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ben ensilarse, sino que también conviene hacerlo con el forraje, al que después de segado se le hace secar por la exposición al sol en parva extendida durante algunos días, dándole vueltas de tiempo en tiempo hasta estar completamente seguros de que ha perdido toda su humedad: una vez seco se va colocando en los silos con los

tallos en la misma dirección, tendiéndole por capas de 40 á 50 centímetros de espesor, que se comprimen y prensan fuertemente con pequeños rulos ó rodillos de piedra, sin golpear los tallos para que no se pulvericen, pudiendo elevarse hasta medio metro sobre el nivel del suelo exterior, y después de bien comprimido todo cubriéndolo con una capa de paja ó heno formando tejadillo, ó mejor con tableros de madera. En este caso los silos suelen ser cilíndricos ó rectangulares, y en lugar del revestimiento de fábrica de la excavación se emplea uno de arcilla amasada con agua, dejándolo secar antes de llenarle: conviene rodear el silo de un escalón ó zócalo de tapial chapeado al exterior de baldosas ó azulejos para evitar la entrada del agua. Como se ve estos silos son más sencillos que los destinados á los granos, no porque no fuera conveniente resguardar el forraje como aquéllos, sino porque exige menos cuidados y no puede germi nar, y sobre todo y especialmente porque siendo su valor muy inferior al de las semillas no resultaría económico el gasto que aquéllos representan, y tanto menos cuanto que en la forma indicada se puede conservar el forraje por espacio de algunos meses hasta la nueva cosecha, y más si se cubre el silo con una capa de arcilla de unos 30 ó 40 centímetros de espesor, tanto por su parte superior como por los costados, para resguardarle por completo de la humedad debida á las lluvias.

-SILO. Geog. ant. C. de Palestina, perteneciente á la tribu de Efraim y sit. al S. de Sichem y al N. de Betel. Fué la cap. de los hebreos en los primeros tiempos; en ella hizo Josué la división del territorio entre las tribus.

de las condiciones necesarias para la conserva. ción de las substancias alimenticias, es preservarlas del aire y de la humedad, agentes que si se renueva constantemente el primero va consu. miendo el producto que se trata de conservar, ú ocasiona reacciones químicas y desarrolla fermentos, y la segunda contribuye a facilitar estas mismas acciones tan perjudiciales á las materias orgánicas; aun cuando los granos y semillas resisten mejor estando bien secos, á la acción del aire sufren una pérdida considerable que, según Muntz, se eleva á un 7,2 por 100 más que cuando ha estado resguardado en buenas condiciones y a temperatura constante, sufriendo esta pérdida el almidón y otros productos amiláceos, que son los que dan valor al grano para su poder nutritivo, siendo la pérdida de éstos un 6 por 100 del grano y debiéndose esta disminución á una especie de combustión espontánea y lenta, á expensas del oxigeno del aire. Claro es, según esto, que las condiciones de los silos han de ser que estén perfectamente cerrados, á temperatura casi constante y no muy elevada, inaccesibles á los insectos y que estén perfectamente secos, para lo que han de ser completamente impermeables: la atmósfera que más conviene haya en el silo es la compuesta casi exclusivamente de nitróge: no y ácido carbónico. dicho esto, se tiene ya el programa de la obra y planteado el problema de su construcción; desde luego, sólo siendo subterránea se consigue la constancia de la temperatura y que ésta no sea muy elevada. Se comienza por lo tanto por abrir una excavación en un terreno, á ser posible duro y elevado, lejos de toda corriente de agua y de todo valle que en determinados momentos pudiera llevarla, dando lugar á filtraciones que pudieran llegar al grano por grandes precauciones que se tomaran; el mejor terreno es la roca ó una tierra arcillosa; en el primer caso basta, después de hecha la excavación, igualar sus paredes, paseando una luz con llama descubierta por todas ellas para observar si se agita, lo que demostraría la existencia de una grieta más ó menos grande, que habría que tapar, enluciendo después con un mortero hidráulico, con una pasta puzolánica, con cemento ó con otro material hidrófugo; en otro caso habrá que hacer un revestimiento de muros más o menos gruesos, segun la consistencia de las tierras y su empuje, siendo lo más conveniente que la cavidad tenga una forma curva, con la convexidad hacia las tierras, ya sea cilíndrica, ya con la figura de una tinaja, etc.; el muro se reviste después, por el interior del silo, con un compuesto hidrófugo de los que antes hemos enumerado; en algunos puntos el piso sólo le cubren con una capa algo espesa de arena silícea bien apisonada, en Cataluña y Va. lencia con un solado de losas ó azulejos, y en otros puntos con una capa de hormigón hidráu-legos, lico ó betún de asfalto, etc., siendo los mejores procedimientos los que mejor aseguren la impermeabilidad. Después de terminada la obra hay que dejarla secar completamente, sin lo que se habría conseguido formar una atmósfera húmeda y perjudicial para los granos, siendo conveniente quemar carbón dentro del silo para atufarle, carbonatando los morteros y acelerando su desecación, y también para crear una atmosfera de ácido carbónico, tan conveniente á las semillas, atmósfera que se crea fácilmente; pues más pesado que el aire el ácido carbónico, desaloja á aquél de la excavación; esta operación debe repetirse antes de cerrar el silo. En esta forma dispuesto se halla en las mejores condiciones, pero queda aún un punto importante, y es la manera de cerrarle para que no sienta por la parte superior las variaciones de la temperatura ambiente, la cubierta debe estar formada de materiales malos conductores del calórico, y así juzgamos lo mejor cubrirle con una armadu ra de tablas que encaje en un rebajo hecho en la fábrica, retenidas las juntas con brea ó cemento, y echar encima una capa de arcilla apisonada, rodeándolo todo por una caseta de fábrica terminada por bóveda, con puerta de madera chapeada exteriormente de hierro y á una altura sobre el terreno exterior al menos de 20 centi-pués de la acostumbrada invocación á la Santí

metros, para que no entren las aguas que pudie ran correr por las tierras, y con enlucidos, tanto al exterior como al interior, de un mortero hidráulico. Merecen citarse como tipo los silos que en Burjasot tiene establecidos el Ayuntamiento de Valencia.

No son sólo los granos y semillas los que deTOMO XIX

- SILO: Biog. Rey de Asturias. M. en Pravia en 783. Se sospecha que era hermano de Aurelio. Reinando éste (768-74), Silo se casó con Adosinda, hija de Alfonso I. Los cronistas atribuyen á su enlace su elevación al trono, por elec ción de los nobles (774), como sucesor de Aurelio. A lo que parece poseía Adosinda un carácter enérgico y varonil. Silo vivió en paz con los musulmanes, á causa de su madre, dice la crónica Albeldense, sin añadir otra palabra. Ignoramos quién fué la madre de Silo y qué influencia pudo ejercer en la conservación de la paz entre árabes Y cristianos, pero Ferreras sospecha que pertenecería á una ilustre familia musulmana. Los gaque en aquel tiempo se sublevaron (779), fueron vencidos por Silo en el monte Ciperio, hoy Cebrero, y volvieron á la dominación del rey de Asturias. Desde el principio de su reinado fijó Silo su residencia en Pravia, pequeña villa de Asturias á la izquierda del Nalón después de su confluencia con el Narcea. Allí fundó el monas

terio y la iglesia de San Juan Evangelista, donde depositó, según cuentan, el cuerpo de Santa Olalla de Mérida, rescatado del poder de los moreino y procuró extirpar las herejías, que comenros. Trabajó con empeño en la prosperidad de su zaban á germinar. Algunos historiadores colocan en este reinado la derrota de Carlomagno en Roncesvalles, que otros refieren al de Alfonso II. Silo no dejó sucesión legítima; mas como Lucas de

Túy usa estas palabras: quia Silus carebat filiis ex conyuge, que equivalen á las castellanas: porque Silo carecía de hijos de su cónyuge, se cree que pudo tenerlos de otra mujer. Y en efecto, en 780 aparece un Adelgastro, hijo del rey Silo, casado con Brunequilda, matrimonio del cual procede la escritura de fundación del monasterio de Santa María de Obona, cerca de un riachuelo llamado Erdeina, en donde dichos esposos tenían una heredad. La escritura de fundación (España Sagrada, t. XXXVII, apéndice V, pág. 306), fechada á 17 de enero del año citado, dice, des

sima Trinidad: Ego Addelgaster filius Silonis regis, ó sea, Yo, Adelgastro, hijo del rey Silo. Este último, que fué sepultado en Pravia, tuvo por sucesor á Mauregato.

SILOE: Geog. ant. Fuente intermitente de Jerusalén, sit. entre los valles de Josafat y de Hermón. Salía del monte Sión y formaba dos estan

ques ó piscinas, célebres por el milagro el ciego de nacimiento á quien Jesús devolvió la vista.

- SILOE (EL MAESTRO GIL DE): Biog. Esculdado en Burgos con gran reputación en su arte, tor español. Aún vivía en 1499. Estuvo avecinpues se le encargó la invención y ejecución de los presbiterio de la iglesia de la Cartuja de Miraflosepulcros de Juan II y del infante Alonso en el res, inmediata á aquella ciudad. «El primero, dijo Ceán, es de figura octógona: sobre una cama majestuosa están echados los bustos del rey don Juan y de su mujer con coronas en las cabezas, teniendo aquél un cetro en la mano y ésta un libro. Rodean la cama nueve estatuitas de santos y evangelistas y la urna diez y seis alegóricas con otras en los ángulos, en que se elevan torrecillas con mil caprichos, trepados y con molduras de hojas de parra y de laurel. Los mantos y coronas de los reyes y unos doselillos que están sobre sus cabezas son de suma prolixidad y delicadeza, y aparecen en los ángulos cabezas de leones, rofigura del infante está arrodillada en el segundo deando el entierro una reja bien trabajada. - La sepulcro en actitud de orar, con manto como el del rey y gorra en la espalda. Hay torrecillas ó pirámides á los lados, y están en ellos las estatuas de la Virgen y de San Gabriel, que tienen en el medio un jarro de azucenas con dos ángeles; otros dos tienen cogido el escudo de las armas reales en el basamento, y lo restante de este sepulcro está lleno de figuras, trepados, juguetes con niños é imágenes de santos: todo magnífico y de un trabajo inexplicable.» Se pagaron á Gil (1486) 1340 maravedis por la delineación ó traza de estas dos obras, que comenzó á trabajar en 1489 y concluyó en 1493, «lo que parece increible, agrega Ceán, que en solos quatro años se pudiesen executar tales y tantas menudencias: se ajustaron en 442667 maravedís, sin el alabastro, que importó 158 252.» En 1499 Siloe y Diego de la Cruz principiaron á trabajar el retablo mayor de la misma iglesia, que costó 1015613 maravedís. Contiene, escribe Ceán, «dentro de un espacio cercado de nubes y serafines, un crucifixo con la Virgen y San Juan, muchos baxos relieves de la vida y pasión del Salvador á los lados, varias estatuas de apóstoles, evangelistas y otros santos, y las del rey y de la reina haciendo oración, ésta protegida por una santa y aquél por Santiago. Estas obras, aunque carecen de nobleza de caracteres y de otras máximas del arte, que no resucitaron en España hasta el siglo siguiente, dos de paños.>> no están faltas de decoro y tienen buenos parti

- Siloe (Diego DE): Biog. Escultor y arquitecto español. N. en Burgos en la segunda mitad del siglo xv. M. en Granada en 1563. Fué hijo y discipulo del maestro Gil de Siloe. Después de la muerte de éste se estableció en Granada con motivo de tener á su cargo la dirección de la obra de aquella catedral, que él mismo había trazado y sacado de cimientos. Manifestó en ella su inteligencia y habilidad en la escultura con el adorno de una de las puertas de dicha iglesia; y sin duda por el delicado gusto que tenía en el ornato, le llamó Francisco de Holanda famoso en los follajes. Ejecutó el Ecce Homo colocado sobre otra puerta inmediata á la sacristía de la propia catedral, un San Jerónimo y también un San Onofre que aún á principios del siglo presente estaba reputado por la mejor estatua de aquella ciudad. En estas obras y en algunos bustos y medallas repartidos en los templos de Granada, dió pruebas de su gran saber en las proporciones y anatomía del cuerpo humano, en la nobleza de los caracteres y en otras partes del arte, que le ensalzan á la par de los primeros escultores de España. Así lo conoció el cabildo de la catedral de Toledo cuando trató de que se hiciese la sillería de su coro, pues llamo en 1535, para que presentasen trazas y dibujos, á Siloe, que residía en Granada; á Juan Picardo, vecino de Peñafiel; á Felipe de Vigarni, de Burgos; y á Alonso Berruguete, de Valladolid; y aunque es cierto que fueron preferidas las trazas de estos dos últimos, no se puede atribuir á desaire ni á demérito de los primeros, por la extraordinaria habilidad de los segundos. La Arquitectura fué la profesión que más ejerció Siloe, y las dos primeras catedrales del reino contaron con su voto y parecer para el acierto de sus obras. La de Toledo, habiendo obtenido licencia del emperador Carlos V para trasladar á otro sitio menos embarazoso la capilla de los

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gismo consiste en que una de las premisas sea más general que la conclusión, pues sin este requisito el argumento no puede ser deductivo. La formula del silogismo es la siguiente:

Mes E, premisa mayor;
e es M, premisa menor;
Luego e es E, conclusión.

Desde entonces (tomando el ejemplo de Mill) porque Sócrates, Wellington y tantos otros han muerto, ha aprendido á referir la idea de hombre á la de mortal, y porque todo hombre es mortal puede predecir la muerte de tal ó cual individuo. »

No es el silogismo simple tautología ó repetición de términos, lo cual parece con frecuencia por la impropiedad de los ejemplos que de él se usan, sino que, como operación explicativa, coadyuva para describir nuevas verdades. Así, muchas veces preexiste á las premisas la conclucomo tesis ó problema (debate sobre un punto concreto ó cuestión práctica cuyas razones se indagan), y hay que buscar el principio que lo explique o el término medio que, como decía Aristóteles, corresponde á la causa; de esta suerte, como dice Janet (V. Revue Philosophique), «la conclusión es una síntesis de las dos premisas, efectuada por la actividad del espíritu.» Pero contra lo que opinan Ueberweg y Janet, la indagación del término medio no es obra propia del silogismo, sino del análisis inductivo (V. INDUCCIÓN). Cuida el término medio sólo del lazo lógico, y parece, según dice Arreat, rueda de molino que tritura el grano, prescindiendo de la clase de grano que sea. Queda, por tanto, el silogismo como nervio de la prueba, nervus probandi, según le llama Brochard.

Por su materia remota es el silogismo un raciocinio que establece la relación entre dos ideas (V. APREHENSIÓN, CONCEPTO é IDEA) Comparándolas con una tercera; por su materia próxima argumentación en la cual de dos proposicio-sión nes dadas, premisas, se infiere una conclusión, y por su forma el lazo lógico de lo particular con lo universal. Para establecer el lazo lógico que demuestra la semejanza (no percibida directamente) de dos ideas mediante una tercera aplica el silogismo la de categoría de la identidad, su complemento obligado, o sea la de contradicción, y por último la continuidad ó de razón (V. CATEGORÍA, CONTRADICCIÓN IDENTIDAD). El principio de identidad ó de conveniencia se formula: Quæ sunt eadem uni tertio, sunt eadem inter se: dos cosas iguales á una tercera son iguales entre sí. La fórmula del principio de contradicción ó repugnancia es: Quorum alterum congruit uni tertio, alterum vero non, ea inter se non conveniunt: dos cosas, de las cuales una es igual á una tercera y otra no, no son igua

Reyes Nuevos, llamó (1530) á Siloe y á Alonso Covarrubias, que vivía en Guadalajara, para que hiciesen las trazas de la nueva capilla. Fueron aprobadas las de ambos maestros, pero se encargó la ejecución á Covarrubias por estar Siloe ocupado en Granada, lo que dió motivo á que Alonso fuese nombrado en adelante maestro de aquella iglesia. La de Sevilla escribió mayor á Siloe (1534) pidiéndole que pasase á visitar las obras de la sacristía mayor, sala capitular y sacristía de los Cálices, que se iban á comenzar por las trazas que había hecho Diego de Riaño, las que se principiaron con su aprobación al año siguiente, en el que estuvo dos veces en Sevilla, y en cada una ocho días, por cuyos viajes le dieron 60 ducados. Volvió en 1535, y se alojó en la casa del mayordomo de fábrica. Entonces le nombró el cabildo visitador de sus obras con el sueldo de 80 ducados anuales y la obligación de permanecer en Sevilla quince días seguidos en cada año. Siloe estuvo casado con Ana de Santotis, que falleció en 3 de octubre de 1540 y furé enterrada en el Sagrario de la catedral de Granada; y después contrajo segundo matrimonio con Ana Bazán, la que sobrevivió á Siloe. Este en Granada fué sepultado en la parroquia de Santiago en la capilla de los Bazanes. Otorgó su testamento ante Francisco de Córdoba, escribano público de aquella ciudad, el día 31 de enero de 1563. Era entonces muy rico, con casas, esclavos, alhajas de oro, plata y piedras precio-les sas; por tanto, fueron muchas y muy cuantiosas las mandas que dejó á hospitales, monasterios, conventos, artistas, criados y amigos, á las catedrales de Burgos y Granada, á la parroquia donde fué bautizado, á huérfanos y huérfanas, y á otras obras pías. Consta de su testamento haber ejecutado la capilla Mayor del monasterio de San Jerónimo de Granada, y de los papeles de su archivo haber sido el arquitecto de toda la iglesia y del coro.

SILOGISMO (del lat. syllogismus; del gr. ovλλoγισμός, de συν, con, y λόγος, razón): m. Log. Αr gumento que consta de tres proposiciones artificiosamente dispuestas. Las dos primeras se llaman premisas, y la tercera consecuencia.

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-SILOGISMO: Fil. El silogismo es un raciocinio mediato ó trimembre que para conexionar dos juicios, cuya referencia no se percibe directamente, recurre á un tercero por medio del cual se halla la conexión de los otros dos (V. JUICIO y RACIOCINIO). Si dos juicios tienen un término común, resulta ó puede resultar una relación entre los dos términos, que no son comunes á estos dos juicios. Esta relación se expresa en un tercer juicio, que es la conclusión del silogismo. En los silogismos se distingue su materia (subdividida en remota los términos y próxima - las proposiciones ó juicios) de su forma, que es el lazo de lo particular con lo general. Ejemplo: «Todo cuerpo es pesado; el aire es cuerpo, luego el aire es pesado. » La materia remota está constituída por tres términos, llamados extremo mayor (pesado), extremo menor (aire) y término medio (cuerpo). El mayor y el menor son términos cuya relación se indaga, y el medio es la unidad de com. paración entre los dos extremos. La materia próxima está constituída por tres proposiciones: la premisa mayor, compuesta del extremo mayor y del término medio (todo cuerpo es pesado); la premisa menor, que consta del extremo menor y del medio (el aire es cuerpo), y la conclusión, ó enlace de los dos términos extremos (luego el aire es pesado). La forma expresa la continencia de lo particular en lo universal ó el lazo de la conclusión con las premisas (la conjunción es el signo explícito de este lazo), por cuyo motivo declara Bain que la condición primera del silo

entre sí. La continencia racional en los principios ó categoría de razón tiene como fórmula: Dictum de omni y dictum de nullo: lo que se afirma de una idea debe afirmarse de las demás en ella contenidas, y lo que se niega de una idea se niega también de las que contiene. St. Mill admite como fundamento del silogismo el principio de Hamilton: nota nota est nota rei ipsius, que es en el fondo lo mismo que el principio dictum de omni et de nullo. Como operación explicativa (V. OPERACIÓN) el silogismo tiene por característica el lazo lógico de las premisas con la conclusión, cuyas premisas supone ya dadas, prescindiendo (al menos para su información en el razonamiento) de su valor. Es por tanto el silogismo el verbo de la lógica de la consecuencia; es, en la Dialéctica, dice Rey, lo que el triángulo en la Geometría. Declara Stuart Mill que en él hay una constante petición de principio, y supone, no que la conclusión está contenida en las premisas, sino que se añade ó que es una inferencia de lo particular á lo particular: una inducción. La conclusión está contenida en las premisas sólo de una manera implícita y en tanto que se hallan reunidas por el lazo lógico, pero no cuando están separadas; por donde resulta que lo característico del silogismo es el lazo lógico. Esta objeción á la doctrina de St. Mill es formulada por el lógico Morgan y confirmada por Schopenhauer cuando dice: «lo que se aprende con el silogismo estaba ya contenido en lo que se sabía, pero el que discurre no sabía que lo supiese, y aquel que no sabe lo que sabe es como aquel que tiene alguna cosa y no sabe lo que tiene: equivale á no tener nada; en suma, antes de la conclusión se tenía un conocimiento implícito, este conocimiento viene á ser explícito mediante la conclusión. » Cuando decimos: «la recta es la distancia más corta entre dos puntos» y «el triángulo tiene tres lados y tres ángulos,» notamos luego que cada lado del triángulo es una recta, y por tanto la distancia más corta entre los vértices de sus tres ángulos, verdad que se halla mediante la reunión ó enlace de las dos premisas. Pero la inferencia de lo particular á lo particular, de la cual proceden muchos de nuestros errores y supersticiones, no es tampoco operación lógica, sino el ejercicio espontáneo de nuestro poder generalizador (véase GENERALIZACIÓN), que condiciona la marcha del pensamiento de una idea á otra, sugiriéndolas ó asociándolas. Sea ó no la premisa mayor producto de la inducción ningún lógico la considera producto del silogismo, sino dato para él. Así dice Brochard (La Logique de St. Mill): <Los conceptos son distintos de los fenómenos; el espíritu pone algo en ellos y excede la experiencia, transformándola, ó más bien, cuando gracias á la experiencia ha llegado á la ciencia, su papel cambia. Una vez en posesión de las leyes de la naturaleza se coloca en el corazón de las cosas, los fenómenos le aparecen dependiendo de las leyes que los gobiernan; de esclavo que era de la naturaleza, según dice Bacón, llega á ser señor de ella, emancipado por la ciencia.

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Para la formación del silogismo categórico (tipo de todos los demás) es necesario tener presentes las ocho reglas de los antiguos, que, aun parcialmente modificadas por algunos lógicos (V. Gratry, Logique, t. II), se conservan casi con una aplicación nunca interrumpida. – Las reglas son: 1. Terminus esto triplex: medius, majorque, minorque. El silogismo debe tener sólo tres términos: mayor, medio y menor; porque si hay dos el raciocinio será inmediato, y si hay más de tres el cuarto destruye la unidad de comparación del medio con los dos extremos y no ha lugar á conclusión. Es tan inflexible esta regla, que, como dice Balmes, basta que el término medio (aun habiendo sólo tres en el silogismo) se tome en un doble sentido (soldado, por ejemplo, como valeroso y como cobarde) para que no se pueda legitimar la conclusión silogística. 2.a Latius hos quam præmisa conclusio non vult. Los términos no pueden tener más extensión en la conclusión que en las premisas, porque esto sería deducir de lo menor lo mayor y desnaturalizar la conclusión silogística, que es siempre deductiva. 3.a Aut semel aut iterum medius generaliter esto. El medio debe ser universal por lo menos en una de las premisas, porque como término de comparación necesita ser tomado universalmente, cuando menos en la premisa mayor, sin lo cual no podría servir de intermediario entre ambos extremos. Si éstos son ambos universales, el medio será también universal en las dos premisas. 4.a Nequaquam medium capiat conclusio fas est. La conclusión no puede contener el término medio. El medio sirve de comparación entre los dos extremos; y la relación de éstos, como resultado de aquella comparación, es lo que ha de contener, no otra cosa, la conclusión. 5.a Ambæ affirmantes nequeunt generare negantem. De premisas afirmativas no se puede deducir una conclusión negativa, porque entonces sería ésta contraria á las premisas y destruiría la comparación y comprensión de los extremos en ellas establecidas. 6a Utraque si præmissæ negant, nihil inde scquetur. De premisas negativas nada se concluye, ni la identidad ni la diferencia de los extremos. Nada declaran las premisas negativas, sino que en ellas no se contiene el término medio necesario para relacionar los extremos; pero ni afirman ni niegan que no haya otro término que pueda servir como medio para comparar ambos extremos. 7 a Pejorem sequitur semper conclussio partem. La conclusión sigue siempre la parte más débil, siendo negativa si hay una premisa que lo sea, y particular si alguna premisa lo es. 8." Nihil sequitur geminis ex particularibus unquam. Dos premisas particulares no dan ninguna conclusión, porque no se toma el término medio universalmente, según prescribe la regla tercera. - Estas ocho reglas pueden reducirse á tres: 1.a La premisa mayor debe contener la conclusión. 2. La premisa menor debe demostrar que la conclusión está contenida en la mayor. 3. La conclusión debe determinar la relación en que están los extremos según la establecida con el medio en las premisas.

La distinta posición (sujeto ó predicado) del

término medio en las premisas da lugar á las figuras del silogismo (V. FIGURA). La naturaleza, según la combinación de la cantidad y de la cualidad, de las proposiciones determina los modos del silogismo (V. Mono). Existen raciocinios mediatos (V. ARGUMENTO) que, sin carecer de lo esencial á todo silogismo y sin dejar de ser concluyentes en su materia, son irregulares por su forma, en cuanto establecen el lazo lógico de una manera especial. No viola esta irregularidad de la forma las leyes que rigen la materia del silogismo, sino que toca sólo a la complejidad del pensamiento ó á las cualidades intrínsecas del lenguaje en la mayor o menor precisión con que se enuncian los raciocinios (V. ENTIMEMA, EPIQUEREMA, DILEMA, POLISILOGISMO Y SORITES). Aunque la doctrina lógica del silogismo y del raciocinio en general tiene, como la del juicio (V JUICIO), un carácter formal y abstracto, revierte ésta como aquélla á la verdad real de las premisas á que sirve de lazo lógico. Sin embargo ambos aspectos se distinguen (la verdad real y formal), y en este sentido la forma enuncia el lazo lógico de la conclusión con las premisas, sin preocuparse de su verdad ó falsedad, de lo cual resulta: Primero, que un silogismo falso puede componerse de tres proposiciones verdaderas: la templanza es una virtud: la templanza es laudable, luego la virtud es laudable; donde, aun siendo verdaderas las proposiciones, el silogismo es falso, porque de que sea laudable una virtud no se deduce que lo sean todas Segundo, que un silogismo verdadero puede componerse de tres proposiciones falsas: todo sentimiento valeroso es laudable: la im. prudencia es sentimento valeroso, luego la imprudencia es laudable;» silogismo falso en su materia y verdadero en su forma. En ninguno de estos casos existe razonamiento, porque la legitimidad del silogismo depende del acuerdo de su verdad material con su verdad formal, lo cual hay que probar en todo silogismo, mientras que para rechazarle basta probar que carece de verdad formal; por esto decimos que es más fácil criticar una cosa que hacerla, y que en una discusión la posición más ventajosa es la del que niega, critica ó censura.

SILOGÍSTICAMENTE. adv. m. De una manera

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SILOGIZAR (del lat. syllogizare; del gr. σuλλoi): n. Disputar, argüir con silogismos ó hacerlos.

SILONAY: Geog. Islotes adyacentes á la costa N. de Mindoro, Filipinas. Son dos: el mayor de ellos, llamado así, tiene unos 4 cables de extensión y se halla rodeado de piedras y demora al N.E. E. distancia una milla de punta Calapán, con la que forma un canal limpio de 75 m. de fondo arena. El otro islote, llamado Anaganahao 6 Ahorca Pilotos, es de regular alt., de figura de pilón de azúcar, y está también rodeado de piedras que forman pequeñas restingas por su parte N. y S. Demora al E.S. E. distancia una milla de la misma punta Calapán, entre Silonay y la costa, formando dos canales iguales de unos 3 cables de ancho y de 18 m. de fondo piedra el canal con Silonay, y de 13,3 m. de arena el canal con la costa (Derrotero del Archipiélago Filipino).

SILONGS: m. pl. Etnog. V. SELONGS.

SILOPA: f. Zool. Género de insectos del orden

de los coleópteros, familia de los escarabeidos, tribu de los melolontinos. Los principales caracteres de este género son los siguientes: menton cuadrado, truncado oblicuamente ó impreso en su mitad anterior, su parte ligular muy

corta y algo escotada; el lóbulo externo de las maxilas robusto y armado de cinco ó seis dientes, el último artejo de los palpos cilíndrico ó fusiforme, labro corto, grueso, arqueado y lige ramente escotado; cabeza corta, inclinada; el epis. toma separado de la frente por un surco poco distinto, muy transversal, semicircular y algunas veces sinuado; antenas de ocho ó nueve artejos, los tres últimos formando una maza corta y gruesa, protórax transversal, redondeado sobre los lados y con dos senos en la base; élitros oblongos recubriendo en parte el pigidio; tibias anteriores cortas, anchas, tridentadas, el diente superior muy pequeño; tarsos delgados y largos; sus uñas son bífidas ó simples; el pigidio en forma de triángulo curvilíneo transversal.

Este género es rico en especies y propio de Australia; generalmente son insectos pequeños, de cuerpo muy convexo y más o menos vellosos por debajo; su color es pardo negruzco ó ferruginoso. El tipo del género es la Silopa pubescens Er.

SILOQUÉLIDO (del gr. σúλŋ, rapiña, y xexdúv, golondrina): m. Zool. Género de aves del orden de las palmípedas, familia de las estérnidas, que se caracterizan por tener el cuerpo bastante vigoroso y recogido; el pico muy grande, fuerte y más largo que la cabeza; las patas pequeñas; las empalmaduras muy escotadas, alas largas en forma de sable; cola ligeramente ahorquillada y el plumaje muy pegado al cuerpo

La especie verdadero tipo de este género es el Sylochelidon Caspia, conocida vulgarmente con el nombre de gaviota quejumbrosa, que tiene la parte superior de la cabeza negra; los lados del cuello, la cara inferior del cuerpo y lo alto del lomo de un blanco brillante; el manto gris azul claro; la extremidad de las alas más obscura, la cola más clara que las demás partes del manto, el ojo pardo; el pico rojo coral, y las patas negras. Los pequeños tienen manchas parduscas en el lomo. Esta ave mide 55 centímetros de largo por 1,38 de punta á punta de ala, ésta tiene 44 y la cola 16.

Es originaria del centro de Asia y el Sur de Europa; anida excepcionalmente en la isla Sylt y en algunas localidades de las costas de Francia, Holanda y Pomerania. En invierno aparece en la costa meridional del Mediterráneo, cerca de los lagos del Bajo Egipto, en las costas del Mar Rojo y del Mar de las Indias, y siguiendo el curso de los ríos llega hasta el centro de Africa y de las Indias. Brehm la ha visto en el Sudán; Jerdon dice que todos los inviernos se presenta en el interior de las Indias. Escasea en el interior de Alemania, debido sin duda á que los ríos no son bastante grandes ni tienen pesca suficiente. Llega á la isla de Sylt hacia la segun. da mitad de abril, y abandona á mediados de agosto el punto donde anidó.

Respecto á sus costumbres dice Naumann que esta ave no se encuentra sino en las orillas del mar, y que sólo se aleja de las costas algu nos kilómetros, añadiendo que permanece mucho tiempo, no sólo en la inmediación de los lagos, sino también cerca de los ríos del centro de Africa. Se la ve por lo regular volando á unos 15 m. sobre la superficie del agua, reconociéndosela por su pico rojo brillante; de vez en cuando agita las alas y se deja caer oblicuamente al agua. No se puede confundir al siloquélido con la gaviota, aunque se mueve con más lentitud. Para descansar se posa en un paraje arenoso de la ribera, donde forma con sus semejantes una línea larga y compacta, colocándose todos los individuos con la cabeza vuelta hacia el agua. Viendo aquel grupo de aves inmóviles se las distingue á primera vista de una bandada de gaviotas, en las que alguna se mueve siempre.

Algunas veces se posa una de estas aves sobre la superficie del agua y nada algunos minutos, pero suele permanecer comúnmente en el mismo sitio sin remar con las patas ni tardar en remontarse por los aires.

Generalmente su voz es fuerte y chillona; huye del hombre y es tímido y receloso. Se reune con sus semejantes en el momento de la postura, pero más tarde cada individuo vive para sí y no va con los otros sino para descansar. Los principales móviles de sus actos son, al parecer, los celos y la envidia; además se distinguen por su valor é índole belicosa.

Es una verdadera rapaz: su principal alimento lo constituyen los peces, y come algunos bas

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tante grandes. En ciertos casos también acomete á las aves acuáticas, sobre todo cuando nadan, y las devora con verdadero placer Schilling fué el primero que tachó á esta ave de ladrona de los nidos de las aves que se reproducen en la ribera; observó, en efecto, que las gaviotas volaban lanzando gritos en cuanto se presentaba aquella ave; que caían sobre ella con furia procurando ahuyentarla, mientras que el siloquélido continuaba tranquilo su camino sin hacer a precio de la algarabía de sus perseguidoras. Jerdon dice que en las Indias caza los crustáceos con mucha actividad, pero aun allí prefiere los pe

ces.

Según dice Naumann, que visitó la isla Sylt, los huevos están sobre la tierra desnuda, en una depresión ligera formada por el ave no lejos de las orillas del agua; los nidos se hallan unos de otros á la distancia de unos 60 centímetros, y contienen, por lo regular, dos huevos, algunas veces tres, pero nunca más de este número. Su forma y tamaño son los de los del ánade dom'stico; la cáscara es lisa, opaca, de color amarillento sucio ó blanco pardusco, con puntos y manchas de gris ceniciento y gris negro, aunque algunas veces el tinte y los dibujos sufren variaciones. Hasta la segunda quincena de mayo no empiezan á poner; en la isla de Sylt les quitan varias veces los huevos, y sólo dejan tranquilas á las aves ocho ó quince días antes de la fiesta de San Juan. Cuando se acerca alguien al nido se ve acosado al momento por los padres, que lanzan gritos, sobre todo el macho, que es más atrevido que la hembra. Esta, cuando pone ó cubre sus huevos, vuelve siempre la cabeza hacia el agua Con frecuencia interrumpe la incubación, pero de todos modos está más tiempo sobre los huevos que sus congéneres, y si se la espanta una vez tarda mucho en volver á su nido. Los hijos nacen con el lomo manchado de un negro agrisado y el vientre blanco, comenzando á correr muy pronto. Los padres les dan de comer peces, y el macho también se los trae á la hembra mientras dura la incubación.

El pico de estas aves es un arma terrible, y se defienden con él muy bien; al que las acomete le muerden cruelmente, y se hacen temer hasta del cazador que las hiere. Generalmente el hombre las deja en paz, limitándose á quitarles los huevos, que son un manjar muy delicado y constituyen para los propietarios donde se haya establecido la colonia una renta de bastante importancia.

En cautividad se entristece y muerc, porque le cuesta mucho trabajo comer el pescado muerto.

SILOS: Geog. Lugar con ayunt., al que se hallan agregados varios caseríos, entre ellos el llamado La Tierra de Trigo, que cuenta 171 habitantes, p. j. de La Orotava, isla de Tenerife, prov. y dióc. de Canarias; 1247 habits. Sit. cerca del mar, al O. de Garachico y no lejos del monte de Talavera. Terreno montuoso; cereales, vino, hortalizas y frutas; cría de ganados.

-SILOS: Geog. Lugar de la prov. de Pamplo na, Rep. de Colombia, sit. al S.O. de Pamplona, á 2588 m. de alt.; 2500 habits. todo el dist. Fab. de mantas de lana.

- SILOS (Los): Geog. Caserío del ayunt. de Santa Brígida, p. j. de Las Palmas, prov. de Canarias; 71 habits. Arrabal del ayunt. de Quero, p. j. de Quintanar de la Orden, prov. de Toledo; 302 habits.

- SILOS (EL MONJE DE): Biog. Historiador español, cuyo nombre se ignora. Aún vivía en los comienzos del siglo XII Pellicer y Nicolás Antonio creyeron que el monje de Silos, también llamado el Silense, no era persona distinta de un D. Pedro, obispo de León, que escribió la vida de Alfonso VI; pero siendo obispo de León D. Pedro ya en tiempo del citado Alfonso, la cual comprueba la crónica de Pelayo de Oviedo (número XIII), y apareciendo el Silense como monje pasada toda la vida de aquel monarca, época en que compuso la crónica de que se habla más abajo, la hipótesis de dichos escritores resulta contraria á la verdad histórica. No obstante, recordando que el entendido sevillano Pedro de Mejía, en su silva de varia lección, declara haber visto una Chronica de Alfonso VI compuesta por D. Pedro, obispo de León, y teniendo en cuenta que Sandoval cita la misma obra, se adquiere el convencimiento de que ha existido una crónica, diferente de la del monje de

Silos, relativa al conquistador de Toledo y atribuída al obispo de León, su coetáneo. El error de Pellicer y Nicolás Antonio, nacido acaso de la demasiada fe concedida á Lorenzo Padilla y al P. Higuera, parecía apoyarse en la identidad del asunto de las crónicas respectivamente escritas por el monje de Silos y por el obispo referido. El Silense floreció en el reinado de Alfonso VI, pues él mismo asegura haber tratado mucho á la hermana de aquel rey, pero compuso su crónica después de la muerte del citado monarca. Educado, pues, en la segunda mitad del siglo XI, ingresó en el claustro, según propia confesión, en la flor de su juventud, y vivió en el monasterio de Silos. Su Chronica completa, escrita en el latín de su tiempo, era la historia detallada del conquistador de Toledo, precedida de una breve noticia de los ascendientes de Alfonso VI. Por desgracia, esta breve noticia es lo único que nos queda del Cronicón; lo relativo al reinado de dicho Alfonso, ó sea el asunto principal, se ha perdido, siendo inútiles las maFores diligencias de los eruditos para descubrirlo. La parte que existe, aunque destinada á servir de preliminares, es de gran interés, ya porque ofrece claro testimonio de la dirección que iban tomando los estudios, ya por haber contribuído á restablecer la pureza del texto de los cronicones adulterados por Pelayo de Oviedo. Tomó el Silense por guía á San Isidoro de Sevilla, y mencionando la dominación de los visigodos ensalzó el valor y la fe de Recaredo de Wamba, sin olvidar las torpezas de Witiza y de Rodrigo. Para los tiempos de la Reconquista siguió las huellas de Sebastián de Salamanca y de Sampiro, recogió de la tradición oral los sucesos más cercanos á su época, y en el retiro del claustro utilizó copiosos apuntamientos debidos sin duda á los monjes que en el monasterio de Silos le precedieron, logrando así ilustrar con peregrinas noticias reinados tan obscuros como los de García I y Ordoño II, ampliandolos todos y dando mayor bulto á ciertos sucesos. Al llegar á tiempos en los que debe á la relación de los Padres el conocimiento de los hechos, presenta á Bermudo II como príncipe prudente, misericordioso y justo, á diferencia de Pelayo de Oviedo, que á Bermudo aplicó afrentosos dicterios y nefandos crímenes. Con mayor exactitud que otros cronistas, ya que no con entera claridad, bosquejó las calamidades que afligieron á los cristianos en vida del célebre Almanzor; y dedicando pocas palabras á las expediciones de Alfonso V, pasa á la historia de Navarra para buscar la ascendencia paterna de Alfonso VI, fin á que se encamina toda la obra. Ligeramente reseña los sucesos hasta llegar á Fernando I de Castilla, dejando rodeado de tinieblas el origen del reino pirenaico. Con empeño procura ilustrar la historia de Fernando, cuyos hechos ocupan buena parte de la crónica, que termina con la muerte de aquel príncipe en 1065. En lo que de su obra nos queda, el monje de Silos busca los caminos del saber en las Sagradas Escrituras y en las obras de los Santos Padres. Familiarizado con los doctos diálogos de San Gregorio, volvió también sus miradas al estudio de la antigüedad. Aspiró á que la narración histórica, en él sembrada de sentencias morales y políticas, revistiera un tono y un estilo á la sazón inusitados; hizo alarde de conocer la antigua geografía de nuestra península, usando los nombres de Bética, Lusitania, Hispania Cartaginense, Celtiberia, etc.; llevó su erudición al punto de comparar á un rey de Asturias con el león libico, atribuyéndole el valor de Marte; pintó la venida del nuevo día presentando la imagen de Titán que se levanta de las ondas, y en los acontecimientos de mayor importancia admite

la intervención divina, fomentando de este modo las creencias que iban dando vida y calor á la poesía popular, cuyas primicias recogieron bien pronto los eruditos. La Crónica del monje de Silos fué publicada por Berganza en sus Antigüedades de España, y por Flórez en el tomo XVII (págs. 226 á 323) de la España Sagrada, donde ocupa, á pesar de estar incompleta, como se ha dicho más arriba, mayor extensión que otras crónicas de época anterior.

SILOVA: Geog. Río del gobierno de Arjánguel, Rusia. Sale del lago Bolvanskoie, entre el monte Poiemboi al O, y el Net-lu ó Gnetiu del Ural septentrional al E.; recibe por la izq. un tributario importante que le llega del S., y á los 128

kms. de curso vierte sus aguas en el Kara, junto á la extremidad E. S. E. de la cordillera Pacjos.

SILPIA: Geog, ant. C. de España en la época romana. En ella tuvo lugar una célebre batalla que describe Tito Livio del siguiente modo: «Asdrúbal dejó á Cádiz y entró en la España Ulterior secundado por Magón é hizo levas poniendo en pie de guerra 50 000 infantes y 4500 caballos, estableciéndose á la entrada de inmen

sa llanura al pie de los muros de la c. de Silpia. armamento buscó alianzas en las gentes del país, Al tener Escipión noticia de aquel formidable enviando al efecto á M. Silano para que solicitara el auxilio de Colcas, que reinaba en 28 ciudades, y partió de Tarragona hacia Castulo con sus legiones. Allí llevó Silano 3000 infantes y 5 000 caballos, llegando á Becula con un ejército de 4 500 hombres entre romanos y aliados. Cuando establecían el campamento, Magón y Masinisa les atacaron con su caballería, y hubieran exterminado á los trabajadores si algunos jinetes ocultados por Escipión detrás de una altura no hubiesen cargado de repente sobre los que atacaban en desorden. Los más fogosos, que ha bían llegado hasta las empalizadas, se dispersaron al primer choque; pero los que marchaban bajo las enseñas en buen orden resistieron el choque, y hubiera sido dudoso el resultado si las cohortes no se hubiesen desembarazado del ba

gaje y, acudiendo al campamento, no hubieran tomado parte en el combate. Entonces los enemigos retrocedieron, al principio con orden y después precipitadamente. Este combate, afir. mando la confianza de los romanos, desanimó á los cartagineses; sin embargo, durante algunos días sus jinetes y tropas ligeras continuaron sosteniendo escaramuzas. Cuando se hubieron pro. bado bastante en dichas escaramuzas, presentó Asdrúbal sus tropas en orden de combate y los ejércitos avanzó, y ya declinaba el día cuando romanos hicieron lo propio; pero ninguno de los unos y otros volvieron á sus campamentos, repitiéndose este hecho durante varios días y conservando cada uno de ellos el mismo orden de

formación. Viendo Escipión que ya se contaba como seguro que aquel sería el orden de batalla, una noche mandó que todas las tropas estuvieran dispuestas para el amanecer del día siguien te, y cuando despuntaba el sol lanzó toda su caballería y las tropas ligeras contra las avanzadas enemigas, avanzando él poco después, pero llevando á los españoles en el centro, contra la opinión general de sus oficiales. Despertado Asdrúbal por el ruido de su caballería salió de su tienda, y viendo próximos ya á los enemigos dispuso que saliesen sus tropas en el orden acostumbrado, y, cuando después de algún tiempo la caballería romana se retiró, pasó por entre las alas el centro y se colocó como en reserva cery pión que el centro, en quien tenía menos confianca de aquéllas. Al mismo tiempo ordenó Esci

za, avanzase lentamente, mientras las alas envolviesen á los contrarios y lanzasen contra ellos toda su caballería y tropas ligeras. Rodeados así los cartagineses, no se atrevían á replegarse ha cia sus alas por temor de que en el desorden de la maniobra los destrozasen los romanos. Así continuaba el combate, y ya, como había previsto Escipión, los cartagineses iban decayendo, pues por efecto de lo repentino del ataque habían salido sin comer del campamento, cuando el cansancio del combate y la fatiga producida por el calor del sol habían extenuado á los cartagi. neses. Retrocedieron instintivamente, y entonces, redoblándose el ardor de los romanos, les acometieron con furor produciéndose la fuga en aquéllos. Llegaron al pie de la colina é intentaron rehacerse, pero al ver avanzar á los romanos en buen orden se desbandaron por completo. Afortunadamente para los cartagineses, una fuerte tormenta puso fin al combate; pero la deserción de los aliados y las pérdidas' sufridas les hicieron abandonar el campamento, cuya piedras. A la mañana siguiente los persiguieron cerca habían elevado trayendo gran cantidad de los romanos; pero engañados por las noticias que les dieron se encaminaron hacia el Betis, mientras aquéllos marchaban en distinta direc

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agregados el lugar de Vallcanera y los caseríos de La Barceloneta, La Granota, Las Mallorqui nas y Vehinat de Serramagra, p. j. de Santa 1316 habits. Sit. en el llano de La Selva, al N. Coloma de Farnés, prov. y dióc. de Gerona; del estanque ó laguna de su nombre, de 8 kilómetros de perímetro, y en el f. c. de Barcelona Empalme y Caldas de Malavella. Terreno llano á Francia, con estación intermedia entre las del y malas condiciones de salubridad, á causa de la laguna citada, cuyas emanaciones ocasionan fiebres; cereales, vino y legumbres; cría de ganados.

-SILS: Geog. Lago de Suiza, en el cantón de los Grisones; tiene 7 kms. de long. y 1400 metros de anchura. Contiene varias isletas y recibe el Inn, que no es entonces todavía más que un torrente, y el torrente del Val Fedoz, que puede considerarse como el verdadero origen del río y que forma una bella cascada. En su orilla y á la salida del Inn está la aldea de Sils.

SILSILIS: Geog. ant. Montaña de Egipto, en la Tebaida. De sus extensas canteras procedía la piedra que sirvió para las construcciones de Te

bas.

SILUETA (del fr. silhouette): f. Retrato de perfil, sacado por el contorno de la sombra.

SILÚRICO, CA (de Siluros, n. pr.): adj. Geol. Dícese del terreno ó período comprendido en la era primaria ó paleozoica, siendo el más impor tante de la misma; hállase limitado inferiormente por los estratos escandinavienses del período cámbrico, sobre los cuales descansa, y superiormente por las formaciones de la época renense, primera del período devónico, las cuales le cubren. Fué dado su nombre por el paleontólogo inglés Murchison por encontrarse abundantemente distribuído en el país de los siluros (principado de Gales, en Inglaterra). Ha recibido va

rios nombres, entre los cuales merecen citarse los que constituyen sus principales sinonimias; así, fué llamado terreno de transición y medio por Elie de Beaumont y Dufrenoy; pisos filádico y ampelítico de Cordier; formación caradociense y terrenos esquistosos de Huet; grupo fosilífero inferior y grupo de la grauwacka de la Beche; caliza de transición de Leonhardt, y terreno pizarroso de Omalius d'Halloy.

El sistema silúrico forma una totalidad muy notable, tanto por la riqueza de sus materiales ó sedimentos como por la variedad de su fauna, en la que están representados abundantemente todos los tipos del reino animal, excepción hecha de los vertebrados, pues este último no aparece más que en la parte superior del sistema bajo la forma de peces, de los que se conocen una cuarentena de especies, en tanto que de los otros tipos se cuentan más de 10000, dominando especialmente los trilobites, cefalópodos, braquiópodos y lamelibranquios.

Las condiciones de las formaciones de los de

pósitos silúricos parecen haber sido completamente normales; se han observado todas las es

pecies ordinarias de rocas sedimentarias, tales como las areniscas, conglomerados, arcillas, pizarras, calizas y otras, y al menos en las regiones en que, como en Rusia, ninguna acción mecánica ha alterado posteriormente la colocación de las capas, éstas conservan su composición originaria, que no permite separarlas categóricamente de las correspondientes á formaciones más modernas. Aparte de algunas excepciones, el elemento cristalino contemporáneo del depósito que tanto abunda en las rocas del período cámbrico falta por completo en las silúricas, y cuando se desarrollan cristales en la masa mineral es fácil reconocer su procedencia del exterior, sea en la proximidad de una inyección ó por el metamorfismo mecánico determinado por las dislocaciones que el terreno ha sufrido. Así, es probable que al principio del período silúrico tuvieran los mares una composición casi idéntica á la que hoy presentan, variando su extensión y sus límites, que eran inmensos, si bien la división era mucho menos acentuada, como nos lo indica la unifor midad de las faunas que presenta. Existía, sin embargo, el fenómeno de localización, dejándose sentir de un modo indeleble; así, Europa está atravesada del País de Gales á Bohemia por una faja ó banda silúrica tan variada en su fauna como la naturaleza de sus sedimentos; al N. de ésta existe otra que en Escocia y Escandinavia presenta una composición sencillísima de pizarras

con graptolites, y que sin embargo representan todas las divisiones de la primera. Mientras que en el período primordial no se presentan más que especies litorales, la fauna silúrica comprende familias dispuestas para vivir en aguas muy profundas; sin embargo, las formaciones de playas ó litorales tienen gran predominio, como lo prueba la gran extensión ocupada por cada uno de los depósitos de diferente naturaleza. Actual mente los depósitos litorales no forman más que una faja delgadísima rodeando continentes bien definidos, en tanto que el estudio de los sedimentos silúricos muestra las más de las veces riberas muy inestables variadas constantemente por un mar que las invadía y variaba con facilidad extrema. De todos modos, siempre es la facies ó formación marina la que domina en los yacimientos del sistema, y únicamente al fin del período se ven aparecer algunas plantas terrestres que inician la vida vegetal aérea,

El mundo ofrecería en la época silúrica un aspecto curioso: en un mar que cubría casi toda la superficie terrestre emergían islotes diseminados constituídos por rocas arcaicas; sobre estos islotes vegetaban plantas inferiores, pero no se encontraba un solo animal terrestre que rompiera la monotonía vegetal. La obscuridad debía ser completa; los rayos solares no alumbraban aún los peñascos ni herían la superficie de las aguas. La atmósfera era densa y la temperatura uniforme, sin estaciones ni climas.

Por las costas pululaban infinidad de trilobites, algunos de los cuales debían tener costumbres parecidas á las de los isópodos marinos actuales. En los fondos de pequeña profundidad vivían millares de graptolites; pólipos corolarios de tipo especial construían extensos arrecifes; los cefalópodos habitaban en alta mar

La fauna era uniforme, representada del mismo modo en los polos que en el Ecuador, los caracteres locales que se observan, y que establecen cierta variedad, son debidos á circunstancias también de localidad que revela hoy la disposición de los materiales arcaicos, entre los que descansan á veces los horizontes de la formación

silúrica.

Debieron verificarse trastornos que replegaran los estratos primeramente depositados y erupciones diabásicas, pues aparecen las diabasas intercaladas entre las capas silúricas; estas erupciones debieron ir acompañadas de cenizas, are. nas y lápilis que, mezclados á los sedimentos contemporáneos, formaron tobas diabásicas, y, uniéndose á conchas y restos orgánicos, brechas fosilíferas, que de un lado pueden llegar á verdaderas grauwackas y del otro á diabasas granudas.

Del mismo modo que la diabasa se encuentra también pórfidos felsílicos y sienitas porfidicas; en algunos casos constituyen filones, como sucede en los alrededores de Cristianía, en Noruega.

En el lago Superior (margen S.) alternan con rocas silúricas, meláfidos y dioritas.

Las sienitas y el granito atraviesan en muchos puntos la formación silúrica; y aun cuando pueden ser a veces contemporáneas, en la generalidad de los casos la erupción se ha verificado después de aquel período.

En los alrededores de Cristianía el granito atraviesa las formaciones arcaica y silúrica, que ha metamorfoseado profunda y extensamente. También atraviesan las capas silúricas filones que rellenan grietas ó hendeduras de diferentes períodos. Existen filones de blenda, galena, sulfuro, arseniuro y atimoniuro de plata, hierro, cinabrio, cobre y arsénico, lo que permite afirmar que el terreno silúrico es uno de los que presentan más riqueza metalúrgica, como se comprueba enumerando tan sólo las regiones mineras más importantes de nuestra península. En los pisos inferiores apenas se marca la transición con las formaciones arcaicas, y se presentan pizarras cristalinas y cuarcitas con restos orgánicos muy escasos; después se encuentran las pizarras arcillosas, las grauwackas y hasta las calizas, y cediendo á estas rocas en importancia otras secundarias. El espesor de los depósitos llega á 8 000 metros. Las facies de esta formación no es uniforme, y por lo tanto no es fácil reducirla á fórmula general; difiere algo según las localidades.

Son abundantes los minerales accesorios que se presentan impregnando los estratos ó alternando irregularmente con éstos; entre ellos de

ben contarse los lechos de hierro oolítico del silúrico de Bohemia, los de limonita en el valle de los Apalaches, y los criaderos de blenda y calamina de Pensilvania.

Existen capas de antracita en Escocia, Irlanda y Portugal, que deben atribuirse á la carbonización de grandes depósitos de algas primitivas. En algunos terrenos de esta formación abundan las aguas saladas; no puede dudarse, pues, de la existencia de la sal común. En general puede decirse que el silúrico se halla representado por gneis, pizarras micáceas y talcosas, por la cuarcita, las areniscas y los conglomerados silíceofeldespáticos, por calizas, aunque esta roca no sea tan abundante, y por algunas otras rocas de menor importancia. Como elementos accidentales pueden indicarse la antracita, el grafito y el diamante, el cinabrio, man ganeso, antimonio y la galena, y otros metales susceptibles de explotación También pueden considerarse como silúricos algunos granitos, sienitas y pórfidos, ofreciendo tanto éstos como los anteriores elementos evidentes señales de metamorfismo, debidos á la accción hidrotermal, que debía ser entonces potentísima.

Estratigráficamente, ó mejor aún, orogénicamente, caracteriza el terreno silúrico el levantamiento de los sistemas de Finisterre y la Vendée, que los separan de los terrenos plutónicos, así como el de Morbihán establece el límite con el devónico, habiéndose realizado durante este período la aparición del sistema de Largund.

En algunos puntos (Bohemia, Inglaterra) se han encontrado restos de criptógamas de las que abundan en la formación carbonífera (Lepidodendron); aparte de estos hechos aislados, la flora silúrica queda reducida á las algas.

Se consideran como características ciertas impresiones, que creyéndose vegetales se han denominado crucianas ó bilobites, sobre las cuales hay entablada una luminosa discusión. La naturaleza vegetal de los bilobites ha sido puesta en duda por el eminente profesor de Stokolmo, doctor Nathorst, quien cree formadas dichas impresiones de un modo mecánico al caminar ciertos animales sobre los sedimentos blandos de aquella época. En la discusión ha terciado otro distinguido paleontólogo, Delgado de Portugal, dando la razón al conde de Saporta, el competidor ilustre del doctor Nathorst; estos dos últimos han publicado notables Memorias acerca del punto debatido; y si bien, á nuestro entender, pueden considerarse los bilobites como algas silúricas, no cabe duda de que los trabajos de Nathorst han revelado que puede muy bien conducir á error el apresurarse á definir como vegetales, y aun animales fósiles, lo que pudieran ser impresiones mecánicas.

La fauna silúrica consta, según Barrande, de 10 211 formas específicas. Bigsby las calcula en 9000 próximamente, distribuídas del modo siguiente: protozoarios 161, pólipos 507, equinodermos 500, anélidos 154, trilobites 1 611, monomiarios 168, dimiarios 541, heterópodos y terópodos 358, gasterópodos 895, cefalópodos 1 600 y peces 37.

Las esponjas silúricas estaban libres en vez de fijas, como lo están las de hoy; es típica la Astylospongia, que tiene forma casi por completo esférica. Los pólipos pertenecen á los grupos de los Zoantharia rugosa y de los Zoantharia tubu lata. Los equinodermos dominantes crinoideos; una división de éstos, los cistídeos, son casi exclusivamente de este período. Entre los molus. cos, los géneros más abundantes son el Orthis y el Pentamerus. Los cefalópodos son, entre los moluscos, los más abundantes; están representados exclusivamente por los nautilídeos. Los peces son escasos: sólo existen en los pisos superiores.

Los animales más característicos de esta formación son los graptolites y trilobites. Los primeros son exclusivos del silúrico, se les considera como pequeños pólipos hidrarios y están formados por un tallo recto, bifurcado, con ramificaciones, ó arrollado en espiral, con dientes á manera de sierra, que son pequeñas cápsulas en donde los animales vivían; los graptolites caracterizan determinadas pizarras que en esta formación abundan.

Los trilobites son crustáceos parecidos á los Serolis actuales que se arrollaban como los Porcelios (cochinillas de la humedad), que aparecen en el silúrico y no pasan de la era paleozoica, alcanzando inmenso desarrollo en la formación de

que nos ocupamos. Entre los géneros más importantes están el Paradoxides, Calymene, Sao, Olenus, Asaphus, Agnostus y Trinucleus. De los moluscos lamelibranquios los principales géneros son: el Arca, Nucula, Redonia y Cardiola, que es bastante característico, y entre los celentereados son muy importantes los hidrozoarios conocidos con el nombre de graptolites, que constituyen un grupo curioso de formas muy notables y muy importantes en todas las formaciones del terreno silúrico; existen también dentro del grupo algunos políperos, y los espongiarios anteriormente citados.

La flora terrestre del terreno silúrico es, como anteriormente hemos dicho, muy pobre, pues se reduce tan sólo á algunas especies de la familia de las Licopodiáceas, que parecen ser sólo precursoras de las formas devónicas, debiéndose esta escasez de flora á las pocas condiciones que para su desarrollo presentaban los continentes, pudiendo citarse como los yacimientos más ricos, por las plantas en ellos recogidas, los de Cincinati y Helderberg, donde figuran el Psilophyton gracillinum y cornutun de las licopodiáceas, la Annularia Romingeri y el Sphenophyllum primærum, pertenecientes á los calamites.

Un hecho notable es la manera rápida con que aparecen en la forma silúrica los diversos tipos orgánicos, pues en el período cámbrico terminaba súbitamente la fauna de paradoxites, y de un modo análogo aparece la de los graptolites al principio de la épca armoricana en el silúrico, así como los cefalópodos, apenas iniciados en la fauna segunda, alcanzan un desarrollo inmenso en la tercera.

Sería tarea bastante larga la de exponer las diversas subdivisiones que del terreno silúrico se han hecho desde su establecimiento, por los trabajos de Murchison en Inglaterra, hasta el día, siendo una de las más importantes las establecidas por Barrande en 1846, fundadas en la

distribución de la fauna, que separó en tres grupos, de las cuales la primera corresponde al período cámbrico según los límites últimamente asignados al silúrico, y las otras dos están incluídas en éste; la segunda presenta el predomi nio de los trilobites, estando los cefalópodos muy escasamente representados, al contrario de lo que ocurre en la tercera, que es muy rica en cefalópodos de conchas rectas y arrolladas, así como en braquiópodos y en nuevos géneros de trilobites.

Siendo Inglaterra el país clásico de este terreno, indicaremos los cuatro pisos creados por Lyell, y que son: el primero el llamado de Ludlow, que se subdivide a su vez en tres partes: la superior formada por la llamada tilestone ó piedra de tejar, constituída por areniscas micáceas de hojas delgadas, rojizas y verdosas, y otras areniscas y légamos de color gris, comprendiendo la llamada arenisca de Downton y la brecha denominada bone-bed con restos de peces; por bajo tiene la caliza llamada de Aymestry, que descansa sobre las formaciones del Ludlow, constituídas por pizarras, teniendo todo este piso una potencia de unos 600 m. La formación de Wenlock se subdivide en dos zonas: la superior de caliza, en la que abunda el Calymene Blumembachi; y la inferior constituída por pizarras, alcanzando en total una potencia de 1000 m. Viene después el Caradoc, constituído por otros dos grupos: el superior denominado de Llandobery, de pizarras y calizas conchíferas; y el inferior formado por la arenisca de Caradoc, que alcanza hasta 3600 m. y contiene abundantes Trinucleus. El piso inferior le constituye la formación de Llandeilo, compuesta de pizarras en forma de losas y de algunas calizas.

Lapparent divide el silúrico en dos pisos: el superior llamado bohémico, que comprende la fauna tercera; y el inferior llamado armoricano, formado por el piso D de Barrande.

Más que por la situación estratigráfica, por la fauna, el silúrico se ha dividido en tres horizontes: superior, medio é inferior. Esta división es generalmente aceptada, pero conviene tener en cuenta que no se corresponden con exactitud los horizontes de todos los países.

Barrande, estudiando muy detenidamente el silúrico de Bohemia, estableció en él diferentes pisos, á los cuales señaló con las letras C, D, E, F, G y H; el piso C forma el horizonte inferior, que descansa sobre los pisos A y B, que pertenecen á la formación huroniana: la fauna de este horizonte se denomina fauna primordial.

El horizonte medio está formado por el piso D,

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