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- SILBATO: Rotura pequeña por donde respira el aire ó se rezuma un líquido.

-SILBATO: Art. y Of. y Maq. Este pequeño instrumento, generalmente de metal, está formado por una caja sonora, en la que, haciendo vibrar el aire, el vapor á una plancha ó lengüeta, produce un sonido más ó menos agudo; muchos pequeños juguetes se construyen de esta clase, de madera, caña, vidrio, hoja de lata, etc.; generalmente se componen de un tubo, unas veces cerrado por un extremo y otras abierto por ambos; uno de los extremos hace de boquilla, que se cierra de ordinario casi en totalidad, dejando sólo una pequeña abertura, y á la terminación del tapón de corcho que cubre el extremo, y en la pared en que se halla la canal de paso del aire, se hace un pequeño corte en bisel, para que chocando el viento en él se produzca el sonido; los de vidrio se reducen á un tubito largo y estrecho que á su terminación por un extremo se dobla y se suelda, y en el doblez tiene una pequeña abertura por la parte del ángulo saliente; un hueso de albaricoque puede servir para hacer uno de estos pequeños juguetes, bastando (fig. 1) des

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carla y desocupar el hueso, bastará soplar con fuerza por uno de los bordes exteriores de la abertura para producir el silbido.

Mas dejando aparte estos juguetes, que no tienen objeto útil alguno, los silbatos se emplean para hacer señales, y pueden obrar por la acción del viento, del vapor ó de la electricidad; los de viento pueden ser de mano ó mecánicos; los de vapor pueden ser movidos á mano ó automotores, y los eléctricos movidos á mano también ó electroautomotores.

Los silbatos de mano se emplean por los cobradores é inspectores de tranvías, jefes de tren y de talleres, etc.; son portátilos, metálicos, y se componen (fig. 2) de una caja cerrada de forma especial, semejante á la representada en la figura, que tiene una boquilla A por la que se introduce el aire emitido por los pulmones; un poco más abajo, en B, en la dirección que sigue el viento, hay una abertura que presenta su bisel á la corriente, y en la extremidad inferior lleva una anilla para sujetar el silbato y colgarle del cuello del que le ha de usar. Los silbatos de viento mecánicos se emplean en las máquinas de viento llamadas de aire caliente, el que del depósito pasa al silbato fijo á la máquina y le mueve, ya automáticamente ya á mano, y son muy semejantes á los de vapor, por lo que dejamos su descripción para hacerla de éstos, que son los más

en uso.

Los silbatos de las locomotoras son de vapor y movidos á mano y voluntad del maquinista, siendo su objeto el hacer señales, ya á los empleados del tren para apretar frenos ó avisar peligro, etc., ya á los de la vía para que modifiquen ó hagan desaparecer una señal que juzgan equivocada ó asegurarse de que está bien hecha, para anunciar su paso por determinados puntos, etcétera, ya á los que circulan cerca de la línea para que huyan de ella, no crucen los pasos á nível, etc. El silbato va sujeto á la caldera C (fig. 3) ó en comunicación directa con ella por una capaci

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dad A cilíndrica, en la que puede moverse una válvula cónica b, cuyo vástago vertical llega hasta el extremo superior del aparato, en que se une á una palanca del segundo género, 1JK, provista de una manija K, o á cuyo brazo se engancha una cadena R, que termina en un estribo S, al alcance de la mano del maquinista para que pueda maniobrar; al salir del aparato el tirador de la válvula va envuelto en un muelle en espiral G que, apoyándose en la parte inferior de la palanca y superior del silbato, está en presión y obliga á la válvula á estar cerrada constantemente er tanto no baja la palanca movida por el maquinista y que tiene un eje de giro en I, sobre el brazo H fijo á la cabeza del silbato; la válvula b cierra la cámara d, en la que hay varios orificios e, e que conducen el vapor de la caldera, al abrirse la válvula á una cámara hemisférica B, cubierta por una placa DD, de tal modo que sólo deja libre paso al vapor para salir á la atmósfera por una delgadísima corona hh; á pequeña altura hay una campana F, de bronce, bien timbrada y con bordes abiselados frente á la corona de salida del vapor, y éste, al chocar con aquélla, la hace vibrar con un sonido tanto más agudo cuanto mayor tensión tiene el vapor. En lugar de la palanca puede colocarse una llave, con lo que resulta el silbato que hemos explicado en otro lugar (V. SEÑALES MARÍTIMAS Y SEÑAL). Variando las formas y dimensiones de la campana, se puede hacer variar el tono y timbre del aparato, que conviene sea agudo á fin de que no se confunda

el sonido que produce con el ruido debido á la marcha del tren sobre los carriles; el bronce que se suele emplear tiene la misma composición que el de los timbres de los relojes; su diametro no debe bajar de 11 centímetros; el silbato va colocado en la parte posterior de la caldera al alcance de la mano del maquinista, y generalmente sobre el mismo asiento que la válvula posterior de la caldera; en algunas líneas puede también el jefe de tren hacer sonar el silbato, empleando para ello una cuerda que pasa por un anillo fijo a la extremidad del tirador de la valvula; algunas veces la campana es doble.

Las compañías americanas emplean con frecuencia el bugle, formado por una campana de bronce ó acero en cuyas paredes va á chocar un chorro de vapor que sale por un pequeño tubo, en lugar de hacerlo como en la que hemos descrito empleada en Europa; el sonido del bugle es de mayor extensión que el del silbato, pero tiene el inconveniente de ser muy grave y confundirse con el ruido del tren.

La marina inglesa algunas veces usa silbatos que permiten variar la extensión y timbre del sonido, para lo que la campana la forman dos tubos divididos por medio de un tabique, teniendo cada uno distinta luz y altura, y que pueden hacerse sonar simultánea ó aisladamente."

Los silbatos automáticos de vapor tienen diversos objetos, pero siempre su sonido es una señal para avisar al maquinista que se ha verificado determinado fenómemo que es preciso corregir, y la disposición varía según el objeto que tiene; cuando se halla al exterior puede suceder que, algún maquinista poco inteligente ó descuidado, para evitar el aviso y que no se acuse á los jefes su descuido en el servicio, impida que funcione el silbato, lo que es causa de riesgos que el aviso tiene por objeto evitar, por cuya razón estos silbatos se llaman de alarma, y para prevenir esto conviene por regla general colocar todos los mecanismos de aquél en el interior de la caldera. En las máquinas fijas es donde más aplicación tiene el silbato de alarma; generalmente se emplea para advertir al maquinista que se ha descuidado en observar los tubos de nivel, que acusan el punto á que llega el agua en la caldera, el momento en que es indispensable hacer llegar á ella la cantidad necesaria, para evitar los accidentes á que pudiera dar lugar la falta de alimentación; entonces el silbato se reduce á un estrecho tubo que desde la caldera pasa al exterior, donde se halla terminado por el silbato tal como le hemos descrito, á diferencia que, en lugar de hallarse movido á mano, lo está la palanca por un flotador que descansa en el agua de la caldera y que va unido á la cadena de la palanca pero como, según hemos dicho antes, el mecanismo debe ser interior, se suele modificar la disposición haciendo que la palanca se apoye en la cubierta de la caldera por su interior y que maniobre la válvula desde ese punto; al descender el nivel en la caldera bajo un cierto límite baja el flotador, y tirando de la cadena abre la válvula y suena el silbato. Otro de los silbatos de alarma más usados es el destinado á acusar una presión excesiva en el vapor de la caldera; entonces la palanca de la válvula es levantada por un pequeño émbolo cuando la presión vence el esfuerzo de aquélla producido por un contrapeso.

Los silbatos eléctricos no automáticos son de muy poco uso, y sólo se emplean en algunas fábricas con motor de vapor ó aire comprimido; el silbato en sí, muy semejante á los ya explicados, se halla en comunicación con el depósito y cerrado el tubo por una válvula de palanca, cuyo mango es de hierro dulce y está aislado del resto de la máquina por marfil, ebonita, etc.; el brazo de la palanca así dispuesto sale al exterior del depósito, y frente á él se halla un fuerte electroimán en comunicación con un generador, del que se halla aislado de ordinario; al hacer pasar una corriente á la armadura del electroimán la palanca es atraída y descubre el orificio de salida del vapor, haciendo sonar el silbato; se puede emplear para cambiar los turnos de trabajo en los talleres, y se maniobra desde el despacho del director ó jefe de taller.

El silbato electroautomotor sirve para advertir á un tren en marcha que rebasa sin haberse advertido una señal de alto, y fué ideado por Lartigne, Forest y Digney; el silbato en sí no cambia, según vamos viendo en todo lo hasta aquí expuesto, y sólo se modifica la manera de hacerle obrar. Se halla el silbato S colocado ho

rizontalmente y al costado de una pequeña caja | 4, representada en corte proyección (fig. 4); T es el tubo de acceso del vapor, que va cerrado por una válvula cónica unida al tirador V, al que un muelle en espiral, V, solicita constantemente para dejar libre paso al vapor; el tirador va articulado en una palanca del segundo género P, cuyo eje de giro O está invariablemente uni do al aparato; el brazo P de la palanca penetra en un ojo de la varilla BB, que entra en la

R

B

Fig. 4

P

hierro ó argentopirita, mineral bastante raro, por cuanto es muy poco frecuente la asociación química y mineralógica del sulfuro de plata y el sulfuro de hierro; la silberkisa es considerada como variedad del mineral denominado sternbergita, pero mejor puede tenerse conio análogo al mismo, atendiendo á todos sus caracteres físicos, químicos y de yacimiento y determinación. Cristaliza el doble sulfuro de plata y hierro que describimos en formas referibles al prisma recto romboidal, y los cristales ofrecen particularidades notables; así, por punto general vense aplastados, constituyendo tablas bastante delgadas, siendo frecuente verlas mezcladas, y cuando no agrupadas en forma de abanico; presentan además una exfoliación clara y relativamente fácil siguiendo la dirección de la base, y nunca son grandes ni se ofrecen enteramente definidos ni sus caras se hallan por completo determinadas ó limitadas. Tiene á la continua la silberkisa brillo metálico bien marcado y notable; su color es pardo más o menos acentuado, según los ejemplares; el polvo, más obscuro que el mineral, ilega á ser negro; tallada en láminas delgadas ofrece cierta flexibilidad; su peso específico aparece representado por el número 4,2, y la dureza compréndese entre la correspondiente al talco y la peculiar del yeso; así es rayable con gran facilidad sólo con la uña, y califícase entre los minerales más blandos conocidos entre los me

relacionarse con el de ser flexible cuando se retálicos propiamente dichos, y tal carácter puede duce á láminas de poquísimo espesor; también sobre el papel huella parda ó negra bastante inpor ser mineral tan blando y deleznable deja tensa y permanente.

caja, se halla rodeada de un muelle en espiral que tiende á hacerla descender, yendo su extremo inferior articulado á una palanca del segun do género también R, como la anterior, que tiene su eje de giro en E, fijo al interior de la caja; el brazo R termina en un contacto D de hierro dulce; una tercera palanca del primer género, cuyo eje de giro Fva fijo á la caja, tiene la manija Q al alcance del maquinista, y el otro brazo G de la palanca termina en horquilla que abraza un collar de la varilla BB; un electroimán sistema Hugues H obliga á la palanca R á estar á él adherida, á pesar del muelle antagó-á nico C; el electroimán, como es sabido, en este sistema es de forma de herradura, con alma de acero I, imanada de una manera permanente, y su hilo está arrollado de modo que tienda á

comunicarle una imanación de sentido contra.

rio; en el estado normal del aparato no pasa por el electroimán corriente alguna, pero al franquear el tren la señal en que debe dar el aviso pasa la corriente, que anula momentáneamente la imanación de la armadura y dejando de estar solicitada la palanca R cae por la acción del muelle antagónico C, haciendo en su caída, y al arrastrar á la palanca P, bajar la varilla ó tirador V, y bajando la válvula pone el silbato en comunicación con la caldera.

el

La corriente se establece comunicando un electrodo L del electroimán con tierra por la caja y la locomotora, y el otro M con un cepillo metálico aislado fijo á la parte inferior del cenicero. Sobre el eje de la vía se halla montado un cocodrilo ó contacto fijo, unido eléctricamente á un conmutador movido por el disco ó señal en que el tren debe parar, y que cuando está la vía cerrada comunica con el polo positivo de una pila cuyo otro polo está en comunicación con tierra; estando la vía cerrada, al pasar el tren por el cocodrilo se cierra el circuito y suena el silbato de una manera continua, hasta que maquinista, bajando la manilla Q de la palanca, eleva la varilla BB, restablece el contacto de Dy H, y como no hay corriente, está el aparato en disposición de funcionar nuevamente; el imán en herradura I se halla fijo á la caja por tornillos y por el intermedio de un trozo de madera J. El aparato que acabamos de estudiar funciona á cualquier distancia de la señal, al pasar por delante de ella, cuando está la vía cerrada, es sumamente seguro y no se halla expuesto á inutilizarse por los choques, habiéndose empleado con éxito en algunos ferrocarriles del Norte de Francia, que le suprimió después porque sustituyó su sistema de frenos por otros llamados frenos de vacío (V. FRENO), y al hacer esto ha suprimido el silbato, sustituyéndole por un sistema de desenganche automático. Sartiaux ha perfeccionado posteriormente este aparato, para que el tren, al pasar por el disco, avise al jefe de estación á fin de que cierre aquél, cubriendo la vía. El empleo de estos aparatos es por lo tanto sumamente conveniente.

SILBERKISA: f. Miner. Sulfuro de plata y

TOMO XIX

En lo tocante á la composición química de la silberkisa, los análisis dan para ella, en 100 partes, 30 de azufre, 33,2 de plata y 36 de hierro, cuyos números tradúcense en la fórmula

Ag2 Fe, S6,

cuya vista pudiera pensarse que se trata de una asociación de los dos sulfuros de plata y hierro acaso mejor que de un sulfuro doble en el cual el azufre sería como lazo de unión entre

el hierro y la plata. Puede reconocerse la silberkisa apelando á sus caracteres químicos; es cuerpo fusible al fuego del soplete en un glóbulo ó botón dotado de manifiestas cualidades magnéticas; empleando soporte reductor de carbón y de bórax por fundente consíguese plata metalica brillante y color blanco; por vía húmeda, y empleando el agua regia caliente, consíguese una disolución parcial, y quedan como residuo azufre y cloruro de plata; separable éste apelando á su cualidad de disolverse en el amoníaco, de cuya disolución es de nuevo precipitable añadiendo

ácido nítrico.

La silberkisa constituye rarísimo mineral, al punto de señalarse como única localidad donde se encuentra la misma donde yace la sternbergita, Joashimsthal, en Bohemia, y á la extremada rareza del mineral descrito débese que no aproveche para el beneficio de la plata, á pesar de contenerla en proporciones notables y de tal manera que la extracción del metal no sería ciertamente dificultosa y los rendimientos de seguro bastante considerables.

SILBERSTADT: Geog. V. MIES.
SILBIDO: m. SILBO.

...; en la (lengua) castellana tenemos... el SILBIDO de las serpientes, el chasquido del látigo de posta, etc. JOVELLANOS.

... á la primera comedia que echen en el otro corral, zas, sin remisión, á SILBIDOS se ha de hundir la casa.

L. F. DE MORATÍN.

- SILBIDO DE OÍDOS: Sonido ó ruido, á manera de silbo, que se percibe en los oídos por una indisposición.

SILBO (del lat. sibilus): m. Ruido sutil que se hace con la boca, frunciendo los labios, para que suene violentado el aire. También se hace metiendo en la boca los dedos ú otra cosa á propósito para este efecto.

Un SILBO del pastor y una amenaza amorosa del cayado y de la honda pueden más que las piedras. SAAVEDRA FAJARDO.

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- SILBO: Cierto ruido que hace el aire.

SILBÓN: m. Zool. Nombre vulgar con que en castellano se designa á la Tadorna Penélope 6 Anas penélope de Linneo, ave del orden de las palmípedas, familia de las anátidas, que se caracteriza por tener el macho adulto la parte superior de la cabeza de un color blanco lechoso y las mejillas de un tinte chocolate, excepto una línea verde obscura que desde el ojo se corre hacia atrás; el lomo es blanco agrisado y con líneas negras irregulares; la garganta de un negro pardusco; el pecho castaño; los costados blancos prolongada, puntiaguda y casi negra. El macho y con líneas negras; el abdomen blanco; la cola pierde su vistoso plumaje después de la reproduc

ción.

Esta ave vive en toda Europa, sobre todo en llega hasta el Mediodía de Europa, y se observa las regiones del Norte, pero en sus emigraciones en gran número en toda España, en Madrid mismo, en las lagunas de Quero, en la Albufera y hasta en las marismas de Andalucía. Los catalanes la designan con el nombre de Piula, y los portugueses con el de Piadeira. Es, en suma, una de las especies de patos más frecuentes en nuestra patria.

Prefiere el agua salada á la dulce. En invierno adorna preciosamente los lagos del N. de Africa; cubre á menudo grandes extensiones, y desde lejos llama al punto la atención por los brillantes colores de su plumaje. En las islas de las costas del Schleswig, de Jutlandia y de Dinamarca, donde esta ave es semidoméstica, contribuye á prestar animación al paisaje.

Los movimientos y el género de vida del silbón se asemejan á los de los demás patos; anda con pesadez, pero en cambio nada con gran facilidad. Su inteligencia la revela sobre todo por el afecto que manifiesta al hombre; es tímido y prudente, pero aprende bien pronto á conocer si

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aquél tiene buenas ó malas intenciones. Cuando está seguro de su protección parece sumamente confiado; sólo se aleja de él para dejarle el paso libre, y se apodera de los nidos que le preparan; pero donde ve que le persiguen huye siempre del cazador. Con sus semejantes es muy sociable, aun en la época del celo.

Su alimento consiste en substancias vegetales, particularmente de las partes tiernas de las plantas acuáticas; también come granos, juncos, gramíneas y cereales; pero según se observa en los individuos cautivos, necesita esencialmente bertad coge pececillos, moluscos é insectos; cuansubstancias animales para no enflaquecer. En lido está cautivo se precipita con avidez sobre los peces, cangrejos y carne cruda que le tiran. Toma su alimento más bien corriendo que nadando; frecuenta las playas durante la marea baja, y come los alimentos que le abandona el mar. l'or la mañana se dirige a tierra para cazar gusanos é insectos; escudriña los pantanos y vuela hasta los campos en busca de su alimento.

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El silbón no anida sino en las cavidades. Bodinus dice acerca de esta costumbre: «Cuando el viajero recorre las costa no le sorprende poco ver á más de media milla del mar á esta hermosa ave con su hembra, y también varias parejas reunidas en alguna colina descubierta ó en un claro del bosque, las cuales desaparecen súbitamente. Al acercarse se ve que el silbón ha bajado á tierra, no, como pudiera creerse, para visitar una madriguera de zorro, de tejón ó de conejo, á fin de fijarse en ella si la encuentra abandonada, sino para formar su nido al lado de estos cuadrúpedos. Observadores concienzudos dignos de fe han reconocido varias veces que el zorro y el silbón habitan la misma madriguera, y que ja más fué acometido este último por el carnicero. Según mis observaciones el hecho no parece tan exacto, pues he visto cerca de una madriguera de aquel cuadrupedo alas y plumas del ave, lo cual no prueba, sin embargo, que el zorro fuese el matador; era en un bosque habitado por numerosos milanos, pudo muy bien suceder que uno de ellos arrojase allí los restos de la palmí peda. Pero, ¿por qué el zorro, que no respeta casi á ningún animal más débil que él, hará una excepción en favor del silbón? Yo creo que esto se debe atribuir al gran valor que desplie ga el ave logrando imponerse á su enemigo. Este valor no es sólo propio de los adultos, sino también de los pequeños; yo he visto individuos de algunos días que enseñaban el pico á las aves mayores, á los perritos y á los conejos; en vez de volar deteníanse intrépidamente, tendían el cuello, miraban á su enemigo con ojos de cólera, y sólo retrocedían para evitar el golpe que se les dirigiera. Entre los silbones adultos que viven apareados el macho es principalmente el que se encarga de sostener la lucha: se pone en posición, lanza un silbido particular y acomete con intrepidez al que hace ademán de molestarle. Una vez puesto en fuga su enemigo vuelve á donde está su hembra, la cual comparte á menudo sus peligros y le auxilia con valor, aunque para el ataque no sea tan rápida. Al reunirse las dos aves se inclinan diferentes veces una delante de la otra, lanzan gritos y parecen felicitarse mutuamente por el éxito alcanzado.>>

Esta ave se reproduce rara vez en España. En Alemania, véase lo que dice Brehm: «El guardabosque Groemblein ha observado la manera de reproducirse los silbones, comunicando á Naumann lo que pudo averiguar en este punto. A principios de mayo se hallaba ocupado en el bosque á cierta distancia de la costa, cuando vió una pareja que dió algunas vueltas alrededor de él y de sus trabajadores, acabando por posarse sobre un montecillo encima de las arenas. El macho se puso de centinela mientras la hembra se dirigía hacia una excavación de aquél, bajó á ella y estuvo allí como un cuarto de hora. Al reaparecer reunióse con ella el macho, y después de haber cacareado algún tiempo emprendieron el vuelo para posarse sucesivamente en diferentes puntos, con la intención manifiesta de despistar al observador. El guarda corrió al montecillo, donde halló una madriguera de zorro, y observó en la entrada pisadas frescas y excrementos tanto del ave como del cuadrúpedo. Al cabo de algunos días se reconoció que la hembra no había penetrado en la madriguera sino para engañar á las personas de los alrededores, y que se hallaba domiciliada en otra más vasta, donde el invierno anterior se había cogido un tejón, si bien la habitaba entonces otro de estos animales y una zorra. Vióse que el tejón salía de su madriguera y entraba con regularidad sin cuidarse de sus cohabitantes; las pistas de todos eran recientes, y fué posible seguirlas hasta una profundidad de 2 metros. En las galerías por las que tenía costumbre de pasar la zorra se veían las anchas huellas de los silbones y otras más delicadas del cuadrúpedo. Puesto al acecho el observador detrás de un montón de arena, no pasó mucho tiempo sin ver llegar á las aves, que después de posarse en su antiguo sitio volaron hacia su verdadero domicilio rasando la tierra; situáronse sobre la madriguera mirando de un lado á otro; y como creyesen no ser observadas, comenzaron á recorrer las diversas galerías. Por últi mo desaparecieron en la que servía de paso á la zorra, permaneciendo en ella como media hora; una de las aves salió á poco, subió con ligereza al montecillo, en cuya base arrancaba la galería, miró por todas partes y voló hacia las prade. |

ras. >>

En varias islas de la costa de Schleswig se construyen para estas aves viviendas artificiales, practicando en los médanos cubiertos de hierba corta unas galerías que se cruzan en el centro donde anidan. En cada espacio destinado para un nido se adapta una cubierta de césped que se puede cerrar exactamente y levantarse cuando se quiere examinar el nido: este espacio está cubierto de musgo y estiércol á fin de que los silbones puedan encontrar todos los materiales necesarios. Las aves suelen tomar posesión de estas guaridas, por muy próximas que se hallen á las viviendas humanas, y de tal modo se acostumbran al hombre que aunque cubran toleran su presencia. Si á la hembra no se la inquieta pone de siete á 12 huevos voluminosos, blancos, lisos y de cáscara sólida, que cubre con afán; si se le van quitando unos después de otros puede poner hasta 20 ó 30, como sucede en Sylt. Poco á poco los rodea de plumón, cubriéndolos cuidadosamente cuando se levanta, y muestra tanto cariño á su cría que no la deja sino en el momento en que la van á coger. Estos silbones se domestican de tal modo que no se mueven cuando se levanta con precaución la cubierta del nido, y si se les toca no se alejan sino algunos pasos. Antes de visitarla madriguera debe cerrarse la abertura para que ni se atropellen ni se asusten; las que habitan una galería corta cerrada por detrás dejan coger fácilmente sus huevos, pero en caso contrario los defienden á picotazos, bufan como un gato furioso y lanzan gritos penetrantes, más bien de rabia que de temor. Algunas veces hay necesidad de ahuyentarlas á palos cuando están sobre sus huevos, pues muerden los dedos infiriendo heridas bastante dolorosas.

La incubación dura veintiséis días, y en cuan. to salen los hijuelos los conduce la madre hacia el mar ó al estanque de agua dulce más próximo. Naumann asegura que en los parajes donde el silbón anida en agujeros á gran altura del suelo coge la hembra á sus pequeños con el pico y los va dejando en el suelo uno tras otro. Bodinus, fundándose en sus observaciones personales, le contradice, expresándose en los siguientes términos: «Los silbones anidan en la excavacion de una costa brava, escarpada é inaccesible, y yo me apoderé de los pequeños rodeando con una zanja bastante profunda el sitio donde debían caer al abandonar su nido; las paredes eran demasiado verticales para que pudieran escalarlas, y por lo tanto, si los padres trasladasen á sus hijuelos fuera de las cavidades donde nacen, nunca hubiera podido cogerlos por este sistema. »

Los silbones pequeños son fáciles de domesti car si se les tiene con bastante agua. Cuando se hallan en un estanque grande buscan su alimento sin que sea necesario darles nada, pero bien pronto no les bastan los insectos que cogen y es preciso propinarles entonces lentejas de agua, hortaliza picada, pan, pedacitos de carne y peces. La harina de avena, según Bodinus, les deja ciegos. El alimento animal en gran cantidad les favorece bastante. En cautividad es muy raro que se reproduzcan, pero se domestican bien y no pierden su bonito plumaje. En los jardines zoológicos se aparean y anidan, pero á pesar del cuidado que con ellos se tiene no ponen.

Para los habitantes de Sylt y demás islas del Mar del Norte el silbón es de gran importancia. Los huevos que se recogen en los nidos son apre ciados, aunque su sabor no agrade á todo el mundo, y el plumón que se encuentra en aquéllos cuando la hembra acaba de cubrir constituye una buena plumazón siempre limpia. La carne de los silbones adultos tiene un olor desagradable y un sabor rancio ó aceitoso, por lo cual los habitantes de aquellos países no les dan caza y los protegen cuanto pueden.

SILBOSO, SA: adj. Que silba ó forma el rui do de silbido.

SILCA: Geog. Pueblo y municip. del dist. de Salamá, dep. de Olancho, Honduras; 500 habitantes.

SILCHAR: Geog. C. cap. del dist. de Kachar, Asara, India, sit en la orilla izq. del Barak, afl. izq. del Megna; 6 000 habits.

SILDUT: Geog. V. SKELLEFTEA-ELF.

SILE: Geog. Río del Veneto, Italia. Nace al O.S.O. de Treviso, recibe el Bottenigo ó Cagnano, baña á Treviso, dirigese al S. E., recibe por la izq. el Melma y el Musestre, y por la dra, el i Serva; recoge luego por la izq. un brazo del

Piave Vecchia, otra derivación del Piave, y desemboca por varios brazos en la laguna sit. al N.N.E. de Venecia, al E. de la desembocadura del Zero unido al Dese, después de un curso de 85 kms.

SILECTE Ó SYLLECTE: Geog. ant. C. de Africa, sit. en la costa N. de la Pequeña Sirte. No están de acuerdo los autores acerca de su verdadera situación.

SILENCIARIO, RIA (del lat. silentiarius): adj. Que guarda y observa continuo silencio.

porque al solo y SILENCIARIO habla Su Majestad. MARÍA DE JESÚS DE AGREDA.

- SILENCIARIO: m. Ministro destinado para cuidar del silencio ó la quietud de la casa ó del templo.

SILENCIERO, RA: adj. Que cuida de que se observe silencio. U. t. c. s.

SILENCIO (del lat. silentium); m. Abstención de hablar.

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- SILENCIO: fig. Efecto de no hablar por escrito.

Escribeme cuanto antes, porque tan largo SILENCIO me tiene con cuidado,

Diccionario de la Academia.

- PERPETUO SILENCIO: For. Fórmula con que se prohibe al actor que vuelva á deducir la acción, ó á instar sobre ella.

ENTREGAR una cosa AL SILENCIO: fr. fig. Olvidarla, callarla, no hacer más mención de ella.

- IMPONER SILENCIO: fr. Tratándose de personas, hacerlas callar.

- IMPONER SILENCIO: fig. Tratándose de pasiones, reprimirlas.

- PASAR EN SILENCIO una cosa: fr. Omitirla, callarla, no hacer mención de ella hablando ó escribiendo.

Todo esto y los nombres destos reyes tales cuales ellos se sean, ni se debían pasar en 81LENCIO como quien rodea algún foso ó pantano que no se atreve á pasar.., ni tampoco era justo aprobar lo que siempre hemos puesto en cuento de hablillas y consejas.

MARIANA.

...: esta reflexión no permite á la Sociedad pasar en SILENCIO otra desigualdad notable. JOVELLANOS.

- SILENCIO: Fil. El silencio es á su modo signo y expresión de un estado interior, estado de pensamiento y vida, que requiere perspicacia hábil para ser interpretado. La elocuencia del silencio no es una frase paradójica. Algunas veces, dice Montesquieu, es el silencio más elocuente, que todos los discursos. Lo más importante, afirma A. Karr, de la conversación suele ser el silencio. El silencio pitagórico, que prepara á una vida de claboración interior del pensamiento (V. PITAGORISMO), es obra más fecunda que los juegos malabares de tantas y tantas energías gastadas en discursos, que son un mar de palabras y un desierto de ideas. Tiene el silencio, cuando el pensamiento se refleja sobre sí mismo, un cierto sentido religioso. El que calla oye las voces que armónicamente hablan en su interior. Apaciguados los sentidos, extinguida momentáncamente la comunicación con el exte

rior, un murmullo penetrante y suave y una vista paradójicamente confusa y á la vez perspicaz, ponen en relación con el misterio de lo infinito. Pero hay silencios de silencios. Sin recurrir á estados que rayan en lo anormal, el demonio de Sócrates, los soliloquios de San Agus tín, el éxtasis de todos los místicos, las voces interiores de V. Hugo y otras tantas manifestaciones, que son el eco de la antigua divinización del silencio, primero en el mito egipcio y después en el precepto clásico Sustine et Abstine, en cuanto acusa un estado de contracción y una especie de freno impuesto por la racionalidad á exaltaciones afectivas, puede el silencio llegar á ser una palabra interior, una conversación consigo mismo, ó cópula mental, que convierta al hombre de siervo de sus pasiones en dueño de sí. Pega, pero escucha,» decía el griego cuando veía exaltado á su adversario como medio para hacerle entrar en razón. «Son mudos los grandes dolores y á veces, como dice Musset, «guarda silencio la boca para hablar al corazón. » Si Platón llama al pensamiento «un diálogo interior y silencioso del alma consigo misma» (en el Sofista y el Tectetes), Mausdley considera requisito indispensable de una meditación honda y fructifera escuchar la silenciosa y armónica

marcha de las esferas.>

jarse del juicio nada favorable que sugiere a los demás cuando dicen de él que habla y habla sin saber lo que se dice. Si falta la tolerancia y no abunda la piedad en los que sufren al hablador sempiterno, que, efecto de la charla, se contradice á cada paso, y como el fiero sicambro «quema hoy lo que ayer adoró, para adorar mañana lo que antes quemara,» fácil es que aquéllos le clasifiquen entre los maniáticos que pululan en el reino de las sombras, en la insania y en la locura. Anula el charlatán su propio pensamiento plagándose de contradicciones, y degrada la palabra abusando de ella. Obliga á los demás à que le oigan como quien oye llover. A la inversa, el que calla y medita para aprender á hablar y para saber hablar á tiempo, tiene siempre el pensamiento despierto y usa de la palabra (sin caer en el abuso) como lo que es, como servidora y heraldo del pensamiento, en vez del papel usurpado que toma á veces con la charla, sustituyendo al pensamiento mismo ó disimulando la vacuidad del fondo con lo aparatoso de

la forma.

SILENCIOSAMENTE: adv. m. Con silencio, se.

cretamente.

... SILENCIOSAMENTE formó tres escuadrones de infantería, y con número grande de escalas á media noche los envió la vuelta de las murallas. VAREN DE SOTO. Desdobláronse SILENCIOSAMENTE las servi lletas, nuevas á la verdad, etc.

LARRA. SILENCIOSO, SA (del lat. silentiosus): adj. Que calla mucho ó tiene hábito de allar.

- SILENCIOSO: Aplícase al lugar ó sitio donde se guarda silencio ó hay quietud.

Sin tocar en los linderos de lo indiscernible de Spencer, ni ahondar el clavo histérico de las crisis de nuestra constitución orgánica, como la anrora que anuncia la aparición del amor ó meditación del genio de la especie, según dice Schopenhauer, basta para excitar en nuestro interior un silencio fecundo la observación exterior que conduce á la concentración ó el Lege et labora de la sabiduría clásica. En efecto, cuando leemos y meditamos, traduciendo en palabras lo escrito ó haciendo redivivo un pensamiento ya muerto, surge la palabra interior, silenciosa y secreta, que oímos nosotros solos. Lo mismo acontece cuando la mano escribe (obedeciendo) que el pensamiento dicta. En la conversación, hablar por hablar, pasar el tiempo, se inventa poco y se repite lo que ya se ha dicho, aprendido do ó pensado. Generalmente las palabras dan al vulgo pensamientos hechos y al sabio ocasión para pensar. Tomando el pensamiento como cris talización definitiva en las palabras que lo expresan, se cac en el vicio del Psitacismo, repitiendo frases hechas consagradas por el uso, porque carecen de sentido ó aquel que se les da no es el propio. Se olvida en tal caso que el miento y aun la palabra, como todo lo vivo, son

lo

pensa

compuestos inestables, que si se condensan o fijan de modo inalterable (dogmático) degeneran en detritus ó productos ya elaborados y muertos. Por el contrario, la palabra interior es el lenguaje del pensamiento activo, personal, que indaga y se enriquece mediante trabajo propio. Es la exacta medida de la energía y vivacidad del pensamiento. Si la sabiduría popular ha dicho: el que mucho habla mucho yerra, es porque ha presentido que mientras la palabra es un pensamiento que se manifiesta (sujeto siempre á error, más sujeto cuanto menos se revisa), el pensamiento es una palabra interior y viva. Para revisar el pensamiento, para saber lo que decimos, conviene meditar; pues, como dice La Rochefaucauld, el silencio es el partido más seguro para el que desconfía de sí mismo.» Si de la palabra ha podido decirse irónicamente que es el don de que se vale el hombre para ocultar su pensamiento ó para disimular la verdad, el silencio ó palabra interior, la reflexión, la voz de la conciencia es la expresión verídica de lo que existe en nuestro interior más sincero y más íntimo. Pero el silencio que medita no es el egoísmo intelectual, ni el que calla para reflexionar sobre

lo

que oye debe hacerlo por sistema, como si se propusiera, según dice el humorista, vivir sólo para sí y únicamente dentro de su propia piel. En tal caso se caería en vicio bien grave, el de negar la sociabilidad humana. Se debe aprender á callar para saber hablar á tiempo. Por donde parece autorizado afirmar que el silencio ha de ser preparación fecunda para hablar. El que nunca calla, el que siempre está hablando, no sólo carece de tiempo, sino que huye la ocasión de cultivar aquel sexto sentido que consiste en hacerse cargo de las cosas. Con su charla sempiterna lace que el dinamismo vivo, que constituye la hermosa trama del pensamiento y de la palabra, se convierta en el mecanismo rutinario de un órgano destemplado. No le es lícito que

SILENE (de Sileno, n. pr.): f. Bot. Género de plantas (Silene) perteneciente á la familia de las Cariofileas, tribu de las sileneas, cuyas especies habitan en casi todos los países templados, sienmuy abundantes en la región mediterránea, y son plantas herbáceas, anuales ó más generalmente perennes, rara vez sufruticosas, con las hojas caulinares opuestas ó alguna vez verticiladas, y las inflorescencias dispuestas en cimas dicótomas ó alguna vez racemiformes, unilaterales, rara vez reducidas á una flor solitaria; cáliz sin calículo, cilindráceo, mazudo, casi acampanado, oblongo ú ovoideo, cilíndrico ó anguloso, con cinco dientes en su borde ó quinquélido, siempre persistente; corola de cinco pétalos, que

faltan en alguna especie por aborto, insertos en los estambres, y pistilo sobre un entrenudo muy corto, que es acrescente en algunas especies; estos pétalos tienen las uñas lineales y el limbo generalmente escotado ó bífido, rara v entero; las uñas lineales y á veces en la garganta apéndices rudimentarios; 10 estambres insertos con los pétalos, rara vez alternos con ellos y reducidos alguna vez á cinco, con los filamentos filiformes y las anteras longitudinalmente dehiscentes y biloculares; pistilo formado por tres carpelos abiertos y soldados en ovario unilocular ó algo trilocular en la base, con óvulos numerosos, anfitropos, insertos sobre funículos libres que se sueldan algo en la base formando una columnita central; tres estilos filiformes, con la cara interior estigmatosa. El fruto es una cápsula membranacea, crustácea ó papirácea, oblonga, aovada ó casi globosa, que se abre en tres valvas bidentadas en el ápice; semillas numerosas, arriñonadas, globulosas ó lenticulares, lisas, rugosas ó granuladas y aun equinadas; embrión anular ó semicircular, con los cotiledones incumbentes y albumen feculento.

SILENIA (de Sileno, n. pr.): f. Zool. Género de moluscos de la clase de los lamelibranquios, orden de los dibranquios, familia de los lisónidos. Este género se reconoce por ofrecer los caracteres siguientes: orificios sifonales rodeados de papilas alargadas cónicas; sifones poco prominentes al exterior; pie pequeño, delgado, sin ranura para el biso: palpos labiales bien desarrollados; la concha delgada, ovalada, equilátera, estriada concéntricamente, granulosa, nacarada interiormente; el borde cardinal sin ninguna señal de dientes; sin cartílago interno y con el ligamento externo marginal.

Este género tiene por tipo la Silenia Sarsi E. Smith., que se encuentra en las costas de Australia y de la América meridional.

SILENO: m. Zool. Género de insectos del orden de los coleópteros, familia de los eucnémidos, tribu de los eucneminos. Los caracteres principales que distinguen este género son los siguientes: último artejo de los palpos securiforme; la cabeza ligera y regularmente convexa; el epistoma muy estrechado en su base, deprimido por delante; ojos medianos y ovalados; las antenas cortas, filiformes, con el primer artejo muy largo y gradualmente abultado, el segundo muy corto, el tercero largo y cónico, los restantes casi iguales; el protórax transversal, regularmente convexo, redondeado por delante; sus ángulos posteriores cortos y un poco divergentes; el escudo largo; los élitros oblongos, poco á poco estrechados hacia su base y terminados por una punta corta; las patas cortas, medianamente robustas; los cuatro tarsos posteriores delgados y comprimidos; sus cuatro primeros artejos decreciendo gradualmente y ciliados en su vértice por debajo; las uñas pequeñas, delgadas y poco arqueadas; el prosternón truncado por delante, con un surco bien marcado á lo largo de su borde anterior; el cuerpo oblongo y medianamente

convexo.

Los primeros estados de estos insectos han sido estudiados con algún cuidado. La larva es alargada, lineal bruscamente ensanchada en su parte anterior, con la cabeza pequeña, casi córnea y como si estuviera encajada en el primer segmento torácico, que está escotado para recibirla convenientemente. En su parte anterior la cabeza está provista de un epistoma trapeciforme delante del cual se encuentra el labro. Los demás órganos bucales no consisten más que en un par de mandíbulas cortas, robustas, arqueadas, bífidas en su extremidad, y una placa córnea ancha y un poco retráctil que parece representar las maxilas. Esta placa, cuyo borde anterior está dividido en cinco lóbulos muy cortos y desiguales, está precedida de una pequeña lengueta semimembranosa, trífida por delante y desprovista de palpos Los ojos faltan por completo. Las antenas son muy cortas y compuestas de tres artejos. El protórax es muy ancho, deprimido, y presenta por delante, tanto por encima como por debajo, dos trazos transversales de color rosa, de los cuales sale otro igual dirigido hacia atrás. Los dos segmentos torácicos siguientes son transversales; no hay ninguna señal de patas. Todos los segmentos abdominales, en número de nueve, son del mismo diámetro. Estas larvas viven en las maderas de los castaños, olmos y otros árboles, en los que cruzan sus galerías anchas é irregulares.

Las especies de este género viven en la América del Norte, en Argelia y en España. La que habita en este último país es el Silenus Zanzii.

- SILENO: Mit. Sátiro de edad avanzada, según Pausanias. Los silenos formaban el cortejo de Baco y eran de la misma familia que los sátiros, pero de distinto origen y carácter demoníaco, pues mientras los sátiros procedían de las montañas de la Grecia propia los silenos pertenecían á las tradiciones religiosas del Asia Menor, especialmente de la Frigia. Las leyendas griegas más antiguas referentes á los silenos se localizaron en Celanea, y Herodoto las encontró en Macedonia, porque los macedonios eran de la misma raza que los frigios. Los silenos asiáticos eran genios masculinos de los manantiales y de los ríos, y por eso Jenofonte les hace hijos de las Nayades, y el autor del himno homérico á Afrodita dice que se unieron amorosamente con las Ninfas del monte Ida, las cuales simbolizan los manantiales que brotaban en aquel paraje. Cierta tradición frigia nos pinta cómo el rey Midas se apoderó de Sileno mezclando vino con el agua en que se refrescaba. Este cmpleo de la palabra Sileno, en singular, casi no se hace más que para designar á Marsias, héroe y víctima de la conocida fábula que simbolizaba la superioridad de la música griega sobre la música asiática (V. MARSIAS), que personificaba Sileno. Este es el genio musical de las aguas que debía á su naturaleza fluvial un carácter de sabiduría sobrehumana y de inspiración profética, porque para los antiguos los manantiales eran emanaciones de la tierra, cuyo seno encerraba la ciencia de lo porvenir, y las divinidades que tenían contacto con el agua tenían un carácter inspirado y fatídico. Sileno, encadenado por el rey Midas, dejó escapar de sus labios oráculos de misteriosa sabiduría, con los que le reveló el secreto de la

vida humana. La filosofía de los pensamientos | de Sileno es triste; domina en ella la nota de la desesperación. Como el Segismundo de La vida es sueño encuentra Sileno que «la desdicha mayor del hombre es haber nacido,» y que la dicha mayor es una vez nacido morir lo más pronto posible, según dice Aristóteles y transcribe Plutarco. Por todo esto se ve que el Sileno profético del Asia difiere de los sátiros griegos, siempre tan regocijados y locos, que aman la vida y gozan sin tasa de los placeres. Al carácter inspirado y adivinatorio de Sileno responde el animal simbólico que generalmente le acompaña, el asuo, que si en Grecia, y más tarde en

Sileno

Occidente, es un animal ridículo, en Asia, por el contrario, es un animal estimable de andadura viva y de aire despierto, al cual atribuían carácter sagrado, y cuyas relaciones con la inspiración profética, dice Decharme, parecen atestiguadas en Grecia misma con el sacrificio que allí se hacía de este animal a Apolo Hiperbóreo.

Al pasar Sileno con el cortejo de Baco á Grecia perdió su carácter grave é inspirado, de lo cual sólo quedó un recuerdo, y poco a poco se convirtió en un personaje ridículo y grotesco. Tal es el carácter que mejor conviene á los silenos; pero no el del Sileno que cuando los poetas y los artistas quisieron representar en serio le hicieron preceptor, fiel amigo y compañero de Baco, y le dieron figura de viejo con expresión grave y paternal. A éste, como á los demás sáti ros, les da la tradición por padre á Mercurio, aunque algunos figuraron como hijos de Pan y de una Ninfa ó de Gaea. Creíase que, como Dionisos (Baco), Sileno había nacido en Nisa. Con Baco tomó parte en la lucha con los gigantes y mató á Encelado. Este Sileno occidental, participa con los demás personajes del cortejo báquico del amor al sueño, al vino y á la Música. Todo esto significa, como dice muy bien Collignón, que los silenos perdieron su carácter primitivo, alteróse su dignidad, y poco a poco se confundieron con los sátiros.

El arte helénico, fuera de cuando representó á Marsias, reprodujo el tipo del Sileno grotesco, viejo, obeso, ventrudo, con los miembros cubier

tos de vello, algunas veces con cola de caballo y
llevando generalmente por atributo un odre lle-
no de vino. El Sileno ebrio, precioso bronce de
Pompeya que se conserva en el Museo de Nápo-
les, y que debió servir de soporte á una lucerna,
se ajusta en un todo á esos caracteres. Cuando
figura en el cortejo de Baco suele llevar Sileno
una piel de cabra que le da un aspecto más de
animal que de hombre. Así salía vestido en el
teatro el actor encargado del papel de Sileno-
Pappos (sobrenombre que viene de la voz frigia
pappas, padre, maestro). Entre las representa-
ciones plásticas abundan las del tipo cómico del
Sileno-Pappos, y entre ellas se distingue por su
mérito una marmórea descubierta en el Teatro
de Dionisos en Atenas. Unas veces aparece echa-
do, sentado ó recostado sobre su odre; otras veces
camina con el paso vacilante del ebrio entre los
demás acompañantes de Baco, y á veces le presta
apoyo un fauno, como en el relieve que decora
un ara procedente de Italia, que posee nuestro
Museo Arqueológico Nacional. Con mucha fre-
cuencia se le ve montado en un asno.

Los artistas ennoblecieron este tipo vulgar
cuando representaron á Sileno como preceptor
de Baco. Entonces es un hombre de edad madura,
robusto, que lleva en sus brazos al dios niño y
expresa la solicitud paternal. Tales son las cs-
tatuas del Louvre y de Munich y la tan conocida
del Vaticano; tal es también el Sileno tendido
sobre una peña, cuya postura y aspecto son los
de las figuras de los ríos, que con el Baco niño y
las Ninfas aparece en un bajo relieve de mármol,
también procedente de Italia, que guarda el
Museo Arqueológico Nacional.

SILENSE (EL): Biog. Historiador español. Véa. se SILOS (EL MONJE DE).

sustantivo muchedumbre, que está en el número singular, sino con los muchos individuos representados por dicho vocablo. Para que esto pueda hacerse, son necesarios, como hace también notar Salvá, dos requisitos: primero, que los nombres colectivos signifiquen muchedumbre de cosas ó personas indeterminadas, como gente, infinidad, multitud, pueblo, pues no diremos el rebaño siguió su camino y entraron en el redil, ni el ejército después de haber peleado se retiraron á la ciudad; porque rebaño y ejército comprenden una muchedumbre de cosas determinadas, como lo son las ovejas y los soldados; segundo, que el nombre colectivo no vaya pegado al adjetivo ó verbo, pues nadie dice: el pueblo amotinados se agolparon, ni la gente no saben leer. Explícase por esto por qué no suena bien que diga Hurtado de Mendoza la gente que sacó fueron ochocientos infantes, y parece un descuido de los muchos que hubiera corregido este escritor si hubiese limado su Historia de la guerra de Granada, el que haya puesto la misma gente salieron en público. También leemos, sin que nos choque la desconcordancia, en el cap. LXV de la Parte Segunda del Quijote, infinita gente les estaba esperando deseosos de ver; y la notamos al instante en aquel lugar del cap. VIII de la primera: la demás gente quisieron ponerlos en paz, mas no pudo, por ir juntos gente y quisieron, y venir después el singular pudo.

Se comete, pues, la figura de silepsis, ó en el género, ó en el número gramatical de las palabras, ó en ambos juntamente. Es común en escritores de nuestra mejor época literaria ver dos ó más sustantivos en singular puestos por suje tos de una oración, en la cual el verbo y el complemento, calificativo de los dos sustantivos, concuerdan en singular solamente con el más inmediato. Fray Luis de Granada nos dijo: no hay palabra ni pensamiento, ni movimiento desordenado que no lo tenga escrito (Dios) en los pala-libros y procesos de su justicia. Aun á veces suele estar en plural uno de los sustantivos que componen el sujeto, y hallarse en singular el verbo, cuando se falta a la concordancia es por concertando con el sustantivo inmediato, como la figura SILEPSIS ó concepción.

SILEPSIS (del lat. syllepsis; del gr. oún. pis): f. Gram. Figura de construcción que se comete quebrantando las leyes de la concordancia en el género ó en el número de las

[graphic]

bras.

JOVELLANOS.

-SILEPSIS: Ret. Tropo que se comete empleando á la vez una misma palabra en sentido recto y figurado, v. gr.: Poner á uno más SUAVE que un guante.

en este ejemplo de Pedro Mejía: ¿Qué fuera... si las crónicas y memoria de las cosas pasadas faltare? De estos ejemplos de silepsis, citados en la Gramática de la Academia, el último es, aunque respetable, de los que no deben imitarse.

SILER: m. Bot. Género de plantas perteneciente á la familia de las Umbelíferas, tribu de las sileríneas, cuyas especies habitan en la región media de Europa y Asia, y son plantas herbáceas, perennes, lampiñas, con las hojas triternadas, las folíolas casi orbiculares, con dientes ó festones gruesos y obtusos, obtusamente trilosin involucros ó con éstos formados por muy pocas brácteas caedizas y flores blancas; cáliz con el limbo quinquedentado, los pétalos trasovados, escotados, con la lacínula revuelta; fruto con el dorso lenticular, comprimido; mericarpios con las costillas filiformes, elevadas, obtusas, cinco primarias, y de ellas las laterales marginantes y cuatro secundarias menos prominentes; con las caras casi planas. vallecitos con una sola banda glandulosa; semi

SILERAS: Geog Lugar del ayunt. de Almedinilla, p. j. de Priego, prov. de Córdoba; 526 habitantes.

SILERIA: f. Lugar donde están los silos.
SILERO: m. SILO.

SILEPSIS: Gram. Usase esta figura de construcción gramatical cuando se da á ciertos vocablos diferente concordancia de la que en rigor les correspondería, lo cual sucede porque en tal caso se atiende á lo que aquéllos representan y no á lo que dicen. Por esto, y en razón de la silepsis, decimos, como expresa Salvá: V. M. (Vues-buladas, y las umbelas multirradiadas, anchas, tra Majestad) es justo; V. B. (Vuestra Beatitud) está bien informado, por entenderse que los adjetivos justo é informado se refieren al rey y al Papa, que son del género masculino; pues si la persona de que hablamos es femenina, retenemos las terminaciones propias de este género. For tanto, dirigiendo la palabra á una señora, es indispensable decir: V. M., V. A., V. E. ÓV. S. está buena. Así dice Lucrecia de Celestina (actolla cuarto): «Mudada está el diablo, fermosa era;» y Granada (Introd., parte segunda, cap. XXX): «Como las tales personas no saben estos tan sólidos fundamentos de nuestra fe, están como atados de pies y manos, y puestos en una escuridad que les da gran tormento » Por igual razón calificamos á un sujeto de que es un gallina, un bestia, un tronera ó un veleta, porque nuestro ánimo es denotar que es un hombre cobarde, estúpido, atolondrado ó voltario. Por la silepsis igualmente, y quizá mejor por elipsis, aplicamos á veces el adjetivo numeral un á nombres de pueblos notoriamente femeninos, como cuando decimos: En un (pueblo como) Salamanca vaya Ud. á buscar un estudiante vestido de negro, siendo de notar que la locución sería mala si dijéramos en una Salamanca. De igual figura se usa cuando no concertamos los verbos en el número singular con nombres colectivos del mismo número en plural, con la multitud que representan; por ejemplo: «La muchedumbre del pueblo alborotado nunca se sabe templar: ó temen, ó espantan; y proceden en sus cosas desapoderadamente (Mariana). En el primer período de este ejemplo no hay silepsis; pero la hay tres veces en el segundo, pues conciertan los tres verbos temen, espantan y proceden, no con el

Naciones fuertes, capitanes diestros
Defienden el honor de la muralla,
De blanco trigo en los SILEROS nuestros
Inmensa copia reservada se halla.
ESQUILACHE.

SILES: Geog. V. con ayunt., al que están agregados gran número de caseríos y cortijadas, p. j. de Orcera, prov. y dióc. de Jaén; 3234 habitantes. Sit. en los confines de la prov. de Albacete, á la izq. del río Guadalimar y al N. de Segura de la Sierra. Terreno quebrado, con pequeños valles y huertas muy productivas, regado por el citado río y varios arroyos afluentes de él y del Segura; cereales, aceite, hortalizas y frutas; cría de ganados; corte de maderas. La parte antigua de la población, llamada La Villa, tuvo importancia como lugar fortificado, y su gruesa muralla almenada la defendía contra todo ataque. Las casas que están fuera del recinto

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