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y caracterizado por la llamada fauna segunda. El horizonte superior consta de los pisos E, F, Gy H, y su fauna se llama fauna tercera.

El horizonte inferior se ha denominado cámbrico, y con tal nombre aparece en algunos autores como formación distinta de la silúrica é intermediaria entre ésta y las de la edad arcaica. Otros autores no admiten el horizonte medio y dividen el silúrico tan sólo en superior é inferior. Esta formación es muy extensa; en Europa existen dos grandes regiones: la una septentrional, caracterizada por su fama escandinava; la otra más meridional, á la que caracteriza su aspecto bohémico; á la primera pertenecen las islas Británicas, Escandinavia y Rusia, en donde esta formación es muy extensa; en la segunda se incluyen los territorios silúricos de Bohemia, parte de Alemania, Francia, España y Portugal.

En la América del Norte alcanza el silúrico gran desarrollo, y al estudiarle Dana le ha dividido en numerosos pisos, que forman nada menos que siete grupos ó períodos.

Existe también en la América del Sur, en Africa y en Nueva Holanda.

Las principales formaciones del terreno silúrico son las tan clásicas de Inglaterra, que comprenden todos los grupos y formaciones descritos por Murchison y Lyell, incluídas desde las areniscas que constituyen la capa llamada de Arenig, hasta las llamadas tilestones, que se presentan en Dewnton, siendo la serie más completa de las hasta hoy estudiadas. En Francia la Normandía presenta las formaciones correspondientes á los pisos C y D, siendo un poco más amplia la extensión del silúrico en el macizo armoricano, pues la caliza de Erbray corresponde á las pizarras de Ludlow En la América del Norte tiene la formación un gran desarrollo, pero una facies y carácter diferente del de Europa, siendo las formaciones importantes las de Helderberg, más el Niágara, Trenton y Quebec.

No es tarea fácil sintetizar aquí las relaciones estratigráficas de los diversos manchones silúricos que se encuentran en la península ibérica; el aficionado que quiera llegar á conclusiones generales podrá consultar los trabajos de Barrois sobre el Norte de España, Delgado sobre Portugal, Macpherson sobre Andalucía y Cortázar acerca de la provincia de Ciudad Real. En este último se admite que el silúrico español comprende tres tramos principales; el inferior, formado de pizarras á las que Cortázar llama filadios macliferos; el medio, constituído por pizarras y grauwackas; y el superior, que le forman cuarcitas, pizarras y calizas.

Barrois, en su Investig. de los terr. ant. de Asturias y Galicia, denomina cámbrico el silúrico inferior, y le halla constituído en Asturias y Galicia del mismo modo, como indican los cuadros siguientes:

ASTURIAS

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Pizarras y calizas de El Horno con Endoceras dúplex.

Filadios de Luarca con Calymene Tristani.
Lecho de mineral de hierro.

Arenisca del Cabo Busto con Scolithus. Areniscas de varios colores, pudingas y pizarras (paso al silúrico inferior ó cámbrico).

También, respecto al silúrico medio y al supe rior, encuentra Barrois en España gran uniformidad, carácter que igualmente surge en la comparación con el silúrico francés, hasta el extremo de que parece indicar la posibilidad de que en la época de la formación silúrica Francia y nuestra península formaran una sola provincia natu. ral.

Según los estudios de Prado, Cortázar, Delgado y Bernáldez, cree Barrois que puede al silúrico de Almaden suponérsele formado de la serie siguiente:

a Pizarras ampelíticas con graptolites, de Cuevas y Gargantiel.

b Piedra frailesca (toba, pizarrosa, diabásica) y brechas con bilobites.

c

Areniscas con Calymene Tristani.

d Pizarras negras con Calymene Tristani. e Cuarcita blanca ó rosácea con pudingas y bilobites.

En Andalucía la formación silúrica ofrece caracteres muy distintos y en cierto modo especiales. En El Pedroso (Sevilla), en las calizas y pizarras con que termina la serie sedimentaria infracarbonífera de la provincia, Macpherson encontró un fósil interesantísimo perteneciente á la fauna primordial, un Archæocyathus, género característico de la arenisca de Potsdam, en la América del Norte. Este fósil ha sido descrito por el profesor Roemer, dándole el nombre de Archæocyathus marianus.

Por lo interesante y bien hecha, transcribimos la siguiente reseña sintética de la formación silúrica española, que acompaña á la importante Sinopsis de las especies fósiles que se han encontrado en España, debida á Mallada:

«Una ojeada, dice el eminente paleontólogo, sobre el bosquejo geológico de España y Portugal, de los Sres. Verneuil y Collomb, basta para observar que, á excepción de la terciaria lacustre, no se ve formación más desarrollada que la silúrica. Interrumpida por varios macizos graníticos, ocupa casi toda la región occidental de nuestro territorio é invade el vecino reino, de cuya superficie ocupa una tercera parte próximamente. El triángulo cuyos vértices fueron Alcaraz, Luarca y el Cabo de San Vicente, nos limitaría una dilatada extensión, perteneciente en mucho más de su mitad al sistema silúrico de la Calizas y pizarras con paradoxides de La Vega pertenecientes á la misma época, de dimensiones península. Además de esta gran parte, con otras

ARENISCA DEL CABO BUSTO
(BASE DEL SILÚRICO MEDIO)

Areniscas blancas y pizarras.

Areniscas de varios colores, pudingas y piza

rras.

(50 á 100 m.).

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más reducidas, pero que entre todas suman un total considerable, tenemos un manchón silúrico de más de 100 leguas cuadradas entre Torrelaguna (Madrid) y Atienza (Guadalajara); otro, próximamente de igual superficie entre Burgos, Logroño y Soria, cogiendo una porción de las tres provincias; dos fajas extremas en la de Zaragoza, una desde Moncayo á Montalván otra que cruza por Calatayud y Daroca; un pequeño islote al N.O. de Segovia; otro al N. de Molina de Aragón; otros dos mayores al N. de la sierra de Albarracín; varios hacia las costas de Calata

ARENISCAS DEL CABO BUSTO (1500 METROS), yud, y una zona que desde Camprodon, cruzando

(BASE DEL SILÚRICO MEDIO)

Calizas y pizarra con paradoxides de

La Vega (50 á 100 metros)

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el valle de Andorra, sigue por los Pirineos, terminando por la parte de España hacia Benasque.

>> Dejando á un lado consideraciones petrológicas y estratigráficas, que nos llevarían muy lejos, apuntaremos algunas ideas que creemos de inte

res.

>> Por más que la inmensa mayoría de las áreas que acabamos de señalar se compone, como roca dominante, de pizarras arcillosas casi siempre satinadas ó relucientes, y con frecuencia sin fóComparando esta disposición con la del silúri- siles, no era extraño se descubrieran en tantos

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kilómetros cuadrados diferentes parajes del mayor interés paleontológico y que correspondieran á distintas edades de la formación de que nos ocupamos.

>>La fauna primordial está marcada en cinco puntos diversos: el primero (por su importancia paleontológica) fué descubierto por Prado, y forma en la cordillera Cantábrica, al N. de Sabero, una zona de caliza roja arcilloferruginosa; el segundo, encontrado por Verneuil y Donaire, y explorado por este último, se extiende por Murero, junto á Daroca, formado de pizarras arcillosas cenicientas ó ligeramente rojizas; el tercero, dado á conocer por Verneuil, se halla en los cortijos de Malagón (montes de Toledo), compuesto de una arenisca algo micácea, deleznable, de color amarillento; el cuarto, junto á Belmonte (Asturias), con poca importancia hasta la fecha, se halla constituído por una pizarrilla arcillosa gris verdosa muy pobre en restos orgánicos; y el quinto, señalado por Verneuil y Collomb entre Calatayud y el Moncayo, no ha podido ser todavía comprobado de un modo resuelto.

>>La fauna segunda se nos ofrece más rica en muchas localidades, sobre todo al N. de Sierra Morena, en el territorio de Almaden Almadenejos, tan minuciosamente estudiado por Prado, Verneuil y Sánchez (D. Eusebio). Se compone, por regla general, de pizarras arcillosas más ó menos foliáceas, ya algo satinadas, ya micáceas (Puente de las Ovejas), casi siempre algo ferruginosas, y de colores gris pardusco ó gris amari. llento.

>> A la fauna tercera pertenecen las calizas negruzcas de Ogasa, Camprodón y otros términos de los Pirineos catalanes; las pizarras de graptolites, muy arcillosas, suaves al tacto, de colores gris rosáceo ó vinoso, del arroyo del Lapiz (Ciudad Real), y las pizarras ampelíticas de varios sitios de esta última provincia y de las de Salamanca, Segovia, Orense, León, Cáceres y

otras.

>> Por las provincias citadas forman crestones salientes, sobre los depósitos de pizarras arcillosas, varias serrezuelas compuestas de cuarcitas que con frecuencia contienen crucianas y otros restos que constituyen nuestra fauna silúrica. »

A juzgar por lo que Prado dice en la Memoria publicada por el Boletín Geológico de la Sociedad de Francia en mayo de 1860, la fauna primordial del O. de la península afecta la disposición en fajas estrechas formadas de capas de calizas y pizarras rojas que ocupan más de 100 kms. de extensión, en la vertiente S. de la cordillera Cantábrica, desde el río Esla, á un km. al E. de Sabero, hasta el origen del Sil en Galicia. Del lado del E., Prado sólo se han encontrado dos fajas que asoman por debajo de los terrenos carbonífero y devónico, á 10 ó 12 kms. al N. de Sabero, y pasan al E. y al O. de Corniero á la distancia de un km. próximamente la una de la otra; el pueblo de Velilla se encuentra entre las dos fajas ó zonas. La del S. la llama Prado de Boñar, nombre de un puebleciilo cerca del cual va á perderse debajo del terreno cretáceo.

El ilustre Barrande, en la nota que acompaña á la Memoria citada, después de caracterizar, con Verneuil y Prado, los numerosos fósiles que éste recogió, llama la atención hacia dos hechos curiosos que se desprenden de los indicados por aquél. El primero consiste en el notable hiatus ó vacío que se observa en dichas localidades, en las que el terreno silúrico inferior se ve inmediatamente cubierto por el devónico, faltando, en consecuencia, los pisos representantes de la fauna segunda y tercera, y esto no en un corto espacio de terreno, sino en una extensión que Prado calcula en 100 kms. El segundo es la analogía que ofrece la naturaleza y aun el aspecto y condiciones estratigráficas de los materiales calizos, en los que se han encontrado fósiles silúricos y devónicos. Sólo el color rojizo distingue el horizonte de la fauna primordial del devónico, cuyas rocas se presentan verdosas. De esta circunstancia deduce Barrande la necesidad de no fiar en la apariencia de las rocas y de fijarse muy especialmente en la índole de los fósiles, sin los cuales los terrenos citados, tan diferentes entre sí, podrían haberse considerado como pertenecientes á un mismo período.

Los fósiles más notables que Prado encontró en la faja caliza roja de Boñar son: el Paradorides Pradoanus, el Arionellus ceticephalus, el Conocephalites Sulzeri y una variedad de éste casi liso; el Conocephalites coronatus y el Conoce

phalites Ribeiro, varios Agnostus y otro, todos característicos de la fauna primera de Bohemia, de Inglaterra y Suecia. En Murero, al N. de Daroca, también se ha encontrado el paradoxides característico de la fauna primordial y otras especies.

El piso medio, representante del sistema de Caradoc y de Llandeilo, no sólo se ve muy desarrollado en varios puntos de la península, sino que puede decirse que hasta el descubrimiento reciente de la fauna primordial, debido al infatigable celo y á las asiduas observaciones del Sr. Prado, era casi el único representante del silúrico en nuestro suelo.

Este horizonte existe en la sierra Carpetana, en los montes de Toledo y Sierra Morena, en León, Palencia y Asturias, formando zonas muy importantes, y además en algunas localidades aisladas, Aragón, Cataluña y fronteras de Castilla la Vieja.

Su composición varía algún tanto en los diferentes puntos en que hasta el día se ha estudiado y reconocido. Así, por ejemplo, en la sierra Carpetana lo constituyen las pizarras cristalinas y las cuarcitas que hacia el E cubre el gneis atravesado por muchos filones de granito. En todos estos materiales y en la calizas sacaroideas que los acompañan encontró Prado bilobites ó crucianas, plantas que en Francia siempre se encuentran en el piso llamado en otro tiempo inferior, y que puede ahora considerarse como medio. En la zona de los montes de Toledo, que comunica por Extremadura con la de Sierra Morena, este horizonte consta, de abajo á arriba, de grandes bancos de pizarras y samitas con restos de caliza negruzca, cubiertos por masas considerables de cuarcita que recuerdan la arenisca de Caradoc y el stiperstone del O. de Inglaterra. La cuarcita, en razón á su gran dureza y á la acción de los agentes exteriores, es la que constituye las cimas entrecortadas y más altas de las montañas, marcando de un modo notable la dirección de los demás elementos del terreno, que es del E. al O., ó del E. 10 ó 15° N. al O. 10 6 15 S. En dicha zona se encuentran dos criaderos importantes, á saber: el de la fosforita de Logrosán y el del cinabrio de Almadén, que merecen nos detengamos por un momento en darlos á conocer

El yacimiento de la fosforita ofrece, según estos ingenieros, todos los caracteres de un filón metamórfico más ó menos regular, con una me dia S. 40° O. á N. 40° E., y una inclinación desde 60 hasta 90° E., más bien que el de las capas ó bancos contemporáneos de las rocas que la contienen. El criadero está en el cerro de San Cristóbal, que, al parecer, representa un cono aislado de levantamiento en el centro de una llanura silúrica de cinco á seis leguas de radio; su extensión es de media legua de largo desde el arroyo de Nava Zarza hasta la vertiente S. del monte junto á la capilla de la Virgen del Consuelo, y su potencia desde 0,60 hasta 7 m. El aspecto que ofrece es el de una masa en capas verticales, empotradas en bancos poderosos de pizarras con vetas de cuarzo basto. Algunos ejemplares ofrecidos al Museo de Historia Natural por D. Ignacio Bolívar, procedentes de la mina Carmen, de Cáceres, ofrecen todo el aspecto de un orthoceras. En los Anales de la Sociedad Española se encontrarán más datos sobre este importante asunto.

No cede en interés científico, ni tampoco industrial, el distrito de Almadén al que acabamos de reseñar; la presencia en él del cinabrio, en cantidad tan prodigiosa que lo coloca muy por encima de todos los criaderos conocidos en el mundo, bastaría para excitar la curiosidad del geólogo.

En el distrito de Almadén se encuentra el terreno silúrico acompañado del devónico, del que no siempre es fácil distinguirlo, como queda ya indicado, tanto por la analogía de caracteres que ofrecen, cuanto por participar ambos de los mismos accidentes estratigráficos, encontrándose á veces confundidos ó mezclados confusamente. Sin embargo, Prado asegura que esta confusión sólo se observa donde las capas afectan grandes dislocaciones y en puntos circunscritos, persistiendo el silúrico con sus caracteres propios en superficies á veces muy extensas. Almadén, Valdeazogues, Cabeza de Buey y Herrera del Duque son las principales localidades en las que el devónico al pasa silúrico de esta manera tan íntima.

La constitución geognóstica de este terreno consiste principalmente en pizarras, que determinan el elemento dominante. El color de estas rocas suele ser en general negro ó gris pardo, casi siempre moteado de rojo amarillento, debido al hidróxido de hierro; también á veces se ven las pizarras blancas, en cuyo caso, desliéndolas en agua, sustituyen á la cal y al yeso para el blanqueo. Otras pizarras son micáceas, con hojuelas muy delgadas de mica argentina. Con frecuencia pierden su estructura característica y se convierten en terrosas. Sus hojas no son rectas ni continuas, viéndose con frecuencia hendidas y agrieteadas en todos sentidos por planos de crucero y de juntura, en cuyo caso es en extremo difícil apreciar la verdadera dirección de las capas. Sólo en Castuera toma esta roca el aspecto de pizarra de tejar, por cuya razón la llaman allí pizarra de librillo. Todas ellas presentan con mucha frecuencia en su masa nódulos esferoidales ú ovalados, unas veces piritosos muy duros, al menos en su centro, otras bastante deleznables y huecos en el interior, compuestos de materia pizarrosa. En Almadén, en el punto de contacto con el cinabrio, las pizarras negras contienen nódulos de piritas de más de un pie de diámetro, cubiertos con frecuencia por el cinabrio

En estas rocas, y particularmente en las de color negro, se encuentra la mayor parte de los fósiles característicos del piso en cuestión, entre los cuales la Calymene Tristani es tan frecuente que, según Prado, no falta nunca en las pizarras fosilíferas. Síguenle en impresiones el Bellorophon bilobatus, la Calymene Arago, la Placoparia Tournemine, el Trinucleus Goldfussi y otros. La localidad más rica, y en donde este geólogo ha encontrado la mayor parte de las especies citadas, es el pueblo de Pozuelo, cerca del puente llamado de las Ovejas, á tres leguas de Ciudad Real; también el Peralejo al N. de Guadalmez, la Huerta del Llano cerca de Chillón y otras, son dignas de estudio bajo este punto de vista.

Después de las pizarras, la cuarcita es la piedra más importante del silúrico en este distrito. Esta roca se presenta de grano fino y estructura compacta, pasando con frecuencia á una especie de pudinga (grauwacka), de chinas tan intimamente unidas entre sí que es muy difícil separarlas. Su color generalmente es el blanco, manchado á veces de rojo por el peróxido de hierro, sobre todo en la superficie de estratificación y en las hendeduras transversales; también se la ve atravesada por venas y filones de cuarzo. En Puertollano, Abenojar y Luciana, y en Nava de Ricomalillo, en donde suele contener oro, los cantos de la pudinga cuarcítica son de mayor tamaño y se desprenden con más facilidad. En los puntos en que esta roca se halla en contacto con las pizarras negras adquiere este mismo color, siendo muy difícil explicar el por qué en medio del sistema de las pizarras negras se ve á tan poca distancia la cuarcita, ya blanca, ya del color obscuro de aquéllas. Esta roca, cualquiera que sea su coloración, suele presentarse en capas de mucho espesor, formando, lo mismo que en los montes de Toledo, la cima aguda y entrecortada de las montañas, particularmente cuando afecta la disposición vertical En ella sólo se encuentran, por lo común, restos de fucus y de bilobites, plantas al parecer terrestres, dispuestas siempre según los planos de estratificación, jamás en sentido transversal.

En medio de la formación de las pizarras se encuentra otro elemento geognóstico que, aunque de naturaleza silícea, se distingue de la cuarcita y es una arenisca micácea, poco consis tente, teñida de amarillo por el hidróxido de hierro. En ella se han encontrade la Calymene Tristani, la Placoparia Tournemine, el Bellororophon bilobatus y otros fósiles característicos. Su estructura es compacta, si bien suele pasar insensiblemente á la pizarrosa, conteniendo en este caso los mismos nódulos que las pizarras.

La caliza, que Le Play dijo no existir en Almadén, se encuentra, según Prado, pero siempre en capas subordinadas á las pizarras. Su color habitual es el gris, aunque también suele presentarse negra, como entre Valdeazogues y Fontanosas y entre Brazatortas y Veredas, donde está literalmente formada de la Calymene Tris tani, del Bellerophon bilobatus y de otros fósiles característicos.

Prado cita además una arenisca de color gris claro muy deleznable, con algunas hojuelas de mica, en la cual parece haber encontrado, junto

á los cortijos de Malagón, restos de un Ellipsocephalus, género característico de la fauna primordial de Bohemia, descubrimiento importante y en el cual se funda Barrande para admitir la existencia del piso inferior del terreno silúrico en este distrito.

Además de las mencionadas, se encuentra en el territorio de Almadén una roca llamada por los mineros piedra frailesca, muy curiosa, tanto por sus caracteres y composición como por su yacimiento y circunstancias que la rodean

La piedra frailesca ofrece el aspecto de una brecha de pedazos de pizarra negra, unas veces sin cemento aparente, otras reunidos por una materia caliza magnésica, gris ó de color claro, mezclada con arena y pequeños fragmentos de cuarcita. También suele presentarse sin elementos pizarrosos, y su masa entonces es de cuarcita negra sembrada de pequeñas porciones de la caliza dolomítica En Almadén, en el punto de contacto de las capas que contienen el cinabrio, la piedra frailesca es de cemento dolomítico, con fragmentos de pizarra negra muy delgados. y angulosos, y á veces de 2 y 3 decímetros de largo.

La estructura en grande de esta roca, aunque predomine en ella el elemento calizo, es pizarrosa y suele alcanzar un espesor de 50 y más metros. En la masa de la piedra mencionada se suelen encontrar algunas oquedades tapizadas de pequeños romboedros de dolomía, de color blanco anacarado. También determina á veces esta roca la formación de estalactitas, que se presentan en el interior de las galerías, de color blanco de nieve, pero sin que se descubra en ellas vestigio alguno de magnesia.

Por último, en la mina de Almadén, y en el seno mismo de la pizarra negra, suelen verse algunas capas aisladas de caliza magnesífera blanca, de aspecto sacaroideo y homogéneo, adoptando la forma de lentes de gran tamaño, aunque de corta extensión. Otras veces se presenta este elemento geognóstico en pequeñas vetas ó filones en la masa de la piedra frailesca, llevando con frecuencia pequeños cristales de cinabrio. Prado dice haber visto los mismos cristales en una caliza parecida, si bien más pura, en el criadero de cinabrio de Mieres (Asturias), perteneciente al terreno carbonífero.

La piedra frailesca ha proporcionado escasos vestigios orgánicos en Chillón, que lo mismo allí

que en Guadalperal parecen afectar las facies del terreno devónico. Sin embargo, en Almaden, Prado la cree silúrica, tanto por hallarse rodeadas de pizarras de este piso cuanto por ser diferente su aspecto de la devónica, y más particularmente por haber encontrado en su masa fósiles propios de este terreno.

También ha hecho el citado geólogo la observación de que esta roca jamás se encuentra en la cuarcita y que falta en ella el elemento feldespático, circunstancia que la asemeja mucho á la grauwacka del Hartz.

Los materiales devónicos y silúricos de Sierra Morena, y particularmente los del distrito de Almadén, han experimentado la acción de varias rocas igneas, entre las cuales deben mencionarse algunas variedades de granito, varios pórfidos verdes y negros ó melafidos, y las leucostitas ó pórfidos traquíticos muy curiosos. La aparición en diferentes épocas de todas estas masas eruptivas, no sólo ha determinado la dislocación, el quebrantamiento y el metamorfismo de todos los estratos, sino que indudablemente ha contribuído también á la formación del curioso y por demás importante criadero de cinabrio. Entre estos efectos que revelan las rocas, es digno de mencionarse el replegamiento y la ondulación de las capas que un día se depositaron horizontalmente en el fondo del mar, y hoy se repiten con las formas más caprichosas.

Respecto á la naturaleza de criadero del mercurio, Vilanova se limita á manifestar, con Prado, que no debe en general considerarse como verdadero filón, á no ser en puntos muy circunscritos, y que la gran masa de cinabrio ha penetrado en las rocas, particularmente la cuarcita, siguiendo la dirección de sus capas, nunca en sentido transversal. En muchos de estos materiales parece que hubo sustitución de parte de sus elementos componentes, por el mercurio que los desalojó al tiempo de penetrarlos, pudiendo citar en confirmación que, cuando esta operación se verificó en las pizarras, el metal adquirió la estructura y hasta el color obscuro que las dis

tingue, al paso que en la cuarcita se presenta de color más claro y en masa ó de estructura maciza.

Prado asegura que el cinabrio se encuentra en ambos terrenos, devónico y silúrico, si bien es más abundante en éste que en aquél. Sin embargo, la salida de este metal es posterior á la consolidación de sus materiales, debiendo tal vez referirla á períodos diferentes y más o menos íntimamente enlazada con la erupción de las diversas rocas eruptivas que dislocaron dichos

terrenos.

Los fósiles que más comúnmente se encuentran en este horizonte, en la indicada comarca, son los que hemos mencionado más arriba, y además el Asaphus nobilis, la Dalmania Philipsi y D. 80cialis, el Trinucleus Goldfussi, Cyrtoceratites Luxani y otros.

Las capas silúricas de Sierra Morena se han reconocido en dirección E.O., desde Santa Cruz de Mudela hasta Cabeza de Buey y Castuera, en una extensión de 170 kilómetros, siendo muy probable, según Verneuil, que se prolonguen hasta el Cabo de San Vicente. En la última excursión que este geólogo hizo por nuestro suelo parece haber hallado en la extremidad oriental de esta cordillera, entre Genave y Albaladejo, en el río Guadarmena, la continuación de este

horizonte geologico, representado por pizarras y cuarcitas con la Calymene Tristani.

En las fronteras de Aragón y Castilla también se presenta este terreno en pequeños manchones, representado por pizarras negruzcas, con graptolites y cuarcita negra y gris. Constituye los cerros de Nuestra Señora y de San Cristóbal, cerca de Orihuela del Tremedal, y se repite con accidentes parecidos en Garaballa, en el collado de la Plata, entre Libros y Albarracín, cerca de Jea y Torres, en Checa, Horca Monterde, Montalbán y otros puntos. En Molina de Aragón, y cerca de Prados, vuelve á presentarse compuesto de materiales análogos, caracterizados por las Calymene Tristani y Arago, la Placoparia Tournemini y otras especies, idénticas á las de Sierra Morena.

Las pizarras silúricas aparecen de nuevo más arriba, en capas muy inclinadas, en los baños de Alhama de Aragón, enlazadas sin duda con las

del eje de la cordillera de Burgos y el Moncayo. Cerca de Camprodón (Cataluña) también se ha observado este terreno, pues en sus pizarras negras encontró Loriere bastantes graptolites fósiles característicos.

Según Verneuil, el piso superior, ó sean las formaciones de Ludlow y Wenlock, no se .encuentran en la península, ó por lo menos es du dosa su existencia, pues los únicos datos paleontológicos que ha encontrado en Sierra Morena, en Ogasa, cerca de San Juan de las Abadesas y en otros puntos que pudieran hacer sospechar su presencia, son la Cardiola interrupta, algunos Graptolites y el Orthoceras bohemicum; y como quiera que entre estos fósiles el primero se encuentra también en Inglaterra y Bohemia en el silúrico inferior, es racional la duda que asalta al mencionado geólogo. Estas especies se encuentran en Sierra Morena en lechos delgados de pizarras negras, algo bituminosas, con concreciones calizas esferoidales análogas á las de la base del piso superior de Bohemia. Este horizonte se halla en Ogasa representado por los mismos elementos geognósticos, cubiertos por pizarras que contienen varios bancos de combustible y muchas impresiones de helechos del período carbonífero. También, según Verneuil, puede referirse al mismo la faja de caliza silícea atravesada por numerosos filones de granito que aparece en varios puntos desde Gerona y Calella hasta Barcelona, cerca de cuya ciudad encontró Prats algunas Orthoceras.

Aunque en rigor no esté demostrada la existencia en la península de las formaciones más superiores del silúrico, sin embargo puede asegurarse que estos materiales representan entre nosotros la parte culminante del terreno en cuestión, por cuyo motivo figuran en el cuadro de clasificación de los terrenos como equivalentes de los pisos Wenlock y Ludlow.

El terreno silúrico comunica á las comarcas formas muy diversas, según los materiales que en él dominan; así es que cuando son las pizarras talcosas ó micáceas, y aun el gneis, los que adquieren más desarrollo, no produce montañas muy elevadas; sus formas son redondas y termiuan por mesetas muy á propósito para el cultivo

Otro subgénero es el Silurocardium, creado por Leymerie en 1878, y que en opinión de Fischer es idéntico con el género Panenka. La concha es transversal, alargada é inequilátera, re

de la vid, cuando el clima lo quiere, según hace notar Rojas Clemente en su Ensayo sobre las variedades de la vid común; también se producen muy buenos pastos en estas mesetas, como de ello nos da un buen ejemplo La Serena (Ex-sultando equivalva, y su consistencia es escasa; tremadura). Por el contrario, las cuarcitas y areniscas constituyen montañas bastante altas, ásperas, de contornos caprichosos y entrecorta dos y de grandes escarpes, imprimiendo al país el sello de pobreza vegetal.

Este terreno puede considerarse como el más rico entre los de sedimento bajo el punto de vista industrial, explotándose en él el cinabrio, el oro, la galena argentífera, el zinc, el cobre, el estaño y otros metales, y algunas piedras preciosas. Entre los materiales pétreos, las areniscas, los conglomerados silíceos, las calizas y las rocas plutónicas, que se encuentran en él en gran abundancia, pueden destinarse á los usos indicados ya en terrenos anteriores. Muchas pizarras sirven para tejar y para pavimentar, etc.

En cambio de esta riqueza industrial el terre. no silúrico suministra pocos materiales á la agricultura, siendo en general pobre la vegetación en las comarcas en que abunda este terreno. Sin embargo, en España puede decirse que por excepción ofrece una gran riqueza en el criadero de fosfato de cal de Logrosán (Extremadura), cuya explotación va creciendo de día en día de un modo fabuloso. Algunos opinan, en cuanto al uso que pueda hacerse de esta substancia, que debe darse como alimento á las bestias y en especial á los bueyes, ejerciendo en su organis. mo, según Elie de Beaumont y Mige-Couries, la misma influencia que sobre las plantas.

SILÚRIDOS (de siluro): m pl. Zool. Familia de peces del orden de los fisóstomos, que se caracterizan por tener la cavidad cerebral cerrada lateralmente por alas orbitarias y un esfenoides anterior que se une á los frontales anteriores, conduciendo así esta cavidad hasta el etmoides, sin dejar espacio membranoso entre las órbitas. Ciertas especies no tienen parietal, pero en cambio se desarrolla mucho el interparietal, observándose mucha variación respecto al modo de sostenerle las crestas y las apófisis. En las especies que tienen una espina dorsal fuerte la segunda y la tercera se unen constituyendo una sola pieza, que ofrece poco más ó menos la forma de media luna.

Otro carácter notable en los silúridos consiste en los tentaculos que presentan en la boca, siendo los más largos los del labio superior Varios autores dicen que este pez se sirve de ellos para atraer la presa cuando se pone á su alcance. No tienen nunca verdaderas escamas, aunque algunas especies presentan sus líneas laterales protegidas por placas huesosas, al paso que otras tienen todo el cuerpo cubierto de láminas semejantes.

SILURINA: f. Paleont Género perteneciente á la familia de los precárdidos, suborden de los anatináceos, orden de los dibranquiales, clase de los lamelibranquios y tipo de los moluscos Caracterízase este género, del cual se conoce tan sólo la forma externa, que ha sido descrita y figurada por Barrande, por presentar una concha inequilateral de contorno irregular por una salida originada á causa de un pliegue bastante fuerte. Los ganchos hállanse poco desarrollados y el área no existe; hay un pliegue que parte desde los ganchos y llega á terminar á muy poca distancia de la extremidad de la charnela; la superficie de la concha encuéntrase adornada de costillas longitudinales que se presentan muy apretadas las unas contra las otras; la especie más importante de este género es la Silurina distorta de Barrande, que así como todas las demás se encuentra únicamente en las formaciones del terreno silúrico de Bohemia.

Muy próximo al Silurina, y pudiendo considerarse como subgénero del mismo, está el Dalila, creado en el mismo año y por el mismo autor; la concha es de forma subcircular, elíptica ó transversal, llegando á ser equilátera; las valvas son semejantes por su contorno, pero diferentes por la salida que presentan sus ganchos, pues el uno es completamente normal y el otro se presenta truncado; el borde cardinal es rectilíneo, corto, y no presenta área; la superficie encuéntrase adornada de estrías muy numerosas y apretadas. La especie más importante es la explanata, perteneciente también al terreno silúrico de la misma localidad.

presenta una pequeña lúnula y el borde cardinal es rectilíneo ó anguloso, carece de área, pero debajo de los ganchos se encuentra, como sustituyéndola, una pequeña ranura ligamentaria; la superficie de esta concha se presenta adornada de numerosas costillas radiantes. Considerando como sinónimos el género Panenka y el Silurocardium el número de especies es grandísimo, pues sólo las descritas por Barrande llegan á 231, pero aceptando sólo las de Leymerie, el número es muy corto; de las primeras la más importante es la extensa, perteneciente al silúrico de Bohemia; y de las segundas la Barrandei, que se encuentra en los Pirineos, siendo ésta la única excepción al yacimiento de Bohemia.

SILURISPONGIA: f. Paleont. Género de la familia de los tetracladinos, orden de los litístidos, clase de las esponjas y tipo de los celentereados. Es una esponja fósil, hemisférica ó esférica, libre, y que se halla revestida en su cara infenaturaleza silícea, presentándose en la capa surior por una espesa capa bastante compacta de perior una cavidad bastante profunda, de la base de la cual parten canales que se dirigen hacia la periferia de la esponja, en tanto que otros canales arqueados corren paralelamente á los meridianos de la superficie Los elementos esqueléticos presentan una disposición más ó me

nos claramente tetrarradiados. Los brazos están ramificados en cuatro canales asciales que se encuentran entre sí bajo un ángulo de 120°; muy frecuentemente las espículas próximas á la superficie aceptan formas muy variadas, entre las cuales las más importantes son la de áncora, la de discos silíceos con el borde entero ó recor tado, y la de espículas monoáxicas. Del vértice de la concha, que es aplastado, parte un haz de cavidades tubulosas que desciende á través de toda la masa de la esponja hasta la base de la misma; la superficie de esta esponja presenta ostíolos diseminados sin orden ni simetría de ninguna clase, y cuyo tamaño también es muy variable, y á partir de los cuales parten unos canales cuyo tamaño está dado por los ostíolos que los inician, y que se dirigen hacia el interior de la masa de la esponja; los corpúsculos de estos litístidos, de estructura tetrarradiada, que por su unión constituyen el esqueleto, poseen radios lisos, algunas veces provistos de excrecencias nudosas, cuyas extremidades, por la reunión de varios elementos esqueléticos aislados, presentan un aspecto ramificado y radiciforme, y en algunos tipos todos los radios ó algunos de ellos se dividen en dos ramos; encuéntranse también como productos esqueléticos aislados y se encuentran ancoras y agujas silíceas pertenecientes á este género. Zittel considera próxima á las formas del género Silurispongia otras varias cuyos elementos son poco marcadamente tetrarradiales, y que se asemejan á la de los rizomorfinos y anomocladinos, y entre los cuales pueden citarse las de los géneros Aulocopium de Oswald y Aulocopina de Villings, que también pertenecen al terreno silúrico.

SILURO (del lat. silurus; del gr. olovpos): m. Pez corpulento y feroz, de boca muy grande y muy poblada de carreras de dientes. Embiste á veces á los caballos que nadan, y los trastorna.

el SILURO se halla principalmente en el Nilo y en el Danubio, de los cuales rios es muy cruel tirano. ANDRÉS DE LAGUNA.

- SILURO: Zool. Género de peces del orden de los fisóstomos, familia de los silúridos, que se caracterizan por tener la aleta dorsal pequeña y situada en la parte anterior del lomo; la anal, muy larga, ocupa todo el vientre, pareciendo confundirse algunas veces con la aleta de la cola. Cuvier precisó más el carácter de las especies de este género, reduciéndole á los síluros que no tienen espinas sensibles en la dorsal, y cuyos dientes, en forma de carda en ambas mandíbulas, guarnecen una faja del vómer.

Tres son las especies más conocidas: el Silurus glanis, el S. cochinchinensis y el S. wallageo.

El Silurus glanis es la especie que sirve de tipo á este género, y se caracteriza por su cuerpo deprimido junto á la cabeza, redondeado en

el pecho y comprimido en el resto de su extensión, y que se adelgaza en dirección á la cola; la cabeza, tan ancha como el pecho, se aplana mucho por delante. Toda la línea dorsal de este pez, cuando está extendido, es casi recta desde el hocico hasta la extremidad de la cola. La boca, arqueada como las mandíbulas, ocupa toda la anchura de la parte anterior de la cabeza; cada una de aquéllas está provista de una faja ancha de dientes, dispuestos en forma de carda y muy compactos; en la superior hay también otra paralela que pertenece al vómer, pero el resto del paladar es liso, lo mismo que la lengua, reducida en este pez á una prominencia ancha y plana. Los ojos son relativamente pequeños; el preopérculo no se distingue á través de la piel, y el opérculo huesoso termina en punta redondeada; no existe el subopérculo. Sobre la mandíbula superior tiene dos tentáculos membranosos bastante largos, y otros cuatro

Siluro

más finos debajo de la inferior. La membrana branquióstega tiene 16 radios redondos; la pectoral es redondeada lo mismo que las ventrales, y la dorsal muy pequeña. Consiste el ano en un agujero pequeño y redondo, que presenta por detrás un tubérculo carnoso, en cuya punta se ve el orificio de los órganos genitales. La anal sigue después, y la caudal cortada á escuadra. Este pez carece de escamas, y su piel es blanda y lisa hasta en la cabeza. El color es un pardo aceitunado ó verde obscuro, que en los costados y en el vientre palidece un poco, presentando an viso amarillento ó blanquizco. El labio inferior es rojizo; la pectoral tiene en su base una mancha parda orillada de amarillo sucio. Los mismos colores, aunque más pálidos, se ven en las ventrales; no así la anal, que es parda.

El hígado de este pez es voluminoso y se divide en dos lóbulos, llegando el izquierdo hasta el fin del estómago; el bazo es triangular, grueso, bastante grande, y está suspendido entre el estómago y el intestino; el corazón, en forma de triedro, es dos veces más alto que ancho, y la aurícula bastante más pequeña que el ventrículo. Además de las tres vértebras unidas, que pueden considerarse como cervicales, puesto que no llevan costillas, contiene la espina dorsal 67 á 68, de las que 16 son abdominales y 51 ó 52 caudales.

Este siluro alcanza algunas veces grandes dimensiones, pues se ven individuos de 1m,70 á 1m,90 de largo.

El área de dispersión de este pez es difícil de fijar. No se le ve en las islas Británicas ni en Francia, Italia y España; las aguas más próximás en que se encuentra son las de algunos lagos de Suiza, tales como el de Morat y Neufchatel, pero no en el de Ginebra ni en otros de los que

se comunican con el Rhin. Sólo existen constantemente en algunos lagos pequeños de Suabia. Cuando llega la época de las grandes inundacio nes se trasladan los siluros al lago de Constanza, donde los cogen pronto. Con frecuencia se ven en el lago salado de Harlem; en el Danubio, en el Elba y sus afluentes, es donde empieza á ser más abundante, pues se coge en todo el curso del primero de estos ríos; también existe en la Macedonia, de cuyos lagos más próximos se hace provisión para Constantinopla. Más hacia el Norte se encuentran en todos los afluentes del Elba, y también en los estanques de los alrededores de Berlín. En Suecia los hay en el lago Mælarn, y en otras aguas de Scania, pero no se le ve ni en Islandia ni en Groenlandia. Algunas veces, aunque pocas, se le halla en Livonia, abundando en la mayor parte de los ríos de Rusia. El Mar Caspio y las aguas confluentes producen tantos, que se venden a un precio muy bajo; en Georgia, y sobre todo en el Terek, se cogen individuos de 150 kilogramos de peso.

TOMO XIX

Este pez es un animal perezoso por excelencia; siempre permanece en las profundidades sobre fondos arcillosos ó de fango, en los que se sepulta, sin que esto le impida apoderarse de alguna presa, gracias á los tentáculos de que se halla provista su boca. Esta costumbre dificulta cogerle con las redes, que suelen pasar sobre él; pero en cambio siempre sale á la superficie durante las tempestades, dándose el caso de que las olas le arrojen á la orilla. Los pescadores dicen que no se cogen individuos grandes sino cuando truena. En el invierno se pescan bastantes practicando agujeros en el hielo.

Este siluro es muy voraz; se dice que de todos los peces no perdona más que á la perca, á causa de sus espinas, que extermina muchas aves acuá ticas y que hasta se atreve con el hombre. Un campesino se apoderó cierto día, cerca de Thorn, de un gran siluro, y al abrirle el vientre vió que tenía dentro un niñc entero, en Hungría, según se asegura, se dan muchos casos de niños devorados cuando van á buscar agua, y hasta se refiere que en las fronteras de Turquía un pescador cogió un siluro que tenía en el estómago el cuerpo de una mujer con un bolsillo lleno de dinero y un anillo. Gmelin le atribuye el instinto de sacudir los arbustos para devorar cuando caen á los animales terrestres que se refugian en ellos. En estanques se les puede conservar bien, alimentándolos con pan, carne, peces y ranas.

Según Schonevelde, la carne de este pez es buena, sobre todo en el mes de junio; Siemssien la compara con la de ternera, pero los más dicen que tiene el sabor de la anguila, aunque más delicada y blanca. En Hungría secan las partes grasas y hacen manteca para sazonar sus legumbres, ó las convierten en aceite para las luces; la veji ga la utilizan para preparar una especie de cola muy consistente. Los rusos y tártaros del campo se sirven de la piel seca para ponerla en las ventanas en vez de cristales.

El Silurus cochinchinensis no ofrece diferencia alguna con la especie anterior respecto á la forma de la cabeza, posición de los ojos, aletas y tentácu. los, pero las mandíbulas son iguales entre sí; los dientes del vómer se dividen en dos grupos, y la aleta anal no tiene sino 62 ó 63 radios. Su tamaño es también mucho más reducido que el del siluro de Europa, y como lo indica su nombre es originario de Cochinchina.

El Silurus wallagoo se distingue especialmen te por tener la cabeza más estrecha, la boca bastante más hendida, los ojos mayores, la espina pectoral más larga y el cuerpo más comprimido en su parte anterior. Este siluro es azul ceniciento por la espalda y de un blanco plata en los costados y regiones inferiores; las aletas son de un gris amarillento.

Mide este pez unos 0m,84 á 1m, 15 de largo, y es muy común en el Mar de las Indias, pero sobre todo en las aguas de Bengala, en las costas de Coromandel y en las del país de los birmanos. Su género de vida no difiere de la que observan las especies anteriores, sino en que éste prefiere los estanques y lagos para vivir.

Su carne es muy apreciada por los naturales; no así por los europeos, á quienes repugna el aspecto de este pez.

taña, sit. al S.O., hacia la desembocadura del SILUROS: Geog. ant. Pueblo de la isla de BreSabrina ó Severn, en la parte S. del actual País de Gales. Fueron sometidos por Frontino el año 75 de J. C. Su cap., Isca Silúrum, es hoy Caerleon. Según Tácito, eran oriundos de la Iberia.

SILUSA: f. Zool. Género de insectos del orden de los colcópteros, familia de los estafilínidos, tribu de los aleocarinos. Sus caracteres más importantes son: menton grande, fuertemente escotado por delante; lengüeta delgada, filiforme, entera; palpos labiales setáceos, muy largos, de tres artejos apenas distintos, los dos primeros casi iguales, el tercero muy pequeño; palpos maxilares medianos: sus artejos segundo y tercero casi iguales, el último muy largo, ganchudo en el extremo, guarnecido por dentro de pequeñas espinas antes de su extremidad, el externo mucho más corto, ancho y membranoso; mandíbulas inermes; labro muy pequeño, semiorbicular; cabeza globulosa, atenuada por delante; los ojos medianos, planos; antenas muy cortas, robustas; sus artejos segundo y tercero casi iguales y de forma cónica; protórax transversal casi tan ancho como los élitros, un poco redondeado lateralmente y presentando una fose ta transversal

en su base; élitros truncados por detrás y muy escotados cerca de sus ángulos externos; abdomen lineal; patas muy cortas, las intermedias aproximadas en su base; tarsos anteriores de cuatro, los demás de cinco artejos; cuerpo largo, paralelo, deprimido por encima y alado,

El tipo de este género es la Silusa rubiginosa Erich., la cual ha sido encontrada en los nidos de las hormigas.

SILVA (del lat. silva y sylva): f. Colección de varias materias ó especies, escritas sin método ni orden.

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- SILVA: Geog. Aldea de la parroquia de San Martín de Rodís, ayunt. de Cerceda, p. j. de Or denes, prov. de la Coruña; 72 habits. | Aldea de la ayuda de parroquia de San Saturnino de Goyanes, ayunt. de Son, p. j. de Noya, prov. de la Coruña; 393 habits. Aldea de la parroquia de Santa María de Lampay, ayunt. de Teo, partido judicial de Padrón, prov. de la Coruña; 55 habits. Aldea de la parroquia de San Lázaro de Silva, ayunt. y p. j. de Tineo, prov. de Oviedo; 37 habits. V. SANTIAGO DE SILVA.

- SILVA Ó SYLVA: Geog. Río de Rusia. Nace en la parte meridional del gobierno de Perm, en los últimos contrafuertes occidentales del Ural

central; pasa por Nijne-Sylvenskii, Urminskoie, Julaieva, Torgovskoie, Šuksunskii y Kungur; recibe por la izq. el Vogulka, el Iren y el Babka, y por la dra. el Molebka, el Barda y el Chakva, y después de un curso bastante sinuoso, de 546 kms., vierte sus aguas en el Chussovaia por dos brazos que forman la isla Tolstoi.

- SILVA (LA): Geog. Barrio del ayunt. de Villagatón, p. j. de Astorga, prov. de León; 83 habits.

- SILVA DE ABAJO: Geog. Aldea de la parroquia de San Cristóbal de Viñas, ayunt. de Oza, p. j. y prov. de la Coruña; 259 habits.

- SILVA DE ARRIBA: Geog. Aldea de la parroquia de San Cristóbal de Viñas, ayunt. de Oza, P. j. y prov. de la Coruña; 217 habits.

- SILVA OSCURA: Geog. Lugar de la parroquia de San Salvador de Penosiños, ayunt. de Villameá, p. j. de Celanova, prov. de Orense; 98 habitantes.

- SILVA (FELICIANO DE): Biog. Célebre escritor español. N. en Ciudad Rodrigo (Salamanca) á fines del siglo xv ó en los primeros años del XVI. M. después del 1551. Era hijo de noble estirpe. Fué su padre Tristán de Silva, cronista del emperador Carlos V, y acaso el mismo que, habiendo tomado parte en la conquista de Granada, escribió de ella una historia inédita citada por Garibay, Lucio Marineo Sículo y otros autores. Feliciano, en su juventud, sirvió de paje á D. Juan Alonso de Guzmán el Bueno, sexto duque de Medinasidonia, y ya más entrado en años, por los de 1540, vivía en Sevilla al servicio de aquel magnate. Pedro Barrantes Maldonado, autor de una crónica de la casa de Niebla, refiere que, en vísperas de Santa Ana, pasando en dicho año la duquesa de Medinasidonia, doña Ana de Aragón, por el puente de Sevilla, cayó al río con toda su comitiva, de resultas del hundimiento de aquél. Ahogáronse 14 doncellas y dueñas de la servidumbre de la duquesa, que hubiera tenido igual suerte á no haber llegado Silva nadando hasta ella y asídola de una de las mangas, dando así tiempo á que un barquero la recogiera en su esquife. Si hemos de dar fe al testimonio de Diego Hurtado de Mendoza, en su ingeniosa crítica del capitán Salazar titulada

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ducción de un elemento nunca hasta entonces visto en este linaje de libros. Empezaba á la sazón á ser conocida en Castilla la novela pastoril...; y Silva, que no parece haber sido perezoso en esto de asimilarse los trabajos literarios de otros, echó mano del nuevo elemento, harto impropio por cierto en asuntos caballerescos, introduciendo en este su libro á dos pastores, Darinel y Silvia, que hacen después gran papel en los siguientes tomos. » No contento con el aplauso y nombradía que debieron valerle sus dos libros anónimos de Lisuarte y Amadis, acometió Silva la colosal empresa de proseguir la historia del buen Amadís y sus descendientes hasta la sexta generación, y la llevó á término, para lo cual escribió seis libros, comenzados en 1532 y terminados en 1546. Esta nueva serie empieza en La Corónica de los muy valientes y esforçados é invencibles caualleros don Florisel de Niquea y el fuerte Anaxartes: hijos del muy excelente principe Amadis de Grecia (Valladolid, 1532, en fol. ; Sevilla, 1546, en íd.; Zaragoza, 1568, en íd.; Zaragoza, 1584, en íd.; Tarragona, íd., en íd.); continúa en la Parte tercera de la chrónica del muy excelente príncipe Don Florisel de Niquea, en la qual se trata de las grandes hazañas de los excellentisimos príncipes don Rogel de Grecia y el segundo Agesilao, hijos de los excelentíssimos príncipes don Florisel de Niquea y don Falanges de Astra (Sevilla, 1536, en fol.; íd., 1546, en íd.; Salamanca, 1551, en íd.; Evora, sin fecha, en íd.; Lisboa, 1566, en íd.), dedicada por su autor á D. Francisco de Zúñiga de Sotomayor, duque de Béjar; y acaba en el Don Florisel de Niquea: la primera parte de la quarta de la chrónica de el excelentíssimo príncipe don Florisel de Niquea (Salamanca, 1551, en fol.), cuyo segundo tomo se titula Libro segundo de la quarta y gran parte de la chrónica del Excelente Príncipe don Florisel de Niquea. En que trata principalmente de los amores del príncipe don Rogel y de la muy hermosa Archisidea: juntamente de los casamientos de Age

silao

y Diana Y de los otros príncipes desposados (íd., íd., en íd.). Esta obra se reimprimió en Zaragoza, 1568, en fol. Silva la dedicó á la reina doña María, hija de Carlos V. En un extenso

Carta del bachiller de Arcadia, Feliciano de Silva vivió desahogado y aun rico con el producto de sus numerosas obras, ofreciendo singular contraste con la pobreza y desnudez de Cervantes, que medio siglo después aniquiló con su punzante sátira todo el linaje de libros de caballerías, que con abundancia produjo Feliciano. He aquí las palabras de Diego Hurtado de Mendoza: «Véis ahí á Feliciano de Silva, que en toda su vida salió más lejos que de Ciudad Rodrigo á Valladolid, у ha andado siempre entre Daraya y Garaya metido, é la Torre del Universo, donde tuvo encantado, según dice su libro, diez y siete años á Dios Padre? Con todo eso tuvo de comer y aun de cenar; y vos que habéis andado, visto y peleado, servido, escripto y hablado más que todo el ejército junto que envió el Emperador á esa guerra, no tenéis ni aun de almorzar.» Feliciano tuvo un hijo, Diego, que, después de servir en los ejércitos del emperador, se embarcó para Tierra Firme y murió como bueno en una batalla contra los indios de aquella región. Si es cierto que Silva escribió el Lisuarte de Grecia, y que éste se imprimió en 1525, alcanzó Feliciano larga carrera literaria, puesto que en 1551 aún se ocupaba en escribir la cuarta parte del Florisel de Niquea. No se halla noticia alguna de su vida posterior á la publicación de dicha obra. Fué Silva sin disputa el más profundo y prolífico de cuantos escritores cultivaron la novela caballeresca en el Siglo de Oro de nuestra literatura. Los bibliografos dicen que compuso El séptimo libro de Amadís, en el qual se trata de los grandes fechos en armas de Lisuarte de Grecia, fijo de Esplandián, y de Perión de Gaula (Sevilla, 1525, en fol.; Toledo, 1539, en íd. ; Sevilla, 1548; ídem, 1550, en íd.; Zaragoza, 1587, en íd. ; y Tarragoíd., íd.). El autor, que no se nombra en ninguna de las ediciones citadas, dedicó la obra á D. Diego de Deza, arzobispo de Sevilla. El argumento del libro y varias noticias de sus ediciones, todo referido por Pascual de Gayangos, puede verse en el tomo XL de la Biblioteca de autores españoles de Rivadeneira (págs. XXVI á XXVIII y LXVIII). Que la obra es de Silva se deduce de la lectura del Lisuarte y el Amadis de Grecia, pues se nota cierta semejanza y pari-proemio, dirigido á la princesa, enumera las hadad entre ambas producciones. Además, en la advertencia del corrector de la imprenta al lector en el citado Amadis se hallan estas palabras: Porque el séptimo, que es Lisuarte de Grecia y Perión de Gaula, hecho por el mismo auctor de este libro. Sin embargo, las palabras subrayadas pudieran aludir al sabio Alquife, á quien se atribuyen las dos obras referidas. A Silva se debió la Chrónica del muy valiente y esforzado Principe y cavallero de la ardiente espada, Amadis de Grecia, hijo de Lisuarte de Grecia (Burgos, 1535, en fol.), también titulado: El noveno libro de Amadis de Gaula, que es la crónica del muy valiente y esforçado príncipe y cauallero de la Ardiente Espada Amadis de Grecia: hijo de Lisuarte de Grecia, emperador de Constantinopla y de Trapisonda, y rey de Rodas, que tracta de los sus grandes hechos en armas, y de los sus altos y extraños amores (Sevilla, 1542, en fol., Medina del Campo, 1564, en íd.), ó Parte primera (y segunda) de la crónica del muy valiente y esforzado principe y caballero Amadis de Grecia, é cómo venció al Fuerte Frandalo (Valencia, 1582,| en fol.), y también Corónica del muy valiente y esforzado Principe y caballero de la ardiente espada Amadis de Grecia, hijo de Lisuarte de Grecia, emperador de Constantinopla y Trapisonda y Rey de Rodas. Que trata de los sus grandes fechos en armas y de los sus altos y extraños amores. Y es el noveno libro de Amadis de Gaula (Lisboa, 1596, en fol.). Para el argumento y las noticias bibliográficas remitimos al lector al citado tomo de la Biblioteca de Rivadeneira (pá-lo ginas XXX á XXXIV y LXIX). Gayangos escribe: «Aunque el nombre de su autor no aparece en la portada del libro, declárase suficientemente en un extenso prólogo que en algunas impresiones lleva la firma de Feliciano de Silva.» Es evidentemente continuación del séptimo y no del octavo, y así lo hubiera su autor intitulado á no haberle ganado la vez el sevillano Juan Díaz, Bachiller en Cánones. Refiriéndose á la obra de Silva, agrega Gayangos: «Nótase ya en este libro cierta variación del género, no porque falten castillos y doncellas, enanos y encantadores, encuentros con robustos jayanes y descomunales gigantes, y otros accesorios de la andante caballería, sino por advertirse ya en él la intro

zañas militares del emperador, deduciéndose de algunas expresiones que el fin de la obra era celebrar, á manera de alegoría, las virtudes militares y domésticas del citado monarca. Cada una de las tres últimas producciones citadas consta de dos partes ó libros. Ya en la que Silva llamó primera parte de la cuarta introdujo bastantes poesías, como son dos romances traducidos del griego, una bucólica, unas décimas, varios epigramas, etc.; pero hay más en el que llamó libro segundo de la cuarta, pues inserta una égloga (bucólica) entre dos pastores, Archileo y Laris, y varios certámenes ó torneos poéticos á guisa de los que Montemayor acababa de introducir en su Diana. Para los argumentos y bibliografía de dichas producciones véase el tomo XL de la Biblioteca de Rivadeneira (páginas XXXIV á XXXVII y LXIX á LXX). Feliciano de Silva pasó también por autor de otro libro de caballerías, Don Silves de la Selva, hasta que Gayangos demostró que lo había escrito Pedro de Luján ó Luxán. Curiosas noticias de las obras citadas publicó Barrera en su Catálogo (pág. 370 á 373), donde se habla también de los demás escritos de Silva. Malparado quedó el concepto literario del infatigable escritor caballeresco al filo de dos eminentes plumas: la de Hurtado de Mendoza, de quien antes se habló, y la de Cervantes, que aún pudo conocer á Silva, y que en el escrutinio de la librería de Don Quijote escribió: «Este que viene, dijo el barbero, es Amadís de Grecia, y aun todos los deste lado, á que creo, son del mesmo linaje de Amadís. Pues vayan todos al corral, dijo el cura, que á trueco de quemar á la reina Pintiquiniestra y al pastor Darinel, y á sus églogas, y á las endiabladas y revueltas razones de su autor, quemara con ellos al padre que me engendró, si anduviera en figura de caballero andante.» Al principiar la obra, describiendo las primeras causas de la locura del hidalgo manchego, dice que de todos los libros caballerescos ningunos le parecían tan bien al pobre caballero como «los que compuso el famoso Feliciano de Silva; porque la claridad de su prosa y aquellas entrincadas razones suyas le parecían de perlas, y más cuando llegaba á leer aquellos requiebros y car. tas de desafio.» Finalmente, en la parte primera,

cap. XXIV, puso burlescamente en boca de Don Quijote un elogio del Don Rogel de Grecia, y de las discreciones y admirables versos de sus pastores. Gayangos, que examinó con detención los libros caballerescos de Silva, escribe: «En cuanto á su estilo... no siempre es el mismo. Natural y sencillo, aunque desaliñado é incorrecto en el Lisuarte y en el Amadis de Grecia, se convierte en pretencioso y amanerado en el Florisel, hasta el punto de parecernos suave y amistosa la sangrienta crítica del inmortal Cervantes. No creemos exagerar al decir que hay pasajes de este libro, principalmente en la tercera y cuarta partes, que materialmente no se entienden, y que necesitarían acaso de un comentador tan diligente como de Góngora lo fué D. José de Pellicer, para comprender muchas de las endiabladas razones y enmarañados retruécanos de su autor.> Gayangos, fiado en unos apuntes manuscritos que obraban en su poder, sospecha que Silva escribió otras obras de entretenimiento, además de las que se citarán más abajo, y aun de burlas, como entonces se llamaban las poesías algún tanto procaces y obscenas, en que se divertían algunos de nuestros mejores poetas. Hay un pésimo soneto de Silva en alabanza de los Diálogos de Diego Núñez de Alva de la vida del soldado (Cuenca, 1589, en 4.°). Este soneto se reprodujo en el dicho tomo de la Biblioteca de Rivadeneira (pág. XXXVII). Los autores del Ensayo de una biblioteca española de libros raros y curiosos citan (t. IV, Madrid, 1889, columna 1427) el Sueño de Feliciano de Silva, en el qual le fueron representadas las excelencias del amor: agora nuevamente puesto de prosa en metro castellano por un su cierto servidor, que porque tan notable fición fuesse más manifiesta á todos quiso tomar este pequeño trabajo. Con otro romance en que la muerte de Héctor brevemente es contada: según los más verdaderos hystoriadores de Troya affirman: hecho por el mesmo autor (1544, en 4.o). Creemos que esta poesía está inspirada en un sueño puesto al fin de la primera parte del Amadis de Grecia. Acaso merece Silva más fama que por las enumeradas por otra obra suya titulada La segunda comedia de la famosa Celestina; en la qual se trata de la resurrectión de la dicha Celestina y de los amores de un caballero llamado Feliddes y de una doncella de clara sangre llamada Polandria (1530, en lugar que ignoramos: 1535, en 4.; Venecia, 1536, en 8.°). Como indica el título, es una continuación de la famosa Celestina (V. esta palabra). Esta continuación ha sido en nuestro siglo publicada en un volumen en 8.o, con título de La segunda Celestina, que forma parte de la Colección de libros raros ó curiosos. Abundantes noticias bibliográficas y críticas se consignaron en el citado Ensayo de una biblioteca (t. IV, col. 610 á 617). León Amarita, moderno editor de la primitiva Celestina, dice en el prólogo: «Aunque la segunda parte de la Celestina, de Feliciano de Silva, sea muy inferior á la primera de Rojas, y su estilo algo afectado, no por eso se infiera que su obra sea despreciable. Su lenguaje es puro; tiene sales cómicas y caracteres bastante bien sostenidos.» De la misma Segunda parte dijo Gallardo: «En esta pieza se supone á Celestina resucitada, la cual, solicitada por el caballero Felides para medianera de sus amores con Polandria, se allana á mediar en ellos, siempre que lleven el fin honesto del matrimonio. Bajo este respecto, esta es una pieza moral. La vieja corre su tercería y la acción acaba felizmente en bodas: Felides con Polandria; Sigeril con Poncia. En esta comedia, ó llamémosla novela dramática, brilla un profundo conocimiento del corazón humano y de las costumbres del siglo. Contiene escenas y caracteres trazados de mano maestra. Celestina es un personaje sublime, que no desmiente en nada el carácter creado por Rodrigo Cota, y sostenido por el bachiller Rojas de Montalván (yo creo á éste su verdadero autor). El rufián Pandulfo es también un personaje cómico de mucho mérito, aunque me parece de baladrón más flojo que el Galterio de la comedia Tebaida. En Poncia se pinta una doncella honesta, pero jovial y donosa. Toda la germanía rufianesca está retratada muy al vivo. >> El engaño de la resurrección de Celestina se sostiene hasta la última escena, en que ya Felides le descubre diciendo que Celestina estuvo escondida todo el tiempo que se creyó que era muerta. El nombre de Feliciano de Silva figura en el Catálogo de autoridades de la lengua publicado por la Academia Española.

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