ojival, sencilla, con rosetones para los apoyos de las manos en los sitiales bajos y en los altos, con haces de columnillas para separar los respaldos de éstos, que terminan en arcos conopiales con peregrinas y variadas tracerías y ménsulas de fina y saliente talla, que sustentan una cornisa labrada con crestería plateresca. Las dos series altas de esta sillería se ven interrumpidas á su comedio por sendas puertecillas de tracería mudéjar. La silla arzobispal y sus dos colaterales se distinguen por los elegantes doseletes que las coronan, por su riqueza decorativa de figuras y hojarasca, y por la delicadeza de la talla. De roble de Flandes leemos en más de un libro que se hizo esta sillería en el siglo XV á expensas del arzobispo D. Dalmau de Mur, que está en terrado allí en el coro. La sillería del Pilar es harto peregrina, no sólo por su estilo, el primero en que se manifiesta pujante el Renacimiento, sino por la singularidad de tener tres órdenes de asientos. Los señores Gascón de Gotor, en su obra Zaragoza, consignan que el proyecto de esta sillería fué trazado por el escultor navarro Esteban de Obray, que percibió por su trabajo 6 ducados, y que auxiliado del florentino Juan Moreto y del vecino de Zargoza Nicolás Labato la hizo por 62000 sueldos, principiándola con madera de Flandes en 1542 y dándola por terminada en 1548. Los respaldos de los sitiales altos están decorados con relieves cuyos asuntos se refieren á la Virgen María y al Salvador, apareciendo en el de la silla presidencial la venida de la Virgen del Pilar. Están estos relieves como dentro de hornacinas, separados por lindas columnas de fuste ornamentado, todo ello de ejecución saliente y acabada. Tanto la traza ge neral como la profusión de detalles grutescos, de variedad inagotable, que llenan los frisos, voladas cornisas con sus ménsulas y crestería, costados, etc., tienen esa elegancia especial de las obras selectas del estilo plateresco. Desde el punto de vista artístico, la sillería mejor que hay en España es la de la catedral de Toledo. Compónenla dos órdenes de asientos, de estilo y época diferentes. La sillería baja es de gusto ojival y la más interesante que conocemos; la alta es una joya del Renacimiento. Débese la sillería baja al cardenal Mendoza, que hizo representar en los respaldos la epopeya de su tiempo, la conquista del reino moro de Granada, empresa gloriosa que valió á nuestros reyes el sobrenombre de Católicos. Con efecto, en cada respaldo de los sitiales hay un relieve que representa el asalto ó rendición de alguna de las plazas conquistadas ó la entrada triunfal de los vencedores en ella; los nombres de las distintas ciudades, grabados oportunamente, precisan los asuntos. Estos relieves son la crónica viva de aquella guerra memorable, y excusamos encalecer la fidelidad de los asuntos y de los detalles con decir que el autor de tal obra, un tallista llamado maestre Rodrigo, la dió por terminada en 1495, es decir, tres años después de la rendición de Granada. Más que por la corrección del dibujo se distinguen estos relieves por la gracia, el acento y el carácter de la ejecución, y sobre todo el mérito descriptivo de su autor, pues no perdonó detalles y á todos dió su importancia y fisonomía especial. Los trajes, las armas de moros y cristianos, los arreos, los pertrechos de guerra, las fortalezas: todo está tratado á conciencia, de un modo acabado; el espíritu dramático y aun trágico de ciertas escenas, la expresión de los personajes, sus aptitudes y ademanes, todo está sentido é interpretado con elegancia y arte. El coste de tan prolija obra fué de 43315 reales 30 mrs. vn., á razón de 866 reales 20 mrs. cada sitial. Está tallada en rico nogal, y los asuntos, encuadrados bajo arcadas rebajadas, están sobre un friso de figuras quiméricas propias de la imaginería del siglo XV. La sillería alta es del tiempo del arzobispo don Juan Tavera, y fué labrada por los famosos escultores Alonso Berruguete y Felipe Vigorni, conocido por Felipe de Borgoña; hizo aquél la serie que está al lado de la Epístola y éste las correspondientes al lado del Evangelio, dando por terminado su trabajo en 1543. En esta sillería los sitiales son de nogal con incrustaciones de maderas finas, formando peregrinos y diferentes grutescos, y sobre ellas se levanta un rico cuerpo arquitectónico con columnas de jaspe, con basas y capiteles de alabastro, de cuya materia son también los arcos y las bovedillas que cobijan cada uno de los nichos á que da lugar la columnata y el entablamento, decorado con un friso de medallones en los que destacan de medio relieve las figuras de los Patriarcas progenitores de Jesucristo. Cada nicho corresponde á un sitial, y sobre éstos, en el fondo, se ven otros tantos tableros en los que aparecen esculpidas sendas figuras de santos, profetas y patriarcas. La ejecución de imágenes y adorno es magistral por su valentía y excelente dibujo. Su estilo es el llamado plateresco, que se manifiesta en toda su pujanza. La silla arzobispal, que ocupa el centro del testero, lleva el escudo del cardenal Silíceo, en vez del de Tavera que tienen los demás, y es más alta que éstas; las columnas que sostienen la arcada de su hueco son de bronce con adornos resaltados, y el medallón del respaldar es ovalado y de alabastro; representa á Nuestra Señora poniendo la casulla á San Ildefonso, y es obra de Gregorio Vigorni, hermano del citado Felipe. Sirve de coronación á esta silla un grupo colosal que representa la Transfiguración de Jesús en el monte Tabor; consta de seis figuras de tamaño natural y es monolito, de alabastro de Cogolludo; su autor, Berruguete, tuvo alguna diferencia con el cabildo sobre el precio de su trabajo, que por fin tasó el escultor Pedro Machuca en 82626 reales 26 maravedises vellón. Al mismo Alonso Berruguete se atribuye otra sillería, de muy artística talla, que con otra, también importante, se conserva en el Museo Arqueológico de Valladolid. La sillería de la iglesia de San Marcos de León es también obra excelente, de estilo plateresco. El coro está en dicho templo á los pies del mismo, en alto, y en él se halla la sillería dividida, como de costumbre, en dos, alta y baja. Los res paldos de ésta se ven decorados por medallones que contienen sendas figuras de medio cuerpo, en medio relieve, representando personajes del Antiguo Testamento, y los de la alta con imágenes de cuerpo entero de Padres de la Iglesia, entre ellos San Isidoro, dentro de los huecos de una arquería con lindas columnillas abalaustradas, sobre la cual corre un ático prolija y variamente ornamentado que sustenta estatuas de niños y grupos de bustos en cartelas, tenantes y pináculos por crestería. Los frisos y tableros que hay en los huecos de los asientos están adornados con figuras de centauros, luchadores, tallos y flores. En una de las sillas bajas que están al pie de la prioral se ve por adorno un arpa de madera blanca embutida, entre cuyos brazos se advierte la firma del autor de la sillería, el artista que la esculpió, puesta en caracteres romanos, y que dice: Magister Guillermus Doncel me fecit MDXLII. En este año llevaba mediada su obra el maestro Doncel, pues la fecha en que la empezó, 1541, y en la que hubo de terminarla, 1513, cuidó de ponerlas, aquélla sobre la segunda silla cerca de la puerta del coro, y la otra en la escalerilla que sube á la sillería alta por ese mismo lado. Nótanse en esta sillería trozos de gusto barroco, que atestiguan una restauración de la cual da cuenta el siguiente letrero que se ve en la escalerilla del lado de la Epístola: Empezóse á renovar esta sillería año de 1721, y arabise en el de 1723. La sillería de la catedral de Burgos corresponde al mejor período del Renacimiento. La ejecu tó el citado escultor borgoñón Felipe Vigorni (conocido por Felipe de Borgoña) en los primeros años del siglo XVI. Trasladóla su autor, por orden del cabildo, á la capilla Mayor, en 1527, y lue go volvió á ser trasladada á la nave central. Efectuose este segundo traslado desde 1552 á 1557, trabajando en él los escultores Simón de Bueras, Esteban Jaques y un tal Sabugo, de quienes conjetura D. Rodrigo Amador de los Ríos si podrán ser los autores de la parte del fondo, dada la reforma y acaso ampliación que dicho motivo haría necesarias. Compónese de 103 sitiales de nogal, de los que 44 corresponden á la parte baja y 59 á la alta. Esta se halla coronada por un balcon voladizo cuyo antepecho está decorado con pasajes del Antiguo Testamento y figuras de relieve. Los respaldos de los sitiales altos ostentan otros relieves en que se ven representadas esce nas de la vida del Salvador, varios misterios de Nuestra Señora y el martirio de algunos santos. Los brazos de las sillas son de varia y caprichosa labor, y los asientos ofrecen una exornación incrustada de boj, cuyos motivos son genios desnudos, niños alados, jarrones flanqueados de sátiros ó vichas, etc. La ejecución es habil; el di bujo correcto; las figuras están sentidas; los paños bien plegados. Del mismo estilo que la de Burgos, pero no tan importante, es la sillería de la catedral de Avila, también decorada con imágenes de santos en los respaldares altos, pasajes de vidas de santos en los bajos, columnillas y frisos de menuda labor y estatuitas de variadas aptitudes en la crestería. En 1527 teníala empezada el entallador Juan Rodrigo, pero en 1536 se encargó de ella por contrata un holandés llamado Cornelis, después de haber presentado de muestra, dos sillas, alta y baja, para las que había tomado por modelo las de San Benito de Valladolid. Se le pagaron á este artista, por cada par de sillas, alta y baja, 18 ducados ó 6750 maravedís. Según Ponz, toda la obra costó 33 669 reales, incluyendo la madera de nogal empleada. Quizá porque Rodrigo y Cornielis no eran artistas de igual mérito, o porque el último tuvo dos oficiales, se nota diferencia entre el valor artístico de los relieves de la sillería baja del lado de la Epístola y el de los del lado contrario, que son medianos. Terminó su obra Cornielis en 1547. También es de citar como obra de gusto plateresco la sillería que desde mediados de este siglo se halla en la catedral de Murcia y perteneció antes al extinguido y famoso monasterio de San Martín de Valdeiglesias. Tiénese esta sillería por obra del toledano Rafael de León. Los repaldares de la sillería baja están decorados con cuadros de relieve que representan pasajes del Nuevo Testamento, separados por lindas cariátides; los de la sillería alta llevan imágenes de santos dentro de hornacinas, y sirve de coronamiento un dosel corrido y una elegante crestería. Del segundo estilo del Renacimiento español, ó sea el que representan las obras del insigne arquitecto Juan de Herrera, es digna de mención la sillería del coro de la iglesia del monasterio de San Lorenzo del Escorial. Consta esta sillería, como las anteriores, de dos órdenes de sitiales, ambos de orden corintio, trazados, con la austeridad característica de aquella renovación clásica, por el mismo Juan de Herrera, y ejecutados por el italiano José Flecha. No hay en estos sitiales ni relieves, ni figuras, ni otros adornos que los capiteles de las columnas y pilastras que los separan, las ménsulas en figura de hojas de cardo que sostienen la cornisa, y los florones que hay en el encasetonado del macizo del entablamento. Es ésta una sillería propiamente arquitectónica, obra de ebanista y no de escultor. Sus desnudos tableros son de cedro con molduras de ácana de color sanguíneo y ébano; de ácana son también las estriadas columnas, y de boj las basas, capiteles, ménsulas y florones. En el centro del testero está la silla prioral, cuyo trazado la distingue de las demás, y en el ángulo derecho del mismo, junto à una puerta disimulada, está la silla que ocupaba Felipe II cuando asistía al coro; es un poco más ancha que las otras, y por la puerta citada se entregaban al rey los pliegos y daban recados urgentes. La mano de obra de esta sillería ascendió á la cantidad de 264000 reales. La sillería que actualmente existe en la catedral de Valladolid procede del convento de San Pablo, donde la mandó hacer el duque de Lerma. Es de maderas preciosas traídas de las Indias purtuguesas, y su traza es del estilo grecorromano del Renacimiento. Por esta circunstancia se ha creído obra del célebre arquitecto Herrera, pero consta en un documento del archivo del convento que se concluyó su labor en 1621 y que la hechura de cada par de sillas costó á Lerma 30 ducados. Las sillas altas tienen columnas dóricas estriadas y pilastras las bajas. En la catedral de Salamanca hay una sillería de coro que debe citarse, por ser quizá la única existente de estilo barroco, y debida precisamente al famoso patriarca de este estilo, ei salmantino José Chu rriguera. Enemigos de las injustificadas censuras que se han dirigido al churriguerismo, debemos hacer justicia al mérito decorativo que ostenta esta sillería en su trazado y á la finura con que están tallados los adornos y figuras que decoran los respaldos de los sitiales. Son éstas imágenes de santos de cuerpo entero en las sillas altas y de medio cuerpo en las bajas. - SILLERÍA: Const. Toda obra de fábrica en que se emplean las piedras labradas de grandes dimensiones se llama de sillería, por más que muchas veces sólo se presenta ésta, es decir, el conjunto de sillares ó dovelas, en determinados puntos de aquélla. La sillería puede emplearse en muros, en bóvedas, en pavimien tos, ó como medio de refuerzo de algunas construcciones, ocupando sólo una parte de ellas, siendo lo más importante en cada caso su aparejo ó sistema seguido en la colocación de las piedras. En muros rectos lo ordinario es emplear el aparejo llamado isodomon ó á juntas encontradas, de que accidentalmente nos hemos ocupado en otro punto (V. SILLAR); las hiladas son de igual altura, los sillares de la misma longitud ó soga, y las juntas verticales de cada hilada caen en el medio del paramento del sillar inferior; el aparejo llamado pseudisodomon sólo se diferencia del anterior en que, ya por buscar el efecto esté tico, ya por exigirlo así algunos puntos de la obra ó por tener que aprovechar materiales de dos dimensiones distintas, á causa de presentarse los bancos en la cantera de desigual espesor, las hiladas son de dos alturas diferentes, hallándose alternadas, una hilada de mayor altura, la inmediata de menor, la siguiente mayor, y así sucesivamente. Se dice que un sillar está colocado á soga cuando presenta en el paramento su cara lateral más larga, y á tizón cuando es la más corta. En muros de algún espesor es preciso combinar los sillares á soga y tizón para que haya enlace en todo el espesor del muro, y esto da lugar á otras dos clases de aparejo: el llamado diato nous, en que cada hilada se forma de dos ó tres sillares colocados á soga de modo que entre ellos comprendan el espesor del muro y el siguiente á tizón, continuando esta disposición de modo que alternen siempre los sillarares á soga con los atizonados; el otro aparejo, que en España no tiene nombre especial, tiene todos los sillares de una hilada á soga, y los de la siguiente á tizón continuando de este modo alternando las diferentes hiladas; en estos aparejos es preciso que la cara pequeña de los tizones ocupe los dos cuartos ó el tercio central de la soga inferior para que no haya sucesión de juntas, y que el grueso del muro sea igual á la longitud del sillar; el aparejo isodomon, se llama también regular, y el pseudisomon se conoce con el nombre de pseudorregular; antiguamente se empleaba otra disposición que los latinos llamaban opus reticulatus (fig. 1); los sillares, de cabeza cuadrada, se colocaban todos á tizón y presentando un ángulo hacia el suelo y la diagonal correspondiente vertical; sólo la inspec Si el grueso del muro no es igual al ancho ó al largo de los sillares, como suponen las cuatro disposiciones primeras, se colocan los paramentos interior y exterior de la obra en cualquiera de las disposiciones explicadas, pero cuidando de dejar adarajas, esto es, partes salientes de los sillares hacia el interior, para que al llenar con otros sillares los huecos que resulten dentro de una misma hilada se establezca el enlace necesario entre sus partes; otras veces en lugar de sillares se rellenan los huecos con mampostería, formando una fábrica mixta. También se hacen fábricas de sillería en que en lugar de sillares de base rectangular se emplean de base poligonal, y entonces se llaman mosaicos, y su aparejo está sujeto á un plano en que se han combinado perfectamente los polígonos de las bases, de modo que no dejen hueco alguno y que no haya la continuidad de juntas en las hiladas consecutivas, pues esto siempre debe proscribirse. En la sillería de pavimentos los sillares son losas de dimensiones variables con las exigencias de la obra, pudiendo variar su altura entre 0m,08 á 0m, 12; se asientan sobre cimiento de arena y á baño flotante de mortero, el que se vierte por pequeñas porciones sobre el cimiento, y se van colocando encima las losas, que se ajustan al nivel que deben llevar con un mazo de madera, mienza por hacer el encimentado, que consiste teniendo presentes algunas observaciones; se coen encuadrar el solado, esto es, formar un recinto ó caja, colocando las losas del perímetro tocando con los muros, y nivelando perfectamente la faja así formada, que se llama cinta, lo que se canto; una vez conseguido esto ya se puede hapractica con el nivel de aire sobre un reglón de cer el relleno del solado, y generalmente se emplean dos clases de aparejos, que son el llamado de sepultura y el ordinario ó diagonal. En el aparejo de sepultura, que es el más sencillo (fig. 2), y prescindiendo de la cinta ABC, que lleva siempre un aparejo completa correspondan con las de la inmediata; es un solado sumamente sencillo y que presenta la ventaja de no tener reunidas más de dos puntas de las losas, que siendo los puntos más débiles, y por lo tanto expuestos á romperse, se encuentran en cierto modo sostenidas por la arista de la losa correspondiente á la fila inmediata; en cambio es de feo aspecto, por lo que este aparejo no se emplea sino en cuadras y habitaciones de poco uso; colocadas las cintas AB y BC, se vierte el mortero correspondiente á la losa 3 del rincón, se asienta ésta pasando el canto de una regla apoyada sobre las dos cintas en Dy E, haciendo que la losa colocada enrase con la regla; se pasa después á colocar la 2 del mismo modo, luego la 1, y así las demás, hasta acabar la primera fila; después se empieza la segunda por la colocación de la losa 7, y se sigue de este modo hasta el final; terminado el solado se pone una regla de canto y en distintas direcciones, y sobre ella un nivel para comprobar la horizontalidad del piso y asegurarse de que están todas las losas enrasando en el mismo plano. Muchas veces no conviene que el piso esté horizontal, sino con una sola inclinación, lo que no es frecuente, ó con dos inclinaciones concurrentes á una línea central, inclinada á veces hacia el exterior, ó con varias inclinaciones concurrentes á un sumidero, y en estos casos el encintado se hace, no para toda la habitación, sino para cada uno de los planos que han de constituir el solado. El mortero que se emplea suele ser el hidráulico, pues los pisos bajos siempre son húmedos, y, de no hacerse así, ó no fraguarían los morteros ó se destruirían con rapidez. El aparejo ordinario ó en diagonal (fig. 3) las losas son cuadradas y se empieza por colocar un cartabón 1, ó cuarta parte de losa en forma de triángulo isósceles rectángulo en el ángulo A A 3 i para que presenten un arco dentado en cuyos En el artículo SILLAR (véase) nos hemos ocu- También se emplea en los pavimentos la piedra artificial, y en Inglaterra se fabrican, desde hace algunos años, con gran éxito, pavimentos que llaman piedra y granito metálico, que se compone de cemento Portland, granito y escorias de los altos hornos de fabricación del hierro, convenientemente machacados y reducidos al tamaño de 2 á 5 centímetros; después de bien batida la masa se agrega una solución alcalina á la pasta para que facilite su extensión sobre el piso; para la construcción de este pavimento se empieza por abrir la caja en que ha de ir colocado, y en ella se extiende una capa de 10 á 12 centímetros de piedra machada al tamaño de 3 á 5, y arena de mina lavada y seca; se apisona bien y se extiende la pasta también apisonada, la que al cabo de doce horas se ha endurecido hasta el punto de poderla entregar al tránsito. Este sistema, debido á J H. Bryaut, tiene, aparte de la ventaja de su pronto endurecimiento, las no menores de ser de superficie áspera y no resbaladiza, gracias á las escorias que contiene, y ser inalterable, tanto por el fuego como por el agua, del cimentado, y el cartabón 2, que es una losa y resultar sumamente duradero y económico; las partida por su diagonal apoyada por su hipotenu-pruebas se hicieron en Londres, y hoy se ha adop sa en la cinta, y en seguida la losa a y el cartabón 3, continuando después la fila siguiente, y así hasta terminar; resulta este suelo de mejor aspecto que el anterior, pero tiene el inconveniente de que en cada vértice se reunen cuatro ángulos, y por lo tanto se rompe con más facilidad; además resulta más caro por el desperdicio de piedra para partir los cartabones, y necesita tam. bién más mano de obra; cualquiera que sea el aparejo, una vez terminado se hace el rejuntado raspando con un clavo el mortero de las juntas y poniendo otro nuevo con el palustre; encima se extiende arena, que se barre en distintas direcciones para que agarre al mortero y acabe de rellenar las juntas. Fig. 3 En cuanto al aparejo de las bóvedas no es posible analizar uno á uno todos los casos, pues su estudio corresponde á la Estereotomía, como el completo de los muros, y sólo podemos aquí dar una idea de lo que se hace como regla general, fuera de bóvedas y cortes especiales de la sillería. Las dovelas se trazan con planos de junta concurrentes formando cada dos planos consecutivos de junta una sola hilada que lleva siempre el aparejo regular, apoyándose una hilada en la exterior à partir de la de salmeres (V. SALMER), y cuidando de colocar sobre la cimbra de la bóveda una hilada por cada lado para que las pequeñas deformaciones que pudiera sufrir la cimbra con la carga se contrarresten en cierto modo y que sean simétricas; se pone, por último, la hilada de claves, que entra á mazo en el hueco que han dejado las restantes. La sillería de refuerzo se emplea en obras de mampostería ó ladrillo, en ángulos y boquillas de bóvedas, en zócalos, jambas, impostas, cornisas, etc.; se reduce á una ó más hiladas de sillería para zócalos, impostas y cornisas, sobre las que ninguna advertencia hay que hacer, pues se trata de colocar un plano horizontal; en las bóvedas conviene que en la fila de dovelas, tengan éstas diferente longitud tado por las municipalidades suburbanas de di- Por su parte, una compañía francesa explota Bajo la misma base, también en Inglaterra, se construyen losas artificiales y adoquines de escorias y cemento Portland, con la disolución alcalina necesaria para poder hacer la mezcla; se vacia en moldes, de los que se saca cuando ya está empezando á endurecerse, y se coloca como las losas de piedra natural; las ventajas que reune son: las de facilidad de ejecución y moldeo de las losas ó piezas, á las que se puede dar toda clase de formas; tener una superficie áspera que facilita el tránsito; ser impermeable y refractario hasta el extremo de poderse emplear en el revestimiento interior de hornos y hogares de todo género: para sentar estas losas, ó los mosaicos que con ellas se hagan, se emplea el cemento. También se puede hacer un pavimento unido tendiéndole sobre cemento de piedra partida con recebo de arena. Admite mezcla de colores para formar dibujos, que resultan á veces de muy buen efecto. Estos pavimentos tienen en cambio el grave inconveniente de ser muy duros, y la caída de una caballería sobre las rodillas es bastante peligrosa, por las escorias que contiene y que pueden inutilizarla. Otra piedra artificial, que puede emplearse en pavimentos, se construye con los desechos de las fábricas de vidrio, pulverizados y cernidos, á los que se une arena fina y se amasan con agua, obteniéndose losetas por presión, que después se cuecen á unos 1500°; resultan de una gran du reza, y si se agregan colores térreos pueden hacerse las combinaciones más agradables; resisten cargas hasta de 450 kilogramos por centímetro cuadrado. Además de la sillería de que hasta aquí nos hemos ocupado, constituída por sillares naturales ó artificiales y por dovelas, y la de losas para pavimentos, se emplea para fundaciones y obras en que sólo se busca una gran resistencia la llamada silleria de carretales, no diferenciándose el carretal del sillar ordinario sino en sus mayores dimensiones, en que está sólo desbastado y en que no se necesita guardar regla alguna en la altura de las hiladas, que sólo exigen que todos los carretales de la misma hilada tengan igual altura, para que se forme un solo plano de asiento en cada una de las hiladas y que pueda asentarse la siguiente á juntas encontradas para que haya enlaces. SILLERO: m. El que hace ó vende sillas. ¿Qué se diría de la mujer del SILLERO Fulano, por ejemplo, si se ocupase en saber cómo se hacen las sillas? SILLICO (d. de silla): m. Bacín ó vaso para excrementos. SILLIN (d. de silla): m. Especie de jamuga hecha de madera fina labrada, más cómoda y lujosa. - SILLIN: Silla de montar mucho más ligera y sencilla que la llamada á la jineta, y algo menos que el galápago. -SILLIN: Especie de silla muy pequeña que lleva la caballería de varas. SILLINGY: Geog. Aldea del cantón y distrito Norte, dep. de la Alta Saboya, sit. cerca y al N.O. de Annecy, frente á la montaña llamada Balme de Sillingy, á cuyo pie se halla el establecimiento termal de Bromines, con aguas sulfurosas, sódicas frías. SILLO: Geog. Río de la prov. de Badajoz. Nace cerca de Fuentes de León y de la prov. de Huelva; corre hacia el O. por la frontera entre dichas dos provs.; entra en la de Huelva, y se une al Múrtiga cerca y al S. de Encinasola. SILLOBRE: Geog. V. SANTA MARINA DE SI -SILLÓN: Art. y Ofic. Diferénciase el sillón de la silla en que éste siempre tiene brazos, pudiendo por lo demás admitir formas mucho más variadas que la silla y que todas ellas tiendan á la mayor comodidad para el objeto á que está destinado. Pocos son los sillones de paja ó anea que hoy se construyen, y puede decirse que esos pocos no son otra cosa que reminiscencias de los modestos sillones de principios de este siglo; forman una silla de asiento ancho, y respaldo y brazos curvos como para ceñir el cuerpo, formados éstos por tablas cortadas en forma apropiada y sujetas á caja y espiga á los largueros del respaldo, llevando por debajo y en la parte anterior una botonera en que entra la espiga circular ó botón, de un grueso balaustre que suele ser prolongación del pie delantero correspondiente, y cuando no, penetra en uno de los formaletes laterales del asiento. En cambio de esta preterición de los sillones de paja, los de rejilla van invadiendo todos los hogares; de éstos los hay fijos y giratorios para despacho ó escritorio, y oscilantes llamados mecedoras; los fijos son una silla con brazos y asiento de rejilla trenzada como explicamos en otro artículo (V. SILLA); generalmente son de madera curvada; los brazos nacen del respaldo y formando una curva más ó menos graciosa van á sujetarse al aro del asiento con un fuerte tornillo; los giratorios constan de dos cuerpos esencialmente diferentes; el asiento, respaldo y brazos forman un todo montado en una cruz fuerte de madera por debajo del asiento, y en el centro de esta cruz una fuerte caja de hierro vaciada hacia la parte inferior y cuyo fondo termina en tejuelo; el segundo cuerpo lo forma una armadura de tres ó cuatro pies que se reunen en la parte superior en una corona de hierro, que lleva un corto y fuerte eje del mismo metal, terminado superiormente en gota de sebo, que penetra en la caja del cuerpo superior de que hemos hablado antes, y que es el eje de giro de dicha parte superior. Las mecedoras pueden ser ó no de madera curvada; cuando no lo son se reducen á un sillón de poca altura, cuyos pies se unen por la parte inferior de dos en dos por unas cerchas curvas circulares de gran radio, que marchan de adelante á atrás y son las superficies de oscilación ó rodadura del sillón; estos han tenido poco éxito, porque además de no ser del mejor gusto no resultan muy cómodos y están muy expuestos, á poco impulso que se les dé, á pasar del límite de la rodadura y girar alrededor de las aristas posteriores de las cerchas, produciendo el vuelco, con grave riesgo de la persona que ocupaba el asiento, que siempre cae de espaldas. Las mecedoras verdaderamente de moda, y moda llamada á vivir muchos años, son las de madera curvada; se componen (fig. siguiente) de dos armaduras iguales á la de la figura, de madera curvada, cuyas diferentes piezas se ajustan á tornillo de hierro; entre estas armaduras, cuyos planos convergen ligeramente hacia la parte hy, que es la posterior del respaldo, van unidos por un bastidor de madera cubierto de rejilla que se vería en la figura de canto, ocupando la parte ba, en primer lugar, por un respaldo formado también por un bastidor con rejilla que se proyectaría en od, por un bastidor hueco entre eyd, que sirve para enlazar el asiento y respaldo y darles fijeza; todas estas piezas se unen entre sí con grandes tornillos de hierro, cuyas cabezas se ocultan en la parte interior de las armaduras; además llevan dos tirantes tornea lación nemfg; al llegar al punto g se detiene el movimiento y principia la oscilación en sentido opuesto. Los sillones de tapicería son más vulgares que todos los anteriores; van vestidos de paño, gutapercha, piel ó telas de lana ó seda; pueden ser altos para bufete, ó bajos, que se conocen con el nombre de butacas. Los sillones de bufete puedon ser fijos ó giratorios, y tanto unos como otros de respaldo completo ó de medio respal do; los sillones fijos de respaldo completo son una silla con brazos, respaldo alto, recto ó curvo; tienen la armadura como la de las sillas de tapicería, cinco ó siete muelles en el asiento, respaldo vestido también, con ó sin botones, y puede estar vestido todo él, ó sólo el frente, y en este caso los brazos tienen sólo una almohadilla pequeña cada uno, para apoyar los codos; en éstos entra la ebanistería para tallar las maderas vistas, que siempre son finas ó por lo menos chapeadas de esta clase de maderas, cuando toda la madera, excepto los pies, está cubierta por la tapicería, los brazos también se tapizan, comen. zando por clavar en el borde del asiento, primero la tela que ha de estar vista, después la tela dulce ó tela cruda, y por último la lona; después se atiranta ésta pasando por la parte anterior de los brazos á fijarla en la posterior, después de dar vuelta á la armadura; luego se coloca el relleno de estopa ó cerda, que debe cubrir también la parte superior de los brazos y que se sujeta con la tela cruda, haciendo con bramante los cogidos ó repulgos para los botones si los lleva, que es lo ordinario, y después el vestido, tapando los huecos y rellenando los cogidos, que se hacen como se dijo al hablar de las sillas; por último se cubre la parte posterior con el mismo vestido y se coloca el agremán ó espiguilla; el vestido que se suele emplear para estos sillones es la badana, el terciopelo, el chagrín ó la gutapercha. Los sillones giratorios tienen la parte superior, á partir del asiento, como un sillón ordinario, pero formando cuerpo aparte del resto, y bajo el asiento una cruz de madera con encajes de hierro para que entre el eje ó clavija maestra, que puede ser, como se dijo al hablar de los de rejilla, ó bien un eje remachado antes de hacer el vestido, para que no pueda separarse este cuerpo de los pies, y en tal caso, el asiento, que termina por una circunferencia, lleva embutidas unas pequeñas ruedecillas ó rodillos de fundición, en número de tres ó cuatro, para facilitar el giro sobre el cuerpo inferior, compuesto de otro cír culo de madera que lleva los pies fuertemente ensamblados, y cuyo aro va con una ranura circular para que entren las ruedas, y en ella una llanta circular de hierro que sirve de carril á aquéllas en el movimiento del sillón. Se hacen sillones de esta clase, imitando á los antiguos, de maderas finas ó de roble, tallados, en que el asiento se forma con una ó dos chapas de zinc y encima cuero labrado sujeto con clavos historiados; el respaldo es una tira de cuero labrado también. En los sillones de medio respaldo está éste sin vestir, y no es más que la prolongación de los brazos, formando curva has ta unirse en una sola pieza, y va sujeto por tres ó cuatro apoyos al asiento se llamian también de herradura; en éstos se suele colocar una tira de la vestidura, que cubre sólo el aro que forma el respaldo y brazos. Las butacas de tapicería son las que más variadas formas admiten, y no es posible enumerarlas todas, pues están sujetas al capricho del constructor ó del propietario; las más comunes afectan la forma de los sillones de bufete, vistiéndose las más veces con gutapercha, paño ó ricas telas; otras veces tienen gran asiento, respaldo recto, así como los brazos, vestido completo, fleco en la parte infeferior y borlas en los brazos; en ocasiones son pequeñas, el respaldo se prolonga descendiendo por los costados hasta anularse junto al asiento, y van vestidas en su contorno por felpa de seda (peluche) constituyendo las llamadas marquesi tas; también se construyen las butacas llamadas de rollo, que son rectas como las antes citadas, muy bajas y con una almohada cilíndrica, formando parte del vestido del respaldo, á la que dan forma las bases extremas de madera y un relleno de pelote ó lana, en cuyas almohadas ó rollos se apoya la cabeza. Las butacas dormilonas suelen ser de rejilla, con almohadones supletorios; los pies son dos tijeras colocadas de atrás á adelante, y las patas de este lado, prolongadas, forman la armadura del respaldo; además llevan á charnela, con la delantera del asiento, un suplemento ó segundo asiento, que recogido de ordinarfo bajo aquél con una aldabilla, cuando se suelta se tiende en la dirección del asiento, sacando otro pie de tijera que en sentido normal á los planos de las primeras le termina, ó bien se mantiene la horizontalidad haciendo girar unas aldabillas que van por debajo y á ambos lados del asiento, y que una vez levantado, y salientes las aldabillas, no puede ya girar. También hay dormilonas de lona, sumamente grandes, de armadura semejante, pero en que el asiento y respaldo le forman á la vez una sola tira de lona sujeta á un travesero en la parte alta de las tijeras, que forma respaldo, y en la más saliente, que limita el asiento; en algunas butacas de esta clase, el respaldo sólo, ó sus armaduras, pueden girar quitando una trabilla que sujeta los largueros, y al descender hacia atrás se apoya en el suelo la cabecera por otra cabecera semejante á la tijera del asiento. También se hacen mecedoras de tapicería, en que las armaduras están sustituídas por otras de maderas finas talladas, y en que asiento y respaldo son una tira de alfombra ó terciopelo, sujeta como hemos dicho que se hace con la lona en las dormilonas. Otras mil formas hay que, según hemos dicho en un principio, no nos es posible enumerar, pues la butaca es el mueble que más variantes admite. -SILLÓN: Cir. Describen las obras de apósi tos y vendajes muchos sillones aplicables á los enfermos, sobre todo á los paralíticos, y que la industria varía todos los días, acomodándolos á las necesidades y aun al capricho de los médicos y de los pacientes. Fuera ocioso entrar aquí en extensos detalles acerca del particular; bastará consignar lo más necesario. para Construyense los sillones de madera, hierro ú otra materia, y siempre constan de un asiento, un respaldo y un sustentáculo para los pies, pudiendo ser el respaldo movible, à fin de transformar el sillón en una especie de cama, y sostenerse los pies por medio de correas, de una especie de regla dentada, ó de tiradores como en el sillón de Theden y de Rabiot. Los sillones más antiguos son los de Miste, Woldfsolm, Aronson y Theden; pero los tres primeros, que eran pesados, de asiento inmóvil y perforados el paso de los excrementos, con un respaldo que se podía inclinar más o menos y un apoyo para las piernas, han caído por completo en desuso, ó más bien han sufrido modificaciones infinitas, perdiendo sus tipos primitivos. El de Theden parece un sillón muy grande, de los ordinarios, con el asiento perforado y el respaldo dividido transversalmente en dos porciones articuladas, para inclinar todo el tronco si se quiere, ó solamente la cabeza. Una especie de caja larga, que entra y sale por debajo del asiento mediante un tirador, y sostenida horizontalmente por cuerdas que van á una potencia fija al lado correspondiente del sillón, proporciona una especie de canal sobre la cual puede colocarse en extensión el miembro inferior de aquel lado. Respecto á los sillones que no se destinan á efectuar una especie de locomoción, es decir, á los que se mantienen fijos en un punto ó son ligeramente movibles por ruedas que llevan en los pies, no merecen descripción especial. A los tipos que quedan indicados se acomodan en la industria los sillones de Potet, Rabiot, John Ward, Goldschmidt, y otros muchísimos que gozan bastante crédito en la Industria. Corresponde ahora decir algunas palabras acerca de los sillones que sirven para trasladarse los enfermos de un punto á otro ó para ponerse en movimiento. Sillón locomotor de Dupont. - Sirve para levantar á los sujetos paralíticos ó muy debilitados, mantenerles en pie y comunicarles movimientos parecidos á los de locomoción normal. Esto se logra por un artificio cuya descripción interesa más á los constructores que á los médicos. Una sola persona situada detrás del sillón puede poner de pie al enfermo, sostenerle en esta postura y hacerle ejecutar movimientos de progresión. Sillón-cama de Allain. - Por medio de un manubrio permite al paciente inclinar cuanto guste el respaldo, subir y bajar la parte en que se apoyan los pies, y aun mudar de sitio. Se obtiene esto por un movimiento continuo, suave y sin sacudidas, á favor de un tornillo y palancas acodadas convenientemente dispuestas; añadiendo, en fin, un mecanismo á propósito para hacerle mover sobre un pavimento horizontal, siempre por la sola acción del manubrio. Sillon locomotor de Gros. - Se reputa como muy preferible á los sillones ó pequeños carruajes que suelen usar los inválidos, y puede moverlo el mismo enfermo. Consta: 1.o, de un portapié y un sustentáculo horizontal en forma de canal, que se adaptan cuando se quiere, y sirven para sostener aisladamente cada miembro inferior, extendido ó doblado; 2.o, de un respaldo movible, que el enfermo puede inclinar lo que guste; y 3.0, en fin, del sistema de locomoción, que consiste en tres ruedas, sobre las cuales va el asiento, y en un manubrio para dar movimiento á la máquina. La rueda posterior se halla dispuesta como un timón y hace sus veces, correspondiendo la barra de éste á la mano izquierda y brazo correspondiente del sillón. En cuanto al mecanismo que produce el movimiento, se reduce á una cadena articulada que encaja por una parte en la rueda anterior del lado derecho, y por otra en un pequeño torno situado en la parte ascendente del brazo del sillón, donde se une un manubrio que mueve la mano derecha. Basta una fuerza equivalente á un kilogramo para que el aparato se mueva, estando bien construído. Pronto aprende el enfermo á manejarle, y con su auxilio va á todas partes, avanzando ó retrocediondo, según su voluntad, é inclinando el respaldo lo que quiera. SILLUSTANI: Geog. Ruinas del Perú, sit. cerca de la hacienda Umayo, en el dist. de Atuncolla, prov. y dep. Puno: son sepulcros construídos de piedras muy bien labradas; tienen la forma cilíndrica y la parte superior más ancha; todas las puertas ó entradas están al Oriente. Estos curiosos monumentos de la antigüedad son conocidos con el nombre de chulpas. SIM: Geog. Río del gobierno de Ufa, Rusia. Nace en un contra fuerte occidental del Ural del Sur, recibe el Lemeza y el Inzer, y á los 187 kms. de curso desemboca en el Bielaia, cerca de Novo Troitzkoie. Río del gobierno de Icniseisk, Siberia. Nace en la parte O. del gobierno, al S. del lago de donde sale el Ielogii, y después de un curso de 430 kms. vierte sus aguas en el Ienisei, junto á Simskoie, un poco al N. del paralelo de 60°. SIMA (del lat. sub ima, bajo lo ínfimo?): f. Cavilad subterránea que se extiende principalmente en profundidad. ... cuando extendí los brazos al peñasco, que desnudo por todas partes estaba cercado de hierba, sin poderme detener, caí en una profunda SIMA. COSME GÓMEZ DE TEJADA. dando gritos por unas SIMAS, que abrie rou por bocas, dijeron: la gente cuerda, alto á la obra. QUEVEDO. -SIMA: Zool. Género de aves del orden de los pájaros, sección de los fisirrostros, familia de los alcedínidos, que se caracterizan por tener el pico delgado, largo y ancho en su base, comprimido lateralmente, y sus bordes erizados, en los dos tercios de su longitud, de dientes pequeños, numerosos, fuertes, dirigidos hacia atrás y separados en su centro; la mandíbula superior termina en una punta larga que sobresale mucho de la inferior; las alas son cortas, con la tercera y cuarta remeras iguales entre sí y más largas que las otras; la cola, de un largo mediano, es muy redondeada, y sus dos timoneras externas son muy cortas. La especie tipo de este género es la Sima flavirrostris, que habita en la Nueva Guinea, y á la que los naturales llaman poditti; tiene la parte superior de la cabeza de color rojo canela, lo mismo que el cuello y sus lados, el lomo y la región auricular; las alas de un verde sucio; la rabadilla y la cola de un azul verdoso; la garganta y el vientre leonado blanquizco; el resto de la cara inferior del cuerpo pardo-amarillento; por debajo del cuello tiene un collar negro y estrecho que se interrumpe por detrás; el pico es rojo pálido, con la arista dorsal poco obscura. Este pájaro mide 20 centímetros de largo, el ala 7 y la cola 6. Acerca de las costumbres de esta ave dice Gould; «El poditti, como le llaman los indígenas, parece escasear mucho, pues á pesar de toda nuestra actividad sólo pudimos adquirir cuatro ó cinco individuos. Habita en los bosques de la Nueva Guinea. Yo no he visto más que un individuo vivo: hallábase en un grupo de árboles altos situado á orillas de una corriente de agua, al pie de los cuales crecían unas breñas muy compactas. Al oir su grito, que los indígenas que nos acompañaban reconocieron ser el de la sima, tres ó cuatro de ellos avanzaron al momento, pero fué preciso esperar lo menos unos diez minutos antes de poderle tirar, porque estaba posada á gran altura, fuera del alcance de los perdigones. Felizmente fué herida: los indí. genas nos aseguraron que esta ave anida en una cavidad que abre en uno de los grandes hormigueros del país, y que pone dos ó tres huevos blancos. >> Nada más se conoce de sus costumbres, por lo rara que va siendo esta bonita ave. - SIMA Ó CHIMA: Geog. Cabo ó punta de la isla Hondo, Japón, sit. en la costa S. E., en la entrada meridional del gran Golfo de Ovari ó Mia-ura. Faro de primer orden. SIMABA (alteración de simaruba): f. Bot, Género de plantas perteneciente á la familia de las Simarubáceas, cuyas especies babitan en las regiones tropicales de América, y son plantas arbóreas ó fruticosas, con las hojas alternas, unas sencillas y otras trifolioladas ó imparipinnadas, mezcladas unas y otras en las mismas ramas, con las folíolas opuestas ó rara vez casi alternas, enterísimas, coriáceas, brillantes ó rara vez pubescentes; flores blanquecinas, verdosas ó rosadoamarillentas, con olor semejante al de la miel, y dispuestas en panojas cortas, racimiformes, axilares ó terminales, ó bien en inflorescencias muy grandes y ramificadas, siempre con los pedicelos bracteolados; flores hermafroditas, con cáliz pequeño, cuadri ó quinquedentado, corola de cuatro ó cinco pétalos hipoginos mucho más largos que el cáliz y con la estivación retorcida, pero patentes en la antesis; ocho á 10 estambres hipoginos casi tan largos como los pétalos, alternos con ellos la mitad y opuestos la otra mitad, estos últimos algo más cortos; todos con los filamentos provistos de escamitas pelosas en el dorso, filiformes, con las anteras extrorsas, bilo culares, acorazonadas, escotadas en la base é insertas por ella y longitudinalmente dehiscentes; cuatro ó cinco ovarios insertos sobre un ginóforo corto, casi iguales, libres, uniloculares, cada uno con un óvulo anátropo, colgante é inserto cerca del ápice del ángulo central; estilos continuos con los ovarios y soldados entre sí en uno solo recto, con cuatro ó cinco surcos; estigma con cuatro ó cinco lóbulos ó dientes; el fruto está formado por cuatro ó cinco drupas, ó alguna vez menos por aborto, generalmente poco jugosas y con la testa membranacea; embrión ortótropo, sin albumen, con los cotiledones carnosos, la raicilla muy corta, estrechada entre los cotiledones y súpera. Las semillas de la Simaba Cedron Planch., árbol de Venezuela, Colombia y Norte del Brasil, se usan en América contra la hidrofobia y la mordedura de las serpientes venenosas, y los negros las emplean como vermífugas y para combatir la neuralgia fascial y la gastralgia. En toda Europa se han recomendado como tónicas y febrífugas, aun cuando esta última propiedad no esté bien comprobada, por lo que suelen usarse especialmente por su sabor amargo intenso para preparar pociones tónicas. En el comercio suelen encontrarse los frutos de esta planta, cada uno de los cuales contiene una semilla. Estos frutos son secos, piriformes, apuntados en la base, y vienen mondados, con la superficie áspera, fibrosa y de color gris leonado. La semilla está adherida á la parte superior del fruto por su cara ventral, pero en los frutos secos aparece ya libre y desprovista de sus envolturas. La almendra consta de dos cotiledones, que cuando están unidos le dan una figura ovoidea irregular, obtusa por ambos extremos, convexa por un lado y casi plana ó con un surco por el otro. Su superficie está asurcada, y es de color pardo en la partes salientes y amarillento blanquecino en las entrantes. Cada cotiledón tiene de 3 á 4 centímetros de longittd por 1 á 2 de anchura, y son de forma elíptica, planoconvexas, con los bordes algo curvos y redondeados, duros y consistentes; la parte interna es de color amarillo claro y presenta un aspecto feculento. Carecen de olor, y su sabor es muy amargo. En su composición existe un principio particular llamado cedrina, al que deben su sabor, del que dependen según se cree sus propiedades medicinales. SIMABARA: Geog. Península de la isla Kiusiu, Japón, sit. al S. E. de la prov. de Hizen, á la cual está unida por un estrecho y corto istmo. Le da nombre la c. de Simabara ó Chimabara, sit. en su costa oriental. SÍMACO (QUINTO AURELIO): Biog. Célebre orador defensor del paganismo. N. en Roma hacia 340. M. en 409 ó 410. Hijo de una de las familias más importantes de los últimos tiempos del Imperio romano, aprendió Elocuencia con un retórico de Aquitania, cuyo nombre se ignora, pero no cultivó la Filosofía ni fué discípulo de Libanio. Después de haber sido cuestor y pretor, ingresó en el colegio superior de los Pontífices y gobernó (365) por breve tiempo en el Brúttium y la Lucania. Formando parte del ejército, marchó con Valentiniano I á las orillas del Rhin. Entonces conoció al célebre Ausonio y obtuvo el título de conde del tercer orden, acaso por sus panegíricos de Valentiniano y Graciano, pronunciados en aquella época (358-376). Procónsul de Africa en 373, recobró al año siguiente su puesto en el Senado. Por recomendación de Teodosio poseyó la prefectura de Roma (384-386). Por sus 43 escritos dirigidos a los emperadores conocemos sus múltiples trabajos de este período, el más laborioso de su vida. Al saber que el usurpador Máximo había invadido Italia (387), pronunció Símaco su panegírico; mas no bien Teodosio quedó dueño de Occidente hizo lo mismo con el vencedor, que le impuso una especie de destierro (389) por otras causas. Símaco, cónsul con Fabiano en 391, no intervino en la revolución que dió la púrpura imperial al retórico Eugenio, ni volvió á ejercer funciones públicas de importancia. Sin embargo, en varias ocasiones habló á nombre del Senado ante la corte de Milán, y defendió ante los magistrados á las ciudades y provincias. Gozó de inmenso crédito en el ánimo de los más poderosos personajes del Estado, uno de ellos Estilicón. Debe principalmente su celebridad al hecho de haber sido el último entusiasta defensor de la religión pagana en Occidente. Merced á Símaco el paganismo libró el último combate, y poco antes de morir lanzó una elocuente protesta. Practicó Símaco con el mayor celo sus deberes de pontífice, aunque sabía que esta conducta desagradaba á los emperadores; y como supiera que una sacerdotisa de Vesta se había hecho culpable de incesto, pidió que el sacrilegio fuera castigado con el rigor de las leyes antiguas. Ciertas palabras de sus cartas despiertan la sospecha de que no era respetado el secreto de su correspondencia, y así se explica que en ella no se descubra ningún ataque directo al cristianismo. Confiscados en 382 los dominios y rentas de los templos paganos, al mismo tiempo que se privaba de todo privilegio á sus sacerdotes y que se hacía desaparecer del Senado el altar y la estatua de la Victoria, siendo pagana la mayoría del Senado y casi toda la aristocracia romana, envióse á Milán una diputación para protestar contra aquella medida. Símaco debía hablar á nombre |