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nan apoyadas en pequeños y lisos capiteles que les sirven de adorno y de remate. La grosera pintura con que se han embadurnado los arcos hace casi imposible leer las anteriores inscripciones pintadas en ellos, únicas á que se fió al parecer la memoria de aquellos personajes. Ocupa el primer nichoá la izq. Sor Dulce, que unió casi la cuna con el sepulcro; su madre ofreció á Dios la virginidad de su hija predilecta, que murió á los once años de edad y á los nueve meses de religiosa. El sepulcro inmediato tiene la inscripción borrada, si bien en una memoria antigua sobre los hechos de doña Sancha se dice que fué sepultada la condesa Leonor al lado de Sor Dulce. En el nicho de enfrente yace el rey D. Pedro II, muerto en el cerco de Muret, y en el último nicho más cercano al altar la fundadora; dos siglos hace que se veían aún pintadas en él, desde los tiempos de la priora doña Osenda de Lizana, la efigie de la fundadora y los pasajes de su vida y su alma llevada por dos ángeles al cielo; el tiempo y los indiscretos embadurnamientos han hecho desaparecer aquellas antiquísimas pintu ras. Después de la tumba de la fundadora, y cruzando las grandes puertas que cierran el coro, sit. al nivel de la iglesia, y á los pies de su nave principal, se venera en un altarcito lateral á la antiquísima Virgen de Sigena, pequeña efigic ennegrecida por los siglos. Merecen citarse tambien la sala capitular, con pinturas y otros adornos, obra del siglo XVI; la primorosa sillería del coro y el bizantino claustro, ya desfigurado por las capillas que modernamente se construyeron. SIGEO: Geog, ant. Cabo del Noroeste del Asia Menor, sit. en la Troade, á la entrada del Helesponto en el Mar Egeo. Fué estación naval de los griegos durante la guerra de Troya. Hallábanse en él el templo y tumba de Aquiles. Cerca hubo una c. del mismo nombre, á la que se reti. ró Hipias cuando lo expulsaron de Atenas. En tiempo de Estrabón había sido destruída.

SIGERES: Geog. Lugar con ayunt., p. j., provincia y dióc. de Avila; 176 habits. Sit. cerca de Muñogrande y Castilblanco. Terreno llano; cecereales, garbanzos y patatas.

SIGERICO: Biog. Rey de los visigodos en España. M. en 417. Se supone que fué el instigador del asesino de Ataulfo. Muerto este último (417), el visigodo Sigerico, cuyo nombre significa rico en victorias (Siege reich), logró ser reconocido como rey. Dotado de un carácter indómito, habíase mostrado gran enemigo de los romanos antes de su elevación; pero su odio se des vaneció de repente, ó á lo menos no se manifestó del modo que la nación deseaba. Limitóse á organizar un aparato triunfal, obligando á Gala Placidia, viuda de Ataulfo, á marchar á pie delante del caballo de Sigerico, confundida entre los prisioneros. Afírmase también que antes de sa elección hizo dar muerte á seis hijos de Ataulfo, y que ya en el trono cometió las ma. yores crueldades, quitando la vida á cuantos se habían señalado como amigos de Ataulfo. Además se agrega que entró en negociaciones con los romanos para una alianza. Todo esto disgustó á los visigodos, que asesinaron á Sigerico, según versiones distintas, á los siete días de su elección, á los nueve, ó cuando aún no había reinado un año, por lo cual algunos no le incluyen en el catálogo de los reyes de España. Le sucedió Walia.

SIGERPO: m. Zool. Género de insectos del or

den de los coleópteros, familia de los colídidos,

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truncada en su extremo y dentada en su borde interno; el protórax en forma de un corazón alargado, truncado por delante y en su base, plano y surcado en su parte media; el escudo puntiforme; los élitros muy alargados y paralelos; patas cortas; las tibias, muy ensanchadas y dentadas exteriormente en su extremidad, terminadas por dos espinas pequeñas; tarsos cortos, sus tres primeros artejos decreciendo sucesiva mente, guarnecidos de algunos pelos largos por debajo; el cuerpo alargado, cilíndrico, un poco deprimido y glabro.

Los insectos de este género son de gran tamaño, propios de Nueva Holanda, y con sus élitros cubiertos de costillas finas y cortantes. El tipo del género es el Sigerpes piceus, con las costillas de sus élitros denticuladas en forma de una sie

rra.

SIGGA: Geog. ant. V. SINGO.

SIGGENTHAL: Geog. Valle del dist. de Baden, cantón de Argovia, Suiza. Tiene 6 kms. de longitud; es muy estrecho y muy fértil. Por él circulan el río Limmat hasta su confl. con el Aar, y el f. c. de Baden á Turgi. Contiene dos aldeas con unos 2 000 habits.

SIGHADJIK: Geog. V. SIGAYIK.

SIGIBERTO I: Biog. Rey de Austrasia. N. en 535. M. en Vitry, cerca de Douai, en 575. A la muerte de su padre, Clotario I (561), obtuvo una parte del reino de los francos, parte que comprendía la Austrasia (todo el Nordeste de la Galia y toda la Germania), la Auvernia y algunas ciudades, como Aviñón. Tuvo su capital en Reims. Rechazó (565) una irrupción de los ávaros, y en el mismo año recobró los Estados que pretendía arrebatarle su hermano Chilperico. Contrajo matrimonio (566) con Brunequilda, hija de Atanagildo, rey de los visigodos en España, y la profesó siempre gran cariño. Por muerte de Cariberto (567) heredó Meaux, Avranches y un tercio del territorio de París. Unióse (568) á Gontrán para castigar á Chilperico por el asesinato de Galsuinda, hermana de Brunequilda, y, vencido Chilperico, hubo de entregar á esta última las ciudades de Burdeos, Limoges, Cahors, el Bearn y el Bigorre. En dicho año se vió sorprendido por una nueva invasión de ávaros, á los que alejó por medio de magníficos presentes. Más tarde renovó (573) la lucha contra Chilperico, y celebraba su coronación como rey de Neustria cuando le dieron muerte asesinos pagados por Fredegunda. En la Austrasia le sucedió su hijo Childeberto bajo la tutela de Brunequilda.

- SIGIBERTO II: Biog. Rey de Austrasia. N. en 601. M. hacia 613. Contaba doce años de

edad cuando sucedió á su padre, Thierri ó Tierri II (613). Poco tiempo después fué asesinado por orden de Clotario II.

- SIGIBERTO III (SAN): Biog. Rey de Austrasia. N. en 630. M. en 654. A la edad de cuatro años compartió con su hermano Clodoveo el dirección de los negocios sucesivamente al obispo reino de Dagoberto I, su padre. Abandonó la Grimoaldo. Hombre piadoso, se consagró á las Cumberto, al duque Adalgiso y al mayordomo obras de devoción y fundó las abadías de Stavelo y Malmedy. Dejó un hijo de poea edad, Dagoberto II, que le sucedió al cabo de dieciocho

años.

la mitad ó por encima de la mitad impresiones correspondientes á haces vasculares, generalmente en número de dos, semilunares ó casi rectas, paralelas y simétricas entre sí; corteza y me. dula largas, separadas por un anillo leñoso con radios medulares; leño formado por dos capas de vasos, la exterior de vasos escalariformes de una clase y la interior de vasos escalariformes de otra, formando hacecillos acanalados de sección semilunar. Las especies fósiles de este género se han encontrado en las formaciones carboníferas, en las que son relativamente abundantes.

SIGILINA (del lat. sigillum, sello): f. Zool. Género de tunicados del orden de las ascidias compuestas, de la familia de los botrílidos, que se caracteriza por estar compuesto de conos prolongados, gelatinosos, transparentes, sostenidos y fijos por pedúnculos, y muchas veces reunidos y agrupados; su superficie está salpicada de tubérculos ó protuberancias ovales, coloreadas por los animales que se perciben al través, y provistas cada una de dos agujeros hendidos en seis partes; el agujero inferior ó más saliente del vértice del cono es el más grande y sirve de boca; el otro de ano; el cuerpo y el tubo alimenticio forman por sus dilataciones varias cavidades distintas; después de sus protuberancias el tubo intestinal se encorva, sube oblicuamente y va á terminar en el ano.

La especie tipo de este género es la Sygillina austral, que habita en las costas de Nueva Holanda.

SIGILO (del lat. sigillum): m. SELLO.

Allí los cercos, los venenos varios,
Invocaciones, bárbaros estilos,
Con otros instrumentos temerarios,
Caracteres, anillos y SIGILOS.

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SIGIREY: Geog. Aldea de la parroquia de San Pedro de Sigirey, ayunt. de Neira de Jusá, partido judicial de Becerreá, prov. de Lugo; 73 haSIGILACIÓN (de sigilar, sellar): f. Med. Im- bitantes. || V. SAN PEDRO DE SIGIREY. presión ó marca.

contagio.

SIGILAR (del lat. sigillare): a. Callar ú ocultar

una cosa,

tribu de los botriderinos. Los caracteres más im- SIGILADO, DA (del lat. sigillātus): adj. Nota-
portantes que ofrece este género son los siguiendo de un defecto ó tocado de una enfermedad ó
tes: cavidad bucal recubierta inferiormente, en
gran parte, por una placa transversal; el men-
ton replegado en el interior de la cavidad bucal,
En forma de un cuadrado más largo que ancho;
lengueta córnea, pequeña y ciliada por delante;
- SIGILAR: Sellar, imprimir con sello.
lóbulos de las maxilas córneos, contiguos, igua- SIGILARIA (del lat. sigillaris; de sigillum, se-
les, coriáceos y ciliados en su extremidad; el llo): f. Bot. Género de plantas (Sigillaria) per-
último artejo de los palpos casi cilíndrico, un tenecientes al tipo de las criptógamas fibroso-
poco arqueado y truncado; las mandíbulas muy vasculares, clase de las licopodíneas, orden de
robustas, bífidas en su extremidad; labro peque. las selaginélidas, familia de las Lepidodendrá-
ño, redondeado y muy ciliado por delante; ca- ceas, cuyas especies, todas fósiles, se caracterizan
beza mediana, un poco estrechada por detrás por tener troncos arbóreos, sencillos ó alguna
de los ojos; epistoma recto y truncado; surcos vez dicútomos, con cicatrices dispuestas en series
antenales profundos y oblicuos; ojos muy grue- rectas provistas cada una de una costilla en su
sos, poco convexos; las antenas cortas, robustas, línea media; estas cicatrices son disciformes, en
de 11 artejos; el primero muy grueso, subglobu- la mayoría de las especies oblongas ú ovales,
loso, los siguientes cortos, iguales, muy apreta- siempre más largas que anchas, pero nunca agu-
dos, y formando los últimos una maza apretada,zadas ni con quilla decurrente, y presentan hacia

TOMO XIX

SIGLA (del lat. sigla, cifras, abreviaturas): f. Letra inicial que se emplea como abreviatura de una palabra. S. D. M. son, por ejemplo, las SIGLAS de Su Divina Majestad. Los nombres en plural suelen representarse por su letra inicial; v. gr.: AA., SIGLAS de Altezas y Autores.

SIGLI: Geog. Cabo de la costa de Argelia, situado entre Dellys y Bugía. Antiguo promontorio Rusaro, es la caída de una gran montaña, el Yebel Minyu, de 675 m. de alt., á milla del mar. Desde este vértice las tierras escalonadas descienden en pendiente suave hacia el mar y terminan en una punta pedregosa sobre la que se eleva un peñasco en forma de pilón de azúcar, muy notable cuando se le ve desde el E. ó desde el Ŏ. Desde fuera muchos quebrados y piedras de un color blancuzco ayudan á reconocer el cabo; se encuentran 20 m. de fondo á 380 de la costa. Al E. de la punta N. del Cabo Sigli la costa quebrada vuelve al E.S. E. y en una extensión de 2 millas se halla cortada por dos ó tres

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senos, separados por puntas salientes de piedras que terminan por islotes también de piedras. Frente á la del centro, llamada punta Luch, hay un gran islote de 33 m. de alt. y separado de la costa por un canal en que se sondan 2 ó 3 de agua. La punta más E. del Cabo Sigli, sit. en poco más de 2 millas, está rodeada de un banco de piedra y escollos que salen más de 2 cables al N. y N. E. Desde esta última punta la costa vuelve bruscamente al S. durante un km. y se dirige luego al E. S. E., hasta donde comienza una gran playa de arena, en donde desemboca una garganta y el Uad Ilítum; esta es la bahía de Sigli.

SIGLO (del lat. saeculum): m. Espacio de cien

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- SIGLO DE COBRE: Entre los poetas, tiempo y espacio en que se adelantó la malicia de los hombres á los engaños y guerras.

- SIGLO DE HIERRO: Tiempo y espacio que fingieron los poetas, en el cual huyeron de la tierra las virtudes y empezaron á reinar todos los vicios.

á que alude lo que tanto han ponderado los poetas de los SIGLOS de oro, de plata y de hierro.

CRISTÓBAL SUÁREZ DE FIGUEROA.

- SIGLO DE HIERRO: fig. Tiempo desgra ciado.

- SIGLO DE ORO: Espacio de tiempo que fingieron los poetas haber reinado el dios Saturno, en el que decían habían vivido los hombres justificadamente.

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- SIGLO DE ORO: fig. Tiempos floridos y felices en que había paz y quietud.

- SIGLO DE PLATA: Tiempo en que fingieron los poetas haber empezado á reinar Júpiter, y en que los hombres, menos sencillos que antes, habitaron cuevas y chozas y labraron la tierra. - SIGLO DORADO: SIGLO DE ORO.

- SIGLOS MEDIOS: Tiempo que transcurrió desde la caída del imperio romano hasta la toma de Constantinopla por los turcos.

-EN, Ó POR, LOS SIGLOS DE LOS SIGLOS: n. adv. con que explicamos la eternidad.

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SIGMA (del gr. olyua): f. Décimaoctava letra del alfabeto griego, que corresponde á la que en el nuestro se llama ese.

SIGMA: Geog. Pueblo de la prov. de Cápiz, isla de Panay, Filipinas, 4943 habits. Sit. entre Sapián y Bataán.

de granos. Se le encuentra siempre con bastante abundancia en las tierras cultivadas ó aun en las incultas, de las orillas del río de San Juan en la Florida, según dice D'Orbigny.

SIGNÁCULO (del lat. signaculum): m. Sello ó señal impresa.

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el que manda al sol que no nazca y cu bre las estrellas con SIGNÁCULO.

MARÍA DE JESÚS DE AGREDA. SIGNAJ: Geog. C. cap. de dist., gobierno de Tiflis, Transcaucasia, Rusia, sit. en una altura sobre el valle del Alazau, afl. izq. del Kur; 10 500 habits. Viñedos. Tabaco y cereales. Cría de ganados. Pieles curtidas. Tiene calles tortuosas y aspecto pobre.

SIGNAR (del lat. signāre): a. Hacer, poner ó imprimir el signo.

para que mediante aquel signo instrumental se venga en conocimiento del SIGNADO, que es el héroe que se pretende represenANTONIO PALOMINO.

tar.

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especie.

SIGNATURA (del lat. signatūra): f. SEÑAL; marca ó nota que se pone ó hay en las cosas para darlas á conocer y distinguirlas de otras.

- SIGNAR: ant. SEÑALAR; poner ó estampar señal en una cosa para darla á conocer ó distinSIGMARINGEN: Geog. C. cap. de dist. y de la regencia y prov. de Hohenzollern, Prusia, situa-guirla de otra, ó para acordarse después de una da al S. de Stuttgart, en el Jura de Suabia y en la orilla dra. del Danubio, á 568 m. de alt., en el f. c. de Tubinga á Mengen; 4 090 habits. Escuela de Agricultura, Colegio católico sit. en un antiguo convento de monjas, Hospital, Casa de dementes, Orfelinato. Antigua cap. del principado de Hohenzollern-Sigmaringen, unido á Prusia en 1849, es una pequeña c. muy elegante, con calles regulares y bellos edifs., pero sin industria ni comercio. Sobre escarpada roca y orilla del Danubio se alza el castillo ó palacio, que contiene buena colección de cuadros. Estatua del príncipe Carlos en la plaza de su nombre. Alrededores muy pintorescos.

á

SIGMATELA (de aiyua, letra griega): f. Bot. Género de plantas (Sigmatella) perteneciente al tipo de las talofitas, clase de las algas, orden de las feoficeas, familia de las Diatomeas, y son plantas constituídas por células cuadrangulares alargadas, libres, con estrías transversales, con figura de S vistas de frente y rectas cuando se las mira lateralmente.

SIGMODONTE (del gr. olyua, letra griega, y odoús, odóvтos, diente): m. Zool. Género de mamíferos del orden de los roedores, familia de los murinos, que ofrece los caracteres siguientes: dientes molares con las coronas lisas, los dos inferiores y posteriores con pliegues de esmalte en forma de S; el hocico romo; las orejas casi cubiertas enteramente por el pelo; las plantas desnudas por completo, con seis callosidades negras; la cola mediana; aspecto de arvícola.

La especie tipo de este género es el Sigmodon hispidus Say y Ord., que vive en el Sur del Norte de América, llamado también por Harlam Arvicola hortensis, que mide próximamente 6 pulgadas de longitud sin comprender la cola; el color de su pelo es por encima amarillo rojizo muy pálido; la cabeza más obscura por la mezcla de pelos de este color con otros casi negros, y en la parte inferior del cuerpo ceniciento; la cabeza es bastante gruesa y termina en un hocico bastante alargado y pronunciado; los ojos grandes; las patas anteriores cortas, las posteriores largas y robustas, y la cola vellosa y casi tan larga como el cuerpo.

Este roedor cansa en los campos bastantes destrozos, pues se alimenta casi exclusivamente

- SIGNATURA: Tribunal de la corte romana compuesto de varios prelados, en el cual se determinan diversos negocios de gracia ó de justicia, según el tribunal de SIGNATURA á que cocorresponden.

del alfabeto ó con números se pone al pie de las -SIGNATURA: Impr. Señal que con las letras primeras planas de los pliegos ó cuadernos para gobierno del encuadernador. Algunas veces, como en los que llaman principios, suelen poner calderones, estrellas ú otras cosas.

- SIGNATURA: Dro. can. El nombre de signatura corresponde á un rescripto expedido en pasignatura del Papa ó de su delegado y la concepel, sin ningún sello, que contiene la súplica, la sión de la gracia. Existen dos clases de signatu

ras,

la de gracia y la de justicia, teniendo lugar la primera en las materias contenciosas y la segunda en las beneficiales. Ambas se extienden en una especie de oficina de la Cancelaría, que tiene su prefecto, es decir, un oficial diputado para presidir la asamblea en que se tratan las materias tanto de gracia como de justicia.

Tiene la Signatura de Justicia tan escasa importancia, que el abate Bonix, Hugüema y otras obras modernas no la citan. Con todo, en estos últimos tiempos ha venido á adquirirla mayor por la suspensión de actuaciones en la Rota; además, por el Reglamento de Estado, se la designó como Tribunal de Casación. No conoce en causas que tienen signatura propia, esto es, un tribunal especial para el asunto. No conoce tampoco en el fondo de la cuestión, sino sólo acerca de la admisión ó denegación de las apelaciones y declaración del juez à quien corresponde entender en ellas. El tribunal fué reducido por Gregorio XVI á un cardenal y seis prelados con voto, en vez de los 12 que antes tenía.

La Signatura de Gracia es mucho más importante. Los otros tribunales fallan con arreglo al derecho estrito. Así es que el mismo cardenal de Luca, Farinacio y otros coleccionistas de fallos de la Rota, no siempre aplauden las resoluciones de ésta, demasiado forenses, casuísticas y á

veces contradictorias. Pero la Rota no tiene lo
llamamos arbitrio judicial ni puede inter-
que
pretar, sino sólo aplicar la ley estrictamente.
Como el espíritu de la Iglesia es de caridad, y la
equidad es hija de la prudencia y del espíritu
sublime del Evangelio, la Iglesia no pierde de
vista que la exageración del derecho estricto y
escrito á veces no es derecho: Summum jus sum-
ma injuria. Por este motivo, en su alta pruden-
cia y caridad, tiene este importantísimo tribunal
de la Signatura de Gracia, el cual procede por
equidad cristiana, no según la dureza del dere-
cho estricto. Reúnesc la Signatura de Gracia dos
veces al año, y se compone de gran número de
cardenales y prelados eclesiásticos, curiales de
las diferentes dependencias, y teólogos y canonis-
tos notables por su saber y vasta erudicción. Fór-
manse en su seno varias comisiones según la na-
turaleza y gravedad de los asuntos. Por regla
general no se admiten los que ya están resueltos
por la Signatura de Justicia, los que ofrezcan
graves inconvenientes por razones de Estado, y
los que han estado paralizados por espacio de
diez años. En estos mismos se concede á veces
por equidad el que se conozca de aquel asunto,
si el suplicante prueba que no estuvo en su mano
interponer antes el recurso. Dos procedimientos
especiales que entre otros varios suelen ocupar á
la Signatura, y que conviene conozcan los abo-
gados españoles, darán idea de las atribuciones
y equidad de este tribunal importantísimo. Llá-
mase el uno aperitio oris, y tiene lugar en aquellos
casos en que por la Rota, ó por alguna concesión
especial, se ha impuesto perpetuo silencio sobre
algun asunto. El otro, de reductio ad viam, tiene
lugar en aquellos casos en que por lo largo del
procedimiento, por los muchos que figuran en el
proceso, ú otros motivos é incidentes extraordi-
narios, llega á torcerse de tal manera el curso del
expediente que se desvía del asunto que princi
palmente se trataba. En tal caso hay derecho
para pedir á la Signatura lo que se llama reduc-
tio ad viam et terminos juris.

Papa se refiere siempre á las cualidades expresa-
das en la súplica cuando nada suprimen las cláu-
sulas de la concesión. Otra es que las signaturas,
según el sentido lateral de la palabra, deben ha-
cerse por escrito, y que no se admitiría la prueba
por testigos sino en tres casos: 1.° Si se trataba
solamente de probar la naturaleza y cualidad de
la gracia concedida. 2.° Para descargar la con-
ciencia en el foro interno; y 3.° Para probar el
tenor de la signatura extraviada, en cuyo caso se
recurre más bien á los registros de la Cancelaría.
Es también una máxima de la Cancelaría que la
signatura firmada por el predecesor no se varía
nunca por el sucesor. En este caso se obtienen
letras de perinde valere, con la cláusula de ra-
tioni congruit, si se duda de la primera impe-
tración. Se da fe à la signatura sin la bula, cuan-
do está aprobada y comprobada por el registro
de las signaturas, ó cuida un abreviador de ex-
tractarlas ó transcribirlas, lo que se llama sump-

tum.

y gestos) en movimientos defensivos. El gato, ante un peligro, eriza sus pelos y se infla para aparentar mayor volumen, de donde resulta que los pelos del gato forman especie de órgano explorador que dirige hacia adelante como el ciego su bastón. Amenazando con el puño, enseñando los dientes, frunciendo el entrecejo, procuramos revelar una fuerza defensiva.

Merced á la significación, los estados interiores se traducen en movimientos exteriores por una correlación constante de lo moral con lo físico, sin que sea suficiente, como pretende Darwin, para explicar la conexión recíproca de lo interior con lo exterior, la evolución biológica de los organismos (selección). No se puede prescindir de que la significación tiene un aspecto psicológico y social (y por tanto moral), en cuanto la significación misma exige interpretación de parte de otros seres que forman sociedad con el que se expresa. Más aún, la significación comienza por ser una comunicación del que se expresa consigo mismo, ya que cada sér vivo es una sociedad de organismos más elementales. Observación es esta que se comprueba aun en el lengua je articulado, lenguaje que aparece lo primero como una cópula mental, hablando con nosotros mismos antes de producir el sonido y constituyendo nuestro oído en especie de espejo, en el cual nos vemos hablando. Las armonías interiormente oídas por los compositores musicales, antes de traducirlas en notas del pentagrama, revelan el mismo fenómeno. Son innegables los efectos de la herencia y las causas exteriores (la selección y el medio) en los fenómenos expresivos. Darwin los pone de relieve con una riqueza MIGUEL DE SILVEIRA. de datos y con una observación tan prolija, que SIGNIFICACIÓN (del lat. significatio): f. Acapenas si podrá hacerse en este respecto más que ampliar los primeros y especificar la segunda; ción, ó efecto, de significar. pero falta en aquéllos y en ésta la importante SIGNIFICACIÓN: Sentido de una palabra ó consideración de los efectos diferentes produci

SIGNIA: Geog. ant. C. del Lacio, en el país de los Volscos, Italia, sit. al S. E. de Roma. La fundó Tarquino el Soberbio, y dió nombre al llama. do Signinum opus, especie de cemento compuesto de arena, cal y pequeños guijarros. Hoy Segni.

SIGNÍFERO, RA (del lat. signifer; de signum, señal, y ferre, llevar): adj. poét. Que lleva ó incluye una señal ó insignia.

frase.

¿No basta ver que con los cercos de oro
En el centro del sol tronos fabrique?
¿No basta que en las lumbres de su coro
LOS SIGNÍFEROS coros purifique?

...

bien se puede usar de palabras indiferentes y equivocas, y poner una cosa en lugar de otra con diversa SIGNIFICACIÓN, no para engañar, sino para cautelarse ó prevenir el engaño, ó para otros fines lícitos.

SAAVEDRA FAJARDO.

Hemos dado en atribuir á la palabra ignorante una SIGNIFICACIÓN más lata de la que tiene.

CASTRO Y SERRANO.

- SIGNIFICACIÓN: Objeto que se significa.
- SIGNIFICACIÓN: Fil. La significación, ele-
mento propio del lenguaje, consiste en la rela-
ción (V. LENGUAJE) que el que se expresa esta-
blece entre lo significado y el signo. Aunque nos
hallamos dotados de distintas clases de signos
(V. SIGNO) que son simultáneos y los usamos á
veces todos juntos, dada la relación de desigual-
dad que existe entre lo significado, que es por
su naturaleza inagotable, y el signo, que es fini-
to y limitado, la expresión resulta siempre defi-
ciente respecto á lo significado. Así lo comprue-
ba el hecho de que lo que tratamos de expresar
queda como materia inagotable para nuevas re-
laciones con el signo. De ello es ejemplo que
toda lengua viva aumente y se enriquezca á me-
dida que se establecen más exactas relaciones con
lo significado.

En lo relativo á la forma de la signatura y del rescripto, se divide ordinariamente en tres partes, a saber; la súplica, la firma del Papa y la concesión. Cumple explicarse en este lugar la segunda. El prefecto de la Signatura de Gracia firma las materias beneficiales que son ad ordinariam, es decir, que no deben ser firmadas por el Papa. Estas materias son todas las que no tienen nada de extraordinario, con respecto á las dispensas que se deben obtener, ó por razón de la importancia del beneficio. Así, todas las signaturas que contienen dispensa, ó que son para las dignidades in cathedrali vel colegiata, prioratos conventuales y canonicatos in cathedrali, van firmados por el Papa; los demás lo son por el prefecto de la Signatura. Cuando firma el Papa lo suele hacer de tres maneras: 1.a Por fiat ut petitur. 2.a Por hat, poniendo después la primera letra de su nombre. 3. Por fiat motu proprio, sin añadir ut petitur. Emplea el Papa el fiat ut petitur para todas las primeras gracias reformadas, y, por último, el motu proprio se pone en favor de los cardenales y personas á quienes Su Santidad quiere manifestar afecto. Cuando no está presente el Papa generalmente no pone el delegado in præsentia, aunque algunas veces sí; dice concessum in forma cuando quiere manifestar que la gracia se hace en la forma de derecho, lo que ejecuta el Papa Se refiere en general la significación á la plaspor el fiat in forma. Por último, en las gracias ticidad externa de lo psíquico, y en este senti reformadas el delegado pone simplemente conces do todo lo vivo (que en cierto grado es psíqui Su y las primeras letras de su nombre. En las co) se expresa y significa, siquiera el lenguaje comisiones no dirigidas á las partes el Papa pone articulado sea privativo del hombre. Las frases placet, y si el asunto pertenece á la cámara pone poéticas alegría de la aurora, melancolía del crevideat camera, y si toca á religión videat protec-púsculo vespertino, lenguaje de las flores, etc., tietor. Las gracias que van firmadas por fiat son siempre preferidas á las provisiones por concesSum, aun cuando se hallase en posesión el previsto en esta última forma. Nadie sino el Papa, ni el mismo canciller, ni los legados à latere, pueden firmar las gracias que les está permitido conceder por fiat, sino solamente por concessum. Se exceptúa el penitenciario, á quien le es lícito firmar por fiat in forma, fiat in speciali, fiat de expreso, mas no por fiat motu proprio, porque su oficio no se refiere sino á las absoluciones que deben pedir los pecadores, según estas palabras del Evangelio: petite et accipietis. En la actualidad se firma por un doble fiat y concessum para evitar las falsificaciones; el uno se pone en el lugar or dinario entre la súplica y la concesión, y el otro al margen de las cláusulas ó de la disposición. Es una regla establecida que la concesión del

nen su parte de verdad. Pero si lo vivo y lo psí-
quico, la existencia para sí, se caracteriza, ante
todo, como ya indicó Aristóteles, por su fondo
apetitivo, cenestesia ó conciencia sorda de los
fisiólogos, deseo de vivir de Schopenhauer, lo
primero que expresan todos los seres es el efecto
de la aversión ó inclinación hacia lo que les
afecta. Primum vivere, deinde philosophare. Fren-
te á lo desconocido que les impresiona, todos los
seres toman y expresan una actitud defensiva ó
negativa, impuesta por las necesidades mismas
de la vida y por la lucha en pro de la conserva-
ción de su existencia. El no y el sí de la inteli-
gencia son resultados de la huída ó de la apro-
ximación del cuerpo á lo que le impresiona. Es,
por tanto, la Mímica, como dice Mantegazza, el
primer lenguaje, el más universal sujestivo y
apostólico. Traduce su energía centrífuga (gritos

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dos por el carácter agradable ó doloroso de las
emociones. Para apreciar la dirección general de
los movimientos expresivos, no basta la cantidad;
es necesaria la cualidad de la emoción, aspecto
psíquico que no es lícito olvidar. El elemento
subjetivo y psíquico que corresponde á lo central
que une los movimientos aferentes con los efe-
rentes, no ha de considerarse diluído en las con-
diciones biológicas y fisiológicas que acompañan
á los fenómenos expresivos. La expansión y la
contracción en el aumento de energía que produ-
ce el placer y en el movimiento de la misma pro-
pio del dolor (V. DOLOR Y PLACER) son los sig-
nos originarios de toda Mímica. Movimientos
expansivos y movimientos concéntricos se deter-
minan ante todo, según la cualidad de las emo-
ciones que tratamos de expresar. Desde la ten-
dencia instintiva á dilatar la parte de la piel
agradablemente afectada y a contraer la doloro-
samente impresionada, hasta la difusión indefi-
nida, especie de auréola que acompaña á los pla-
ceres superiores y la válvula que contrae la ira,
corren los movimientos expresivos una trayecto..
ria que está determinada por la cualidad subje-
tiva, con que el sér vivo rehace sobre las impre-
siones. La cualidad propia, específica, de la ten-
dencia del sér vivo á unirse con lo que grata-
mente le afecta, ó á desviarse de lo que dolorosa-
mente le impresiona, se significa en los movi
mientos correlativos de expansión ó concentra-
ción, que constituyen el lenguaje mímico. Tales
movimientos se propagan por todos los órganos
en especie de contagio que explica los fenómenos
de la sugestión, lo mismo patológica que normal
(V. SUGESTIÓN). Pero la propagación y el con-
tagio se extienden también á los organismos se-
mejantes, de donde surge el carácter, no sólo
psíquico, sino social de la significación. La co-
municación mutua de los órganos y la solidari-
dad recíproca de los organismos se traducen ó
expresan en la simpatía y colaboración. «Cuando
los hombres trabajan juntos, dice Noiré, cuando
los campesinos limpian el trigo, reman los ma-
rineros, hilan las mujeres ó marchan los solda-
dos, acompañan sus ocupaciones con articulacio-
nes más o menos vibrantes y rítmicas.» Este fe-
nómeno, y el ritmo, que en él prepondera, á
fin de que los esfuerzos recíprocos coincidan, se
caracteriza ante todo por la comunicación y con-
tagio, que hacen de la significación un hecho
social de simpatía y cooperación. No afecta sólo
el contagio á todo el organismo, sino á los orga-
nismos semejantes; el grito de alarma que sale
de mi garganta conmueve todo mi cuerpo y á
la vez á las multitudes que lo oyen (contagio del

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pánico). Es, por tanto, la significación un fenómeno social, de simpatía, interior primero en el organismo y extendido después á los próximos. Negar la palabra á una persona, no hablarla ni saludarla, es el signo más expresivo de la antipatía que nos inspira. Hablarla afectuosa y atentamente, es significar la simpatía que nos merece. Como la amistad, que sólo se establece inter pares, la significación exige relación de homogeneidad y de parentesco entre los que se hablan. No es espontáneo el lenguaje, aun en las complicadas relaciones sociales, más que entre aqueilos que se consideran iguales. Las jerarquías sociales, sea el que quiera su valor, imponen la clase de lenguaje que ha de usar cada uno. No habla el jefe al subordinado como éste à aquél, ni los términos en que nos dirigimos á las gentes, á todas, son siempre los mismos. La distinción del lenguaje en grave, familiar, oficial, curialesco, etc., obedece al aspecto social que necesariamente le es propio. El vínculo de lo homogéneo con lo homogéneo, comunicación, simpatía, solidaridad, etc., encarna en los movi mientos rítmicos de los órganos corporales y se traduce en los rasgos de la fisonomía que ha estudiado Mantegazza por lo que se refiere á las profesiones, que ha extendido Spencer en un estudio muy ingenioso, á lo que llama las maneras, y que sutilizan algunos psicólogos en el grafismo, ocupándose de los rasgos de la escritura como signos de carácter. Una tendencia apetitiva ó de deseo (también aversión), una comunicación á todo el organismo y á los organismos semejantes de tal tendencia, y un movimiento de simpatía y cooperación, son los elementos propios de los fenómenos expresivos, desde el lenguaje más universal de la Música hasta el más específico, ó sea el articulado. Contagio de simpatías, que acentúan el carácter social de la significación, es lo exigido para interpretar los signos de que nos valemos. Cuando el orador, con el exordio recomendado por los retóricos, procura ganarse el ánimo de los oyentes, paga tributo á este carácter social, de simpatía, propio del lenguaje, lo mismo en la expresión que en la interpretación de los signos: vibrar al unísono, sentir del mismo modo, interpretar los anhelos y aspiraciones del auditorio, es lo que principalmente procura el orador. Poner su pensamiento al nivel del pensamiento del que lee; desarrollar sus ideas sugiriendo otras semejantes con la lectura; estimular, al menos en la representación, estados de ánimo homogéneos con los que hemos sentido, es la misión principal del escritor. Los mejores, los maestros del estilo, los que al arte y á la inspiración añaden la filigrana en el savoir faire, se identifican con lo que tratan de escribir y expresar, porque presienten que el contagio simpatico que ellos sufren se ha de comunicar á sus lectores. Se dice que nuestro Cervantes, apellidado el loco de la guardilla, se contagió de las hermosas mentiras é ilusiones de su héroe, el Ingenioso Hidalgo. Flaubert refiere que sufrió vómitos y cuantos síntomas acompañan al envenenamiento cuando escribía la muerte de madama Bovary, envenenada. Porque en último término, y á pesar de que el hombre posee el triste privilegio de poder ser hipócrita, la hipocresía absoluta es una abstracción; no es nunca completa. Llevada al último extremo implicaría la contradicción y la negación. Es, por el contrario, ley primera de la naturaleza, como de la moral, la sinceridad. No representa, por ejemplo, el actor la cólera (se sobreentiende bien representada) sin sentirla, sin identificarse con tal estado, simpatizando con él. Cuando el actor Valero representaba La carcajada, necesitaba (dicen) algunas noches que le sangraran luego que concluía su trabajo. Orador, escritor ó actor escénico que no se identifican, que no simpatizan con lo que hablan, escriben ó representan, se parece al Comendador ó convidado de piedra que, invita do á mesa suntuosa, rodeado de suculentos manjares, no puede tocar ni gustar ninguno.

da dicendi peritus. Con esta última, sin la prime-
ra, el orador es sólo un sofista. Sin negar cuan-
tos datos aduce el positivismo al estudio de la
expresión de las emociones, podemos afirmar que
aún hay más en el fenómeno de la significación
que lo biológico y lo fisiológico; que hay un fac-
tor psíquico y subjetivo (el de la reacción que
implica el apetito), y un factor social y colectivo
en el contagio simpático que supone la interpre-
tación de lo significado. Tal contagio sugiere la
adecuada interpretación de lo que significamos,
é infunde á todo lenguaje (aun al individual y
propio, á la reverie) un carácter social que le
convierte en vínculo de toda solidaridad. Por
algo se señala tradicionalmente como medio pa-
ra disolver todo germen de organización social
la confusión de lenguas en la Torre de Babel.
Por algo usualmente se llama una Babel reunión
en la cual todos hablan y nadie se entiende.
Falta el vínculo principal, y es imposible la aso-
ciación. Efecto del contagio simpatico, el que se
significa no vive sólo la vida individual (Sócra-
tes hablaba con su Demónium), vive la vida so-
cial, la del medio que se asimila, y, si es bastan
te inteligente para concebir la idea del Univer.
so, vive la vida universal; ejemplo el apostolado
con su don de lenguas. Cuantas más y más am-
plias y más universales relaciones nos asimila-
mos; cuantos más objetos y seres hacemos par-
tícipes de nuestras simpatías, más y mejor nos
expresamos. La causerie, el don de gentes, el án-
gel, la gracia, etc., indican simpatías cada vez
más generales de que nos hacemos eco. En tal
sentido, mientras la ciencia percibe sólo las rela-
ciones exteriores y mecánicas, el arte siente tales
relaciones, simpatiza con ellas, llega al corazón
de las cosas, nos revela ó nos deja adivinar lo
que de nosotros existe en los demás seres del
mundo, y es el mejor medio de significación, el
demiurgo de la vida social, el verbo en el cual
encarna el medio que completa al individuo.

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xión) se descubre en la producción de los signos, cuando el que habla lo hace sinceramente, porque van pari passu el lenguaje articulado y el de acción, y cuando, por el contrario, lo hace al modo del cómico en la escena. La relativa oposición de uno y otro lenguaje, del dominio del articulado y de la rebelde sinceridad del de acción, ha sido un recurso dramático empleado á veces con fortuna por nuestros artistas. Sirva de ejemplo una de las escenas más culminantes de Un drama nuevo. Ni es la mayor sinceridad de la significación en los gestes privilegio que resulte inexplicable. Procede de que hay una mayor semejanza, una semiidentidad del signo con lo significado. La palabra es signo de todo nuestro sér en cuanto pensado; pasa por tanto á través del mundo de la representación, é implica que lo significado se reproduce ó convierte en redivivo mediante el esfuerzo del recuerdo. El gesto es expresión de todo nuestro sér en cuanto sentido: marcha por lo mismo al compás de lo significado, que se exterioriza sponte sua, encarnando en el organismo. La distinción que hace el vulgo entre los que piensan lo que dicen ó hablan con la cabeza, y los que expresan lo que sienten ó hablan con el corazón, autoriza á atribuir á los primeros condiciones y circunstancias para ocultar su propio pensamiento, mientras que de los últimos se dice que obede. cen á una sinceridad innegable. Quien pone su conciencia en los labios ó habla, como se dice, con el corazón en la mano, no necesita calcular reflexivamente el paralelismo que desde luego se establece entre la palabra y el gesto. La sinceridad, ley propia de la naturaleza, cs, como ésta, pródiga de medios sin preocuparse del fin, que justifica por sí mismo. El engaño, que á veces se denuncia por sí, vencido por la ley de la sinceridad, antepone el fin á los medios, se ocupa y preocupa de él, y, en la obsesión creciente con que camina para prescindir de lo natural, otra vez se le impone. Gestos, movimientos simples, contracciones, matices indescriptibles del juego de la fisonomía, delatan con frecuencia lo que el hipócrita tiene más interés en ocultar. Es efecto de la lucha sorda entre nuestra vida emo

vierten de pronto en denunciadores de sí mismos, convictos y confesos, son ejemplo vivo de los triunfos que alcanza la vida emocional sobre la reflexiva. En tales casos se comprueba la verdad del dicho de Aristóteles: el fondo de todo sér es lo apetitivo. Triunfa el apetito sobre el cáleulo. Hay una especie de impulso inconsciente, sanción orgánica, dice L. Arreat, que nos estimula, aun contra nuestra voluntad, á restablecer el perturbado equilibrio entre nuestra conducta y la ley insita en nuestra propia natura. leza y en la de todo sér: la de expresarse y sig. nificarse tal cual es.

SIGNIFICADO (del lat. significātus): m. SIGNIFICACIÓN.

...donde se colige que será el de fuera ocioso sin fruto, si no tiene el SIGNIFICADO que dentro le responde.

FR. JOSÉ DE SIGÜENZA.

No contradice el aspecto social de la significa ción el carácter moral que le imprime la ley de la sinceridad. Es la mejor y más adecuada sig. nificación la más moral y la más sincera. Si la palabra es el signo más discreto, mas flexible, y en cierto modo más plástico, es á la vez suscepcional y el intelecto. Los criminales, que se contible de un dominio completo de parte del que la emplea, desde su producción orgánica en el sonido (ventrílocuo) hasta la intención que en ella se pone (hipócrita). Ha podido, por ejemplo, decir de ella Talleyrand que sólo sirve pa ra ocultar ó disimular la verdad, á pesar de ser el signo más adecuado para la expresión del pensamiento. Pero no se agota la significación en la palabra. Hay signos que revelan mayor sinceridad que ella, y que no pueden ser dominados ni aun por la hipocresía más refinada; porque después de todo, el más astuto de los hipócritas, si logra engañar á los demás, no consigue engañarse á sí mismo. El carácter, que, como decía Leibnitz, es lo que el temperamento en Medicina, la causa de todas nuestras acciones, no se revela sólo en la palabra. Aun en los menos sinceros se exterioriza mejor en los actos, y señaladamente en los concomitantes que le acompañan, en los gestos, denominados lenguaje de acción. Empleamos casi siempre la palabra bajo la influencia de la voluntad, que la domina y á veces la altera. Por el contrario, el lenguaje de los gestos es involuntario y lleva grabado el sello de la verdad. Aun la que queremos ocultar se denuncia en los gestos. La sonrisa amarga (risa triste y melancólica), expresa la ironía. La incertidumbre de la mirada, aun acompañada de amenazas, revela timidez. Por su fondo de sinceridad, por lo personalísimo y hondo que revela, es imposible imitar el tono ó copiar el gesto, mientras que las palabras pueden ser repetidas, vicio del psitacismo (de psitaccus, loro). La discreción, que caracteriza á la palabra, falta por completo en los gestos, cuya producción obedece á una síntesis, no sólo involuntaria, sino hija de la necesidad, que arranca de un impulso inconsResulta, pues, regla fundalmental de la sig- ciente que nos lleva anhelosamente, obedeciennificación (hablando, escribiendo ó representando á la ley de la sinceridad, á buscar el equilido) comenzar por simpatizar con lo que se sig nifica (con lo que se escribe, se habla o se representa). Decir lo que se siente es pagar tributo á la ley de la sinceridad; pensar lo que se dice es un cálculo de conveniencia que reclama talento, pero carecerá de otras muy valiosas condiciones. La sinceridad era lo que recomendaba Quintiliano cuando definía el orador, señalándole como primera condición vir bonus, y después la segun

brio de todo nuestro sér, perturbado por la inten-
sidad de las emociones, que se desbordan como
un excedente de energía. Ya es difícil (lo prue-
ba á diario el arte escénico) fingir sentimientos
que no experimentamos; pero es punto menos
que imposible que la fisonomía, gamma del senti-
miento y de la pasión, reprima los movimientos
que el uno y la otra la impelen. La perspica-
cia natural (sin necesidad de estudio ni de refle

á

Lo que llaman fortuna es lo de menos, porque sobre que no se está de acuerdo, ni en el nombre, ni en el SIGNIFICADO, es cosa de quita y pon, etc. JOVELLANOS. SIGNIFICADOR, RA: adj. Que significa. Usa

se t. c. s.

SIGNIFICAMIENTO: m. ant. SIGNIFICACIÓN. SIGNIFICANTE (del lat. significans, significantis): p. a. de SIGNIFICAR. Que significa.

Un mismo paraje, expresado con palabras más o menos SIGNIFICANTES por su material sonido, excitará muy diferentemente la pasión que envuelve.

...

JOVELLANOS.

tiene riquísimo aparato de palabras diestras, SIGNIFICANTES y escogidas.

FERNANDO DE HERRERA. SIGNIFICAR (del lat. significāre; de signum, señal, y facere, hacer): a. Ser una cosa, por naturaleza, imitación ó convenio, representación, indicio ó signo de otra cosa distinta.

Agora, pues, que estáis SIGNIFICANDO
Cuadrangulo tan alto y tan perfecto,
A las cuatro virtudes retratando.
LOPE DE VEGA.

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ta cada uno de los sonidos, á que se da más comúnmente el nombre de nota.

- SIGNO ARBITRARIO: SIGNO POR COSTUMBRE. - SIGNO NATURAL: El que nos hace venir en conocimiento de una cosa por la analogía ó dependencia natural que tiene con ella.

- SIGNO NEGATIVO: Mat. MENOS; signo de sustración ó resta que se representa por una rayita horizontal ( − ).

- SIGNO POR COSTUMBRE: Aquel que por el uso ya introducido significa cosa diversa de sí; como el ramo delante de la taberna.

- SIGNO POSITIVO: Mat. MÁS; signo de la suma ó adición, que se representa por una crucecita (+).

- DE SIGNO SERVICIO: loc. V. VASALLO DE

SIGNO SERVICIO.

-SIGNO: Fil. El signo es uno de los elementos del lenguaje, y mejor su contenido (V. LENGUAJE). El signo expresa relaciones de semejanza y á la vez de diferencia con lo significado, relaciones que el intelecto investiga y declara. Al mezclarlas, lo mismo que antes al investigarlas, obedece la inteligencia á su propia ley, pues busca lo mismo unas que otras relaciones en la sensibilidad, y en ella y en sus formas hace plástica la expresión (V. SIGNIFICACIÓN). El signo equivale a la penetración íntima de la sensibili dad con la inteligencia (V. SENSIBILIDAD), y por tanto á la tendencia ingénita en lo vivo de exteriorizar lo psíquico en lo fisiológico. Son consecuencias de tal exteriorización y aspiraciones á fijarla en signos que procedan de la naturaleza misma de las cosas; el ángulo facial como signo aproximado de toda capacidad espiritual (aplicado á la distinción de las razas); los estudios de Fisiognómica de Lavater, que pretendía inferir del aspecto exterior de la fisonomía á las condiciones morales de un sujeto (cara de santo, de malvado, etc.), olvidando que el hombre puede dominar la expresión exterior (tiene el triste privilegio de ser hipócrita) para que no revele su condición interna; la localización de las facultades anímicas (V ALMA); el pretendido hallazgo del órgano central del alma, como si lo dinámico de su energía no excediera lo mecánico; y finalmente, el lenguaje, medio general de expresión. Si la tendencia expresiva (á la significación, y por tanto á usar y emplear el signo) es propiedad de todo lo vivo (todo sér se significa y expresa, aunque sólo el hombre habla), y el signo sólo se tonia de la sensibilidad y de sus formas, pues únicamente lo que nos afecta é impresiona constituye el material significable en el caso, resulta evidente que de la intelectualización de la sensibilidad, de convertirla en inteligible procede la mayor riqueza expresiva de los seres y la cantidad escasa ó abundante de signos que cada uno posee. De igual modo es patente que la educación rítmica de la sensibilidad aumenta la potencia expresiva de los seres, y que éstos se expresan y significan más y mejor á medida que su sensibilidad llega á la emoción estética, es decir, á la vida del arte. Aun la palabra es signo más perfecto cuando á su producción espontánea añade el ritmo y cadencia del Arte (Oratoria Poesía). El Arte es el signo más propio y adecuado de toda expresión, porque obedece á la necesidad urgentemente sentida de interpretar la vida en la medida que le es dable, según las ideas que predominan de momento ó las que se presienten como mejores y más progresivas. Véase FANTASIA.

y

En su acepción general y más amplia, el signo como concreción de lo sensible, que nos representa algo que no tenemos delante ó que por el momento no percibimos directamente, abraza, no ya sólo todos los fenómenos de la naturaleza, los movimientos de todo lo vivo, sino todos los actos humanos, que son siempre signo de algo. Así se dice que el relámpago es signo de la tempestad, la respiración signo de la vida, tal ó cual obra de arte, institución, etc., expresión de estados de cultura de los pueblos. Cuando un conjunto de signos revisten cierto carácter de homogeneidad, obedeciendo en su información y desarrollo á determinadas leyes, constituyen un lenguaje ó idioma.

SIGNO: Astron. Los signos ó partes iguales en que se considera dividido el Zodíaco son los 12 siguientes: Aries, Tauro, Géminis, Cancer, Leo, Virgo, Libra, Escorpio, Sagitario, Capricornio, Acuario y Piscis.

Cada uno de estos signos comprende 30o de longitud celeste, y el primero, Aries, principia en el punto equinoccial de primavera.

No deben confundirse los signos del Zodíaco con las constelaciones zodiacales; pues aunque unos y otras son 12, llevan el mismo nombre y comprenden en su conjunto la zona zodiacal, están como dislocados ó corridos unos respecto de otras, y no coincide individualmente cada signo con la constelación del mismo nombre. Los signos están como retrasados respecto de las constelaciones, y así el signo Aries casi coincide actualmente con la constelación Piscis, el signo Tauro con la constelación Aries, y así sucesiva.

mente.

La causa de esto es lo siguiente. En tiempo de Hiparco, el más grande astrónomo de la antigüedad, los signos y constelaciones zodiacales coincidían, y en su consecuencia estas dos palabras podían tomarse como sinónimas; pero en virtud del fenómeno de la retrogradación de los equinoccios, originado por la precesión, los sig. nos se han dislocado respecto de las constelaciones; porque siendo el punto de partida del primer signo, Aries, el equinoccio de primavera, y teniendo este punto equinoccial un movimiento retrógrado, dicho siguo Aries también participa de este movimiento retrógrado, y con él son arrastrados todos los demás signos. Pero las estrellas permanecen inmóviles, y los grupos de éstas, que constituyen desde los comienzos las constelaciones zodiacales, conservan sensiblemente en la bóveda celeste la misma situación. De aquí resulta una desviación de le signos res pecto de las constelaciones exactamente igual á la retrogradación de los equinoccios; y como ésta es de unos 50" por año, desde la época de Hiparco hasta los tiempos actuales suma ya ahora más de 27°, es decir, casi lo que abraza un signo, y por consiguiente cada signo ocupa ahora en la eclíptica próximamente el mismo lugar que ocupaba el precedente en tiempo de Hiparco.

Los signos del Zodíaco se deberían llamar más propiamente signos de la eclíptica, pues realmente no indican sino los 12 arcos de 30° en que puede dividirse la proyección de ésta sobre la esfera estrellada, y no sirven más que para indicar en qué porción de dicha ecliptica se halla el Sol. Así, el signo Aries empieza en el equinoccio de primavera, que es el cero de las longitudes celestes, y termina en la longitud 30°; y se dice por tanto que el Sol entra en Aries cuando llega á dicho punto equinoccial, manteniéndose en el mismo signo, mientras su longiud varía de 0 à 30° Cuando la longitud del Sol alcanza el valor preciso de 30° se dice que entra en Tauro, y en este signo subsiste hasta que su longitud llega á valer 60°, y así sucesivamente. El curso anual del Sol se halla repartido entre los 12 signos, cada uno de los cuales lo viene a recorrer en un mes, y cada tres signos componen una estación: Aries, Tauro y Géminis la prima. vera; Cáncer, Leo y Virgo el verano; Libra, Escorpio y Sagitario el otoño, y Capricornio, Acuario y Piscis el invierno.

Los símbolos, por medio de los cuales se representan ordinariamente los signos del Zodíaco, son: Aries, T ; Tauro, &; Géminis, ; Cáncer, 20; Leo, ; Virgo, mg; Libra, ; Escorpio, m, Sagitario, 1; Capricornio, ; Acuario, ; Piscis, .

SIGNO: Mat. Las señales ó figuras, llamadas signos, se usan en los cálculos para indicar, ya la naturaleza de la cantidad, ya las operaciones que se han de ejecutar con ellas.

Dos, en efecto, son las clases de signos que se emplean en el lenguaje matemático escrito, que corresponden á los dos elementos absolutamente necesarios é indefectibles de la enunciación de de todo pensamiento: el nombre y el verbo; unos para representar las cantidades en sí mis mas o el resultado de operaciones que se han de hacer con ellas, y otros para indicar la relación de igualdad ó desigualdad que entre las anteriores existe.

Represéntanse las cantidades conocidas por las letras primeras del abecedario, acentuadas si es preciso, y utilizando el alfabeto griego si la abundancia de datos ó la claridad de la exposición lo hiciere necesario, y las cantidades desconocidas ó incógnitas por las últimas letras del abecedario. Diofanto, en la segunda mitad del siglo IV después de J. C., fue el primero que representó las cantidades indeterminadas por las primeras letras del alfabeto. A Descartes se

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