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de todos, pero los delegados no fueron recibidos. Renovóse la embajada cuando murió Graciano, y aún se conserva la arenga que en aquella ocasión leyó Símaco á Valentiniano II. Símaco defendía la tolerancia. El obispo de Milán, San Ambrosio, respondió diciendo que la verdad no podía transigir con el error, anunciando que si el emperador no accedía à lo solicitado no hallaría sacerdotes cuando acudiera á la iglesia. San Ambrosio triunfó, y Símaco regresó á Roma dominado por el dolor. Abatido también este último por la muerte de Protestato, una de las columnas del partido pagano, recordando además cuán difícil le había sido justificarse de las calumnias lanzadas contra él por los cristianos, escribió á los emperadores Teodosio y Arcadio manifestando sus deseos de reposo, que sólo podía hallar despojándose de sus funciones. Sentíase desanimado viendo la decadencia, cada día mayor, del paganismo, y reconociendo su impotencia para evitarla. A nombre del Senado volvió (389) á reclamar el altar de la Victoria, pero nada consiguió. Ignoramos si tuvo parte en las embajadas posteriores enviadas con el mismo objeto. La edición príncipe de las cartas de Símaco, titulada Epistolæ familiares (Venecia, sin fecha, en 4.o), se debió á los cuidados de Cinisco (Cynischus), y es del pontificado de Julio II 1503 á 1513). Deben citarse las reimpresiones de Estrasburgo (1510-11, en 4.°); París (1580, en íd., y 1604, en íd.), estas dos con notas de Juret; Maguncia (1608, en íd.), que contiene 964 epístolas; Neustadt (1617, en 8.°), y Leiden (1653, en 12.o). La Biblioteca Nacional de París posee siete manuscritos de cartas de Símaco. El cardenal Maï descubrió y publicó: Symmachi VIII orationum ineditarum partes (Milán, 1815, en 8., y Roma, 1823, en íd.).

- SÍMACO (CELIO): Biog. Papa. N. en Simagia (Cerdeña) hacia 440. M. en Roma en 514. Era diácono de la iglesia de Roma, cuando después de la muerte de Anastasio II fué elegido Papa en 22 de noviembre de 498. Pero este mismo día el patricio Festo arrastraba una parte del elero á elegir por soberano Pontífice al arcediano Lorenzo. De resultas de las intrigas que se produjeron en Roma con motivo de esta doble elección, se convino en designar por árbitro al rey Teodorico, aunque era arriano. Este príncipe se declaró en favor de Símaco, que fué recono cido como Papa legítimo en un concilio reunido en aquella ciudad en 499. Sin embargo, Lorenzo no renunció á sus pretensiones. Nombrado obispo de Nocera, acusó en 503 á Símaco de varios crímenes, especialmente de adulterio y rapaci dad. Esto ocasionó en Roma nuevas contiendas, que tomaron un carácter bastante grave. Reunido un concilio para que ventilase el asunto, declaró á Símaco inocente de las acusaciones lanzadas contra él por el obispo Lorenzo. Poco tiempo después el emperador Anastasio I, á quien Símaco había excluído de su comunión, como opuesto á las decisiones del concilio de Calcedonia, lo acusó ante otro concilio de maniqueísmo, pero una vez más demostró el Pontífice que no era culpable de pactar con esta herejía, siendo así que a su advenimiento al pontificado había perseguido y arrojado de Roma á los maniqueos. Símaco fundó varias iglesias y luchó durante el resto de su pontificado contra las herejías de Nestorio y de Eutiques. Se le atribuye la introducción en la misa del Gloria in excelsis, y 12 Cartas dirigidas á varios obispos y al patricio Liberio.

SIMACOTA: Geog. V. y dist. de la prov. del Socorro, dep. de Santander Colombia; 6 450 habits. Sit. en las faldas de un pintoresco cerro, no lejos del río Suárez y á 1 004 m. sobre el nivel del mar. Añil, arroz y legumbres en abundancia. Tiene un buen hospital, y es patria del general D. Antonio Obando.

SIMADO, DA (de sima): adj. prov. And. Aplícase á las tierras hondas.

SIMALA: Geog. Río de la isla de Cebú, Filipinas, sit. en la costa E., hacia el S., entre los de Argao y Sibonga. Lo forman en las alturas de Santicon multitud de arroyuelos que, reunidos en un riachuelo que toma la dirección de Levante, pierde sus aguas en el sitio llamado La guasón y las recupera en el de Cansují. Tuerce más abajo al E. N. E. y toma el nombre de Calauin, recibiendo multitud de pequeños afluentes hasta el sitio de Tabón, en donde el cauce se TOMO XIX

ensancha, llenándose de numerosos cantos calizos, algunos bastante grandes. Poco después recibe el importante afl. llamado Tublé y su cauce vuelve à estrecharse, comprendido entre las alturas que se derivan del monte Sibo y las que forman la divisoria con el río Dumbluc, abriéndose nuevamente junto à la costa, en donde sus aguas forman una importante ría (E. Abella, La isla de Cebú).

SIMALU: Geog. Isla adyacente á la costa O. de Sumatra, de la que dista 120 kms. Pertenece al gobierno de Atyeh ó Achín, Indias holandesas; tiene 2100 kms. de sup. y unos 8 000 habitantes, casi todos malayos.

SIMANCAS. Geog. V. con ayunt., p. j., prov. y dióc. de Valladolid; 1 237 habits. Sit. cerca y al S.O. de Valladolid, á la dra. del río Pisuerga, en la carretera de Burgos á Salamanca por Valladolid. Terreno llano, con algunas cuestas y montes; cereales, vino, garbanzos, hortalizas y frutas. Archivo general del reino, instalado en el antiguo Alcázar, donde en numerosas y bien dispuestas salas se guardan diplomas y documentos antiguos muy importantes, referentes á la península, islas adyacentes y Estados de Flandes, Italia y Portugal. Atengamonos en la noticia de esta interesante v. á la hermosa descripción que de ella hizo D. José María Quadrado. Un antiguo puente de 17 arcos, ceñido de modillones por debajo de su pretil, cruza sobre el ancho Pisuerga; restos de murallas la circuyen y el caserío se eleva en anfiteatro, dominado por la parroquia y el archivo. Poco antes de las Comunidades destruyó un incendio su antigua iglesia de San Salvador; el nuevo templo, construído al estilo gótico del siglo XVI, ostenta trebolado portal y despliega con elegancia sus tres naves iguales en altura, sostenidas por columinas cilíndricas de estrecho capitel; el retablo, que hasta 1571 no se acabó de pintar, es tama que lo labró el insigne Juní, escultor de Valladolid. De la vieja fábrica no subsiste más que la torre bizantina que las llamas respetaron, metida toda en la actual fachada y afeada con un moderno remate: molduras ajedrezadas orlan sus arcos y ciñen sus cuatro cuerpos, y en el tercero y cuarto ábrese un magnífico ajimez en cuyos capiteles se observan extrañas y profusas labores. La antigua fortaleza fué elegida por Carlos I para servir de archivo; aplazado el proyecto, lo realizó Felipe II. Las obras que hubo que hacer, principiadas en tiempo ya del emperador por el famoso Berruguete, las encargó Felipe en 1572 á Francisco de Salamanca, después á su hijo Juan, y por muerte sucesiva de entrambos á Pedro de Mazuecos, todas bajo la dirección de su privilegiado arquitecto Juan de Herrera, recomendando que no se afease la forma del edificio al ensanchar su capacidad. En 1588 encargó á Francisco de Mora nuevas trazas, que ejecutaron Mazuecos el joven, Diego de Praves y Francisco su hijo, durando la fábrica hasta 1631, mientras que diestros entalladores labraban prolijamente los estantes. El archivo y su disposición y arreglo lo confió desde 1566 á su secretario Diego de Ayala, á cuyos descendientes pasó vinculado este honroso oficio. Bajo el aspecto monumental ganó poco el castillo ciertamente: los recelos de Felipe II se cumplieron. Una techumbre de plomo parece aplastar su gallardía; los torreones, despojados de su corona, semejan palomares, y el principal lleva por cubierta un extraño capitel á modo de campana. Balcones y rejas reemplazan á los ajimeces ó ventanas de medio punto, redondas lumbreras asomán más arriba... Aún conserva los cubos y almenas de su barbacana y el ancho y profundo foso y los puentes antes levadizos que á Levante y á Poniente dan entrada, y no sin emoción atraviesa éste el viajero para llegar á la puerta principal, cuyo arco sellan las armas reales y cuyas torres desfiguran las adiciones del siglo pasado. A dra. é izq. tiéndense en el piso bajo dos líneas de salas, regulares unas, prolongadísimas otras, algunas octagonas ó circulares colocadas en el hueco de los torreones. En el principal hay igual distribución, con las salas de estado enlosadas con jaspes blancos y negros, cubiertas de techo artesonado, vestidas de primorosa estantería del siglo XVI, y el cubo que fué prisión de Acuña convertido en lindísimo gabinete, con florones en su bóveda. Con las del segundo y tercer piso se cuentan más de 40 estancias, las más con anaqueles de yeso, varias con un corredor que á me.

dia altura las circuye. «Allí, añade Quadrado, está la historia de España, cuando ésta era casi la Europa, por no decir el Universo; la de Italia, Flandes y el Nuevo Mundo, que poseía; la de Alemania, Francia é Inglaterra, sus enemigas ó sus aliadas. Allí los tres reinados más gloriosos, los Reyes Católicos, el emperador, Felipe II el creador de aquel inmenso panteón de memorias que puede evocar cualquiera ante la posteridad, para cuyo juicio dejó él mismo tantos datos en millares de notas y apuntes escritos de su mano laboriosa. Aquel gran tesoro que tentó la imperial codicia de Napoleón, y cuyo despojo emprendió en 1810, sin que haya podido lograrse en más de medio siglo su restitución completa; aquel teso. ro explorado alguna vez por nuestros escritores y más a menudo por los extranjeros, yace toda. vía desconocido en su mayor parte, y quizá no ha revelado hasta ahora sino una mínima porción de sus secretos. >>

Hist. - Simancas es población de gran antigüe dad; en el Itinerario romano figura como mansión con el nombre de Septimanca, y pertenecía á la región de los vacceos. Septimanca, dice el docto historiador de nuestras antigüedades, estaba en el camino de Mérida á Zaragoza. Godos y sarracenos respetaron su nombre; á mediados del siglo VIII figura entre las varias que libertó momentáneamente la espada de Alfonso I; á fines del IX entre las que, protegidas por los triunfos de Alfonso III, renacieron y se colonizaron y se ciñeron de fuertes muros para guardar la frontera. Hízola á menudo residencia suya Alfonso IV, y contando afianzar y extender sus conquistas por aquel lado erigióla en silla epis copal hacia el año 927. De esta dióc., formada de desmembraciones de las de León y Astorga, y anterior á la de Palencia, sólo se conocen dos prelados: Ildefredo en 959, y después Teodisclo; pues como contraria á los cánones, la mandó suprimir en 974 un concilio reunido en León por la infanta Elvira, tía y tutora de Ramiro III. Mas entonces ya se había hecho célebre con la famosa batalla librada en julio de 939. Precedida de un eclipse de Sol, de temeroso aguero para unos y otros combatientes, trabóse á vista de Simancas sangrienta lucha entre Ramiro II, que iba en socorro de los sitiados de Zamora, y el califa Abderraman III. Según nuestras historias murieron 80 000 infieles, y el mismo califa tuvo que huir para salvar su vida; según los árabes la victoria quedó indecisa, y se suspendió el combate para reanudarlo al siguiente día; pero Ra. miro se retiró. Lo cierto es que éste no consiguió entonces su propósito, que era obligar á los mus. limes á levantar el sitio de Zamora. No muchos años después, en 950, dicen los anales árabes que el guali Ahmed-ben-Said desalojó de Simancas á los cristianos. La tomó otra vez y destruyó el califa Alhakem II en 964, y cayó en poder de Almanzor en 981 después que fueron destrozadas en la vecina llanura de Rueda las fuerzas reunidas de los castellanos, navarros y leoneses. «Cercola con sus estancias repartidas, dice un documento contemporáneo, y aquejándola con sus arcos y saetas, derribando sus muros y abriendo sus puertas, entró con ferocidad en el lugar; todos los que allí encontraron de los cristianos pasaron á cuchillo los moros crueles con su espada vengadora.» Entre los defensores cayó el que era, sin duda, su caudillo, el conde Nepociano Díaz, cuñado de Ramiro III, casado con su hermana la infanta doña Oria. A esta época se refiere la leyenda de las siete mancas doncellas mutilándose á sí mismas para guardar su castidad, las cuales, si no han dado su nombre al pueblo, según pretenden ignorantes etimologistas, han formado por lo menos su blasón. Más verdadera gloria comunica á Simancas la constancia de los cautivos, que acaso por más ricos perdonó la cimitarra, y que llevados á Córdoba languidecieron en sus mazmorras durante dos años y medio, hasta que vertieron su sangre en medio de la plaza, cuando ya se hallaba en ca. mino para conseguir su rescate un mensajero del rey Veremundo. Entre ellos se ha conservado únicamente el nombre de Domingo Yáñez Sarracino, que en aquel término y en el de Zamora poseía cuantiosa hacienda.

Simancas no reparó sus estragos ni se consideró definitivamente segura sino un siglo después con la conquista de Toledo; pero con el peligro disminuyó también su importancia, y la que en el siglo x era custodia de la frontera, fortaleza sólo inferior á la de Zamora, y honrada con el 23

título de ciudad, suena ya raras veces en el XII, confundida con las rústicas poblaciones de Campos. El súbito crecimiento de Valladolid, plantada tan cerca de ella, sobre la ribera misma, robábale, por decirlo así, toda su savia y vigor. Dícese que en 1202 aún poseía Simancas un término muy dilatado; mas en breve la hallamos incorporada al de la nueva cap., á cuyo municipio fué concedida como una de tantas aldeas en 6 de noviembre de 1255, privada de tener fuero propio. Dependencia tan humillante, en vez de quebrantar los ánimos de sus moradores, los exacerbaba más con el recuerdo de sus antiguos lí mites, dando lugar á discordias y reyertas entre la villa decadente y la pujante, mal apagadas todavía en el siglo XVI. Desde aquel punto la historia de Simancas se identifica con la de la nueva corte, cuya proximidad, más bien que honores y ventajas, atraía sobre ella peligros, agitaciones y armamentos, en las continuadas revueltas civiles que hervían alrededor del trono. Ocupóla en 1296 el rey Dionís de Portugal, amenazando á la varonil regente doña María; pero los descontentos castellanos que le acompañaban se redujeron á su deber, y los extranjeros, desbandados, retiráronse á toda prisa. Allí se encerró en 1427 Juan II con D. Alvaro de Luna, su privado, hasta que no pudiendo sostenerlo por más tiempo contra las exigencias de sus enemigos hubo de salir para la corte y el valido para

el destierro.

Treguas, negociaciones, conferencias, no caben en cuenta las que allí se pactaron y tuvieron. Mas no siempre se mantuvo Simancas especta dora pasiva de los acontecimientos; en 1465 tomó partido por su rey, Enrique IV, contra la rebelde liga, y cuando los sublevados de Valladolid, después de batir á Peñaflor, acamparon en las cuestas que la dominan, la fiel v. les resistió denodadamente, defendida por Juan Fernández Galindo. Parodiando la escena de Avila, cuyo principal autor había sido el arzobispo de Toledo, más de 300 mozos de espuela pasearon con ignominia la estatua del sedicioso prelado á vis. ta de los sitiadores, y, publicada la sentencia á voz de pregón, la quemaron en medio de la plaza al son de esta cantilena:

«Esta es Simancas, Don Opas traidor; Esta es Simancas,

Que no Peñaflor.>

Los muros de Simancas sirvieron de cárcel, entre otros al vicecanciller de Aragón Antonio Agustín (1515) y á D. Pedro, mariscal de Navarra (1519).

Durante la guerra de las Comunidades, Padilla y Bravo á su paso por la villa, al traer presos á los oidores del Consejo Real, se descuidaron de ocuparla y guarnecerla, y dieron lugar á que sus enemigos, acampados en Ríoseco, fuesen, á instancia de los habits., á enarbolar en aquellos muros el pendón del monarca. Mandados por el conde de Oñate hostigaban sin cesar los caballe ros á los de la Junta, interceptando sus comuni. caciones, tomándoles los víveres y rebaños y llegando en sus correrías á las puertas de la sublevada cap., donde el viejo capitán Tristán Méndez hacía proezas dignas de los antiguos tiempos. Cansados los comuneros de estas escaramu. zas, en que como menos expertos y disciplinados llevaban siempre la peor parte, emprendieron el sitio de aquel padrastro que no les daba tregua ni reposo; pero se lo hicieron abandonar los certeros tiros de la artillería, y Simancas, satisfecha de vengar sus agravios particulares á la sombra de sus servicios políticos, se quedó con el doble timbre de fiel y de vencedora. Cárcel fué también el castillo de Simancas del turbulento obispo Acuña, que allí perdió su vida agarrotado á una de las almenas por donde quiso escaparse. Después, como ya se ha dicho, se instaló el archivo en el Alcázar, y ningún hecho de importancia registra ya la historia de Simancas, como no sean los despojos que sufrió el archivo durante la invasión francesa. El escudo de armas de la v. ostenta una torre con una estrella encima, y lo orlan siete manos aludiendo á la fábula de las siete mancas.

- SIMANCAS (BATALLA DE): Hist. Dada á 21 de julio de 939 entre musulmanes y cristianos cerca de Simancas, en las márgenes del Pisuerga, no lejos de su confluencia con el Duero. Mandaba á los musulmanes el califa Abderramán III, y á los cristianos Ramiro II, rey de León. Los

árabes formaban un total de 80000 hombres. Grande debía ser también el número de cristianos, pues á las fuerzas de Ramiro se habían unido las del rey de Navarra, las del conde de Castilla y las de Omeya ben Ishak, jefe de un cuerpo de caballería musulmana. Los cristianos, partiendo de Burgos, se dirigieron hacia Zamora, sitiada por Abderramán. Este, con las fuerzas citadas, se adelantó al encuentro de aquéllos. Al encontrarse unos y otros, después de ligeras escaramuzas, se retiraron á sus respectivos campos. «Al día siguiente, dicen los autores árabes (confirmados en esto por las crónicas cristianas), hubo un espantoso eclipse que cubrió la luz del Sol de amarillez obscura en la mitad del día, horrorizando los ánimos de la inexperta juventud, que no había visto en su vida cosa semejante. » Dos días se pasaron sin que las tropas hiciesen movi| miento alguno, consternados como estaban cristianos y musulmanes por el citado fenómeno; pero al tercer día comenzó el ruido de los añafiles y trompetas, y el príncipe Almudafar recorrió las filas excitando á todos al combate. Tomando para sí el mando de la vanguardia y del centro, confió el de las alas á los gualíes de Toledo y Badajoz, mientras que el califa se mantenía en un cerro con la reserva puesta á sus órdenes, dispuesto a acudir á donde su presencia fuese necesaria. Comenzó la batalla alto ya el sol, aunque desde el rayar del día hubiesen principiado á moverse ambos campos.

La inmensa multitud de los cristianos marchaba en apiñados escuadrones, y con enemigo ánimo se acometieron las haces y se trabaron con atroz matanza. Por todas partes se veía igual furor y esfuerzo: el príncipe Almuda far recorría todos los puestos animando á los muslimes, blandiendo su lanza, revolviendo su caballo y haciendo cosas hazañosísimas. Sostenían los cristianos el encuentro de la caballería musulmana con admirable firmeza, dicen los escritores árabes, y su rey Ramiro con sus caballeros armados de hierro rompía y atropellaba cuanto se le ponía delante. Omeya ben Ishak combatía junto à él con sus valientes, y derramaba la sangre de los musulmanes como el más feroz de sus enemigos. Los sarracenos cedían ya el campo al valor de nuestra gente, cuando el califa, que vió desordenadas muchas banderas del ala derecha, y al centro que cejaba y perdía terreno, se lanzó, al frente de los caballeros de Córdoba y de los soldados de su guardia eslava, contra el flanco del ejército cristiano, que atacado de improviso fué por un momento roto y desbaratado. Por todas partes se renovó la batalla con mayor ardimiento; el hacha de un montañés derribó de su caballo cerca del califa al esforzado Abén Ahmed, gualí de Mérida; también murieron al lado de este caudillo y á la vista de Abderramán el alcaide de Valencia, Gehaf ben Yemán, y el esforzado caudillo de Córdoba, Ibrahim ben David, que habían hecho aquel día singulares proezas. La victoria parecía declararse en favor de los musulmanes, y los cristianos se retiraban, aunque sin cesar el combate, ante la esforzada tropa, entre la cual marchaba el califa, armado apenas, montado en un caballo blanco y vestido con una larga túnica y un gorro de imán, llevando abierto delante de sí en la silla de su caballo un ejemplar del Corán, del que leía los pasajes más propios para exaltar el entusiasmo de su gente; la noche, empero, llegó á interrumpir la batalla y á poner tregua á tantísimos horrores. Cristianos y muslimes se atribuyeron la victoria, si bien es innegable la gran pérdida que sufrieron los sarracenos, las irresistibles acometidas de los cristianos, la confusión tan próxima siempre á la derrota que éstos introdujeron en las filas agarenas, y obsérvase por fin que los historiadores musulmanes no indican las pérdidas que los cristianos tuvieron. Quedaron los muslimes sobre el campo mismo de batalla, que estaba regado de humana sangre y cubierto de cadáveres y heridos moribundos, que expiraban hollados entre los pies de la caballería; allí pasaron la noche, y descansaban los vivos tendidos y mezclados entre los muertos, esperando con impaciencia y temor la luz del día para acabar aquella sangrienta é inhumana contienda. Los cristianos, sin embargo, se retiraron y pasaron el río por varios vados, por consejo de Omeya ben Ishak, que ponderando á Ramiro el excesivo número de la gente agarena le disuadió de renovar el combate con un enemigo fecundo en engaños y superior en número.

SIMAÑA: Geog. Pueblo de la prov. del Banco, dep. del Magdalena, Colombia; 1210 habitantes. Sit. en la embocadura del río de su nombre y á 146 m. sobre el nivel del mar. El río Simaña es afl. del Ocaña, brazo del Magdalena.

SIMAO DÍAZ: Geog. Lugar cap. de municipio, comarca de Itabaiana, est. de Sergipe, Brasil, sit. al O.N.O. de Aracaju, cerca de las fuentes del Piauhy. Cría de caballos muy resistentes.

-SIMAO PEREIRA: Geog. Lugar del municipio y comarca de Parahybuna, est. de Minas Geraes, Brasil, sit. al S. de Ouro Preto, en la orilla izquierda del Parahy buna; 3 200 habits. (todo el municip.).

SIMARA: Geog. Isla del Archipiélago Filipino, sit. en la medianía del paso entie Bantón y la parte N. de la isla de Tablas, formando dos canales en sentido E.O., de 4 millas de ancho el que forma con Batón, y de 6 millas el que la separa de la isla Tablas. Ambos canales son fáciles, limpios y muy hondables. La isla Simara tiene 5 millas de largo de N. E. á S.O. y 2 millas de ancho; es limpia y acantilada, con un monte sobre su costa E. de 265 m. de altura sobre el mar, que domina la isla. A poco más de media milla de su extremo N se sondan 74 metros, arena gruesa 174 m., piedra, muy cerca y en la medianería de su costa N.O., y 159 m. á poco más de una milla, frente a la playa de arena de su extremo S., donde se halla una insignificante visita. Esta isla no tiene fondeadero alguno (Derrotero del Archipiélago Filipino).

SIMARRA: f. Mar. Trozo de palo que se cruza por el interior de una porta para trincarla de firme é impedir que se mueva; también se la llama barra.

- SIMARRA: Mar Taco de madera que se trinca por sus extremos á dos castañuelas ó asas de madera ó hierro, clavadas á ambos lados del tablón que va á sentarse en su sitio, para que sirva de punto de apoyo á las cuñas ó palancas con que se ejecuta dicha operación. Debe ser de madera dura y resistente, y de grueso suficiente para sufrir el esfuerzo de las palancas sin romperse, no necesitando otro amarre que la sujeción que le prestan las castañuelas al meterse en ella; algunas veces se la llama simbarra.

SIMARRO (EL): Geog. Aldea del ayunt. de Vara del Rey, p. j. de San Clemente, prov. de Cuenca; 123 habits.

SIMART (PEDRO CARLOS): Biog. Estatuario francés. N. en Troyes en 1806. M. en París en 1857. Hijo de un carpintero, vióse obligado á seguir la profesión de su padre, á pesar de las aficiones artísticas que desde su niñez había manifestado en la Escuela de Dibujo de su ciudad natal. Paillot de Montabert, autor de un Tratado de Pintura, consiguió que el dep. concediese á Simart una pensión anual de 300 francos y lo envió á París en 1823 recomendado al estatuario Dupaty. Este maestro fué excelente para el joven discípulo, y un aficionado muy rico, Marcotte, que hizo mucho por las Bellas Artes en la época de la Restauración y en el reinado de Luis Felipe, influyó para que el Ministerio encargarse al artista algún trabajo, gestión que dió por resultado la ejecución por parte de Simart de un busto de Carlos X, existente hoy en el Museo de Troyes, y de cuatro bajos relieves, la Fe, la Esperanza, la Caridad y la Liberalidad, destinados á una iglesia de la misma ciudad. Estas fueron las primeras obras del artista, quien después de la muerte de Dupaty entró en el taller de Cortot, en el que estuvo poco tiempo, y luego en el de Pradier (1827), en donde hizo rápidos progresos. En 1831 Simart se presentó al concurso para el premio de Roma, pero sólo obtuvo el segundo premio. Acompañó á su maestro Pradier en el viaje que hizo á Italia, y efectuó durante dos años laboriosos estudios de las obras maestras de la antigüedad. Consiguió el premio al presentarse de nuevo al gran concurso, regresó á Italia, é Ingrés, director entonces de la escuela, dispensó la más simpática acogida á este joven campeón del arte clásico. Gracias á los consejos del maestro, el talento de Simart tomó extraordinario vuelo. Antes de volver á Francia visitó el artista las principales ciudades de Italia; dibujaba los hermosos trozos de escultura que en ellas encontraba y estudiaba á los pintores, con especialidad á los precursores de Rafael, es decir, á aquellos en quienes encontraba precisamente

aquella gracia arcaica que intentaba realizar en sus mismas obras. A su llegada á Francia recibió del Estado encargos importantes. Las diversas recompensas concedidas á este hábil estatuario en el curso de su carrera artística son: una medalla en 1840; el grado de caballero de la Legión de Honor en 1846 y el de oficial en 1856; en 1852 había sido elegido individuo del Instituto en reemplazo de Pradier. Simart ejecutó, además de las obras antes citadas, las siguientes: la Ninfa Coronis; el Anciano y sus tres hijos; Orestes refugiado en el altar de Palas; la Arquitectura; la Escultura; la Justicia; la Abundancia; etc. Pero la obra que entre todas hizo sensación fué la sabia restauración que empren dió de la Minerva criselefantina del Partenón.

SIMARUBA (nombre guyanés): f. Bot. Género de plantas perteneciente a la familia de las Simarubáceas, cuyas especies habitan en las regiones tropicales de América, y son plantas arboreas, con las hojas alternas, pinnadas, con las folíolas también alternas, enterísimas y brillantes por el haz; racimitos pedicelados provistos de hojas bracteales, formando panojas axilares ó terminales; flores pequeñas, blanquecinas ó verdosas, rojizas por el borde interno; flores dióicas; cáliz corto, cupuliforme, con cinco dientes ó cinco divisiones; corola de cinco pétalos hipoginos mucho más largos que el cáliz, arrollados en la estivación, empizarrados y casi patentes en la antesis; las flores nasculinas tienen 10 estam

bres hipoginos, casi tan largos como los pétalos los alternos con éstos y algo más cortos los opuestos; todos con los filamentos insertos en el dorso de una escamita corta, pelosa en el ápice, filiformes ó aleznados, y las anteras introrsas, biloculares, acorazonado-aovadas y longitudinalmente dehiscentes; ovarios rudimentarios, sentados sobre un ginóforo corto, ó á veces nulos; las flores femeninas tienen 10 estambres rudimentarios reducidos á las escamitas, un gi noforo corto, y sobre él sentados cinco ovarios libres y uniloculares, con un solo óvulo inserto en el ángulo interior cerca del ápice, colgante y anatropo; estilos continuos, con los ovarios libres en la base y soldados después en uno solo; estig ma ancho, quinquelobulado; cinco drupas, ó menos por aborto, forman la fructificación, y estas drupas son uniloculares, monospermas y casi patentes; semillas invertidas, con la testa membranacea; embrión sin albumen, ortótropo, con los cotiledones carnosos y la raicilla muy corta.

Empléase en Medicina la corteza de las raíces gruesas de una especie del género Simaruba, la cual es conocida entre los botánicos con el nombre sistemático de S. officinalis D. C.; esta especie es un árbol de 20 ó más metros de altura, y crece en la Guayana y en la parte septentrio

nal del Brasil.

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especies de algunos géneros (Irvingia, Rigiostachys, Brunellia). El tallo y las hojas carecen de células secretoras, pero el estuche medular contiene algunas veces en su zona periférica canales secretores (Ailantus, Brucea), y sus cortezas suelen contener un principio amargo (Quassia); las flores son regulares, generalmente polígamas o unisexuales, rara vez hermafroditas (Simaba, Quassia), y generalmente están dispuestas en racimos, ya sencillos (Quassia), ó más generalmente compuestos, á veces terminados en cimas (Ailantus); estas flores son en la mayoría de los casos pentameras, pero en algunos géneros son tetrameras (Kæberlinia), trímeras (Soulamea) ú octómeras (Holacantha); su organización ge neral es muy semejante á la de las rutáceas y terebintáceas.

Los sépalos en la mayoría de los casos están unidos entre sí, bien en toda su longitud de modo que se desprenden en forma de cofia en la antesis (Hannou), ó bien sólo en la base; los pétalos están siempre libres; el andróceo comprende dos verticilos alternos (Quassia, Ailantus), ó uno solo, que puede ser el de los estamepipétalos (Pieramnia, Pierolemma) por aborto; bres episépalos (Picrana, Brucea ), ó el de los otras veces hay desdoblamiento y el número de estambres aumenta hasta 18 (Maunia); los filamentos están libres y á veces provistos en la base de una escama ligular (Quassia, Simaruba), y las anteras son introrsas, con cuatro sacos que se abren longitudinalmente; entre el andróceo y el pistilo existe un disco nectarífero anular cupuliforme, que falta en algún género (Eurycogeneralmente con un solo óvulo y a veces con ma); el pistilo consta de cinco carpelos cerrados, dos (Suriana, Pieramnia), cuatro (Cadellia) ó muchos (Kaberlinia) óvulos anátropos colgan tes, con el rafe interno; estos carpelos unas ve ces están completamente libres (Suriana), otras libres en la región del ovario, pero soldados en la de los estilos (Simaruba, Quassia), y otras soldados en toda su longitud (Picramnia); algunas veces hay sólo dos carpelos (Irvingia), y aun uno solo (Amaroria).

El fruto es casi siempre drupáceo, y cuando los carpelos están libres resultan otras tantas drupas independientes; otras veces es una sámara (Ailantus), una baya (Picramnia) ó una cápsula con dehiscencia loculicida, en la que las dos capas del pericarpio se abren con elasticidad (Brunellia, Dictyoloma); la semilla, alguna vez alada (Dictyoloma), tiene un embrión recto ó curvo con los cotiledones planos, á veces arrollados plegados (Picrodendron), y carecen casi siempre de albumen, que por excepción existe en algunos géneros (Irvingia, Soulamea); el plano medio del embrión puede coincidir con el plano de simetría de la semilla (Suriana, Cucorum, Harrissonia, Dictyoloma) ó es perpendicular á él (Ailantus, Quassia, Soulumea),

En la familia de las Simarubáceas se incluyen unas 112 especies, distribuídas en 30 géneros, y la mayoría de ellas habitan en los países cáli

siguiente: Se puedente distribuir en dos tribus, del modo

La corteza se encuentra en el comercio en fragmentos arrollados, de un metro ó más de longitud y generalmente desprovistos del súber; éste, cuando existe, es blancogrisáceo ó amarillento, rugoso, cubierto de verrugas suberosas ó lentejidos. llas, y marcado con crestas y surcos transversales. Por efecto de la mondación que suelen prac: ticar los recolectores los fragmentos quedan casi siempre reducidos á la capa libérica, la cual tiene un color blanco-amarillento y es extremadamente fibrosa, de fibras largas y blandas, tan flexibles que se pueden doblar y tejer, por lo que la corteza no se puede romper en sentido trans

versal sino valiéndose de un instrumento cortante, aun cuando se hiende con gran facilidad longitudinalmente, ó sea en la dirección de las fibras; es completamente inodora, y su sabor es amargo muy intenso.

La corteza de simaruba contiene un principio

amargo, que es la cuasina, una materia resinosa, aceite esencial y varios ácidos, entre ellos el málico y el agálico. Esta corteza ejerce una acción tónica y aperitiva muy semejante á la del leño de cuasia, y á esto se debe su principal aplicación médica. También se ha usado como febrífuga y antidisentérica.

SIMARUBÁCEAS (de simaruba): f. pl. Bot. Familia de plantas perteneciente al tipo de las fanerogamas, subtipo de las angiospermas, clase de las dicotiledóneas, orden de las dialipétalas súperováricas. Son arbustos ó árboles con las hojas esparcidas, rara vez opuestas (Brunellia), generalmente pinnadocompuestas y alguna vez sencillas (Soulamea, Holacantha), generalmente sin estípulas, aun cuando éstas existen en las

1. Simarubeas: Carpelos libres. Quassia, Simaba, Simaruba, Neorum, Ailantus, Suriana, Brunellia.

nia, Irvingia, Spathelia. 2.a Pieramnicas: Carpelos soldados. Picram

SIMAT: Geog. Valle, vega ó llanura de la parte S. de la prov. de Valencia. Comprende los distritos municipales de Simat, Benifaixó y Tabernes; representa una especie de elipse cuyo mayor diámetro corre próximamente de E. á O., ocupando los pueblos de Simat y Tabernes sus dos focos; rodeada hacia Oriente y N. por los estribos de la sierra de las Agujas, y del lado occidental y S. por las ramificaciones del Monduber, monte Jaraco, entre cuyo pueblo y Tabernes está como que avanza bastante en la llanura hasta junto á abierta esta vega al mar. La alt. sobre el nivel de éste es escasa, no excediendo de 8 á 9 m.; el recinto de esta vega es precioso por la naturaleza de sus tierras, por la abundancia de aguas y la suavidad del clima. Su extensión es próximamente de legua y media de E. á O. y cerca de media de N. á S. Su vista es tan agradable que Cavanillas dió una idea de ella en una bonita estampa que figura en la pág. 216 del lib. I. Este mismo autor hace notar que allí las lluvias son más frecuentes que en el resto del reino, y que

no pocas veces se experimentan tempestades y piedras. La situación de este valle, su forma, y particularmente el hallarse rodeado de altos montes con comunicación fácil y expedita hacia el mar, desde donde van las corrientes cargadas de vapor en abundancia, son las causas principales de la frecuencia en él de dichos fenómenos meteorológicos. Pero el hecho que más distingue á esta vega, y que tan directamente contribuye á la fertilidad de sus tierras, es el de recibir todas las aguas que caen en el inmediato valle de Varig, como consecuencia de las circunstancias particu lares que en éste concurren (Vilanova, Reseña geolog. de la prov. de Valencia).

SIMAT DE VALLDIGNA: Geog. Lugar con ayunt., al que está agregado el caserío de Los Corrales, p. j. de Aleira, prov. y dióc. de Valencia; 2473 habits. Sit. al S.O. de Cullera, no lejos del mar, con estación del f. c. de Carcagente á Valldigna. Terreno llano en gran parte; cereales, Denia y en la parte occidental del valle de arroz, seda, hortalizas, cacahuete, naranjas y otras frutas. En el término y hacia el E. existieron el monasterio de Valldigna y el pueblo de

Jara.

SIMATETO (del gr. ovμμants, compañero,: m. Zool. Género de insectos del orden coleopte ros, familia curculionidos, tribu braquiderinos Los caracteres más importantes de este género de insectos son los siguientes: rostro inclinado, grueso, tan ancho en su base y más corto que la cabeza, cuneiforme, plano por encima y recorrido por un surco prolongado hacia atrás sobre la frente, apenas escotado en su extremidad; escrobas muy profundas, estrechas, flexuosas é infraoculares; las antenas muy largas y delgadas; el escapo abultado en su extremo y pasando un poco el borde posterior de los ojos; el funículo con los artejos primero y segundo largos, el primero cónico y el segundo cilíndrico; la maza antenal ovalada y articular; ojos medianos, ovoides, longitudinales y muy salientes; el protórax tan largo como ancho, cilíndrico, regularmente redondeado sobre los lados, truncado por delante y en su base; el escudo pequeño, en forma de triángulo curvilíneo; los élitros muy convexos, regularmente oblongo-ovalados, más anchos que el protórax y escotados en arco en su base; patas muy largas, sobre todo las anteriores, las intermedias más cortas que las otras; fémures anteriores y posteriores abultados en su parte media; las cuatro tibias anteriores un poco arqueadas en su extremidad, las anteriores dentadas en su borde interno, las posteriores transversalmente ensanchadas en su extremidad; tarsos muy largos, medianamente auchos, esponjosos por debajo; el segundo segmento abdominal mucho más grande que el tercero y cuarto reunidos, separado del primero por una sutura arqueada; el cuerpo oblongo y densamente escamoso.

El tipo de este género es el Symmathetes kollari Schh., que es un insecto de regular tamaño, rugoso sobre el protórax, estriado sobre los élitros, con los bordes laterales de estas dos partes y la inferior del cuerpo de un color amarillo terroso claro. Su patria es el Brasil.

SIMBA: Geog. Río de las posesiones portugue. sas de Mozambique, Africa oriental. Nace cerca de Madodo, al O. de la meseta de los Mavias ó Mabihas; corre al N.O. por un valle encajonado y desagua en el Rovuma, al pie de una elevada colina llamada también Simba. || Pueblo del Africa occidental, en el Congo francés, á orillas y en el curso medio del río Ofoué, afl. meridional del Ogoué.

SIMBAL: Geog. Dist. de la prov. de Trujillo, dep. Libertad, Perú; 1250 habits. El pueblo capital tiene 810.

SIMBAMBARO: Geog. Aguas termales en el llano del Cuatro, municip. de Puruándiro, distrito de este nombre, est. de Michoacán, Méjico. La temperatura de estas aguas es igual á la del cuerpo humano, y tal su limpidez que dejan descubrir las arenas de su fondo, las cuales, heridas por los rayos del sol, adquieren diversos colores, mosaico. presentando en su conjunto la apariencia de un

SIMBAS: Etnog. Pueblo negro del Congo francés, en la cuenca del Ogoué, entre el país de los Okandas al N., el de los N'Kunas al S, y el de los M'Banguins al O.

SIMBATOCRINO: m. Paleont. Género pertene

dos: un hongo y un alga. En los líquenes exis-
ten ambos elementos reunidos, razón por la cual
no se consideran hoy estas plantas como orga
nismos sencillos sino como reunión ó asociación
de dos organizaciones diferentes. La estructura
de los líquenes muestra en ellos, aparte de todos
los organismos destinados á la reproducción, unas
células largas, ramificadas é incoloras, á las cua-
les se da el nombre de hifas, y otras cortas, re-
dondeadas y con clorófila, las cuales habían re-
cibido el nombre de gonidios.

Estos elementos tan diversos no han sido bien
considerados, hasta que Schwendeuer ha indica-
do que los líquenes constituían un caso de aso-
ciación simbiótica, en la que las hifas represen-
taban el organismo hongo y los gonidios el ele-
mento alga, teoría que ha sido aceptada gene-
ralmente y es seguida hoy por casi todos los bo-
tánicos, después de la comprobación experimen-
tal obtenida por De Bari y por otros autores que
han logrado obtener por síntesis algunas espe-
cies de líquenes, y de las observaciones, genera-
lizadas ya para todos los líquenes, en los que se
han encontrado siempre los mismos elementos.

En esta curiosa asociación los elementos re

ciente á la familia de los cupresocrínidos, sub-
orden de los teselados, orden de los crinoideos y
tipo de los equinodermos. Lo más característico
de este crinoideo fósil es la forma que presenta
el cáliz, parecido á la del fruto del ciprés, de
donde recibe el nombre que lleva la familia; es
por tanto un cáliz pateliforme, lo más general-
mente regular y comprendiendo tres zonas de
placas de pequeño tamaño; las superficies arti-
culares superiores de las radialias son bastante
anchas y se presentan como truncadas; las pie-
zas orales forman un aparato de consolidación
situado en la base de los brazos y constituyendo
una especie de anillo formado por cinco grandes
placas orales que ocupan los espacios interra-
diales, dejando entre sí una abertura libre para
dar paso a los vasos ambulacrales que se dirigen
á los brazos; una de las placas orales que tienen
la forma petaloidea con una pequeña escotadura
hacia el centro del contorno superior se presenta
perforada por dilatación de esta misma escota-
dura para dar paso al ano, haciéndose preciso
considerar como el orificio de la boca la gran
abertura que queda en el centro de las cinco
placas orales, siendo por tanto la boca central y
el ano excéntrico. Existe un canal dorsal en los
artejos de los brazos, que son bastante gruesos,
deprimidos y de una sola fila de artejos. La base
del género Symbathocrinus es dicíclica, teniendo
las interbasalias formadas por una capa cua-
drangular y estando colocadas después las para
basalias, que son todas semejantes y pentagona-
les; las radialias son cinco, con la superficie ar-
ticular ancha y recta, y muy rara vez existe una
interradialia analia sobre la que se encuentra
una braquialia llamada por Roemer radialia de
segunda categoría, y á la cual se unen las otras
braquialias más altas, bastante más anchas y
simples. La cara ventral de los brazos se presen-
ta hueca y sus lados se hallan dotados de finas
pínulas. El tallo que sostiene el cáliz es de for-
ma cuadrangular y presenta generalmente cua-
tro, y muy rara vez cinco ó tres canales nutri-
cios, en tanto que los artejos de los brazos acce-
sorios llevan tan sólo dos perforaciones. Perte-
nece el género Symbathocrinus al terreno devó-
nico y á las formaciones de la caliza carbonífera, Aunque las ventajas de los dos organismos
encontrándose en su compañía otros varios gé asociados sean recíprocas, no son de igual im-
neros, entre los cuales merecen citarse el Cupres-portancia. El alga puede vivir indefinidamente
socrinus, el Phinocrinus y el Ediocrinus.

SIMBA-URANGA: Geog. Brazo principal del delta del Lufiyi, río de la costa oriental de Africa, tributario del Océano Indico. Puede navegarse en él durante todo el año.

SIMBAY: Geog. Río del Perú. Según Paz Soldán, nace en los altos de Vincocaya, corre al 0. hasta recibir por la dra. las aguas del ChaIlhuanca, y de allí sigue al S.S.O. hasta unirse con el río Blanco, al N. del volcán Mistí, y forma después el Chili, cuyo rumbo es S.O. En los primeros años de la República se proyectó hacer cerca del origen del Simbay el célebre Canal de Vincocaya con el objeto de unirlo con el río Colca y aprovechar parte de éste para aumentar las aguas del Chili, pero lo mal estudiado del proyecto y su peor ejecución lo malograron.

SIMBELLAUEIN: Geog. C. cap. de dist., provincia de Dakahlieh, Bajo Egipto, sit. al S.S. E. de Mansurah, en la orilla izq. del Canal ElBuhiyeh, derivación oriental del Nilo y en f. c. de Mansurah á Zagazig por Abu-Kebir; 5000 habits.

el

SIMBI: m. Bot. Nombre vulgar de una planta perteneciente a la familia de las Leguminosas, subfamilia de las papilionáceas, la cual es conocida entre los botánicos con el nombre sistemático de Phaseolus trilobus Roth.

SIMBIOSIS (del gr. ouμßios, que vive con ó juntamente): m. Bot. Nombre con que se desig na la asociación de dos organismos que viven juntos, encontrando en la comunidad de vida ventajas recíprocas. Distinguese la simbiosis del parasitismo en que en este último la asociación es ventajosa para uno de los dos asociados, para el parásito, mientras que el otro asociado sólo encuentra desventajas y molestias. Por eso mientras el parasitismo es siempre un perjuicio para el organismo que le soporta, la asociación simbiótica sólo ofrece ventajas.

Entre los muchos ejemplos curiosos de simbio sis es uno de los más notables el que nos ofrecen los líquenes, organismos considerados hoy como compuestos por dos organismos sencillos asocia

productores corresponden siempre al hongo y
son siempre esporas originadas en tecas ó en
basidios, por lo que se sabe cuál es la naturaleza
del hongo asociado, el cual corresponde casi
siempre a los ascomicetos discomicetos, ó á los
ascomicetos pirenomicetos, y en un corto número
de especies á los basidiomicetos, nunca en los
demás órdenes admitidos en la clase de hongos.
El alga, que puede ser la misma especie en va-
rios líquenes, con tal de que varíe la especie de
hongo con quien se asocia, es siempre un alga
inferior, bien una cloroficea de las más sencillas
(Protococáceas, Palmeláceas, etc.), ó bien una
cianoficea, nunca una cloroficea superior, ni me-
nos una feoficea ó una rodoficea. Por ser estas
algas tan sencillas que no tienen como procedi-
miento reproductor normal más que la multipli
cación celular, no hay en los líquenes órganos
reproductores correspondientes al elemento alga,
y todos los que presentan (apotecios, esperma-
cios, etc.) corresponden siempre al hongo.

sin el hongo, siempre que halle un ambiente
suficientemente húmedo, mientras que el hongo
no puede vivir sin que el alga le suministre los
principios ternarios para cuya síntesis carece de
condiciones; el alga obtiene una ventaja, puesto
que alojada entre las mallas de las hifas puede
resistir la sequedad del ambiente, y el hongo
satisface una necesidad imprescindible.

También otras algas realizan asociaciones
simbióticas alojándose en las raíces de algunas
plantas vasculares (camelia, lenteja de agua, ri-
zocarpáceas, etc.), y otras se asocian con diferen-
tes animales.

SIMBIOSIS: Zool. Llámase simbiosis á la exis-
tencia especial de dos animales ó seres orgánicos
distintos que viven el uno en el interior del
otro, y en tal condición de dependencia que en
esta asociación encuentran ambos mutuas ven-
tajas. Creíase muy de ligero, hasta los preciosos
trabajos de Van Beneden, que cuando dos ani-
males distintos se encontraban asociados era

siempre en la forma de parasitismo, nutriéndose
uno á expensas del otro; pero este sabio zoolo-
go, estudiando atentamente la vida parasitaria,
encontró que entre los animales asi asociados
podían existir diversas relaciones de dependencia,
y que no era lógico confundir en la misma cate-
goría á los animales que, fijos sobre otros, se
alimentan á expensas de la substancia de su
huésped, con los que sólo se limitan á tomar
una pequeña parte de sus alimentos, y sobre
todo con los animales que se asocian ó viven
juntos, encontrando en esta compañía mutuas
ventajas. No llevan la misma vida la triquina y
la tenia, que se alimentan de los jugos de su
huésped, que el Pinnotheres, que se limita á
alimentarse de los desperdicios de la comida de
la Pinna, y que el Pagurus, que se asocia á una
actinia.

Descartando, pues, los parásitos y los comen-
sales, reuniremos en este artículo á los animales
que viven los unos sobre los otros sin ser ni
parásitos ni comensales. Los servicios y depen-
dencias entre uno y otro animal asociados son
siempre mutuos; la regla de la simbiosis es la

misma para los vegetales que para los animales; tanto se presenta este modo de vida en el liquen formado por un alga que encuentra ambiente húmedo en el hongo con que vive, y pagándole este servicio con suministrarle principios que él no puede formar por falta de clorofila, como entre dos animales que viven juntos, por ejemplo la Dromia, que cubre su caparazón para ocultarse y disimular su presencia con una esponja del género Suberites, que á su vez saca ventaja de esta alianza en que el crustáceo la transporta y la de parte de su alimento.

Muchos son los animales que presentan ejemplos de simbiosis entendidos de esta manera; y así, pues, únicamente nos limitaremos á citar los casos más vulgares y mejor conocidos dentro de la serie animal.

Muchos insectos, como los Ricinus, los Philopterus y otros afines, se instalan entre el plumón de las aves y el pelo de ciertos animales, sin que jamás molesten á su huésped por sus picaduras, sino que únicamente se alimentan de las escamas epiteliales desprendidas de la secreción de los folículos sebáceos, de los pelos y plumón muerto, limpiando la piel de toda esta porquería que molesta al mismo animal, y prestándole así un verdadero servicio, que encuentra compensado con el abrigo y alimento que sobre él disfruta. En los peces este mismo papel le llenan muchos crustáceos, de los órdenes de los isópodos y copépodos especialmente, como los pertenecientes á los géneros Argulus, Caligus, Gyropeltis, etc., que no se alimentan más que de las escamas desprendidas y mucosidades de la piel. En uno de ellos se presenta un caso sumamente curioso. El bacalao sustenta una especie de Caligus que vive en esta forma, y que se alimenta haciendo la toilette, por decirlo así, del pez, y él á su vez hospeda un gusano del género Udonella que le presta igual servicio y encuentra la misma recompensa.

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En los canales mucosos de los peces se hallan también animales que prestan igual servicio. En 1850 Leydig encontró en Cagliari, en los canales mucosos de la piel de un pez del género Corvina, un pequeño animal de aspecto vermiforme y forma alargada, al cual tomó por un lerneido y denominó Spherosoma; pero luego Van Beneden y otros han demostrado que no pertenece al grupo de los crustáceos, sino al de los gusanos, muy semejante á los del género Hisbriobdella, que realmente sus larvas asemejan una Lernea.

Otro ejemplo curioso de este género de vida le encontramos en las Opalina y en otros infusorios que viven en el intestino de la rana en cantidades verdaderamente extraordinarias, alimentándose de las partículas aún no acabadas de digerir. Es realmente un espectáculo sumamente curioso para el que empieza á ejercitarse en los estudios de los animales microscópicos el examen del contenido del recto de una rana. Van Leuwenhoeck conocía ya, hace doscientos años, tan curiosa particularidad, y Bloch la había ya descrito con el nombre de Chaos intestinalis. También se encuentran en la misma rana algunos rotíferos del género Albertia, que asimismo se ven en el intestino de las lombrices, las limazas, las efémeras, como sucede con la Albertia vermiculus. Posteriormente M. Schulze ha descrito otra Albertia parásita del Nois littoralis, y Radkewitz otra en un lombrícido de pequeño tamaño, el Enchytreus vermicularis. Seebold fué el primero que con evidente razón manifestó que estos animales no son verdaderos parásitos, puesto que no se alimentan á expensas de su huésped.

También es digno de mencionarse el caso que presenta un grupo de gusanos del género istriobdella, los cuales se encuentran generalmente entre las masas de huevos que las hembras de los crustáceos macruros llevan debajo de su pleon ó cola. Estos gusanos no se alimentan jamás de los huevos ó de los embriones vivos, sino que consumen únicamente los óvulos y embriones muertos que por su descomposición, por estar tan cerca de los demás, podrían provocar su corrup ción; de este modo el gusano encuentra un alimento que le agrada y un huésped que le alberga y le transporta, y éste en cambio salva á su progenie de muchos riesgos y tiene en el gusano un celoso defensor de su futura cría.

La singular asociación que une á una familia de cangrejos, los Paguros, con determinadas actinias, es uno de los casos más curiosos de vida simbiótica entre dos animales de grupos tan

presentan notables ejemplos de ello. Sabido es que estos animales no consienten en su morada la presencia de ningún intruso; pero hay, a pesar de esto, ciertos insectos que viven con ellas en la mejor armonía, y que estos animales, poco despilfarradores, cuidan y miman aún más que á sus larvas. Así sucede con muchos seláfidos escidménidos y páusidos, que no se encuentran más que en el interior de los hormigueros; cada especie de hormigas tiene sus huéspedes habituales y bien determinados. Tratando de explicar esto, se pretende que las hormigas los protegen porque les gusta chupar el jugo azucarado que segregan estos animales por sus articulaciones. También, y en éstos la razón citada es evidente, albérganse en sus nidos numerosos pulgones, sobre todo del género Forda, que viven únicamente bajo tierra. Sabido es que las hormigas acuden á las plantas infestadas de pulgones, y acariciandolos con sus antenas les hacen emitir por las glándulas una substancia líquida transparente, azucarada, que chupan con delicia. Por esto muchos naturalistas han dicho que servían como de vacas de leche á las hormigas.

diferentes. Los Paguros son crustáceos macruros cuyo pleon no está protegido por un dermatoesqueleto resistente que le ponga á cubierto de los numerosos animales marinos, ávidos siempre de presa, que fácilmente podrían atacar y destruir al mal dotado crustáceo. Abrigado en su guarida, el Paguro saca sólo el tórax y sus robustas pinzas, y entonces parece verdaderamente un animal formidable y temible, en el que nada hace sospechar su debilidad. Para salFar este inconveniente el crustáceo busca una oncha vacía de un molusco gasterópodo y alberga en su interior el abdomen, y aun á veces todo el cuerpo, pues trata generalmente de encontrar una morada bastante capaz para ello. Así protegido el animal arrastra consigo siempre su casa ó permanece quieto, asomando por la abertura de la concha su cuerpo y sus temibles tenazas, esperando pacientemente que venga una presa á ponerse a su alcance Este singular género de vida y costumbre de arrastrar su casa consigo ha sido causa de que se le haya dado el nombre de Bernardo el Ermitaño. Nada, sin embargo, presenta hasta aquí de verdaderamente extraño en sus costumbres, pero lo más singular es que generalmente sobre la concha del molusco que alberga el crustáceo se fija una actinia, la Sagartia parasitica ó la Adamsia palliata si la concha es de pequeño tamaño La actinia y el crustáceo viven en las mejores relaciones, y encuentran al parecer notables ventajas en esta asociación, pues la actinia, implantada sobre el caracol en que vive el Paguro, contribuye grandemente á ocultar la presencia de éste y á que los animales de que se alimenta se acerquen confiados en que no hay allí más que una bellísima actinia, que saben es inofensiva para ellos, pero no cuentan con que debajo de ella está oculto el astuto Paguro que, extendiendo sus pinzas cuanto puede, les aprisiona y da muerte. Entonces, reconocido el crustáceo al servicio que le presta la actinia, le da una parte de su presa, poniendo al alcance de su boca pedazos del animal capturado. Fomentada por el mutuo interés esta singular amistad entre dos animales tan diversos, la actinia y el Paguro viven como los mejores amigos del mundo. El crustáceo, en su crecimiento, aumenta de volumen, y la concha en que se alberga llega á ser pequeña para contenerle, haciéndosele forzoso buscar una morada más amplia, para lo cual busca otra concha vacía ó traba sangrientos combates con otros Paguros para desposeerlos de su concha, de la cual á viva fuerza trata de arrancarlos. Una vez conquistada su antigua morada parece que á la nueva no habrá de seguirle su compañero, al que nada impone la necesidad de cambiar de concha; pero el Paguro hace tales esfuerzos para que cambie, que al fin, aunque extraño parezca, logra convencerle, para ello pone tocándose las dos conchas, con su pinza levanta el borde del disco basal de la actinia y le pone tocando con la nueva concha, y así, tras de frecuentes esfuerzos, la actinia signe à su compañero en su cambio de domicilio. En la Estación Zoológica de Nápoles, en sus preciosos y bien dispuestos acuarios, se pueden observar fácilmente estas singulares costumbres, y se han hecho repetidas pruebas para comprobarlas. Se ha visto también que si se desprende á la Sagartia de la concha de su Paguro y se la deja libre en el mismo recipiente á alguna distancia, 1 ó 2 metros del crustáceo, éste la busca por todas partes, y al fin la actinia se vuelve á fijar en la concha de su compañero, y si en un mismo depósito se mezclan varios y se hace con ellos la operación de separar la actinia, cada una de éstas se fija luego sobre su verdadero compañero Hasta tal punto influye en estos crustáceos tal género de vida, que el abdomen, en lugar de ser recto como en la langosta ó el cangrejo, ó en todos los crustáceos macruros, está algo con torneado en espiral para poderse adaptar a las vueltas de la concha del caracol, y las patas abdominales externas se le atrofian y desaparecen casi por completo. Para que esta asociación sea aún más extraña, viene generalmente á aumentarla un nuevo compañero; en las últimas vueltas de la concha vive generalmente un gusano del grupo de los Nereis, que se alimenta de las deyecciones del Paguro, y en cambio de la hospitalidad que recibe al consamir las porquerías eliminadas por el animal, le limpia su morada.

No sólo se verifican estas asociaciones ó verdaderas simbiosis entre animales de distintas clases, sino que aun se encuentran ejemplos de este género de vida entre los vegetales y los animales. Muchos infusorios, sobre todo el Paramesium bursarice, las Hidra y gran número de ac

En los insectos se observan curiosos ejemplos de estas asociaciones; las hormigas sobre todo

SIMBIOTO (del gr. ouußios, que vive con ó juntamente): m. Zool. Género de insectos del orden de los coleópteros, familia de los endomíquidos, tribu de los leyestinos. Los insectos de este género están caracterizados por ofrecer la cabeza ancha, encajada en el protórax hasta el borde posterior de los ojos; el labro corto y casi entero; las mandíbulas de base ancha, muy largas y divididas en tres dientes, ciliadas y membranosas en su borde interno; las maxilas con el borde externo piriforme, provisto en su extremidad de cilos largos, apretados y fasciculados; el

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Simbiosis de un paguro y una actinia

tinias, como la Anemonia sulcata, deben su color verde á numerosas algas pequeñas y redondeadas que viven, no ya en sus cavidades y vasos, sino en el interior de los tejidos y de las células. Dase como carácter de los animales la falta constante de clorófila, y se objeta que en los que hemos citado existe ésta, pero no es que la haya como una substancia propia del animal, sino por estar contenida en estas diminutas algas (Zoochlorellas y Zooxanthellas) que en ellos viven. Krukenberg opina que dichas algas, que ya antes había estudiado minuciosamente Brandt, no viven como parásitas, sino que le son útiles al animal porque, como todos los vegetales, forman directamente las substancias ternarias que el animal no puede formar, y le suministran este alimento; que además, como los vegetales provistos de clorófila desprenden oxígeno libre que el animal respira, y ácido carbónico que favorece, en opinión de Krukenberg, sus funciones digestivas, sobre todo en las actinias, que es á las que dicho autor se refiere principalmente.

En los mismos mamíferos al final del intestino, en el recto, pululan siempre inmensas cantidades de microbios, notablemente el Bacterium colicomune y el Bacillus amylobacter, que á pesar de su abundancia no producen ningún trastorno en la economía animal, y por el contrario le son útiles al animal que los posee, pues como en los alimentos se consumen grandes cantidades de celulosa, que todos los vegetales poseen, ésta queda casi sin digerir, pues no es atacable por los jugos intestinales, y en cambio el Baciilus amylobacter la descompone y transforma en almidón perfectamente asimilable, de modo que puede decirse que en el último tercio del intestino se verifica una digestión de la celulosa merced á la presencia de las bacterias que allí existen.

interno mucho más corto, delgado y ciliado en su extremo; palpos cortos, apretados; los artejos segundo y tercero iguales, el cuarto más largo y de forma ovalada; labio inferior con el menton transversal truncado por delante y por detrás; lengüeta tan ancha como larga y redondeada por delante; los palpos con el segundo artejo corto, transversal, el tercero grueso, globuloso y truncado; las antenas miden el tercio de la longitud del cuerpo; el primer artejo grueso, cuadrangu lar, el segundo mucho más corto y delgado, los restantes algo más iguales, y la maza antenal comprimida; el pronoto en forma de un cuadrado transversal estrechado en su vértice, con los bordes anterior y posterior casi rectos y los laterales marginados; superficie muy convexa y adornada en la base de un surco transversal terminado en cada lado en una gran foseta redondeada; el escudo semicircular; los élitros ovalados, atenuados hacia atrás y marginados lateralmente; la superficie muy convexa y con una puntuación irregular formando series longitudinales; el prosternón estrecho y descansando sobre el mesosternón: el abdomen con el primer arco tan largo como los tres siguientes reunidos; las patas cortas; fémures muy robustos y tibias delgadas; tarsos con el primero, segundo y tercer artejos poco diferentes y ciliados por debajo; el cuarto grueso, casi cilíndrico y tan largo como los tres primeros reunidos.

!

La larva de estos insectos es ovalada y convexa, carnosa por debajo, recubierta por encima de un tegumento rudo, granuloso y sembrado de pequeñas escamitas; los bordes de los segmentos torácicos y abdominales son foliáceos; las mandíbulas son simples y obtusas; las antenas están formadas de tres artejos, y los tarsos de uno. La ninfa está adornada de tubérculos carno

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