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65 habits.

SILL: Geog. Río del Tirol, Austria-Hungría. Nace en el Gresberger Tobel, al pie del Wildseespitze; dirígese al N.N.O., baña á Innsbruck, y después de un curso de 40 kms. vierte sus aguas en el Inn; son sus principales afls.: por la dra. el Navisthal y por la izq. el Stutaitkal.

y con tres elevaciones cerca del borde posterior; de Suarna, p. j. de Fonsagrada, prov. de Lugo; el borde exterior de las alas amarillo. Esta especie se halla extendida por casi todo el centro de Europa, especialmente en Alemania é Italia. La otra especie es el Silvius algerus Meig, propia de Argel, de tamaño algo más pequeño que la especie anterior, pues escasamente medirá unas 4 líneas. Su color es leonado; palpos, cara y frente amarillos; antenas con la extremidad negra; tórax negruzco, con pelos de color leonado; abdomen con cuatro manchas dorsales blanquecinas; borde de las alas amarillo.

- SILVIO (DOMINGO): Biog. Dux de Venecia desde 1071 à 1084. Sucedió á Domingo Contarini. Marchó al auxilio de los griegos contra los normandos, poniéndose él mismo à la cabeza de la flota, derrotándolos y haciéndoles levantar el sitio de Durazzo, pero al año siguiente fué él mismo vencido. El pueblo, inconsolable con la pérdida de tantos barcos, depuso al dux, siendo su sucesor Vitali Falieri. Silvio contrajo matrimonio con una hija del emperador Constantino Ducas.

- SILVIO (ANDRÉS): Biog. Cronista francés de mediados del siglo XII. Fué prior del convento de Machiennes, en la diócesis de Arrás, y es conocido por una crónica abreviada de los reyes de Francia, que lleva por titulo De gestis et successione regum Francorum. Esta obra está dividida en tres libros y dedicada al obispo de Arrás, que le había encomendado aquel trabajo. En la carta dedicatoria que sirve de prefacio, el autor declara que ha seguido las huellas de Gregorio de Tours, de Segiberto y de Anselmo de Gemblours: pero lo cierto es que, lejos de limitarse á los datos consignados por estos escritores, no sólo hace la historia de los reyes, sino que introduce en su relato cuantas noticias pudo des cubrir referentes á la historia civil y eclesiástica de Francia, del Brabante y de los Países Bajos. Esta obra ha sido con frecuencia citada como autoridad. Guillermo, abad de Audray, que escribía á principios del siglo XIII, la insertó íntegra en la Crónica de su monasterio. Rafael de Beauchamp, otro monje de Marchiennes, la publicó en 1633 en un vol. en 4.° de más de 1 200 páginas, impreso en Douai, en casa de Pedro Bogard, con prolegómenos, observaciones y apéndices, bajo el título de Sinopsis franco- merovingica.

- SILVIO (ENEAS): Biog. V. Pio II, Papa. - SILVIO (FRANCISCO DE LE BOE): Biog. Médico alemán de origen francés. N. en Hanau en 1614. M. en 1672. Hizo sus estudios en Leyden; practicó la Medicina primeramente en su ciudad natal, después en Leyden y en Amsterdam, y fué nombrado profesor en la Universidad de Leyden en 1658. Fué el fundador del sistema médico-quimiátrico. Las obras de Silvio, escritas todas en latín, y algunas de las cuales han sido traducidas al inglés y al alemán, fueron coleccionadas con el título de Opera omnia. Entre las ediciones de las que se habían publicado se paradamente, se citan: Disputationum medicarum decas y Praxeos medica idea nova, en tres partes.

-SILVIO PICOLOMINI (ENEAS): Biog. Véase Pio II, Papa.

SILVONTO: Geog. Aldea de la parroquia de Santa María de Villestro, ayunt. de Conjo, partido judicial de Santiago, prov. de la Coruña; 144 habits.

SILVOSA: Geog. Aldea de la parroquia de Santa Marina de Esteiro, ayunt. y p. j. de Muros, prov. de la Coruña; 121 habits.

SILVOSIÑO: Geog. Lugar de la parroquia de Santiago de Rabeda, ayunt. de Taboadela, partido judicial de Allariz, prov. de Orense; 59 habitantes.

SILVOSO, SA (del lat. silvōsus): adj. SELVOSO.

-SILVOSO: Geog. Lugar de la parroquia de Santa Cruz de Lamas, ayunt. de Moraña, partido judicial de Caldas, prov. de Pontevedra; 50 habits.

SILVOTA: Geog. Aldea de la parroquia de Santa María de Lugo, ayunt. de Llanera, p. j. y prov. de Oviedo; 110 habits.

SILVOUTA: Geog. Aldea de la parroquia de Santa Eufemia de Folgueiras, ayunt. de Navia

SILLA (del lat. sedicula, d. de sēdes, silla, asiento): f. Asiento con respaldo, y á veces con brazos, que sólo sirve para una persona.

-¿Qué hace Carlos? - Resistir
De las cadenas el peso,
Sentado allí en una SILLA,
Triste, confuso y suspenso.

MORETO.

Señor cura; aquí hay asiento -
Eso no. - Tome esta SILLA
De costillas.

TIRSO DE MOLINA.

Constaba (la sillería del coro) de diferentes bajos relieves en los respaldos de las SILLAS. JOVELLANOS.

lomo de una caballería, henchido de pelote ó de - SILLA: Asiento con estribos adaptado al crin, para acomodarse el jinete sobre ella. Las hay de diferentes hechuras.

el capitán Lezcano, que tenía hartos dineros, metiólos en las SILLAS de sus caballos. GONZALO DE ILLESCAS.

Si para el coche, él se para;

Si voy a andar, yo no sé
Cómo allí se me aparece;

Si voy en SILLA, parece

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-SILLA VOLANTE: Carruaje de dos ruedas y de dos asientos, puesto sobre dos varas, de que regularmente tira un caballo, sobre cuya SILLA entra el correón.

- DAR SILLA uno á otro: fr. fig. Hacer que se siente en su presencia.

- DE SILLA Á SILLA: m. adv. en que se explica el modo de hablar de dos personas en conferencia privada.

NO SER uno PARA SILLA NI PARA ALBARDA: fr. fig. y fam. No ser á propósito para cosa alguna, ó ser enteramente inhábil.

- PEGARSELE á uno LA SILLA: fr. fig. y fam. Estarse mucho en una parte; detenerse mucho en una visita.

-¿TOPASTE EN LA SILLA? POR ACÁ, TÍA: ref. que aconseja que el que encuentra peligros graves en lo que solicita ó emprende, ó desista de lo empezado, ó aplique otros medios más se

guros.

-SILLA: Art. y Of. y Arq. Este artículo consta de dos partes: en la primera se estudia la historia de la silla, y en la segunda se trata de su construcción.

I Bien puede decirse que este mueble es tan antiguo como el hombre civilizado, pues del Egipto faraónico se conservan en los Museos sillas de madera, y otras se ven reproducidas en las pinturas de aquelllos tiempos. Según atestiguan dichas pinturas, los egipcios era gente que SILLA: fig. Dignidad de papa y otras ecle- acostumbraba á sentarse en el suelo, por lo cual

siásticas.

Mi gentilhombre de á pie; etc.

ROJAS.

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- SILLA BASTARDA: SILLA media entre la de la brida y la de jineta.

- SILLA CURUL: SILLA de marfil en donde se

sentaban los ediles romanos.

- SILLA CURUL: fig. La que ocupa la persona que ejerce una elevada magistratura ó dignidad.

No en la tribuna, no en la galería,
En mi SILLA curul te sentaría.

BRETÓN DE LOS HERREROS.

-SILLA DE CADERAS: ant. SILLA con respaldo y brazos para recostarse.

- SILLA DE JINETA: La que sólo se distingue de la común en que los fustes son más altos y menos distantes, con mayores estribos. Sirve para montar á la jineta.

... al pie de él estaba una SILLA jineta, tan costosamente obrado, y bien acabado, cuanto se puede encarecer.

MATEO ALEMÁN.

-SILLA DE LA REINA: Asiento que forman entre dos con las cuatro manos, asiendo cada uno su muñeca y la del otro.

- SILLA DE MANOS: Vehículo con asiento para una persona, á manera de caja de coche, y el cual es llevado por hombres sostenido en dos varas largas.

... la encargó (el albañil á su consorte), que si alguna vez le veía venir en SILLA de ma nos, tuviese por cierto que había acertado un terno, etc.

las indicadas sillas debieron estar consi leradas como objetos de lujo, solamente usadas en los palacios de los poderosos. Esta misma razón justifica el que tanto los ejemplares que se conservan como los que se ven reproducidos sean muebles artísticos. En el Museo del Louvre y en el Británico se conservan sillas especie de sillones que fueron fabricadas hacia la dinastía XI. Todas ellas obedecen al mismo tipo: sus cuatro patas figuran las de un león, cuyas garras apoyan sobre cuatro boliches; el respaldo, ligeramente inclinado hacia atrás, lleva adornos de marquetería, de ébano y marfil, que figuran flores y algún festón ó cenefa de losanges ó rayas. A estas les falta el asiento, que seguramente fué de tapisillas, que están construídas de madera de cedro,

Silla egipcia

cería como las sillas modernas. Otras sillas están adornadas con incrustaciones de cilindros de loza, esmaltes ó pastas vítreas coloridas y madera dorada; cuando tienen brazos suelen estar estos tallados, figurando cabezas de patos ó gacelas. En las pinturas de las tumbas de Medinet-Abú

Sillas griegas

se ven sillones ó tronos cuyas patas afectan figura de X, á cuyos brazos se ven atados prisioneros asiáticos; la parte tapizada, que suele ser de tela encarnada con adornos de colores, se ve que está mullida como en las modernas butacas. CoGarcía se resuelve á sacarla (á Leonor) de hacían menester una banqueta. Ninguna de ésmo las sillas egipcias solían ser bastante altas, tas se conserva, pero dan cuenta de ellas las pin

ANTONIO FLORES.

su casa en una SILLA de manos, etc.

HARTZENBUSCH.

- SILLA DE MONTAR: SILLA; asiento con es

tribos adaptado al lomo de una caballería, henchido de pelote ó de crin, para acomodarse el jinete sobre ella. Las hay de diferentes hechu ras.

turas.

En Asia se ha observado en todo tiempo la costumbre de sentarse en el suelo; sin embargo, no falta algún monumento figurativo que nos da á conocer cómo eran las sillas usadas por los asirios. En un bajo relieve de Koyundjik, que repre

senta á Assurbanipal y la reina comiendo, la soberana está sentada en un sillón tan alto que le obliga á tener los pies sobre una banqueta, y que figura ser de madera tallada con algunos adornos a los costados á modo de incrustaciones, que serían de marfil. Aún más lujoso es el trono en que

del mueblaje y la indumentaria de aquéllos tiempos, nos permite conocer la variedad de sillas usadas entonces. Sin duda las costumbres helénicas generalizaron el empleo de sillas como asiento cómodo y fácilmente transportable en las casas de personas acomodadas.

Primeramente tenemos el difros (dipos), silla baja sin respaldo que unas veces es exactamente como un taburete, de cuyo tipo también se conocen y se conservan en los Museos ejemplares egipcios, y otras veces tiene los pies dispuestos en forma de X, de suerte que era una silla de tijera, que por consiguiente podía plegarse. Según Hesiquios, los atenienses acostumbraban á hacerse transportar en este género de sillas de tijera por esclavos que les seguían de un punto á otro. En los relieves del friso del Partenón las doncellas y mujeres extranjeras domiciliadas en Atenas llevan en la cabeza sillas de tijera, para cuyo oficio se contrataban con ocasión de las fiestas panateneas. Los taburetes de pies rectos, que quizá por menos artísticos y cómodos no fueron tan usuales al parecer, también se ven representados en algún bajo relieve, por donde se aprecia que sus patas estaban torneadas y que su almohadón ó parte tapizada estaba sujeto por medio de botones ó clavillos. El asiento de las sillas de tijera consistía también en un almohadon.

Bisellium romano (Museo Nacional de Nápoles)

aparece Senakerib en un bajo relieve del Museo Británico; el costado visible de este trono está adornado con tres series de personajes que levantan los brazos para sostener las traviesas. Quizá estas sillas asirias no sean otra cosa que imitaciones de las egipcias, y es posible que de los orientales tomaran este mueble los griegos.

No se conserva ninguna silla griega, pero las pinturas de los vasos y algunos relieves, que tan abundante materia piestan para el conocimiento

Después tenemos el asiento con respaldo, que es la verdadera silla, cuyas patas no se plegaban. El respaldo griego consiste en un trozo de madera de forma un tanto semicircular, sosteni

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estaban graciosamente curvadas hacia dentro armonizando con la curva del respaldo. La silla griega de respaldo recto era el trono (@póvos) (V. TRONO), que no solamente fué la silla de los reyes, sino la que usaban los sacerdotes, los funcionarios públicos y las personas respetables de las casas particulares.

Los romanos adoptaron desde luego el tipo de la silla griega, y aun puede decirse que en un principio amueblaron sus casas con productos de la industria helénica; sabido es el predominio que del elemento griego se observa en las antigüedades de Pompeya y de Herculano, fuentes principales y más abundantes del conocimiento de la vida romana bajo su aspecto material. En las pinturas murales de esas ciudades y en ciertos relieves se ven los distintos tipos de sillas que los romanos usaban. Aquí también hallamos la silla de tijera, el taburete, la silla con respaldo curvo y el trono, es decir, todos los modelos griegos. Los romanos designaban con la palabra sella las distintas clases de silla sin respaldo, y á las que lo tenían las denominaban cathedra. Conocieron dos clases de respaldos: uno como el griego que queda descrito y otro de más desarroIlo, que ofrecía cómodo apoyo á la parte superior del cuerpo; la cathedra con almohadones en el respaldo y en el asiento era mueble indispensable en toda habitación femenil (Véanse los grabados del artículo CÁTEDRA). Mas cuando la austeridad de las costumbres antiguas comenzó á desaparecer entre los romanos, los hombres no se desdeñaban de sentarse en cómodos sillones; las estatuas marmoreas de Faustino el Joven y de Agripina, mujer de Germánico, pertenecientes á la Galería de Florencia, están sentadas en sendas cathedras, con el brazo derecho graciosamente apoyado sobre el respaldo; la silla correspondiente al trono de los griegos fué el sólium, que estaba destinado al jefe del Estado y era el que los artistas ponían á las divinidades. No se conserva ningún ejemplar de aquellos solios de madera, desde cuya altura el patronus de la casa daba consejo á sus clientes, pero en cambio se conservan varios tronos de mármol con adornos ricamente esculpidos. En la categoría de los tronos están ciertos asientos magníficos, como es la silla curul, que estaba solamente destinada á una persona, y usaron el subséllium, banco bastante bajo, que era el asiento que ocupaban los magistrados populares, como los tribunos y los ediles del pueblo, y por eso aparece representado en algunas monedas familiares. También tenían los romanos como asiento de honor el bisellium, que era un asiento ancho y sin respaldo á modo de silla doble, que era la que ocupaban los decuriones y los augustales de los municipios; en Pompeya fué descubierto un biséllium de bronce (el que representa nuestro grabado) que se conserva en el Museo de Nápoles: es un ejemplar bastante artístico, decorado con cabezas de cuadrúpedos y de patos, y cuyo asiento, que falta, debió ser de tela.

Durante los siglos medios encontramos como un recuerdo de aquellos solia de los romanos, es decir, que en la pieza principal de las casas feudales no había generalmente más que una silla, asiento de honor reservado al jefe de la familia ó á la persona extraña á quien quisiera distinguirse, y en torno de la pieza se encontraban, para sentarse, bancos, arcas, taburetes, sillas de tijera ó almohadones para sentarse en el suelo, es decir, que no había más silla con respaldo que una, especie de trono del señor ó de la dueña de la casa. Como se ve, subsistían los dos tipos de la silla griega: la silla de respaldo y la silla de tijera. Para conocer las formas, adornos y demás detalles de las sillas de aquellos tiempos es forzoso acudir á los monumentos figurados coetáneos, como pinturas y relieves. Es cierto que del siglo III ó IV data la cathedra que se ha supuesto perteneció á San Pedro (V. SILLA DE MANOS), y que del comienzo de los siglos medios es el llamado trono de Dagoberto, que se conserva en la Biblioteca Nacional de París; pero de este y otros varios ejemplares análogos que han llegado hasta nosotros, nos ocuparemos en el artículo TRONO. También en las viñetas de manuscritos abundan las representaciones de tronos, pero al propio tiempo aparecen los de sillas. Verdaderamente, la distinción que hemos hecho de asientos con ó sin respaldo no implica que los primeros fueran siempre tronos, aunque sí una especie de derivación de éstos; y para que pueda establecerse mejor la diferencia, adelantaremos la

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bién debió ser la de las sillas ó sillones que hacían oficio de tronos en las casas señoriales. En los mismos códices se ven también sillas de tije. ra, que á diferencia de las de la antigüedad tiene el asiento pequeño y las patas cruzadas en forma de X de trazos rectos. Las sillas que ocupan el escritor y el lector, representados en el códice Vigilano que se conserva en la Biblioteca del monasterio del Escorial, y que data del siglo x, difieren algo del tipo primeramente citado, sin duda porque aquí no se trata de sillas de metal, sino de madera, evidentemente tapizadas; la que ocupa el escritor ofrece la parte visible de su armadura pintada de verde con adornos blancos

que quizás simulan incrustaciones de marfil, y
todo el costado, el asiento y el mullido respaldo
están tapizados de tela color de rosa con círculos
bordados; la del lector es de madera y la parte
tapizada del asiento y del costado ofrece adornos
de colores, en los que se reconoce sin esfuerzo la
influencia árabe; ninguna de estas sillas tiene
brazos, y la primera pudiera responder quizá á
un tipo oriental, pues es patente la analogía que
guarda con los tronos egipcios en la vuelta que
forma la parte tapizada en la terminación del
respaldo. En el códice de los Feudos, que data
de fines del siglo XII y se conserva en Barcelona
en el Archivo de la Corona de Aragón, aparece
un amanuense sentado en una silla de respaldo
recto como las anteriores, que figura ser de ma-
dera, cuya caja aparece adornada con dos ar-
querías caladas, y sobre cuyo asiento hay un al-
mohadón para piestar más comodidad a la per-
sona sentada; y es de notar que el rey D. Alfon-

so I de Aragón y otro personaje que aparecen en la misma viñeta ocupan unos asientos que carecen de respaldos y consisten en una especie de caja, la del rey decorada también con arquerías y con un almohadón sobre el asiento.

En Francia, por los tiempos de que nos venimos ocupando, se usaron sillones cuyo respaldo no tenía más altura que la de los brazos. A este tipo responde el trono de una estatuita de cobre esmaltado, fabricado en Limoges á principios del siglo XIII, que perteneció á la colección Soltykoff: es un asiento en forma de arca con un vastago en cada extremo que sobrepuja la altura del respaldo y termina en un boliche que en los originales solía ser de marfil, cristal de roca ó cobre esmaltado, y excusamos decir que los costados están llenos de adornos; el friso que forma el respaldo y los brazos figura una arquería calada. Parece que desde el siglo XII se empleó en Francia la madera torneada para la fabricación

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Libro se ven niños jugadores sentados en taburetes sencillos, y también personajes de ambos sexos que en presencia del rey están sentados en el suelo con las piernas cruzadas á la manera oriental (Véase la lámina que acompaña al artículo DADO).

También se usaron por el siglo XIII en España, en las casas modestas, bancos de madera compuestos simplemente de la tabla del asiento y cuatro pies con travesaño; así pueden verse en el Romance de la Rosa, códice de dicha época, que se conserva en la Biblioteca de Valencia, y en el mismo libro se ven sitiales ó sillones muy sencillos, de respaldo cuadrado y brazos cortados en diagonal. En bancos se acostumbró por aquel tiempo, y hasta en el siglo XVI, á sentarse á la mesa para comer.

También en España, menos que en el resto de Europa, se usaron verdaderas sillas en los siglos medios, pues de las viñetas de los manuscritos se despende que el empleo de bancos ó divanes fué muy frecuente, y que por lo demás los asientos aislados, verdaderos asientos de honor, eran los sitiales ó sillones; de éstos suelen verse algunos en las viñetas, ocupados cómodamente por dos personas. Viene á ser este mueble por el estilo del moderno sofá, y á la misma familia pertenecen los bancos con respaldo tallado y á veces prolijamente historiado, como sucede en cierto banco que perteneció á la catedral de Cuenca y que hoy es propiedad del coleccionista de Madrid Sr. Lázaro: es un banco de roble, verdadera obra de arte del siglo XIII ó XIV, y cuyo autor, hábil tallista cuyo nombre ignoramos, debió estar educado en el gusto flamenco.

También vemos en algún documento español sillones de patas torneadas, que sin duda eran los usuales en las casas burguesas. En los palacios de los reyes ó de los señores se usaban, además de los sitiales en que, según algunas miniaturas y tapices, se sentaban los reyes para comer, unos sillones más pequeños, en la misma disposición que el sitial, pero con el respaldo de poca altura. De este género es un sitial ó sillón, con respaldo semicircular, cuyos extremos hacen de brazos (V. el grabado que le reproduce), que posee el conde de Valencia de Don Juan.

Llegó á tal extremo en Francia el lujo de estos muebles por los siglos XIV y XV, que no solamente se esculpían con arte, sino que se doraban y se decoraban con pinturas cuyo precio excedía del de la silla. En las cuentas de un la Fontaine, platero del rey Juan (1352), se mencionan los pagos hechos á maistre Girart d'Orliéns por las pinturas que hizo en una silla para el rey, y en otras para el delfín, el duque de Orleáns, el conde de Anjou, el duque de Borbón, etc.

Como éste pudieran citarse otros ejemplos que acreditan la persistencia de ese género de decorado costoso. Y no se crea que se trataba de tronos ó sillas de ceremonia, pues por el Inventario de Carlos V de Francia (1380) sabemos que este monarca gustaba de sentarse en una silla cuyo asiento estaba tapizado de terciopelo azul con flores de lis, y en el respaldo tenía una cabeza de león y águilas, y en otra silla alta con flores de lis pintadas y el respaldo también tapizado de terciopelo azul con flores de lis bordadas, cuyas sillas, á pesar de estar tan adornadas, eran cu

biertas de rico tisú de oro en los días de ceremonia.

Fué costumbre en aquellos tiempos tener tan ricas sillas junto à la cama; y esto no sólo en los palacios, sino en las casas burguesas, donde eran más modestas. Por lo demás, la costumbre indicada de poner en las habitaciones varios bancos, algún taburete y sólo una silla (á veces otra más pequeña) para el dueño de la casa, se conservó hasta en el siglo XVI, y en todas las habitaciones de la casa, hasta en la cocina, porque allí también era la insignia del señor de su casa, según Oliverio de la Marche.

En la Edad Media participaron las sillas, como otros muebles, de una cualidad distintiva, que fué la de servir también de cofre ó arca (V. ARCA y ARCÓN); el espacio que quedaba entre sus cuatro pies se convertía en armario pequeño, que debió ser de inmediata utilidad en las sillas que se colocaban junto á la cama, ó bien, si en vez de tener trampillas por el frente se levantaba el asiento, dicho espacio quedaba convertido en arca. Arcas eran sin duda esos asientos de caja al parecer n:aciza que vemos en las viñetas de códices españoles, y que muchas veces no tienen respaldo, y sobre el asiento, que es la tapa de aquéllas, hay un mullido almohadón. Arcas son también las cajas de no pocos sillones ó sitiales del siglo xv, en cuyo frente aparece la cerradura, que suele ser de primorosa labor. Estos sitiales, tan frecuentes en los últimos tiempos del estilo ojival, que los embelleció con primorosas labores de caprichoso trazado, y al principio del Renacimiento, que prodigó en ellos sus galas decorativas, son de brazos macizos y rectos que mueren á escuadra sobre el respaldo, el cual, también recto, suele ser muy alto. Un sitial harto sencillo, pero sin arca bajo el asiento y de respaldo bajo, apaisado, es el llamado sillón de doña Urraca, que se conserva en Burgos.

Los primeros sillones importantes sin cajón ó arca bajo el asiento son en España una especie de asiento de tijera formado por dos semicirculos tangentes, de los cuales uno corresponde á las patas, y, por consiguiente, toca con sus extremos al suelo, y otro al asiento; dos armaduras dispuestas de esta manera y unidas por dos pies ó

durmientes por un palo ó eje en los puntos tangentes y por los brazos, forman la armadura del sillón, cuyo asiento y respaldo son dos trozos de

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Jueces de Castilla. En el Museo Arqueológico Nacional se conserva un ejemplar de esta clase. En el siglo XVI se usaron en España unos sillones que también son muy originales y típicos: sus patas son rectas; ligeramente inclinado hacia atrás el respaldo, que afecta forma cuadrada: rectos y prolongados los brazos; el asiento y el respaldo son de cuero labrado, generalmente negro y sujeto con gruesos clavos á la armadura; esta es sencilla, sin más adorno que dos especies de ménsulas invertidas que forman los boliches del respaldo, y ligeros adornos calados en el travesaño que por el frente une las patas delanteras. También hubo sillones lujosos de este género, cuyo asiento y respaldo están enguatados y cubiertos con gamuza negra, como el sillón que hay en la litera de Carlos V que se conserva en la Real Armería. De los sillones sencillos, con cuero, acabados de describir, abundan ejemplares, y entre ellos son de citar los que todavía se ven en las habitaciones de Felipe II en el monasterio del Escorial, que se conservan con los mismos muebles que usó aquel monarca; y también se ven allí dos sillas que el mismo em pleaba, una en verano y otra en invierno, paraapoyar la pierna cuando en sus últimos años sufrió de gota; dichas sillas son de tijera, de armadura harto sencilla y humilde y con asiento de tela.

En España se fabricaron también en los siglos XVI y XVII sillas de graciosas formas, bien talladas, con palos torneados, guarnecidos con cueros labrados ó guadamaciles (V. el grabado correspondiente).

Durante todo el siglo XVII y parte del XVIII siguieron usándose en España sillones del tipo descrito, pero con sensible modificación, que consiste en que el respaldo es más bajo, más apaisado, todo el mueble es más ancho, más anchos también los brazos, la armadura carece por lo general de adornos, y los cueros del asiento y del respaldo están sujetos con clavos grandes dorados.

En los conventos y antiguas casas se conservan todavía de estos sillones, á veces tan modestos que el asiento y el respaldo son de madera. Verdaderamente estos sillones son los asientos propios de la época del ascetismo en España, asientos que no ofrecían comodidad regalona, sino que, por el contrario, eran propios para el trabajo intelectual en que se ejercitaron nuestros escritores místicos. En los palacios de aquellos tiempos se usaron sillones y sillas de ese tipo, pero tapizadas con terciopelo carmesí y adornadas con flecos de pasamanería y lindos clavos. Algunos ejemplares, aunque raros, se conservan también de esta clase de muebles, que suelen verse representados en los cuadros de Velázquez y sus contemporáneos.

En el extranjero no eran tan austeros en el mueblaje.

En Francia, por ejemplo, la escuela de los tallistas de Borgoña produjo en el siglo XVI si

ASSIFE

Silla curul

llones de patas torneadas, de respaldo con ador. nos de relieve y brazos sostenidos por preciosos balaustres. En el siglo XVII aparecen allí tam bién las sillas y sillones de rejilla, con respaldos altos, de forma rectangular, con las patas dispuestas en forma de pilastras. Un sillón se conserva del tiempo de Luis XIV, con las armas de éste, esculpido y dorado. En Francia, como en España, se amueblaban las habitaciones con sillones y sillas, y en los palacios había un nú mero reducido de sillones y taburetes para las personas de poca categoría. En tiempo de Luis XIV empiezan los sillones y sillas de gusto barroco con patas y brazos curvos, con graciosos

TOMO XIX

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generalizó en España cuando la Casa de Borbón trajo las modas y el gusto francés, como asimismo durante todo el siglo XVIII. Por lo demás, sillas, sillones y sofás siguieron ya sujetos á las modificaciones del gusto artístico ó de la moda, pero con las formas generales con que hoy los conocemos.

Silla curul. - Este es un mueble esencialmente romano: en un principio era de marfil, y más tarde de metal; carecía de respaldo, y su asiento recto estaba sostenido por dos pies recurvados y dispuestos en X. La silla curul debe datar del período de los reyes, pues éstos administraban justicia en una de estas sillas, que iba fija en un carro, de donde vino el nombre de sella curulis. A la caída de los reyes esta silla se convirtió en asiento de ciertos magistrados. Como era de fácil transporte, la silla curul era la que se ponía en la tribuna, desde la cual los funcionarios curules ejercían el poder judicial. Los magistrados que tenían derecho á ocupar la silla curul eran los cónsules, procónsules, pretores, propretores, ediles curules, el dictador, el magister equitum, los decenviros, y en tiempos posteriores el cuestor. En el orden sacerdotal solamente tenía tal derecho el flamen dialis. Para honrar la memoria de los muertos fué costumbre colocar sus sillas curules en el teatro. También aparece ésta representada como recuerdo de los cargos curules en varias monedas, como las de las gentes Cecilia, Cestia, Cornelia, Furia, Julia, Livineja, Plætoria, Pompeya y Valeria; en estas monedas acompaña á la representación de la silla el haz

de varas de los lictores, el lictuus, guirnaldas y ramas, además del nombre del personaje. Los emperadores reivindicaron el honor de la silla curul; se conserva alguna estatua de mármol, como la de Claudio de la villa de Albani, en que el personaje está sentado en silla curul. Se sospecha que deben haber pertenecido á sillas curules varios pies de bronce en forma de cuello de animal, graciosamente arqueado, que se conservan en el Museo de Nápoles.

Silla gestatoria, fertoria y portoria. - Fué entre los romanos una silla de manos que, á diferencia de la léctica, permitía al que la ocupaba ir sentado en vez de echado, como en la última. Suetonio hace referencia de ella al hablar de Claudio, de Nerón y de Vitelio. Por Tácito y por Juvenal sabemos que ordinariamente era una silla de manos cubierta y cerrada. Sirviéronse de ella especialmente las mujeres, de donde le vino el nombre de sella mulicbris, según dice el mismo Suetonio. En los monumentos figurados no aparece su representación.

Desde los primeros tiempos de la antigüedad cristiana hasta el día la silla gestatoria aparece como una silla de manos privativa del Papa. La más antigua que se conserva es la que se conoce con el nombre de cátedra de San Pedro, porque se supone que en ella se sentaba el prín cipe de los Apóstoles para enseñar en casa del senador Pudente. Es un asiento macizo de forma cúbica, de madera de encina, adornada en su frente con placas rectangulares de marfil esculpidas, que representan los trabajos de Hércules;

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