trementina, y la disolución alcohólica, que es neutra á los papeles reactivos, no precipita por los acetatos de plomo ni de cobre; la lejía de potasa no le ataca ni aun á la temperatura de la ebullición, pero el mismo álcali fundido le descompone con desprendimiento de hidrógeno, y el alcoholato de sodio le saponifica en caliente. El ácido sulfúrico disuelve al cuerpo de que se trata, coloreándose poco a poco de pardo, y la adición de da lugar á la precipitación de una subsagua tancia dura, fusible à temperaturas inferiores á 100°; el ácido nítrico diluído le transforma en caliente en una materia amarilla y resinosa, y el mismo ácido fumante le disuelve ya en frío, formando un derivado nitrado amorfo y precipitable por el agua; finalmente, el cloro, el bromo ó el iodo atacan violentamente al éter acético del alcohol sicocerílico con producción de cuerpos resinosos, y si las substancias que reac cionan están en disolución alcohólica los compuestos resultantes son cristalinos y se depositan por enfriamiento.

El benzoato de sicocerilo ó éter benzoico de dicho alcohol, C2H3O2=C18H.O.C-HO, se prepara calentando el alcohol sicocerílico disuelto en cloruro de benzoilo; se desprende ácido clorhídrico, y el producto se concreta por el enfriamiento en masa cristalina, que se lava primero con disolución de carbonato ácido de potasio y después con agua, y que se agota finalmente por alcohol hirviendo; el benzoato queda sin disolver y se purifica haciendo cristalizar su disolución en éter hirviente. Es un cuerpo que cristaliza en pequeños prismas apenas solubles en alcohol, pero que se disuelven en el éter á la temperatura de su ebullición y en todas proporciones en la bencina y el cloroformo.

SICOCRÍNIDO (del gr. σûкov, higo, y κpivov, lirio): m. Zool. Género de equinodermos de la clase de los asterióideos, orden de los ofiurídeos, familia de los actrocrínidos, que presentan como principales caracteres los siguientes: cinco brazos no ramificados, sin placas bucales; orificios genitales situados por pares en la proximidad del disco bucal y en cada espacio interbraquial; placa madrepórica de superficie áspera, colocada en uno de estos espacios; boca provista de papilas en los bordes, que forman espinas que crecen en longitud y diámetro desde la base hacia la

punta del ángulo saliente en que se insertan y en las caras maxilares, en las cuales hacen el oficio de dientes; placas braquiales provistas de ganchos.

de la Silanga de Iloilo (Derrotero del Archipié lago Filipino).

SICOMETRA: f. Zool. Género de esponjas de la dos, establecido por Haeckel, y que se distingue clase de las calcispongias, familia de los sicónipor presentar los siguientes caracteres: esponja marina polizoica ó monozoica, provista de varios yúsculos, con el mesodermis grueso provisto de canales radiantes, rectos y prismáticos, que en la periferia se terminan en papilas piramidales soldadas en su base; espículas calizas de una ó más clases y de forma variable.

Comprende este género un corto número de especies poco conocidas y que algunos han incluído en el género Asteronyx, aunque se diferencian bastante de este género por la forma posición del tubérculo madrepérico y las espinas maxilares. Como tipo puede citarse el Syccocrinus oligaster Pall., cuyos principales caracteres son los siguientes: disco sumamente pequeño, pentagonal, marcado de 10 costillas salientes reunidas dos á dos y colocadas en la base de los brazos; éstos largos, delgados, cilíndricos, con una quilla media por encima que ocupa toda su extension, y por debajo un surco poco pronunciado, á cada lado del cual existe una fila de tubérculos redondeados y poco marcados; superficie del cuerpo y brazos cubierta de gránulos finos y pequeños. Mide esta especie en su disco un centímetro, y los brazos 14.

Se encuentra generalmente en las Antillas y el Brasil, y de ordinario se presenta fija en las Gorgonias que crecen en aquellos mares, especialmente en la Gorgonia verticillata, y aunque á escasa profundidad en los sitios en que las aguas son más tranquilas y transparentes.

SICOFAGA (del gr. σûkóv, higo, y páyw, yo como): m. Zool. Género de insectos del orden de los himenópteros, familia de los calcídidos, tribu de los agaoninos. Los caracteres más notables de este género de insectos son los siguientes: cabeza transversal; la cara grande y ordinariamente surcada á lo largo para alojar el primer artejo de las antenas; el labio superior peque

ño

y apenas visible; las mandíbulas anchas, córneas y armadas de algunos dientes en su extremidad; las maxilas alargadas y terminadas por un gran lóbulo; los palpos maxilares, muy cortos y más o menos filiformes, compuestos de cuatro artejos: el primero es el más largo y el más grueso y está revestido de sedas largas; los palpos labiales tienen dos ó tres artejos; las antenas son simples y formadas de 14 artejos: el primero es largo, casi cilíndrico, el segundo más pequeño, los dos siguientes son muy pequeños y los restantes casi iguales en longitud; el protórax grande y estrecho por delante; las tibias estrechas; los fémures anteriores y posteriores gruesos; el abdomen deprimido, ovalado, más estrecho por delante que por detrás; el oviscapto de las hembras dos veces tan largo como el abdo

men.

Las larvas de estos insectos son pequeñas, están desprovistas de patas, tienen color blanquecino y consistencia carnosa; su forma es ovalada, con la extremidad posterior delgada y con ligeras trazas de articulaciones; su cabeza es pequeña, casi esférica, está situada en la extremidad más gruesa del cuerpo y puede entrar en el primer anillo del tórax, que es irregular y de forma variable; la cara inferior del cuerpo presenta dos tubérculos por segmento, que son los rudimen tos de otras tantas patas; las ninfas presentan la particularidad de tener oculto debajo del dorso su oviscapto mientras dura este estado metamórfico.

La especie descrita de este género es el Sycophaga crassipes Westw., que vive sobre las flores y hojas de algunas plantas.

SICOFANTE (cel gr. συκοφάντης; de σύκον, higo, y paívw, descubrir: delator del que expor ta higos de contrabando): m. Impostor, calumniador.

SICOGÓN: Geog. Isla adyacente á la costa N. E. de Panay, Filipinas, sit. unos 6 cables al S. E. de la de Calaguán; es bastante elevada y de poco más de 2 millas de extensión de N.E. á S.O. A 2 cables de su extremidad, N. E. y unido á ella por un arrecife de piedras, se halla el islote Tumoguín, que es acantilado por su parte exterior. Desde este islote se extiende para el O. por la costa N. de la isla un arrecife de piedras que separa de 3 á 4 cables, el que interrumpiéndose sobre la punta N.O. de la isla vuelve á continuar por la costa O. á 2 cables de distancia hasta la punta S. de la isla. El Canal de Sicogón, formado por las islas Calaguán y Sicogón, tiene media milla de ancho y 13 á 23 m. de fondo; es limpio y expedito para toda clase de buques y el que se recomienda para atravesar de N. á S. y viceversa, este grupo de islas de la parte N.

Haeckel dividió la familia de los sicónidos en ocho géneros, cuyas terminaciones (V. SICÓNIDOS) indicaban la forma y combinación de las espículas, pero advirtiendo el mismo que estos géneros eran artificiales, pues que en el mismo individuo ó en individuos de una misma colonia salidos de la misma esponja madre los caracteres eran diversos; opuso á ellos otros géneros más naturales, aun cuando no tan perfectamente caracterizados, pues, según se ve, en este grupo de esponjas los caracteres de los géneros y especies no son fijos, es decir, que en realidad no existen tales géneros, sino que está operándose en ellos un continuo transformismo. Uno de estos géneros es el Sycometra, que puede presentar por la forma de sus espículas, por ser nionozoico ó polizoico, por tener uno ó muchos ósculos, los caracteres de los ocho géneros artificiales, ó, mejor dicho, sistemáticos.

La Sycometra compressa Haeck, puede citarse como la especie mejor conocida de este género.

SICOMORO (del gr. σukóμopos; de σuký, higuera, y μopéa, moral): m. Especie de higuera con hojas parecidas á las del moral. Lleva el fruto adherido al tronco, y es originaria de Egipto.

-SICOMORO: Especie de arce, con hojas de cinco gajos, desigualmente aserradas, y flores en racimo. Se cultiva mucho en los paseos y jardines.

- SICOMORO: Bot. Dos son los árboles designados con este nombre vulgar, ambos muy diferentes y pertenecientes á familias distintas. Uno es el Ficus sycomora L., planta perteneciente á la familia de las Moráceas, tribu de las artocarpeas, cuyos frutos son comestibles y cuyo tronco es maderable. Este es el sicomoro á que se refiere la Biblia en varios de sus pasajes. El otro pertenece á la familia de las Aceráceas y lleva el nom. bre científico de Acer pseudoplatanus L.; es un árbol de sombra, muy vulgar, cuya madera puede utilizarse.

SICON: m. Zool. Género de espongiarios de la nidos, cuyos principales caracteres son los siclase de los calcispongiarios, familia de los sicóguientes: esponja monozoica ó polizoica, de esradiadas, con el mesodermis atravesado por mulpículas calizas sencillas, trirradiadas ó cuadrititud de canales radiantes que terminan en la periferia en tubérculos salientes cónicos, con el de una corona de largas espinas en forma de seósculo apical desnudo, probosciforme ó provisto

das.

Haeckel dividió este género, creado por Risso, en otra porción de ellos, basándose en la forma y combinación de las espículas y de los ósculos (V. SICÓNIDOS). El tipo de este género, tal como le describía Risso, era la Spongia ciliata de Fabricio, que es un espongiario de forma ovoidea alargada, con el cuerpo formado al exterior por multitud de papilas cónicas, con los tubos radiantes prismáticos y los canales intermedios estrechos en forma de prismas de tres caras.

Los Sycon son esponjas marinas de pequeño tamaño, unos monozoicos y otros polizoicos, que viven pegados á las piedras del fondo ó en los maderos de los diques y muelles, siempre á profundidades poco considerables y en sitios en que las aguas son claras y corrientes. Se conocen de este género unas ocho ó 10 especies, de las cuales merecen citarse el Sycon capillosus O. S., el S. ciliatus F. y el S. raphanus O. S., que viven en nuestras costas del Océano y del Mediterráneo. El S. capillosus O. S. es monozoico, de 3 á 4 centímetros de largo por 1 ó menos de ancho, con el ósculo provisto de una corona de sedas largas y delgadas; el S. ciliatus F. es monozoico ó polizoico, de forma variable, con los tubos radiarios cilíndricos y las papilas cónicas y soldadas solamente en su base, y el S. raphanus O. S. es también monozoico ó polizoico, con el ósculo

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