Imágenes de páginas
PDF
EPUB

caja común el capital que cada uno estipuló en el contrato de sociedad después de haber sido requerido para verificarlo. Por ejecutar un socio por su cuenta operaciones de comercio que no le sean lícitas, con arreglo á las disposiciones de los arts. 136, 137 y 138. Por ausentarse un socio que estuviere obligado á prestar servicios personales en la sociedad, si, habiendo sido requerido para regresar y cumplir con sus deberes, no lo verificare ó no acreditase una causa justa que temporalmente se lo impida. Por faltar de cualquier otro modo uno ó varios socios al cumplimiento de las obligaciones que se impusieron en el contrato de la compañía. La rescisión parcial de la compañía producirá la ineficacia del contrato con respecto al socio culpable, que se considerará excluído de ella, exigiéndole la parte de pérdida que pueda corresponderle, si la hubiere, y quedando autorizada la sociedad á retener, sin darle participación en las ganancias ni indemnización alguna, los fondos que tuviere en la masa social, hasta que estén terminadas y liquidadas todas las operaciones pendientes al tiempo de la rescisión. Mientras en el Registro mercan. til no se haga el asiento de la rescisión parcial del contrato de sociedad, subsistirá la responsabilidad del socio excluído, así como la de la compañía, por todos los actos y obligaciones que se practiquen, en nombre y por cuenta de ésta, con terceras personas. Las compañías, de cualquiera clase que sean, se disolverán totalmente por las causas que siguen: El cumplimiento del término prefijado en el contrato de sociedad, ó la conclusión de la empresa que constituya su objeto. La pérdida entera del capital. La quiebra de la compañía. Las compañías colectivas y en comandita se disolverán además totalmente por las causas que siguen: La muerte de uno de los socios colectivos, si no contiene la escritura social pacto expreso de continuar en la sociedad los herederos del socio difunto, ó de subsistir ésta entre los socios sobrevivientes. La demencia ú otra causa que produzca la inhabilitación de un socio gestor para administrar sus bienes. La quiebra de cualquiera de los socios colectivos. Las compañías mercantiles no se entenderán prorrogadas por la voluntad tácita ó presunta de los socios, después que se hubiere cumplido el término por el cual fueron constituídas; y si los socios quieren continuar en compañía celebrarán un nuevo contrato, sujeto á todas las formalidades prescritas para su establecimiento. En las compañías colectivas ó comanditarias por tiempo indefinido, si alguno de los socios exigiere su disolución, los demás no podrán oponerse sino por causa de mala fe en el que lo proponga. Se entenderá que un socio obra de mala fe cuando, con ocasión de la disolución de la sociedad, pretenda hacer un lucro particular que no hubiera obtenido subsistiendo la compañía. El socio que por su voluntad se separe de la compañía ó promoviere su disolución no podrá impedir que se concluyan del modo más conveniente á los intereses comunes las negociaciones pendientes, y mientras no se terminen no se procederá á la división de los bienes y efectos de la compañía. La disolución de la compañía de comercio que proceda de cualquiera otra causa que no sea la terminación del plazo por el cual se constituyó, no surtirá efecto en perjuicio de tercero hasta que se anote en el Registro mercantil. En la liquidación y división del haber social se observarán las reglas establecidas en la escritura de compañía, y en su defecto las que se expresan en los artículos siguientes. Desde el momento en que la sociedad se declara en liquidación cesará la representación de los socios administradores para hacer nuevos contratos y obligaciones, quedando limitadas sus facultades, en calidad de liquidadores, á percibir los créditos de la compañía, á extinguir las obligaciones contraídas de antemano según vayan venciendo, yá realizar las operaciones pendientes. En las sociedades colectivas ó en comandita, no habiendo contradicción por parte de alguno de los socios, continuarán encargados de la liquidación los que hubiesen tenido la administración del caudal social; pero si no hubiese conformidad para esto de todos los socios se convocará sin dilación junta general, y se estará á lo que en ella se resuelva, así en cuanto al nombramiento de liquidadores de dentro ó fuera de la sociedad, como en lo relativo á la forma y trámites de la liquidación y á la administración del caudal común. Bajo pena de destitución, deberán los

liquidadores formar y comunicar á los socios, dentro del término de veinte días, el inventario del haber social con el balance de las cuentas de la sociedad en liquidación, según los libros de su contabilidad. Comunicar igualmente á todos los socios el estado de la liquidación. Los liquidadores serán responsables á los socios de cualquier perjuicio que resulte al haber común por fraude ó negligencia grave en el desempeño de su cargo, sin que por eso se entiendan autorizados para hacer transacciones ni celebrar compromisos sobre los intereses sociales, á no ser que los socios les hubieren concedido expresamente estas facultades.

Terminada la liquidación, y llegado el caso de proceder á la división del haber social, según la calificación que hicieren los liquidadores, ó la junta de socios, que cualquiera de ellos podrá exigir que se celebre para este efecto, los mismos liquidadores verificarán dicha división dentro del término que la junta determinare. Si alguno de los socios se creyese agraviado en la división acordada podrá usar de su derecho ante el Juez ó el tribunal competente. En la liquidación de sociedades mercantiles en que tengan interés personas menores de edad ó incapacitadas, obrarán el padre, madre ó tutor de éstas, según los casos, con plenitud de facultades como en negocio propio, y serán válidos é irrevocables, sin beneficio de restitución, todos los actos que dichos representantes otorgaren ó consintieren por sus representados, sin perjuicio de la responsabilidad que aquellos contraigan para con estos por haber obrado con dolo ó negligencia. Ningún socio podrá exigir la entrega del haber que le corresponda en la división de la masa social mientras no se hallen extinguidas todas las deudas y obligaciones de la compañía, ó no se haya depositado su importe, si la entrega no se pudiere verificar de presente. De las primeras distribuciones que se hagan á los socios se descontarán las cantidades que hubiesen percibido para sus gastos particulares, ó que bajo otro cualquier concepto les hubiese anticipado la compañía. Los bienes particulares de los socios colectivos que no se incluyeron en el haber de la sociedad al formarse ésta no podrán ser ejecutados para el pago de las obligaciones contraídas por ella, sino después de haber hecho exclusión del haber social En las compañías anónimas en liquidación continuarán, durante el período de ésta, observándose las disposiciones de sus estatutos, en cuanto à la convocación de sus juntas generales, ordinarias y extraordinarias, para dar cuenta de los progresos de la misma liquidación y acordar lo que convenga al interés común (Arts. 117 al 238 del Código de Comercio).

- SOCIEDADES ECONÓMICAS DE AMIGOS DEL PAÍS: Polit. Como indica su nombre, son las Sociedades Económicas de Amigos del País unas reuniones de ciudadanos que, por patriotismo, tratan de promover y hacer prosperar la riqueza pública. Institución tan provechosa tuvo origen, según escribe Ferrer del Río, en Vergara. Entre esta villa y la de Beasain se altercaba fogosamente sobre la pertenencia de un santo mártir, y por bula del Sumo Pontífice se dirimieron las disputas á favor de Vergara; entonces resolvió la villa celebrar la victoria con magníficas fiestas. Diólas gran realce una ópera cómica que tradujo del francés y puso en música el conde de Peñaflorida, representándola además con varios caballeros guipuzcoanos y vizcaínos á compás de grandes aplausos. Mustios á la hora de la despedida los que jubilosos habían acudido á las fiestas, se esforzaban por hacer que la separación fuera menos amarga; hubo quien propuso elegir una población donde moraran todos juntos; otros instaron para que se contrajera el empeño de reunirse siete ú ocho días cada año, y sobre este calor puro de la amistad se echaron los cimientos de la Real Sociedad Vascongada de los Amigos del País, establecida con beneplácito del soberano por abril de 1765 y en calidad de cuerpo patriótico, unido para el solo objeto de servir á la patria y al Estado, procurando perfeccionar la Agricultura, promover la Industria y extender el Comercio.

No la Real Sociedad Económica de Vergara, sino la de Madrid, cuyos estatutos fueron aprobados por Real cédula de 9 de noviembre de 1775, vino á dar el tono á las creadas sucesivamente en diversas ciudades de España; Campomanes fué el verdadero fundador, aunque á la

cabeza de los que solicitaron su establecimiento figurara don Vicente de Rivas, director de la Compañía de Caracas; por influjo de aquél cedió el Ayuntamiento una de sus salas para celebrar las primeras juntas, y, al tenor de las máximas que había sembrado en el Discurso sobre el fomento de la industria popular, se formaron los estatutos.

Valencia, Sevilla y Zaragoza fueron las primeras ciudades que plantearon el patriótico pensamiento, acogido generalmente con manifestaciones de entusiasmo. Aquellas corporaciones mudaban súbito el semblante de la Monarquía, donde el gobierno receloso y la Inquisición perseguidora habían acostumbrado á los españoles al más lamentable aislamiento, durando el espí ritu de asociación sólo en las Ordenes religiosas y en las cofradías ó hermandades. Ahora salía del claustro y se propagaba por el siglo en las reuniones de los Amigos del País, en número indeterminado, para platicar y escribir, y enseñar sobre los puntos que, después de los religiosos, interesan más á los pueblos, y constituir una especie de representación nacional autorizada y protegida por el trono, que daba oídos á sus instancias y fuerza de ley á no pocos de sus informes. Los personajes más condecorados viéronse en las juntas de las Sociedades Económicas al lado de los comerciantes y de los maestros sobresalientes de los oficios, siendo de reglamento que todos se sentaran según fueran llegando; y aunque la cortesanía ó la reverencia excitaron á infringir esta disposición reglamentaria, rehusábanlo porfiadamente los mismos á quienes se quería tributar el acatamiento, como lo hizo el arzobispo de Valencia ocupando el puesto que halló más á mano en una junta á que acudió tarde, y no queriendo de ninguna manera trasladarse al preeminente con que se le brindaba por todos. Este y muchos prelados salieron caritativamente á los primeros gastos de las sociedades, y las auxiliaron aun después de irse recaudando la módica suma impuesta á los socios y las cantidades suministradas por el gobierno. Los párrocos fueron declarados individuos natos de tan dignas corporaciones; los nobles hicieron gala de ayudarlas con sus trabajos y luces, y todos en laudabilísima competencia se interesaron vivamente por el fomento de la Industria, de la Agricultura, de la Ganadería y el Comercio, proclamando con obras más que con palabras que, lejos de imprimir infamia, según preocupaciones ruines y añejas, da estimación y honra ganar el pan con el sudor de la propia frente.

En Madrid, dice un ilustrado escritor, se hizo título de distinción honorífica la sola posesión del título de socio, y reuniendo de este modo en su seno la sociedad cuanto la capital de la nación tenía de más ilustrado y benéfico, y habiéndola considerado el gobierno como una gran asamblea de consulta, ella fué por algún tiempo su conse jero ó inspirador. Los decretos de 1778 y 1779, dice, á favor de las clases obreras, prohibiendo la introducción de ciertas manufacturas de cáña. mo, lino y algodón y la de ropas hechas, fueron expedidos á excitación de la sociedad; otro más importante, propuesto por ella, fué adoptado en 1783: el que declaraba compatibles con la nobleza algunos oficios sobre los cuales pesaba cierta nota de infamia, como el de zapatero, curtidor y otros, y terminaba con esta máxima, digna de un verdadero hombre de Estado, que Floridablanca puso en los labios del rey: No conozco más oficio vil que el de vago. No había, dice el mismo escritor, medida importante de Administración que no fuese enviada al examen previo de la sociedad, y el célebre informe de Jovellanos sobre la ley agraria es, como se sabe, uno de los monumentos literarios de España, ya se considere como un libro de ciencia, ya como un documento histórico, por haber divulgado las más sanas ideas de economía y preparado los espíritus para una reforma grave.

Otro distinguido historiador, Lafuente, concluye su juicio sobre este asunto diciendo que «el mérito de Carlos III y de sus ilustrados Ministros en la creación de Sociedades Económicas estuvo, no solamente en no temer, sino en fomentar ellos mismos esas asociaciones, en que se discuten y dilucidan puntos y doctrinas de gobierno y Administración, que por la clase de personas que las componen suelen hacerse respetables, poderosas y temibles á los gobiernos absolutos.>>

Como dice Alcubilla, con quien nos hallamos

en un todo conformes, fueron muy grandes los beneficios que las Sociedades Económicas reportaron el Estado, y todavía, no obstante la diversidad de circunstancias de estos tiempos, pueden iniciar provechosos proyectos y estimular de ese modo el celo de los Ayuntamientos, el de las Diputaciones provinciales y hasta el de las mismas Cortes. Por eso ni deben entibiar su ánimo las sociedades existentes, ni debe desistirse de dar nuevo animo á las que cesaron, ni de impulsar la creación de otras nuevas, aunque no sean hoy tan necesarias como cuando comenzaron á funcionar. Pero nosotros borraríamos de la ley de 8 de febrero de 1877, sobre elección de senadores, los siete últimos párrafos del art. 1.° que conceden á las Sociedades Económicas intervención en la elección de senadores, porque es un peligro para que se desnaturalice esta saludable institución, viniendo á convertirse las Sociedades Económicas en focos de caciquismo, ó en fuerza política á servicio de determinados hombres ó partidos.

SOCIEDADES SECRETAS: Polit. Con arreglo al Código penal de 1850, son sociedades secretas aquellas cuyos individuos se imponen con jura mento ó sin él la obligación de ocultar á la autoridad pública el objeto de sus reuniones ó su organización interior, y las que en la correspondencia con sus individuos, ó con otras asociaciones, se valen de cifras, jeroglíficos ú otros signos misteriosos. Como dice el ilustre Pacheco, el origen y aparición de las sociedades secretas se pierde sin duda alguna en los más remotos albores de nuestra historia. Las iniciaciones egipcias, y después de ellas las griegas y las romanas, nos ofrecen plenamente irrecusables ejemplos de esta verdad. En aquella época de la idolatría religiosa, el panteísmo y el deísmo filosóficos, ó habían nacido, ó se habían refugiado en los sagrados misterios de las Pirámides y de Eleusis. Para conocer el todo, ó siquiera parte de la doctrina sacerdotal, era necesario sufrir pruebas, vencer dificultades y pronunciar juramentos horribles. Sin embargo, estas asociaciones secretas en su objeto, roleadas de prestigios y de terror, no eran ilegales, ni se veían perseguidas por la autoridad. Si era gran obra la de penetrar en sus subterráneos, todo el mundo sabía que estos subterráneos estaban poblados de adeptos, todo el mundo conocía á estos adeptos mismos. El común del pueblo los respetaba, lejos de mirarlos como á enemigos; la autoridad pública los honraba, lejos de tratarlos como criminales. Era aquélla como si dijéramos una gran Orden monástica ó de caballería de la primitiva edad. Aparecía para sus contemporáneos como los Templarios ó los Benedictinos del siglo XIII. Verdad es que nunca sus secretos turbaron la tranquilidad pública; que nunca el régimen y Constitución del Estado fueron combatidos por sus clandestinas maquina ciones.

Después de aquella época, á la aparición del cristianismo, han creído algunos que los fieles que profesaban éste, los nazarenos, como se les llamaba, constituían también una especie de sociedad secreta. Es la verdad que el cristianismo no se ha refugiado nunca voluntariamente en el misterio, y que la doctrina del Hombre-Dios se ha predicado siempre á presencia del mundo, ante los cielos y los abismos. Pero las persecuciones de que sus discípulos eran objeto pudieron dar á sus reuniones en algunos lugares una apariencia misteriosa. Lo que habían sido las pirámides en Memfis lo fueron en Roma las cata cumbas de San Sebastián. Allí se reunían de noche y como fugitivos, porque de otra suerte no se les permitía celebrar sus ritos sacrosantos, los que estaban dispuestos á arrostrar en seguida la muerte en el estadio del Coliseo.

Pero el origen de las sociedades secretas de nuestra edad está sin duda en los siglos medios. El espíritu de hermandad, indestructible entre los hombres, acudió naturalmente á este recurso, de una parte para protegerse, de otra tam. bién para emanciparse, en aquel caos de tiranías que llamamos la época del feudalismo. Todas las naciones de Europa tuvieron, cuál más cuál menos, su parte en esta natural invención. Dondequiera los hombres se agruparon clandestinamente, porque de otro modo les hubiera sido imposible, buscando en su asociación garantías de ayuda, de justicia, de libertad que el Estado no podía darles.

A partir de la Reforma, el atractivo siempre

nuevo del misterio provocó la creación de multitud de asociaciones secretas, creadas con diversos fines y bajo los nombres más extraños, fundándose, por ejemplo, en el siglo XVII, entre algunos aficionados a las ilusiones explotadas por entusiastas, ó quizá por bribones hábiles en lucrarse con la credulidad del vulgo, una sociedad consagrada al arte de hacer oro Hacia mediados y fines del siglo XVIII se manifestó en la mayor parte de las comarcas tendencias grandemente favorables hacia las sociedades secretas, haciendo posible que un Cagliostro se convirtiera en taumaturgo. La Revolución francesa, dando origen á un nuevo Evangelio de la libertad, y modificando esencialmente las ideas y los intereses de las masas, fué punto de partida, y dió nacimiento, á multitud de sociedades de aquella índole, pero con carácter político. En algunos países fueron lazo de unión para los descontentos con el orden vigente de cosas, y sobre todo para los partidarios de la independencia absoluta y completa de las nacionalidades. Baste recordar la secta de los Carbonari en Italia y la de los Tugendbund en Alemania. El aspecto generoso de independencia fué también alma de la asociación fundada en 1828 en Polonia, y que, formada en sus comienzos puramente entre los alumnos de la Escuela Militar de Varsovia, se transformó bien pronto en Gran Asociación de la Juventud, dando la señal para la insurrección de 1830. Cuando Rusia quiso ahogar en sangre aquel formidable estallido, los polacos emigrados en Francia constituyeron porción de sociedades secretas. En general, los partidos proscritos y los vencidos han apelado á ese medio para asegurar el misterio de la conspiración, sin que pueda decirse que de él han echado mano tan sólo los hombres de ideas avanzadas; por eso se ve en Francia, durante la monarquía de julio, que al propio tiempo que la Sociedad de los Derechos del Hombre tenía su sociedad secreta denominada

Sección de acción, los partidarios de la rama pri

mera de los Borbones celebraban sus conciliabulos misteriosos en la sociedad llamada Caballeros de la Legitimidad. Tiempos ha habido en que las sociedades secretas de los diversos países han entablado misteriosas relaciones, aspirando, sin duda, á la gran unidad de la Francmasonería. La Joven Italia, formada por Mazzini en oposición á los carbonarios franceses, hizo surgir La Joven Alemania, La Joven Francia, La Joven Polonia, La Joven Sicilia y otras varias asociaciones que se reunieron bajo el nombre común de Joven Europa.

En España, aparte de la Francmasonería, merece mención especial entre las asociaciones secretas la de Comuneros, hijos de Padilla, llamada así en memoria de aquellos infortunados defensores de nuestras antiguas libertades muertos en Villalar. Nació en 1820 con las divisiones del partido liberal. Separados de la Francmasonería muchos socios disidentes á quienes se les motejó con el título de avilleros, otros más exaltados que en ella quedaban se fraccionaron luego, tomando los más el título que hemos dicho. Los estatutos de esta sociedad declaraban francamente que la confederación de los comuneros era la reunión libre y espontánea de todos los alistados en las diferentes fortalezas del territorio de la confederación, en los términos que aquéllos prescribían, y era su objeto obtener y conservar por todos los medios que estuviesen á su alcance la libertad del género humano, sostener con todas sus fuerzas los derechos del pueblo español contra los abusos del poder arbitrario, y socorrer á los menesterosos, principalmente á los que formaban parte de la sociedad. Se dividía en merindades, en torres, fortalezas ó castillos, y era dirigida por una asamblea suprema, compuesta de los siete individuos más ancianos residentes en la capital, y los procuradores nombrados por las comunidades. Tenía, como toda sociedad secreta, sus palabras simbólicas y su fórmula de admisión.

El Código penal vigente no se ocupa terminantemente de las sociedades secretas ni las define, lo cual no obsta para que puedan estar comprendidas en el art. 198 núm. 1, ó por lo menos en el 199 núm. 2, y en el 200, que se refieren á las sociedades ilícitas. El Código civil reprueba ó condena en cierto modo las sociedades secretas, puesto que niega personalidad ju rídica á aquellas cuyos pactos se mantengan secretos entre los socios (Art. 1 668). Prohibidas resultan también por la ley de 30 de junio de

1887, cuyo art. 4.° exige que, antes de constituirse toda sociedad comprendida en sus precep tos, se presenten al gobernador de la respectiva provincia los estatutos, reglamentos, contratos o acuerdos por que haya de regirse; y el art. 3.o manda á dicha autoridad que impida las reunio. nes de aquellas sociedades que no guarden los requisitos de la ley para su constitución ó modificación.

Las sociedades secretas tienen fundamento y explicación en los países donde el poder absorbente del Estado destruye la autonomía individual ó colectiva, mas no tienen razón de ser en las naciones libres cuando hay libertad de opinión, libertad de imprenta y libertad de enseñanza, y donde se sanciona el libre derecho de asociación y de reunión. Las arduas cuestiones de interés público no necesitan discutirse, y mucho menos resolverse, en las sombras de las sociedades secretas, bastando para ellas á la luz del día las sociedades públicas, la prensa y las Cámaras.

SOCIEDAD: Geog. V. del del dist. de Gotera, dep. de Morazán, Rep. del Salvador, sit. al S. del volcán de su nombre y á 16 kms. al E. † al S. de la cab. del dist. ; 3000 habits. El cultivo del añil forma el principal patrimonio de sus habits. Obtuvo el título de villa en febrero de 1874.

- SOCIEDAD (ISLAS DE LA): Geog. V. TAHITÍ. SOCIETY: Geog. Bahía del Golfo de Liaotung, China, sit. en la parte S.O. de la penínsu la de Liao-tung, entre la isla Chang-sing-tao y el Cabo Collinson. En ella se halla Port Adams, puerto de cierta importancia por la proximidad de las minas de carbón de U-ho-Chui. La c. de Yung-ti-tien, que se halla en este puerto, se suele también llamar Port Adams.

SOCIL: Geog. Lugar del ayunt. de Riello, parLeón; 82 habits. tido judicial de Murias de Paredes, provincia de

SOCÍN: Biog. V. SOCINO.

SOCINIANISMO: m. Hist. ecl. V. SOCINIANOS. SOCINIANO, NA: adj. Dícese de la herejía de Fausto Socino y de sus sectarios. Apl. á personas, ú. t. c. s.

- SOCINIANOS: m. pl. Hist. ecl. Herejes también llamados unitarios. Según ellos el origen de la secta se remonta á 1546, tiempo en el que muchos nobles italianos, que aprobaban las doctrinas de Lutero y Calvino, tuvieron en Vicenza conferencias y formaron el proyecto de proscribir todos los misterios del cristianismo. En esta escuela se inspiraron Lelio y Fausto Socino, el segundo de los cuales dió nombre á los socinianos. A éstos precedieron los antitrinitarios ó unitarios, que, al establecerse en Polonia, se unieron en un principio á los luteranos y calvinistas, de los cuales se separaron en 1565. Tenían su residencia principal en Racow ó Racovia. Fausto Socino, sobrino de Lelio y heredero de sus doctrinas, llegó á Polonia por los años de 1579 y halló muy divididos á los antitrinitarios, sólo conformes en negar la divinidad de Jesucristo. No sin gran trabajo logró (V. SOCINO (FAUSTO) la unión de todos (1588), y así vino á ser el primer pastor de aquel rebaño, que en adelante se llamó sociniano. No se crea, sin embargo, que todos los socinianos han aceptado en ningún tiempo la misma profesión de fe. Consultando el Catecismo de Racow, obra de Fausto Socino publicada en polaco en 1605, traducida en latín y distinta de la del mismo autor titulada Christianæ religionis brevissima institutio; leyendo además los escritos de los principales corifeos de la secta, se ve que los socinianos enseñaron: 1.° Que la Sagrada Escritu ra es la única regla de nuestra creencia, para comprender su verdadero sentido se ha de acudir á las luces de la razón. 2.° Que se deben rechazar todos los misterios incomprensibles, no sólo el de la Trinidad, la divinidad de Jesucris to, la encarnación, la transmisión del pecado original, los efectos de los sacramentos, operación de la gracia y la justificación, sino todos los atributos de la Divinidad que nuestra razón no puede concebir, como la eternidad, la infinidad, la omnipotencia, y todos aquellos que es difícil conciliar entre sí, como la inn ensidad con la espiritualidad, la libertad con la inmutabilidad, la justicia con la misericordia. 3.° Que no se debe admitir la Creación rigurosamente

que

tomada, porque no se concibe que Dios pueda dar existencia á unas substancias por sólo su querer, dogma que no está revelado con claridad en la Sagrada Escritura. Además los socinianos

niegan la presencia de los futuros contingentes, y algunos niegan la providencia y desechan la noción de espíritu puro. En cuanto á la naturaleza de Jesucristo, consienten en llamarle el Verbo divino, el hijo de Dios, Dios manifestado en carne; pero no toman estos calificativos en el mismo sentido que los otros cristianos. Todos los socinianos niegan que el Verbo ó el Hijo sea coeterno, igual y consubstancial al Padre Unos creen que Dios formó el alma de Jesucristo antes de la Creación, que le dió una sabiduría y un poder superiores á los de todas las criaturas, y que se valió de él para hacer el mundo; otros entienden por mundo, no el Universo material, sino el mundo espiritual y la reparación del género humano. Muchos dicen que Jesucristo es llamado el Verbo, porque Dios habló á los hombres por boca de este divino maestro, é hijo de Dios porque fué formado milagrosamente en las entrañas de la Virgen María por el Espíritu Santo, es decir, por la operación de Dios; algu nos creen que nació como los demás hombres, que es hijo de José y María y que es un gran profeta; varios enseñan que no se debe adorar ni invocar al Salvador Como no admiten el pecado original, explican la redención diciendo que Jesucristo nos dió lecciones y ejemplos de santidad, y que murió por confirmar esta doctrina. Los socinianos aceptan únicamente dos sacra. mentos: el bautismo y la cena, á los que no atribuyen otra virtud que la de excitar la fe. No bautizan á los niños hasta que llegan á la edad de la razón y están instruídos en las verdades cristianas; niegan la posibilidad de una resurrección general, la eternidad de las penas del infierno, y creen que las almas de los malos serán destruídas, pero que las de los justos gozarán de una dicha eterna. Finalmente, Socino, copiando la rígida moral de los anabaptistas, declaró que no era lícito hacer la guerra, pedir en justicia la reparación de un agravio, jurar delante de los magistrados, ejercer el oficio de Juez, especialmente en las causas criminales, ni matar á un asesino ó á un ladrón, aunque fuera en defensa propia.

SOCINO (LELIO): Biog. Hereje italiano. N en Siena en 1525. M en Zurich á 16 de mayo de 1562. Socino es la forma española de su apellido, que en realidad era el de Zozzini. A un mismo tiempo estudió Lelio el Derecho y la Teología; y como se hiciera sospechoso á sus compatriotas por su afición á leer la Biblia en los textos griego y hebreo, salió de Italia hacia 1544, y durante cuatro años viajó por Francia, Inglaterra, los Países Bajos y Alemania, procurando en todas partes ampliar sus conocimientos. Establecido en Zurich, mantuvo correspondencia con los muchos sabios á quienes había tratado en las naciones citadas, y no ocultó en un principio sus opiniones religiosas. Notando bien pronto los peligros que de tal conducta se derivaban, fué en lo sucesivo más cauto, limitándose á exponer sus creencias en las cartas á varios parientes y á un escaso número de compatriotas. Muerto su padre (1558 6 1559), Lelio se trasladó á Polonia, donde halló excelente acogida y obtuvo de Segismundo II cartas de recomendación que le evitaron las persecuciones que temía en Italia al regresar á ella para recoger la herencia paterna. Arreglados sus asuntos en aquella península marchó á Zurich, donde pasó el resto de sus días. Dotado de rara elocuencia, versado en el conocimiento de las lenguas bíblicas, dejó estas obras: Dialogus inter Calvinum et Vaticanum (1612, en 8.), que refuta el principio, admitido por ca

tólicos y calvinistas, según el cual los herejes

deben ser castigados con la muerte; De sacramentis y De resurrectione corporum, trabajos insertados en la obra titulada Fausti et Lelii Socini Tractatus aliquot theologici (1654, en 16.°). V. SOCINO (FAUSTO) Y SOCINIANOS.

SOCINO (FAUSTO): Biog. Célebre hereje, sobrino de Lelio. N. en Siena á 5 de diciembre de 1539. M. en Luclavia (Polonia) á 3 de marzo de 1604. Huérfano en temprana edad, se educó en casa de uno de sus tíos. Consagróse al estudio del Derecho, pero cobró afición á las cuestiones teológicas y tomó parte en las discusiones de sus parientes, motivadas por las cartas que recibían de Lelio. Como los demás individuos de su

familia, perseguidos por la Inquisición, huyó de
Italia (1559). En Lyon halló un asilo, y allí vivía
cuando supo la muerte de Lelio. En seguida se
trasladó á Zurich para recoger los escritos de su

Apellidarse SOCIO, ¿quién no ansia,
Y en las listas estar del Ateneo?
ESPRONCEDA.

- Socio: Individuo de una sociedad (reunión

cual si cada SOCIO,... pudiese dar á ésta (á la sociedad) más de lo que ahora se da á si mismo y á su familia.

MONLAU.

tío, y calmadas en su patria las persecuciones de personas, familias, pueblos ó naciones).
regresó á Italia, siendo bien acogido por Fran-
cisco de Médicis, gran duque de Toscana, que le
dió algunos empleos importantes. Doce años
vivió en Florencia sin olvidar los estudios reli-
giosos, pero sin concederles gran atención. Lue-
go, anhelando la publicación y triunfo de sus
opiniones, partió para Alemania. En Basilea se
detuvo tres años; y como sus disputas con Jaco-
bo Covet y Pucci le hicieran imposible la estan-
cia en Suiza, marchó (1579) á Polonia. Quiso en
este último país ingresar en una de las congre-
gaciones antitrinitarias, con el propósito de pro-
curar la unión de todos; y rechazado de ellas
porque se negó á un nuevo bautismo, renunció á
su proyecto. Sin embargo, se declaró amigo de
dichas congregaciones y las defendió contra sus
enemigos, adquiriendo así gran influencia en el
ánimo de los antitrinitarios Con sus afirmacio-
nes alarmó á católicos y protestantes, especial-
mente á los segundos, porque Socino aspiraba á
reemplazar con otra la teología de los reformis-
tas. Por esto fueron muchos los teólogos protes-
tantes que procuraron refutarle. En una confe-
rencia celebrada en el Colegio de Posna (1565),
Socino redujo al silencio á sus adversarios No
pudiendo vencerle en la discusión, sus enemigos
presentaron al rey de Polonia como libelo sedi-
cioso un escrito que Fausto había publicado
(1581) contra Jacobo Paleólogo La lectura de la
obra hubiera bastado para confundir á los dela-
tores; pero sin leerla comenzaron las persecucio-
nes contra el autor Socino se ocultó (1583) en
las tierras de un señor polaco, Cristóbal Morsz-
tyn, discípulo suyo y padre de la que no tardó
en ser esposa del perseguido. En 1587 perdió á
su mujer cuyos cuidados y ternura habían sua-
vizado los rigores de su posición. Hasta aquel
tiempo había cobrado de un modo regular las
rentas de los dominios que poseía en Italia, mas
á la muerte de Francisco de Médicis, que no ha-
bía dejado de protegerle, todos sus bienes fueron
confiscados. Reducido así Fausto á la mayor
miseria, soportó esta desgracia con resignación,
y sus discípulos se apresuraron á socorrorle. Ya
viudo regresó á Cracovia (1587), y después asis-
tió (1588) al sínodo de Brzesc, en Lituania, don-
desde aquel momento formaron una iglesia im-
de se verificó la unión de los antitrinitarios, que
portante. El odio de sus adversarios despertó con
este triunfo de Socino y halló medio de amoti-
nar al populacho de Cracovia, que arrancó á
Fausto (1590), casi desnudo, del lecho en que le
retenía desde algún tiempo antes la enfermedad,
para llevarle por las calles con fines siniestros,
que evitó un profesor librando al teólogo de las
nianos de aquella muchedumbre enfurecida. Al
mismo tiempo era saqueada la casa de Socino,
devastada su biblioteca, y sus muebles eran des-
trozados. Para evitar la repetición de estas esce-
nas, Fausto se retiró á la casa de su amigo
Abraham Blusky, situada en el pueblo de Lu-
clavia, á 9 millas de Cracovia. Allí murió de-
jando una hija, que se casó con un noble polaco.
Los escritos de Fausto forman los tomos I y II
de la Bibliotheca fratrum polonorum (1656, 8
vol. en fol.). Los principales son: Auctoritates
Sacræ Scriptura (Racov, 1588, en 8.°), que es
una demostración de la verdad de la religión
cristiana; De Jesu Christo servatore (1594), refu-
tación de las opiniones ortodoxas sobre la reden-
ción; Christianæ religionis brevissima institutio
(1604, en 8°), que es un catecismo incompleto
en el que se expone con sencillez la doctrina de
Socino; Prælectiones theologica (1609 y 1629, en
4.); y De statu primi hominis ante lapsum (1610,
en 8.), escrito dirigido contra el florentino Puc-
ci. V SOCINIANOS.

SOCIOLOGÍA (de sociedad, y el gr. Xoyos, tratado): f. Esta palabra, introducida por el tecnicismo de Augusto Comte, aun cuando censurada por Spencer, y hasta calificada de barbarismo por otro de los principales positivistas, se ha ido extendiendo por las escuelas, hasta dar nombre á una ciencia cuyo concepto, magistralmente expresado por Azcárate, se expondra.

SOCIO, CIA (del lat. socius): m. y f. Persona asociada con otra ú otras para algún fin.

Componíase su comitiva, como se acostumbra, de otro padre grave, que era un SOCIO Y secretario, y de un lego rollizo, despejado, mañoso y de pujanza, etc.

ISLA.

Donde hubiere establecida Sociedad Patriótica, se nombrará para cada oficio un SOCIO protector, etc.

JOVELLANOS.

En cada época hay un orden de estudios que cautiva la atención de las gentes con preferencia; esto acontece en nuestros días con la ciencia que Carey, Clement, Valrás, Gabba y Fouillée denominan Ciencia social; Carle Filosofia social; Roberty Filosofia sociológica; Quetelet Física social; Cataldo y Jannelli Ciencia de las cosas humanas, Romagnosi Filosofia civil y Fisiología política; Courcelle-Seneuil Poliología, y numerosos escritores, siguiendo á Comte, Sociolo gía, no sin echar por delante, los más de ellos, que es un término bárbaro Lo de menos sería esta divergencia en cuanto al nombre, si no hu biera otra más grave respecto del objeto propio de esta ciencia, y consiguientemente de sus lími tes y sus relaciones con las afines. En efecto, diez definiciones nada menos recuerda Vanni, cuidando de añadir que no son todas las que pueden registrarse, y de poco sirve el trabajo de examinar las materias desenvueltas en los libros que llevan en sus portadas una de esas denominaciones, porque, al contrario de lo que acontece con los de Economía política, todos los cuales, con pocas excepciones, no obstante el distinto objeto que dan á esta ciencia por contenido, nos hablan de los conocidos temas producción, circulación, distribución y consumo de la riqueza, en los de los sociólogos hallamos desarrollados los asuntos más heterogéneos. Abrase el de Herbert-Spencer, titulado Principios de Sociología, y se verá que su contenido lo forman las instituciones religiosas, ceremoniales, políticas y eclesiásticas; y en cuanto al titulado Sociología descriptiva, baste decir que lo forman grupos de hechos sociales con relación á varios pueblos y razas, es decir, lo que hasta aquí se ha llamado datos históricos. Hojéese el de Carey, titulado Principios de la ciencia social, y se encontrarán epígrafes de capítules como éstos: del valor, de la riqueza de la moneda y de los precios, del interés del dinero, de los Bancos, de la producción, del consumo, de la circulación, de la distribución, de la renta de la tierra, de la competencia, de la población, del comercio. Léase el de Dimitry de Gliuka, titulado La ciencia de la sociedad humana, y se hallará que se ocupa en él de las materias siguientes: el Derecho, el Derecho civil, público, etc. la justicia, la autoridad, la libertad, el Derecho

Con esta divergencia respecto del contenido y objeto de la Sociología, corre parejas, como no podía menos de suceder, la referente á sus límites y sus relaciones con las demás ciencias. Para unos es tan sólo la aplicación del método positivo á las sociales ya conocidas; para otros es una totalmente nueva que estudia lo que ninguna de aquéllas había estudiado; para éstos es un nom. bre inventado para designar la enciclopedia de las ciencias que hacen relación al hombre, ó el grupo de las llamadas hasta aquí morales y pollticas; para aquéllos es, respecto de éstos, luz y guía en un sentido, producto, en otro, del contacto entre las mismas y de sus resultados más generales; y si se trata de precisar y concretar sus relaciones con la Antropología, la Etnografía, la Historia, la Religión, la Moral, el Derecho, la Política, la Economía y el Arte, cuesta trabajo hallar dos sociólogos que estén de perfecto acuerdo.

Pero descartando todos los conceptos de la Sociología que coinciden con las ciencias ya constituídas y aun antiguas, hay entre los restantes cierta comunidad de sentido, que puede conducirnos á la explicación de por qué se ha inventado ese nombre y á la determinación de su objeto propio. En efecto, cuando se dice que

es su asunto la sociedad bajo su aspecto de ser colectivo, natural y racional, ó la Anatomía, la Fisiología y la Psicología del cuerpo social, ó la Psicología del pueblo, ó el estudio de la evolución superior orgánica, ó que es una Física social, ó la ciencia de la sociedad misma, del todo colectivo, del organismo social, ó la ciencia filosófica y especulativa de la sociedad humana fundada sobre los resultados más generales de la Moral, del Derecho, de la Economía y de la Política, ó la que tiene por objeto dar una explicación unitaria y sintética de la vida social, en el fondo de todos estos conceptos, aparte las diferencias de sentido en cuanto al método que los mismos términos révelan, hay el reconocimiento de que la sociedad, como un todo, es algo que se puede y debe conocer y estudiar: que ese algo, además de una cierta naturaleza, esencia ó substancia, de una estructura, de un modo de ser, tiene una vida cuyo contenido son los hechos ó fenómenos sociales, y que esa vida no se desenvuelve al azar, sino conforme à leyes. Propiamente hablando, éste no había sido asunto de investigación para los científicos, porque estudiábanlo jurisconsultos y políticos, pero era partiendo de la identificación de la sociedad con el Estado; y estudiábanlo teólogos, moralistas y economistas, pero partiendo de la subordinación de todos los fines de la actividad á uno particular, como el religioso ó el económico.

Ahora bien: hay ciencias que estudian la Religión, la Moral, el Derecho la Política, el Arte, la Industria en lo que tienen de esencial, esto es, su naturaleza propia, relación con la del hombre, sus elementos fundamentales y las leyes de su vida, y en correspondencia con ellas hay otras que observan, explican y esparcen los hechos realizados por los pueblos y las razas, por la humanidad en cada una de esas esferas. Así, á la

Filosofía del Derecho corresponde la Historia del Derecho, à la Filosofía moral la Historia de las costumbres, á la Filosofía de la Religión la Historia de las religiones, á la Economía la Historia económica, á la Estética la Historia del Arte. Pero uno y otro movimiento se refieren á órdenes especiales, á organismos particulares, á esferas determinadas de la actividad. Es posible reducirlas á unidad? ¿ Forman un todo respecto del cual sean partes? Ciertamente, ya que en cuanto a fines particulares encuentran su unidad, de un lado en la naturaleza humana, y de otro en la Metafísica, y en cuanto á organismos espe ciales la encuentran en la sociedad, en el total organismo social.

Para comprender cómo hay una esfera propia de conocimiento que cuadra con el asignado á

la Sociología, basta indicar temas ó cuestiones que no tienen lugar adecuado en otras ciencias. Así, por ejemplo, já cuál de éstas tocará examinar si el elemento constitutivo y primordial de la sociedad, la célula social, es el individuo ó es la familia? ¿Cuál lo que son y significan, como órganos de la sociedad, los pueblos, las razas, las sectas, las escuelas y los partidos, las asociaciones y las instituciones? ¿Cuál lo que son el espíritu colectivo, la opinión pública, la propaganda? ¿Cuál lo que son las crisis y las revoluciones, el equilibrio y la instabilidad social, la armonía ó el antagonismo entre las clases? Todos estos problemas tienen relación á los órganos, á las energías, á las funciones y á las enfermedades del organismo social, y el hecho de ocuparse en muchas de ellas otras creencias particulares confirma cuanto queda dicho, porque es evidente, por ejemplo, que una secta religiosa, una escuela filosófica, un partido político, son manifestaciones de una misma cosa, de algo que está en el fondo de todas ellas. De igual modo to los hablamos de crisis y revoluciones religiosas, económicas, políticas, artísticas, lo cual prueba que las revoluciones y crisis no son exclusivas de ningún orden particular, sino consecuencia de algo que se da en la sociedad toda.

obras, pero no las soluciones en concreto del problema lógico ó del metafísico; la trascendencia de la aplicación del crédito á la propiedad inmueble, pero no los pormenores de un Banco territorial o de un régimen hipotecario. Y nótese que el que las cosas entren ó no en la esfera sociológica no depende de su importancia intrín. sica, sino de su trascendencia al todo.

Por esto el llamado problema social, como por su complejidad tiene los mismos aspectos que la vida, el de la miseria bajo el económico, el de la ignorancia bajo el científico, el del vicio bajo la moral, el del fanatismo ó de la impiedad bajo el religioso, etc., cada uno de ellos toca una ciencia particular, y si el Derecho y la Economía se disputan la competencia para darle solución es porque, siendo el prodigioso desarrollo de la industria y la reivindicación del Derecho como dos signos del tiempo en nuestro siglo, naturalmente los aspectos jurídico y económico predominan sobre los demás. Pero luego toca á la Sociología estudiarlo y resolverlo bajo un punto de vista sintético, en cuanto que por tratarse de un problema cuyo objeto es la sociedad, y ser ésta un todo compuesto de partes, surge la cuestión de armonizar y componer la individualidad con la totalidad. En suma, lo social total y genérico es lo propio de la Sociología, y lo social particular y específico corresponde á las distintas ciencias sociales. Determinado el objeto propio de la Sociología, digamos algo de sus límites y sus relaciones con las ciencias afines; esto es, con la Antropología, con la ciencia de la Religión, la de la Moral, la del Derecho, la de la Economía y la del Arte, y con la Historia y con la Filosofía de la Historia

La Sociología es, de un lado, dirección y guía para esas ciencias particulares, y de otro resultado de los progresos en ellas obtenidos, puesto que estudiando cada una de éstas un organismo particular dentro del total organismo social, claro es que lo esencial de la naturaleza de éste y de su vida se ha de mostrar y reflejar en cada uno de aquellos No hay, pues, que negar la autonomía de ninguna de esas ciencias particulares en nombre de la Sociología, como hace Ingram en la Economía, ni pretender lo contrario, como hacían los fisiócratas y hacen algunos economistas al convertir la Economía política en la ciencia de la sociedad, y como lo intentaba Carle cuando pedía

al Ministro de Instrucción Pública de Italia autorización para transformar en Filosofía civil ó social la enseñanza de la Filosofía del Derecho, á su cargo en la Universidad de Turín. Vitry decía en la Revue Positive: «Economistas, moralistas y jurisconsultos, psicólogos, etnólogos y políticos, todos se atribuyen la Sociología y desconocen los estudios paralelos. Todos ellos son ramificaciones ó raíces... trabajos aislados, que semejan pintores, carpinteros, vidrieros, preparando cada cual sus materiales. Vendrá el arquitecto, y el edificio se levantará: el edificio es la Sociología. »

Determinados estos límites generales con la Religión, la Moral, el Derecho, la Economía y el Arte, diremos que la Antropología es la ciencia del hombre: estudia el genus humanum, su naturaleza, sus elementos, sus facultades y propiedades. Cierto que entre una de éstas se encuentra la de ser sociable; pero su desarrollo y consecuencias salen de su esfera para entrar en la de la Sociología, hallándose en este respecto esos dos estudios en una relación análoga á aquella en que se encuentran la Noología y la Prasología, capí tulos de la Psicología, con la Lógica y la Moral, que son ciencias independientes.

La distinción entre la Sociología y la Historia, y entre aquélla y la Filosofía de la Historía, es evidente: lo que pasa es que por muchos se considera la Filosofía como el desenvolvimiento mayor á que puede llegar una ciencia, sentido á que res ponde este concepto de Vanni: «Si todas las ciencias deben tener su Filosofía, también la ciencia de la sociedad ha de tener la suya; llámese Sociología, Filosofía social, ó Ciencia social por exce lencia, que el nombre no importa.» No, la Filosofía no es un grado en el desarrollo de cada ciencia; es una especie de ésta, como lo es la Historia, y así la Ciencia social es la que tiene por objeto la sociedad: y como cabe estudiar ésta bajo el punto de vista de su existencia necesaria, de su estruc

Al sociólogo le interesa saber, respecto de cada fin ó esfera de actividad, lo preciso para conocer el influjo general de cada uno, las relaciones entre todos ellos, el conjunto orgánico de los resultados. Así, le importa saber, por ejemplo, lo que fueron las possesiones del ager publicus en Roma, por su trascendencia á la lucha entre patricios y plebeyos, pero no la doctrina del justura y de sus funciones esenciales, de su organipossessionis; le interesa el sentido de un movimiento literario, pero no los sonetos, las octavas reales ni las redondillas; la dirección del pensamiento de un pueblo, en cuanto influya en sus

zación completa y prefecta, ó bajo el de los hechos realizados, de los fenómenos sucedidos, en una palabra, de los modos en que ha vivido la sociedad a través del tiempo y del espacio, resul

tan dos especies de conocimiento, y por tanto dos ciencias dentro de la Ciencia social: la Filosofía social ó Sociología, y la Historia Universal ó Historia de la sociedad.

Tampoco cabe admitir la identificación de la Sociología con la Filosofía de la Historia, esto es, suponer que entre una y otra no hay más diferencia que el ser la primera una ciencia positiva y la segunda una ciencia idealista, sentado lo cual no falta quien dé por muerta ésta, y aun quien llegue, como Fouillée, à decir que la Filosofía de la Historia es á la Sociología científica lo que la Alquimia y la Astrología á la Química á la Astronomía. Si la ley es cosa distinta del hecho, cosa distinta de ambos es el principio, la naturaleza, y lo que estudiaba la Sociología es, como dice Cimbali, la esencia, el espíritu, el alma de la sociedad. A los que confundan la ley con el principio puede decirseles algo parecido á lo que objetaba Spencer á Kingsley: la gravitación es una fuerza; la ley de esta fuerza es la que obra en razón directa de las masas é inversa del cuadrado de la distancia.

soco: m. Bot. Género de plantas (Socrus) perteneciente a la famila de las Artocarpaceas, cuyas especies habitan en el extremo Oriente, y son plantas arbóreas provistas de jugos lechosos, con las hojas alternas, cortamente pecioladas, trasovadas, casi enteras, ásperas por el enves y lladas envolviendo las yemas; pedunculos axilacon estípulas caedizas, grandes, coriáceas, arrode espata y que se desprenden más tarde; flores res envueltos al principio por estípulas en forma monoicas: las masculinas se insertan sobre recep táculos mazudos en forma de amentos, carecen de bracteas y constan de un cáliz de dos ó tres sépalos erguidos, algo desiguales y más o menos soldados entre sí, y un solo estambre con el fila. locular, con las celdas opuestas; las femeninas mento aplanado, y la antera lineal, terminal, biestán soldadas entre sí y se insertan sobre un receptáculo globoso formando una especie de cabezuela, y constan de un cáliz tubuloso, cilíndrico, con limbo apiramidado y entero atravesado por el estilo, y un solo ovario con un óvulo anfitropo inserto en la pared; estilo lateral alargado, filiforme y saliente, con estigma terminal entero; el fruto es un sincarpio abayado en el cual se suel flores fértiles como los de muchas flores estériles dan los cálices, que son carnosos, tanto los de las que se hallan mezclados con éstos, y en el cual se encuentran los utrículos, que son membranosos y conservan vestigios del estilo lateral; semilla aovada, inserta lateralmente en el mericarpio, grandes, carnosos, muy desiguales, y la raicilla con el embrión sin albumen y los cotiledones muy corta y aplicada al dorso de los cotiledones.

- Soco ó SOCHO: Geog. ant. C. de Palestina, sit. entre Jerusalén y Betania. Cerca de este lugar mató David al gigante Goliath.

SOCOBIO: Geog. Lugar del ayunt. de Valle de Castañeda, p. j. de Villacarriedo, prov. de Santander; 192 habits.

SOCOLINA: Geog. Lugar de la parroquia de Salas, p. j. de Belmonte, prov. de Oviedo; 142 los Santos Justo y Pastor de Lavio, ayunt. de

habits.

[merged small][ocr errors]

SOCOLOR de fina paz.

DIEGO GRACIÁN. SOCOLOR: adv. m. So color. SOCOLLADA: f. Mar. Estirón ó sacudida que dan las velas cuando hay poco viento, y las jar. cias cuando están flojas.

- SOCOLLADA: Mar. Vaivén y cabezada que la mar que viene de proa hace dar al bajel levantando y sumergiendo con violencia el tajamar en el agua.

SCCOMBA: Geog. Volcán de Chile en la cordillera de los Andes y en la prov. de Antofa gasta, sit. al N. N. E. del Llullaillaco, en los 24° 22' lat. S.; tiene 5 980 m. de alt.

SOCONCHA: f. Bot. Nombre vulgar con que se designan en el Perú diferentes especies de plantas pertenecientes al género Salvia de la familia de las Labiadas, y especialmente las que llevan los nombre sistemáticos de Salvia leonuroides Glox., y Salvia integrifolia Ruiz y Pa

vón.

[merged small][merged small][merged small][merged small][ocr errors][merged small][merged small]

SOCONUSCO: Geog. Dep. del est. de Chiapas, Méjico. Linda al N. con el dep. de Comitán, al 0. con el de Tonalá, al E. con la Rep. de Guatemala y al S. con el Grande Océano; 20 480 habitantes, distribuídos en las municip. de Tapachala, Acacoyahua, Tuzantán, Metapa, Pueblo Nuevo, Huehuetán, Huistla, San Felipe, Tizapa, Ixcuintla, Acapetahua, Unión Juárez, Cacaotán, Tuxtla Chico, Motozintla, Mazapa y Amatenango. Estos tres últimos pueblos pasaron á la Rep. de Méjico en virtud del tratado celebrado con la de Guatemala el día 27 de septiembre de 1882. Comprende el dep. la c. de Tapachula á Tonalá. Cuenta con 14 pueblos, de los cuales San Francisco Motozintla, Mazapa y Amatenango pertenecieron á Guatemala hasta 1882. En cambio tuvieron que pasar á poder de esa Rep., desde dicho año, el pueblo de Ayutle y sus rancherías, y algunos pertenecientes á los municip. de Tuxtla Chico y Unión Juárez. Las principales producciones del dep, son cacao, café, maíz, tabaco y frutas. La cap. es la c. de Tapachula, poblada por 6000 habits. Hace gran comercio de azúcar, café, cacao y ganados, y cele bra ferias muy concurridas, sobre todo por comerciantes de Centro América. Se halla sit. á unos 30 kms. al N. del puerto de San Benito. Dista del río Suchiate, frontera con Guatemala, 11 kms. Municip. del cantón de Acayucán, est. de Veracruz, Méjico; 1 370 habits. Forman la municip. el pueblo de Soconusco y las congregaciones de la Virgen y Chalcomulco. || Pueblo cab. de la municipalidad del cantón de Acayucán, est. de Veracruz, Méjico; 1 240 habitantes. Sit. á 2 kms. al E. de Acayucán.

SOCORO: m. Sitio que está debajo del coro. SOCORREDOR, RA: adj. Que socorre. Usase t. c. s.

... no esperaba yo menos de la inaudita cristiandad del valeroso don Quijote de la Mancha, verdadero SOCORREDOR y amparo de to dos los necesitados y menesterosos vagamundos.

[blocks in formation]
[blocks in formation]
[blocks in formation]

- SOCORRO: Provisión de víveres de boca ó guerra de que se carecía.

- SOCORRO: Geog. Lugar de la parroquia de San Salvador de Lérez, ayunt., p. j. y prov. de Pontevedra; 113 habits.

- SOCORRO: Geog. Isla del dep. del Magdalena, Colombia, sit. en la ciénaga de Zapatosa, al S. de la prov. de Valle-Dupar é inmediata á la del Banco, entre los 9 y 10° lat. N. || Prov. del dep. de Santander, Colombia; comprende el dist. y c. de su nombre, y los de Contratación, China, Gámbita, Guadalupe, Guapotá, Hato, Oiba, Olival, Palmar, Palmas, Páramo, Pinchote, Simacota y Suaita. C. cab. del dist. del mismo nombre, cap. de la prov. del Socorro y antigua cap, del est. de Santander, sit. á 1255 m. de alt., en un plano inclinado sobre una extensa explanada limitada al O. por el río Suárez, comunicándose con Simacota por un puente de alambres sobre dicho río; 16100 habits. Es por su población el primer lugar del dep. y el cuarto de toda la República. Sus calles son tortuosas, con aceras enlosadas, y el caserío, todo de teja, es cómodo y regular; tiene cuatro templos y un edif. del extinguido convento de Capuchinos. Está en construcción, bastante adelantada, el Capitolio, que servirá para las oficinas superiores del gobierno del dep. Cultiva añil; fabrica mantas, dulces, sombreros de paja y caña; recoge cera blanca, seda en poca cantidad, y tiene alfarerías y tintorerías. Tuvo origen esta c. en el pueblo de Chiancón, residencia de un cacique de este nombre, que en 1540 fué derrotado y hecho prisionero por el descubridor Martín Galeano. En 1681 se trasladó al lugar que hoy ocupa, bajo la advocación de Nuestra Señora del Socorro, con cuyo nombre se le expidió título de parroquia en 1683, haciéndose su provisión definitiva ocho años después. Fué elevada á v. en 1771 á instancias de D. Juan Maldonado de la Cerda. El 16 de marzo de 1781, día de gran concurrencia porque era de mercado, una mujer rompió el Escudo Real y despedazó el Edicto de los impuestos en la plaza del Socorro; todo el pueblo se puso en conmoción, y en seguida se organizó un ejército considerable, que llamaron los Comuneros, el cual llegó hasta Cipaquirá en nú. mero de 17000 hombres, al mando del comandante general D. Juan Francisco Berbeo y otros jefes, quienes fueron allí engañados por el arzobispo D. Antonio Caballero y Góngora. Esta fecha constituye el punto de partida del movimiento insurreccional que emancipó á Colombia; aquella mujer se llamaba María Antonia Vargas. Veintinueve años después, en 10 de julio de 1810, dió esta c. el grito formal de indepen dencia. La Asamblea Legislativa del Estado expidió una ley en noviembre de 1878 por la cual se declara el 16 de marzo día clásico para los santandereanos (Esguerra, Diccionario de Colombia).

- SOCORRO: Geog. Isla del Archipiélago de Chonos, prov. de Chiloé, Chile.

SOCORRO: Geog. Condado del est. de Nuevo Méjico, Estados Unidos; confina al O. con el Te

rritorio de Arizona, y en su parte oriental lo atraviesa de N. á S. el río Grande del Norte; 46280 kms. y 9000 habits. Terreno montuoso; oro, plata, hierro y otros metales; cría de ganados. Lo atraviesa el f. c. de Santa Fe á El Paso. Cap. Socorro.

- SOCORRO: Geog. Isla de Méjico en el litoral del Pacífico. Es una de las cuatro islas que forman el grupo de Revillagigedo frente á la costa del E. de Colima, á cuya jurisdicción corresponden. Es bastante elevada y ofrece un grupo de eminencias de cimas más o menos agudas, entre las cuales descuella una de una alt. de 3400 pies sobre el nivel del mar. Es la más extensa del grupo de Revillagigedo y tiene una figura casi circular, siendo su mayor diámetro, de N. á S., de unos 20 kms. Puede decirse que consiste en una sola montaña, cuyo pico más elevado es de 3707 pies de alt. sobre el nivel del mar. Por todos lados se halla cubierta de una espesísima breña de cactos, que hacen impenetrable su interior.

- SOCORRO (EL): Geog. Caserío del ayunt. de Breña Baja, p. j. de Santa Cruz de la Palma, prov. de Canarias; 54 habits.

Socos: Geog. Pueblo del dist. Socosvinchos, prov. Huamanga, dep. Ayacucho, Perú; 600 habitantes.

SOCOSVINCHOS: Geog. Dist. de la prov. de Huamanga, dep. Ayacucho, Perú; 5200 habitantes. El pueblo cap. de este dist. tiene unos 600.

SÓCOTA: Geog. Dist. de la prov. de Chota, dep. Cajamarca, Perú; 1900 habits. El pueblo cap. de este dist. tiene unos 400.

SOCOTA: Geog. Dist. de la prov. del Norte, dep. de Boyacá, Colombia, sit. en el plano de un cerro, á 2240 m. de alt.; 6600 habits. A inmediaciones del poblado se encuentran todos los climas, por lo cual se produce variedad de frutos. Cría buenos caballos y mulas; fab. de curtidos y de quesos.

SOCOTOR: Geog. Ibón ó lago de la prov. de Huesca, en el p. j. de Jaca y término de Canfranc. Es una de las fuentes del río Aragón.

SOCOTORA, SOKOTORA Ó SOKOTRA: Geog. Isla del Océano Indico, adyacente á la costa oriental de Africa, sit. al E. N. E. y á 230 kiló. metros del Cabo Guardafuí, cerca y al S. de la entrada del Golfo de Aden. Tiene unos 130 kilómetros de largo por 35 de anchura media, y respecto á su superficie no es posible fijar cifra entre 2800 y 6000 kms. Según documentos ofiexacta, porque los geógrafos difieren en este dato ciales ingleses, aceptados por el Almanaque de Gotha, tiene la isla 3579 kms.2 y 12000 habitantes. Entre Socotora y la costa africana se haIlan las islas de Brüder y Abd-al-Kuri y otros islotes y arrecifes, parte, sin duda, de las tierras que en pasados siglos unían á Socotora con A frica. Es una isla montañosa, cuya cumbre más elevada, en los montes llamados Haggier ó Ha

yar, tiene 1420 m. de alt. Arrecifes y bajos rodean la isla por muchas partes, y sólo hay buenos fondeaderos en la costa del N. Según consigna el teniente Wellstead (Derrotero del Golfo de Aden, traducido y adicionado por J. Rodríguez de Rivera), la forma de esta islà es irregular; al E. termina en una punta saliente; al S. la costa al N. se divide en una serie consecutiva de pees convexa y sigue una línea casi continua, pero queñas bahías, lo que analogamente acontece en la costa del O. Esta isla puede describirse como un conjunto de montañas de igual elevación sobre poco más o menos, casi rodeada de una planicie que se extiende desde su base al mar. Dicha planicie, de un ancho irregular, varía de 2 á 4 millas, pues entre Ras Felink y Ras Shaab, en que se elevan las montañas perpendicularmente desde el mar, desaparece aquélla por completo. Excepción hecha de los trozos regados por los marcha hacia el mar en toda la extensión de esta arroyos que descienden de las montañas, en su zona el suelo es duro, y en su estado actual no parece susceptible de cultivo de importancia. La arte meridional de esta llanura, aunque menos fértil que la septentrional, da regulares productos en las proximidades de Ras Mon, pero al O. es tan árida y desolada como las peores comarcas de la Arabia. La fuerza de la monzón S.O. en esta parte de la isla levanta de la orilla de la mar una arena muy fina, casi impalpable, for

« AnteriorContinuar »